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Futuro hoy. por samuesselmo

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Notas del capitulo:

 Muy Buenas a todos! Me encantaron sus comentarios :DD Nunca había tenido tantos comentarios en un día. Así que oficialmente son gente de la linda!

 Aquí el capitulo 2, espero les guste!

 Caminando de una punta a la otra, Takao se sentía un león en una estrecha jaula. No quería salir del cuarto, pero eso hacía poner nervioso a su marido, quien lo miraba preocupado. Luego de que él volviera con un hijo, se había vestido bien, ni muy casual y ni muy formal. No es que desconociera quienes eran los amigos de Shin-chan, el problema radicaba en que temía que hayan cambiado tanto como su “esposo”. Si ese era el futuro, como suponía Takao, entonces no podía ni pensar o suponer si las personalidades eran las mismas o habían cambiado tanto como la de Midorima.

Cuando escuchó el timbre sonar rezó porque cayera alguna clase de meteorito para terminar con todo eso, pero eso no pasó. Midorima se puso de pie y decidido caminó hasta afura del cuarto, no sin antes mirar a su pareja -¿Seguro estás bien, cariño? –No podía mentir, Kazunari se sentía terrible, pero sabía que aquella cena la había planeado desde hace días y no quería arruinarlo.

 —Estoy bien –Diciendo eso se acercó a Shintarou y se dejó abrazar, nervioso pero debía aguantar. Tal vez al día siguiente todo volvería a la normalidad. Bajaron de la mano hasta llegar a la sala. También había bajado el pequeño Shinko que estaba emocionado por ver a los demás también, tal parecía que ellos eran como sus tíos.

 Cuando abrieron la puerta el corazón de Kazunari se paró. Sí, no podía creer lo que estaba viendo. Bien, estaba seguro que esa persona era Kise Ryouta, pero recordaba al rubio como una persona alegre y simpática. Ahora, tenía frente a él a un Kise diferente, contrario a como era antes. Tenía una leve sonrisa, aunque los gestos de su rostro eran más finos y masculinos y seguía conservando esas largas pestañas –Buenas noches, Midorima –Saludó de forma calmada dándole la mano al peli verde. Eso ya no era normal ¿Dónde estaba el Kise hiperactivo que abrazaba a todo el mundo y nombraba a todo el mundo con un “cchi” al final?

 A lado del modelo, si es que continuaba siendo modelo el rubio, estaba Kasamatsu Yukio. Pero había algo extraño en él. No, todo estaba mal. El azabache sonreía tiernamente, como nunca lo había visto ni conocido, mientras sobaba con cariño su abultado vientre que se escondía debajo de un abrigado saco. Por extraño que pareciera para Takao, Kasamatsu estaba embarazado y siendo muy dócil.

 —Buenas noches Kise –Le devolvió el saludo sonriendo, Midorima –Para ti también Kasamatsu.

 —Vaya noche fría –Suspiró Yukio entrando y retirándose el saco para exponer su vientre frente a los presentes –Buenas noches, Takao –Saludó sonriente mirando a Kazunari. Éste no sabía dónde meter la cabeza, simplemente miraba con miedo la barriga del mayor.

 —¿Cuántos meses llevas? –Se atrevió a preguntar apoyando su mano con confianza el peli verde.

 —Siete meses –Respondió orgulloso sonriendo a su pareja mientras se acercaba para abrazarlo.

 —No quería que viniera, pero él insistió – Aclaró el rubio besando los labios de su pareja. Todo iba mal, pensaba Kazunari. Está bien, era el futuro, aparentemente, pero de verdad que todo estaba patas para arriba. Cuando volvió a sonar el timbre, esta vez, el azabache estaba listo para lo que cruzara esa puerta. Pero a pesar de que se distrajo cuando su hijo fue a saludar a la pareja que había entrado hace minutos, una voz realmente conocida lo hizo voltear. Kagami Taiga y Kuroko Tetsuya estaban saludando a Midorima. Ambos tenían ojera y se los veía cansados, tal vez la razón de eso era la pequeña criatura que cargaba el pelirrojo. Un bebé con un cálido traje de tigre lo cubría. No parecía llegar al año ese niño y era divertida la cara con el ceño fruncido que tenía. Pero no, también estaba mal, pensó espabilándose el azabache. El bebé era pelirrojo igual que el padre, además de tener sus curiosas cejas, pero aunque tenía los ojos cristalinos de Kuroko, a simple viste podía notarse que tenía una actitud fiera como la de Kagami.

 —Buenas noches, Takao-kun –Dijo de repente el peli azul, apareciendo al lado de Takao, provocándole un mini infarto. Estaba tan concentrado en sus pensamientos que ni siquiera lo había escuchado.

 —Ku-Kuroko, lo siento, me asustaste –Se disculpó de inmediato con las mejillas sonrojadas.

 —Está bien – Respondió el peli azul sonriendo apenado –Aún me sigue ocurriendo eso… -Agregó refiriéndose a su falta de presencia.

 —Kuroko, tu hijo está molesto, como siempre – Habló Kagami entrando a la casa con el niño en brazo, quien no paraba de moverse y patalear, abriendo y cerrando su pequeña boca. Así se podía apreciar que tenía un pequeño diente en forma de colmillo, mientras balbuceaba enojado.

 —Es mi hijo, pero tiene el carácter de su padre –Le respondió restándole importancia a la situación, tomando al bebé para mecerlo. Al parecer, la falta de sueño les había afectado a ambos y se podía ver en esa tonta pelea.

 Más personas iban llegando, ésta vez era Sakurai Ryou. Tenía una pequeña y redonda barriga, probablemente de cinco meses. Se lo veía sonriente pero con un extraño brillo en los ojos, como si estuviera a punto de llorar. Al menos no todo había cambiado, a no ser… -Mi-Midorima-san, necesito el baño, lo siento –Habló tembloroso cruzando las piernas en el lugar. El peli verde lo dejó pasar con confianza. Después de todo, su marido había pasado por lo mismo, algo que desconocía Takao.

 —¿Ryou fue al baño? –Preguntó agitado cargando a una niña de tres años como si fuera un saco de papas. Aomine Daiki no parecía haber cambiado mucho, claro que, las apariencias engañaban –A mitad de camino me dijo que quería ir –Aclaró entrando, dejando a la niña en el suelo. Era castaña igual que su madre y llevaba un par de coletas pequeñas debido al largo de su cabello.

 —La otra noche mojó la cama –Comentó riendo el moreno, mientras se quitaba la campera abrigada que tenía. Luego ayudó a la niña con su saco rosa.

 —D-Daiki, no digas esas cosas –Hablo con vergüenza y las mejillas sonrojas, colgando su saco.

 Antes de que alguien acotara algo, el timbre volvió a sonar. Al abrir, sin preguntar ni saludar entró Akashi Seijuurou, tal parecía que seguía siendo el mismo de siempre. Miraba a todos con superioridad y detrás de él entró el gigante de Yosen, Murasakibara Atsushi. Éste si parecía una persona diferente, tenía el cabello largo atado con una gomita y miraba a cada uno de arriba.

 —Buenas noches, Shintarou –Saludó una vez dentro, dejando sobre el sofá su caro saco, mostrando así una fina ropa de marca. Lo mismo hizo el peli lila –Fuiste muy amable en invitarnos.

 Después de ese extraño momento incómodo, par Kazunari por supuesto, prosiguió la cena. Parecía ser bastante silenciosa, la comida era muy buena y elegante, demasiado para ser una cena casual entre amigos. Había conversaciones sobre el trabajo, como que Kise era estaba pensando seriamente en dejar de modelar para tener tiempo para su familia, porque además de eso también era un gran piloto de avión. Kasamatsu era abogado, pero ahora no podía trabajar por obvias razones. Akashi ahora lideraba la gran empresa de su padre y su pareja Murasakibara era el dueño de una conocida industria chocolatera que rápidamente iba ganando fama. Sin embargo, las familias de Kagami y Aomine eran de un estatus social medio, mantenían a su familia siendo bombero y policía, respectivamente. Kuroko era maestro en el nivel inicial, aunque por el momento no había vuelto al trabajo y Sakurai se encargaba de la casa.

 Poco a poco, la actitud y la manera de hablar de Akashi fueron molestando a Takao. En las narices de sus amigos con menos recursos los recriminaba o simplemente alardeaba sobre sus vacaciones y vehículos. ¡Nadie le decía nada! Desde joven había sido así, y eso Kazunari lo sabía muy bien -¿Por qué no te callas? –Preguntó interrumpiendo el monólogo del pelirrojo más bajo. Todos miraron sorprendidos y asustados al azabache, como si fuera tuviera un bicho mortal en la cara –¿Cuándo pararás de escupir que te crees el rey del mundo?

—¿Perdón? –Sonrió Akashi mirando a los ojos a Takao. Pero él no iba a dejarse intimidar por él tan fácilmente.

 —Discúlpalo, Akashi –Habló Midorima abrazando por los hombros a su esposo –Hoy no tuvo un buen día.

 Antes de que el pelirrojo volviera a abrir la boca sin dejar de mirar intimidante a Takao, un llanto volvió a interrumpir. Era el bebé de Kuroko, que al parecer tenía sueño y estaba caprichoso. Kagami lo intentó calmar meciéndolo, pero parecía que eso sólo lo hacía poner más histérico – Vamos, Riku, cálmate –pidió paciente y cansado su padre. El llanto se iba volviendo más insoportable…

 —¡¿No puedes callar a tu hijo?! –Exclamó enojado Seijuurou, levantando la voz y mirando de manera reprobatoria a Kagami.

 —Lo siento, Akashi-kun –Respondió tomando al bebé para levantarse y alejarse de la mesa. Después de eso todo volvió a quedar en silencio. Kagami casi tenía lágrimas en los ojos. Obviamente la pareja estaba estresada y tener un hijo no les dejaba las cosas fáciles. Antes de empezar a lagrimar se levantó y se fue en la dirección por la que había ido su pareja.

 —No tenías que gritarles –Acotó Takao, desafiando nuevamente al pelirrojo que quedaba en la mesa –Se ve que están haciendo lo que pueden.

 —Es un niño mal educado –Se justificó, tomando los cubiertos para seguir con la cena.

 —No debe ni tener un año –Exclamó impresionado ante la actitud asquerosa, desde el punto de vista del azabache, que no paraba de hacerlo exasperar –Creo que no lo entiendes porque no tienes hijos.

 Un nuevo silencio invadió el lugar, causando que el ambiente se volviera pesado e incómodo. Incluso el llanto del niño se había apaciguado en otra habitación. Takao iba a seguir comiendo, pero el estrepitoso ruido de los cubiertos chocar contra un plato lo hicieron levantar la vista. El pelirrojo se paró y tomando un cuchillo lo clavó con fuerza sobre mesa, justo frente al azabache, que miraba asustado la situación. Creyó que nadie iba a hacer nada, pero se alegró y relajó al ver que Atsushi tomaba de la cintura para sostenerlo. Por otro lado, Midorima levantó de un brazo a Kazunari, quien no entendía nada. Los niños pequeños corrieron hasta la sala donde ahora Kuroko mecía a su dormido hijo junto con Kagami.

 Lo arrastró hasta la cocina, donde el ruido de afuera se aislaba. Shintarou lo miraba serio, como el Midorima de antes -¿Qué fue eso? –Preguntó como si fuera a regañarlo. Takao sólo alzó los hombros, no sabía lo que había pasado, para él Akashi era un demente, así que no se sorprendía mucho –Sabes bien que Akashi perdió a su bebé hace unos meses, Kazunari –Bueno, cuando escuchó esas palabras el azabache se paralizó, se puso blanco. No lo sabía ¡Obviamente que no lo sabía! Nervioso se pasó las manos por el cabello y miró para todos lados buscando una explicación.

 —Yo no lo sabía –Dijo mirando la expresión de incredulidad de Shin-chan –Quiero decir, lo olvidé, lo siento.

 —No te disculpes conmigo, hazlo con Akashi –Respondió suspirando mientras se acomodaba los lentes con una mano. Esa iba a ser una larga noche.

 Por supuesto que se disculpó, aunque no creía que ese pelirrojo había aceptado del todo sus disculpas. De diferentes maneras intentaba responder a ciertas preguntas, como consejos de crianza para los hijos de sus amigos. Aunque a veces lo miraban raro, podía aclarar sus palabras y pasar desapercibido ante los demás.

 Cuando todos se fueron pudo respirar tranquilo y se dirigió a su hijo, quien dormía en sentando en el sofá. Lo miró con cariño, no había pasado tiempo con él, pero el sólo hecho de saber que ese era su hijo de alguna manera lo hacía quererlo de manera inevitable. Lo cargó para llevarlo hasta el cuarto del niño y lo acostó. Para ponerlo más cómodo le quitó la ropa como pudo sin despertarlo y le puso la pijama. Una vez arropado, besó su frente y susurró un “buenas noches, Shinko”.

 Al darse la vuelta para salir de cuarto, se sobresaltó al ver el cuerpo de Midorima contra el marco de la puerta. Lo estaba observando atento, con una sonrisa en la cara, como si estuviese orgullo o algo así. Incómodo, Takao salió para ir a su habitación. El brazo del peli verde lo detuvo, para luego ir de la mano hasta el cuarto del matrimonio.

 La habitación era iluminada por una luz tenue, romántica, algo que hizo estremecer al menor. Miró con miedo y curiosidad a su esposo, que cerró la puerta detrás de él. Éste se acercó con cautela al azabache, tomándolo de las caderas y mirando los brillantes ojos que tenía frente a él. Pero por la mente de Kazunari pasaban otras cosas, ¡él era virgen!, porque de alguna forma eso era cierto. En sus dieciséis años de vida no había entablado ningún tipo de relación sexual con nadie. Con miedo terminó sobre la cama, teniendo el cuerpo de Shintarou encima, quien no tardó en besar y desnudar a Takao.

 Los nervios le estaban ganando, tenía miedo. Muchos pensamientos invadieron la mente del menor en el momento en el que sintió las enormes manos de Midorima sobre su ropa interior. Empezó a llorar, llamando la atención del peli verde que se separó de inmediato -¿Qué pasa? ¿Te duele algo, amor?

 Takao se sentó sobre la cama con miedo, abrazando sus rodillas, mojándose las piernas con sus propias lágrimas. Shintarou, realmente preocupado por su pareja lo abrazó, sintiendo el temblor y el suave sollozo de éste –Tranquilo, todo está bien.     

 —Quiero ir a casa –Dijo llorando con fuerza abrazándose al pecho de Midorima.

 —Estás en casa, cariño –Respondió acariciando los cabellos azabaches. Poco a poco, le fue ganando el sueño a los dos. Antes de dormirse, Midorima vistió a su pareja y lo acostó con cuidado. Luego él hizo lo mismo y volvió a abrazarlo. Durmieron así, sintiendo el calor del otro. En la conciencia de Takao, él sólo deseaba volver a su hogar, con su familia.

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado! Muchas gracias por sus comentarios, otra vez, me alientan a seguir escribiendo! 

 Muchos saludos! Me disculpo si tengo faltas de ortograía, soy un ser humano y no tengo a alguien que edite y eso xD

 By Selmo


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