Capítulo Vigésimo Primero
Chocaban con casi cualquier cosa, no tenían en cuenta si en realidad estaban cerca de las escaleras para subir al segundo piso. En sus mentes no tenían en cuenta ni el dolor al chocarse con las esquinas puntiagudas de los muebles, ni el sonido sordo que dejaban los objetos al caerse. De alguna manera sin dejar de besarse o tocarse, subieron al segundo piso y casi corriendo atravesaron el pasillo. Ni bien llegaron al cuarto cerraron con llave aún a sabiendas que no había nadie, pero la idea de hacer algo prohibido en la casa de sus padres lo llenaban de una euforia que confundía con excitación. Independientemente de lo que sus padres podrían pensar al respecto si se enteraban de su relación, no importó, pues ya había sufrido mucho carcomiéndose la cabeza e intentando convencerse a si mismo que solo era confusión adolescente. Se acercó de manera casi felina hacia Midorima quien había tenido tiempo de pensar en las connotaciones de lo que estaban a punto de hacer. Pero de igual manera, cuando se volvieron a besar, su mente se fue volando y su último pensamiento cuerdo fue que después pensaría en las consecuencias.
A diferencia del beso casi desenfrenado que se dieron en el primer piso, esta vez era lento pero no menos intenso. Los labios de Takao, quien se encargaba de llevar el ritmo, se movían con cierta maestría que dejaba a Midorima sin aliento y con apenas la capacidad de mantenerse en pie. El primero dándose cuenta de esto, empujó a Midorima hacia la cama y se puso a horcajadas, para continuar con el beso. Esta situación era completamente diferente a la del día anterior y tal vez por ese tipo de movimientos por parte del menor se sintió aún más exitado. Los besos lentos, se empezaron a poner cada vez más necesitados y húmedos, las manos recorrían todo lo que alcanzaban por encima de la ropa. Midorima se sacó los vendajes de las manos para meterlas por debajo del polo de Takao. Este al sentir la sensación en su pecho, no pudo evitar soltar un gemido, así como Midorima no pudo evitar impulsarse para sacarle de una vez tan molesta prenda. El mayor emprendió el deguste del cuerpo encima suyo, mientras que los jadeos no se dejaban hacer esperar. Sus labios recorrían el cuello, bajando hasta los pezones. Takao envuelto en la excitación empezó a mover sus caderas, frotándose contra el pantalón de Midorima, en el cual ya se miraba una erección por debajo de la ropa.
-¿Puedo? – Takao soltó una risita.
-Puedes hacer lo que quieras Shin-chan
Soltó eso con una voz que a Midorima le pareció tan malditamente sensual que solo se derritió y comenzó con la labor de cambiar de posiciones con Takao para arrancarle el pantalón. Mientras que se lo quitaba aprovechó para besar el estómago del menor y bajar tortuosamente hasta la entrepierna, en donde el bóxer le dificultaba su recorrido quitándolo también. Takao al sentir su desnudez, se dio cuenta de que el rostro de Shin-chan estaba muy cerca de su amiguito.
-Shin-chan que…
-Dijiste que podía hacer lo que quisiera.
Sin ningún aviso más, Midorima empezó a masturbarlo. Takao soltó un gran gemido, que solo incitó al de lentes a continuar. Su mano recorría desde la punta hasta la base de manera pausada y apretando un poco. Con movimientos en primera lentos y pausados, aumentando poco a poco el vaivén que Midorima complementó con su propia boca.
-Ahhhh nnnmm
Lamió la cabeza del falo como si fuese una fruta madura, dio un lengüetazo en toda la extensión del pene para poco a poco introducírsela entera a la boca. Takao sentía derretirse al sentir la lengua de Midorima, como esta jugueteaba dentro de su boca. La calidez y sensaciones recorrían desde su pelvis a través de todo su cuerpo como un ente tortuoso que lo llenaba de placer.
-Shin-chan… yo… ahnnn ya… - Midorima entendió a qué se refería, pero era demasiado pronto, así que se detuvo de su labor.
Tomando un poco del pre semen de Takao, embadurnó sus dedos para poder abrirse camino en la entrada del menor. Este al sentir el contacto, miró asustado a Midorima.
-No haré nada que no te guste, te lo prometo.
La voz de Midorima se escuchaba profunda y sin ningún tipo de duda, volvió a masturbar a Takao con la mano izquierda, mientras que con la derecha se encargaba de hacer entrar uno de sus dedos. La sensación al principio incómoda y dolorosa poco a poco se volvió placentera. Aun así Takao sentía que no estaba siendo justo. Con sus manos libres desabotonó el pantalón de Midorima y con los pies le bajó las 2 prendas, dejando al descubierto lo bien proporcionado que estaba su ahora amante.
-Ahhhmm – soltó un gemido Midorima al sentir las manos de Takao sobre su falo erecto.
Los dos se besaron, sus lenguas recorrieron la cavidad ajena, mientras sus manos se movían más frenéticamente. Los no dejaban de gemir, aun con sus bocas ocupadas. Midorima pensó que ya era hora, pero antes de que pudiera hacer algo Takao lo detuvo.
-Espera Shin-chan ponte… un… - el peliverde entendió a lo que se refería, pero recordó que dejó olvidados los condones en la chaqueta que se quitó para ir a jugar al parque.
Sorpresivamente Takao alargó su mano para alcanzar la mesa de noche y sacó un condón del primer cajón. El cual abrió con los dientes y de manera sensual colocó en el pene de Midorima. Este último empezó a besar a Takao para distraerlo mientras empezaba a penetrarlo. Takao soltó unos quejidos de dolor, hasta que de una sola estocada logró meterlo por completo.
-aunnn nfff
-ya está todo dentro, dime cuando puedo moverme
-Ahora Shin-chan, yo ya soy tuyo.
Midorima ni lento ni perezoso empezó a moverse en un lento movimiento hasta empezar a acelerar, sintiendo su propio cuerpo arder por las sensaciones y lo exquisito de los gemidos de Takao debajo suyo. Alzó los muslos del menor para poder llegar más a su interior y puso sus piernas sobre sus hombros. Takao siendo empujado tan salvajemente alzó los brazos para sostenerse de Shin-chan o de la cabecera de su cama, el placer se extendía salvajemente por todo su cuerpo.
-Shin-chan ahhnnn Shin-chan~
-Takaoo…… no….. Kazunari…. – dijo con un suspiro entre los jadeos mientras aceleraba más.
Takao se vino primero, con un gemido ahogado derramó su semilla encima de sí mismo y del estómago de Midorima, las paredes internas de Takao de comprimieron haciendo que pronto se corriera el mayor. Los dos quedaron exhaustos y se acurrucaron abrazándose, tapándose con las sábanas del menor, besándose.
-Te amo Shin-chan – Y aunque habían hecho todo tipo de cosas vergonzosas anteriormente Midorima se sonrojó.
-Yo también…
-Tú también ¿Qué? – Takao miraba divertido al peliverde.
-Yo también… te amo – dijo casi susurrando, pero Takao se sentía satisfecho. Hasta que se le ocurrió seguir torturándolo.
-¿Qué te gusta de mí? – Sin querer Takao estaba jugando con fuego, dando a Midorima a responder aquella pregunta que hizo a una chica hace mucho tiempo.
-Am… - El menor se veía ansioso esperando por respuesta, esperaba que la respuesta siquiera se pareciera a la que tenía el en mente, o sea lo que él respondería si Midorima le preguntase lo mismo. - no, siempre fuiste muy chillón, después empezaste a llamarme Shin-chan cosa que me pareció irritante, en las mañanas también me irritas…
-¡oye! Se supone que tienes que decirme las cosas que te gustan de mí.
-Me gusta una sola cosa – Takao de alguna manera se sentía algo herido
-¿Qué Shin-chan, acaso es mi innegable atractivo?
-Takao
-¿Eh? – Midorima se acomodó los lentes y carraspeó para agregar
-Sólo me gusta Takao Kazunari, con virtudes y defectos, aunque logres sacar lo peor de mí, también logras sacar lo mejor, cada vez que estoy contigo me siento más humano… -Midorima tuvo que parar su monólogo porque vio que la persona a quien amaba se le caían las lágrimas. – oye ¿Dije algo malo?
-No, no dijiste nada malo – seguía lloriqueando – Hay pero lo que dijiste fue tan bonito… - el de lentes soltó una sonrisa - Y también fue taaaaan cursi.
-¡No te vuelvo a decir nada de nuevo! – Takao se aventó para aferrarlo a sí mismo.
-¡Tú también, me gustas todo!
No pudieron evitar soltar una sonrisita, dándose cuenta del espectáculo que estaban montando en ese momento. Midorima le correspondió el abrazo y en ese preciso momento se sintió el hombre más feliz del mundo. Se escuchó unos sonidos afuera de la casa y escucharon unas voces a lo lejos. La ventana del cuarto de Takao daba exactamente a la calle y los sonidos de automóviles y personas pasando no deberían de ser una molestia, normalmente, pero hubo algo que llamó su atención. Takao de un movimiento alejó a Midorima y lo miró a los ojos.
-¿Te acuerdas a qué hora regresaba mi mamá? – Los dos abrieron los ojos como platos. Ahora que cunda el pánico.