Capítulo 5
[Casualidad]
Estaban saliendo de clase cuando entró la llamada, Sasuke se encontraba con Naruto caminando por el pasillo, pero se detuvo en seco al observar el nombre en la pantalla.
- ¿Sai? –Era muy extraño, su primo jamás le había llamado, sólo tenía su teléfono por mera formalidad.
- ¿Es tu primo, no? –Naruto se acercó por detrás quitándole el teléfono al pelinegro al notar su intención de cortar la llamada. Y contestó poniéndolo en un volumen alto para que ambos escucharan.
- ¡Ayuda, Sai está en problemas, no sé qué le pasa! –La voz sonaba aterrada.
- ¿Qué, Sai? ¿Quién eres tú? ¿Dónde están? –Naruto intentó conseguir más información, pero la llamada se cortó.
- ¿Qué rayos ha sido eso? –Sasuke compartió una mirada perpleja con Naruto que mantenía el entrecejo fruncido y en un abrir y cerrar de ojos ya lo llevaba arrastrando hasta la salida.
- Lo que haya sido no importa, tu primo te necesita –Le dijo soltándolo al fin cuando llegaron a la entrada.
- Lo dices como si fuéramos muy unidos –Ironizó el pelinegro.
- Sigue siendo tu familia ¿Sabes dónde está tu primo? –Decía Naruto a media carrera.
- Debería estar en la escuela –Respondió Sasuke sin pensárselo demasiado.
- Kakashi no debe estar muy lejos –Dejó salir entre dientes buscando algo a la distancia.
- ¿Tu chofer? –Sasuke arqueó una de sus cejas.
- ¿Tienes una mejor idea? –Naruto se detuvo cruzando sus brazos.
Justo como lo había predicho el rubio, detrás del volante de un Mercedes bastante caro se encontraba un peligris leyendo el periódico, tranquilamente. Que se giró sorprendido al ver a los dos chicos que se acercaban.
- ¿Qué hacen aquí? No se supone que los vería hasta en un rato más –Los cuestionó mirando su reloj.
- No hay tiempo de explicaciones Kakashi. Necesitamos que nos lleves a este lugar –Señaló el rubio con premura, mostrando en la pantalla de su celular la dirección que el hombre debía seguir.
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El mundo está lleno de coincidencias, pensó Kakashi mientras conducía unas cuadras antes de llegar al destino señalado. Frente a ellos pasaron casi corriendo, un par de jóvenes que poco hacían por esconder su nerviosismo y con manchas en la ropa de lo que evidentemente parecía sangre. Por supuesto que él no conocía a casi ninguno de los Uchiha, pero debía ser un idiota para no darse cuenta que aquellos dos eran los únicos que no encajaban en el pacífico panorama de la ciudad.
- Chicos, creo que encontré lo que están buscando.
Y dicho esto Sasuke y Naruto dirigieron su mirada al mismo sitio que Kakashi.
- ¡Es él! -Gritó Sasuke. Y, con una maniobra que fácilmente podía aparecer en la secuencia de una película de acción, Kakashi les cerró el paso con el automóvil.
- ¿Sasuke? -Sai no podía creer lo que veía- ¿Qué haces aquí?
- No creo que este sea el lugar para discutir eso -Le dijo el pelinegro mayor, viendo como Naruto tomaba de los hombros al Uchiha menor y lo dirigía hacia el auto. Y él hizo lo mismo con el pelirrojo.
El auto arrancó, sin realmente un rumbo fijo.
Ya en marcha, Sai temblaba de arriba abajo hecho un ovillo en su asiento, rascando su cuello con los dedos, queriendo aliviar la picazón que aún sentía en la garganta , queriendo olvidar el sabor de la sangre y lo bien que se había sentido en su paladar. Naruto, nervioso y aún sabiendo que el temblor nada tenía que ver con la temperatura, se quitó su suéter y con él envolvió al pelinegro.
- ¿A dónde deberíamos llevarlo? - Soltó en un susurro dirigiéndose a Sasuke, que nerviosamente jugaba con sus manos.
- No lo sé -Sasuke miró de reojo a su primo- quizá sólo deberíamos ir a casa...
- ¡No! -El grito de Sai les tomó desprevenidos a ambos, haciéndolos saltar en su asiento- por favor, no me lleven a casa, m-mi padre, e-él me matará si sabe algo... Por favor.
Naruto asintió a sus palabras con una sonrisa consoladora, apretando el hombro del menor y acto seguido cruzó su mirada con la de Sasuke.
Sasuke evitó el contacto visual soltando un suspiro de cansancio.
- ¿A dónde más podríamos ir?
Gaara alzó la vista hacia ellos y habló por primera vez.
- Íbamos a la librería de Jiraiya.
- ¿Jiraiya? ¿Quién es Jiraiya? -Cuestionó Sasuke reconociendo aquel nombre.
Naruto le dirigió una mirada cómplice a Kakashi, quien no dejaba de sorprenderse de las casualidades que ocurrían ese día. Porque coincidía que el viejo pervertido también era amigo de la familia Namikaze y sabía exactamente dónde quedaba aquella librería.
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Jiraiya miró a través del escaparate principal por cuarta vez esa tarde. Sai ya había tardado demasiado en llegar. Suspiró resignándose y volviendo a su lugar detrás del mostrador.
Casi de inmediato la campanilla de la puerta sonó.
- Pensé que no vendrías muchacho –Pero se paralizó un instante al ver el estado del chico.
Dos muchachos lo sostenían por los hombros, mientras Sai no dejaba de temblar y se veía aún más pálido de lo normal.
- ¿Qué demonios pasó? –Soltó Jiraiya corriendo hacia ellos, poniendo seguro al local para después guiar a los tres a la parte trasera.
>> ¿Estás bien muchacho? –Cruzó su mirada por unos instantes con el rubio que le acompañaba y a quien ya conocía por ser su ahijado y el sobrino de su vieja compañera Tsunade, Pero ¿qué hacían Naruto y Sai juntos, en esas condiciones y acompañados por otro Uchiha? Sin embargo ese no era momento para hacer esa clase de preguntas.
Sai negó en respuesta a sus palabras mostrándole sus manos cubiertas de sangre. Pero Jiraiya fue un poco más suspicaz, notando el rastro del mismo líquido que se escurría desde la comisura de sus labios hasta perderse por su cuello. Pensando en una única probabilidad, pero… ¿Eso era posible?
- ¿Qué ha pasado?
- Sai está enfermo –comenzó Sasuke, sin poder evitar que su voz temblara levemente- Por lo que nos contó su amigo creemos que tuvo alguna clase se ataque psicótico y lastimó a alguien, pero…
- ¿Bebiste su sangre, muchacho? ¿Eso calmó en poco la sed? – Aquellas preguntas alarmaron tanto a Naruto como a Sasuke, este último sólo endureció su mirada hacia el mayor. Sin embargo, Jiraiya no dio importancia a otra cosa que al asentimiento de Sai.
- Ven Naruto, ayúdame –Sin esperar otra palabra Naruto soltó con cuidado a Sai y Jiraiya le guió hacia la cocina.
- ¿Qué haces tú con ellos Naruto? ¿Y qué fue todo ese juego de miraditas con el Uchiha? –Cuestionó el viejo peliblanco cruzando los brazos nada más habiendo desaparecido de la vista de los otros dos, mirando duramente al rubio que se encogió sobre sí mismo.
- Recibimos una llamada de Sai, que es primo de Sasuke, pidiendo ayuda, no sabíamos a dónde ir así que Kakashi nos trajo aquí, pero el se fué a llevar a casa al amigo de Sai, y aquí estamos–Resumió y seguido, como siempre, dejó salir la noticia sin ningún tipo de sutileza- Y en cuanto a Sasuke… Él y yo nos comprometimos.
- ¡¿Qué tú, qué?! –Jiraiya estuvo a punto de gritar pero se contuvo.
- Firmé un contrato de matrimonio con un Uchiha –Naruto evitó su mirada- Fue para salvar la compañía. Oba-chan me dijo que esa era la última opción que teníamos.
El viejo ermitaño dejó salir un profundo suspiro tras oírlo referirse a Tsunade. Esa mujer seguramente había usado al pobre chico para pagar sus deudas de apuestas.
- Tu padre no debe estar nada feliz con esto –Soltó por lo bajo, pero Naruto le pudo escuchar a la perfección.
- Mi padre nos abandonó. Sólo dejó una carta y desapareció…
El peliblanco negó, abrumado. Todo parecía mucho peor de lo que se imaginaba.
- ¡Pero no es momento para esto! –El peliblanco sacudió su cabeza tratando de concentrarse, por poco olvidaba al par de Uchihas- Vamos Naruto, ayúdame con el té.
Dicho esto tomó al chico por los hombros y lo arrastró a la trastienda.
- Esto es una completa locura -dejó salir por lo bajo Jiraiya alborotándo en un movimiento su melena blanca- Espero que funcione, porque si no estamos en serios problemas.
Se dió la vuelta, acercándose a una de las estanterías de dónde sacó algunas tazas junto con uno de los cuchillos. En dos de las tazas sirvió té y en la última de ellas colocó jugo de tomate al tiempo que realizaba una corta y poco profunda herida en su palma y colocaba un par de gotas de sangre revolviéndole con el jugo de tomate.
- ¡Qué haces viejo! –Naruto intentó detenerlo pero Jiraiya lo detuvo.
- Yo sé lo que hago Naruto -Señaló las otras tazas- Llévatelas –Ordenó y juntos regresaron al lado de los dos pelinegros.
- Esto te ayudará a calmar la sed, chico –Jiraiya tendió la taza al pálido pelinegro que en cuanto la tuvo entre manos la bebió sin chistar, hasta la última gota. Y de inmediato, con un efecto casi mágico, el temblor de sus manos cesó y el color volvió a su rostro.
- Gracias, viejo pervertido -le dijo Naruto mostrándole una sonrisa mientras el otro Uchiha permanecía tan serio como siempre.
- Ustedes tienen muchas cosas que explicarme, Naruto -les dijo el mayor sentándose frente a ellos, cruzando sus brazos.
- ¿Se conocen? -la pregunta de Sasuke vino acompañada por el ceño fruncido del mismo.
- Fue maestro de mi padre, amigo de Tsunade-obaachan y es mi padrino -señaló Naruto.
- ¿Y cómo es que Sai también lo conoce?
Jiraiya relajó su postura un poco, alzando una de sus cejas ante la altanería del muchacho. Era un Uchiha después de todo, se repitió a sí mismo.
- Yo vengo a menudo a esta librería -fue Sai quién respondió, su voz ahora mucho más tranquila- Somos amigos.
- ¿Y cómo es que usted sabía qué hacer? -insistió Sasuke, negándose a confiar en el peliblanco.
- Los años dan experiencia, hijo -soltó el adulto cansado- Ahora dime Sai, lo que pasó hoy, ¿es la primera vez que te ocurre?
El moreno asintió, bajando su mirada a la taza vacía.
- Hoy desobedecí a mi padre -confesó, pero fueron sus siguientes palabras las que llamaron la atención del mayor- Todos los días debo tomar medicina para controlar mi enfermedad, pero hoy no lo hice, por eso yo...
Se detuvo al recordar los eventos de esa tarde.
- ¿Enfermedad? ¿Qué enfermedad es esa? -Jiraiya continuó armando el rompecabezas.
- No lo sé - Respondió Sai- Solo sé que la tengo desde que nací.
- Sai -ahora las palabras salían con dificultad de su garganta, tenía que preguntar- ¿Conoces a alguien más que sea como tu?
El chico lo miró por unos instantes y negó.
- Mi padre dice que esta es una enfermedad muy rara, soy la única persona que la padece.
Jiraiya asintió perdiendo la esperanza.
- Muy bien, muchacho.
En silencio, Sasuke ató un par de cabos. Claro, Sai no conocía a nadie con esa clase de tendencias, pero él sí. Orochimaru, quien casualmente nunca había coincidido en ningún momento con Sai. Aunque era de esperarse porque el de ojos ámbar nunca asistía a las reuniones familiares y Sai casi no tenía contacto con nadie. ¿Pero eso era esperable, cierto?
- ¿Alguién sabe que están aquí?
- Solo nosotros, Kakashi y otro chico -Respondió Naruto de inmediato.
- Gaara no dirá nada a nadie -Le defendió Sai sin pensarlo, sabiendo perfectamente a dónde iría dirigida la siguiente pregunta- Él es mi amigo.
Jiraiya asintió.
- Entonces será mejor que ustedes dos se marchen y regresen a casa antes de que alguien sospeche. Una cosa es que sólo uno de ustedes desaparezca por un tiempo y otra que lo hagan los tres.
- Pero… -Sasuke estaba a punto de alegar.
- Yo me quedaré con el muchacho, nadie vendrá a buscarlo en una pobre librería como ésta. Además, soy el único adulto aquí que sabe lo que hace ¡Vuélvan a casa niños!
Y no hubo nada que ninguno pudiera decir en contra del peliblanco.
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- ¿Por qué no deseas volver a casa? –Jiraiya indagó una vez que los otros dos ya se habían retirado.
- No me quiere aquí ¿Cierto? ¿Usted cree que soy un monstruo? –preguntó Sai mirando a la nada.
- No lo eres, hijo –Comenzó el peliblanco, trayendo con esas mismas palabras muchos recuerdos que deseaba olvidar- No eres un monstruo y tampoco estás tan solo como piensas.
Esas palabras hicieron a Sai levantar la mirada.
- Una vez, hace muchos años, conocí a una persona muy parecida a ti y él era diferente, como tú, pero en el fondo tan humano como ambos.
Sai asintió disminuyendo un poco la seriedad en su rostro.
- ¿Y qué pasó con él? –indagó Sai. Pero sólo recibió una negación por parte de Jiraiya.
Justo en ese momento un fuerte sonido se escuchó en la entrada de la tienda.
- Desapareció. Hubo incidente en el que estuvo involucrado y no lo he vuelto a ver desde entonces, por más que intenté investigar todo siempre era un callejón sin salida. Muy probablemente haya… muerto, en aquel incidente. –La última palabra le costó más de lo que imaginaba.
- ¿Murió? -Los ojos de Sai se llenaron de empatía por aquel viejo lleno de recuerdos.
- Él no tuvo las oportunidades que tú tienes. Cuando lo conocí no tenía familia, amigos, un hogar, nada–Le dijo el mayor dejando caer su pesada mano en la cabellera de Sai, como ya le era costumbre, revolviendo las hebras con fervor- Yo quise dárselas, pero ambos éramos un par de jóvenes tontos, al final no funcionó.
- ¿Cree que yo también muera? -El miedo se dejó entrever en el temblor de su voz.
- No, no lo creo, por lo menos no pronto -Aseguró Jiraiya- Será mejor que vayas a descansar. Lo necesitas.
Pero Sai no se movió.
- Esta persona… -dudó un poco antes de formular su pregunta- ¿Esta persona fue de quién me habló antes? ¿Su primer y único amor?
Una larga pausa, casi le da la respuesta. No era necesario y aún así se atrevió a decirlo.
- Sí, es él mismo.
Y una lluvia de recuerdos lo invadió: la felicidad, las sonrisas, la complicidad, las peleas; no había día en que no lo extrañara, así como tampoco pasaba día en el que se preguntara si por alguna casualidad del destino Orochimaru seguía con vida.
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