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Gensou no hana por yellowmuffy

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Notas del capitulo:

Hola a todos!! Inicio este capítulo con la última pregunta de la autora: ¿Están listos para el final? 

 

Y sin más preámbulos… A leer!!

 

CAPÍTULO 11

[El monstruo verdadero]

 

Ninguno podía creer lo que había pasado, cómo había pasado. Tuvieron todo el camino hasta el recinto para asimilar los hechos, sin embargo no fue hasta que llegaron al lado del par de heridos que la realidad golpeó sus mentes.

Naruto estaba deshecho, convertido en un mar de lágrimas mientras Minato a su lado trataba de tranquilizarlo, susurrando palabras de consuelo en su oído e Itachi como buen hermano no se despegaba del menor de los Uchiha ni un segundo aparentando calma de una manera magistral.

Unos pasos atrás Jiraiya los observaba, negándose a entrar, con una imágen repitiendose en su mente una y otra vez: Sangre, estanterías repletas del líquido carmesí, el sonido de las balas y sus propios gritos desesperados, después alguién intentando detenerlo, luego la oscuridad y al despertar nada, nada más que vacío y desesperación.

No podía verlo así, no podía perderlo... de nuevo.

Respiró profundo y, armándose de valor, entró en la habitación donde se encargaban de atender a los dos morenos.

Cuando lo vió fue casi como si el tiempo se hubiera detenido y, a pesar de su aspecto casi moribundo, pudo recordar en sus facciones toda la belleza que alguna vez lo había hechizado. Ahí tendido sobre una camilla, estaba el amor de su vida. Con una sonda entrando por su nariz, proporcionándole sangre en una vía directa hasta su estómago.

Se derrumbó cayendo sobre sus rodillas en el suelo y lloró. Lloró de impotencia, de rabia, de tristeza, y rezó. Rezó internamente porque un milagro ocurriera otra vez. Rogó por una nueva oportunidad de perderse en los ojos dorados de su amado, de sentir sus brazos, sus labios, de volverlo a ver sonreír, vivir.

A su alrededor las personas se mantuvieron en silencio sin saber qué hacer para consolar al hombre junto a ellos. No fue hasta que uno de los médicos, quién precisamente se encargaba de supervisar a Orochimaru, se acercó hasta el peliblanco y rompió la quietud.

- No tiene latido -Explicó- Pero no ha muerto, se está regenerando muy lentamente. Por la información que nos brindó Itachi, creemos que con un poco de tiempo y bastante sangre será suficiente para que se recupere.

Y en su lugar Jiraiya asintió y se puso de pié, recuperando un poco la compostura. ¿Había sido igual la última vez? ¿El cuerpo de Orochimaru sería capaz de aguantar? Se negó a hacer caso a la duda. Al menos había esperanza, se dijo.

Así comenzó su guardia, al lado del de largo cabello azabache.

Esa noche sería decisiva.

Una bolsa de sangre era cambiada por otra, casi cada hora, al igual que los vendajes en el pecho del moreno, siendo sustituidos por cada vez menos al tiempo que el agujero en el pecho de Orochimaru se iba reduciendo.

Cuando la herida en el pecho del vampiro al fin estaba casi cerrada, ya casi llegando el amanecer, el médico se acercó a confirmar su teoría, el corazón había vuelto a latir. Entonces, para seguir monitoreando el progreso  le colocaron un monitor del ritmo cardiaco y el sonido rítmico de los latidos inundó la silenciosa habitación.

“Música para mis oídos”, pensó el peliblanco, sintiéndose más tranquilo. En su interior agradeciendo al cielo, a Kami o a cualquier entidad cósmica que lo hubiese escuchado. Vivo, estaba, vivo.

Con cautela dejó que sus dedos viajaran hasta la pálida mano del otro, acercándola a sus labios, sellando con un beso sobre la fría piel de porcelana la promesa muda de que eso no volvería a ocurrir y que en su espalda pesara el peor de los castigos si permitía que alguien volviera a herir a Orochimaru.

 

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Naruto se sentó junto a Sasuke. Justo después de que terminaron de vendar sus heridas el doctor les había informado que su situación no era tan delicada, que una transfusión y un poco de descanso serían más que suficientes para que se recuperara.

Era entrada la mañana e Itachi había salido casi arrastrado por su padre a desayunar algo, dejando a Naruto vigilando en caso de que Sasuke despertara.

Naruto miró el tripié que sostenía una bolsa de sangre que se conectaba por un tubo al brazo de su amigo y la culpa que lo perseguía desde el día anterior volvió como una avalancha.

- Sasuke, despierta por favor -pidió quedamente mientras el llanto volvía a su mirada azul, apretando con delicadeza la mano de su mejor amigo. Aquel que siempre fue su cómplice en las fechorías, su rival en la escuela y su único confidente a lo largo de toda su vida. Pero a quién engañaba, se dijo, sabiendo que lo que sentía por Sasuke iba más allá que una amistad. Y aún así, él lo había puesto en peligro a pesar de todas las advertencias que le había hecho el Uchiha sobre su familia. Si tan sólo no hubiera insistido en buscar a su padre, si no hubieran encontrado toda esa información, nada de esto hubiera ocurrido. Todo era su culpa.

- ¿Por qué lloras, dobe? -Le sorprendió la voz rasposa de Sasuke.

Naruto se incorporó sorprendido y más lágrimas salieron de sus ojos azules. En un movimiento rápido tomó a Sasuke de su camiseta y estampó sus labios en los del azabache, en lo que en un principio fue un beso duro, desesperado e inexperto, como si con ello quisiera asegurarse que era real que el moreno estaba vivo, y cuando este le correspondió, el contacto de sus labios se transformó en uno más dulce, delicado, repleto de amor.

Se separaron.

- Me diste un susto de muerte -dijo Naruto casi contra sus labios y Sasuke como pudo atrajo al menor en un abrazo.

- Lo siento -susurró Sasuke en su oído, aspirando el dulce aroma de las hebras doradas.

Sasuke en su interior hubiera deseado que ese momento durara para siempre, pero el pitido rítmico que irrumpía el silencio le hizo volver a la realidad.

- Orochimaru… -no hizo falta más que mencionar ese nombre para que Naruto entendiera.

- Sigue dormido -el rubio señaló la cama de a un lado.

Sasuke levantó la mirada y pudo notar la pálida figura sobre las sábanas, así como al hombre peliblanco que velaba los sueños de éste.

- ¿Estará bien?

Más Naruto no dijo nada, no queriendo asegurar algo de lo que no estaba seguro. Aunque con todo lo que les había pasado estos últimos días, el rubio estaba seguro que cualquier cosa podía pasar.

Pero justo en ese momento la puerta se abrió y por ella entraron los dos adultos faltantes.

- Sasuke-kun, estás despierto -Puntualizó Minato con sorpresa y evidentemente feliz.

Otro sorprendido pero por su presencia fue Sasuke y más aún por cómo el rubio mayor se mantenía con los dedos entrelazados a los de Itachi ¿Acaso Naruto había tenido razón?

- ¿Cómo te sientes, hermano? -Cuestionó Itachi, soltándo los dedos del Namikaze para acercarse a su hermanito.

- Bien -dijo Sasuke con el ceño fruncido- ¿Qué hace Minato-san aquí?

Los mayores intercambiaron una mirada casi como si discutieran quién sería el que diera la explicación, pero ninguno se atrevía a decir nada.

El silencio incómodo fue interrumpido por Jiraiya, quien por fin se ponía de pie después de una larga guardia.

- Creo que iré por un café, de lo contrario será imposible seguir despierto. Será mejor que aclaren sus cosas mientras tanto.

 

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Su pecho se sentía entumido pero ya no dolía, intentó abrir los ojos y los sintió pesados, además que las luces segadoramente blancas no ayudaban en nada.

- Sasuke… -logró articular con sus labios al tiempo que sus ojos se abrían.

- Con cuidado Orochimaru -Itachi lo detuvo en su lugar al notar que intentaba incorporarse.

Orochimaru parpadeó un par de veces, acostumbrándose a la luz, y se permitió un recorrido por la habitación, notando que claramente se encontraba en un hospital o al menos algo muy parecido. A su alrededor un grupo de personas el más cercano de ellos era Itachi, sentado en el asiento junto a su cama, detrás de este el el sofá yacía Naruto al lado de Sasuke, quien lucía varios vendajes en su cuello, donde debajo debía haber también varias puntadas, y al lado de estos un rubio casi idéntico a Naruto pero con varios años demás.

- Sasu-chan ¿Estás bien? -Todo era bruma cuando trataba de recordar lo sucedido después del dolor atravesando su pecho, pero aún en su boca podía sentir el sabor metálico de la sangre.

- Sasuke está bien -Fue Itachi quien le respondió- Perdió un poco de sangre y tuvo una contusión leve, pero está bien. Quien nos tenía preocupados eras tú, la herida en tu pecho era muy grande y estaba sanando muy lento. No sé qué habría pasado si Sasuke no te hubiera dado a beber en ese momento.

Inconscientemente Orochimaru colocó una mano en su pecho al tiempo que preguntaba.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Itachi no evitó su mirada pero era evidente que no tenía buenas noticias.

- Han sido casi 12 horas, por ahora no sabemos dónde podría estar Madara o Sai.

Orochimaru asintió, sin saber qué más decir. Había fallado, otra vez.

En ese momento la puerta de la habitación se abrió de golpe dejando ver en el portal a un agitado peliblanco, quién casi parecía que acababa de correr una maratón.

- Te dejo sólo unos minutos y decides despertar -Se quejó el peliblanco en un tono de voz mucho más profundo del que recordaba, pero no había dudas aquel era Jiraiya.

Orochimaru sintió su corazón estrujarse al observar aquella alta silueta y reconocerla en un instante. Abrazó su  propio cuerpo en un gesto inconsciente, recordando con cruel exactitud el tacto que antes los dedos del otro habían tenido sobre su blanca piel. Los recuerdos, uno tras otro, fueron formándose como lágrimas en sus ojos, mezclando en su interior tantas emociones que hacían temblar sus piernas.

- Jiraiya –llamó en voz alta cansado de tener que ser fuerte, cediéndole al peliblanco las primeras acciones para su reencuentro.

Jiraiya, ante el llamado, caminó hasta su camilla y sus ojos de inmediato se conectaron con el par de ojos ambarinos que había dado por perdidos hace tanto tiempo.

- O-Orochi-maru –Sus palabras se cortaban por el nudo en su garganta, acortó más la distancia y sin dudarlo ni un segundo, lo estrujó contra su cuerpo.

Habían sido tantos años pensando largos discursos, palabras, frases cursis; que podría expresar si lo volviese a ver y, sin embargo, en ese momento que aferraba el delgado cuerpo del otro contra su pecho, sintió que no había ya nada más que decir.

- Creía que habías muerto –Susurró tomando el rostro del otro entre sus manos y acercándolo al suyo tanto como era posible sin tocarse- Creí que te había perdido antes incluso de poder recuperarte.

Rozó uno de sus enormes pulgares contra la pálida mejilla del pelinegro.

Orochimaru negó, y se aferró nuevamente a ese robusto cuerpo, sintiendo el propio temblar como gelatina.

- Lo siento -susurró contra el cuello del peliblanco, no queriendo que los otros vieran que había empezado a llorar, sintiendo la culpa aflorar entre el remolino de emociones- N-no pude protegerlo. No pude proteger a nuestro hijo…de nuevo -La voz se le quebraba con cada palabra.

- Shhh -Jiraiya lo calmó con una nueva caricia a su cabellera, tan larga, brillante y sedosa como recordaba, con el mismo delicioso aroma de siempre- Ahora estamos juntos -le susurró en su oído- Lo recuperaremos juntos.

Orochimaru asintió, sintiéndose seguro como sólo podía en los brazos de su amante.

- En realidad –Itachi dio un paso al frente inseguro de interrumpir- Nos han dicho que hay un testigo que puede darnos un par de pistas sobre el paradero de Madara.

 

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A pesar de sus ansias por salir a buscar a su hijo, Orochimaru tuvo que esperar toda la mañana hasta que un médico llegara a evaluar su estado. Justo como era de esperarse, todas y cada una de sus heridas habían desaparecido como si nunca hubieran existido. Y, después de la rápida evaluación que también le dieron a Sasuke, Yahiko apareció para guiarlos hacia el supuesto testigo.

-¿Dónde estamos? -Preguntó Orochimaru mirando a su alrededor Lo que en un principio le había parecido un hospital ahora se veía ante él como alguna clase de cuartel.

- Están dentro de los cuarteles de Akatsuki -les respondió el oficial de los piercings- Nosotros somos un escuadrón especial, nos dedicamos a arrestar a los peces gordos como Madara, sólo pocas personas saben de nosotros. Llevamos casi un año trabajando con Itachi encubierto para desmantelar la organización Uchiha.

- ¿Es por ellos que te fuiste? -Interrogó Sasuke a su hermano.

- No, en realidad la historia de eso es un tanto… complicada. -alegó el de cabellos largos buscando la mirada del rubio mayor, con cierta complicidad.

- Itachi y yo estamos saliendo -explicó Minato, y a Orochimaru no se le escapó el ceño fruncido de Naruto, aparentemente este no había tomado la noticia muy bien- Nos conocimos por primera vez cuando los Uchiha lo enviaron a negociar con mi empresa, pero yo siempre me negué a hacer tratos con ellos y eso no pareció gustarle mucho a Madara.

- Para ese momento sin planearlo Minato y yo ya teníamos algo… -Itachi aclaró su garganta- serio, y me fue imposible cumplir órdenes cuando Madara me pidió que lo matara, así que en su lugar alerté a Minato a tiempo y lo ayudé a ocultarse. Pero era demasiado arriesgado mantenerlo en ese lugar, además de que Madara desconfiaba de mí, así que contacté con Akatsuki para moverlo a un sitio más seguro y para evitar que me interrogaran tuve que desaparecer también. Dejamos la postal de Naruto y mi ordenador como pistas en caso de que algo sucediera.

- Desde que ayudamos a Itachi a desaparecer hemos estado acelerando el proceso para atrapar a Madara, pero las cosas se salieron de los planes en los últimos días y… el resto ya lo conocen -Yahiko terminó el relato de manera rápida cuando llegaron a un cuarto de interrogaciones- Justo ahora han terminado de interrogar al testigo. Les daremos unos minutos para hablar con él y así veremos si la información que nos dió a nosotros coincide o si hay algo más que agregar. -Abrió la puerta- Entren.

El cuarto estaba básicamente vacío, solo una mesa, una silla y un hombre sentado en ella: Izuna Uchiha.

- ¿Tío Izuna? -dejó salir Sasuke con sorpresa.

- El día de ayer hemos arrestado a casi todos los involucrados -comenzó Yahiko.

- Entonces, papá y mamá…

- Están bajo custodia -le confirmó Itachi serio a su hermano.

- Solo uno de todos los involucrados se entregó de manera voluntaria y accedió a brindarnos información. Izuna Uchiha.

Orochimaru analizó al mayor, aquel que siempre había sido la mano derecha de Madara, y pudo notar la tristeza y el arrepentimiento en cada una de las facciones de su rostro.

- ¿Por qué? -se atrevió a preguntarle directamente el de ojos ambarinos.

Izuna soltó un profundo suspiro. Él sabía que ese momento iba a llegar y si había alguien que merecía una explicación ese era claramente Orochimaru.

- Desde siempre la familia Uchiha ha tenido una relación estrecha con tu raza debido a que nosotros no nos vemos afectados por ustedes, no pueden manipularnos. Por lo mismo somos lo únicos con la posibilidad de controlarlos. Eso y otros conocimientos se transmitían de generación en generación en nuestra familia, pero para cuando llegó a nosotros, Madara y a mí,  ustedes ya estaban prácticamente extintos, no había ni un solo rastro de su existencia. Sin embargo, mi hermano en particular siempre ha sido un poco ambicioso y su obsesión con el poder que los tuyos poseían, lo llevó a nunca abandonar la búsqueda de tu especie y sinceramente yo nunca creí que su búsqueda diera resultado. Cuan grande fue mi sorpresa al encontrar a tu familia. Pero no ina a ser tan fácil acercarnos.

Se detuvo un segundo para lanzar otro suspiro.

- Crecimos con relatos de ustedes y debo decir que en mi juventud yo mismo también estaba intrigado por sus capacidades, así que con Madara iniciamos una investigación, reunimos toda la información que teníamos de los anteriores jefes de la familia y los capturamos. Por mi parte yo sólo tenía sed de entendimiento, de saber, con vergüenza  incluso puedo decir que yo en un principio los veía como alguna especie de animal, algo si mente, sin personalidad, sin sentimientos, y aún con ese argumento me equivocaba, pero nada más verlos esto cambió al igual que mis intenciones, pero poco a poco me fue quedando claro que para mi hermano no era así, nada había cambiado, sus intenciones eran las mismas. Él quería controlarlos, usarlos como herramientas.

Orochimaru apretó los puños en su lugar, pero de inmediato fue calmado por el toque de Jiraiya en sus hombros.

- La idea inicial era instalar prótesis en su cerebro que nos permitieran abolir por completo su personalidad y controlarlos a nuestro antojo. Y lo intentamos, primero con los adultos, pero ninguno de ellos respondió de manera satisfactoria y para mala suerte su habilidad de regeneración se vio dañada en el proceso y murieron, ya sólo nos quedaba aquel en el que nos habíamos negado a implantar los Chips, el más jóven de todos, tú -Por un segundo dudó en continuar, pero lo hizo- No tienes idea de lo feliz que me encontré de saberlo, creí que eso significaba el final, que al fin te dejaríamos libre al no tener ningún avance y ser el único que quedaba. Pero Madara no se detuvo con eso y empezó a buscar otras… opciones.

Itachi arqueó su ceja con duda.

- Aunque los anteriores experimentos no habían sido un completo fracaso porque nos habían dado la pauta de cómo manipular sus memorias. No podíamos exponernos a otro fallo. –Explicó- Madara tenía la teoría de que la respuesta estaba en tu propia sangre, la verdadera fuente de tu poder, y se dedicó a investigar tu cuerpo más a fondo al mismo tiempo que intentábamos refinar los estudios farmacológicos de drogas que realmente funcionaran, algo que bloqueara sus habilidades, su sed, y que nos permitiera estar lo suficientemente cerca sin perder el control. Pero nada parecía funcionar, tu metabolismo era demasiado rápido, muchas drogas ni siquiera tenían mucho efecto y cada vez era más difícil controlarte. En nuestra investigación descubrimos que no sólo las hembras eran capaces de gestar, si no también los especímenes varones y de alguna manera uno de nuestros socios inversionistas se enteró y a cambio de continuar financiandonos exigió que le diéramos su propio especimen. Aquello ya cruzaba la línea y creí que mi hermano se negaría, después de todo no es como si nos hiciera tanta falta el dinero, podíamos encontrar una manera de continuar sin esos fondos y sin dañar al único espécimen que nos quedaba, pero para mi sorpresa aceptó, porque vió en tí la posibilidad de recuperar en número los especímenes perdidos. Traté de persuadirlo pero fue imposible, al día siguiente ya te habían borrado los recuerdos y se estaban preparando para la siguiente fase. Debes entender que para entonces yo estaba completamente seguro de que todo era una abominación, pero no podía hacer mucho. Las cosas estaban demasiado fuera de control… y yo… yo sólo quería que se detuviera.

- Entonces fue que decidiste liberar a Orochimaru…

Izuna asintió.

- Activé el sistema de seguridad para que se deshiciera de todo el personal, y que pareciera más un accidente, un daño en el sistema. Pero aun así Madara llegó a darse cuenta y… lo demás ya lo sabes. Como castigo a lo que había hecho, él mismo se deshizo de mis ojos para que no volviera a inmiscuirme en sus asuntos. Pero yo lo acepté, porque creía que todo había terminado…

- Pero Orochimaru regresó –Naruto terminó la frase del mayor y este asintió en silencio.

- Y no solo eso, empezó a trabajar para Madara. Ya desde ahí todo era demasiado sospechoso, pero la gota que derramó el vaso fue cuando Sai llegó a casa dos años después. Madara ya no confiaba en mí como antes, así que la historia que me dió fue la misma que a los demás, que Sai no era más que su hijo bastardo al que había decidio aceptar debido a la muerte de su madre en el parto. Y desde que llegó yo traté de cuidar de él, de protegerlo, darle el cariño que sabía mi hermano no iba darle, y mientras fue creciendo Sai poco a poco me fue confiando todo lo que sucedía, como su padre siempre lo tenía rodeado de doctores y todo lo que estos le hacían para curar la supuesta enfermedad que él tenía ¡Por dios! ¡Sólo era un niño pequeño! -Su voz comenzó a llenarse de dolor- Cuando supe la verdad entendí porque Madara no tenía más interés en Orochimaru, tenía un nuevo espécimen, con diferente habilidades pero aún así con un metabolismo más compatible con el de los humanos, y mucho más dócil y fácil de controlar. Me partía el corazón pero sabía que no había mucho que pudiera hacer, yo era la única persona que sabía todo lo que mi hermano había hecho y hablar en el momento incorrecto significaría mi muerte y con ello perder toda esta información… yo… en verdad… -se quedó sin palabras cuando el llanto alcanzó su voz. Una disculpa nunca sería suficiente.

Orochimaru lo observó desde su lugar lleno de odio por el hombre que se había mantenido como un simple espectador mientras usaban y masacraban a toda su familia. Que sintiera arrepentimiento no cambiaba todas las atrocidades de las que había sido cómplice.

- ¿Dónde está Madara ahora? -preguntó Jiraiya a su lado, camuflageando mucho mejor su ira.

Izuna negó entre lágrimas.

- No lo sé –Susurró- pero sospecho de uno de nuestros laboratorios, es el sitio con más seguridad y del que muy pocos conocen la ubicación.

- El lugar de dónde me liberaste -dedujo Orochimaru.

Izuna asintió y, en un movimiento que alertó a todos, tomó la mano del otro en un fuerte agarre.

- Lo siento, sé que no sirve de nada, pero en verdad lo siento.

Orochimaru retiró su agarre de un manotazo y salió de la habitación sin decir nada. Segundos después le siguió Sasuke tratando de alcanzarlo y finalmente deteniendolo con un agarre en su muñeca.

- Orochimaru-le llamó y al darse vuelta hacia el menor sus ojos ámbar de inmediato notaron el temor implícito en cada una de las facciones de Sasuke.

- Estoy bien Sasuke -le prometió tratando de calmarlo- No planeo escapar de nuevo.

Sasuke lo soltó.

- Deberías dejar que ellos lo resuelvan -le pidió- ¿Qué pasa si sucede de nuevo?

Orochimaru lo entendía, el menor no quería perderlo, no después de lo que les había pasado el día anterior. El de largo cabello negro se acercó al chico y lo abrazó, tan fuerte como siempre, pero con cuidado de no lastimar sus heridas.

- Te prometo que estaré bien -le dijo, aspirando el aroma de su cabello, que a pesar de sus años seguía casi idéntico al de su infancia.- Tú no debes preocuparte por nada Sasu-chan.

- Sí chico, yo cuidaré de que la serpiente no se precipite -La voz de Jiraiya delató la posición del mismo a unos pasos de ellos- Tú encárgate de cuidar que los Namikaze no se maten entre ellos, Naruto no parece estar en buenos términos con Minato.

Sasuke asintió, soltando con renuencia al pelilargo.

- Yo quisiera poder hacer algo para ayudarte -habló por lo bajo.

Y Orochimaru sonrió.

- Ya has hecho demasiado -claramente refiriéndose a los eventos recientes acarició con las yemas de los dedos los vendajes en su cuello, pero internamente había un trasfondo mucho mayor en esas palabras, ya que aquel chico por muchos años había sido junto con su hermano su razón de vivir.

- Yahiko e Itachi dicen que han confirmado lo dicho por Izuna y preparará un escuadrón para partir mañana temprano. Por supuesto que se niegan a llevarnos con ellos, pero saben que no pueden detenerte y el único que te puede mantener a raya soy yo - Jiraiya sonrió.

- No deberías venir -Razonó Orochimaru- Sai está fuera de control.

Ante esas palabras Jiraiya cambió su semblante por uno más serio.

- Es por eso que lo hago, yo conozco al muchacho y además también es mi hijo.

- Si tan sólo supiéramos cómo volverlo a la normalidad -Se lamentó Orochimaru.

Y una chispa se encendió en la mente del menor de los Uchiha.

- Tu sangre -susurró, recordando la reacción en el rostro de Sai justo cuando hirió a Orochimaru- Creo que tu sangre es la respuesta.

Ambos mayores fruncieron el ceño.

- Puede que tenga razón -dijo Jiraiya recordando- La sangre siempre era la solución cuando tu instinto se descontrolaba.

- Madara mismo lo dijo y también Izuna -recordó Orochimaru- que mi sangre es la fuente de mi poder.

El brillo de esperanza destelló en los ojos de ambos adultos y salieron de allí para armar su plan y discutirlo con los jefes de la misión. Sasuke los miró alejarse, eran como el agua y el aceite, blanco y negro, pero parecían complementarse a la perfección.

 

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Esa noche, luego de pasar toda la tarde armando su plan para el día siguiente y después de un nuevo chequeo médico a los dos pelinegros, les habían asignado habitaciones para que descansaran, indudablemente los dos hermanos Uchiha habían quedado juntos en una y los dos rubios Namikaze en otra. Dejando a Jiraiya y Orochimaru sólos en su propia habitación, aunque en el fondo Orochimaru sospechaba que aquello no era más que un plan de los cuatro más jóvenes para darles un tiempo a solas. Después de todo eran muy pocas las palabras que habían intercambiado sin que alguien más estuviera presente.

En ese momento ya se encontraban sobre la inesperadamente pequeña cama, recostados sobre uno de sus costados, viéndose frente a frente, apenas iluminados por la luz de la luna. Ambos perdidos en sus propias cavilaciones. Uno pensando en los posibles desenlaces del día siguiente y el otro recordando una y otra vez las palabras dichas por Izuna. Fue Orochimaru el que se atrevió a hablar primero.

- ¿Crees que algún día logre recordar? -preguntó Orochimaru mirando fijamente a Jiraiya en la oscuridad- A mi antigua familia.

Jiraiya lo miró con tristeza, no podía darle una falsa esperanza y tampoco pensaba mentirle.

- No lo sé -Acarició con los dedos su mejilla.

- ¿Y crees que logremos recuperar a nuestro hijo?

- No lo sé -repitió, acompañó sus palabras con una nueva caricia, esta vez en el cabello de Orochimaru- Pero te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para traerlo de vuelta.

- ¿Y si no llegamos a tiempo? -La incertidumbre brillaba en el par de ojos dorados.

Jiraiya lo apretó contra su pecho.

- Mejor no pienses en eso -le dijo- debemos ser positivos.

- Pero qué tal si esto es mi castigo por todas las vidas que he quitado. Un monstruo como yo no merece ser amado, mucho menos tener una familia. No merezco ser feliz.

Jiraiya tomó el rostro del pelinegro en sus manos y lo obligó a mirarlo a los ojos.

- Escúchame -comenzó con firmeza- Tú como cualquier otra persona mereces ser feliz. No te atrevas a pensar lo contrario. La vida te ha orillado a cometer actos horribles, y quizá el instinto asesino sea parte de tu naturaleza, pero siempre tendrás la opción de elegir y confío en que tu corazón y tu mente te llevarán a tomar la decisión correcta, aquella que vaya en contra de tu instinto. Eres más que un simple monstruo, y con o sin sangre en tus manos, yo siempre te voy a amar, ¿Entendiste?

Orochimaru asintió, sintiendo en su pecho aquella calidez que había perdido hace muchos años, la misma que siempre sentía al tener al peliblanco cerca. Sonrió al sentir las rasposas manos de este pasear con delicadeza por uno de sus brazos, arriba y abajo en un movimiento repetitivo.

Y con cierta cautela cortó la distancia que los separaba, uniendo sus labios en un beso, lento, casi dudoso, pero al momento de tocarse la piel de sus labios ese contacto se volvió insuficiente. Las manos de Jiraiya se movieron por la espalda el pelinegro y lo acercaron más hacia sí mismo, volviendo mucho más profundo su beso y provocando que sus cuerpos se rozaran de una manera que hace mucho no sucedía. Un leve gemido salió de los pálidos labios de Orochimaru, que para ese momento tenía ambas manos perdidas en el cabello blanco del más alto. Y Jiraiya no pudo soportarlo más, afianzó su agarre en la espalda del pelinegro y de un sólo movimiento cambió sus posiciones colocando a Orochimaru contra el colchón mientras él quedaba arriba, cuidando no ejercer todo su peso sobre el otro.

Se separaron un segundo para recuperar la respiración y Jiraiya aprovechó para comenzar a deshacerse de esa ropa que tanto les había comenzado a estorbar. Mientras desde su lugar Orochimaru lo observó al tiempo que trataba de calmar el ritmo de su respiración.

- ¿No crees que es un lugar un poco inapropiado? -preguntó, y aún así él mismo se deshacía de su propia ropa.

Jiraiya sonrió de lado.

- ¿Desde cuándo eso te preocupa? -preguntó divertido.

- Pervertido -Orochimaru fingió molestia, pero el sonrojo en sus pálidas mejillas lo delataba.

Esta podría ser la última vez, no necesitaban decir las palabras para saberlo, y es por eso que después de ese inicio desenfrenado, ambos bajaron un poco la velocidad para disfrutar del cuerpo del otro, para recordar cada rincón con caricias y besos.

Mientras sus lenguas jugaban la una con la otra, y las manos de Orochimaru rozaban la espalda del peliblanco, este deslizó sus dedos por los perfectos muslos del pelinegro, que de inmediato los separó para darle espacio a Jiraiya.

- Estás un poco impaciente -Bromeó Jiraiya sobre sus labios.

- Cállate Jiraiy… -Pero el silenciado fue él al sentir cómo los dedos de más alto entraban en su cuerpo estimulando su entrada con maestría, mientras la otra mano de Jiraiya masajeaba su miembro, enviándole olas de placer y aumentando su impaciencia.

Cuando al fin los dedos salieron de su interior, Orochimaru aprovechó el momento para usar su fuerza e invertir sus posiciones. Nuevamente intercambiaron besos y con una última mirada maliciosa Orochimaru descendió hasta el miembro del peliblanco rodeando con él su larga lengua, disfrutando cada gemido salido por los labios de su amante, pero aquello no era suficiente. Liberando al fin la hombría de Jiraiya, volvió a subir por su cuerpo, uniendo nuevamente sus labios al tiempo que Jiraiya  introducía su miembro por la entrada de Orochimaru, provocando un gemido de parte de ambos.

Casi como si estuvieran en sintonía el uno con el otro, sus caderas comenzaron una cadencia perfecta, primero lenta y deliciosa, volviéndose después más rápida al tiempo que el placer se iba apoderando de sus cuerpos.

Era tanta el hambre por el otro que ni siquiera esa conexión entre ellos era suficiente, así que ansiando el contacto con el otro y sin perder su ritmo, Jiraiya se incorporó buscando una posición cómoda para ambos, terminando sentado sobre las mantas con las piernas de Orochimaru enredadas en sus caderas. Más besos fueron repartidos, por su cuello, hombros, clavículas y todo su pecho. Era tanto el placer de ambos que Orochimaru juró que se volvería loco.

Hasta que al fin llegaron al clímax del deleite, primero Orochimaru escondiendo su rostro en la curvatura del cuello de Jiraiya y liberando su esencia sobre el pecho del peliblanco alcanzando a susurrar su nombre sobre la piel bronceada y caliente del más alto, seguido después de un par de estocada por Jiraiya que se vino en su interior con un último gemido contra su cabello.

Justo después de alcanzar la cúspide del placer Jiraiya atinó a juntar su frente con la de Orochimaru, compartiendo un cruce de miradas lleno de éxtasis, pero también lleno de amor.

- Te amo  -le susurró una y otra vez, entre un beso corto y otro.

Y Orochimaru sonrió, no pudiendo creer que aquello fuera real. Separándose al fin, con un leve quejido por parte del pelinegro, se recostaron en la cama, Orochimaru sobre las almohadas y Jiraiya sobre su pecho junto a su corazón, arrullándose con sus latidos  e inconscientemente acariciando la piel de su pecho, hasta finalmente dormirse.

Y Orochimaru aprovechó su falta de sueño (gracias a su naturaleza) para contemplarlo, memorizando cada una de sus facciones, esperando que esa no fuera la última vez que estuviera en los brazos de su amado de esa manera.

 

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El laboratorio era justo como Orochimaru lo recordaba, el mismo símbolo en la puerta de entrada los recibió, a su lado los oficiales avanzaban con sigilo mientras él y Jiraiya esperaban que todo fuera seguro para entrar. Claramente Sasuke, Naruto, Minato e Itachi habían permanecido en el cuartel, era demasiado peligroso para cualquiera de ellos. Incluso se habían mostrado renuentes a que ellos les acompañaran, pero cuando les hablaron de su teoría sobre la sangre y siendo ellos dos los padres del muchacho, no les quedó más remedio que aceptarlos.

Después de muchos disparos y algo de revuelo pudieron avanzar. Lento pero seguro, uno a uno, cada vez menos guardias iban quedando a su paso y por fin pudieron tener libertad cuando el equipo de sigilo llegó a la cámara de vigilancia y desactivaron el sistema de defensa.

Hubo un punto donde tuvieron que separarse, sabían que Sai se encontraría en un sitio diferente al de Madara por las lecturas de las cámaras de seguridad que habían logrado hackear, así que con un fuerte apretón de sus manos, Jiraiya y Orochimaru se separaron, y con una última mirada cómplice se desearon suerte.

Se suponía que el equipo de Jiraiya sólo debía ganar tiempo, intentar controlar a Sai, mientras el equipo de Orochimaru atrapaba a Madara y volvía a su lado para recuperar a Sai.  Pero cuando llegaron al recinto donde el menor se encontraba, supieron que algo definitivamente había pasado en el lapso de su llegada.

Al entrar en la locación la imagen de Sai les dió la bienvenida, pero no había ningún instinto asesino en su rostro, sólo vacío y quietud.  Se encontraba sentado en una silla de ruedas con la mirada perdida en el suelo, más pálido que de costumbre.

- Chico ¿Me recuerdas? -Habló Jiraiya acercándose con sigilo. A su espalda avanzando los demás hombres del escuadrón armados con sedantes potentes y balas.

No hubo cambio en el rostro de Sai, pero tampoco se veía en él la ferocidad de la que Orochimaru le había contado. Se veía débil.

Hubo un pequeño revuelo y los oficiales sacaron de detrás de uno de las mesas de laboratorio a un hombre que evidentemente era médico, al parecer había tratado de escapar.

- Yo que ustedes no me acercaría a él, ya no sirve de nada, no debe tardar en morir, una copia a medias nunca será mejor que el original, nunca estará a la altura de Orochimaru-sama -les dijo Kabuto con sus brazos alzados y rió con sorna.

- ¡¿Qué le has hecho?! -preguntó Jiraiya corriendo hasta Sai.

- Yo solo hice lo que se me ordenó, extrage su sangre y se la dí a Madara -sonrió de lado- La sangre de Orochimaru es tan perfecta que es incompatible con los humanos, sin embargo la de Sai parece que es perfecta para una conversión parcial. Sabía que debía haberla tomado yo cuando pude… -comenzó a divagar el peliplata siendo cayado por uno de los oficiales que lo arrestaron y sacaron del recinto.

- Sai ¿Me escuchas? -le palmeó un poco la cara tratando que respondiera y notó en sus brazos marcas de pinchazos que evidentemente no estaban sanando.

Guardó la calma, desesperarse no haría nada por ayudar a Sai, y maldijo que con ellos no hubiera ningún médico dispuesto a ayudarlos, porque estaba claro que no podían confiar en Kabuto. Lo importante, se dijo, es que el chico aún respiraba, y esperaba que Orochimaru tuviera razón y su sangre hiciera tantos milagros como decían.

Sacó la cápsula con sangre de su bolsillo y conteniendo el temblor que quería aflorar de sus manos, inyectó todo el contenido en el brazo del menor. Y sólo por asegurarse de que fuera suficiente cortó una de sus manos acercandola a los labios del débil muchacho, quién la bebió con lentitud.

No fue hasta que el brillo retornó a los ojos de Sai que Jiraiya dejó salir un suspiro de alivio.

- Viejo pervertido -formuló Sai en un hilo de voz- ¿Dónde estamos?

Jiraiya sonrió.

- Será mejor que te lo explique después muchacho -le dijo como respuesta- hay muchas cosas que debo decirte.

- Debemos apresurarnos y alcanzar al escuadrón de Orochimaru, no responden por los comunicadores -Informó uno de los oficiales.

 

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Lo primero que notó fueron aquellos ojos rojos mirándolo de regreso, llenos de ambición, satisfacción y sed. Madara los esperaba, pero era completamente diferente, ya no era humano, al menos no completamente.

Orochimaru dió un paso al frente, era el último que quedaba de pie y estaba claro por qué los humanos a su alrededor no tuvieron ninguna oportunidad.

La pelea comenzó, al final todo era tan rápido que era imposible saber quién se movió primero. Un golpe directo era inmediatamente contrarrestado por otro igual de letal. Pero una diferencia no escapó a los ojos de Orochimaru y es que con cada minuto que pasaba las heridas del otro sanaban más lento, al igual que sus movimientos.

- Nunca serás como yo -Orochimaru trató de distraerlo confirmando su teoría, vigilando un corte en la mejilla del Uchiha.

- No es tu sangre la que corre por mis venas, es la de tu adorado bastardo, por eso no somos iguales -rió cínico Madara sabiendo que había tocado una fibra sensible del de ojos ámbar- Si fuera la tuya no sería defectuosa.

- ¡Callate! -Sabía que Madara solo trataba de sacarlo de sus casillas, pero que hablara de Sai como algo desechable es algo que no permitiría- ¡No tienes derecho a hablar sobre él!

- ¿Porqué no? Es mi hijo, después de todo -Madara sonrió victorioso logrando una herida profunda en el pecho de Orochimaru.

- ¡NO, ES MÍO Y TÚ ME LO ARREBATASTE, LO TUVISTE CONTIGO TODO ESTE TIEMPO!- Sus uñas se enterraron con firmeza en la piel del cuello del magnate al tiempo que lo estrellaba contra una de las paredes- ¡LO OCULTASTE DE MÍ Y LO USASTE COMO UNA MALDITA RATA DE LABORATORIO!

Una sonrisa de lado se formó en la comisura de Madara.

- Pero te dí otra mascota para que te entretuvieras -Se jactó- O acaso olvidas que te presté a mis sobrinos para reemplazarlo.

- MALDITA ESCORIA -Aquello era la última vez que ese hombre le haría daño. Preparó su puño con toda la fuerza necesaria para aplastar el cráneo del hombre.

- ¡OROCHIMARU NO! -La voz de Jiraiya lo detuvo en seco a unos milímetros del rostro de Madara- Tú no eres un monstruo, tú no eres como él.

Su agarre tembló y, sintiendo como las lágrimas resbalan por sus ojos, lo soltó y se apartó unos pasos, dejando a los oficiales recién llegados acercarse.

Pero era claro que Madara no se dejaría vencer tan fácil, con un movimiento rápido tomó a Orochimaru del cuello y dirigió sus colmillos hacia su carne. Sólo había una forma de obtener fuerza y era esa. La sangre de Orochimaru.

Orochimaru no tuvo otra opción, si Madara obtenía lo que deseaba sería imparable. Solo un monstruo podía acabar con otro monstruo. Deslizó su cuerpo con rapidez antes de que el Uchiha clavara sus colmillos y estaba dispuesto a perforar su corazón cuando un disparo se oyó junto al sonido de una bala atravesando el cráneo de Madara de lado a lado.

El tiempo pareció congelarse y casi como si fuera en cámara lenta el hombre cayó al suelo, sin vida.

Orochimaru miró a su espalda esperando encontrar a uno de los oficiales sosteniendo el arma culpable del disparo, sorprendiendose de encontrar que era el mismo Jiraiya quién la sostenía.

Y entonces el tiempo pareció volver a la normalidad.

Casi como si quemara el peliblanco dejó caer el arma y los oficiales comenzaron a moverse para encargarse del cuerpo de Madara y comunicar que la misión había terminado.

Terminado.

La palabra hizo eco en la mente de Orochimaru y miró a su alrededor buscando a alguien en específico. Cuando lo encontró, varios metros atrás del tumulto de gente, corrió a su encuentro.

Con las manos aún llenas de sangre de Madara, Orochimaru tomó el cuerpo de Sai y lo acercó al suyo, reconociendo el latir del menor acoplándose al suyo, justo como cuando éste se encontraba en su vientre.

- Se terminó –Susurró en su oído y depositó un suave beso en su frente- Se ha terminado al fin –Y no pudo evitar sonreír, aferrando al menor un poco más fuerte.

Minutos después Jiraiya se unió a ese abrazo.

Sai mientras tanto no entendía nada, pero por alguna razón el estar entre esas dos personas se sentía reconfortante, como si siempre hubiera pertenecido allí.

Y por primera vez después de tanto tiempo, aquellas tres personas en medio de tanto caos, sangre y maldad, pudieron decir que habían encontrado su hogar. Su familia.

 

 

 

 

Notas finales:

Ahora mismo estoy llorando internamente ( ; w ; ) han sido cinco años de travesía escribiendo esta historia por pequeños pedazos y el ver el resultado final me hace muy feliz. Siendo sincera nunca creí poder terminarla había sido tanto tiempo desde que la inicié, que me parecía imposible, además de que en esa etapa me habían pasado tantas cosas malas que mi moral se encontraba por los suelos casi todo el tiempo y lo menos que quería era escribir. Pero me armé de valor y aquí la tienen, quizá no sea perfecta o la mejor, pero tiene todo el esfuerzo de mi parte y me encanta. 

 

Quiero agradecerles por acompañarme en esta pequeña travesía y disfrutar conmigo cada capítulo, espero que les haya gustado que este capítulo final fuera tan largo, además de que el lemon fuera de su agrado, porque no estoy muy acostumbrada a escribirlo, pero esta pareja se lo merecía jejeje.

 

Y recuerden que aún falta el extra, que será publicado el domingo. 

 

Nos leemos pronto. 

 

Bye bye ;D


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