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Cuando habla el corazón 2 por Mayura

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—Ya es suficiente.

 

Julian mantuvo la cabeza gacha y la mirada fija en el suelo cuando percibió los pasos de Kei a lo largo de la habitación. Podía sentir el tum-tum de su corazón como si una locomotora estuviera pasando por su cabeza en esos momentos. Tenía ganas de vomitar y la mezcla de miedo y culpa se entrelazaba con tanta fuerza que parecía que iba a romperse en cualquier momento.

 

—¿Qué? —protestó Oshi infantilmente, cruzándose de brazos mientras hacía un puchero—. Sólo estaba haciendo trabajo de información…. Yo digo una cosa, él dice otra cosa… ¡Ahora le tocaba a Julian hablar! ¡Oh! Ya sé, Kei, Tienes envidia y quieres participar, ¿eh? —Apartó los brazos del cuerpo y comenzó a dar palmaditas en el suelo, a su lado—. Vamos, vamos, siéntate con nosotros. Julian estará encantado de tenerte cerca, ¿verdad? ¿verdad?

 

Julian ni siquiera se movió cuando el japonés lo agarró de la manga y comenzó a tirar de ella. Deseaba llevarse las manos a las orejas y no escuchar nada. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que haber pasado eso?

 

—Oshi.

 

Julian abrió mucho los ojos cuando escuchó la voz de Kei cerca de ellos, prácticamente a su espalda pero no se atrevió a levantar la cabeza.

 

—Dime, dime, si quieres empezar tú primero; no nos importa.

 

—¿Por qué no vas a hacer compañía a Rykou mientras hablo con Julian?

 

—¿Hm? —Julian se atrevió a levantar un poco la cabeza. Hablar con Kei… en ese momento no se sentía preparado para hablar con él… aunque no creía poder estarlo nunca, y miró a Oshi. Aún mantenía esa sonrisa traviesa en los labios pero su mirada se había endurecido—. ¿Por qué me tengo que ir yo con Rykou mientras tú te quedas a Julian sólo para ti? ¡No es justo!

 

—No es como si yo te quisiera tener cerca.

 

La voz de Rykou se escuchó al otro lado de la habitación. A diferencia de Kei, él no se había movido de la ventana.

 

—Ya está el aguafiestas haciendo su trabajo.

 

Oshi se llevó dos dedos a la frente y comenzó a hacer muecas mientras le sacaba la lengua a su amigo.

 

—Iré a ver el estado de la cocina y haré la lista de lo que vamos a necesitar.

 

—Y tú irás a ayudarlo, ¿verdad, Oshi?

 

Julian casi dejó de respirar cuando la mano fuerte de Kei lo sujetó por el brazo y lo levantó a la fuerza. Oshi no se movió del suelo, aunque no dejó de mirara a Kei tras él.

 

—¿Por qué tendría que hacer algo tan aburrido como eso?

 

—¿Oh? ¿Por qué dices eso? —Julian sentía el aliento calido de Kei en su mejilla y no se atrevió a girar la cabeza, ni siquiera desvió la mirada del rostro del japonés—. Estoy seguro que no pensabas de la misma manera cuando pasaste todo el tiempo de recuperación de Rykou sin moverte de su lado —La sonrisa de Oshi se borró completamente, de golpe y mantuvo su mirada de piedra—. Me pregunto qué opinaría él de algo tan tierno…

 

Oshi siguió mirando a Kei en silencio unos instantes y después puso las manos en el suelo, haciendo presión para levantarse.

 

—¡Vale, vale! Lo he pillado, ¿de acuerdo? Tus métodos de persuasión son la ostia, tío —Se sacudió el pantalón exageradamente, varias veces y hasta le dedicó especial interés a la parte de las zapatillas, llegando al punto hasta de frotar los extremos—. ¡Cómo sabía que tendrías que sacar eso en algún momento!

 

—Todos tenemos nuestras debilidades.

 

—Y ahora la usarás para el resto de mi vida.

 

Parecía a punto de sufrir un berrinche. Julian no dudaba que Oshi tuviera el valor de comenzar a patalear el suelo y a lloriquear como un niño de tres años.

 

—Vete, Oshi.

 

—Ya, ya, lo he pillado, ¡Captado! Os dejo solos para que podáis meteros mano sin mirones.

 

—Buen chico.

 

Oshi soltó algo parecido a un gruñido y comenzó a llamar a Rykou a voces mientras desparecía por uno de los laterales de la casa.

 

—¡Rykou! ¡Rykou! ¿Dónde estás Rykou? ¡Rykou, ayúdame, me he perdido! ¡Rykou! Socooooorroooo.

 

—¡Cállate!

 

—¡Qué carácter! Si sigues así no encontrarás novia nunca, tío. Puede enseñarte a….

 

—¡Cállate! Si no eres capaz de estar callado, mejor lárgate.

 

—¡Oh! ¡Qué crueles sois todos! Kei me echa, tú me echas… ¡Ya mi vida no tiene ningún sentido! Es mejor que acabe con este sufrimiento y de fin a mi vida.

 

—Pues hazlo de una vez, pero que sea lejos de mí. ¡Seguro que luego me toca limpiar a mí!

 

—Sí, tío, es lo más bonito que me has dicho en todos estos años. Acabas de hacerme el hombre más feliz de la tierra. Ahora ya puedo seguir viviendo.

 

Julian parpadeó cuando se escuchó algo rompiéndose y un chillido exagerado del que suponía que provenía de Oshi cuando comenzaron unos falsos llantos que se oían desde la entrada como si estuviera al lado.

 

—Mejor hablemos en la habitación.

 

—Ah…

 

Julian dejó de prestar atención a la discusión que continuaba en la cocina y hasta llegó a escuchar como se rompía algo más mientras Kei lo arrastraba prácticamente sin esfuerzo hacia la habitación. Lo empujó al interior y cerró la puerta a su espalda.

 

—Rykou está muy sensible desde que perdió el ojo.

 

La explicación de Kei era innecesaria. Julian se humedeció los labios y mantuvo la mirada fija en el suelo.

 

—Ah… Kei…

 

Debía decirlo, debía hacerlo… pero no podía.

 

—Creo que esta noche la pasaré en un hotel. No creo que pueda dormir aquí con el polvo que hay.

 

Julian levantó un poco la cabeza y miró a su alrededor cuando Kei abrió completamente la persiana y la luz de la calle cayó en el interior, iluminándola y haciendo que las motitas de polvo que flotaban en el ambiente brillaran con fuerza. Julian respiró con fuerza y apretó las manos, en busca de las fuerzas para comenzar a hablar.

 

—Yo…

 

Julian se sobresaltó al oír el suspiro de Kei prácticamente en su nuca y dejó de respirar, conteniendo la respiración con un ruidillo extraño cuando la mano del chico rubio acaricio su cuello.

 

—¿Llevas mucho tiempo en el gimnasio?

 

La pregunta le pilló por sorpresa y Julian tuvo que hacer dos intentos para conseguir recuperar la voz, sin apartar los brazos de los costados. La caricia de Kei en su piel hacia que pequeños estremecimientos recorrieran su cuerpo, que vibrara intensamente.

 

—Hmm, unos meses —consiguió decir después de lamerse los labios resecos.

 

Se había dado cuenta que respiraba con dificultad y comenzaba a transpirar otra vez.

 

—¿Qué haces exactamente en el gimnasio?

 

—¿Hacer?

 

¿Las preguntas tenían algún significado? Julian no se giró, pero trató de ver algo de Kei por el rabillo del ojo, pero no lo consiguió. Los dedos del chico rubio se detuvieron y Julian se puso tenso, conteniendo una vez más la respiración.

 

—Estás nervioso.

 

—Ah… —¿Lo sabía? ¿Kei sabía que había sido él quien por su culpa…? Julian apretó los labios y dejó que los ojos volvieran a llenarse de lágrimas. No…—Lo siento… Yo no…

 

¿No quería haberlos traicionado? ¿No quería haberlos matado?

 

—Es evidente que hagas lo que hagas en el gimnasio no te sirve para mucho.

 

Kei se apartó de él y Julian se atrevió a echar un vistazo a su espalda. El chico rubio caminó hasta la ventana y la abrió, haciendo que una ráfaga de aire revolviera todo el polvo acumulado. Julian comenzó a toser y se tapó la boca con la mano.

 

—Las cosas han cambiado.

 

Julian trató de respirar profundamente para contener la tos y miró el perfil de Kei que se había girado a medias para mirarlo y apartaba un cigarrillo de los labios.

 

—¿Qué…?

 

—Puedes elegir si te quedas conmigo o no.

 

—¿Qué…?

 

¿De qué estaba hablando? ¿No lo sabía? ¿Realmente no lo sabía? ¿Kei no sabía que era su culpa que ahora estuviera sufriendo por su culpa? Julian se mordió el labio con fuerza.

 

—Es tu decisión y por una vez haz uso de eso que tienes sobre los hombros y decide por ti mismo. Has comenzado una nueva vida, no te hará ningún beneficio seguir aferrándote a mí.

 

Julian lo miró con los ojos muy abiertos y no se molestó en limpiarse las lágrimas que comenzaron a deslizarse por sus mejillas.

 

—Maldita sea —Kei chasqueó la lengua, arrugó el cigarrillo en la mano sin apagarlo primero y lo tiró por la ventana antes de acercarse hasta él en dos zancadas. Julian retrocedió instintivamente—. Deja de llorar.

 

Kei no había levantado la voz pero su tono era autoritario y peligroso. Julian sorbió con fuerza y trató de limpiarse los ojos con las manos, pero antes de apartarlas de la cara, dejó escapar un sollozo y se cubrió completamente la cara con las manos, hundiendo la cabeza en ellas.

 

—¿Por qué estás llorando ahora, maldita sea?

 

—Yo… yo…

 

—Déjalo. Mejor no hables. Me enfermas.

 

Julian dio un grito cuando Kei volvió a agarrarlo con fuerza del brazo y tiró de él, empujándolo sobre la pared.

 

—Te recomiendo que te alejes de mí. Es lo más sensato que cualquiera haría, pero si decides volver —Kei apoyó una mano en la pared, justo al lado de su cabeza y Julian la miró de refilón un momento antes de volver a mirar a los ojos oscuros del chico rubio. Las lágrimas habían dejado de fluir bruscamente, aunque se mantenían peligrosamente en sus ojos—, se acabaron tus estupideces, tendrás en cuenta unas cosillas.

 

—Mis…

 

Kei volvió a dar otro golpe en la pared y Julian enmudeció de golpe, encogiéndose y apartó la mirada de Kei, clavándola en sus botas.

 

—Primer punto. Nada de farfullar. Si tienes algo que decir, lo dices.

 

Julian abrió la boca para decir algo pero la cerró casi inmediatamente después de hacerlo cuando se dio cuenta que comenzaba a vacilar.

 

—Segundo punto. Si algo no te gusta… —Kei deslizó una rodilla entre sus piernas y presionó cruelmente su sexo—, lo dices —Julian se revolvió incómodo y sintió como las mejillas se le teñían de rojo pero guardó silencio. Kei resopló—. Me refiero a que lo digas en el momento y bien alto, para que se te oiga. ¿O debo recordarte el primer punto? —La rodilla de Kei comenzó a frotar la zona y Julian se mordió el labio para reprimir un jadeo—. ¿Eres idiota?

 

Kei lo agarró del pelo y tiró de él hacia atrás, levantándole la cabeza y le obligó a mirarle a los ojos. Julian entrecerró los ojos avergonzado y trató de mirar a otro lado… a cualquier otro lado.

 

—Eso… —musitó sin aire, llevando las manos a la entrepierna donde Kei seguía presionando su sexo tras los pantalones—, el pelo, me haces daño. Eso no me gusta…

 

Y volvió a morderse el labio.

 

—El pelo… —Kei soltó su mano y Julian volvió a bajar rápidamente la cabeza—. ¿Y se supone que esto te gusta? —Kei frotó con más fuerza y Julian ahogó una exclamación. Comenzaba a excitarse y sacudió débilmente la cabeza, incapaz de decirlo en voz alta—. Vale, de acuerdo, olvídalo.

 

Kei se apartó de él y Julian bajó aún más la cabeza, encorvando la espalda aún más.

 

—Lo siento…

 

—Sí, por supuesto —Julian levantó un poco la mirada para ver como Kei se metía la mano en los bolsillos y pasaba el peso de una pierna a otra—. Y como tercer punto, si vuelvo a escuchar una maldita disculpa de tus labios, te retorceré el pescuezo para que no haya una próxima vez.

 

Julian levantó la cabeza y miró a Kei asustado. Los ojos del chico rubio se habían entrecerrado y lo miraban con una mezcla de tristeza y severidad. Julian apretó los puños hasta sentir dolor en las palmas de las manos. ¿No podía decir lo siento? ¿Entonces cómo se suponía que podría disculparse? Daba igual, Kei no lo perdonaría jamás… las lágrimas volvieron a amenazar peligrosamente con caer por sus ojos y se llevó una manga para limpiárselas.

 

—Toma una decisión.

 

—Yo…

 

—No la quiero oír ahora —Kei… Julian miró al chico rubio aterrorizado, pero no fue capaz de decir nada, ni de resistirse cuando Kei lo condujo hasta la entrada y recogió por él su bolsa de deporte, entregándosela antes de abrir la puerta de entrada e invitarlo silenciosamente a marcharse—. Piénsalo.

 

Julian miró el hall de las escaleras con ansiedad y después a Kei. No quería irse. Había creído todos esos meses que él lo había matado y ahora que al fin lo volvía a ver Kei le pedía que pensara si quería volver a estar con él o no… ¿Tenía que pensarlo realmente? Julian reprimió un sollozo y caminó hacia la salida sin energías. Sí, había algo diferente… Antes, cuando conoció a Kei, él sólo era un chico inútil más… ahora, era la causa de la muerte de uno de sus amigos, de la de su tío y la de muchos compañeros que lucharon a su lado; era la causa de la pérdida del ojo de Rykou, de las cicatrices, de la desaparición de Nathan y del estado de Kevin…

 

—Si yo fuera tú —Julian se detuvo al escuchar la voz de Kei, pero no se giró; esta vez no. Las lágrimas volvían a caer sobre su rostro y no parecían que fueran a dejar de hacerlo tan fácilmente—, no volvería.

 

Julian escuchó como la puerta se cerró unos segundos después, a su espalda, impasible.

 

¿Por mucho que quisiera volver, realmente podía hacerlo?

Notas finales:

Me vuelvo a repetir como en las últimas historias que estoy subiendo...

Como ya he avisado en facebook (y es mejor que lo leais en facebook más detalladamente ^^), como Noche Oscura está terminando y me voy de viaje... voy a volver a poner una encuesta para que seleccioneis la historia que ocupará su lugar todos los lunes y otra para otra historia que subiré dos dias al mes fijo también... pero pasaros mejor por facebook que ahí está todo explicado :)

 

Muchas gracias por leer y comentarios ^_^


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