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Marioneta De Cristal por Satan666

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Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original. Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer.

    Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz

  También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.    https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/  

Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo XXIV. (Amigos y enemigos)

POV Adrián

El trabajo se complico después de recoger el paquete, porque el cliente no apareció a la hora acordada. Todos estábamos cansados, irritados y en mi caso, muy preocupado. No pude decirle nada más a Santiago, porque no era el lugar o momento adecuado, y si lo hacía alterarse, los demás se darían cuenta de que estaba ocurriendo algo entre nosotros. Y aunque en serio pongo en duda que alguno de los chicos crea algo de lo que dice el chico, no sé que tanto puede perjudicarme su lengua, con las personas que todavía no confían en mí.

Después de recibir el pagó por el trabajo, por fin salimos de ese lugar y conduje mucho más rápido de regreso a la zona roja, creo que en poco menos de quince minutos estábamos en La Cueva. No estaba esperando que regresáramos de inmediato y cuando Bruno me dijo que ese era nuestro próximo destino, maldije por mis buenos instintos. Tenía tantas cosas en la cabeza que me preocupaba no poder hacer el trabajo bien, pero puse mi mejor semblante cuando nos bajamos para entrar al local, que estaba completamente lleno, como siempre y el ambiente estaba bastante bueno, si tenías ganas de festejar hasta el amanecer.

Nosotros hicimos un breve recorrido, mientras que Bruno se reunía con alguien, para una conversación sobre negocios. Evite la mirada de Santiago en todo momento, a pesar de que sentí que me estaba fulminando con la suya, lo que me pareció muy infantil; por supuesto, no pude evitar sentirme agobiado. Camine hasta el bar para pedir una cerveza; porque de verdad siento necesitarla para poder terminar la noche sin volverme loco. Tome el vaso plástico y lo puse en mis labios para beberla, sin dejar de ver los alrededores. No encontré a ningún Red K, lo que me pareció un detalle bastante inusual, ya que ellos frecuentan este lugar al menos casi todas las noches.

Para cuando terminé mi segundo vaso de cerveza, había perdido de vista a todos los demás; pero no tuve espacio en mi mente para preocuparme por ello. Bruno fue quién me encontró primero. Y sin muchas palabras y el mínimo contacto, me dijo que era hora de irnos. Entonces buscamos a los demás para salir del local y dirigirnos a la casa. Llegamos poco después de las cuatro de la mañana, y al contrario de lo que pensé, los dolores de cabeza no habían terminado para mí todavía. Al principio tuve la intención de irme después de que se terminará la reunión que hacemos después de cada trabajo; pero tuve que quedarme porque los hermanos eran los protagonistas de una discusión que daba lugar en la sala.

—        ¡¿Por qué nunca me escuchas?¡ ¡Te estoy intentando decir algo que es muy importante! – Santiago parecía desesperado por ser escuchado, por el contrario, Darío solo lo estaba ignorando.

—        Santiago, no me interesa nada de lo que digas.

—        ¡Todos están en peligro y podrían morir!

—        ¿Pero que cosas estás diciendo? Déjame tranquilo. – Darío se puso las manos sobre los oídos.

—        ¡Debes escucharme!

—        Solo eres un niño con una enorme imaginación, se que querías ser parte de esto y todo lo que hacemos; pero no es un juego. No inventes historias para llamar nuestra atención, ya te dije que no puedes involucrarte más en los trabajos. – Para ese momento todos los estábamos mirando.

—        ¡Sé que soy ineficiente! ¡Pero no soy un traidor! – Santiago apretó los dientes.

—        ¿Qué quieres decir con eso ? – Le preguntó Bruno, quién de inmediato me fulmino con la mirada, yo lo ignore, como si no me hubiera dado cuenta de nada.

—        ¡Bruno no le creas! ¡Solo dice estupideces! – Se quejo Darío.

—        Dios, mi cabeza. – Susurro Jacobo.

—        ¡No son estupideces! ¡Te digo que hay un traidor aquí!

—        ¡Basta! Me tienes harto y si no te callas juro que voy a matarte. – Gruño Darío y Santiago lo miro furioso.

—        ¡Te odio y espero que te maten por idiota!

—        Más vale que corras, porque te voy a cortar la cabeza. – Darío saco un cuchillo de su cintura y comenzó a perseguirlo. Nunca vi a nadie correr tan rápido como Santiago en esos momentos.

—        Basta Darío, no puedes matarlo porque es tu hermano, y no debes ser imprudente. – Intento calmarlo Bruno y todos lo admiramos cuando tomo a  Darío para intentar detenerlo; pero este le metió un golpe en la entre pierna con la rodilla para zafarse, y funciono.

—        Uh. – Dijimos todos al unisonó.

—        Maldición. – Se quejo Bruno, mientras se arrodillaba por el dolor.

—        ¡Todos están ciegos y cuando les pase algo malo van a acordarse de mí! –Grito Santiago, entonces Darío le golpeo la cabeza con la mano.

—        ¡Cállate que me estás volviendo loco! – Le dijo.

—        Basta los dos y a dormir todo el mundo, luego hablaremos bien de todo esto. – Dijo Bruno, intentando mostrarse autoritario; pero su expresión era todo lo contrario.

—        Si no se quita de mi vista, juro que le voy a cortar el cuello. – Darío le mostró el cuchillo y se lo paso superficialmente por el cuello. Santiago se escondió detrás de Bruno.

—        A DORMIR.

No sé cómo, pero pude conseguir el valor de acercarme a mi compañero de habitación y con cuidado lo tome de la mano para subir, antes de que se volviera a alterar o alguien dijera algo más. No mostro ningún tipo de desdén ante mi gesto, y cuando por fin nos quedamos solos se dejo caer sobre la cama agotado. Puedo entender su frustración; porque a pesar de que no tengo hermanos, también odio a Santiago, más que a nadie en estos momentos. No le dije nada, porque no estaba esperando que quisiera seguir hablando; tampoco quise incomodarlo.

De manera que solo pensé en mis propias necesidades, y hice lo que estaba planeando antes de todo este problema. Me deje caer sobre la cama y cerré los ojos exhausto, con intención de descansar; pero no pude dejar de pensar que ahora mismo me encuentro en un enorme problema. Se que ahora debo solucionarlo de cualquier forma o podría llegar a afectar mi estabilidad en este lugar. La idea de que Darío lo asesinara, de repente no me pareció tan mala.

Trate de despejar mi mente, pero solo terminé pensando en muchas más tonterías. Me pregunté si M ya estaba enterado de que la persona que nos espiaba la otra noche no se trata de otro más que Santiago. Y también me pregunte qué haría al respecto, antes me aseguro que se encargaría de todo lo que llegara a ser un problema para mí, pero… ¿De verdad puedo depender de él para enfrentar la situación? No, simplemente no puedo hacerlo. Yo mismo debo hacerme cargo de mis descuidos y solucionarlos, de alguna forma.

Me desperté alrededor de las diez de la mañana, me levante para entrar al la ducha y me lave los dientes, mucho más dormido que despierto. No me tarde más de algunos minutos y regrese a la habitación. Me puse una camisa azul y un mono deportivo blanco. Darío seguía dormido y para no arriesgarme a despertarlo preferí bajar a la cocina, para buscar un poco de café y algo de comer. Estaba bebiéndome mi segundo vaso de café cuando Santiago entro a la cocina, tan pronto como su mirada se encontró con la mía, se dio la vuelta para irse, pero lo detuve.

—        Tenemos que hablar. – Le dije tranquilamente. 

—        Nada de lo que me digas va a convencerme de cambiar de opinión y se que mi posición no me ayuda en nada, y que ellos no me creen ahora, pero eventualmente van a hacer, porque no son idiotas.

—        ¿Tienes algún tipo de prueba? Porque a mi punto de vista, solo me estás acusando, es tu palabra contra la mía.

—        Te vi hablando con uno de ellos, fue fácil reconocer que se trataba de alguien de ese bando, no veo la razón de interactuar con el enemigo, si no eres parte del enemigo. – Lógico.

—        ¿Cuál es tu maldito problema? – Puse el vaso de café sobre la mesa con tanta fuerza que pude ver como se estremeció del susto.

—        Yo odio a las personas como tú, no perteneces aquí; sin embargo, por alguna razón le gustas a todos ellos ¿Qué fue lo que hiciste? No pueden estar sin ti, me siento frustrado, porque yo llevo años intentando buscarme un lugar. Me siento frustrado, nadie puede ver lo mucho que me esfuerzo, y se que mis habilidades me limitan, pero yo lo merezco mucho más. Sabía que no podías ser tan perfecto y tuve razón en vigilarte, bajaste la guardia y ahora acabare contigo.

—        ¿Sabes que esto tendrá consecuencias, no? – Le pregunté.

—        ¿Acaso vas a matarme? – Preguntó divertido, pero sin poder esconder el miedo que sentía por la respuesta, sus ojos y sus manos temblaban, incluso para mí que no soy un experto, fue fácil notarlo.

—        Debería matarte, pero te daré la oportunidad de que reconsideres todo.

—        No voy a cambiar de opinión. – Me miro mal.

—        Es tu sentencia de muerte. – Fue la primera vez que dije algo tan venenoso.

Llego la tarde y a pesar de mis deseos de solo desaparecer para no tener que pensar más en nada, hice toda mi rutina y el entrenamiento. No pude escaparme del trabajo, aunque hice todo lo posible para que no me encontraran durante el transcurso del día, se las arreglaron para hacerlo. Así que con mi poca disposición me tuve que preparar para ir con Darío a una zona apartada de la zona roja,. El trabajo era vigilar a unos sujetos que según estaban pasándole información de nosotros a otros bandos.

Estábamos en la calle J que era bien conocida por ser uno de los peores sectores para vivir en la zona roja. Tuvimos que meternos a un callejón para poder vigilarlos mientras trabajaban en una tienda de películas, y el olor a basura del lugar me estaba matando. Mi estómago amenazaba con devolver todo lo que había comido en cualquier momento. Darío estaba en silencio y cómo no quise alterarlo de ninguna forma posible, tampoco le dije nada que no fuera absolutamente necesario.

—        Ya quiero irme. – Se quejo después de un rato.

—        Pareces un poco cansado ¿No pudiste dormir bien? – Le pregunté.

—        Tuve un sueño muy extraño.

—        ¿De qué se trataba? – Le volví a preguntar mientras le tomaba una foto a uno de los sujetos, que mantenía una conversación bastante entretenida, con una mujer de apariencia poco agradable.

—        Bueno, estaba este enorme tablero y las piezas a cada lado, eran blancas y negras, por un momento parecía que las negras harían el movimiento final del juego, pero de repente apareció en medio del tablero una pieza roja, que impidió cualquier otra jugada y todo se volvió negro.

—        Pero que sueño más extraño. – Lo mire.

—        Lo sé, ni siquiera sé cómo jugar ajedrez. 

 
POV S


—        Deberíamos tomar la iniciativa antes de que se nos adelanten.

—        Pero Adrián nos dijo que no están averiguando todo tan rápido como quieren.

—        No deberíamos confiarnos. – Puse un cigarro entre mis labios y Ronald se acerco para encenderlo por mí.

—        ¿Crees que estén planeando algo grande?

—        Cuando las personas están tan tranquilas, es porque planean hacer algo grande. – Le dije.

—        La verdad es que no creo que vengan directamente a enfrentarnos, sería demasiado imprudente y muy estúpido.

—        Van a comenzar con los bandos pequeños. – Susurre.

—        También pienso lo mismo.

—        El Halcón tiene tiempo sin aparecerse por estos lugares, no creo que una visita de nosotros sea inoportuna, alguno de estos días. – Lo mire.

—        Veamos cómo se van dando las cosas estos días y si tenemos que dar una advertencia, la haremos.

—        ¿Qué vamos a hacer con el pequeño espía de Adrián? No quieres que yo me ocupe del asunto y no puedo dejar de preocuparme.

—        Puedes llegar a dejarte llevar por lo emocional, no puedes hacerlo tú.

—        Sabes perfectamente que yo nunca me dejo llevar por mis emociones, ya no recuerdo la mayoría de ellas.

—        Las estás reviviendo por Adrián. —  Lo mire fijamente ¿Será cierto?

—        Puedo hacer un buen trabajo.

—        Si las cosas se salen de control, dejaré que te encargues de el asunto.

—        Muy bien. – Desvié la mirada.

—        Tal vez no es el mejor momento para esto, pero necesito que vayas a trabajar conmigo ahora. – Me dijo.

—        Siempre es un buen momento para trabajar. – Termine el cigarro y lo deje caer en el piso.

 
Llegamos a un callejón lleno de porquerías, me recosté sobre la moto y Ronald lo hizo de la pared. Pasaron varios minutos hasta que apareció el cliente con un bolso que dejo caer en el piso. Lo mire y pude notar que desviaba la mirada, muy nervioso. Estaba bien vestido y no tenía una mala apariencia física. Si se pasaba por alto el hecho de que no parecía haber dormido durante varios días. Nadie creería que fuera la clase de hombre al que se le cruzaran pensamientos perversos por la cabeza. Pero estaba cerrando un trato con nosotros en esos momentos.

Las apariencias solo son una mierda.

Ronald reviso el interior, verificando que todo estuviera en orden, me indico que si, por lo que nos subimos sobre las motos para dirigirnos a cumplir con el resto del trabajo.

—        Esta todo el dinero, quiero a esas personas muertas hoy mismo o van a tener muchos problemas. – Nos dijo amenazante, pero temblando de pies a cabeza. Sonreí con los labios por el hecho de que se atreviera a decirnos eso, sin levantar la mirada del sueño.

—        Está hablando con los Red K, el trabajo estará perfectamente hecho. – Le dijo Ronald.

—        Eso espero, por eso fue que decidí contratarlos a ustedes. – No importa que tanto intenta mantenerse fuerte, en el fondo sabe que nosotros somos leones y él solamente es una presa.

—        Le estaremos avisando. – Fue lo último que le dijo Ronald.

—        La próxima vez intente no orinarse en los pantalones. – Le dije antes de arrancar la moto, se movió horrorizado antes de que lo arroyara.

—        Te dije que dejarás de hacerle eso a los clientes. – Me dijo Ronald en cuanto lo alcance.

—        Por favor, si el hombre es un cobarde, mis juegos mentales no empeoran en nada su situación.

—        No sé qué hacer contigo.

 
Llegamos a unos suburbios de clase media, y dejamos las motos a una casa de distancia de la que era nuestro verdadero objetivo. La idea era hacernos cargo de una pareja que llevaba años endeudada y a la que al parecer se le acabo el plazo de pago. Nos acercamos lo suficiente como para estudiar las posibles entradas y salidas. Ya que Ronald era de una contextura mucho más grande entraría por la puerta trasera para subir a los pisos de arriba y yo entraría por la ventana para encargarme del piso de abajo.

Me incline para ponerme una máscara negra, que solo alcanza a cubrir mi nariz y mi boca, y unos guantes de cuero rojos, que era el protocolo usual para este tipo de trabajos desde hace algún tiempo para nosotros. Aunque en lo personal sin importar el tipo de medida que tomáramos para protegernos, nunca me pareció que pudiéramos ser desapercibidos ante los ojos de los demás. Levante la ventana que a pesar del ruido que generaba cedió ante mi propósito y pude entrar en la casa, camine en cuclillas hasta la cocina, de la que provenía el ruido de un televisor. Me levante despacio inclinándome hacía la entrada y levante la pistola para disparar una, dos y tres veces. El cuerpo cayó al suelo.

Ronald entro y le indique que abajo estaba despejado, por lo que subió con cuidado las escaleras que llevaban al segundo piso, no paso mucho tiempo cuando escuche la segunda ronda de disparos. A pesar de haber terminado el trabajo subí para verificar el resto de las habitaciones, me encontré con cientos de fotos familiares por los pasillos y me di cuenta de que faltaba un miembro de la familia por ubicar. Empuje cada puerta hasta que me encontré con el cuarto perfectamente arreglado, rosado y con algunos juguetes regados por el piso. Hice un recorrido breve por la habitación con los ojos hasta que di con la puerta del armario, estaba entre abierta y pude escuchar claramente como los pequeños jadeos se hacían cada vez más fuertes.

Camine hacía ella lentamente y la empuje sin fuerza, encontrándome a la niña en un rincón del armario abrazándose y llorando, para ella todo debía parecer un mal sueño, una pesadilla. Me agache a su altura para poder verla y hablarle. 

—        No te voy a hacer daño. – Le dije. 

—        ¿Dónde están mis padres? – Pregunto apenas en un susurro.

—        Muertos. – Sus ojos se abrieron de par en par.

—        Pero…

—        ¿Cuál es tu nombre? – Pude ver que pensó si era correcto contestarme o no.

—        Camila…

—        ¿Te asustaste cuando escuchaste ese horrible sonido Camila? Ya no lo vas a volver a escuchar. – Asintió, pero evito mirarme a los ojos en todo momento.

—        Tengo miedo.

—        No tengas miedo, no te voy a hacer nada malo.

—        ¿Qué sucede? ¿Encontraste a alguien más? – Pregunto Ronald entrando a la habitación.

—        La encontré a ella, nos pagaron por asesinar a dos personas, no tres.

—        Tienes razón.

—        Muy bien, entonces debes ir corriendo con los vecinos y decirles todo lo que paso ¿De acuerdo Camila? – Asintió.

—        Vamos, la policía debe estar en camino.

—        Si. – La mire una última vez antes de irnos y esta vez ella si me miro.

Bajamos para salir de esa casa lo más rápido que pudimos, de inmediato escuchamos la sirena de los policías, arrancamos las motos para salir de esa calle y en pocos minutos ya estábamos retornando hacía la zona roja. No deje de sentir una fuerte opresión en el pecho desde que salí de ese lugar, era un dolor tan fuerte que me tomo desprevenido y tuve que detener la moto en una plaza del centro. Ronald se dio cuenta y regreso preocupado para detenerse a mi lado.

—        ¿Qué sucede?

—        No me siento bien.

—        ¿Te duele algo?

—        La cabeza y el pecho, lo lamento.

—        ¿De qué te estás disculpando? – Gruño.

—        Mejor sigue y te alcanzo cuando me sienta mejor.

—        ¿Estás seguro? No creo que sea buena idea dejarte solo.

—        Voy a darme una vuelta por aquí mientras se me pasa.

—        De acuerdo, pero debes avisarme si te sientes muy mal.

—        No tengo celular.

—        Maldita sea S, te deje que consiguiera uno nuevo.

—        Lo haré más tarde, ahora vete. – Dudo unos instantes pero finalmente se fue, suspire.

Me baje de la moto después de un momento y camine alrededor de la plaza, no habían muchas personas, solo algunos venderos y ancianos sin nada mucho mejor que hacer. Subí por unas escaleras hasta la entrada de una enorme construcción que me tomo tiempo descubrir como una iglesia. Me quede mirando el interior por curiosidad y estaba tan sumido en todo lo que se encontraban mis ojos, que la voz de alguien más me tomo desprevenido. Estuve a punto de sacar la pistola, pero agradecí no haberlo hecho, porque aunque no sabía mucho del tema, supuse que el anciano frente a mí era el  padre de la iglesia.

—        ¿Vas a entrar hijo mío? – Preguntó, no pude evitar sonreír.

—        No, nunca entre a una durante toda mi vida.

—        ¿Y cuál es la razón? – Hablaba con tanta suavidad, que me costó seguir el ritmo de sus palabras. 

—        Supongo que nunca pensé ser bien recibido en un lugar así, no estoy del todo seguro en lo que creo tampoco.

—        En este lugar todo el mundo es bien recibido, hay espacio y tiempo para cualquiera que lo necesite.

—        No creo que sea el lugar indicado para una persona como yo. – Le dije.

—        Entonces, si algún día decides perdonarte a ti mismo por quién eres y todos los pecados que has cometido, eres más que bienvenido.

—        Lo voy a tener en cuenta, aunque yo pienso padre que no todos nacimos para vivir bajo las reglas de una entidad, hay pecados que no se pueden perdonar, no importa que tanto diga que me arrepiento ante los ojos de lo que usted considera lo más importante, yo necesito seguir viviendo.

—        Deberías volver a visitarme en algún momento. – Sonrió levemente.

—        Algún día, seguro. – Me gire para ir de regreso hasta la moto.

—        Te estaré esperando. – Lo escuche decir antes de alejarme por completo del lugar.

Por mucho que sienta que las cosas están cambiando en mi vida, por todo lo que sucede, solo voy a aferrarme como siempre al hecho de que debo sobrevivir, debo trabajar, debo respirar y debo mantener vivo a Adrián. Todo lo que ocurra en mi vida desde ahora, lo voy a conseguir con mis propias manos. No importa si muero con el peso de todos mis pecados, ellos también marcaron mi vida y mi personalidad, de manera que no van a irse.

 Nunca.

Notas finales:

Les agradezco por leer, espero que disfruten esta historia. Preguntas, dudas y sugerencias en los comentarios.


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