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Proyecto vida por Wan chan

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Notas del capitulo:

¡Aquí Wan chan después de más de un año de no pararme aquí! ¡PIDO MUCHAS DISCULPAS! Pero pasaron muchas cosas en mi vida que tuve que aprender a manejar y reacomodar, ahora todo está bien, no los voy a distraer con cosas que no les llama la atención. No sé cuándo vuelva a actualizar, pero me alegro de saber que aún queda gente en el fandom. Un saludo y muchos besos a todas las personas :) así que ¡a darle!

Nota: este capítulo contiene tortura algo explícita, si hay alguien sensible a ese tipo de cosas, de antemano pido una disculpa.

Capítulo 3. En búsqueda de la esperanza.
Parte II. Amor, idolatrar, odio y venganza.

 

¿Cuántas veces habrán sido ya? Es la pregunta que se hace cada que está postrado en una camilla con múltiples vendajes en el cuerpo y la intravenosa goteando algo que desconoce a través de su piel. Su rostro se nota cansado, con ojeras por las noches que pasó en vela temiendo ser asesinado, la piel más pálida de lo usual ante la pérdida de sangre que sufrió, y el dolor abdominal reflejándose en su entrecejo ante el hambre que siente.

Siempre es lo mismo, inicia una misión con muchos buenos soldados y todos terminan muertos. Excepto él.

Realmente se siente cansado de ver tanta muerte, que sus superiores le mientan diciéndole que la misión será sencilla, que no tiene de que preocuparse.

Pero no es cierto.

Tantas misiones suicidas a las que ha ido, tanta sangre derramada y tantas bajas en el ejército.

Maldita guerra. Malditos terroristas. Maldito sea todo.

Sobrevivir es indispensable para él, y ante todo aquello ha formado su fría personalidad; se llenó de desconfianza y, sobre todo, para sobrevivir tiene que fiarse de sus propios instintos que ha desarrollado lenta y dolorosamente.

El sonido de voces capta su atención. Entonces la cortina que le divide del resto de enfermos es deslizada produciendo el sonido característico de los ganchos que sostiene la vieja y sucia tela por el tubo de metal oxidado, mostrando a un par de chicos peli negros.

- ¿Es este? No se me hace tan grandioso como dicen-.

-No seas tonto Hanamiya; algo debe de tener como para haber sobrevivido a tanto –. El chico se acerca, tomando asiento en la cama donde se encuentra Mayuzumi, extiende el brazo dando su mano para dar un saludo formalmente. – Mucho gusto. Soy Shuuzuo Nijimura, y el gruñón de atrás es Makoto Hanamiya -. Pero no hay respuesta, simplemente Chihiro se queda viendo la mano del contrario y después de unos segundos vuelve la vista al rostro de ambos. – Sé que no es un buen momento para ti y que estas muy cansado, digo, ser uno de los suicidas del gobierno no ha de ser fácil… pero yo puedo cambiar eso. Chihiro Mayuzumi… únetenos para hacer cambios significativos en esta absurda guerra… –

Aquellas palabras que endulzaban sus oídos con una propuesta de mejorar el futuro llenan la cabeza de Mayuzumi en un instante. Palabras que tienen la facilidad de convencer junto a una voz decidida; y sólo por una vez en lo que llevaba en el ejército pudo cuestionarse: ¿Qué cosas malas podrían pasar si acepta?

En esa época de guerra, hambruna y muerte él se sintió como una pequeña esperanza para la humanidad, el ligero cambio que podría terminar con todo. Se volvió parte del equipo de élite del ejército, personas que ya no existían para los demás, dotados con inteligencia y habilidades superiores a las de personas comunes… claro que nada de intenso ejercicio y trabajo no ayudasen a una persona común.

Black dogs. Era como les llamaban, personas que se dedicaban al genocidio, a hacer el trabajo sucio donde las vidas de personas ajenas a la guerra, pero pertenecientes a los países bajos, eran tomadas por sus manos. Seres que se movían por las sombras y jalaban más veces el gatillo que un soldado promedio. Leales a las órdenes de sus superiores, simples perros tal cual dicta su apodo.

Pero… ¿Por qué se sentía una esperanza si la mayor parte del día se la vivía matando gente? Fácil, sus sentimientos y pensamientos se reflejaban en su compañero y líder del equipo: Shuuzuo Nijimura. Aunque en sus inicios no se dio cuenta, con el pasar de los meses junto a él pudo entender que lo que sentía era aquel sentimiento el cual es llamado amor, y tal parece era correspondido. Eso sumado al hecho de escuchar todas las buenas palabras que él decía, hizo a Mayuzumi tragarse cada cosa que salía de la boca de Nijimura. Su cabeza y sentimientos eran extrañamente jugados por el chico de cabellos negros; en otras palabras, él estaba perdidamente enamorado bajo el ideal del pelinegro.

Sin embargo, incluso entre sus mismos compañeros no existía la paz. Varios de ellos no soportaban las masacres diarias y terminaban locos o suicidándose, incluso matándose entre ellos mismos.

- ¿No sabes?... el otro día ese chico, Fubuki, se suicidó –.

- ¿Ah?... pero si se veía tan normal –.

-Ya estaba trastornado, creo que no soportó tanto este trabajo –.

-Se puede decir que se le comprende… esto es muy estresante –.

Chihiro voltea al par de sujetos que hablaba, pero sólo recibe un golpe en la cabeza. Molesto voltea para ver a su agresor quien comía tranquilamente un buen plato de una extraña sustancia gris y viscosa.

-No escuches lo que no te interesa… Venga, termina de comer o se pondrá más viscoso si se enfría –.

- Valet ad inferos. Domine, dimitte anima tua* –.

-No hables en idiomas que desconozca, y termina de comer Hanamiya –.

-Como siempre de ignorante, Nijimura –.

Chihiro traga con dificultad su comida, su mente vuelve a ser un montón de ideas que no concuerdan y que le hacen dudar de su existencia ¿Por qué él? ¿A qué se debe tanta muerte? ¿Realmente están salvando a alguien? ¿Por qué? – ¿Por qué hacemos esto? – cuestiona sin darse cuenta.

-Por el futuro –. Menciona Nijimura ganándose la atención inmediata de Chihiro. –Si nosotros no lo hacemos, nadie más lo hará-.

Y de nuevo las palabras que a Mayuzumi le inspiran y llenan de fuerza para poder seguir adelante con todo ese martirio. Pero a pesar de su felicidad interna y de que Nijimura haya ofrecido un muy diminuto beso en su mejilla, siempre podrá sentir la mirada desaprobatoria de Makoto sobre su persona y un sentimiento de impotencia en el pecho.

-Disgusting* –.

 

-/-/-/-/-/-

 

El sonido del metal chocando y cortando el aire resuena entre las paredes caídas y los escombros de la ciudad. Ambos contrincantes dan lo mejor de sí en esa pelea.

Mayuzumi ataca, pero es bloqueado de inmediato por Hanamiya quien responde lanzando una patada hacia el rostro de Chihiro, en un movimiento rápido Mayuzumi logra defenderse bloqueando con ambos brazos. Makoto se aleja un par de pasos manteniendo una sonrisa en su rostro regresando a su pose defensiva la cual es muy semejante a la de Mayuzumi.

- ¿Qué tipo de mirada es esa?... ¿odio?... Já, ¿Aun sigues molesto, Chihiro? –.

-Tú mataste a Nijimura, por supuesto que aún lo estoy –.

-No tiene caso seguir odiándome, ya hace años que pasó… su cuerpo ha sido devuelto al ciclo de la vida, tal vez si hubiera rezado a mi señor aun estuviera con vida –.

-Suficiente de esa religión tuya… ellos son causantes de muchas tragedias. ¡No nos permiten llega a salvo a nuestro destino y nos cazan como animales!... si dices que es una buena religión, ¿por qué no nos permiten restaurar el mal? –.

-Esas no son decisiones que deban tomar los humanos. Nosotros como fieles seguidores solo debemos pagar y rezar por la salvación propia –.

-Sólo dices tonterías –.

-Mira quien lo dice. Una persona que mataba personas cada día, que apoya el cambio en un cuerpo humano ya formado, que protege a herejes y, sobre todo, que accedió al cambio propio. Además, ¿por qué dices que nosotros somos los "malos" en todo esto? ¿Para qué traer vida a este ruin mundo si todo lo que queda es desperdicio y basura?... El proyecto por el que tanto luchas está mal, ¿qué le vas a dejar a esos niños? ¿Un planeta sucio? ¿Epidemias? ¿Muerte? ¿A caso quieres que ellos también mueran miserablemente? O peor aún ¿Qué arreglen todo lo que los demás han hecho durante este tiempo?... piensa Chihiro… si nacer en este sitio es como vivir en el infierno, ellos preferirían nunca haber nacido –.

Ante la molestia, Mayuzumi ataca, pero Hanamiya lo único que hace es chasquear los dedos. Detrás de ellos salen dos tipos con sus rostros cubiertos por pasamontañas y armados, apuntando a la cabeza de un Himuro golpeado logrando que Chihiro se detenga completamente. –Makoto, suéltalo –.

-Tú mismo eres un pecado Chihiro. Traes desgracia a la gente que te rodea… el chico se preocupó por ti y te siguió sin que te dieras cuenta. Tal parece es bueno en lo que hace, pero nadie le dijo que se enfrentaba a algo mejor que la élite–. Hanamiya sonríe señalando con una mano a Tatsuya. –Y por más que lo mire no tengo duda, por más que lo piense la respuesta es la misma, es tu remplazo de Nijimura –.

Para Chihiro siempre es lo mismo, el ver el sufrimiento por su causa y no poder negarse o hacer algo para evitarlo.

Sintiéndose rendido Mayuzumi arroja su arma al suelo, dejándola muy cerca de Makoto. –Te equivocas… –.

Hanamiya se acerca, alzando su mano para tocar con delicadeza su rostro y delinear los labios con su pulgar. –Te demostraré que no lo hago –se acerca un poco más, obligándole a acercar sus labios a los propios, rozándolos sin llegar al beso –Hacías lo que fuera por el bienestar de Nijimura incluso sobre el tuyo – sin más, terminó por golpearle el estómago y hacerlo caer al suelo, donde aprovechó la oportunidad para patearle el rostro y tumbarlo por completo. –Me desquitaré contigo, a menos claro que quieras cambiar lugar con él –. No hay respuesta. Mayuzumi guarda silencio y simplemente termina por hacer puño su mano. –A veces odio estar tan en lo correcto –.

Una lluvia de patadas cae sobre el cuerpo Chihiro. Gemidos de dolor que son obligados a quedarse atrapados en su garganta evitando estimular más la crueldad de Makoto. El dolor recorre cada músculo de su cuerpo, y la sangre sale de su boca cada que una patada le llega al estómago.

Makoto pisó su mano izquierda un par de veces antes de apoyarse en ella y patear su antebrazo hasta fracturarlo, provocando en Chihiro un grito agudo.

De repente todo el dolor se detiene. Hanamiya sonríe viendo el cuerpo de Mayuzumi sufrir ante el dolor. Su vista se dirige a Tatsuya. Con un ademán indica que lo suelten, en un ataque de ira Himuro se lanza contra él recibiendo una patada que lo manda directo al suelo. –Patético –.

Makoto busca entre sus ropas hasta dar con una pistola la cual usa para apuntar a la cabeza de Himuro. –Oh señor Realista, tú que salvas a tus creyentes, escucha mis palabras… guía a esta pobre alma al infierno que él mismo forjó –.

- ¡Escúchalo! – repitieron ambos sujetos que se mantenían al marguen de aquello.

- ¡No lo hagas Makoto! –.

Pero antes de que Mayuzumi pueda hacer algo el sonido de un disparo hace eco por todo el lugar.

Makoto mira su mano sangrar y el arma que ha sido lanzada lejos de él. De repente hay un breve silencio de algunos segundos hasta que es interrumpido por un par de nuevos disparos los cuales dan directo en la cabeza de los que traían pasamontañas. Disparos seguidos hacen retroceder a Makoto hasta ponerse seguro dentro de un edificio dejando a Chihiro y Himuro solos.

- ¿Estás bien Tatsuya? –.

-Ta-Taiga… ¿Cómo es que-?

-No es el momento –.

Himuro se levanta y voltea a ver a Mayuzumi quien es auxiliado por el mismo Kagami, al verlo en el mal estado en que se encontraba termina por cargarlo en su espalda. Por su lado Aomine auxilia a Himuro a levantarse para después comprobar que está en condiciones óptimas para mantenerse por su propia cuenta.

El moreno hace unas señas con las manos para después comenzar a correr.

"Ve al siguiente punto"

- ¿Quién está cuidándonos? –.

- Ryo – contesta el moreno.

- ¿¡Qué demonios tienes en la cabeza Aomine!? Él no debe… -.

- ¿Tú crees que yo estoy de acuerdo con esto? Demonios, él fue quien insistió tanto como Tetsu –.

- ¿¡Kuroko!? – sus ojos se vuelven a Kagami, matándolo al igual que a Aomine con la mirada – ¿¡Que les pasa a ustedes dos!? –.

-Cállate. En este momento ellos están mejor que tu físicamente – replica Kagami.

Un disparo errado hizo retroceder a Himuro. Hanamiya salía del edificio apuntando con su mano izquierda, usando su antebrazo derecho como apoyo para la misma mientras algunas gotas de sangre escurrían de sus dedos.

Apuntó directamente a Tatsuya, pero el grave sonido característico de una máquina de asalto les tomó por sorpresa. Fuertes detonaciones lo separaron de los otros cuatro, cayendo junto a los escombros.

La pesada maquina escaneó el lugar con su mirilla, detectando a sus siguientes objetivos. Un costado de su enorme coraza se abrió dejando salir una enorme metralleta, pero antes de que disparara, sus sensores se alertaron al recibir una fuerte sacudida. Pitidos de alerta salían a montones y sus estadísticas le indicaban que tenía algún fallo en su estructura.

Sakurai apuntaba su humeante arma, recargó dispuesto a disparar de nuevo – ¡Salgan de aquí! Yo lo detendré – dio un pequeño grito apenas audible para ellos.

Jaló el gatillo de la pesada arma, sintiendo el golpe del retroceso hasta la punta de su formada barriga. Recargó una vez más cuando el robot se acercaba amenazadoramente. Su disparo fue bueno, justo en la mirilla de la máquina, pero eso no evitó que unos cuantos misiles fueran disparados por el mismo, haciendo que el edificio que estaba detrás del castaño se comenzara a derrumbar, quedando atrapada su pierna derecha.

Daiki corrió para llevarse a Sakurai, pero la maquina parecía haber enloquecido por completo. Disparos de misiles y de su metralleta terminaban por derrumbar las frágiles estructuras de los edificios.

Y lo peor aún no pasaba. Un segundo ruido grave hizo temblar el lugar. Una segunda maquina se acercaba, abriendo su compartimiento de metralleta y disparando hacia ellos.

En un último esfuerzo, Sakurai tomó el arma y dio el tiro de gracia al primer robot que llegó, dejándolo al fin fuera de combate. Himuro intentaba hacer retroceder a Aomine, pero era inútil, el moreno peleaba por ir con Ryo.

Entonces, un par de granadas llegaron a ellos y al explotar una enorme pantalla de humo se elevó. Personas con máscara antigases los guiaban hacía la salida de aquella nube gris. Cerca de ellos, Murasakibara se encontraba con lanza misiles antitanques, disparando en cuanto Hyuga dio la orden.

La máquina cambio su visión a la térmica, visualizando claramente los cuerpos de sus objetivos más un proyectil dirigiéndose a un punto errado. No se inmutó ante el estallido, ni siquiera al grito de una de las figurillas en su pantalla, el cual, sus circuitos no reconocían.

- ¡Va a caer! –.

Vidrios y grandes pedazos de concreto caían alrededor del robot, terminando por aplastarlo y dejando un enorme muro entre ellos y posibles nuevas máquinas.

Aomine se soltó del agarre de Himuro, levantándose y dando enormes zancadas hasta los escombros del edificio. Tosió un par de veces por el polvo que penetraba sus fosas nasales sintiendo que le quemaba, pero eso no evitaba que tratara de escalar el enorme obstáculo.

- Aomine –.

La voz de Hyuga no fue suficiente para hacer volver en sí al moreno, quien desesperadamente trataba de llegar a la cima, pero resbalando en ocasiones.

- Ryo, tenemos que ir por él. Está lastimado y –

- Aomine. Tenemos que irnos –.

El cuerpo de Daiki giró hacia su líder y caminó hasta él; sus manos le tomaron del cuello alzándolo un poco del suelo.

- ¿Qué no escuchaste? Ryo está del otro lado. Él está herido y tenemos que ir por él ¡Ahora! –.

- No. Las probabilidades de que siga vivo son bajas, además, nos arriesgamos a que lleguen más de esas máquinas, o incluso cruces – sentencio.

- ¿¡No escuchaste!? Ryo está lastimado, él no puede moverse… él y el bebé. Por favor, Hyuga… Ryo está… ¿por qué él? – la voz de Daiki se iba rompiendo poco a poco, volviéndose un lastimero gemido y llanto. Apoyó su cabeza el pecho de Hyuga dejando su dolor salir. – Esto es tu culpa. Si nos hubieras dejado en nuestro pequeño hogar desde el principio, él aun estaría vivo – gruñó el moreno.

Aomine apartó de golpe a Jumpei, encarándolo. Su mano se alzó en alto volviéndose un puño y dispuesto a iniciar una pelea. Pero antes de que hiciera daño a su líder, Kiyoshi apareció a un costado, golpeando al moreno con el mango de su rifle y dejándolo noqueado.

- Ya tendremos tiempo para llorar y dar explicaciones. Es hora de irnos – terminó por decir Hyuga. Hizo un ademan con la mano que todos captaron al instante, volviendo a los camiones.

 

-/-/-/-/-/-

 

La lámina que le obstruía el paso fue removida a base de patadas, terminando en el suelo junto a varios trozos de maderas y escombros.

Makoto salió tosiendo un par de veces, rompiendo un pedazo de tela de su camisa y amarrando su mano herida. El sangrado se había detenido desde hace unos momentos, pero debía de cubrirla para evitar alguna infección.

Sus ropas llenas de tierra le daban cierta comezón y le molestaban. La rabia se expandió por su pecho al saber que de nuevo Chihiro había escapado junto a su nuevo amante. Enojado, pateo de nuevo la lámina y chasqueo los dientes. Definitivamente cazaría a cada uno de ellos y los despellejaría como los cerdos que son.

Un grave sonido le distrajo de sus pensamientos, detrás de él salía una nueva máquina de asalto. El pitido agudo que emitió en cuanto lo vio hizo a Makoto reír ante su suerte.

- Hey, hoy no es tu día de suerte hojalata. Estoy peligrosamente armado –.

Levantó su mano derecha, haciendo una pequeña pistola con sus dedos, apuntando directamente en la "cabeza" del robot, quien cargaba sus metralletas.

Bang –.

Fingió jalar un gatillo y segundos después una granada explotó en la cabeza de robot haciendo que cayera al suelo. Una lluvia de balas atravesaba la frágil coraza, causando daños irreparables. El pitido de alerta cesó, pero una pequeña nave de rastreo fue expulsada, antes de que se alejara dos navajas la hicieron caer.

- El día en que dejes de meter tu trasero en problemas. Ese día los chicos y yo estaremos muy agradecidos, Hanamiya –.

- Debes de admitir que esto es más emocionante, Seto –.

El pelinegro se acercó poniendo un cigarrillo en la boca de Makoto y encendiéndolo.

- ¿Qué tienes para mí? –.

Seto solo chasqueo sus dedos. Un chico de cabello lila que cubría sus ojos y otro de cabello negro, pero de ojos que parecían estar muertos, arrastraban el cuerpo de Sakurai, tirándolo al suelo y dejándolo frente a Makoto.

Hanamiya agachó su cuerpo hasta quedar a la altura del castaño, tomó su cabello y le haló para que lo viera. Exhaló el humo del cigarrillo en la cara de Sakurai, disfrutando de la incomodidad del chico.

- Bien. Hagamos esto fácil. Yo pregunto y tú contestas con la mayor sinceridad que tengas, entonces, yo trataré de creerte. Si tu respuesta no me convence, me veré forzado a indagar de otras maneras para creer lo que me dices –.

El corazón de Sakurai bombeaba a mil por hora, tenía miedo, la presencia de Makoto le imponía, y hacía vibrar cada parte de su cuerpo, estimulando a su instinto que le gritaba "corre".

- Dime, ¿en dónde se aborda el barco "generación de los milagros"? –.

La cara de Sakurai se descompuso en duda. No tenía la menor idea de lo que hablaba.

Pero a Makoto eso no le importaba. Los gestos del castaño no lo convencían.

- Estás esperando un bebé ¿cierto?... ¿pero qué pregunto? ¡Obvio que lo estás! – se puso de pie, dándole una calada a su cigarrillo – el tío Makoto tiene un par de juegos que pueden ser útiles para crear un vínculo especial con tu hijo –.

Con un movimiento de cabeza dio la orden; entre Hara y Furuhashi sostuvieron el cuerpo de Sakurai, mientras Seto se encargaba de mantener el brazo extendido en el suelo.

- ¿Alguna vez has jugado "este dedito"?... no es tan difícil, solo dices a donde fue el dedito. Pero para este caso cambiaremos las reglas del juego; yo preguntaré a donde fue el dedito y tú responderás en donde está toda esa bandada de cigüeñas. Fácil, ¿no? –.

La falsa sonrisa en la cara de Hanamiya le provocaba escalofríos. Un chico de cabellos naranjozos dio una roca a Makoto, la cual, abarcaba casi toda su mano.

Seto apretó su agarre, y con cuidado logró dejar el dedo índice apartado del resto de sus dedos, presionando la mano con fuerza hasta dejar sus nudillos blancos.

Makoto lanzaba al aire la roca en lo que se acercaba, y Sakurai trataba de forcejear para alejarse, pero sin dar ningún resultado.

- Bien, bien. Dime, ¿Dónde está este dedito? –.

- N-No lo sé. Realmente no lo sé – su voz se quebraba poco a poco, mezclando el miedo con el inicio de su llanto.

El rostro de Hanamiya se volvió estoico por unos momentos. La roca en su mano tocó un par de veces el dedo de Sakurai en un suave movimiento. No convencido, Makoto levantó la mano empuñando con fuerza su improvisada arma; Sakurai cerró los ojos justo antes de que el dolor llegara a todo su cuerpo.

Makoto golpeaba sus falanges con saña, rompiendo la uña y estando satisfecho hasta que escuchaba crujir la articulación distal y a Sakurai gritar que se detuviera.

Para cuando paró, la longitud del dedo se había deformado completamente, y con un movimiento de cabeza, Seto cambió ahora por el dedo medio.

- Una vez más. ¿Dónde está el dedito? –.

De la boca de Ryo solo salían jadeos y sollozos, su rostro se empapaba en lágrimas mientras que su nariz y boca escurrían. Sus ojos parecían estar desubicados, pero en cuanto volvió a ver a Makoto con la roca en sobre su dedo parecía volver en sí y querer alejarse.

- N-No lo ha-hagas, por favor. No sé nada –.

Y de nuevo Hanamiya no estuvo convencido, volviendo a atacar el dedo de Sakurai hasta desfigurarlo por completo, arrancando la piel y destrozando el hueso.

- Sería más fácil para ti si solo me dices en donde están –.

Sakurai no decía nada, por lo que Hanamiya prosiguió con el anular y el meñique, destrozando a ambos de igual manera que sus anteriores dedos. El dolor hacía que el castaño perdiera poco a poco la conciencia, su cabeza parecía un péndulo que lentamente caía, amenazando con sumergirse en un estado de desmayo.

- No, no. Inconsciente no me sirves, despierta – dio suaves golpes en la mejilla del castaño – solo necesito que me digas las palabras que quiero oír –.

Sakurai sostuvo por un momento su cabeza, miró a Makoto y con su quebradiza voz logró articular – por favor… mátame –.

Hanamiya quedó en silencio unos segundos – No –. Una sonrisa se extendió de nuevo por sus labios – es más divertido verte así –. El cigarrillo entre sus dedos terminó sobre la barriga de Sakurai, apagándolo – pero, en vista de tu falta de cooperación, estoy dispuesto a cumplir tu absurda petición –.

Sin aviso, Makoto extendió su mano al chico de cabellos naranjas; Yamazaki proporcionó uno de los tantos cuchillos de su chaleco. Hanamiya, sin perder más tiempo, incrustaba lentamente la punta de filoso metal en el vientre de Ryo, disfrutando de ver desaparecer entre el cuerpo del chico el enorme cuchillo.

Cuando paró, la hoja del arma sobresalía a la mitad de su cuerpo.

La sangre y un extraño liquido escurrían por la herida de Sakurai; Makoto hizo un gesto de desagrado y flexionó una de sus piernas – ya veo, por eso no te importó dar tu vida… ya estaba muerto – soltó de golpe su pierna, terminando por enterrar el cuchillo hasta el mango, hundiendo la hoja en el frágil cuerpo del castaño, cayendo de espalda completamente inconsciente.

Seto entregó una glock a Hanamiya, quien apuntó directo en su cabeza – Duc eum ad infernum suum, dominum* – susurró antes de jalar el gatillo y darle el tiro de gracia a Sakurai, salpicando la sangre por el suelo – no dejes rastros del niño, si alguien lo ve, puede que nos metamos en problemas –.

- Pero Makoto –

Seto no terminó de hablar, Hanamiya apuntaba la glock sobre su frente, justo en donde él tiene su lunar.

- ¿Te niegas a una orden directa? – los ojos de Makoto le miraban sin pestañear, analizándolo con cuidado.

- Estás alterado porqué volvimos a perderles la pista. Pero no te preocupes, Hara está poniendo de su parte para encontrarlos. Ahora, lo que quería decirte es que aquí no hay lugar donde deshacerse del cuerpo –.

Makoto bajó el arma, dando un profundo respiro.

- Ingéniatelas. Tal vez deberías de fertilizar la tierra –.

Dejó a Seto atrás mientras él y el resto volvía a las camionetas. Necesitaba un descanso, pero por ahora lo que más anhelaba era encontrar a todas esas cigüeñas y sus crías, y no descansaría hasta tener sus cabezas como trofeos.

- ¿A dónde fuiste esta vez, Chihiro? –.

 

-/-/-/-/-/-

 

- Práctica conmigo –.

Makoto dejó de golpear al chico con el que estaba entrenando. Sus ojos observaron con detenimiento el rostro estoico de Mayuzumi, quién, ni siquiera se inmutaba por el cómo estaba tratando al chico nuevo.

- No quiero, yo no enseño –.

- No dije "enséñame" sino, "practica" –.

Los labios de Hanamiya se extendieron en una sonrisa que evolucionó a una carcajada. Chihiro era gracioso, era el único que conocía que a pesar de los rumores de que él no se contenía, aunque fuese una práctica, no se asustaba o trataba de evitarlo.

- Solo no lloriquees si te rompo un brazo –.

Chihiro optó rápidamente por una pose de defensa, y Makoto no se contuvo de atacar. Su práctica parecía más una pelea donde los golpes eran unilaterales.

Para cuando Mayuzumi tocó el suelo por quinta ocasión, Hanamiya ya estaba fastidiado del chico y de golpearlo. Sin embargo, al día siguiente ahí estaba el peli gris de nuevo, volviendo a pedirle que practicara con él.

Y así, los días se volvieron fastidiosos para Makoto. Chihiro se paraba frente a él y casi exigía que practicara con él, el pelinegro le daba la paliza del día, y al día siguiente lo mismo.

- ¿Sabes por qué Mayuzumi ha ido constantemente a la enfermería estos días? – Nijimura pregunta, mirando por el rabillo de su ojo a Makoto. Sabe la respuesta, pero quiere oírla de la boca de su compañero.

- Él es el que insiste tanto. Así que solo lo hago feliz golpeándolo –.

Nijimura mete una cuchara de sopa a su boca, volteando hacia Chihiro siendo vendando en el brazo derecho. – Deberías de tener algo muy en cuenta. Mayuzumi es como un niño de tres o cuatro años, la edad en donde "aprenden de todo" –.

- ¿Así que me estas advirtiendo que tarde o temprano ese chico me va a ganar? No me hagas reír Nijimura. Lo único de especial que tiene ese chico es su falta de presencia –-.

- Solo tómalo en cuenta –.

Makoto iba a replicar, pero frente a él se colocó Chihiro; su mirada le daba a entender que estaba listo para una nueva ronda de golpes.

Molesto, Hanamiya se puso de pie y le entregó un trozo de madera, tan largo como los cuchillos que a él se le facilita blandir como una extensión más de su cuerpo, pero que para Mayuzumi aún era extraño.

- Cambio de planes, es hora de que te enseñe a ser más letal –.

Chihiro asintió y copió la misma pose en la que se encontraba Hanamiya, dejando la mayor extensión del palo de su meñique hacia abajo.

En un pestañeo, Makoto se movió hasta él, golpeando con la madera su pierna izquierda, fingiendo encajarlo, después, con el mismo impulso pasó a lo largo del cuerpo de Chihiro hasta su hombro derecho, en un corte en diagonal; y para finalizar, el palo quedó del lado izquierdo del cuello del peli gris, donde se suponía debía de haber realizado un corte de lado a lado en su cuello.

Chihiro perdió el equilibrio y terminó en el suelo, completamente anonadado.

- A partir de ahora, comenzarás a aprender cosas realmente útiles en el campo de batalla. Todo ese lindo entrenamiento que te dieron los soldados orientales solo sirve para aprender a improvisar cancioncitas tontas mientras marchan en grupos. Una estúpida imitación de los americanos. ¿Entendiste? –.

La respuesta fue un suave movimiento de cabeza.

A sus pies, Chihiro se veía tan vulnerable, desprendiendo un aura de tener que ser protegido por alguien. Su cuerpo, vendado por los golpes que le había dado, su rostro salpicado de manchas moradas y el labio roto, su ojo izquierdo a medio cerrar por lo hinchado que estaba. Una bella obra de tortura que se postraba debajo de él hizo que Makoto deseara más.

En ese instante, Hanamiya se dio cuenta que Mayuzumi era lo suficientemente masoquista para soportar a su corazón sádico. Lo anhelaba para sí mismo. Quería destrozarlo hasta la última de sus fibras, humillarlo, hacerlo gritar y suplicar. Necesitaba tener entre sus pertenencias a Chihiro Mayuzumi.

- Al parecer ya se llevan mejor. Felicidades Mayuzumi, lograste que este amargado egoísta al fin enseñara algo a alguien –.

Y como si el mismo Dios le hablara, Chihiro se encontraba de pie, mirando hacia Nijimura con esos ojos grises que usualmente eran opacos, pero ahora con un brillo lleno de esperanza y amor; y Makoto se dio cuenta de eso, odiándolo por completo.

Porque Makoto, a pesar de ser muy apegado a su religión, él siempre se había dado cuenta que la avaricia y la envidia eran los pecados que más le regían.

Si los ojos de Mayuzumi no serían para él, entonces no serían para nadie más. No importa lo que tenga que hacer para conseguirlo, incluso si para eso tendría que arrancárselos.

Notas finales:

Oh dios mio, JURO que no odio a Sakurai y que amo a la mayoría de los personajes de esta serie, pero me justifico bajo las palabras de que "es necesario para la trama del fanfic".

*Valet ad inferos. domine, dimitte anima tua= él es digno de ir al infierno. Señor mío, perdona su alma.

Disgusting= repugnante.

*Duc eum ad infernum suum, dominum= llévalo a su propio infierno, señor mío.

 

Las mentiras hacen felices a las personas, ocultando la dolorosa verdad.

Aomine no tenía ni idea de lo que pasaba con Sakurai.
Mayuzumi no sabe lo que han provocado sus acciones, y el fruto de ellas.

Capítulo 3. En búsqueda de la esperanza.
Parte III. Aléjate.

Porque ese chico… puede traer vida a este mundo.

Nos vemos!


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