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Deseo de nieve por neusa chan

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Notas del capitulo:

Martes y capítulo. Dáliva, fin.

Usagi

Lo primero que hizo Chanyeol al verlo fue jalarlo del cinturón. Pronto, Baekhyun se vio rodeado de personas jadeantes y sudorosas, entre ellas su mejor amigo, que bailaban todas casi iguales al ritmo de la música. Suho, a pesar de todo, sabía dar muy buenas fiestas. Todos los que podían considerarse lo suficientemente interesantes estaban ahí.

Ahora Baekhyun sólo podía pensar en la manera en que Chanyeol bailaba detrás de él. Después de jalarlo del cinturón, se lo había llevado hasta la pista y le había obligado a bailar para él. Porque sí, Baekhyun sentía las manos de Chanyeol paseándose con toda confianza sobre su cuerpo, acariciando la piel expuesta –que era mucha, porque Baekhyun sabía cómo tenía que vestirse para las fiestas-, dibujando intrincados patrones al ritmo de la música. Y ni hablar del resto de su cuerpo, estaban tan juntos que no sabía dónde se acababa uno y empezaba el otro.

Estaban bailando tan indecentemente que, cuando Chanyeol le estampó un beso con la boca abierta en la comisura de los labios, Baekhyun no hizo nada. No era extraño, pensó, porque ya era hora. Llevaban toda la semana comportándose como si hubiesen empezado a salir: se tomaban de la mano, se besaban las manos y las mejillas, incluso usaban ropa de pareja. Ya era tiempo de que se besaran.

Sin embargo, Chanyeol no  lo besó directamente. Lo más cercano que estuvo fue la comisura de sus labios, luego se dedicó enteramente a repartir besos cortos y suaves, como alas de mariposa, en el cuello de Baekhyun. Mientras tanto, él bailaba lo más cerca del cuerpo de Chanyeol que podía. Dejó de pensar, hasta que los pantalones le apretaron demasiado.

Sin quererlo, Baekhyun se alejó de Chanyeol y salió de la pista de baile. Hacía demasiado calor. La casa de Suho estaba llena de personas. Algunos bebían, otros bailaban y, los que no habían podido detener sus impulsos, como Baekhyun, tomaban aire.

En la pista de baile, sobre todas las cabezas, Baekhyun vio a Chanyeol. Era tan enorme que fue bastante sencillo que sus ojos se encontraran sobre la multitud. Baekhyun vio en su mirada todo lo que pudo haber pasado si él no se hubiese escapado de sus brazos en la pista. Intentó alejar los malos pensamientos de su cabeza y le hizo una seña con los brazos a Chanyeol para que siguiera divirtiéndose sin él.

Luego, empezó a estudiar su alrededor. Descubrió a Kris elevándose con sus 1.87 metros de altura sobre una chica en todo el centro del salón, ella parecía estar realmente encantada de tener que pararse en la punta de sus pies para besarlo. Del otro lado, Suho tenía sentadas a dos chicas sobre sus piernas; Baekhyun pensó que se veía feliz de que por fin alguien le prestara atención.

—Eh, Baekhyun.

Baekhyun se giró en la dirección de la voz, al menos lo que había podido escuchar encima de la música espantosamente alta, era Luhan.

¡Hyung!

Luhan empezó a mover los brazos para indicarle que fueran a un lugar menos ruidoso. Con una última mirada a Chanyeol, quien le había entendido y ahora bailaba con un par de chicas a la vez, siguió a Luhan lejos de la vista.

Cuando salieron al jardín, lo primero que buscó Baekhyun fue algún signo de que su hyung estuviese muy borracho. Al no notar ninguno, miró el lugar. Estaban solos, pero había botellas vacías, vasos desechables, paquetes de comida y servilletas tiradas por doquier.

—Bueno, ¡qué buena fiesta!— exclamó Baekhyun.

—Por fin podemos emborracharnos y divertirnos como se debe— dijo Luhan, sentándose pesadamente en el suelo.

—¿A qué te refieres, Luhan-hyung?

Cuando bebemos somos doce hombres solos. Ahora hay chicas— y repitió, como para sí mismo—: muchas chicas.

Baekhyun se encogió de hombros. A él no le importaba, Luhan debía saberlo también. Entonces, una cuestión asaltó su mente rápidamente. Se sintió como en las caricaturas, cuando se encendía una bombilla sobre la cabeza del protagonista cuando tenía una idea.

—Oye, hyung, ¿recuerdas esa piedra de los deseos que me diste?

Luhan se rascó la nuca antes de responder.

—Debí estar muy borracho aquella vez, porque no sé de qué me hablas.

—¿De cristal? ¿Azules?— preguntó Baekhyun—. ¿De verdad no lo recuerdas?

—¡Ah, esas!— dijo—. Todavía tengo un montón ahí. ¿Te di una?

—Sí, hyung.

Ah, ¿y entonces?

—Funcionan.

Luhan lo miró con los ojos abiertos como platos. En su cara bonita, le daban una apariencia de ciervo frente a los focos de un auto. Pero esto, Baekhyun nunca se lo diría.

—¿Qué funciona?— preguntó Luhan con exagerada sorpresa.

—La piedras— explicó Baekhyun, calmado y sonriente—. Usé la que me diste y mi deseo se cumplió. Gracias, Luhan-gege.

¿Estás diciéndome que lanzaste una piedra a una fuente y pediste un deseo que se cumplió?

Baekhyun asintió.

—No puede ser— comentó Luhan en mandarín.

—Creo que hasta tú podrías usarlas.

Baekhyun no sabía al monstruo que había creado esa noche.

 

*—*

 

Cuando eran niños, Baekhyun y Chanyeol se enfermaban al mismo tiempo. Esto tenía una explicación bastante sencilla:pasaban tanto tiempo juntos, que era imposible que los gérmenes no se compartieran. Sus madres habían intentado alejarlos cuando alguno presentaba síntomas, pero sus intentos eran infructuosos. El tiempo, sin embargo, se encargó de ponerlos en su lugar. Mientras más mayores eran, menos juntos estaban. Se habían separado, pero no del todo.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Chanyeol lo miró desde el umbral de la puerta; tenía los ojos húmedos, la nariz roja como una bola de navidad y la piel pálida. Baekhyun no tuvo que ahondar mucho en su aspecto para saber que Chanyeol estaba enfermo, y cuando estornudó, se dio cuenta que lo estaba bastante.

—No, no, no— repitió, e hizo amago de cerrar la puerta—. No vas a venir enfermo aquí a infectarme. ¡Vete a tu casa!

Chanyeol se lanzó hacia adelante y metió medio cuerpo dentro de su recibidor para que no pudiese cerrar la puerta. A pesar de estar enfermo, tenía mucha fuerza.

—No hay nadie en mi casa, Baekhyunnie— se quejó—. No me siento bien y necesito que alguien me cuide.

—Muy tierno, pero no.

—Por favor, por favor. ¿Y si me estoy muriendo?

—Sólo estás resfriado, a juzgar por tu aspecto.

—Baekhyun, ¡ME ESTOY MURIENDO!

Y así terminaron los dos enredados en la cama, con las caras peligrosamente cerca y durmiendo. O al menos, dormía Chanyeol. Baekhyun estaba observándolo fijamente, como si quisiese comérselo con los ojos, como si pudiese curarle los escalofríos y los estornudos con sólo desearlo. Por un momento, ese pensamiento hizo un nido en su cabeza. Podía, sí, desear que el resfriado de Chanyeol se curara, pero no tenía en ese momento una de las piedras de los deseos. Tendría que pedírsela a Luhan.

—Chanyeol, ¿estás despierto?

Al no recibir respuesta, Baekhyun se puso de pie. En algún momento de la tarde, un sol tímido, pero lo bastante fuerte, había empezado a brillar y la nieve estaba derretida. No hacía tanto frío, pero el piso no era precisamente la superficie que Baekhyun tenía las mayores intenciones de tocar. Tomó el teléfono celular de la mesita y, rápidamente, regresó a la cama. Marcó el número de Luhan y esperó por el tono.

¿Baek? ¿Qué quieres?

—Vaya, estás enojado—Baekhyun se pasó las mantas encima y se giró para ver de frente a Chanyeol. Él dormía profundamente, con las mejillas sonrojadas. Se hizo una nota mental para revisar si tenía fiebre—. ¿Acaso interrumpí tu cita?

Luhan gruñó a través de la línea.

Tienes suerte de que… En fin. ¿Qué quieres?

—Sobre las piedras de los deseos, ¿te queda alguna?

Hubo una pausa larguísima e incómoda. Si Baekhyun no conociera a su hyung, habría pensado que estaba congelado, sin palabras; pero ese no sería él.

—¿Tienes alguna que puedas pasarme?— repitió, apartando algunos cabellos de la frente de Chanyeol. Estaba sudando mucho, debía tener fiebre—. Necesito pedir un deseo ahora.

Eh, yo… ahora…

—Luhan, ¿qué pasa?— y fuera los honoríficos.

Verás, yo… es que, creo que cuando me dijiste que servían de verdad— tosió un poco—, yo las usé todas.

Baekhyun se dio una palmada en la cara.

—¿Todas? No puede ser.

Todas— repitió Luhan, apenado—. ¿Lo siento?

Hyung, ¡eran un montón! ¿Cómo rayos puedes pedir tantos deseos?

—¡Dijiste que funcionaban!— se defendió Luhan—¿Cómo esperabas que haya aguantado la tentación?

Baekhyun pasó saliva pesadamente. Estaba ligeramente desilusionado. No podía entender el por qué Luhan había usado todas las piedras, sin pensar en nadie más. Por supuesto, a él no le importaba tanto, su mayor deseo ya había sido cumplido, pero los demás chicos no habían podido disfrutar nada.

—¿Se te han cumplido los deseos?— preguntó con tono cansino.

No todavía, pero espero…

—Y ojalá sigan así.

Y colgó.

Estuvo un rato quejándose entre dientes del egoísmo y la sociedad y las piedras y, básicamente, de todo, hasta que recordó que había alguien que necesitaba su ayuda, ya que la magia y el poder del universo no podían concederle una cura automática.

Lentamente, sin ganas, bajó hasta la cocina y preparó un recipiente con agua tibia, una toalla y un par de chocolates, y regresó a la habitación. Se sorprendió de encontrar a Chanyeol mirándolo fijamente desde la cama, sin fuerzas para levantarse.

—Hola. Tardaste— dijo.

Baekhyun se acercó y puso todo lo que había traído en la mesita del lado. Se sentó sin muchas ceremonias cerca de su mejor amigo y lo obligó a mirar el techo.

—Los problemas en los que me metes— se quejó, acariciándole la frente—. No soy un experto en estas cosas pero concluyo que tienes fiebre.

Chanyeol rió un poco, porque no pudo más; estalló en un ataque de tos que parecía a punto de hacerle vomitar los pulmones.

—Mírate cómo estás —siguió Baekhyun, quejándose—. ¿Cómo hiciste para enfermarte así?

Empezó a mojar la toallita que había traído en el recipiente y, sin escurrir, la puso en la frente de Chanyeol. Pronto empezó a empapar la almohada y su cara, obligándole a cerrar los ojos.

Baekhyunnie, está muy mojada.

El aludido se quejó aún más, mientras tomaba la toallita, la apretaba con fuerza sobre el recipiente y volvía a colocarla. Se miraron durante un eterno minuto antes de que Baekhyun rompiera el silencio.

—¿Y entonces?

—¿Qué?

—¿Cómo te enfermaste así?

Chanyeol sonrió, con el tic y todo.

—Salí muy rápido de la fiesta.

—¿De qué…? —y entonces recordó— Ah, ya.

Los dos bailando juntos, los besos, el calor, los besos; oh, sobretodo los besos. Esa noche había nevado también, pero había sido hace mucho.

—¿Cómo te vas a enfermar hasta ahora?— preguntó, no muy convencido.

—Llevaba unos días sintiéndome muy mal— explicó Chanyeol—, pero ayer dejé abierta la ventana y me quedé dormido. Desperté hecho mierda.

—¿Por qué abriste la ventana, idiota?

—No encontraba otra manera de despejar el olor a sexo.

Rápidamente, Baekhyun se sintió mal. ¿Sexo? ¿Y sexo por qué? ¿No se supone que la piedra de los deseos lo había enamorado de Baekhyun y lo hizo por siempre fiel? No podía creérselo, pero no iba a preguntar. Se mordió la lengua y tomó uno de los chocolates.

—Pues sí que eres tonto, ¿por qué no, simplemente, le follaste en otro lado?— preguntó, en cambio, y mordió el chocolate—. Hay sitios para esas cosas, se llaman HOTELES.

Chanyeol soltó una carcajada.

—¿Crees que fui yo el que lo hizo?— se burló. Baekhyun se sintió ofendido—. Yura trajo a su nuevo novio y estrenaron toda la casa. El muy imbécil… no sé que le habrá dicho para convencerla.

—Ah, lo vi la otra vez.

—¿Y no le partiste la cara por mí?

—Déjalo ser. Tu hermana está demasiado mayor.

—Se merece que lo mate lenta y dolorosamente por haber tenido sexo en mi habitación— aseguró Chanyeol—. Y tú vas a ayudarme.

Baekhyun sonrió, mientras se comía el chocolate. Era un terrible enfermero y lo sabía, pero al menos estaba haciendo que Chanyeol se olvidara de su resfriado.

—Pudo haberte dado bronquitis— le reprendió.

—¿No es pulmonía?

—La mierda que sea— bufó Baekhyun—. No puedes volver a hacer eso.

Chanyeol siguió sonriendo un buen rato, incluso mientras conversaban. Baekhyun no se percató cuando cayó dormido a su lado, pero no pasó mucho tiempo para que a él le pasase lo mismo.

 

*—*

 

—No deberías tomarme de la mano en la calle— murmuró Baekhyun entre dientes—. Nos miran raro.

Chanyeol suspiró. Una voluta de humo salió de su boca.

—Que miren— dijo—. ¿Qué les importa?

Baekhyun abrió la boca para quejarse de nuevo, pero no pudo hacerlo. Con un movimiento brusco, como si estuviese molesto, Chanyeol metió sus manos unidas en uno de los bolsillos de su enorme cazadora.  Dentro de la tela se sentía cálido, y Chanyeol pudo entrelazar sus dedos de una manera más íntima.

Siguieron caminando en completo silencio por las calles frías de Seúl. El cielo estaba encapotado con nubes grises y oscuras, parecía que un niño enojado había derramado leche sobre un montón de rocas allí arriba.

—Parece el invierno más largo que he vivido— comentó Baekhyun.

Chanyeol se encogió de hombros a su lado y le apretó la mano.

—Igual.

—Es casi eterno— siguió diciendo Baekhyun—, y ha sido muy frío.

—Tú has calentado mi invierno.

La frase había sido tan cursi, que Baekhyun no pudo evitar soltar una carcajada. Al ver el rostro compungido de Chanyeol, se echó a reír aún más fuerte. Le gustaba, para qué negarlo, que le dijera cosas por ese estilo, pero no cuando iban por la calle.

—Eres tan horrorosamente cursi, mierda— se burló—. Podría vomitar arcoíris y caramelos sólo al escucharte.

Chanyeol fingió ofenderse y eso lo hizo reírse aún más. Sin embargo, tuvo que detenerse cuando Minseok salió de un café en la acera del frente. Él no los había visto, concentrado como estaba en su teléfono celular y en el vaso de latte que hacía equilibrio en su mano.

—Oh, no— dijo Baekhyun.

Jaló de la bufanda de Chanyeol y lo acercó a su cara. Así, con las caras ocultas por el otro, él no podría reconocerlos.

—Baek, ¿qué…?

—Silencio— ordenó Baekhyun, pero no lo miraba—. Es Minseok-hyung, debe estar con Luhan y yo no quiero verlo.

—¿Por qué no?

Baekhyun recordó la piedra de los deseos y el inodoro de los Park y a Chanyeol dejándole besos en el cuello como si lo hubiese deseado desde siempre. Sacudió la cabeza y se fijó en lo que Minseok hacía frente al café. Luhan salió de pronto, con un mocca en la mano y hablando animadamente; las piedras de los deseos usadas todavía estaban en su memoria.

—No te importa, Chanyeollie—respondió—. Sólo no quiero.

Minseok y Luhan charlaron un rato frente al café y luego se fueron. Baekhyun suspiró agradecido de que no los descubrieran y, por fin, dirigió su mirada a Chanyeol. Se congeló al instante. Él lo miraba con atención; o mejor, miraba con atención sus labios. Parecía hipnotizado, sin respirar siquiera. Quería besarlo, estaba seguro.

En la fiesta lo había pensado, que dejaría que Chanyeol lo besara en cualquier momento. Pero ahora era muy diferente. El recuerdo de la piedra de los deseos empezó a carcomerle la conciencia. Si Chanyeol quería besarlo no era porque de verdad lo sintiese, sino porque el deseo se había cumplido: en un principio no había estado enamorado de él, el poder  lo había obligado a sentir algo que nunca debió haber existido. ¿Cómo podía ser tan egoísta de cambiar las emociones de una persona para su propia felicidad? ¿Acaso era tan mala persona?

Renuente y asustado, Baekhyun se apartó de Chanyeol, ignoró la confusión en su rostro y se arregló la ropa.

—Ya se fueron— dijo, amoldando en su cara la sonrisa más alegre que pudo—. ¿Nos vamos?

Chanyeol intentó, sin éxito, iniciar una conversación. Sólo se dio cuenta que Baekhyun ya no estaba de humor cuando intentó tomar su mano de nuevo y él la apartó rápidamente, como si quemara.

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer  hasta aquí. Bien, no sé si lo dije antes pero este va a ser un fic muy cortito. El próximo capítulo es el último.

 

¡Hasta el próximo martes!

Usagi


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