Capítulo Vigésimo Octavo
-¿E-e-estas seguro?
-Al 100%
-Pero ¿Por qué ahora? Tan repentinamente
-No es repentino, quiero ir en serio contigo, no estaba mintiendo cuando te lo dije. Pero no puedo ir más en serio si viene un idiota y aprovecha para besarte. – Al parecer Midorima seguía rabiando por el “accidente” anterior.
-E-Eso fue un accidente.
-Nada de accidente, vi como lo hacías caer, Takao. Ten más conciencia de lo que haces.
-Tengo mucha conciencia, la idea era hacerlo caer no que justamente se fuera contra mí.
-Y a todo esto ¿por qué lo hiciste?
-¿Hacerlo caer? Pues… - Debía inventarse una excusa inteligente y rápidamente o sospecharía. – Era porque Miyaji-senpai estaba molestando.
-No porque te molesten vas a ir y hacer caer a esa persona.
-Bueno… era porque no me está molestando a mí, sino a ti y me molesté… pues ya está. Lo hice caer. - Midorima no dijo nada solo agarró más fuerte la mano de Takao, de alguna manera extraña ese acto, que supuestamente lo había defendido con Miyaji, le pareció lindo.
-Da igual, no te acerques a él de nuevo. No vaya a ser que se interese por ti.
-¿Q-que? E-so es i-imposible.
-¿Por qué tan nervioso? - “Demonios Shin-chan deja de ser tan desconfiado, aunque tienes tus razones”
-A-a ver que a ti te dijera que Miyaji puede estar interesado en ti. – Midorima se escarapeló y la idea no le agradó ni lo más mínimo. Takao entendió el significado del rostro del peliverde entre asustado y asqueado. - ¿Ves?
Sin decir más reanudaron su marcha a la casa del peliverde, tomando más conciencia que era lo que estaban a punto de hacer. Takao estaba súper nervioso, pocas veces había visto a la madre de su novio. Una mujer alta, delgada de porte fino, con cabello verde muy hermoso y por supuesto elegante. Al igual que su novio no mostraba muchas expresiones en su rostro, parecía analizarte al mirarte y te ponía nervioso. Midorima muchas veces le había repetido que solo era reservada pero también muy dulce. Obviamente el moreno no estaba nada convencido, una vez intentó hablar casualmente con ella pero al no recibir respuesta en su momento sintió que había metido la pata y no lo volvió a intentar más.
Sinceramente se sentía mucho más confiado con el señor. Un hombre de buen porte cabellos canosos solo en las patillas de lentes al igual que Midorima, pero era mucho más ameno al expresarse, podía mantener una charla con él de manera mucho más calmada, aunque lo poco que habían conversado se terminaba desviando a temas maduros como política o conocimientos generales. No tenía duda por qué la familia Midorima era poderosa y de prestigio.
Metido en sus pensamientos no se habría dado cuenta que ya habían llegado a la casona del peliverde si este no se hubiese detenido. Las luces estaban encendidas, así que probablemente los dos estarían en casa.
-¿Qué crees que nos digan?
-No lo sé, nunca había siquiera pensado en decirle algo así a mis padres.
Era cierto, en realidad si no hubiese sido descubierto, Takao no hubiese tenido el coraje de decirle algo a su madre, mucho menos a su papá, ahora su novio con una mamá al parecer menos tratable no sabía cómo serían las cosas hoy día, no sabía si lo iban a botar de casa o recibir insultos, después de todo había enamorado al único heredero de los hospitales Midorima.
Habiendo respirado hondo, se aventuraron a entrar. Pidió las disculpas del caso por la intromisión a casa ajena. Su novio lo llevó a la sala y le pidió que esperara, probablemente los traería para hablar todos juntos, ya podía sentir sus manos sudorosas.
Sus padres aparecieron y lo saludaron con cortesía. Sentados en sillones frente a frente Midorima empezó a hablar cuando sintió la mirada de sus padres pesada sobre él.
-Disculpen por molestarlos cuando de seguro están ocupados, pero tengo algo que decirles. – los señores miraron a los chicos y después se miraron entre ellos, estaban bastante sorprendidos y no era de extrañar, después de todo era la primera vez que su hijo había hecho algo así.
-Dinos, supongo que es algo que también incluye a tu amigo. – Su hijo asintió con la cabeza.
-Yo… a- bueno… - respiró hondo tratando de calmarse, su rostro se teñía carmín. Tomó la mano de Kazunari y con un fuerte apretón retomó convicción y confianza– Takao es mi enamorado.
El mencionado se sorprendió con lo que dijo, el paso obvio a dar en este momento es primero explicar que era gay, pero ahora de golpe había dicho que estaban juntos. Miró las caras de los padres al frente de él, ninguno de los dos mostraba expresión alguna excepto el padre que tenía los ojos ligeramente abiertos.
-Shintarou, a ver, ¿me estás diciendo que estás con este chico como pareja?
-Si así es.
-¿Estás completamente seguro de lo que haces?
-Estoy con Takao no por capricho, sino porque estoy seguro de mis sentimientos por él
-Y-yo también, nunca me han gustado los hombres, pero Shin-chan es diferente, también estoy completamente seguro de mis sentimientos por él. – Takao casi muere con el recalentamiento, llegó a su límite, podía ser extrovertido y desinhibido para muchas cosas pero estar en frente de los padres de tu NOVIO no tenía comparación, su confianza era limitada como para intentar presionar.
-Cariño – hablaba por fin la mamá – ¿eso significa que eres gay? ¿O es solo que te gusta este chico?
-Soy gay mamá, me di cuenta desde que estaba en secundaria.
-Tsk – chasqueó la lengua. La señora se levantó de donde estaba levantada y se fue a la cocina sin decir nada más. Los dos muchachos se asustaron, pensaron que entre sus padres ella justamente sería la más fácil de tratar. El señor al ver el rostro apenado de los dos muchachos dijo.
-No se preocupen, ya regresa, ha ido a la concina a buscar su cartera. – Ninguno de los dos entendía, estaban hablando un tema muy delicado y su mamá se iba a buscar su cartera a estas alturas. Ahora que lo pensaban tampoco habían recibido alguna respuesta positiva o negativa por parte del señor Midorima.
-Papá que es lo que piensas de…
-Lo que pienso acerca de ti y de Takao ¿Verdad?
La señora regresaba con la billetera en la mano y sacaba 2 billetes de 10 000 ¥ y se los entregaba a su esposo.
-Yo gané. – dijo esbozando una sonrisa.
-¿Qué? ¿Qué pasa aquí? –la señora suspiró y guardó sus cosas
-Tu padre y yo apostamos, si solo te enamorabas de un chico porque era él y nadie más, yo ganaba pero si tú eras gay, él ganaba. Así de simple.
-Tú sabes, tu madre es un poco más romántica.
Midorima no se lo podía creer, sus padres habían apostado con él de esa manera tan relajada y él tomándose las molestias por ir y hacer lo correcto ante ellos. ¿Acaso sabían el enorme valor que tuvo al decirles eso? Entonces eso quería decir que ¿ya sabían que era gay desde el principio?
-Pero una cosa que me alegra es que tengas buen gusto.
-¿En qué momento…? – Su madre se había movido de manera rápida y le acariciaba el rostro a Takao.
-Pensé que le caía mal Midorima-san
-No, no, para nada, solo que no sabía qué decirte o de que conversar contigo. Ahora tengo un yerno muy lindo. - el rostro de la mujer seguía sin mostrar mucha expresión pero Takao pudo jurar que por un instante aparecieron brillitos por el rostro de esa mujer.
-Mi esposa siempre ha tenido problemas con eso, por tener cara de póker. – La mujer miró a su esposo, éste supo al instante que estaba ofendida. – Pero aun así te amo.
-Mamá ¿Cómo te diste cuenta? Digo, ¿En qué momento…?
-Um, pues creo que desde primaria, te apegaste mucho a un niñito y en secundaria los ojos se te desviaban con chicos guapos. – Midorima se enrojeció y se arrepintió completamente de haber preguntado. Takao volteó a mirar a su novio inmediatamente, “¿En serio Shin-chan es tan obvio?”, pasó la mirada por la estancia, el padre estaba completamente sereno, al parecer también estaba al tanto de las inclinaciones de su hijo. En parte se sintió un poco admirado pero después en algún lugar de su corazón envidió a Shin-chan. Era admirable como 2 personas profesionales con solo un hijo y único heredero, habían aceptado su orientación sexual, aún más se habían dado el lujo de bromear y hacer una apuesta de ello.
-Ah, me he hecho tarde, tengo que regresar.
-Yo también, vamos juntos.
-¿Ya se van tan pronto? – preguntó Takao.
-Si cariño, los vamos a dejar solos. Si van a hacer travesuras por favor no ensucien la sala ni la cocina.
-¡Mamá!
-Amor, eso era demasiada información.
-Tuviste desde primaria para acostumbrarte. Adiós. – hizo un ademán con la mano antes de cerrar la puerta tras de sí.
Los dos adolescentes quedaron muy sonrojados. Takao sentía que la madre de su novio le caería genial, sólo debería aprender a descifrarla al igual que a Shin-chan.
-Shin-chan una pregunta… ¿Cómo es eso que eres gay?
-Lo soy ¿Verdad?
-Tu mamá dijo…
-Midori
-¿Eh?
-Se llama Midori – en serio, que la mujer había tenido mucha suerte, para casarse con un hombre que apellide Midorima. Midorima Midori la mamá de Shin-chan.
-Ok, Midori-san preguntó si eras gay o solo te gustaba yo. Eso significa que ¿te gusta alguien más o te gustaba?
-Uh bueno… antes me gustaba Akashi.
-¿Qué? ¿No solo era tu amigo?
-Bueno si y así se quedó como amigo.
-No, hubo un tiempo que se enemistaron.
-Sí, porque me rechazó…
-¿Te le confesaste?
-Bueno, si…
-Y yo intentando adivinar lo que sientes
-Es que tú me dabas señales difusas, primero parece que te gusto, después aparecías con chupetones.
-Que no era eso idiota, ya sabes lo que fue
-Pero en ese tiempo no lo sabía, pensé que te gustaba alguien más.
-Sólo me gustas tú. - Los dos se callaron y respirando aún fuerte, intentaron calmarse. De alguna manera se dieron cuenta que estaban siendo muy infantiles, aunque Takao sentía que sus celos estaban muy bien justificados, pero para evitar más bronca evitó mencionarlo. Después de todo Akashi no tenía ningún interés en su novio. Solo se acercó a Midorima y de manera calma capturó sus labios y empezó un beso que cada vez se puso más posesivo.
-Takao…
-Ne, Shin-chan, Midori-san nos dio carta abierta ¿verdad?