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Los cinco guardianes por samuesselmo

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Notas del capitulo:

 Muchas gracias a la gente que comentó. Decidí seguirlo, y que avance la historia.

Sé que los Reyes sin Corona no son tan "geniales" como Kiseki no Sedai, pero yo me la juego, y dije "Voy a continuar el fanfic, no hay muchos de ellos" (Sinceramente, yo nunca leí uno)

Así que espero le guste...

 (Les recuerdo, es un AU, y las personalidades de los personajes es probable que no sea la correcta)

 Un rayo de luz solar chocó con la blanca piel de Hanamiya, despertándolo. Abrió los ojos con pesadez, observando a su alrededor las fuertes enredaderas que rodeaban el “cuarto” de Reo. Los huertos de éste eran cálidos y acogedores, siempre rodeados de un exquisito aroma frutal. Iba a extrañar dormir allí, después de una semana de espera, su zona, es decir, el sitio que le correspondía a él ya estaba listo. Con curiosidad siguió recorriendo con la mirada el lugar, hasta toparse con Mibuchi, que a su lado seguía durmiendo plácidamente. Ese personaje era importante desde el punto de vista de Makoto, siempre respondía a todas sus preguntas y aunque había veces que no entendía del todo se sentía feliz de que hubiera alguien que le tuviera esa paciencia tan conmovedora.

 El menor quería salir a explorar el mundo, como si apenas esos rayos de sol lo llenaran de energía, y es que el abrazo que le proporcionaba Reo no lo dejaba ir. Con extremo cuidado picó con su dedo el rostro relajado del azabache mayor, ganándose unos gruñidos de su parte. Adormecido abrió sus ojos grises, mirando divertido al menor –Es muy temprano, cariño – Dijo a mitad de un bostezo peinando los cabellos negros de Makoto.

 —Perdón –Se disculpó en voz baja. Era impresionante para todos, la habilidad que tenía Hanamiya para aprender tan rápido. Aunque había que admitir que a la hora de hablar, solía dificultarle el uso de algunas palabras. Sin embargo, en esa semana aún no lograba dominar sus piernas y seguía cayendo a la hora de intentar caminar.

 —No me molesta –Admitió Reo sin dejar de acariciar su cabeza. Sereno cerró sus ojos otra vez, como todo guardián, debía verificar que su huerto esté sano. Algo que debía aprender el menor pronto, sólo que con todas las flores que habitaban en el bosque. Al ver que todo estaba en orden, volvió a abrir los ojos, topándose con una graciosa cara de un curioso Hanamiya.

 —Reo ¿eres hombre o mujer? –Preguntó realmente confundido el representante de las flores. Su duda era auténtica, para sus ojos, Mibuchi era como su figura maternal, alguien que lo cuidaba como si se conocieran desde siempre.

 Luego de soltar una risa ante la pregunta sin filtro de Makoto, respondió -Mi forma física es como la tuya, pero al ser el representante de los frutos y del cultivo, es normal para mi dar vida, o al menos lo era antes… -Agregó eso último en un murmullo, bajando levemente la vista para no llamar la atención.

 —¿Eres mi mamá? –Volvió a preguntar, no sabía bien el significado de esa palabra, pero en el fondo de sus pensamientos tenía una vaga idea.

 —¿Te gustaría que fuera tu mamá? –Reo, por instinto era maternal con quienes era más jóvenes. Algo similar había ocurrido con Kotaro hace años atrás. De manera tranquila, dejó al descubierto su pecho, que anteriormente estaba vestido con unas elegantes hojas de vid. Mibuchi sólo podía amamantar al tener un sentimiento maternal, aunque en lugar de leche, producía un dulce jugo de avellanas. Y sin pensarlo dos veces, Hanamiya se prendió a uno de los pezones del mayor, succionando con energía –Sin dientes, cariño -Reo sonrió al verlo, después de todo, era incapaz de tener hijos propios. Debido a un accidente le fue imposible llegar a procrear otra vida que no sean platas frutales. Y por esa misma razón, su relación con Nebuya se volvió conflictiva.

 Una vez Makoto terminó de comer, Mibuchi limpió con cuidado las comisuras del menor, mientras que volvía a cubrir su pecho. Al salir del huerto se encontraron con Hayama, que no tardó en arrastrar a Hanamiya para jugar, pero en el intento de caminar cayó encima del pelirrojo.

 —Hana-nee, me estás aplastando – Se quejó Kotaro con la cara contra la tierra.

 —Perdón –Con dificultad se puso de pie pero apenas y podía mantener el equilibrio. Hubiese vuelto a caer, de no ser por los fuertes brazos de Teppei que rodeaban su cintura –Gracias.

 —Tienes que aprender a caminar –Tomando las manos de Hanamiya, Kiyoshi caminó a paso lento con él –Ayúdate con los árboles –Indicó apoyando el cuerpo ajeno contra el tronco de un árbol. A duros pasos logró llegar al árbol más próximo.

 —¡Vamos, Hana-nee! –Exclamó desde la copa de un gran árbol -¡Hay que llegar al árbol más grande! –Agregó refiriéndose al árbol ancestral, el más antiguo, que se encontraba en el centro de la espesura.

 —Vamos, te ayudo –Kiyoshi sonrió ofreciendo su mano al azabache, quien con una sonrisa contagiosa aceptó. Aunque en ese momento no lo sabía, sus mejillas se habían vuelto rosadas causándole una sensación extraña en el estómago, pero simplemente lo pasó por alto.

 Mibuchi se despidió moviendo sus manos muy animado, pero una presencia detrás de él lo intimido. Giró, encontrándose cara a cara con Nebuya –Buenos días, Eikichi –Saludó sonriendo, de alguna forma forzada.

 —… -Nebuya simplemente no le dirigió la palabra, pero se le quedó mirándole con disgusto. Esa manera en que lo observaba siempre era como un puñal en el pecho para Reo, y dolía mucho. Tan sólo le hacía recordar el pasado, cuando ellos dos se amaban y se respetaban, hasta que llegó el día del incidente. Además de la muerte del guardián floral, en el medio de la tragedia, Mibuchi había sufrido un accidente. No fue su culpa, aunque lo negara, pero el hecho de que un árbol en llamas cayera sobre él fue inevitable. Había aplastado la mitad de su cuerpo, y no sabía que iba a ser de él si Nebuya no hubiese aparecido allí para ayudarlo. Sin embargo, aquello le quitó algo que atesoraba con su alma, y era el poder para dar vida, algo que deseaba hacer con Eikichi. A partir de entonces, su relación no fue como antes.

 —Me alegra que Hanamiya tenga su propio rincón en el bosque, aunque voy a extrañar tenerlo a mi lado –Comentó volviendo a sonreír para romper la tensión que había entre ambos.

 —No es tu hijo, no lo trates como tal –Bufó alejándose del lugar –Sólo eres una madre reprimida que no puede aceptarse como es –Dicho eso se retiró. Probablemente a algún lugar tranquilo para pasar el día. Dejando a Reo con los ojos acuosos y un nudo en la garganta.

 Como si los pies le pesaran caminó hasta llegar a una zona oscura del bosque y sentarse en una roca, donde su llanto fuese omitido por el follaje. Con sus manos cubrió su rostro y dejó salir las lágrimas con dolor. No era la primera vez, y Nebuya solía insultarlo, pero de todas formas, el dolor era el mismo.

 Muy cerca, Hanamiya corría sin problemas buscando a Hayama y a Teppei, que se había propuesto a jugar a las escondidas. El bosque era grande, pero el azabache no tenía dificultad en tener el control de sus piernas gracias a los árboles, y podía recorrer cualquier lugar sin cansarse. Buscaba detrás de cada árbol y arbusto, hasta que un sonido lo llevó hasta donde se encontraba Mibuchi.

 No sabía qué pasaba con él, también desconocía lo que salía de sus ojos y con curiosidad limpió la lágrimas que caía por la mejilla ajena -¿Qué es esto? –Estaba preocupado, hacía unos minutos lo había visto muy feliz, y ahora se veía fatal, como si su sonrisa se hubiese dado vuelta.

 —Mírate, estás caminando sin problemas –Comentó sonriendo limpiando sus lágrimas. No quería que lo viera así. Pero Makoto no era tonto, y con cariño se arrimó al pecho de Reo, abrazando su cuerpo, sintiendo el su corazón latir. Ante tal acción, el mayor volvió a recordar las palabras de Eikichi, rompiendo en llanto nuevamente. Se mantuvieron así hasta que Reo se desahogó por completo.

 —Hana-nee, no es divertido si no nos buscas –Habló de entre las copas de los árboles la voz quejosa de Kotaro, que al ver los ojos hinchados de Mibuchi se preocupó. Hayama tenía el mismo sentimiento que Hanamiya por el mayor, era como ver a su madre llorar. Sin acotar nada bajó del árbol y se arrimó al igual que el más joven.

 Por otro lado, Teppei miraba conmovido la escena. Él sabía que la relación entre ellos no era de la más buena, no después del incendio que arrasó con todo, pero al ver que el instinto maternal de Reo florecía le daba grandes esperanzas. Antes que todo lo malo pusiera un pie sobre el bosque, todos vivían en armonía en el centro de la arboleda, compartían un mismo lugar, no había “zonas”. Era como un enorme santuario, donde la base eran las más fuertes raíces, las hojas de los viñedos los protegían de las lluvias, debajo del árbol más antiguo, aunque eso eran los viejos tiempos.

 —Deberías dejar de hacer llorar a Mibuchi –Comentó al sentir a Nebuya detrás de él. Aunque era algo que no valía la pena repetir, Kiyoshi lo hacía, porque aún tenía la esperanza de que todo se arreglara.

 —No me digas lo que debo o no hacer –Respondió apretando la mandíbula y los puños –Es un problema entre él y yo –Nebuya tenía un fuerte carácter e incluso, algunas veces, peligroso. No era así antes, pero al enterarse de que no podría tener hijos propios con Reo su mundo se desmoronó. Amaba a Mibuchi, y en el fondo ese sentimiento continuaba activo, debajo de las más duras raíces de su ser.

 

 "Porque me duele si me quedo 
pero me muero si me voy, 
por todo y a pesar de todo, mi amor, 
yo quiero vivir en vos." 

María Elena Walsh

Notas finales:

 Les agradezco los RW, me ayudan a escribir. En el primer capitulo hubo 4, pero me animaron a seguir la historia. 

 Si hay dudas o quejas no duden en decirme...

 Lamento las faltas de ortografía...

 Muchos saludos! 

 By Selmo


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