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Una y otra vez por azumicard

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Notas del capitulo:

Gracias a mi Beta, van a tener lemon de Mystrade en este capítulo. 

La reunión entre Mycroft y la mujer parecía haber concluido, estaban de regreso después de una hora  y media de ausencia. Ingresan al salón principal, encontrando un panorama diferente a lo usual; ambos varones estaban con el rostro sonrojado, mirando a lados opuestos. La única persona en tomar importancia fue Mycroft, su atención terminó desviándose a otro lugar, le bastó una fracción de segundo para deducir lo que estaba sucediendo.  Retomó la conversación con Irene, quien disimuladamente miraba el vientre del doctor Watson.  Entre tanto  Lestrade cubría su cuello con una  bufanda.  Con un intercambio de información terminó oficialmente la visita de Irene Adler que no dudo en volver a  provocar con sus palabras a John. 

 

 

— Ni se te ocurra tocar a Sherlock, estas aprovechándote que no estoy a su lado. Si lo  haces te arrancaré cada uno de tus dedos. Y no es una maldita amenaza. Si me entero que tuviste la osadía de tocar a MI SHERLOCK a pesar de mi advertencia. Te juro que cumpliré mi amenaza ¿¡entendiste!?  

 

 —  Oh, salió a la luz tu lado posesivo. Hasta el pacifico doctor Watson puede amenazar a una mujer. Si me disculpan tengo que ir atender a un paciente que debe estar extrañando mi presencia - se despide con una sonrisa de victoria.

 

 —  ¡Maldita bruja!-le grita

 

 — Tranquilízate John - se acerca Lestrade para calmarlo

 

 — Es que esa mujer es una… ¡La odio!  Porque aun sigue involucrada en este asunto, acaso su trabajo terminó cuando me salvó la vida porque debo continuar soportando su hostil presencia.  No quiero  saber nada de ella, que desaparezca de una vez por todas   de mi vida  y la de Sherlock. 

 

 

— Pides imposibles John. Continuara frecuentando este lugar las veces necesarias; Irene Adler no es tu enemiga sino una aliada. En el pasado nos habrá ocasionado problemas, ahora es distinto.  Su ayuda es imprescindible, Sherlock la escogió por sus habilidades y no por lo otro… Así que   deberías sentirte agradecido porque sin ella no estuvieras aquí a salvo-.

 

 —  Pagaré mi deuda, no quiero deber nada a esa mujer – dijo seguro de si mismo  mirando a los ojos de Mycroft-  Podrías decirme si  tengo permitido ir a ver a Sherlock. Ha pasado bastante tiempo.

 

 —  Es innecesario realizar esa pregunta  porque ambos sabemos cuál es la respuesta.   

 

 —  ¡Ya estoy harto de que pongan de pretexto a mis hijos! Te llevarías una sorpresa de todo lo que puedo ser en realidad, si atentan contra la vida de mis hijos – mira desafiante - Si no me dejas ir,  les diré a todos   lo haces con el inspector Lestrade- .

 

—Compórtate John, ya tuvimos esta conversación; verás a Sherlock muy pronto. Estas siendo muy caprichoso, acaso no comprendes la delicada situación en la que nos encontramos, el mínimo error y será aprovechado por Magnussen.  Sería de tontos correr ese riesgo, sabiendo las consecuencias - levanta la voz- ¡Te quedaras aquí a pesar de tus quejas!

 

— Si así son las cosas… - respondió a la amenaza con una sonrisa -  Entonces publicare en mi blog: “El inspector Greg  Lestrade y  Mycroft Holmes son pareja y les gusta el sexo duro”  Qué te parece el encabezado del artículo, será entretenido publicar todo lo que vi. Voy a tener un nuevo record de visitas gracias a este nuevo artículo interesante y inverosímil

 

— ¿Chantajeándome? –mira a John con el ceño fruncido- Esas bajezas no sirven contra mí. Déjame informarte que no saldrás de este lugar sin mi permiso y es mi última palabra. Doy por finalizado  esta absurda discusión 

 

— Quién te dio autoridad sobre mí, soy  libre de hacer lo que quiero.

 

 

 

 

Las palabras fueron inútiles contra John, nada ni nadie lograría cambiar su convicción; quería ver al padre de sus hijos a cualquier precio.  Desafiante  salió a paso firme hacia afuera de la residencia, sin importarle las absurdas órdenes.  El alboroto y  especialmente los gritos llamaron la atención de Sarah que estuvo todo el tiempo en su recamara. Salió para averiguar el origen del bullicio y encontró a John siendo llevado contra su voluntad  a dentro. Ella se encargo de convencerlo para que regrese sin hacer ningún problema  por el bienestar de él  y sus hijos.  Mycroft había perdido la paciencia, reitera su advertencia: Si es necesario te encerrarte. Porque demonios no entiendes que es por tú propio bien – enseguida sale de la habitación y deja a John al cuidado de Sarah, era la única persona que logró hacerle entrar en razón.  Desde que la nueva pareja de amantes regresaron a  la habitación que anteriormente está hecha un desastre, ahora ya no, estuvieron callados y bebiendo Vino. El inspector rompió el silencio al interceder por John sobre la idea de ir a ver a Sherlock, se sentía en la obligación ya que él lo ayudo cuando necesitaba esos analgésicos. El riesgo era evidente  al volver a tratar el tema; había grandes posibilidades en  irritar más a Mycroft, sin embargo éste estaba singularmente sereno, ocupado con el nudo de su corbata. Intrigado pregunta a donde piensa salir al tiempo que lo ve acercándose. 

 

 — No es obvio, tenemos una cita – le sujeta de la cintura a Lestrade – En un restaurante lujoso lejos de aquí, reservado exclusivamente para nosotros  dos.

 

 — Estoy cansado…  no quiero salir. ¿Si mejor nos quedamos?

 

 — Saldremos, he dicho – molesto responde  - a menos que tengas algún juego entretenido para mí esta noche – besa su cuello.

 

 — Cambie de opinión, mejor salimos

 

— Que rápida reacción. Tengo un nuevo traje que quiero que uses, a falta de tiempo no lo utilizamos ayer. Hoy es el día especial para estrenarlo, pero eso será después. Primero vamos a nuestra cena. Ponte algo digno.

 

—  Entonces iré a cambiarme    

 

—  Hazlo aquí-le acaricia el trasero-cámbiate aquí, tu traje está al lado del mío 

 

 

 

Acorralado  por  la demanda de su amante, no tiene más opción que desnudarse a la vista de esos ojos penetrantes que no se despegaban  de su cuerpo en ningún momento. A pesar de las innumerables veces  de estar desnudo frente a Mycroft, aún se sentía avergonzado, entorpeciendo sus movimientos, pero finamente termina por cambiarse el traje fino.  Mientras están cerca  no desperdician el tiempo y los besos  no se hacen esperar acompañado de un gemido imperceptible. Luego de las muestras de afecto, bajan al primer piso como dos caballeros distinguidos, abordan el automóvil que los transportará a su destino. Cada uno de sus movimientos fue vigilado por Sarah desde una distancia prudente, después de confirmar  la ausencia de ellos volvió a la habitación de John. 

 

—   Calculo que demoraran un aproximado de tres horas, tiempo suficiente  para abandonar la residencia. Mycroft cree tener siempre la razón, ambos hermanos son iguales, dejándose llevar por la lógica. 

 

—  ¿Estás seguro de tu decisión? –pregunta Sarah.

 

—   Por supuesto, no hay vuelta atrás. Si me voy no es  porque sienta que este lugar se volvió una cárcel, al contrario se ha convertido en mi segundo hogar en estos últimos meses y como te dije anteriormente, gracias a tu presencia las cosas resultaron más fáciles.   Estoy en deuda contigo, ahora más que nunca. Sin embargo es necesario ir a ver a Sherlock, lo extraño demasiado y esa mujer debe estar asechándolo. 

 

— Solo te puede desear buena suerte. No te preocupes de nada, yo me encargo de encubrir  tu ausencia, alguna excusa inventare al  señor Holmes    

 

— Gracias por todo Sarah, siempre preocupándote por mí – como muestra de agradecimiento  le  da un beso en la mejilla  y con una sonrisa se despide.

 

  

 

 La noche fue propicia  para que John lograra escapar sin ser detectado, a los pocos minutos estaba abordando  un taxi rumbo a la ciudad. Por otra parte la velada intima se convirtió en un momento importante y único en sus vidas.  Mycroft dejó ver ese lado humano que nadie conocía, solo su amante podía ser testigo de dicho comportamiento. Las horas transcurrieron  rápido, dejando sin tiempo a las muestras de afecto; tenían que esperar hasta llegar. Por supuesto no fue impedimento porque durante el camino de regreso Lestrade recibió más de tres besos apasionados  de parte de su amante.  El lugar donde estaban era irrelevante, prevalecía los deseos  lujuriosos de Mycroft a pesar de las protestas del otro.

 

Llegaron a la residencia  más del horario programado, todas las luces de las habitaciones estaban apagadas; una oportunidad propicia. Subieron juntos al segundo piso, mientras caminan el inspector siente la mano de Mycroft posarse en su cadera, era una señal obvia que la noche no terminaría así nada más.  Intenta escapar de la situación, al intentar entrar a su habitación, pero es llevado contra su voluntad  al dormitorio donde tuvieron su reencuentro ardiente.  Mantiene un perfil bajo, entre tanto su compañero rebusca dentro del ropero y saca una bolsa pequeña para entregarle a Lestrade. Efectivamente era el nuevo traje que utilizarían para su ya conocido juego,  le ordenó cambiarse en menos de cinco minutos.  Aparece vestido con el traje de enfermera, avergonzado desvía la mirada,  en cambio Mycroft queda fascinado y revisa si se puso el juego completo de lencería; levanta la diminuta falda.  Molesto  vuelve a ordenarle que termine de vestirse  por completo. En ese entretiempo él se coloca una bata de paciente  y lo espera tirado sobre la cama.

 

—  Enfermera no me siento bien-tose- creo que estoy empeorando porque siento todo mi cuerpo caliente -toca su entrepierna.

 

—Entonces tendré que atenderlo de inmediato- camina incomodo por las prendas, de rodillas empieza a estimular el miembro  ya despierto de Mycroft  para después atacar sus labios – Nunca dejaras este tipo de juegos ¿no? -.

 

—  Ni en un millón de años,  no vas a negar que a ti también te encanta – le bastó dos segundo para deshacerse de las prendas  y con un ágil movimiento termina por ponerlo debajo de él -  Quiero jugar, ya sabes que hacer -.

 

 

Con ojos deseosos, se saca  el portaligas de la pierna derecha sensualmente, provocando a su amante y sube hasta él. Con la media ata las muñecas de Mycroft; había aprendido del mejor.  El siguiente paso es mordisquear el cuello mientras sus manos recorren el dorso desnudo y  luego ambos comparten un beso. Concluido, se dispone a dejar un camino de besos hasta llegar a las caderas.  Da un pequeño mordisco logrando obtener un gemido - Era para comprobar sus reflejos - relame esa parte, enseguida con la ayuda de sus manos logra llevar el miembro de su amante a su entrada. Baja despacio hasta que se acostumbre y empieza a moverse. Aumenta la velocidad de los movimientos llevando a ambos sumergirse en un éxtasis absoluto  que son traducidos en gemidos, retumbando en las paredes de esa habitación. Extasiado sale, termina por quitarse la otra medias y amordaza a Mycroft, quien no  pone resistencia y mueve sus caderas porque quiere atención.  El inspector le da un beso indirecto debido al obstáculo llamado mordaza. Baja a la entrepierna, primero lame los bordes, enseguida el miembro con paciencia, así degustara con más tiempo mientras sentía el cuerpo del otro moverse. Vuelve a llevarlo a su boca, en esta ocasión logra que se venga. Con restos en su rostro, sube hasta tener la mirada de su amante frente a él.

 

—  Necesito de ti – Lestrade quita la mordaza

 

—  Desátame y te consentiré toda la noche - lame sus labios. Al no tener ninguna atadura, ataca  como una fiera. Tumba el cuerpo de su amante y separa las piernas de par en par - ya que hiciste que me venga una vez con esa boca exquisita-mete la punta- Ahora me vendré solo aquí- embiste dándole en su punto sensible- mi amado Greg-embiste más rápido arremetiendo.

 

—Ay... ¡Ah...ah! ¡Ah...! - grita de placer - Más... más –aprieta

 

—  Te gusta que sea rudo – dice jadeando y enseguida  muerde el cuello  mientras se corre dentro  - dame niños  - bromea mientras embiste.

 

—Todos los que quieres, pero déjame correr -suplica con el rostro embriagado de placer incondicional por las embestidas.

 

— Solo lo dices por qué quieres llegar- suelta su miembro y da una dura embestida.

 

 

Un claro y sonoro grito se escucha. Jadeando se incorpora y busca la boca de su amante. En esta ocasión él mete su lengua para pasearla en toda la cavidad. Desganado corresponde Mycroft el beso,  empuja el cuerpo del inspector, se pone de pie  anunciando que tomará una ducha y se encierra en el cuarto de baño.   A Lestrade le llevó  un par de minutos  para  asimilar lo sucedido. Intrigado se queda por la actitud, se mantiene callado.  Suspira profundo antes de coge sus cosas, medio vestido sale de la habitación. Camina con dificultad sin hacer ruido, cuando entra a su cuarto arroja sus prendas contra la pared muy enojado. También toma una ducha, mientras el agua recorre su piel recuerda la confesión de Mycroft, por su parte él maldice varias veces a Lestrade  durante su duchada.   Sale seco, vistiendo una bata blanca, coge una botella de vino y se sirve en una copa.

 

— Familia...-piensa en la soledad de su cuarto- Sherlock ya hizo la suya...y yo no necesito de eso...-tira la copa para sujetar la botella y beber directamente.

 

 

A la mañana siguiente John finalmente llega a la ciudad, gracias a la ayuda de Sarah. Con precaución se desplazó por las instalaciones del hospital, era consciente que los perros de Magnussen estarían vigilando el lugar. Salió del ascensor rumbo a la habitación de Sherlock, cada paso lo acercaba más a su amado, fue motivo suficiente para acelerar su caminar. Sentía una emoción indescriptible, tanto que derramo algunas lágrimas durante el trayecto. Tantos meses separados al fin terminarían, el rostro que ansiaba ver estaba detrás de esa puerta. Al abrir un mar de emociones lo invadió, no podía creer que estaba frente a su amado detective; quería ir corriendo a besarlo, pero sus piernas no respondían. Cuando al fin dio un paso sintió una especie de  paño ejerciendo presión sobre  su nariz. Tarde fue su reacción, la sustancia estaba haciendo efecto; sus ojos cada instante perdían visibilidad. Extendió la mano inconscientemente como si buscara ayuda en Sherlock. Poco a poco su visión quedó en tinieblas, lo último en ver ojos vieron  fue la imagen del detective recostado en ese cama  que compartieron cuando aún estaba consciente.

 

 

Una tormenta matutina  se avecinaba silenciosamente que ocasionaría diversos sucesos impredecibles.  El inspector Lestrade  difícil concilió el  sueño por culpa de  cierta persona maniática y controladora. A consecuencia del esfuerzo físico, su cuerpo necesitaba recobrar energías con un buen desayuno.  En el comedor ya se encontraba Sarah  desayunando tranquila, pero la presencia del inspector puso la nerviosa. A ella no le quedo más remedio que mentir cuando él pregunto por John.  Se sentaron uno al frente del otro, provocando  doble incomodo a ella, se dispuso a conversar sobre temas cotidianos.  Entre la charla, la puerta se abrió inesperadamente  y Mycroft ingresa, su primera acción es recorrer el lugar con la mirada.  Se sienta en la cabecera  de la mesa,  de inmediato ordena a la mucama  servirle  como desayuno  vino.

 

—Deberías comer  algo antes de deber tan  temprano - le mira preocupado

 

— ¿Te importa?-serio increpa- cállate y continua alimentando ese cuerpo flácido que tienes -no le mira y sigue bebiendo.

 

 

Disgustado por el comentario decide retirarse al lugar donde está sentada Sarah.  Aparta  sus ojos de Mycroft, segundos más tardes él continua la conversación pendiente con ella.  Las risas no se hicieron esperar en transcurso de la plática amena entre ellos.  Por su parte Mycroft miró con furia a las dos personas y  de pronto se puso de pie, caminó directamente a  su objetivo.  Derramó  sobre la cabeza de Lestrade la botella de vino que tenía en la mano.  Sin remordimiento dejó caer hasta la última gota  -  sigan su charla -   no dice más y se retira del comedor. 

 

La dama queda asombrada, dificultando su reacción. Ayudó al inspector secarse momentáneamente colocando una toalla sobre su cabeza, pero él se aferró a la prenda. Disminuyó el nivel de gravedad del suceso reciente con un ilógico argumento, tuvo que dibujar una sonrisa en su rostro. Pasaron el resto del día conversando; cada quien tenía sus problemas, pero ningunos de los dos querían asumir su responsabilidad. Por su parte Sarah, tenía la cuartada perfecta  en encubrir a John y en la situación de Lestrade;  no deseaba  volver a ver a cierta persona.  La noche llegó, anunciando que era momento de ir a descansar,  Sarah continuó con la farsa  y entró a la habitación de John  diciendo que le llevaría su cena y medicina.  En cambio Lestrade dudaba si ir directamente a la cama o ir a la otra habitación y arreglar la situación que era parte. Elige la segunda opción.

 

 

—Mycroft, te encuentras ahí – toca la puerta, al no encontrar respuesta decide entrar -   ¿estuviste encerrado, bebiendo todo el día? -.

 

—  ¡Lárgate!, no estoy de humor… - responde tirado en la cama con  varias botellas de vino a su lado -  porque vienes a molestarme si estas a gusto con esa mujercilla. Te recuerdo que fue contratada exclusivamente para el cuidado de John  y  no para que te diviertas con ella -.

 

—   Solo estuvimos conversando. Desde ayer has estado actuando extraño, no me voy a mover de aquí hasta tener una explicación

 

 —  Familia- dice serio- yo no puedo dártela...

 

—   ¿Ese era el motivo? –suspira profundo y termina sentándose al borde de la cama –Sonará estúpido para ti, pero creí que te arrepentiste al elegirme como tu amante. Todo el día me ignoraste  y tuviste la brillante idea en  ridiculizarme delante de Sarah

 

—  Estaba celoso  - le abraza fuerte y lame su cuello - Ella puede tener hijos

 

—  Cierto, sin embargo tú eres la persona que amo - voltea para besarlo

 

— Dijiste que me darías hijos- habla mientras acaricia sus muslos - Puedes engendrarlos, así como John- pregunta ilusionado.

 

—Porque no intentamos

 

— Toda la maldita noche, si es necesario toda la semana –sonríe con los ojos llenos de deseo infinito y empiezan su sesión ardiente.

 

 

 

Al cabo de dos días John no tenía idea de donde estaba, ni cuánto tiempo llevaba inconsciente, cuando abrió los ojos  se encontraba mirando una habitación ostentosa: bien amueblada, iluminada por candelabros.  Permaneció inmóvil un largo momento en la suavidad de la cama, incapaz de reconocer el lugar. Las almohadas eran muy suaves y maravillosas que le invitada a continuar durmiendo.  Los efectos del sedante  permanecían en su organismo, cuando intento moverse por primera, sintió espasmos en el cuerpo, obligándole a continuar inmóvil. Le tomó varios minutos en  recomponerse, en el segundo intento por moverse fue satisfactorio, su cuerpo respondía.  Con dificultad logra ponerse de rodillas y se encoge al sentir el dolor en su cabeza.  John respira con dificultad, otro dolor intenso siente  en la parte de su abdomen.  Traslada  una mano al lugar de origen y se lleva una gran sorpresa; palpó un  vientre plano adornado con una cicatriz. La confusión se transformó en miedo. Paseo la vista  a su parte baja para confirmar lo que sus manos tocaron. Cerró los ojos como si al volver a abrirlos cambiaría la cruda realidad. John experimento un sentimiento de angustia y horror; sus ojos empezaron a inundarse de lágrimas.

 

 

— ¡¡No… no!! - grita desesperado- Esto no puede estar pasando… ¡¿donde están mis pequeños?

 

 

 

Las palabras no bastarían para describir el estado emocional  que estaba sumergido John; una oleada de sentimientos conllevó a  la desesperación. No hacía otra cosa que llorar, en medio de su sufrimiento levantó la vista al escuchar la puerta abrirse.  Su cuerpo se paralizó por unos segundos ante la presencia del sujeto entrando a la habitación,  le miró como si hubiera un fantasma. Magnussen se acomoda los lentes y camina con las manos hacia atrás.


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