Estarás aún en la cama de Doflamingo, pues no te has atrevido a salir de ahí por miedo a encontrarte en medio de la mansión el cadáver de Kid o algo por el estilo. Sí, algo ridículo, porque aunque si Doflamingo se atreviera a matar a Kid no dejaría por ahí tirado su cadáver estando Sugar en casa. Pero si no fuera por ella, podrías apostarlo todo a que te lo encontrarías… Te harás constantemente esta pregunta: “¿estará bien…?”. Aunque no te atreverás a preguntársela a Doflamingo, pues tienes miedo de que la respuesta sea un no.
La puerta se abrirá lentamente, y te jurarás a ti mismo que si es Doflamingo le saltarás a la cara y le pedirás más de una explicación. Pero no, por suerte no será él, sino Bellamy. Hace unos días habrías preferido que entrase por la puerta el mismísimo diablo, pues lo aceptarías con los brazos abiertos; sin embargo, ahora prefieres que sea Bellamy a cualquier otra persona, exceptuando a Kid… “Law… ¿Ha pasado algo?”, preguntará acercándose a la cama. “¿acaso eres mi consejero sentimental…?”, bromearás sentándote en la cama. “últimamente sí”, te seguirá la broma. Ambos soltaréis una carcajada, que durará bien poco. Poniéndote serio de nuevo dirás: “necesito ver a Kid... Pero Doffy se enfadará si lo hago…”, explicarás con un tono tristón. “por lo que sé, ahora está con Sugar… Aprovecha y vete, que ya casi es la hora”, dirá con una sonrisa que te hará plantearte si de verdad ha escuchado lo que has dicho. Querrás replicarle, pero se adelantará: “sólo intenta protegerte, pero lo entenderá… Es tu padre, es normal que se preocupe por ti... Doflamingo siempre ha tenido sus aventuras de adolescente, se escapaba de casa y llegaba pasada una semana, no creo que pase nada si te escapas un par de horas…”. “no soy de los que hacen esas tonterías por amor”, le replicarás dirigiendo tu mirada a la ventana. Te darás cuenta de que estará empezando a anochecer, y te disgustará el no poder ir a la cita. Bellamy fruncirá el ceño y dirá: “entonces… estarás desaprovechando la oportunidad de Doffy… Ya sabes, te dio la oportunidad de vivir…”. Sin entenderlo muy bien, imitarás su gesto y dirás: “Bellamy-ya… Respiro, me muevo, mi corazón no deja de latir… En resumen, estoy vivo…”. Bellamy se tumbará en la cama y dirá: “no me refiero a eso… Vivir es disfrutar de los pequeños placeres de la vida… Reír hasta que te duela, bañarte con agua caliente en invierno y quedarte una hora entera ahí tumbado, despertarte antes de tiempo y ver que aún puedes dormir un poco más, encontrar dinero en los bolsillos cuando ni sabías que lo tenías ahí, ver fotos de cuando eras pequeño, caminar por el campo sin saber a dónde vas, levantarte para trabajar y darte cuenta que es fin de semana, comer chocolate, el primer trago de bebida cuando estás sediento, juntarte con un amigo de la infancia y recordar viejos tiempos, incluso cuando es verano y le das la vuelta a la almohada para apoyar la cabeza en la zona fresquita… Law… ¿Cuánto hace que no disfrutas de cosas tan simples como esas?”. Te quedarás callado pensando la respuesta, después de unos segundos la tendrás clara: “desde que era pequeño…”. “Law… No te pido que salgas y te comas el mundo… Te estoy pidiendo que salgas y te comas a ese pelirrojo de dos metros que ya te estará esperando…”, dirá levantándose de la cama.
Pequeñas cosas de la vida como las que Bellamy habrá dicho no pueden arreglarte la vida, pero quizás la puedan hacer un poco menos amarga… Es verdad que no puedes comerte el mundo, pero con suerte podrás comerte al pelirrojo que te estará esperando en la calle…