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Proyecto vida por Wan chan

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Notas del capitulo:

¡Hey hey hey! Hola chicos, de nuevo yo por aquí. Espero y esta mala racha de mala inspiración vayan disminuyendo que ya no puedo ni conmigo misma.

Nuevo capítulo, nuevas cosas y un par de datos sobre varios de los personajes. Espero les guste y sea de su agrado. Y ¡WOW! a DOS bellos años de la publicación de este fanfic. Ojalá hubiera continuado actualizando con regularidad, pero ni modo.

¡ESPERO PODER TERMINAR ANTES DE QUE PASEN OTROS DOS AÑOS! Es una promesa y como objetivo me he auto propuesto a tratar de terminar o de avanzar lo más posible este fanfic.

Me siento feliz de aquellos que espero aun me lean y de las personas que a pesar de la larga espera aun me dejan un bello comentario.

¡Ya saben! Son libres de comentar lo que sea, lo que les pareció el capítulo, lo que no, las críticas constructivas y sobretodo las recomendaciones ortográficas.

Capítulo 3. En búsqueda de la esperanza.
Parte III. Aléjate

 

La estática impedía transmitir claramente el mensaje de Himuro, las únicas palabras que se unían en una coherente frase eran “Chihiro peleando” y seguido de eso, ruidos de lo que era el mismo Tatsuya defendiéndose a golpes.

Los más cercanos a la ubicación del pelinegro eran Kuroko y Sakurai, y en segundos llegaron sus refuerzos. Kagami pidió que regresaran, mientras que Aomine cargaba un pesado rifle de franco tirador híbrido, un arma con la facilidad de cambiar en dos ajustes a un cañón de gran calibre capaz de hacer que un humano se enfrentara contra una fiera máquina de asalto.

- Mayuzumi y Himuro están en problemas. Kagami, tu junto a Aomine deben de apoyarlos mientras que Sakurai y yo vamos por refuerzos – decía Kuroko usando su logística.

- Me niego – replicó Sakurai – yo soy mejor que ustedes con ese tipo de arma. Yo iré al edificio más cercano a brindarles apoyo en las alturas –.

- No – Aomine tomó la muñeca de Ryo, jalándolo para que siguiera a Kuroko – puedes lastimarte. No estaré cerca para defenderte – replicó.

Kuroko se interpuso entre ambos, sabía que Sakurai era fuerte y bueno en lo que hacía, así que no temía en que el castaño pudiera hacer mal su trabajo y ponerse en peligro. Sin embargo, Aomine tenía un punto al ponerse sobreprotector, y el amplio vientre de su pareja era razón suficiente para poner agresivo al moreno.

- No soy un niño, además, tengo la fuerza necesaria para hacerlo – se quejó Sakurai arrebatando el arma a Daiki y caminó hasta el edificio que parecía darle la mayor visión posible del lugar.

Si moría, no tenía nada que perder.

 

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La cabina se sentía como un pequeño horno. Koganei sabía que en cualquier momento el humo que se acumulaba en el motor saldría por las ventilas que se suponía eran para el aire acondicionado. De nuevo ese viejo radiador le daba problemas, era algo que Mitobe siempre repetía al equipo de mantenimiento “hasta que no se cambie, seguirá fallando no importa cuánto traten de repáralo”.

Pero en la situación que se encontraban, no podían darse el lujo de cambiar por un camión nuevo; con suerte, conseguirían uno sin tantos fallos o que tan siquiera tuviera motor.

Koganei limpió la pequeña pantalla del tablero para ver el reloj digital que marcaba las seis treinta de la mañana; antes de la guerra podía verse el alba a esa hora, en estos tiempos es imposible gracias a las nubes grises de contaminantes.

Volteó por el retrovisor y miró que el camión de atrás hacía señas con sus faroles. Koga encendió la direccional apuntando hacia la izquierda saliendo del camino rumbo a un pequeño sendero.

Teppei comenzó a jugar con la radio, obteniendo pura estática hasta que una señal se hizo presente en el aparato.

- Madriguera, aquí parvada uno, ¿me copian? Repito ¿Madriguera, me copian? –.

- Kkkkk… aquí base, ¿Qué sucede parvada? Kkkkk –.

- Estamos cerca del perímetro de la madriguera, necesitamos pasar. Somos dos parvadas, llevamos heridos y huevos a bordo –.

- Kkkkk… Correcto, abriremos las puertas y el equipo médico está listo para atenderlos. Cambio y fuera Kkkkk –.

Koganei redujo la velocidad y condujo por el estrecho sendero unos minutos más adentrándose a un espeso bosque, donde las hojas de los arboles abundaban en un tono café y verde mohoso, mostrando lo enfermos que estaban, pero que gracias a esa pequeña cantidad se mantenía la vida en el planeta.

El camino los llevó hasta una enorme pared de piedra; el suelo tembló unos momentos, el sonido de máquinas y engranes trabajando le acompañaban. Frente a ellos, las piedras parecían moverse abriéndose paso dejando ver que el camino continuaba en su interior.

Atravesaron la compuerta que había estado camuflada a la perfección con la naturaleza. Por momentos olvidaban que la tecnología los rodeaba casi por completo, y que no solo servía para fabricar robots asesinos.

Hyuga bajó de un brinco del camión seguido de Kiyoshi, una mujer se acercó a ellos y sonrió ampliamente unos segundos antes de gestar un golpe a cada uno en las costillas.

La pequeña de cabello corto y color castaño se cruzó de brazos y miró a ambos chicos doblarse de dolor – ¡Tardaron más de lo esperado! ¡Eres el responsable de este grupo! ¿Cómo piensas disculparte, Hyuga? –.

Kiyoshi levantó la mano, tratando de excusarse con la castaña, sin embargo, ambos fueron arrastrados por ella hacia unas escaleras que daban a una entrada en la pared.

Madriguera” el nombre le hacía honor al lugar. Infinidad de escaleras que llevaban a distintos túneles que conectaban con otros distribuidos a lo largo del lugar en el que habían entrado; justo en donde estacionaron los camiones, era el centro de la misma madriguera.

Tatsuya miró sorprendido. La arquitectura era rudimentaria, solo huecos escavados en las paredes y escaleras hechas de maderas o cualquier material que pudiera ser moldeado para crear peldaños y angostos pasillos que eran sostenidos por vigas. Las personas que salían de los huecos usaban distintas maneras para ver en tan oscuros lugares: lámparas, antorchas, barras neones, incluso lentes de visión nocturna.

No había electricidad en el sitio. No al menos en las plantas superiores o inferiores, solo en el piso donde se encontraban.

A su derecha un enorme hueco, con una altura que parecía abarcar hasta el primer piso y de ancho abarcar dos huecos más, abría paso a lo que Himuro pudo deducir que era el comedor. Atrás de ellos era estaba la entrada principal, y frente a él, un túnel que perecía eterno donde al final se divisaba una tenue luz.

De uno de los huecos a su izquierda, varios hombres llegaron corriendo hasta los transportes, llevando camillas y equipos de primeros auxilios. Un hombre, de complexión levemente robusta y de un rostro serio destacaba entre ellos y de inmediato ayudó a bajar a Aomine y a Mayuzumi en unas camillas.

- ¿Qué diablos les pasó, Midorima? ¡One está demasiado herido! –.

El apodo no pasó desapercibido por Himuro.

- Por ahora hay que curar sus heridas, hablaremos más tarde. Sin embargo, esa no es manera de saludar a un colega después de mucho tiempo sin verlo, Otsubo –.

El pelinegro sonrió ampliamente, abrazando fraternalmente al de cabello verde.

Los camiones fueron llevados por el camino recto al final del túnel bajo la supervisión de Koganei y los ocupantes guiados a pequeños cuartos donde podrían descansar por un momento.

 

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Aomine despertó con un terrible dolor de cabeza. Lo último que recordaba era a Teppei acercarse con su arma y a él a punto de golpear a Hyuga. Después todo se volvió negro.

Haciendo memoria recordaba también una enorme máquina de asalto, un misil y una avalancha de escombros ocultando a Ryo de su vista.

Cierto. Ryo. No pudo salvarlo y ahora se encontraba solo, herido, sin nada con que pudiera defenderse, ni a él ni a su bebé.

Su bebé.

Daiki bajó los pies de la cama, arrancándose la intravenosa y las molestas banditas que cubrían sus raspones. En la entrada chocó con Kuroko tirando la bandeja de comida que llevaba para él. Daiki ni se inmutó o se disculpó por sus acciones, en su mente, tenía que ir a salvar a su familia. El tiempo corría.

- Aomine – llamó Kagami, pero el moreno solo lo ignoró – no hay nada que rescatar –.

Las frías palabras que le había dedicado Kagami le hicieron detenerse de golpe, volteando lentamente la cabeza para ver por el rabillo del ojo al pelirrojo, su silueta era levemente iluminada por una serie de barras de neón que guiaban el camino, – ¿tú qué sabes? – cuestionó con una voz seria que ninguno de los dos presentes había escuchado antes.

- Necesitamos hablar, Aomine – Kuroko retomó sus pasos al pequeño cuarto que era iluminado con una lámpara de vela. Tomó una silla para descansar su cuerpo y acariciar la punta de su hinchado vientre.

Aomine quedó de pie en la pared más lejana de la pareja, mientras que Taiga se recargaba en el marco de la puerta.

- Esto es algo que Sakurai me confió. No quería preocuparte, él no quería que tu mente se ocupara por otras cosas que no fuera la misión. Solo quiero que sepas que, a pesar de todo, siempre te amó y de eso puedes estar seguro –

- Al grano Tetsu – interrumpió.

Kuroko suspiró pesadamente, su mano no dejaba de pasearse por su vientre, sentía que toda esa presión y tensión le hacían daño a su hijo, estaba casi seguro que su preocupación se iba directo a su bebé cada que él le pateaba mientras estaba hablando en ese momento con Daiki.

Óbito fetal, dijo Kuroko y la cara de Aomine se desfiguró como cuando no entiende algo. Un evento devastador que ocurre cuando el producto dentro de la madre muere sin previo aviso, sin manifestaciones.

Midorima había dicho eso a Sakurai un par de noches antes de salir de Gemeinde. Kuroko y Kagami eran los únicos presentes esa vez en el chequeo de rutina, Aomine había salido a una rápida misión para traer víveres, así que la pareja acompañó al castaño con el médico.

Y tras descubrir la verdad, Ryo pidió e imploró a ambos que no le dijeran anda a Daiki, incluso habló con Shintarou para que guardara silencio y no le dijera ni a Takao lo que había ocurrido. Prefería seguir con la farsa de tener un bebé vivo en su interior que ver al moreno desplomarse por la pérdida de un hijo, a cuestas de que el mismo Sakurai sufría en silencio por la perdida y de cómo el producto lentamente le iba enfermando.

Según Midorima, mientras más tiempo estuviera el bebé dentro de él, la probabilidad de morir de una infección generalizada era más alta. Sin embargo, era igual de riesgoso el extraer al producto sin el equipo quirúrgico necesario, y en ese momento, no contaban ni con lo mínimo para el procedimiento. Sus únicas dos opciones recurrían a una muerte segura.

Pero eso no detuvo al castaño, no incluso hasta el último momento en que dio su vida para salvar a su pareja. No tenía nada que perder. Moriría de todos modos.

- Largo –.

Fue lo único que pronunció el moreno. Tetsuya no se iba a oponer en ese instante, Taiga tampoco. Ambos abandonaron la habitación cerrando la pequeña compuerta, pero eso no fue suficiente para aislar los llantos de Aomine.

Los ojos azules de Tetsuya se humedecieron y lo único que Kagami pudo hacer fue abrazarlo con fuerza, acunando a su hijo entre sus manos y besar su nuca, susurrando palabras de alivio para acaparar su audición en lugar de los lamentos.

No es justo. Simplemente nada en el mundo es justo.

 

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Furihata miraba interesado el lugar, asomaba de vez en cuando su cabeza por la puerta, escondiéndose cuando alguien pasaba frente a ella. Las grandes paredes de la madriguera y sus interminables túneles picoteaban la curiosidad de Kouki, queriendo ir a investigar que había más allá del final de ese largo túnel o si es que se veía el suelo desde el último piso de la madriguera.

Una suave sonrisa se apoderó de los labios de Akashi, acomodó su cuerpo en el angosto catre y la horrible almohada debajo de su espalda. Cada día que pasaba si vientre crecía, pero aun no era lo suficientemente grande para ser notado como el resto de “las madres”. Era solo un pequeño relieve que se sentía al tacto fino.

- ¿Por qué no vas? – su sonrisa permanecía, y aunque sabía perfectamente porque Kouki se mantenía cerca de él, no pudo evitar preguntárselo.

- Porque tengo que cuidarte – mencionó con cierta seguridad, frunciendo un poco el entrecejo como si reprochara las palabras del pelirrojo.

Akashi bajó sus piernas del catre, una de cada lado, dejando un espacio para que el cuerpo de Furihata se acomodara entre ellas y pudiera poner su cabeza sobre su vientre. Las manos del castaño se deslizaron por debajo de la camisa de Seijurou, alzando lentamente la prenda, sin perder más tiempo besó un par de veces sobre la blanquecina piel, arrancando un suave jadeo del pelirrojo. Para ambos, aún era increíble el saber que dentro de unos meses serían padres, sin embargo, aunque no lo mostraran, los dos aún tenían muchas inquietudes.

- Si tu no vas, entonces yo lo haré – mencionó Akashi, logrando captar la atención de Kouki – este lugar es sorprendente; pensar que han pasado desapercibidos para infinidad de máquinas de rastreo es lo “sorprendente”. Si tu no vas a explorar, entonces lo haré yo –.

Las mejillas del castaño se hincharon en un nuevo reproche, con rapidez se levantó de su lugar y trotó hasta la puerta con una barra de neón en su mano, pero antes de salir regresó a grandes pasos solo para besar los labios de Akashi, en un tacto superficial y dulce, prometiendo regresar con interesantes descubrimientos para ambos. Para los tres.

Cuando los pasos de Furihata desaparecieron de su límite de audición, Akashi se dispuso a explorar el lugar por su cuenta. Como él había dicho, el simple hecho de pasar desapercibidos durante años ante las máquinas de rastreo más sofisticadas era sorprendente.

Salió de la pequeña habitación ayudado de una lámpara recargable, paseándose por uno de los pasillos de tierra. Uno de los huecos contaba con una amplia señalización, desde dibujos hasta carteles escritos en diferentes idiomas que hacían referencia a “cuidado escaleras”.

Al descender por ellas, un nuevo escenario se extendió frente a sus ojos, una amplia cantidad de pasillos y más escaleras se esparcían a lo largo de la madriguera, llevando a más huecos y otros angostos pasillos, un completo laberinto construido durante años; todos los lugares estaban ayudados a iluminarse con un sinfín de antorchas y uno que otro farol.

Guiado por su curiosidad, Akashi inició su recorrido.

En la parte más baja de una de las múltiples rampas que había en el sitio, se encontraba Atsushi Murasakibara, recostado mientras devoraba una paleta. Al ver a Akashi en un pequeño brinco estaba de pie.

Murasakibara contempló a Akashi. Sus ojos jamás habían visto a tan hermoso ser en la tierra, y eso hacía que su corazón palpitara, pero al instante, un vuelco se sentía en el mismo cuando veía cómo es que Seijurou se tomaba el vientre mientras se sostenía con la otra mano del barandal.

No entendía como alguien tan perfecto podía estar con alguien tan defectuoso como Furihata.

- Aka-chin – susurró. Conocía el nombre del chico y de su pareja, después de todo, él era uno de los encargados de la protección del pelirrojo.

Y ese conocimiento era reciproco. Akashi conocía perfectamente el rostro y el nombre de cada uno de los chicos que se supone debían de protegerlo tanto a él como a Furihata. Aunque la presentación del más alto después de su pequeño encuentro fuera del baño en el punto verde también ayudaba.

Atsushi tragó la mezcla dulce de saliva con caramelo en su boca, miraba al suelo y jugueteaba con uno de sus largos mechones de su cabellera morada. Una duda grande crecía en su cabeza, algo desde que vio a la pareja quería preguntar al pelirrojo, la intriga le carcomía por dentro y ahora que se encontraba a solas con él, pudo tomar cierto valor en cuestionar algo personal a alguien que relativamente acababa de conocer.

- Aka-chin, no tiene nada que ver conmigo, y perdona si te ofendo, pero… ¿por qué te inmiscuiste con alguien como Furihata? – los ojos color morado de Atsushi se fijaron sobre los sorprendidos orbes rojos de Akashi, de inmediato, Murasakibara trató de disculparse - ¡Ah! ¡No! Lo que quise decir es… ugh… si comparo a Aka-chin con algo, sería con un diamante, mientras que Furihata un trozo de lodo seco –.

Una sutil risa salió de los labios de Akashi interrumpiendo a su contrario, lentamente bajó hasta la altura del de cabellos color morado, la expresión en su rostro no cambió en lo más mínimo, ni siquiera cuando se detuvo frente a él y continuó descendiendo hasta el pasadizo.

- Sabes, la última persona que hizo una comparación como esa fue cuando la guerra inició. Usó los mismos objetos como base y se negó a que él fuera mi pareja. Esa persona era mi padre, y esas palabras me las dijo antes de que sus guardaespaldas me sacaran a mí y a Kouki a rastras del bunker, directo al fuego cruzado –.

- Lo siento –.

- No, está bien. No lo sabías. En aquel entonces no pude contestarle, simplemente estaba anonadado por lo que hizo, pero ahora que tú me das la oportunidad, tengo que decirte esto antes de que las palabras se vuelvan a perder en mi mente –.

Akashi encaró a Murasakibara, la pendiente les sumaba más altura a los dos metros de estatura del de ojos morados, pero eso no fue impedimento para Seijurou y hablar con suma seriedad.

- Yo podré ser un diamante y Furihata un trozo de lodo seco, pero, de los diamantes no se hace nada, solo son una cosa bonita; mientras que el lodo seco puedes humedecerlo y fertilizarlo, del cual nacen flores o plantas para ayudar a las personas. Si yo pudiera dejar de ser un diamante y volverme algo de lodo, cambiaría todo por serlo – siguió caminando, pero antes agregó unas últimas palabras – Si he de darte un consejo, sería que solo cumplieras con tu trabajo, Atsushi. y aléjate de nosotros si tus intensiones son diferentes a las de cuidarnos las espaldas –.

Sin más, Seijurou se retiró por el estrecho pasillo, dejando a un Murasakibara mudo. En su mente, Atsushi pudo recapacitar, Akashi era una persona sorprendente, intimidante y al parecer con un sólido carácter.

No volvería a preguntar acerca de ambos, pero algo le quedó más que en claro, Akashi era la definición exacta de perfección.

 

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Mayuzumi despertó con un increíble dolor de cabeza, el segundo dolor más intenso que sintió irradiaba desde su antebrazo por todo su cuerpo. Sus ojos tardaron en acostumbrarse a la tenue luz de la lámpara y al taladrante sonido de un acufeno.

- Felicidades, no estás muerto –.

La agria voz de Midorima le saca de sus erráticos pensamientos trayéndolo de golpe a la dura realidad.

Conocía a la perfección las opacas y amarillentas paredes del centro de emergencia en la madriguera ubicado en la planta del centro cerca de los generadores de luz; el pequeño lugar que fungía como una clínica ginecológica y oficina de Shintarou estaba abarrotado de equipos médicos para atender mujeres en gestación, aunque ahora era usado para los productos del proyecto vida.

El brazo de Mayuzumi estaba envuelto en un vendaje que hacía una fuerte presión, mientras otra venda pasaba por su cuello para darle estabilidad; Midorima explicó que no tenía por qué alarmarse, solo era un esguince en el codo y la muñeca que con tiempo se curaría, pronto podría estar en acción de nuevo, solo necesitaba reposo. Aunque esa palabra no debía de existir en ese momento.

Takao no evitó que una risilla escapara de sus labios, mientras Midorima no separaba sus ojos de la imagen ecográfica en la pantalla; la imagen mostraba a su hijo dentro del cuerpo de Takao, un puchero y el entrecejo fruncido.

- Es imposible negar que es tuyo, Shin-chan –.

- Es una niña –.

Esas tres palabras hicieron feliz a Takao, y Otsubo al escucharlo no pudo evitar un chiflido y un aplauso.

- Ahora solo hay que esperar a que salga para ver a quién de los dos se parece más – menciono Otsubo.

- De seguro es igualita a Shin-chan, con esa cara de agruras estoy seguro que viene acompañado de cabello y ojos verdes –.

Un suspiro pesado atravesó los labios de Midorima. Volvió su vista a Mayuzumi y a Otsubo.

De inmediato, el alto pelinegro se acercó a Chihiro con una jeringa en la mano. Mayuzumi no opuso resistencia alguna, extendió su brazo y el mayor sacó la suficiente sangre para una serie de pruebas.

Takao limpió su vientre mientras se dirigía por la muestra en las manos de Otsubo, ahora en un pequeño tuvo de ensaye. Con cuidado, Kazunari depositó la muestra en una centrifugadora y dando un solo clic, dejó al aparato funcionar.

Midorima acomodaba al ecosonograma en su sitio, tratando de hacer más amplio el reducido espacio del improvisado consultorio.

- Dime Mayuzumi, ¿Qué se siente ser un grano en el culo para los demás? – fueron las duras palabras de Shintarou.

Un chasquido fue lo único que salió de los labios de Chihiro. Era molesto cuando él era al que le llamaban la atención, y más si eran personas como Midorima quienes lo hacían.

Sin embargo, Shintarou decidió seguir untando sal a la herida.

- La persona contra la que estabas peleando era Hanamiya ¿cierto? – y de nuevo no obtuvo una respuesta – tú tienes la orden directa de retirarte en cuanto veas a ese loco. Cualquiera de nosotros la tiene, sin embargo, te quedaste a pelear… ¿Qué hubiera sucedido si en vez de encararte te hubiera comenzado a seguir hasta nuestro paradero? –.

- Pero no lo hizo –.

- Demonios, no, no lo hizo, pero maldición. Eres un black dog. Todos en esta sala sabemos cómo piensa ese demente. Yo mismo limpiaba tus heridas después de que él te tratara como una basura durante los entrenamientos. ¿Qué esperabas ganar? Si Nijimura estuviera aquí estoy seguro seguirías sus órdenes al pie de la letra –

- ¡Pero él no está aquí! ¡Makoto se encargó de él hace mucho tiempo! – Chihiro interrumpió de golpe, desfigurando su cara estoica en una mueca de completo odio.

El pitido de la centrifugadora anunció su trabajo terminado, y Takao prosiguió a realizar las pruebas de rutina. Tres gotas de suero en cada tira reactiva.

Otsubo negó con la cabeza, mirando con dureza hacia Mayuzumi – Eras una pieza clave para muchas cosas, Mayuzumi. Ahora te toca pensar en el futuro de muchas personas más, ya no solo eres tu contra el mundo –.

Un pequeño silencio reino por un par de minutos, hasta que Chihiro volvió a tomar la fuerza necesaria para hablar, – Repórtame todo – susurró.

- Dos heridos, Aomine y tu; un fallecimiento, Sakurai –.

- Perdimos un producto, ¿por mi culpa? –.

- No – repuso Midorima – Sakurai tenía un óbito, era imposible que sobreviviera por mucho tiempo. Ni siquiera aquí, en la madriguera, tenemos el equipo necesario para una operación como la cesárea. Cualquiera de ellos moriría incluso en una operación “normal” –.

- Ya veo – de inmediato, la imagen de Himuro acaparó la mente de Chihiro - ¿Tatsuya? ¿Cómo se encuentra? Él fue atacado por Makoto y sus hombres –.

- Ese yanqui, se encuentra estable, solo un par de raspones que el equipo médico secundario se encargará de ellos. Además, Izuki le hace buena compañía – respondió Midorima. Mayuzumi frunció el entrecejo, acción que no pasó desapercibida por el de cabello verde – ¿por qué tan de repentino interés en él? –.

- ¿Himuro, es el padre de tu bebé? –.

La voz de Takao interrumpió de repente, ganándose las miradas de los tres presentes. En su mano, una de las pruebas rápidas de rutina. Las dos rayitas en la tira anunciaban una reacción positiva, corroborando que Mayuzumi estaba gestando.

La prueba de embarazo salió positiva.

- Imposible – fue lo único que se escuchó de la boca de Otsubo.

- No hay error, la única muestra es de él. No pude haberme confundido – las manos de Kazunari temblaban, simplemente no podía ser verdad.

- One, está gestando… el prototipo sigue funcionando –. Si Otsubo no estuviera sentado, hubiera caído al suelo de la impresión.

Las miradas recayeron en Mayuzumi, mientras él mismo miraba sorprendido su cuerpo, su vientre.

¿Esto realmente estaba pasando?

 

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Las manos de Izuki tanteaban en la oscuridad, las yemas de sus dedos tenían que reconocer entre el algodón, el alcohol y las banditas para las heridas de Himuro. Él mismo había rechazado la ayuda de los paramédicos de la madriguera, alegando que era capaz de atender al del lunar sin problema alguno, aunque ahora estuviese batallando para ver entre la penumbra de la pequeña habitación.

Sus dedos tocaban el marcado pecho de Tatsuya, deslizándose lentamente ante las partes más esculpidas de su cuerpo. La herida era limpiada con cuidado, y, si era necesario, cubierta para ser protegida de las infecciones.

La voz de Himuro pronunciando su nombre le distrajo por completo, la cercanía de sus rostros solo avergonzó al pelinegro más bajo. Solo un poco más y sus labios se unirían en un beso, pero las intenciones de Himuro no iban por esos rumbos.

- Quiero saber más sobre el Proyecto vida –.

Las ilusiones de Shun se evaporaron tan pronto como llegaron, sus ojos se afilaron sin dejar de contemplar el serio rostro de Tatsuya.

- ¿Cómo que te gustaría saber? –.

- Todo. ¿Por qué hacemos esto? ¿Por qué embarazar hombres? ¿A dónde vamos exactamente? ¿Cómo inicio todo esto? –.

Eran preguntas que Izuki sabía, pero sus respuestas no dejarían satisfecha la curiosidad de Tatsuya. El único en toda la madriguera con el conocimiento suficiente para contestar a detalle era su propio enemigo de amores.

- Si tanto quieres saber, entonces ve con Mayuzumi. Estoy seguro que él podrá decirte todo lo que buscas. Pero dudo que él quiera hablar contigo, aunque no dudo que alguien como tu sea capaz de tocar su frio e insensible corazón – una risa sarcástica salió de los labios se Izuki, poniéndose de pie y caminando a la salida.

- Lo siento si te hice daño de alguna manera –.

Los pasos de Izuki se detuvieron justo enfrente de la puerta. Era más doloroso escuchar a Himuro disculparse que ver con sus propios ojos como es que el pelinegro se alejaba para seguirle el paso a Chihiro.

Si, ese día en la ciudad, mientras Izuki hacía guardia sobre el techo de un edificio de dos pisos, vio como Himuro, a pesar de las advertencias del mismo Mayuzumi, iba detrás de él. Sin embargo, no mencionó nada a Hyuga, quería pensar que estaba mal entendiendo las cosas. Y aunque le dolía admitirlo, los dos eran un par de cabezas duras hechos el uno para el otro.

Himuro no seguía las reglas, y Mayuzumi siempre hacía lo que creía más conveniente.

- Tú no tienes la culpa. Yo me di alas a mí mismo, cuando Mayuzumi me dijo que me dejaría el camino libre pensé que sería más fácil, pero incluso aquella vez que me ayudaste después de la tonta pelea que tuve con él, lo hacías porque estoy seguro que en el fondo sabías que el daño que recibió Mayuzumi fue menor al mío – Shun suspiró, tratando de retomar la fuerza para volver a caminar.

Algo en su pecho dolía, comprimiéndolo y asfixiándolo. Ah, era el dolor del rechazo, de un corazón roto.

De repente detuvo sus movimientos, alejando la mano de la pesada cortina que daba privacidad al cuarto.

- Yo soy un producto fallido – mencionó Izuki, y la atención de Himuro fue captada completamente. – Mi cuerpo no soportó el medicamento y no soportaría una operación de reacomodo. La primera dosis fue tan dolorosa para mí que me llevó directo a cuidados intensivos –.

Su cuerpo tembló por un momento, recordando el dolor al que estuvo sometido por un par de horas. Un dolor gravado con lava en su cuerpo.

- Cuando la doctora Alexandra se presentó ante mí, me dijo que después de todo no era candidato para el proyecto. Terminé siendo desechado, y mi caso serviría para futuras referencias. Sin embargo, me preguntaba “¿Por qué yo?”. La mayoría de los chicos que llegaban, sus cuerpos eran cambiados, pero el mío se mantuvo intacto – suspiró solo deteniendo un momento su plática para recargarse en la pared.

Tatsuya mantuvo su silencio, dejando que Izuki prosiguiera.

- Pensaba que yo mismo era un error, hasta que conocí a Takao y me platicó de un chico que también había sido registrado como un producto fallid, que le era casi imposible gestar, y que cuando lo lograba, perdía el producto. El proyecto intento tantas veces querer embarazarlo que terminaron por desgastar el útero artificial. Sin embargo, él no podía rechazar los intentos, después de todo él era el prototipo, y el prototipo es usado para eso. Ensayo y error –. Cruzó sus brazos, como si eso lograra detener sus traumas.

- Entonces pensé que era sería traumático para él y su pareja tener la esperanza de un hijo y después perderla. En eso Takao me abrió los ojos. El chico no tenía una pareja, simplemente cuando un producto no tiene con quien gestar, es casi obligado a acostarse con quien sea. Algunos son violados. Ese chico, estando solo, siempre era tomado por la fuerza. Para entonces me convencí de que, si iba a ser violado, entonces estaba bien haber sido un producto fallido. No me importaba lo egoísta y cruel que sonara –.

- ¿Qué le sucedió a ese chico? –.

- Está bien. Todo lo que Takao me dijo esa vez, era de hace años. Cuando conocí al chico, simplemente pensé que su carácter frio y desinteresado era por todo el daño que sufrió, sin embargo, Takao me dijo que siempre había sido así –.

- Así que aún sigue en las clínicas del proyecto –.

- No. De hecho, te estoy contando esto para que tengas un buen pretexto para hablar con él –.

- ¿A qué te refieres? – las cejas de Himuro se fruncieron en confusión.

- Él fue el prototipo. El primero de todos en cambiar su cuerpo. A pesar de que era un conejillo de indias y seguía atrapado en las instalaciones, sumado a su horrible carácter, siempre cuidaba de los productos. Hace no mucho salió de ese lugar bajo la orden de custodiar a un lote que se armaría poco a poco; y aquellos que le tuvieron cariño lo apodaron de una manera – Izuki sonrió, caminando hacia la salida – One –.

 

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Sus pasos seguían de cerca a los de su pareja, cuando algo le emocionaba, su entusiasmo parecía la de un niño de cinco años.

Caminaban con cuidado teniendo en frente la tenue luz de la barra de neón y la que estaba al final del túnel. Su lámpara se había descargado, pero el castaño llegó justo a tiempo para sacarlo de las tinieblas, mencionando algo sorprendente que tenía que mostrarle.

Akashi apretó su mano, aprovechaba que aún tenía la movilidad suficiente para trotar de vez en cuando siendo guiado por Furihata.

En cuanto la luz al final del túnel se intensificó cerró sus ojos hasta que al fin se acoplaron al brillo del exterior.

Si antes había alabado la habilidad de la madriguera de haber pasado desapercibida durante años, ahora Akashi no tenía dudas sobre lo sorprendente que eran los ingenieros de esa pequeña resistencia.

Si pudiera describir con una palabra el escenario frente a él, seria verde.

Frente a ellos una enorme cordillera que los rodeaba en un círculo siendo una barrera natural contra cualquier máquina de asalto o sus semejantes, montañas no tan altas como para acumular nieve en sus picos, pero si lo suficiente para cubrirlos a ellos; el centro tenía un enorme prado el cual se extendía a lo largo, en la base de las pequeñas montañas había árboles y cerca de ellos enormes hélices para crear energía, una pequeña brisa hacía que se movieran al ritmo del segundero de un reloj. El pasto y los arboles eran los más sanos que había visto en años desde el fin de la guerra, y ninguno se comparaba con los que había en la clínica del proyecto.

Sobre ellos, una enorme maya que los cubría de máquinas centinelas y de rastreo; diseñada para dejar pasar la pobre luz solar mientras el lado del exterior decodificaba los escáneres de las maquinas.

- Koganei me dijo que el lugar a donde vamos, es mucho mejor que este –.

Los ojos de Akashi brillaron. Es lo que quería desde un principio. En su plan infalible para una vida de bienestar con Furihata, tenía que ir a ese lugar prometido por el proyecto vida. Un lugar sin contaminación alguna, sustentable, un lugar sin conflictos; una nueva vida.

- Los tres saldremos de aquí, de eso puedes estar seguro – mencionó Seijurou, y lo único que recibió a cambio fue cálido beso.

Sus labios eran tomados con suma delicadeza, guiados con una lentitud asfixiante. Furihata podía lograr calmar sus tormentosos pensamientos con suaves caricias y dulces besos; y por esa razón ama con locura al castaño.

Desde que lo conoció, a pesar de que el mismo Akashi pensaba que era poca cosa, gracias a él comenzó a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Un paseo por el parque o comer con los amigos se volvían memorias que atesorar, y eso era lo que su padre no veía. Con él, las reglas se cumplían al pie de la letra, no había lugar para distracciones, los buenos amigos eran los buenos socios, y la mente se ocupaba para cosas más provechosas, no recuerdos para la vejez.

- Te amo – la voz de Kouki interrumpió sus viejas memorias. Las dos palabras que más hacían un vuelco en su corazón fueron soltadas de golpe; su rostro se cubría con leves pinceladas de carmín y una dulce sonrisa era esbozada. Un rostro que solo mostraba Furihata.

El estómago se revolucionaba amenazando con devolver su contenido, su pulso se aceleraba y las manos se le empapaban de una fina capa de sudor; la primera vez que sintió eso pensaba que estaba enfermo, pero después de consúltalo con su médico familiar, el diagnóstico fue que solamente estaba enamorado.

El carraspeo intenso de un tercero les trajo de regreso del pequeño paraíso de donde estaban; desde el principio no estaban solos, detrás de ellos estaba el taller de mecánicos instalado justo al lado de la salida del túnel, pero la áspera voz era de un muy avergonzado Otsubo.

- Lamento la interrupción, pero tienen que venir ambos a una junta de emergencia –.

Si algo interfería en los planes de Akashi, él tenía que enterarse. Después de todo, haría uso de su inteligencia para conseguir su objetivo, al fin y al cabo, su padre lo único bueno que le enseño fue a ser absoluto.

 

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Himuro había quedado en un estado de shock cuando Izuki le contó su trágica historia. Pero lo que no esperaba era la historia secundaria a la suya, la historia que de seguro era protagonizada por Chihiro.

Cuando despejó su mente, de inmediato se dirigió al piso principal de la madriguera. Su objetivo actual era poder sacar información de Mayuzumi a como diera lugar, la inquietud picaba en la palma de sus manos, y su fuente de datos no estaba tan lejos, solo esperaba que estuviera consiente.

Después de varias indicaciones pudo llegar al consultorio de Midorima, las voces que se alcanzaban a escuchar no sonaban para nada contentas. Reconoció a una de ellas como la de Chihiro, y eso fue suficiente para él.

Golpeó un par de veces la desgastada puerta y el encargado de recibirle con una cara de pocos amigos fue el propietario del pequeño consultorio.

- Deberías de estar descansando. En cuanto Hyuga de la orden nos vamos – fueron las palabras que salieron de su boca antes de que comenzara a cerrar la puerta.

- Espera. Quiero hablar con Chihiro –.

- Imposible, está inconsciente. Inténtalo más tarde –.

- Acabo de escuchar su voz –.

Midorima chasqueó sus dientes en molestia, sus dedos pinzaron el puente de su nariz por debajo de sus anteojos dando un pequeño masaje para aclarar su mente.

La puerta fue tomada por otra mano, Takao jalaba la madera para abrir más el espacio y poder ver a Himuro. Una delicada sonrisa se posó en sus labios y con la mano libre tocó el hombro de Shintarou para hacerlo a un lado. Midorima no se resistió, tal vez Mayuzumi se encontraba con todo el ánimo de decirle a tan rebelde hombre que esperaba un hijo suyo.

Pero antes de que escuchara la suave voz de Chihiro, el pelinegro fue el que rompió el silencio del lugar.

- ¿Qué es realmente el proyecto vida? –.

Ninguno de los presentes se esperaba esa pregunta.

Otsubo caminó hasta Tatsuya para evitar problemas, pero el mismo Mayuzumi le detuvo al alzar la mano.

- ¿Realmente quieres saber? –.

- Si. Quiero saber por que estoy peleando, por qué motivo estoy haciendo todo esto. ¿Qué fue lo que el pasado escribió para el futuro? –.

Mayuzumi no dice nada. Sus ojos miran directo a los de Himuro. Lo siente, la determinación que se ha impuesto ahora que su vida ha corrido el riesgo de terminar, de toparse con un monstruo que no le importaría terminar con todo a su alrededor, de volver a ver su vida pasar frente a sus ojos.

Siente la determinación de alguien que tiene por quien vivir, y Chihiro lo sabe perfectamente; Himuro se ha enamorado.

Y para su suerte, de él.

- Otsubo, llama a todos los que vienen conmigo al gran comedor. En cuanto estén reunidos, contaré todo, para que aquellos que aun tengan duda de seguir o no, hagan de este lugar su nuevo hogar – ordenó Mayuzumi.

El alto pelinegro no dijo nada, solo asintió con la cabeza y salió corriendo.

Reunir a todos no fue un problema. Juntaron un par de las grandes mesas del comedor y entre los dos grupos que habían formado llenaban fácilmente la amplia mesa.

A ellos se les unió la líder de la madriguera y un señor de cabello castaño que se había presentado como el padre de la líder. Otsubo también hacía acto de presencia, parado detrás de Mayuzumi como un fiel guardaespaldas.

El barullo de todos no paró hasta que Hyuga se colocó de pie, carraspeando con fuerza. Acomodó sus lentes y volvió a tomar asiento, dando la palabra a Mayuzumi.

- Los he mandado llamar para contarles algo importante. Algunos ya saben la historia, otros la mitad, algunos de ustedes saben lo que pasó por terceras personas, y pocos no tienen ni la menor idea de que sucedió –.

Dio una inhalación lo suficientemente fuerte para calmar sus nervios y despejar su mente.

- Proyecto: vida. Para que se den una idea del porqué este proyecto sigue en pie y que es lo que están haciendo aquí, tengo que contarles la vida de dos tristes personas; la doctora Alexandra García y la científica Masako Araki –.

Notas finales:

En serio me gustó como iba quedando el capítulo, y dejar las revelaciones para la siguiente actualización muajajaja

En fin:

El ideal de una persona puede destruir a otra, sobre todo si se le impone.

Alexandra García es una excelente doctora, pero está loca.
Masako Araki es una brillante científica, pero le faltó amor.
Chihiro Mayuzumi es un hombre, pero eso puede cambiar.

Capítulo 3. En búsqueda de la esperanza.
Parte IV. Proyecto: vida.

Porque ese chico… fue usado en nombre de la ciencia.

Muchas gracias por el apoyo y las lecturas. Los adoro y saludos.


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