Capítulo Sexto
Ni en sus peores pensamientos podría haber imaginado que Akashi apareciera en la puerta de Shuutoku, ya lo auguraba su horóscopo.
-Necesito hablar contigo - el pelirrojo al decir esto dio una barrida con la mirada a Takao, el menor entendió lo que quería y aceptó de mala gana.
-Me voy adelantando…
Midorima vio como el otro se iba alejando pero no rumbo a la salida, sino donde estaba estacionada la carreta. Sonrió para sus adentros el saber que lo esperaría.
-¿Que sucede Akashi? ¿Has convocado otra reunión de la Kiseki no Sedai?
-No, solo contigo.
-Ya veo, que necesitas.
-Lo siento… - Midorima separó los labios y abrió los ojos con desmesura de la impresión, él no lo admitiría pero había esperado alguna vez escuchar esas palabras, aunque estaba convencido que nunca se daría.
-¿Por qué?
-Por todo, antes no lo entendía. No entendía de amor como no entendía de perder. Te lastimé y ahora es cuando me doy cuenta. Yo… - su voz reflejaba que en verdad se sentía mal, solo haberse caído de cabeza podía haber cambiado a Akashi tanto como para que se esté disculpando, Midorima lo atribuyó a su pasada derrota contra Seirin. Akashi continuó - Yo he aprendido desde que enfrenté a Kuroko, su forma de juego la entendí y la emoción de hacer lo que haces lo sentí, le estoy agradecido en muchas maneras. No sé si me disculpes, pero al menos quiero estar tranquilo conmigo mismo y pedirte perdón después de todo este tiempo.
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Vio como el pelirrojo se alejaba agarrado de la mano con el otro chico, las lágrimas que estuvo conteniendo se deslizaron por sus mejillas. Metió el dorso de su brazo a su boca y reprimió u grito. El esfuerzo hecho, hizo que empezara a sangrar, pero estaba aliviado, aunque las lágrimas seguían cayendo, pudo decirle todo lo que necesitaba y escuchó de igual manera. Ya no sentía nada por el pelirrojo, pero esos sentimientos que solo traían amargura los reprimió en lo más profundo de sus ser, los cuales ahora brotaban como gotas de lluvia cayendo por su rostro y lo alivianaban del peso que llevó en su corazón por mucho tiempo.
De repente su cuerpo se sentía pesado así que se recostó contra una de las paredes cerca y cerró los ojos, esperando que el viento frio del anochecer secaran la humedad en su rostro.
-¿Shin-chan?
Se había olvidado completamente del ojiazul. Pero sus fuerzas y su escudo se habían esfumado completamente, no tenía ganas de pensar ni discutir mucho menos explicarle al menor la visita de Akashi, o la causa de sus ojos rojos. Takao antes que nadie no debería de enterarse de sus sentimientos.
-¿Te hice esperar? – Pudo articular luego de tomar una bocanada de aire para recobrar su voz.
-Si lo hiciste, y mira que te encuentro aquí vagando y no me avisas nada.
-Ya veo entonces vámonos, después te lo compensaré. – el mayor se levantó de manera lenta, su cuerpo era pesado, como cuando salía de una piscina. “Tal vez estuve ahogándome todo este tiempo.
Takao no era tonto, se dio cuenta de los ojos rojos y vidriosos, se dio cuenta de las marcas por donde recorrieron las lágrimas y obviamente se dio cuenta de la docilidad de Shintarou, por eso mismo no preguntó nada. Aún así su curiosidad lo mataba o tal vez era que le mataba el no saber porque se había puesto así con Akashi.
La única vez que había visto llorar a Midorima fue la vez que perdieron contra Seirin. El de lentes se había ido a mojar a propósito con la lluvia y hubiese agarrado un resfriado si Takao no lo hubiese encontrado. Al escuchar la voz del menor llamándolo inmediatamente se frotó el rostro como lavándola mezclando tanto sus lágrimas como el agua de lluvia.
-¿Shin-chan… que haces aquí?
-Estaba enfriando mi cabeza – respondió de manera escueta, otra vez volviéndose a poner los lentes.
-Estabas llorando - La cara de Takao reflejaba burla.
-No! Solo necesitaba pensar las cosas.
-Si claro… bajo la lluvia para que enjuaguen tus lágrimas. No imaginé que Shin-chan era tan cursi.
-Ya cállate, que no es así! - No pudo reprimir una pequeña carcajada.
-No pasa nada Shin-chan, sé que la Generación de los milagros nunca perdió ningún partido, pero si cada persona se pusiese así por una derrota realmente sería lamentable. – trató de no reírse, la cara del más alto no reflejaba ningún sentimiento bueno en esos momentos. Ignorándolo prosiguió – sin embargo, esto no volverá a suceder de nuevo, ¿verdad? Seremos más fuertes y todos estaremos allí para celebrarlo, confía en nosotros.
-…
Takao tomando el silencio del mayor como un asentimiento, tomó su mano y lo guió de nuevo dentro, a sus camerinos ya que se habían olvidado sus cosas.
Las palabras de Takao habían derretido la primera parte de la coraza que encerraba el corazón de un jugador el cual nunca confió del todo en sus compañeros, que se valía por su propia fuerza y que el concepto del juego en equipo era solo una utopía. Y allí estaba un chico el cual no igualaba el poder de ninguno de los de la Generación de los milagros, dándole consejos. En ese momento Midorima pensó que tal vez, sólo tal vez no sería tan malo confiar.
Ninguno de los dos dijo nada de camino a los camerinos, ninguno habló de como Shintarou tomó con más firmeza el agarre de Takao y como sus dedos se entrelazaron.
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Midorima pronto se dio cuenta que no debía confiarle ciertos asuntos al ojiazul, después de todo ni bien llegaron al restaurante donde se encontraba Kaijou y Seirin juntos, lo vendió completamente.