Capítulo Vigésimo Noveno
Hay cosas locas en la vida, pensaba Midorima y todas esas cosas locas habían pasado en menos de una semana. Todo comenzó cuando se dio cuenta de sus sentimientos por Takao, después una a una le fueron pasando cosas descabelladas, como el chupetón de Yumi, las disculpas de Akashi así como la fiesta alocada en su casa y por supuesto la apuesta de sus padres, que al parecer ya estaban al corriente de todo.
Había sido impresionante como había avanzado todo en una semana, exactamente una semana. Y ahora era jalado escaleras arriba por la persona que amaba, en dirección a su habitación, sabían muy bien lo que iban a hacer, estaba ansioso como si fuese la primera vez, pero estar con Takao era natural, tan natural que ahora no se imaginaba con nadie más.
El más bajo se colgó de su cuello para besarlo, al abrazarlo encajaban tan bien que no tenían problemas. Aprovechó el abrazo y lo aventó en la cama, a diferencia en la casa de Takao, Midorima tenía una cama de 2 plazas y cabrían perfectamente. Los besos no dejaban nada a la imaginación y pronto las manos no se quedaban quietas y fueron avanzando con tortuosa pausa. Aún tenían el uniforme puesto y esto de alguna manera daba más morbo a la situación. Cada uno se quitó su propio gakuren pero con las camisas se la quitaron al otro. Sin decir palabra, solo escuchando los sonidos húmedos que hacían sus bocas y sus respiraciones agitadas terminaron de retirar las prendas. Shintarou empezó a depositar besos por todo el rostro de Takao y después empezó a bajar por su cuello, besándole con fuerza.
-¿Shin-chan?
-Nunca te dejes hacer esto por nadie más. Ni por Yumi.
-No sabía que Shin-chan era tan posesivo.
-No tienes idea de cuánto. - Los besos del peliverde empezó a bajar por el cuerpo de su novio causándole estremecimientos.
-Alto… - Midorima se detuvo y miró confundido a su pareja. – Es mi turno Shin-chan.
Takao empujó suavemente a Midorima dejándolo de espaldas contra el cabezal de su cama, mientras él bajaba por su torso hasta toparse con el pantalón. Retiró el botón y bajó la bragueta, la erección del mayor ya se podía ver a través de la tela del bóxer. Empezó a besar la piel descubierta sin tocar su erección.
El solo ver a Takao moverse tan eróticamente bajándole los pantalones ya lo ponía a 100, estaba empezando a dudar si realmente soportaría la ansiedad de tener su rostro tan cerca a ese lugar.
Como si lo hubiese pedido en voz alta, pronto Takao empezó a acariciar el falo contrario por encima de la ropa, y después a bajar la última prenda que interrumpía su labor. Un beso, dos besos, una lamida, Midorima iba a volverse loco. Se lo metió entero a la boca.
-Ahnnn – gimió sonoramente.
El sonido le pareció lo más erótico alguna vez oído para Takao y quiso escuchar más. Era la primera vez que hacía algo como esto, pero no le pareció raro ni sucio en ningún momento, el solo hecho de causar todo tipo de sensaciones a su pareja lo excitaban. Con la mano izquierda libre tocó su propia erección por sobre la ropa y a fin de sentirse mejor, él solo se fue quitando el pantalón y a bajar sus calzoncillos con algo de dificultad por usar una sola mano. Entre jadeos y gemidos Midorima al apreciar esto ayudó a bajar las prendas hasta su rodilla, teniendo la entrada expuesta de Takao no pudo quedarse quieto a solo mirar. Empezó a lamer sus dedos para no causarle dolor a su pareja por lo que estaba punto de hacer.
-Ahnnn Shin-chan…
Gemía sonoramente por la intromisión. Takao pensaba que era gracioso para las cosas en que Shin-chan podía ser delicado, esta era una de esas cosas. Para no quedarse atrás, tomó el pene ajeno con más vigor y empezó a masturbarlo mientras que su boca hacía otro tanto.
-Takao… alto… o me voy a correr.-El mencionado se detuvo inmediatamente y apretó la base del pene con algo de fuerza. – Mnngg
-Todavía no Shin-chan. – Aprovechando sus posturas, Takao se subió a horcajadas encima de Midorima y tanteando su propia entrada con una mano se dispuso a auto penetrarse.
-No te esfuerces… Takao, aún no me he puesto el…
-No es necesario Shin-chan – las palabras se le atragantaron al mayor. El rostro sonrojado y relativamente perlado por el sudor de Takao lo hacían ver completamente apetecible. – Quiero sentirte completamente.
-No me culpes por lo que pueda pasar. – Midorima tomó las caderas de su novio y ayudó a que la penetración fuera más rápida.
-Ahhhhnnnn …
-Nnngggff…
-¿Estas bien?
-Je… si Shin-chan, voy a moverme ahora.
Los movimientos de Takao cabalgando eran muy torpes al principio, y no sabía bien de donde apoyarse. Pero al sujetarse del cabezal de la cama pudo tomar más impulso y poder sentir más como el placer se deslizaba deliciosamente por todo el cuerpo. De alguna manera en esa posición se sentía poderoso, ver desde arriba el rostro sonrojado de su novio. Las respiraciones cada vez más agitadas y los sonidos roncos por el placer. Midorima no pudo resistir más así que empezó a mover sus caderas hacia arriba tratando de dar estocadas más rápidas y placenteras de lo que hacía si solo Takao se movía.
Seguía siendo placentero, pero aún no era suficiente, cada vez necesitaban más, necesitaban llegar a aquel punto donde la conciencia se ponía en blanco y lo único que queda en la mente son las sensaciones que recorren cada centímetro de la piel. Cambió de posiciones, con él encima, sin necesidad de salir de su novio. Con esta nueva pose, sus cuerpos se complementaban completamente por lo tanto llegaba más profundo, alcanzando aquel lugar deseado que lo hacían derretirse.
-Allí… ahhnnmm justo… allí.
Las estocadas se hicieron cada vez más rápidas, no pudiendo contener ya los gemidos que resonaban en el cuarto casi como gritos cargados de sonidos eróticos.
-Ahhhnn Shin- chan. – Takao se había corrido en el estómago de los dos. De igual manera Midorima seguía penetrando a su novio y al sentir de nuevo su estrechez por su último orgasmo, él también se corrió, pero dentro.
-Agggnn- gemía lujuriosamente mientras enterraba su rostro en la clavícula del menor y jalaba sus hombros hacia sí, como queriéndolo sentir más cerca, más dentro de él.
Y así se quedaron, durante un tiempo, en la inconciencia, tratando de recuperar el aliento poco a poco, sin nada en la cabeza más que la sensación del orgasmo recorriendo su cuerpo y como poco a poco se desvanecía.
Se miraron y sin palabras se besaron de manera tierna. Midorima no se había quitado los lentes en ningún momento, por lo tanto estos estaban empañados. Kazunari se los sacó por él y los dejó a un lado, retomaron su beso y cayeron presas de Morfeo.
*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*º*
-Mnn – Takao despertaba y miraba el reloj en la mesa de noche de Midorima. Eran las 9 de la noche. -Shin-chan despierta. –Decìa casi en un susurro muy cerca a la oreja del mayor.
-¿Que sucede? – hablaba de manera pastosa.
-Ya debo de irme, ya es tarde, o sino mis padres me castigarán lo que resta del año.
-Aya… - Takao no sabía si realmente lo había escuchado, pero por si acaso había que intentar.
-Shin-chan, te estoy pidiendo que te muevas, porque sigues dentro de mí…
Inmediatamente el mayor escuchó esto se incorporó y era cierto, seguía dentro de su novio. Después de disculparse por su falta de tacto con el asunto, se retiró con cuidado de no lastimarlo. Levantándose perezosamente de la cama y con menos vergüenza que la primera vez, de andar desnudos por la estancia, se dispusieron a encontrar sus prendas que habían salido volando. Mientras se vestían no decían nada ninguno al otro, aún las memorias de lo que acababa de pasar estaban frescas no solo en la mente sino también en la piel. Midorima no pudo evitar recordar como Takao se había auto penetrado, subiéndose encima suyo con una agilidad casi felina y rostro seductor que solo lo hicieron perder la cabeza cada vez más.
“Takao pareces un ratón” “Te pareces al hámster de mi hermanita”
“Entonces ¿qué animal sería Shin-chan?”
“Un gato”
Si definitivamente un gato, y uno muy chúcaro”
“Dejen de hablar tonterías no soy un gato, es más los odio”
De alguna manera había recordado aquella conversación la semana pasada, en donde habían descrito a Takao como un ratón y a él como un gato. A Midorima no le gustaban los gatos, es más, los odiaba desde el día en que uno lo arañó al intentar ser amable con el animal. Volteó a ver a su novio mientras este se ponía los botones del gakuren, sus movimientos eran pausados y seguía desnudo abajo. “Sexy” es lo único que podía describir a Takao en ese momento según Midorima. Todos sus compañeros estaban equivocados, Takao no era un ratón, sino un gato y él era el ratón que cayó perdidamente entre sus garras.
FIN