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Una y otra vez por azumicard

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Notas del capitulo:

Debo mencionar que no soy fanática de Mystrade, pero a mi Beta le encanta; creo que demasiado ¬¬ Así que tendrán un capítulo dedicado a esa pareja. Y también tengo un anuncio que podrán visualizar abajo. 

— Es suficiente Mycroft - interviene Lestrade – Estamos como invitados y tú armas un alboroto por palabras sin sentido.


— ¡Eres un maldito engreído Sherlock! crees que por tener hijos hará que me ganes –bufa molesto- Recuerda soy mil veces mejor que tú en varios aspectos


— Habrás ganado algunas batallas pero no la guerra - regresa a lado de John – Si hablamos de hijos, yo puedo tener más si así lo deseo, en cambio tú...


— Sherlock...-le codea al ver la expresión del inspector.


— ¡Eres un inútil! -mira a su amante

 

 

Fue la última gota que rebalso el vaso, esas palabras acaban con la paciencia del inspector. Había soportado lo suficiente al ser parte de las estúpidas discusiones de los hermanos Holmes. Antes de retirarse devuelve una mirada rencorosa a Mycroft. El reciente suceso es tomado como una señal para que Sherlock se burle de su hermano diciendo que acababa de perder a su futuro esposo. Responde a la provocación con amenaza, pero no mediante palabras sino a través de esa mirada penetrante que estremeció a John. El problema que se avecinaba fue más allá de una simple riña cotidiana, todos los indicios llevó a pensar que el inspector Lestrade y Mycroft estaban envueltos en un tipo de pelea marital. Los padres primerizos fueron a la habitación de los gemelos, Ian fue el primero en despertar, enseguida su hermanito que bostezaba una y otra vez. Otorgaron tiempo suficiente para que John regañe a su padre Sherlock, se mantuvieron callados.


Entre tanto, todos los invitados posan sus miradas en Lestrade que caminaba hacia la salida, él había olvidado el reciente espectáculo vergonzoso porque la ira malintencionada nubló su pensamiento racional. A los escasos segundos Mycroft aparece en escena y los murmullos se hicieron presentes. Ya en la calle continuaron caminando uno detrás del otro, las pocas personas que transitaban por ahí miraban raro a los dos, era como si estuvieran jugando. Ser perseguido por Mycroft era la peor opción a escoger, es como si estuviera desafiando abiertamente a su alteza y pidiendo a gritos que lo maten por desobedecer. Sujeta ferozmente el brazo de su presa, infunde terror con esos ojos que proyectaban furia. Reclama a viva voz el desplante que sufrió, además que siguió caminando a pesar que él sabía que estaba siendo perseguido. El otro responde a las acusaciones con una mirada gélida y sin expresión alguna en el rostro. Esto enfurece más a Mycroft que arrastra a su amante hacia un taxi, él sube sin objeción ya que no quería protagonizar otro espectáculo en la vía pública. Durante el camino los reclamos ocuparon un papel importante dentro de la mal definida conversación entre ellos, uno de los tantos gritos terminó por asustar al taxista. A punto de descargar la furia contenida contra su amante, llegan al destino establecido, bajan y entran.

 


— Si no fueras un inútil, serias mejor que John... compararte con él sería un insulto – cierra la puerta de golpe- ¡Si tan solo no estarías seco por dentro! No sé ni porque te di ese anillo - le mira a los ojos- ¡yo te hice Greg, me debes todo! Tú no haces nada para mejorar, sigues siendo el mismo… quiero ganar a Sherlock y restregarle en su maldita cara mis logros contigo, pero con una perra inútil como tú es imposible. Solo sabes abrir las piernas- le fulmina con la mirada.


— Estoy harto que me involucres en las peleas con tu hermano. Soporte lo suficiente, todo tiene un límite y tú lo sobrepasaste al actuar como un niño engreído. Si solo querías hijos, podrás haber tomado a cualquier mujerzuela de la calle porque tuviste que elegirme, acaso solo fui un escape para tu frustraciones – es interrumpido por Mycroft que se acerca con una sonrisa en los labios.


— Jamás te ame… todas mis palabras de amor fueron mentiras - le mira superior- solo fuiste un escape de todo ese deseo sexual acumulado. Siempre fuiste y serás un simple juguete del cual disfrutare las veces que se me plazca. Nunca disfrute alguno de nuestros encuentros - camina alrededor de él- como podría amar a alguien tan común y tan corriente como tú. No me hagas reír - le toma la mano- el anillo que tienes guardado, fue un toque especial para que creyeras todas mis mentiras. Ilusionarte con bellas palabras, promesas de amor y la triada frase: te amo-.

 

— Bien, bien… - toma aire antes de responder - tenía razón Sherlock al decir que soy un perro faldero... ¡Tú perro fiel! Para tus ojos solo fui un juguete, pues hoy se terminó- saca el anillo y lo arroja- no voy a acatar más tus órdenes, nunca más. Me largo de tu lado-.


— ¿Y a dónde iras? al callejo de donde te saque -ríe- aun estas a tiempo de rogar, arrástrate ante mí y te haré un lugar


— Los hermanos Holmes creyéndose superiores - deja escapar una mueca burlona - pero recuerda algo; Sherlock es mil veces mejor que tú. Podrá ser un egoísta y engreído, pero es fiel a los sentimientos de John - retrocede - no pienso rogar nada... Vete a la mierda - camina a la salida y es detenido de la muñeca.


— A donde crees q vas- presiona- de mi lado jamás...escúchame bien... ¡JAMAS TE IRAS DE MI LADO!- lo empotra contra la puerta- ¡nadie me deja! ¡NADIE! -le da una bofetada partiéndole el labio - Como te atreves a desafiarme, maldito infeliz-.


— No eres mi dueño - sonríe mientras se limpia- pegas como una nena

 

El comentario impertinente aumenta la ira de Mycroft que lo coge del brazo y lo lanza contra la mesa. No puede borrar esa sonrisa burlona del rostro del inspector, colérico arremete con patadas en varias partes de su cuerpo. Los quejidos incitan a continuar la golpiza que toma intensidad, se detiene cuando su calzado es manchado con sangre. Utiliza la ropa de Lestrade para limpiarse, levanta la cabeza de su víctima del cabello, cínicamente pregunta si le duele. Recibe como respuesta una mirada que proyectaba puro odio y las lágrimas acompañaban ese sentimiento. Vuelve a compararlo con John en apariencia, habilidades, destreza, virtudes y por supuesto el hecho que él si pueda engendrar vida. Responde a la provocación que John nunca sería suyo porque Sherlock le ganó al tomar posesión de él después que Mycroft lo vio primero. Mala decisión, estaba tentando a la muerte con su obstinada actitud, por ello una lluvia de golpes cayó en su cuerpo. El agresor repetía una y otra vez que él era mejor que su hermano; no existía punto de comparación, su superioridad opacaba todo lo demás. 

 

— Que te parece si te tomo, así podría humillarte aun más – Mycroft no detecta ninguna respuesta, al parecer el dolor físico y emocional impedían alguna reacción - Te cogeré como la ramerita que eres- rápidamente le desnuda y arremete el cuerpo malherido de Lestrade que retiene sus gritos mordiendo sus labios. Lo único que experimentaba era dolor y una desagradable sensación - Esto te encanta ¿no? ¡Ahora grita mi nombre! Soy el único que puede cogerte como te gusta – muerde su cuello y se viene dentro de él – Solo tienes un propósito en la vida, ser mi esclavo sexual-.

 

 

Abandona el cuerpo dañado de su víctima que derrama unas lágrimas por la experiencia más terrible. Le tomó un tiempo salir del estado emocional, devuelta a la realidad flexionó sus pies, al instante un dolor punzante comenzó en el área abdominal, obstaculizando movimientos musculares. Sacó fuerzas de lo más profundo de su ser para vestirse y salir no antes posible de ese infierno. En su condición actual era fundamental atender sus heridas, pero escogió ir a su oficina en busca de las llaves de su departamento que dejó olvidado. Toma un taxi, durante el trayecto descansa y envía un último mensaje a Mycroft, dejando en claro que nunca vuelva a buscarlo porque él lo consideraba cosa del pasado. Da un suspiro profundo como si hubiera deshecho de una carga muy pesada. Baja del vehículo, camina hacia la entrada, utiliza la oscuridad a su favor para no ser detectado porque preguntarían sobre su aspecto lamentable. Entrar en detalles era una opción que tenía que evadir, por suerte las instalaciones estaban literalmente vacías. Utiliza el ascensor para llegar a su oficina, encuentra un panorama desolador. En medio de la oscuridad se abre paso, tantos años trabajando le sirvió reconocer el camino habitual, podía caminar con los ojos vendados sin tropezar. Buscó sus llaves que mágicamente desaparecieron, durante la búsqueda dejó caer una torre de papeles de su escritorio, el sonido resonó en todo el piso.


— ¿Quien está ahí?- se escucha una voz acercándose y aprieta el interruptor – Inspector Lestrade, es raro verlo aquí a estas horas, todavía con la luz apagada –habla Anderson- Estaba a punto de irme cuando escuche esos ruidos, vine a investigar …-mira el terrible aspectos del inspector- Que le sucedió jefe, está muy maltratado. ¿Quién le atacó? – pregunta muy preocupado.


— Estoy bien, no tomes importancia algo tan… - siente un dolor que lo lleva arrodillarse, es ayudado por Anderson.


— Usted no se encuentra bien, sus heridas lo delatan. Al contrario necesita asistencia médica de inmediato – Anderson se las arregló para convencer a su jefe ir a la casa de él para curarlo porque al final nunca encontraron esas llaves-.


— Disculpa por malograr tus planes auch... - se queja del dolor


— No tenía planes hoy- tira el algodón lleno de sangre y coge otro- mi cita me plantó otra vez... Sally Donovan no quiere nada serio aun -venda su muñeca- ¿y usted? Como terminó tan malherido, acaso estuvo involucrado en alguna pelea o fue atacado – un silencio gélido inunda la habitación, es rotó por Anderson que continua la conversación - Entonces es verdad sobre los golpes que te da. No lo niegue más; Mycroft es su amante-.


— Corrección: ERA mi amante, es parte del pasado - baja la mirada


— Terminaste con él, pero te dejó igual que la primera vez.

 

La conversación entre jefe y subordinado tomó un rumbo inesperado. El estado emocional del inspector era un completo desastre, fue percibido y aprovechado por Anderson que termina besando esos labios prohibidos. Dejan que sus instintos carnales tomen control de la situación. Poco a poco va desnudando a su amante de turno que no opone resistencia, lo único que quería es sentir un poco de amor y al fin lo había conseguido, así que deja que el otro continué. Tirado desnudo en el sillón, Anderson ve como un poco de Mycroft salía de Lestrade. Se detiene para pedirle que se da una ducha antes de proseguir con su encuentro. Sin embargo las recientes palabras son interpretadas como si fuera un rechazo, Abatido, permanece sentado con la cabeza agachada y murmurado - Tú también vas a despreciarme... ni para eso sirvo - Al instante siente unas manos rodeando su cintura, también una mordida en el cuello que lo llevó a gritar; el dolor le otorgaba placer. Anderson aclaró el malentendido y le hizo saber que nunca podría despreciarlo. Con el problema resuelto, ambos van a la ducha, donde sus bajas pasiones serían expuestas.


En Baker Street la reunión continuaba sin la presencia de los padres que llevaban ausente bastante tiempo, la señora Hudson empezaba a inquietarse. Pero ver a John regresar solo y con un semblante distinto a cuando se fue le hizo sospechar que algo había sucedido entre ellos. Abandonó la conversación con Molly para dirigirse hacia donde se encontraba John. Sin rodeos pregunta el paradero de Sherlock y también sugiere presentar a los gemelos; estaban prolongando la reunión.


— No sé si quiero hacerlo...- suspira John- Me pase el día entusiasmado por la reunión, pero Sherlock se encargo de arruinarlo...primero el inspector Lestrade y Mycroft con sus encuentros en mi casa. Luego la típica riña entre los hermanos Holmes y para finalizar la pelea entre esos dos que terminó en un completo desastre -le mira- Sherlock piensa que nuestros bebés son trofeos y puede alardear de ellos-.


— En todos estos años que vienes conociendo a Sherlock, te habrás dado cuenta que él es una persona única, con una personalidad difícil de definir y por supuesto impredecible. Ambos sabemos que él adora a sus hijos, no lo demuestra de la forma común sino a su estilo. Las rivalidades entre hermanos siempre han existido desde tiempos remotos, nunca van a cambiar - aprieta su mano - esta reunión fue organizada específicamente para sus hijos, has que funcione las cosas-.


— Lo sé -le regala una sonrisa forzada - hablaré con él, gracias por sus palabras.

 

 

No tenía más opción que ir a la habitación de los gemelos, entra y encuentra a Sherlock parado al medio de ambas cunas. Se aproxima para cargar a Graham que al sentir su presencia llora, pero se calma de inmediato cuando está en los brazos de su padre. Aun molesto John le ordena al detective cargar a Ian porque había llegado el momento de presentarlos. Antes de salir Sherlock le advierte que no sería el encargado del discurso, era suficiente tener que soportar la presencia de todos esos intrusos en su departamento. John le da nuevas órdenes, entre ellas: dirigirse a los invitados teniendo en todo momento esa sonrisa característica en él, fingido pero era cautivador. Entran al lugar, el ambiente queda en silencio, el solo hecho de ver a Sherlock cargando a un bebé llamó mucho la atención en los presentes. Tal como acordaron, el detective fue el encargado en hablar. Inicio la presentación con un discurso triado, desordenado y fuera de lo común; no siguió ningún parámetro. Ian bosteza al observar a su padre, causando una que otra sonrisa entre los invitados, en cambio Graham estaba un poco asustado, luego empezó a llorar. No estaban acostumbrados a la presencia de tantas personas juntas; los intimidaba. Las palabras cesan mientras John tranquiliza al bebé mediante palabras afectuosas y meciéndolo.


Solucionado el pequeño problema, retoma sus palabras, pero surgió otro inconveniente, la mayoría tenían su atención direccionada hacia John y Grabam, eran el punto focal. Dijo un par más de palabras y dio por finalizado la presentación. Los aplausos no se hicieron esperar, detrás del enredo de palabras había un mensaje claro: lo más importante en su vida eran sus hijos y John. Todas las personas quedaron cautivadas por la ternura de los gemelos, ni que decir por la belleza excepcional. Concluida la reunión John pidió conversar seriamente con Sherlock.


— Fue desconsiderado de tu parte decir esas palabras a Lestrade. Deberías disculparte con él- se cruza de brazos- a veces tienes que tener tacto Holmes-.


— Si buscas un culpable, ese sería Mycroft – se sienta Sherlock - No seas melodramático John, solo fue una de sus tantas peleas rutinarias. Te comportas como si se hubieran divorciado o sería el fin del mundo.


— ¡Sherlock! –le regaña - Mycroft amaba a Greg. Su relación es extraña, pero ya sabes cómo es su amor…


— Entonces de que te preocupas


— Tus palabras fueron crueles, te he dicho mil veces que dejes de hacerlo -suspira- porque no admites tu error y le ofreces una disculpa.


— No insistas John, no pienso disculparme porque no hice nada. Decir la verdad no es un pecado, si él lo tomó a mal mis palabras es su problema. No actúes como si fueras el conciliados de esos dos - se levanta – Si quieres tomar ese papel, haz lo que creas necesario – mira a John un poco molesto y se retira.


— Sherlock… no es eso- lo detiene - tienes razón, no debo entrometerme en asuntos ajenos. Ellos tienen que resolver sus problemas solos. Perdona mi tonta actitud – el detective voltea para posar sus labios en los del otro.

 

 

Inmediatamente después del baño, Anderson lleva a Lestrade a su dormitorio para seguir con las caricias y poco después a devorar el cuerpo de su nuevo amante. Lo penetra sin prepararlo ya que el inspector estaba acostumbrado a la rudeza. La conexión física no había sido del todo perfecta, pero si encontró esa calidez en Anderson; una que no era común en Mycroft, su trato rudo y ausencia de sentimientos lo impedía. Hiso una acepción cuando se reconciliaron, pronuncio esas palabras prohibidas y cursiles; al final fueron puras mentiras. Dejó en el pasado todo referente a Mycroft, no quería pensar en nada, solo disfrutar ese placer del momento. El encuentro duró poco, brindándole la satisfacción necesaria y por supuesto el consuelo requerido.


Sentado cerca a la chimenea, Mycroft aguardaba la llamada del inspector. Dos botellas de vino vacías sugerían que había empezado a beber hace bastante tiempo atrás - ¡A qué hora piensas llamar! no tengo tu maldito tiempo - habla entre si, teniendo una copa en la mano que termina estampada contra la pared. Maldice varias veces, sin ser consiente había dejado que sus emociones tomen control de la situación caótica que vivía. Dos horas más sin tener noticias de Lestrade, busca dentro del escritorio una cajetilla de cigarros, coge uno. Una cortina de humo oculta el rostro de Mycroft que contenía su rabia mientras fumaba, de cierto modo le relajaba. Se mantuvo despierto el resto de la madrugada mirando fijamente hacia la ventana que daba a la calle. Su pensamiento racional le ordenó no realizar ningún movimiento, sería rebajarse al nivel de una persona ordinaria.


— ¡Athena! - grita y entra la joven - Quiero que traigas a ese bastardo ante mí. Voy a darle una lección para que aprenda a no subestimarme. Va arrepentirse... - arrastra sus palabras. Dada la orden Athena sale del lugar a realizar su labor.

 

 

 

Sorpresivamente el inspector durmió demasiado bien en una cama ajena, el calor corporal que sentía a su costado lo despertó de inmediato. Siempre después del sexo él dormía sólo, hoy era distinto, tenía a alguien aferrándose a su cuerpo. Con sumo cuidado logró escabullirse para tomar un baño, mientras siente el toque del agua, su mente divago entre recuerdos y pensamientos respecto a los últimos sucesos. Aun estaba confundido, el sentimiento de culpabilidad emergía poco a poco, sin embargo desapareció cuando Anderson declara su amor por él. La frase triada "Te amo" llenó el interior de Lestrade, le pide insistentemente que lo tome de inmediato; su cuerpo empezaba a calentarse. Incapaz de rechazar magnifica y provocadora oferta, Anderson súbitamente lo penetró


— Ahora solo... mantén tus caderas levantadas así - empieza a moverse lentamente- eres mío, solo mío - muerde su cuello dejando un moretón muy visible.


— ¡Hng... aaah! - un tenue entumecimiento recorrió su espina dorsal ante las repetidas embestidas mientras luchaba por mantenerse en pie, y cada vez que sentía que sus piernas se iban a rendir, otra fuerte sacudida lo asaltaba y él gemía incoherentemente


— Jefe relajase... está apretando aahhh... - sigue arremetiendo, pero al ver los ojos llorosos de Lestrade detiene la sesión - ¿estás bien'-.


— No es nada... - oculta su rostro - ¿tú me amas? - levanta la mirada para tener contacto visual, espera una respuesta inmediata.


— Claro que si- le besa -De hecho desde hace mucho... No sabía cómo declararme porque eres mi jefe; el respeto y admiración los confundí con el amor que siento por ti. Todo pasó rápido y cuando al fin reuní valor, tú... - suspira - tú ya estabas con Mycroft.


— Ahora seré solo para ti-le besa sin previo aviso

 

 

Terminan otro encuentro rápido porque tenían que cumplir su labor policial en Scotland Yard. Llegan juntos a bordo de un taxi, al bajar el sargento Sally Donovan los mira, saluda primero a Lestrade, quien responde al saludo y entra al edificio. La joven se disculpa con Anderson por la inesperada cancelación de su cita, agrega que está dispuesta a todo esta noche y sus intenciones con él eran serias. Sin embargo como todo un caballero rechaza el ofrecimiento porque encontró a una persona que correspondía a sus sentimientos. Queda sorprendida, a pesar de insistir no logró obtener el nombre de su rival en el amor, no tuvo más alternativa que alejarse y volver a sus asuntos como sargento. Las diversas redadas, interrogatorios, investigaciones llevaron al par de amantes nuevos a reencontrarse recién por la noche, el día fue realmente agotador. Acuerdan ir a un restaurante cerca, era indispensable alimentarse, durante el trabajo Lestrade no tuvo tiempo para comer, estuvo ocupado. Mientras salen del edificio van conversando, a unos metros de la puerta de salida, el inspector observa a un grupo de personas sospechosas al costado de ese automóvil familiar. Athena estaba parada, como siempre entretenida con el móvil. Continúan caminando con dirección contraria, entonces solo la joven se acerca a Lestrade.


— Ya sabes para que estamos aquí


—Lo sé - contesta serio, voltea la mirada para dirigirse a Anderson - ve adelantándote, no tardaré mucho - ya a solas con Athena - Mi relación con Mycroft terminó así que no hay necesidad que estén aquí por mí. Dile a tu jefe que me deje en paz.


— Dio la orden de traerte devuelta a su lado. No te obligare - le muestra una pequeña caja - Esto es tuyo, lo encontré tirado en el piso esta mañana.


— Es parte de tu trabajo ser intermediaria amorosa - hace una mueca de burla-Transmite este mensaje a tu jefe: Nunca volveré a su lado, dejó muy claro la situación en nuestra última conversación. - le da la espalda.


— Tú más que nadie sabes la magnitud de su poder. Por tu propio bien regresa a su lado antes que la situación se complique más.

 


Deja en sus manos la opción: continuar siendo un fugitivo o suplicar perdón a la persona más egoísta de todo Londres. Dos opciones nada favorables, al final el único perjudicado era él. Escapar de Mycroft era imposible, sus ojos y oídos estaban en todas partes. De todas maneras se arriesgaría porque estaba harto de soportar tanta humillación, si no había amor en su relación, lo sensato sería acabar esa relación enfermiza. Otra vez la incertidumbre invadió su ser, recobró la compostura después de dos parches de nicotina. A toda prisa va hacia el restaurante, Anderson lo estaba esperando impacientemente. Se disculpa por la demora, de inmediato ordenan la comida y retoman su conversación interrumpida. De un momento a otro Lestrade saca del bolsillo de su pantalón el anillo que Athena le entregó casi a la fuerza. Lo coloca sobre la mesa y le dice a su acompañante que es un regalo para él. Pero Anderson admira el anillo antes de cuestiona la procedencia del objeto por ser una joya costosa, No tendría que ser un genio para deducir a quien pertenecía el anillo.


— Si no lo quieres puedes dejarlo en mi escritorio mañana – Lestrade deja a medias su cena - Fue una idea estúpida ofrecerte ese objeto… - murmura entre si. Da un suspiro profundo antes de retirarse.


— Greg… - se levanta para ir detrás de él – espere jefe –le toma la muñeca- lo lamento, pero no deberías recibir cosas de él ya qué pensará que aún lo amas... ¿o es cierto?-le mira a los ojos.


— Claro que no - responde sin ganas - suéltame, tengo que ir a terminar unos informes pendientes.


— ¡No coloques el trabajo como excusa!-le grita-por favor Greg, sabes que soy posesivo así que promete que no volverás a su lado y permanecerás junto a mi- inesperadamente le roba un beso que es correspondido, algunos comensales observan la escena. Avergonzado el inspector lleva a su acompañante al baño.


— Fue insensato hacer algo como eso - reclama - Deje bien claras las cosas con él y también contigo. Para mi Mycroft está muerto, no quiero volver escuchar ese nombre.


— Lo lamento – deja un suave besito en su mejilla como muestra de disculpa. Lestrade se quedó sin aliento cuando sus rostros se acercaron con un rápido movimiento – Tenerte tan cerca me pone caliente, no puedo resistirme a esos labios tan húmedos, pidiéndome a gritos que los bese-.


— ¡Oye, ya basta! -incapaz de ver a Anderson a los ojos, desvió la mirada. Pero unas manos gira su cabeza para quedar atrapado en un beso intenso - Creo que me leíste la mente; yo también quiero hacerlo - jadea cerca de su oído.


— Entonces que nos detiene – asegura la puerta y sube al inspector al lavado.

 

 

Nunca hubiera imaginado que llegaría el día en el que haría el amor dentro del baño de un restaurante. Quizás había perdido todo el derecho de controlar su propio cuerpo debido a los últimos acontecimientos caóticos. Anderson al instante despojó a Lestrade de sus prendas inferiores mientras ataca su cuello a besos. Las caricias van tomando intensidad, obligando al inspector dejar escapar algunos gemidos, entre tanto su compañero baja saca su miembro ya despierto. Hábilmente logra penetrarlo de un golpe fulminante, los movimientos eran lentos para el disfrute de ambos. Inesperadamente el ritmo cobró intensidad, al sentir el interior de Lestrade cálido, llevando a Anderson experimentar una sensación única; estaba empezando a ser adicto a ese cuerpo lujurioso. Su miembro empujaba dentro y fuera frotando e irritando su interior, y a pesar de sus mejores esfuerzos de reprimir sus gritos, gemidos salieron de lo más profundo de su garganta. El inspector busca estabilidad apoyando sus manos en el lavado, movía las caderas en busca de una conexión más profunda. Por eso pedía a gritos que fuera rudo con él, al poco rato recibe unas estocadas profundas como si escarbaran en su interior. Una y otra vez Anderson suavemente susurró “te amo” en su oído, y el impacto lo envió al éxtasis.


— Eres magnifico... – Lestrade logra articular con dificultad esas palabras, todo su ser estaba sumergido en placer.


— Y tú eres un manjar exquisito que quiero comer todos los días por el resto de mi vida. Te amo Greg – posa sus labios tiernamente y los saborea con lentitud.

 

 

 

 

El detective estaba recostado en el sofá, con las piernas totalmente extendidas a lo largo, las palmas de sus manos juntas y apoyadas debajo del mentón. Mantenía los ojos cerrados, todos estos indicios hacía suponer que permanecía en su palacio mental. La falta de casos interesantes repercutía en el estado de ánimo de Sherlock, tenía tantas ganas de coger el arma y disparar aquella pared que sufrió las primeras crisis de ansiedad. Era imposible, la presencia de sus hijos limitaba algunas acciones de Sherlock, no podía realizar libremente las acciones o experimentos que usualmente haría estando solo. Límites, odiaba esa palabra; ahora más que nunca porque se convirtió en su verdugo. A punto de ir a buscar el arma de John, se coloca dos parches de nicotina; de cierta manera apaciguo su estado caótico.


John entra a la cocina para preparar los biberones, al principio no detecta la presencia de su amante que estaba sentado en el piso; el sillón ocultaba su figura. Teniendo los biberones en ambas manos, camina en busca de Sherlock, necesitaba su ayuda, a pesar que tenía dos manos, era imposible alimentar a ambos al mismo tiempo. Requería la presencia de los padres primerizos, mientras camina no presta atención a la pierna de Sherlock que termina siendo la causa para que John y termine enredado en las piernas del otro. Los llamados insistentes de John traen a la realidad al detective, abre lentamente los ojos y lo primero en ver son dos biberones frente suyo. Intrigado baja la mirada y encuentra a su amante arrodillado con el rostro enojado.


— Que demonios haces ahí sentado – le regaña


— La pregunta sería: qué haces tú en una pose muy sugerente – utiliza sus ojos para señalar que el rostro de John estaba a escasos centímetros de su entrepierna – En vez de seducirme, deberías alimentar a los gemelos. Dentro de poco van a llorar-.


— ¡Estaba buscándote! Y vaya la forma que te encontré – ambos ríen a raíz de la situación inusual. Sherlock le ayuda a levantarse para ir a la habitación de los gemelos que aguardan a sus padres.


—… duermen entre 16 y 20 horas por día y no distingue el día de la noche. Se despierta cada 2 o 3 horas únicamente para alimentarse como ahora – comenta Sherlock mientras sostiene a Ian entre sus brazos, ya había terminado de comer.


— Lo sabes todo. Tus investigaciones sobre bebés están dando frutos- suspira profundo. Graham demoraba más en alimentarse en comparación con su hermanito que duerme tranquilo en brazos de su padre - Sherlock… si vas a poner más atención al móvil que a tu propio hijo, te sugiero que lo acuesten en su cuna-.


— No exageres, solo es un mensaje de Lestrade. Envió el informe de cierto caso interesante, según él. A estas alturas cualquier caso con la premisa interesante es propio para llamar mi atención. Necesito urgente entretener mi cerebro.


— Estas como fiera enjaulada – mese a Graham- He de suponer bien que iras a Scotland Yard, así que ve antes que cambie de parecer- Sherlock se despide de él con un beso en la mejilla. Acuesta al último gemelo y regresa a la cocina por algo de té. El sonido de pasos aproximándose lo llevó estar alerta- ¿Mycroft?- queda sorprendido al verlo parado en la entrada - Si buscas a tu hermano, lamento informarte que acaba de salir…- es interrumpido


— Vine a verte porque necesito de tu ayuda

 

....

Notas finales:

Ante todo disculpa por la demora, pasaron un sin fin de cosas, impidiendo que actualice. Pero voy a compensarlo; estoy trabajando en eso. También mencionar que  no falta casi nada para el final...
Espero que la siguiente actualización no demorar como el anterior, haré todo lo posible.

Gracias por seguir leyendo n.n


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