Capítulo Vigésimo Sexto
-¡¡Waaaa!! – se escuchó en la casa Akashi.
-¿Pero qué diablos?
-Yo debería preguntar eso bastardo, que hacías tan cerca. ¿Y qué carajos? Kise quítate – rugía Aomine al despertarse. Kuroko y Kise que seguían dormidos gimieron bajito a causa del sueño. Vio que todos se alistaban para irse y al ver la hora al principio no se dio cuenta, el aparato marcaban las 5 pero la luz se filtraba por el ventanal.
-Fuck! Deberíamos estar en casa. Kuroko despierta. – Kagami movía desesperado a su novio.
-No se preocupen – dijo una voz profundo desde las escaleras – Dispuse a 5 choferes para que los lleven a sus respectivas casas y los esperen hasta llegar a sus respectivos institutos.
Tras esta declaración todos los presentes se sentían aliviados. Y tras un silencio incómodo uno comenzó con las disculpas, de buena o mala gana los demás también pidieron disculpas por su comportamiento. Akashi se sentía complacido, nunca se había divertido tanto, haber jugado el deporte que amaba, comido delicioso y haber compartido tiempo que creyó perdido con sus amigos. Que después esa diversión se hubiera salido de control fue algo problemático pero nada que no pudiera manejar, además de haber vivido la noche más fantástica de su vida, pero eso es otra historia.
Salieron todos de la mansión, unos con más resaca que otros y como Akashi dijo, habían cinco choferes en cinco autos diferentes esperándolos a llevar a su casa e instituto. Todos se despidieron y quedaron en encontrarse en otra ocasión, unos tantos juraron no volver a tomar. Momoi y Aomine obviamente fueron en un auto, Midorima y Takao, Murasakibara y Himuro, Kise solo metiéndose rápido al carro que le correspondía sin mirar a Aomine, al parecer aún tenía recuerdos de lo que pasó ayer, Kagami y Kuroko se subieron también en un auto pero faltaba un integrante de Seirin.
-Akashi-kun, ¿Furihata-kun?
-Él se fue más temprano. – Kuroko podía ser distraído pero no tenía ni un pelo de tonto.
-Por favor dile que llegue al menos a la práctica de la tarde – Y le sonrió de manera comprensiva, Akashi entendió y no fue necesario decirse ninguna palabra más. De alguna manera ellos dos eran muy parecidos y muchas veces no necesitaban más que una mirada.
Midorima no había pronunciado palabra y Takao se removía ansioso en el asiento trasero del Audi que los llevaba. Los dos se sentían bastante avergonzados, el día anterior habían hablado de que no habría problema en contarle su relación a la Generación de los Milagros, pero no esperaron que el alcohol le hiciera confesarlo a los 4 vientos cuando uno le preguntó “¿Estás enamorado de alguien?” Una respuesta simple hubiese sido “SI” y esperar a que un siguiente turno le preguntaran “¿De quién?” pero no. Takao Kazunari con todas sus facultades imposibilitadas por el brebaje que consumía dijo nombre y características que le gustaban de esa persona en solo la primera pregunta, es más, se atrevió a besarlo en frente de todos. Los demás integrantes se vieron bastante sorprendidos, más que nada por el hecho que Midorima se dejase besar públicamente, antes que por el hecho que esté con Takao.
Ahora en el carro cuando Takao recordaba esto le recorría un escalofrío la espalda, aunque se los hubiese dicho tarde o temprano haber hecho tan vergonzoso para sí mismo y para Shin-chan no tenía nombre.
-Takao – el primero en romper el silencio fue extrañamente el peli verde.
-¿mmn?
-¿Tus padres no se van a molestar contigo por llegar a esta hora a tu casa? – Takao suspiró pesadamente.
-Sí, lo más probable es que me griten, ayer me olvidé llamarles, la última vez que vi mi celular aún eran las 9 así que pensé que no era tan malo, no pensé quedarme dormido hasta el día siguiente.
-Si yo tampoco, ¿qué diablos nos dio Akashi?
-No lo sé, pero cuando me di cuenta ya estaba mareado.
-Al menos nadie vomitó en su casa.
-Eso crees tú…
-¿Eh? Pero quien… - Midorima se hizo una idea de quien podría haber sido – no me digas que… - Takao movió la cabeza afirmativamente – Akashi nos va a vetar de su casa.
-¿A todos nosotros? – Midorima hizo un movimiento de hombros indicando que ni él sabía. Al pelinegro eso le dio mala espina y compadeció a esa persona.
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En otro auto, que era un BMW del año.
-¿Dai-chan tú le pusiste alcohol a las bebidas?
-¿Eh? Como yo voy a hacer eso – Momoi lo miró y puso una cara de “¿Es en serio?”. El Moreno solo suspiró pesadamente, había sido descubierto, pero de una cosa estaba seguro.
-Le puse un poco a las 2 primeras jarras de jugo. No quise ponerle mucho porque se sentiría. Aunque fuera sake, si le ponía más, se iban a dar cuenta.
-Si recuerdo hasta allí, tenía un sabor un poco amargo. Pero ¿Las otras jarras de jugo?
-Probablemente obra del anfitrión.
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Akashi, entraba de nuevo a su casa. Él era consciente del alcohol desde el principio así que cuando sus empleados trajeron las otras jarras de jugo, él se abstuvo de tomar. ¿Cómo? Pues fue fácil, lo que le tocaba a él iba a dar a una planta en su macetero junto a él. Cuando ya todos estuvieron entonados ni hubo necesidad de continuar haciéndolo, solo decía que su vaso ya estaba lleno. Pero ahora tenía curiosidad, sus órdenes fueron poner alcohol al jugo pero no sabía que usaron. Fue a la cocina y esta estaba completamente limpia, pero en un rincón de ésta estaba la prueba del delito. Una botella de Suiken vacía. Se decía que este sake tenía el poder de emborrachar a una persona solo con un trago, bueno en realidad no pasaba eso, pero 50% de alcohol había sido demasiado para adolescentes, ya se imaginaba por qué en solo poco tiempo se pusieron súper activos y también todos se rindieron a Morfeo.
Estando allí en la cocina tomó 2 decisiones. La primera era que hoy no iría a Rakuzan. Sus notas de por sí ya eran perfectas, el faltar un día no iban a cambiar eso. Y segundo, por primera vez en su vida haría un desayuno, para la persona que seguía durmiendo en su habitación. No necesitaba gran ciencia, solo con leer un recetario para ciertas cosas era suficiente. O eso creía. Probablemente la mucama se apiade de él después.
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Las miradas inquisidoras observaban a Midorima y Takao llegando juntos al salón. Los murmullos no se dejaron de escuchar hasta que el profesor de la segunda hora llegó al aula. Toda la mañana Takao estuvo pensativo, Midorima supuso que seguía divagando en las memorias de ayer, pero nada estaba tan fuera de la realidad.
Takao acariciaba su celular dentro de su bolsillo, había recibido un mensaje de Miyaji hace unos minutos.
“Recuerda que hoy se vence el plazo, no estuviste en la práctica de la mañana, pero no escapas de la tarde”
Tenía que pensar en una manera de evadir la apuesta, tal vez eso no sería posible. Pero no había manera de cumplir con ella. Una cosa era decírselo a los padres y tal vez a amigos íntimos, que muy bien sabían no iban a ser indiscretos, pero otra era que en el colegio se enteren. Muchos eran cerrados de mente con respecto a la homosexualidad, y no conocían lo suficiente a sus compañeros de Básquet, apostaba que no serían todos los que los recibirían con los brazos abiertos. Habían tenido suerte hasta ahora.
Pensó mucho en lo que tendría que decir, pensó cada escenario que le ponga el rubio en la tarde, tendría que confiar en Shin-chan. La apuesta era irrazonable en todas las formas posibles, primero porque no le convenía para ninguno, segundo porque Takao estaba dispuesto a aceptar y tercero porque al cumplirlo estarían exponiéndose ante todos.
En el break a mitad de clases, Takao pasó el mayor tiempo posible pegado a Shin-chan, si su plan salía mal tal vez nunca más podría estar de esta manera con su peli verde.