Capitulo 1. Año 2026.
Parte III. Ir.
Le mira, quedándose estático sin poder creérsela. Está ahí, parado detrás del marco de la puerta, sonriéndole como si nada, mirándole con ese par de ojos heterocromaticos que tanto le gustan. No sabe si realmente es él, si está volviendo a soñar o su mente le juega una broma demasiado pesada y cruel.
Pero es tan parecido. Ese cabello rojo, aunque es un poco más largo, sus ojos de distinto color, aunque son un poco más fríos, su pálida piel, tal vez un par de tonos más clara.
Suspira cargadamente mientras sus manos se levantan tomándole el rostro y pasando sus dedos, delineándole como si le dibujara en repetidas ocasiones. Si, es él. Está ahí, de regreso con él: -Sei…- susurra despacio, sintiendo que si habla más fuerte despierte de un posible sueño.
El pelirrojo le imita, tocando con delicadeza el rostro del otro, dedicándose a sentir sobre sus yemas la cálida piel de Furihata, y es que él también le ha extrañado demasiado. Todo el tiempo.
Himuro mira desde la sala, sintiéndose feliz de que haya regresado. De que esté ahí con el castaño y se hagan compañía, justo como ellos saben. Suelta un suspiro, realmente no se ha sentido así de nostálgico desde que sabe no hay alguien esperándolo en casa. De tener un sentimiento que te llena y te da esperanza de regresar a un lugar donde alguien de seguro te espera.
El sonido del llanto le interrumpe en sus dolorosos recuerdos. Kouki llora, y es llevado por el mismo Seijuurou hasta el sofá donde ambos se sientan y se juntan en un abrazo. Tatsuya sonríe: -bienvenido- menciona con cierta calidez al pelirrojo.
Akashi asiente con la cabeza, agradeciendo de manera silenciosa el hecho de que apoyara a Furihata desde que fue secuestrado.
Un movimiento afuera de la casa llama la atención de Himuro, haciéndole salir de esta. Un presentimiento extraño le hace fijarse a fuera: -¿Quién eres?- pregunta a lo que parece la nada, pero a un costado suyo hay un chico que se mantiene en silencio, quieto, pasando desapercibido al ojo humano simple, pero para el ojo superviviente de Himuro es más que obvio.
El chico frunce el entrecejo, dispuesto a echarse a correr en ese instante, pero el azabache es más rápido, más ágil, más fuerte. Le toma del brazo torciéndolo hacia atrás y pegando toda la parte del frente de su cuerpo a la pared de la casa, ejerciendo presión en su cabeza contra la misma pared para que se mantenga quieto: -una vez más, ¿Quién demonios eres?-.
En respuesta recibe un quejido y un sonido de molestia, lo cual solo logra colocarlo enojado: -vale, tú lo has pedido- ejerce más presión sobre la cabeza y el brazo, con la clara intención de romperlo.
-¡Suéltalo!- la voz de Akashi le hace voltear, y aflojar un poco el agarre –suéltalo Tatsuya-.
Himuro le suelta, y el chico cae al suelo sin hacer demasiado ruido. Akashi se acerca, levantándolo y metiéndolo a la casa: -es un conocido- susurra con firmeza.
El azabache solo suelta un fuerte bufido antes de seguir a Akashi y cerrar la puerta con seguro: -¿Quién es tu amigo?- pregunta otra vez, sin mucho interés por conocer al chico, más que nada para mantenerse al tanto del asunto.
-él es…- las palabras interrumpidas del pelirrojo, por la mano del chico frente al suyo.
-Yo soy Mayuzumi, Mayuzumi Chihiro- una voz neutra, muy llevada de la mano con su apariencia. El chico de cabello casi gris, piel pálida y ojos sin mucha vida.
A Tatsuya no le agrada mucho, aunque si Akashi dice que es un conocido suyo, lo respetará.
-Discúlpalo, es un bruto de las guerras- menciona Furihata tratando de aminorar la tención entre ambos chicos. En eso Kouki reacciona, volteando a ver preocupado a Akashi: -Sei… lo conoces de…-
-Viene del mismo lugar que yo…- Akashi mira con seriedad, mientras suelta un muy sutil bufido: -no es que en ese lugar te traten mal, de hecho no lo hacen. Sus experimentos solo consisten en inyecciones y pastillas, eso es todo. El motivo de mantenerte cautivo es que si algo “sale mal” ellos están ahí para ayudarte-.
-Y solo te sueltan si has aceptado y completado todo el tratamiento… además, te sueltan por “lotes” cuando ya eres un “producto”- Mayuzumi habla, con el mismo tono de voz con el que se presentó.
Kouki abrasa a Akashi, siendo este correspondido. Tatsuya solo suspira cansado y niega un poco con la cabeza: -bien, es mejor que se queden solos, de seguro tienen bastante de que platicar- toma camino con dirección a la puerta, pero se detiene antes de llegar: -oye Mayuzumi, ven conmigo… quiero que se queden solos para que puedan “demostrarse su amor”-.
Las palabras de Himuro solo hacen sonrojar a Furihata y sacar una tenue risita de Akashi.
Mayuzumi asiente con la cabeza, levantándose y acomodándose su mochila para seguirle.
No es que Himuro sea un social o alguien con quien tener una buena platica, pero ese ambiente un tanto tenso entre ambos solo le hacía doler la cabeza. “Muy callado” piensa mientras trata de verle de reojo, “y silencioso” suelta un suspiro muy apagado mientras pasa por los escombros de lo que era una camioneta: -oye, vamos a mi casa- dice con sencillez haciendo que Mayuzumi frunza el entrecejo: -vale que no te voy a hacer nada chico, te acabo de conocer. ¿Qué clase de persona crees que soy?- pregunta con un tono algo burlón.
Chihiro niega con la cabeza ante su forma de ser: -vamos- contesta de nuevo, de manera neutral antes de seguir caminando.
El gesto de desprecio de Mayuzumi era más que obvio. Pero no tanto al tren que alcanza a divisar, no es que le molesten los transportes, sino a la cantidad de soldados orientales que había en el sitio. Himuro se percata de eso y echa un vistazo a su alrededor antes de acercarse a él y jalarlo fuera de la vista de todos: -no jodas que eres un inmigrante- menciona mientras aprieta el brazo con fuerza.
-No lo soy, es solo que los soldados orientales no me caen del todo bien- contesta.
-¿Ah? Pero si solo son tipos uniformados que hacen su puto trabajo. ¿Qué tiene eso de malo?- Mayuzumi no responde, y eso solo enoja a Tatsuya: -maldición, si tanto quieres ser así pues vale. Camina dos estaciones más, cinco cuadras rumbo al centro, dos asía mano derecha y vuelves a caminar asía el centro… solo para que evites muchos soldaditos. Si te pierdes preguntas por el edificio de refugiados y te dirán cual es…-.
Mayuzumi arquea una ceja algo confundido y habla interrumpiendo a Tatsuya: -¿para qué?-.
-No tardes. Tercer piso, cuarto 26, es una puerta blanca… la más cuidada que hay- menciona agarrando camino asía el tren: -oh por cierto, si vas comido mejor. No tengo nada que ofrecer-.
Aquel tono con el cual le hablo solo le había colocado de malas. Vaya tipo. Vaya lugar. Realmente prefería mil veces quedarse en las clínicas clandestinas, aunque su habitación fuera demasiado compartida. Pero también prefería estar fuera que estar de nuevo encerrado, sufriendo después de cada ronda de inyecciones y pastillas para “modificar” su cuerpo en nombre del proyecto. Aunque realmente no sabía si se trataba del verdadero proyecto “vida”, porque eso era quienes les decían que eran, más quién sabe si realmente eran quienes decían ser.
Realmente no tenía miedo de las personas que trabajaban en ese lugar, ya que todos le saludaban, le avisaban sobre los efectos de las cosas que iban a poner en su cuerpo, del intenso dolor que se sentiría. Si bien, pudo haberse negado a someterse a tal tratamiento, pero no quería arriesgarse en perder la vida si para su libertad tendría que morir. Aunque la opción de morir por un disparo era más rápida y sencilla que hacerlo lenta y tortuosamente por cuestiones del medicamento.
Niega con la cabeza tratando de sacar esos recuerdos dolorosos que le persiguen, aunque acaba de ser “liberado” tan solo hace un par de horas.
Reflexiona, en ese instante no se había planteado el donde iba a dormir ahora. Pero la idea de ir donde ese chico de curioso lunar no era mala, claro, si piensas en poder dormir aunque sea bajo techo, un tanto asegurado. También pasa por su cabeza la idea de regresar donde Akashi, pero aunque no se lo dijeran sabe a la perfección que no debe de interrumpir o hacer sentir incomoda a la pareja después de meses sin verse. Para él está más que claro, después de escuchar millones de veces al pelirrojo hablar de lo “amable” y “buena gente” que era su novio.
Sin más, Chihiro emprende su camino por las ruinas de la cuidad hasta la casa del chico extraño. Aunque debe de admitir que no esta tan mal y es muy atractivo, pero ese carácter que se carga es un tanto despreciable y como los mil demonios. Claro que si se pone a pensar las palabras de Furihata, ser un “bruto de las guerras” no es por algo.
Realmente no sabes lo que puedes llegar a encontrar en lugares semi derrumbados. Que tipos de personas te puedes topar y cuantos lugares de “encuentros” estar. Aun así Mayuzumi pasa desapercibido. Como si realmente no estuviera ahí, que es ajeno a esa escena de desastre y muerte.
Ha caminado las dos estaciones como dijo Himuro, en lo que podría ser un tiempo record ya que apenas se podía ver la luz del sol a través de las nubes, algo que marcaba un aproximado al medio día. Suspira, siguiendo asía el centro retomando las indicaciones del peli negro; puede ver a lo lejos un grupo de soldados junto a una maquina de asalto. No se arriesga, y prefiere seguir la ruta trazada por el chico y caminar asía mano derecha y de nuevo asía el centro.
Divisa un señor que entra a un edificio. Rápidamente le alcanza para preguntarle: -disculpe, ¿el edificio de los refugiados?-.
El señor solo da un pequeño brinco antes de poder ver bien al chico: -es este- contesta.
Mayuzumi solo asiente con la cabeza y entra después del señor, yendo directo al tercer piso y al cuarto que le indico Tatsuya. Toca un par de veces la puerta y de esta sale Himuro: -tardaste-.
-No es como si quisiera venir, pero…- no pudo terminar de hablar, de repente estaba dentro del pequeño departamento siendo acorralado contra la pared, teniendo a Himuro muy cerca de su cuerpo: -¿Qué demonios ha…?-. Tatsuya tapa su boca con la mano, indicándole con un ademán que guarde silencio.
Detrás de la puerta se escuchan voces, simples comentarios en un idioma que alcanza a reconocer como ruso, pero solo uno de ellos le llama la atención: “se perdió el producto”.
No puede evitarlo y una sonrisa se dibuja en su rostro después de que escuchar cómo se alejan las pisadas: -je… esto será interesante-.