La familia Furihata decidió que la temporada de vacaciones era ideal para organizar una fiesta. La celebración, una de las más importantes en la vida de un hombre, requería invitados*, los cuales por suerte sobraban, el hijo tenía demasiados amigos y a su pesar de querer conservar una ceremonia sencilla y discreta, terminó cediendo a los deseos de su animada familia.
Como pasarían las vacaciones en Kioto, donde residían los abuelos paternos, aprovecharon el lugar para hacer la fiesta también. Y de paso invitar a todos los ex integrantes del equipo de basquetball de Seirin, para animar un evento memorable.
Ahora, sentado en su escritorio, frente a la computadora, inició sesión en facebook, alargando el momento como si de una tortura se tratase. Tembloroso estaba a punto de comenzar una conversación en el chat con todos los ex jugadores de Seirin.
Tenía la esperanza de que nadie respondiera, que nadie lo leyera.
Desafortunadamente eso no sucedió.
No es que no los quisiera en un momento tan especial como ese. Tenía miedo.
Su vida como adulto, como un ser productivo para la sociedad, apenas comenzaba. Por eso su situación financiera no difería tanto de cuando era un estudiante y sus padres lo mantenían. No quería costear algo que no podría pagar.
Por otra parte todos los demás ex integrantes de Seirin ya tenían pensado hacer una fiesta para reunirse y recordar viejos tiempos, saber cómo siguió la vida del equipo después de tantos partidos y graduarse.
Cuando Kouki fue el que empezó la conversación, les sorprendió su iniciativa (generalmente lo hacía Riko o Hyuuga) y dejaron de escribir tonterías masivas cuando un mensaje muy oportuno llegó:
Tengo una gran noticia que darles.
Y la noticia les cayó como perlas a todos.
Por eso como buenos amigos, decidieron hacerle una fiesta para despedirse de su antigua vida. Una fiesta de dos semanas. Una semana de despedida, la otra de fiesta.
-No te preocupes!!! CX
-¡Seguimos siendo equipo!
-¡Tendrás una gran fiesta!
-Kagami-kun ha dicho que puede ayudar a conseguir…
Cuando supieron el destino donde sería la conmemoración y que Furihata tenía familiares ahí y podían alojar a todo el equipo al mejor precio de todos: ¡Gratis! Definitivamente una oportunidad que no podían desaprovechar.
A un día de haber llegado, todos sus amigos junto con su familia parecían haber conspirado para dejarlo a un lado. Al parecer olvidaron el motivo de su estancia y se dedicaron a turistear por los alrededores. Cuando regresaron pusieron manos a la obra, encargándose de llenar el lugar de algarabía, de planos, de gritos y de ideas.
Fue así que Furihata Kouki quien era una de las piezas principales del evento inmediatamente quedó relegado de tarea alguna y echado de la casa sin apenas haber probado bocado. Con el poco dinero que tenía decidió buscar una combini, no encontró nada a su alrededor. Casas de té, uno que otro guía turístico, tiendas de segunda mano, tiendas de recuerdos… se desmayó por inanición. Cual pobre y meditabundo le tocó hacerlo frente la persona menos esperada.
El estómago le rugía. Le dolía. Un olor sutil le llegó de golpe, abriendo los ojos de inmediato. Aún medio dormido se dejó guiar por el olfato hasta donde creía estar la comida, chocando contra las paredes y muebles en el camino.
Con pasos torpes llegó a una habitación en donde poco a poco el olor se volvía penetrante, abrió los ojos por completo: ¡COMIDA!
Se abalanzó hacia la mesa, gritando itadakimasu. Cada mordida sabía a gloria. Todo lo que veía en la mesa parecía sacado de algún menú costoso. Era delicioso.
Terminó de comer, reposando un poco, tomando conciencia de su ubicación ¿qué clase de habitación era esa? ¿Dónde rayos se había metido?
Demasiado ruido. Se estaba arrepintiendo de ayudar a esa persona, no estaba de humor para más caos en su vida. Abrió la puerta, molesto.
Se encontró con un desorientado, triste y lloroso chihuahua.
-Después de comer se dice gochisousamadeshita
Furihata abrió los ojos como platos, a punto de orinarse por el miedo.
-¿Se-se-seki juuji…rou-san[1]?
Sin malicia, sin engaños, sin otras intenciones. El pelirrojo sonrió.
-Buenas tardes, Kuuki-san[2]- contrarrestró su broma. Silencio.- ¿Fue de tu agrado la comida?- intentó sonar amable.
-¡Disculpa las molestias!- la presión que sentía en el ambiente le invitaba a salir corriendo del lugar. Pero era demasiado cobarde como para moverse. – Yo no… no-no quise, no sabía ¡Lo siento! ¡Me vo-voy!
-Te acompaño.
¡Oh karma! ¿Qué hizo para merecer eso? Como niño regañado se dejó guiar por su anfitrión, en silencio.
Apenas abrió la puerta para salir de la mansión se encontraron con Kuroko.
-Buenas tardes, Akashi-kun- saludó formalmente- He venido por Furihata-kun, gracias por cuidar de él.
-Hola Tetsuya.
-Ku-ku-rooooo-kooo-estaba agradecido que vinieran por él, no podría soportar más tiempo de “calidad” con el ex-capitán de su compañero- gracias p-po-por venir a rescatarme hiiii tenía muchos miedoo d-de sus ojos.-le susurró, nervioso mientras se “escondía” detrás del chico sombra-
El pelirrojo que lo escuchó. Conservó la postura antes de despedirse de ellos.
-Sé lo que sucedió con Murasakibara-kun, todos los demás lo saben ¿estás bien?- Miró impasible a su ex capitán, esperando como siempre una respuesta certera-
-Nos vemos- cerró las puertas en sus narices, claramente no quería tocar ese tema- Tatsuya.
Cuando se alejaron del lugar Furihata le preguntó un poco más calmado:
-Kuroko… ¿estará bien? ¿Estaremos bien?- temía por alguna venganza en la noche-
-No te preocupes… es Akashi-kun después de todo.
Sí, es por eso que tenía miedo.
-Por cierto, ¿Cómo me encontraste?
-Al parecer Furihata-kun es el único que se desmaya enfrente de Akashi-kun.
Miró su cara por largo rato en el espejo ¿qué tenía de malo sus ojos? Habían pasado ya muchos años desde que alguien le temía así… ¿Se había ablandado demasiado por culpa de Murasakibara?
Vaya, qué día más pesado.
Unos días después al regresar de su paseo matutino, Akashi encontró un par de zapatos desconocidos en el genkan.
-Bienvenido Akashi-sama, lo están esperando.
-¿Será acaso…? – ansioso corrió al encuentro de…
¿Furihata?
-Disculpa las molestias. Vine a disculparme.
-¿Por qué Atsushi no puede ser como tu?-comentó para sí- ¿Por qué no eres él?
-¿Eh? ¿Lo he interrumpido? ¿Llegué en mal momento?
Antes de que llegara el pelirrojo, los sirvientes se ocuparon de él y le atendieron amablemente, felices de tener visitas.
-Debí haber avisado antes, me disculpo de nuevo. Sólo he venido a traerle esto—le entregó una colorida caja- en forma de agradecimiento, por cuidarme. Espero sea de su agrado.
El otro lo aceptó sin expresión alguna. No parecía tener nada que decir.
-Ehh… pues me retiro, lamento la intromisión, Akashi-san.
-Creí que me llamaba Cruz Roja- se mofó de él- no era necesario ningún regalo.- Su mirada tenía un brillo incierto, difícil de explicar, parecía querer matarlo.
Furihata sentía que, en ese momento, iba a necesitar justamente a la Cruz Roja.
[1] Cruz Roja-san
[2] Galleta-san