Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Marioneta De Cristal por Satan666

[Reviews - 112]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original. Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer. 

  Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  

También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.    https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/  

Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo XVI. (Hipócrita)

POV Adrián

Tengo tantas preocupaciones últimamente que se me olvida comer, si no estoy con otras personas que me recuerden que debo hacerlo, si es que quiero seguir manteniéndome fuerte. No sé cuál es el límite de un hombre o de una persona en general, para soportar su vida, pero sé que si sigo enterrándome junto a los restos de las personas que tengo a mí alrededor, entonces terminare volviéndome completamente loco. Y si le sumo a todo eso inquietudes ajenas, entonces, probablemente termine quitándome la vida en uno de esos arrebatos de locura, que antes nunca pude entender viniendo de otras personas a mi alrededor, pero la vida es difícil.

— No sé qué debo hacer, eres mejor que yo con las palabras.

— Es que no puedo creer que le dijeras eso, eres un idiota.

— Adrián, es que no tenía la menor idea de sus sentimientos. Hasta cierto punto sabía que ambos sentíamos mucho por el otro, pero no con tanta profundidad, más bien no de esa forma.

— George, no estoy seguro de si debo decirte esto o no, pero necesitas ser más atento a lo que está a tu alrededor y dejar de ser tan idiota. – Lo mire fijamente y él desvió la mirada.

— Me siento apenado con toda esta situación, yo no quería lastimar a nadie, mucho menos a Jacobo.

— Estoy seguro de que no. – Suspire exhausto.

— Voy a hacer todo lo posible por arreglarlo.

— Lo posible no basta en esta situación, arregla todo esto antes de que yo quiera matarte, y ahora que lo pienso ¿Quién es la chica que te gusta?

— ¿Eh?

— No ve vengas con eso, antes mencionaste que le dijiste que te gusta una persona, incluso llegaste a mencionar la palabra amor y es por eso que tenemos este problema ¿La conozco?

— No lo creo.

— Está bien, ya me voy a enterar de quién se trata, no eres bueno para esconder secretos.

— Tienes razón. – Sonrió levemente, pero sin ningún ánimo.

— No te pongas así, estoy seguro de que Jacobo te va a perdonar si hablan correctamente. – Le aseguré.

— ¿Y a ti te gusta alguien? – Preguntó, y eso me tomo por sorpresa.

— No realmente, no tengo tiempo para todo eso y mucho menos ahora que estoy aquí, después de terminar con James tome la decisión de darme un tiempo de los sentimentalismos.

— No existe nadie tan bueno como para merecerte. – Susurró.

— Pienso que existe una persona para todos, en alguna parte del mundo, solo que a veces no es fácil encontrarla; hasta puede que este frente a tus ojos. – Lo mire y se puso nervioso.

Espero que haya entendido lo que estaba tratando de decirle, porque no quiero involucrarme en este asunto mucho más de lo que me corresponde. Son mis mejores amigos, pero nada de esto me concierne y de eso estoy mucho más que claro.

Sé que no tengo derecho de exigirle que sienta algo por Jacobo, pero estoy seguro de que ellos son el uno para el otro, y seguiré velando por esa relación hasta el día que me muera. Últimamente puedo ver todo con un poco más de claridad, tal vez porque madurando o porque las cosas han cambiado demasiado. Sea cuál sea el caso, siempre espero resultados positivos.

Recosté mi cabeza en el respaldo del sofá y cerré los ojos para relajarme, con intención de dormir al menos unos minutos. Pero la tranquilidad no me duro mucho más que eso.

— Te digo que lo quites de mi lado, porque lo voy a ahocar con mis manos sin ningún peso de conciencia. – Gruño Darío, entrando a la casa.

— Parece que alguien tuvo un mal día. – Le dije antes de reírme por lo bajo. Tengo sentimientos encontrados cuando Darío se molesta.

— Adrián cariño, y George; lo lamento pero es que sucedieron tantas cosas que no sé por dónde comenzar.

— ¿Cómo cuáles? – Preguntó George.

— Como el hecho de que esa cosa este aquí.

Señalo a un chico su lado; no muy alto y con el rostro bastante infantil; lentes grandes y gruesos; vestido de una forma bastante singular. Nada de lo que trae puesto hace juego y los colores tan fuertes de su ropa dan dolor de cabeza. Me recordó al personaje de un video juego.

— Darío, por favor. — Dijo Bruno con evidente cansancio.

— No. – Darío se cruzo de brazos.

— No voy a irme de aquí, quiero ser un Halcón. – Toda la habitación se quedo en silencio ante esa declaración.

— ¿Qué? – Preguntó George y puso los ojos en blanco.

— Esa, esa fue mi expresión cuando me dijo lo mismo hace rato; se volvió loco y les voy a advertir esto a todos, si no se va ahora mismo, lo voy a matar. – Nos miro a todos.

Me puse de pie para intentar calmar la situación, porque soy la persona que puede lidiar con más facilidad los ataques de Darío. Mire al pequeño intruso y me acerque.

— ¿Por qué quieres ser un halcón, eh...? – Comencé a preguntar.

— Se llama Santiago. –Me dijo George.

— De acuerdo, Santiago. – Mire al chico, me sostuvo la mirada y se acercó lo suficiente como para respirar sobre mi nuca. Ese gesto me sorprendió tanto que me vi obligado a retroceder unos pasos para acortar la distancia entre nosotros.

— Debes ser tú. – Susurró.

— ¿Qué...?

— El príncipe.

— Ah. – Suspire aliviado, al darme cuenta de que solo es tan curioso como intrépido y extraño.

— Supongo, soy Adrián. – Le terminé de aclarar, sonrió de forma extraña, como si sus labios estuvieran pegados.

— Tengo unas cuantas preguntas para ti. – Me dijo.

— Adrián no tienes porque responderle nada, es una molestia. – Darío se sentó en el sofá, ocupando el lugar dónde yo estaba antes.

— No me molesta, me gustan los chicos, todo está bien. – Lo tranquilice.

— No soy un niño, no me trates como uno. – Gruño Santiago.

— Está bien, entonces no te tratare como un niño. – A simple vista se nota que es tan difícil de tratar como su hermano. Así que entiendo porque Darío esta de mal humor.

— Debería irme, pero quiero ver todo. – Dijo Bruno divertido.

— Muy bien Adrián, en primer lugar, ellos dicen que no puedo unirme ya que no tengo lo necesario para estar aquí, pero tú eres de la zona azul, tampoco eres parte de este lugar ¿Qué clase de habilidades tienes que te hacen merecedor de estar en este lugar?

— La verdad no estoy seguro. – Le dije, y él sonrió de forma arrogante.

— ¿Y qué hace una persona de la zona azul en este lugar? Mire como lo mire es completamente ridículo.

— Me gusta estar aquí. – Se echó a reír de forma nasal y terminó ahogándose con su propia tos. Apreté los labios para no reírme.

— Eso es absurdo, a nadie le gusta estar aquí.

— A mí me gusta estar aquí. – Me miro desafiante, suspire.

— Debes ser estúpido. – Dijo.

— ¡Santiago! – Lo reprendió Darío.

— No te preocupes Darío, él tiene razón, probablemente sea estúpido por estar aquí. – Mire al chico, me fulmino con la mirada.

— Este sujeto no tiene habilidades y acaba de declarar que es estúpido ¿Por qué si puede estar en este lugar? Yo tengo lo necesario para ser un Halcón, soy inteligente.

— También eres un dolor en el culo. – Gruño Darío.

— Adrián es muy modesto como para identificar sus propias habilidades, pero las tiene, no deberías preocuparte por él; más bien deberías hacerlo por ti mismo, no importa si Darío es tu hermano, aquí todo el mundo se cuida solo. – Le dijo George.

— ¡Ya estaba enterado de eso! ¡Gracias! – Chillo a modo de berrinche.

Tuve que volver a contener una risa, pero deje escapar un carraspeo de mi garganta. El chico me fulmino con la mirada, así que levante las manos en señal de darme por vencido con la conversación, y me senté entre George y Darío.

— Deberías dejarlo ser y ya está. – Le dijo Bruno a Darío.

— Seguiré con mi vida como si no existiera. – Nos advirtió Darío.

— ¿Por qué no regresas a tu instituto Santiago? – Le preguntó George.

— No puedo.

— ¿Por qué no puedes? – Esta vez le preguntó Darío, a pesar de que dijo que fingiría que no existe lo está mirando fijamente.

— Me expulsaron.

— Perfecto, lo que me faltaba, te advierto que estas completamente por tu cuenta.

— Darío, espera. – Pero se levanto y se fue corriendo a la habitación.

Supuse que para evitar un posible asesinato, y me pregunté si lo más sensato era hacer lo mismo para evitar más confrontaciones.

— Santiago, si quieres quedarte en este lugar, primero debo hablar con el jefe. – Le dijo Bruno, y el chico se puso nervioso.

— ¿Y si dice que no?

— Te estoy ofreciendo quedarte, pero no te ayudaremos para convertirte en un Halcón, ten eso en cuenta, pienso que eres demasiado chico y la verdad es que no tienes lo necesario.

— ¡No soy un niño!

— Lo lamento, tienes solo un techo para dormir. – Bruno lo dijo tan firme que nadie podría haberle refutado nada.

...

— ¿Entonces una persona misteriosa pago su fianza? – Pregunté.

— Fue muy extraño, porque nos liberaron a todos, también a los Red K. – Dijo Camilo.

Todos nos reunimos en la sala para conversar de lo que fue su pequeña aventura, mientras estuve ausente.

— No importa, debemos estar agradecidos, estar con los Red K me hace poner nervioso. – Dijo Darío.

— Bueno, la verdad es que no fue nada cómodo pasar esas horas con ellos. – Coincidió Camilo.

— Lo importante es que todos se encuentran bien, pero ¿Por qué la policía es de temer en este lugar? Esa parte no me la dijeron. – Los mire.

— Es porque no son mucho mejores que nosotros. – Dijo Jacobo, entrando a la habitación, George se levanto para ayudarlo, pero no se lo permitió y se sentó por su cuenta.

— ¿Son criminales? – Pregunté.

— Son mucho más que eso, todo lo malo que se te pueda ocurrir, eso es lo que son ellos. – Dijo Darío.

— Ni siquiera pudimos terminar el trabajo. – Dijo Camilo.

— No se preocupen, ya me encargue de eso. – Se hizo presente la voz de Bruno, todos lo miramos entrar y sentarse.

— Siempre un paso por delante jefe. – Le dijo Benjamín, y Bruno sonrió levemente.

— Ahora el verdadero tema de importancia es lo que estaban haciendo los Red K en ese lugar, parecía que estaban en una reunión. Según Santiago estaban molestando a esa chica que él intento defender, pero eso no tiene mucho sentido; tal vez algunos sean pasados de mano con las mujeres, pero normalmente siempre están negociando, o advirtiendo, no están perdido el tiempo. – Dijo Bruno, razonando y mencionando cada detalle.

— Concuerdo. – Dijo Jacobo.

— ¿No hay más personas aquí? – Preguntó Camilo.

— Todos están trabajando. – Le respondió Bruno.

Lo mire el tiempo suficiente como para saber que se está comiendo la cabeza con algo, con una idea, ahora la cuestión averiguar de qué se trata. Su mirada se encontró con la mía, no quise iniciar ningún desafío silencioso, ya que estoy mentalmente exhausto. Desvié mi punto de enfoque a la mesa la cual estaba llena de tazas sucias, periódicos, cajas de cigarro y los teléfonos de todos. Me mantuve de esa forma el tiempo suficiente como para saber que ya se había concentrado en otra persona y otro oficio, que no fuera desafiarme, sospechar o acusarme.

Pasaron varios minutos y todos comenzaron a dispersarse, algunos con ordenes de trabajar, otros subieron a descansar; incluso pude ver que Darío y Santiago salieron de la habitación gritándose el uno al otro algo sobre trabajo. Me levante con intención de escapar, antes de que sucediera algo, pero no fui lo suficientemente rápido, porque un brazo enorme se interpuso en mi camino a la libertad. Inevitablemente puse mala cara.

Suspire y me resigne, lo mire fijamente, sin miedo.

— ¿Por qué lo hiciste? – Preguntó.

— ¿Disculpa?

— Sé que tú fuiste la persona que pago ese dinero, para sacarnos.

— Muy bien, no tengo porque esconderlo ¿Qué es lo que te molesta? – Me cruce de brazos.

— Lo que me molesta es precisamente ese hecho, nos sacaste a todos.

— No sabía que eras fanático de la prisión, la próxima vez te dejo dentro, todo el tiempo que quieras. – Lo mire.

— No te hagas el listo conmigo, se que entiendes perfectamente lo que te quiero decir, pero de todos modos lo diré lentamente, para que captes la idea de mis palabras ¿Por qué liberaste a los Red K?

— Lo único que hice fue pagar ¿Sabes? Solo pedí que liberaran a todas las personas que estaban dentro, no fui específico, así que no tengo idea de que estés imaginado, pero olvídalo.

— Sigue siendo como al principio, no importa cuánto lo piense o cuanto intente inventarte una excusa, eres sospechoso y no me gustas nada.

— Ya somos dos, tampoco me gustas absolutamente nada. – Puse una de mis manos sobre su brazo con intención de apartarlo, pero terminé peor, con la espalda contra la pared.

— Te lo advierto, descuídate un poco y acabas destruido.

— No te tengo miedo Bruno. – Sostuve su mirada, aun en esa posición.

— Puede que no me tengas miedo ahora mismo, pero eventualmente... — Tomo mi barbilla y la apretó con su mano, sentí como si me la estuviera partiendo a la mitad, pero no me queje, solo para no darle el gusto.

— Tampoco creo que vaya a hacerlo en el futuro, no te tengo miedo, punto. – Me soltó.

— Sé que te sientes confiado porque todos te aprecian en este lugar, pero si saben que resultaste ser un traidor, todo va a cambiar, no van a ponerse de tu lado, y vas a sentirte bastante solo.

— No le temo a la soledad, y tengo confianza de que no va a pasar nada malo, porque la única persona que sospecha de algo inexistente eres tú.

— Ya veremos. – Se aparto, liberando mi cuerpo y sin dejar de fulminarme con la mirada, terminó saliendo del salón.

— Te odio. – Susurré y tome mi barbilla con las manos.

...

— No puedo entender cómo es que ustedes se llevan bien con él, de verdad lo odio, me tiene bastante cansado, siempre me está amenazando ¡Esto deben sentir los asesinos cuando sucumben a la locura!

George y Jacobo me miraron impresionados, desde que entre a su habitación y comencé que hablar sin que nadie pudiera detenerme. En un intento de desahogarme.

— Adrián, sé que no es tan amable contigo como los demás, pero Bruno no es una mala persona, simplemente está sometido a mucho estrés todo el tiempo, encuentra culpables en todas partes y sé que no lo hace con intención acusatoria. – Me dijo Jacobo, me senté en su cama y lo mire como si estuviera loco.

— Sé que ustedes piensan eso, pero no es así, esto es diferente.

— En primer lugar ¿Por qué tiene tantas sospechas de ti? – Me preguntó George.

— No tengo la menor idea, puede que sea simplemente por lo mismo que me preguntó Santiago, una persona de la zona azul en este lugar, debe ser para ellos un choque emocional, es pocas palabras tienen un prejuicio. Todos quieren escapar de este mundo y de la zona roja, pero yo entre por cuenta propia y eso dentro de su cabeza debe despertar ciertas alarmas.

— Todo pasará, ahora mismo estamos cansados y estresados. – Jacobo puso su mano en mi pecho para confortarme.

— Gracias Jacobo, y ustedes ¿Ya están mejor? – Ambos se miraron.

— Estamos bien. – Susurró George.

— Seguro estaban hablando cuando yo entré, que estúpido soy. – Puse ambas manos sobre mi rostro.

— No eres estúpido, y no te preocupes, si algo sucede debes venir, eso es lógico. – Dijo Jacobo.

— Eres muy bueno conmigo. – Lo despeine y me levante.

— ¿Vas a estar bien? – Preguntó George, algo preocupado.

— Claro que si, simplemente necesitaba desahogarme, pero no puedo ir con Darío, temo que me vuelva a meter en medio de las peleas que tiene con su hermano. Estoy cansado de eso, desde que llegaron no hacen otra cosa y puede que ahora mismo estén peleando en la habitación.

— Ve a dormir un poco, parece que tenemos que trabajar más tarde.

— De acuerdo, entonces los veo en un par de horas. – Me despedí con la mano.

...

No había nadie dentro de la habitación cuando entré, por lo que suspire aliviado. Me recosté y pude descansar varios minutos, disfrutando del silencio. Pero al cabo de un rato, fue demasiado silencio, me terminé levantando de la cama y busque algo de ropa para cambiarme. Tome el teléfono, las tarjetas y el arma antes de salir, sin saber exactamente a dónde ir. Camine de la forma más silenciosa posible, para no despertar a nadie; el pasillo estaba vacío, así como la sala principal, conseguí salir del lugar de los Halcones sin llamar la atención.

Comencé a caminar cuidando mis pasos y los alrededores, me tape la cabeza con la capucha del suéter y me dirigí hacía el lugar de los Red K. Terminé volteando un sinfín de veces, para ver si alguien me estaba siguiendo. No quise convertirme en un preso del pánico, pero sentí que mi nuca estaba siendo perforada por la mirada de alguien. Intente no ponerme nervioso y camine hasta que llegue a la pared negra.

Toque dos o tres veces la puerta, pude sentir pasos y voces, pero no fue hasta luego de un minuto después de escucharlos, que me abrieron la puerta. Pude ver la sorpresa en el rostro de Ronald, me tomo del brazo y me hizo entrar, para volver a cerrar la puerta, no sin antes asegurarse de que nadie me estuviera siguiendo.

— Adrián ¿Qué estás haciendo aquí?

— No estaba seguro de a dónde ir, lo lamento, tengo ansiedad. — Me senté en el primer sofá que encontré, y él se sentó a mi lado.

— Te pudieron haber seguido.

— Lo sé, estuve alerta durante todo el camino, no escuche pasos o señales de que otra persona estuviera cerca de mí, pero debo admitir que vengo con los nervios de punta. – Me estremecí por el frío.

— ¿Ocurrió algo con los Halcones?

— Nada grave. – Suspiro y se aclaro la garganta antes de volver a hablar.

— Bueno, me alegro de que estés bien, pero debes ser más cuidadoso.

— Tendré más cuidado, no era mi intención preocuparte.

— Lo sé, simplemente temo que pase algo que se escape de nosotros, ya lo sabes, siempre te estamos cuidando, aunque no puedas vernos.

— Eso no me hace sentir mejor, me siento acosado.

— Tu novio está dormido ¿Lo despierto?

— No, voy a esperar que se despierte por su cuenta, voy a pasar.

— De acuerdo, si necesitas algo, puedes buscarme en mi habitación.

— Está bien, te lo agradezco.

No sé porque cada vez que hablo con Ronald, siento como si lo estuviera haciendo con mi padre.

Nos levantamos y subimos las escaleras al segundo piso. Él se detuvo primero y entró a su habitación dejándome seguir el camino hasta la última puerta. A pesar de saber que estaba dormido, toque dos veces antes de abrir la puerta, por educación. Encontré todo en penumbras, el aroma del cigarro me invadió los sentidos de inmediato, era muy invasivo. Suspire y camine hasta la cama, esquivando ropa y cajas, me recosté a su lado para poder observarlo, no pude evitar sonreír complacido.

Disfrute de su respiración, de su olor y también de las pequeñas quejas que exhalaba de vez en cuando. Nunca me pareció más humano, o más normal que en esos momentos. Me deje llevar y cerré los ojos, no paso más de un minuto antes de que me quedara completamente dormido.

...

Me desperté completamente desorientado, mire a mi alrededor, y me senté en la cama tan rápido que conseguí ganarme un ligero dolor de cabeza. No vi a mi novio por ningún lado, así que me preocupe por la hora, ya que se supone que tenía que regresar antes de que los Halcones despertaran para ir a trabajar con ellos, ese era el plan. Puse un pie en el piso y se abrió la puerta, observe al dueño de la habitación hasta que se acomodo en cuchillas entre mis piernas con un vaso de café que me entregó.

— ¿Tienes idea de lo mucho que me sorprendió verte a mi lado?

— No era mi intención ponerte de los nervios, lo juro, no quería despertarte y me quede dormido.

— ¿Sucedió algo malo? – Estiro la mano hasta mi oreja y acaricio con la punta de los dedos el emblema de los Halcones.

— No realmente, supongo que me estaba volviendo loco con todos estos pensamientos que tengo, a veces me da miedo. – Le di un sorbo al vaso de café, exhale de placer, por la amargura del líquido que bajo por mi garganta hasta mi estómago.

— Ya que lo mencionas, quería que habláramos seriamente sobre nuestra situación actual, más bien la tuya. – Me miro.

— Estabas de acuerdo con la decisión de mantenerme con ellos.

— Sigo de acuerdo, porque puedes conseguir información valiosa para nosotros, pero me preocupo por ti, y por las consecuencias que tendrá toda esta situación más adelante, hay que prepararse para cualquier cosa. – Comenzó a morderse la mano, pero lo detuve.

— ¿Qué es exactamente lo que quieres decir?

— También tengo muchas ideas en la cabeza que no me dejan dormir bien. – Susurró.

— Sé que debemos prevenirnos en caso de que me descubran o pase algo más; pero entonces ¿Qué podemos hacer? ¿Qué puedo hacer yo con mis carentes habilidades en estos momentos?

— Un plan, uno suicida.

— ¿Un plan?

— Suicida.

— De acuerdo, dime qué es exactamente lo que tienes en mente.

— Si te descubren y las cosas se salen de control para nosotros, lo mejor que podemos hacer por nuestra propia supervivencia es escapar.

— Nos van a encontrar.

— Estaremos bien, porque vamos a prevenirnos, como dijiste, necesitamos estar listos.

— Está bien, iré contigo a cualquier parte S, eso ya lo sabes. Creo que está más que claro.

— Necesitamos armas, efectivo y un poco más de tiempo.

— Yo me encargo del efectivo, mis tarjetas siguen funcionando; aunque solo es cuestión de tiempo. No sé cómo van a reaccionar mis padres cuando descubran que me escape, dejaré las cuentas en cero.

— Me parece buena idea, yo me encargo de las armas, tengo contactos.

— Y un lugar al que podamos llegar sin mucho problema.

— También me encargare de eso.

— ¿Crees que debemos hacer todo eso de inmediato? – Terminé el café y deje el vaso sobre una mesa de madera junto a su cama.

— No tenemos la menor idea de lo que vaya a suceder, ni cuándo.

— Puede ser en un año. – Susurré.

— Tal vez en unos meses, o si todo sale muy mal, mañana mismo.

— Entonces es mejor estar preparados, entiendo.

Salimos de la habitación y bajamos a la sala para encontrarnos con los demás, después de nuestro pacto silencio. Fue un acuerdo mutuo el hecho de no comentarle absolutamente a nadie lo que hablamos en la habitación.

— ¡Adrián! – Escuché y poco después sentí un gran peso en mi espalda que me hizo tambalearme.

— Oliver. – Dije entre dientes, intentando sostener su peso.

— Oliver, no lo mates. – Ronald lo hizo bajarse y lo sentó en el sofá.

— Hablemos un poco antes de que te vayas. – Me dijo S, asentí y lo seguí hasta un sofá individual. Me senté en el cojín y él en uno de los brazos.

— Muy bien, creo que prácticamente todos los Red K estamos al tanto de la situación en la que se encuentra Adrián, necesitamos planes, rápido. – Dijo Ronald, dirigiéndose a todos los presentes, habían unos cuantos chicos, los suficientes para ver llena la sala.

— Vamos a comenzar a movernos tan pronto tengamos con que iniciar. – Dijo Daniel.

— Está bien, así que a partir de ahora debes estar completamente alerta. – Me dijo Ronald, asentí.

— El único problema que tengo es que el actual líder de los Halcones tiene algo en contra de mí, simplemente le causo desconfianza.

— Entonces vamos a encargarnos de él, nos encargaremos de todas las molestias que tengamos en medio del camino.

— ¿Van a asesinarlo? Eso va a despertar sospechas sobre mí, la mayoría de los chicos se han dando cuenta de la hostilidad que existe entre nosotros.

— No te preocupes Adrián, somos los Red K, nos encargaremos. – Me dijo Ronald con tanta seguridad en los ojos que no dude en creerle ni por un momento.

— Sé que Adrián está haciendo un buen trabajo, pero me preocupa su seguridad dentro de ese lugar. – Dijo Oliver.

— No te preocupes, porque con excepción de Bruno, me llevo bien con la mayoría de los chicos. – Le dije y trate de sonreír para darle confianza a él y a todos de mis palabras.

— Adrián ¿Hay algo nuevo que reportar? Alguna cosa inusual que hayas visto, recuerda que cada detalles es importante, cualquier comentario o acción. – Me preguntó Ronald. Todos me miraron, menos mi novio que esta distraído jugando con mi mano. Me aclaré la garganta.

— Hicieron que nos identificáramos con perforaciones, es un pequeño Halcón, yo me lo puse en la oreja, todo eso transcurrió de forma bastante normal, no note nada extraño.

— ¿Y quién hizo todas las perforaciones?

— Un amigo de Bruno. – Me puse nervioso al recordar de nuevo la mirada de esa persona. pude sentir la mirada de S atravesándome, como si fuera un cuchillo.

— ¿Puedo verlo? – Me preguntó Ronald.

— Adelante. – Se levanto y con el dedo levanto mi oreja con cuidado, para poder observar mejor la perforación.

— ¿Eso no tendrá un rastreador, cierto? – Preguntó Oliver.

— Eso fue lo que pensé. – Susurró Ronald, arrugando la frente.

— No importa si lo tiene o no, no me lo puedo quitar. – Les dije.

— Tiene razón. – Confirmo Daniel.

— Supongo que están probando la fidelidad de sus miembros. – Ronald se aparto de nosotros, pero no se volvió a sentar; en su lugar, comenzó a dar vueltas por la habitación, caminando de un lado para el otro.

— ¿Y tú qué piensas de todo esto? – Le pregunto Oliver a S, por lo que mire a mi novio interesado en su respuesta.

— No podemos hacer que se lo quite para revisarlo, lo único que podemos hacer es correr el riesgo, de todos modos Adrián se está entrenando, y si las cosas se salen de control, siempre tendremos un segundo plan. – Deslizo su dedo sobre la línea de mi mandíbula, me estremecí por el contacto.

— Siempre me gusto mucho tu confianza S, pero creo que necesitamos prevenir cualquier altercado de parte del enemigo. – Le dijo Ronald.

— Estoy de acuerdo, claro. – Susurró S.

— Adrián, deberías regresar. – Me dijo Ronald.

— Eso me recuerda ¿Qué hora es exactamente? – Le pregunté.

— Son exactamente las 2 A.M.

— Debo irme, lo más seguro es que me manden a trabajar hoy. – Me levante.

— Espera Adrián, tenemos que recoger un encargo y creo que tu ayuda nos resultaría muy útil en estos momentos ¿Puedes venir?

— Bueno, supongo que tengo tiempo.

— Yo mismo te llevare al lugar de los Halcones tan pronto termine.

— Gracias Ronald.

Nos levantamos y preparamos para salir, una vez que todos estuvimos listos. La calle estaba fría, oscura y silenciosa, me aferre al cuerpo de mi novio cuando arranco la moto para tomar el camino. Pude sentir como si mi cuerpo fuera parte de la zona roja, porque esta vez no temblé de miedo, tampoco sentí pánico.

Hasta que llegamos a nuestro destino.

Notas finales:

Les agradezco por leer, espero que disfruten esta historia. Preguntas, dudas y sugerencias en los comentarios.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).