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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo XLVI. (Midnight beach)

POV Adrián

 

—Tenemos trabajo, algo grande. — Dijo Darío, que estaba supervisando mi entrenamiento. Puso objetivos por todo el campo para que de alguna forma recreara situaciones de vida o muerte y no fallara ningún disparo, no lo hice.  El sentimiento siempre es muy agridulce.

— ¿Tengo que ir también?

—Sí, y M.

— ¿De qué se trata?

— Pasaron muchas cosas y no tuve tiempo de decírtelo, pero Bruno selecciono a un grupo para viajar al siguiente estado y buscar una enorme carga de mercancía, y como podrás imaginar, mientras más grande, mucho más problema es trasladarla sin que la detecten.

— ¿Cuándo tenemos que irnos? —Me preocupa este viaje.

—Mañana, por eso has todo lo que debas hacer hoy, para que podamos irnos tranquilos. No sabemos si algo se complicara o si regresaremos vivos.

— Tienes razón. —Levante el brazo y apunte una última vez al objetivo, dispare.

— En el blanco, como siempre. Te explicaré todo con detalle más tarde, nos vamos a ir con armas muy buenas y un plan bien trabajado.

—De acuerdo, en la noche podemos hablar de esto todos juntos.

—Prepara tu equipaje, lleva ropa abrigada.

 

Pude viajar mucho con mi familia, pero en aviones y barcos, este sería mi primer viaje por carretera; así que no pude evitar sentirme nervioso por la nueva experiencia. Además, estaríamos transportando drogas, por lo que tanto nuestra vida, como la de los dueños de esa carga, por estos días, solo sería un blanco para los enemigos. Intente mantenerme optimista, pero mis manos estaban temblando cuando guardaba la ropa del viaje y M se dio cuenta.

 

— ¿Por qué estás tan nervioso? No sueles dejarte afectar así, ya hace un buen tiempo. — Como siempre, es muy atento.

 

— No lo sé, supongo que por la nueva experiencia. — Sonrió y me miro divertido.

—Como mucho solo serán unos dos o tres días, si es que las cosas no se complican, pero lo hicimos muchas veces y siempre salió bien; aunque admito es la primera vez que traeremos una carga tan grande.

— ¿Vas a dormir conmigo? — Le pregunté.

—Claro, ya busque en mi casa todo lo que pretendo llevarme. —Me señalo su bolso.

—Espero que no hayas metido solamente cajas de cigarro. —Sonrío por mis palabras.

—No, además de esto también puse ropa, no te preocupes.

—De acuerdo, confiare en tu prudencia. —Hicimos espacio en la cama moviendo todas las cosas al piso y nos recostamos.

— ¿Te sientes bien? —Me preguntó, y asentí despacio.

— ¿De verdad es sensato irnos en estas circunstancias? —Susurré.

—No tenemos opción, y aunque las cosas están un poco complicadas por aquí, tal vez lo mejor sea alejarnos un poco, el ambiente de la zona roja te consume, te envenena y te mata.

—Supongo, pero no todo es tan malo en la zona roja, estamos juntos porque fui el más imprudente del mundo aceptando venir a este lugar.

—Tienes razón, tú mejoraste mucho mi vida. —Tomo mi mano y la apretó entre la suya.

—Y tú cambiaste por completo la mía. —Me acomode cerca de su pecho y cerré los ojos. Pude escuchar los latidos de su corazón.

—Adrián… yo…

— ¿Quién será Simón C? —Pregunté, más para mi mismo que para él.

—Ya lo descubriremos, duerme un poco.

—Tú también deberías hacerlo.

—Lo haré, solo duerme un poco. —Dude en hacerlo o no, porque no quería dejarlo solo atormentándose con pensamientos extraños; pero finalmente me termino ganando el cansancio y me quede dormido.

 

POV Darío

 

Entre a la habitación para terminar de hablar con ellos los últimos detalles del viaje, según las últimas instrucciones que me había dado Bruno hasta hace un momento, pero cuando entre Adrián ya estaba dormido, y me sentí demasiado intimidado de tener que hablar con M a solas, porque no sé cómo dirigirme a él. No lo odio, solo que la única razón para hablarle siempre es Adrián.

Sin embargo, se dio cuenta de mi ansiedad y me hablo primero, su voz me tomo por sorpresa y estuve a punto de tomar el arma junto a mi cama.

 

— ¿Qué pasa? ¿Necesitas decirle algo?

—No, es solo que Bruno me entrego esto y quería que se los pasará a los que van a estar conduciendo mañana. —Le pase la hoja con cuidado.

—Gracias, Darío.

—No hay problema, ya me voy a dormir.

—Sí, descansa porque mañana tendremos un día duro.

—También descansa un poco, no puedes cuidarlo si no lo haces. —Susurré.

—Tienes… razón. —Sonrió y miro a Adrián de esa forma que extraña que a veces me incómoda.

— ¿Puedo decirte algo sin que te molestes? —Me miro interesado.

— ¿Qué podría ser?

—La forma en la que lo miras, de verdad me pone nervioso. —Sonrío.

— ¿Quieres decir que te asusta?

—Solo un poco.

—Sé que es difícil entender si miras la situación con ojos externos, no creo ser capaz de explicarlo nunca.

—Mientras lo cuides, está bien por mí.

—Oh, parece que tengo tu aprobación. —Parecía realmente satisfecho con saber eso.

— ¿Y eso es importante?

—Por supuesto, porque eres importante en su vida.

—Tiene sentido, creo… Me voy a dormir.

—Descansa.

 

Se acomodó y Adrián lo abrazo plácidamente, eso me hizo sentir una mezcla de emociones, es difícil de explicar, pero algo como nervios y celos aparecieron como una fusión en mi estómago. Así que yo también me acosté, para poder olvidarme de todo, al menos un rato.

Tan pronto cerré los ojos, escuche el despertador del celular, mis ojos se abrieron de forma pesada y dolorosa, como si no hubiera dormido nada. Y es que realmente pude descansar muy pocas horas, mi cuerpo no recupero las energías suficientes para darle marcha durante el día, pero de alguna forma tenía que hacerlo funcionar, como siempre. No fui el único que se levanto de esa forma, los chicos a mi lado también se estaban quejando, supuse que el día sería pesado para todos.

Arrastré los pies hasta el baño y casi sonámbulo me lave los dientes, me quite la ropa y me bañe con agua fría, para poder ponerme lo más rápido posible muy alerta. Cuando yo entré a la habitación no estaban los chicos, y suponiendo que se estaban alistando por su lado me ocupe de mi mismo. Me puse un pantalón cómodo de jean y un suéter gris y blanco que Bruno me prestó una vez, y nunca le regrese.

Todos han robado la ropa de sus amigos al menos una vez.

El suéter me quedaba enorme, pero era de madrugada y el frío hacía que me temblaran los dientes. Tome el equipaje y baje a la sala, las personas que estarían trabajando conmigo durante el viaje estaban en ese espacio y parte de la cocina. Jacobo se me acercó y después de saludarme puso un vaso de café caliente en mis manos. Siempre hay una nueva razón para amar a este chico, realmente.

 

—Parece que estamos todos, podemos irnos. —Dijo Bruno.

— ¿Dónde está Adrián? —Le pregunté a Jacobo.

—Guardando el equipaje de todos en la expedition. —Y cuando salimos confirme que lo estaba haciendo, junto con M.

—Dame eso y entra al auto, está haciendo demasiado frío. —Me dijo y tomo mi equipaje para guardarlo. No entiendo porque Bruno le tiene tanto resentimiento, si Adrián es si con todos. mire el cielo, seguía oscuro y todo estaba en completo silencio a excepción de nosotros.

—Gracias, Adrián. —Entre y me acomode a un lado de George.

 

Bruno asigno los puestos y las posiciones en caso de un ataque por carretera, se que al menos en mi caso, me mantendrán alejado de los problemas, porque enloquezco cuando tengo un arma en las manos. En la parte de atrás hay tres puestos en los que van sentados Masato, Camilo y Benjamín; en los puestos del medio vamos George, Jacobo y yo; en los primeros puestos van Adrián que va a conducir y M que lo va a sustituir cuando este cansado, porque vamos a estar en carretera por varias largas y tediosas horas.

Bruno tomo la decisión de irse con Antonio y sus hombres para poder vigilarlos, en el camión que usaremos para transportar la mercancía. Al principio le discutí la idea. Me preocupo que se fuera solo con esas personas de las que tenía sospecha; pero luego termine cediendo a sus poderes de convencimiento.

 

 

—Espero que a ninguno le moleste que fume con las ventanas cerradas. —Dijo M, todos negaron, y George no dijo nada. Sé que no le hace ninguna gracia compartir un espacio tan reducido entre ellos y por tanto tiempo. Me preocupa que tan cómodo será este viaje con esa tensión en el ambiente.

—Deja de fumar tanto, por favor, no quiero que te mueras joven. —Le dijo Adrián, y se puso el cinturón de seguridad después de acomodar los espejos.

— ¿Desayunaste? —Le preguntó M.

—Más tarde.

—Te dije que comieras bien. —No importa que o si no es con intención. Ellos parecen una pareja casada y eso me preocupa, por George.

—Chicos duerman, será un viaje pesado. —Nos dijo después de volver a replicar que comería más tarde.

 

Al principio no quise quedarme dormido, porque quería acompañar a Adrián durante el viaje, pero mis ojos comenzaron a cerrarse y de un momento al otro me quede profundamente dormido. Escuche voces en lo más profundo de mi mente un par de veces, como si fueran parte de un sueño. Hablaron sobre comida, café, fumar, descansar y en ese instante comencé a despertarme, confundido sin saber en qué parte estábamos. Aunque era claro que estábamos muy lejos de la ciudad.

 

—Darío, vamos a almorzar. —Me dijo George, yo asentí y baje para dejar salir a los demás.

—Necesito ir al baño. —Dijo Camilo y se fue corriendo.

—Vamos. —Nos dijo Jacobo.

 

Entramos al típico restaurante junto a la carretera, con algunas mesas, un televisor y adornos llamativos por todos lados. La comida tenía un buen olor, y cuando pude percibirlo me di cuenta del hambre que tenía. Para evitar un conflicto dejamos que Camilo, Benjamín y Masato compartieran la mesa con M y Adrián. Nosotros tres nos sentamos juntos sin decir prácticamente nada hasta que llego la comida. Todos estábamos atrapados en nuestras propias cosas.

 

—George, sé que no te agrada y no hay forma en la que puedo obligarte a aceptar algo que no quieres; o con lo que no estás de acuerdo. Pero pones el ambiente demasiado tenso, y todavía faltan muchas horas de viaje. —Le dijo Jacobo.

—Voy a intentar relajarme. —Dijo George a regañadientes.

—No es tan malo… se puede hablar con él. —Ambos me miraron.

— ¿Ahora son amigos? —Me preguntó George, de mala gana.

—No, solo digo que él no es un demonio. Es hora de aceptarlo, no se va a ir. —Me metí una gran cantidad de comida a la boca para no tener que hablar durante un rato.

—Lamento el hecho de ponerlos incómodos, pero simplemente no puedo pasarlo, y no creo que lo haga nunca.

—Está bien, no necesita agradarte, pero como dice Darío, es hora de que todos aceptemos el hecho de que no se va a ir. —Jacobo suspiro.

—Chicos ¿Cómo están? —Dijo Adrián acercándose a la mesa.

—Todo está en orden. —Le dije aun con comida en la boca.

—Todavía faltan horas de viaje, vamos a comprar algunas cosas por lo que si necesitan algo, me avisan. —Sonrió y se fue para ir por lo que decía.

—Al menos Adrián parece feliz. —Dijo Jacobo y George puso mala cara.

—Escuche un rumor, sobre que otros bandos intentan formar parte de nuestro territorio en la zona roja. —Les dije, para cambiar de tema.

—Por favor, Bruno no lo va a permitir. —Dijo George.

—Lo sé, pero esta vez es un grupo grande, aquellos que tienen tatuado un…

— ¡Chicos si ya terminaron dense prisa, vamos al auto! —Dijo Camilo.

— ¡Ya vamos!

 

Entramos al auto y nos acomodamos como estábamos antes, me sentí aliviado de que el ambiente no estuviera tan pesado, porque George estaba intentando hacer lo que le pidió Jacobo, relajarse. Esta vez M tomo el asiento del conductor y Adrián el de acompañante. Aunque no dijera nada a simple vista se notaba su cansancio, sus ojos tenían unas ojeras bastante grandes, y sus reflejos no eran tan rápidos como de costumbre, cosa que puedo notar porque estoy a cargo de todos sus entrenamientos.

 

—Descansa ¿Quieres? No va a pasar nada malo, y en caso de que suceda, tengo a muy buenos hombres conmigo. —Le dijo M, y nos miro.

—Está bien, descansaré un poco. —Se quejo Adrián.

—Duérmete un rato, estaremos bien alertas. —Le dije y me sonrió con los labios antes de asentir.

 

A pesar de resistirse poco a poco se fue quedando dormido y cuando M tomo el mando de la expedition, de alguna forma se sintió como si fuéramos mucho más rápido. No me paso desapercibido el hecho de que su mirada se desviaba hacía los espejos y la ventana mucho más de lo necesario. Al principio no dije nada, pero cuando lo vi mover la alfombra para tomar un arma y ponerla entre sus piernas supe que no había sido mi imaginación, por lo que, cuidado mis palabras para no alterar a los chicos le pregunté.

 

 

— ¿Hay algún problema? —George y Jacobo me miraron y luego a él.

—Solo tengo la impresión de que nos han estado siguiendo durante un rato, pero no estoy del todo seguro, últimamente estoy un poco fuera de mi habilidad, tampoco he dormido lo suficiente.

—Mantendré vigilada nuestra retaguardia. —Le dije y mire a los chicos para que entendieran mi idea, de llevar las cosas de la forma más amena posible, porque estaríamos trabajando todos juntos estos días.  Les gustara o no la idea.

 

Pero me preguntó si van a ser lo suficientemente maduros como para no matarse, hasta que lleguemos a nuestro destino. Algo me dice que será un viaje bastante más largo de lo que pensé en un principio.

 

Los chicos se portaron bastante bien el resto del viaje, aunque el único con problemas reales era George con su resentimiento por la situación. No encontramos enemigos en el camino y pasamos al otro estado casi al final de la tarde. La tensión en el auto se calmo bastante y cuando Adrián se despertó, todos hicieron su mejor esfuerzo por simular un ambiente lo más ameno posible entre todos.

Nos detuvimos en el muelle del pueblo dónde buscaríamos la mercancía "Midnight beach” (Playa de medianoche) casi a las 11 P.M.  Nos bajamos con cansancio y sin ánimos de trabajar. Pero este es el preciso momento en el que debemos poner mucha más atención, ya que todo negocio que involucre un cargamento de polvo viene con trampas o consecuencias. Sé que hace algunos años Bruno junto a un grupo, como nosotros, para que se encargaran se buscar un cargamento y los engañaron, intercambiando el polvo por azúcar pulverizada. No se dieron cuenta hasta que llegaron a la zona roja y por supuesto, las cosas no se quedaron así, fueron por la cabeza de todos los vendedores.

A partir de ese momento Bruno se encarga personalmente de buscar cada carga que venga con una cantidad importante de mercancía, pero nunca me hizo venir con él hasta ahora. Me explico que no solo es peligroso por lo que puedan hacerle a la carga, también manipulan el dinero, y tienen hombres armados con ellos para negociar sobre nuevos precios de venta, por las “dificultades” de hacerlo llegar hasta este lugar. Ese es el primer factor desventajoso.

El segundo factor sería la ley del estado que supervisa el transporte ilegal de polvo por las carreteras y los barcos. Durante muchos años se que han implementado toda clase de trucos para poder pasarlo de un estado a otro, como abrir contenedores en los maleteros de los autos, o usar mujeres de buen aspecto que puedan pasar sin mayor problema por las alcabalas, incluso una vez lo pusieron en los cauchos de los autos. Hoy, según lo que me explico Bruno, usaran un truco parecido al que nos hicieron la primera vez para engañarnos. La carga se hará pasar por jabón en polvo; el camión en el que viene con los chicos de Antonio tiene una publicidad de esa marca.

 

 

—Parece que nosotros llegamos primero, no han llegado con la mercancía tampoco veo a Bruno por aquí. —Dijo Jacobo.

—Mierda, que frío hace. —Dijo Adrián, sus labios se habían tornado de un ligero color azul y le estaban temblando los dientes.

—Ya estamos en esa época del año. —Dijo M y se quito la chaqueta para ponérsela en la cabeza.

—Vas a morirte de frío. —Se quejo Adrián.

—Está bien, no tengo frío, estoy acostumbrado.  Pueden comer y tomar algo o ir al baño mientras que llega Bruno; yo voy a hablar con los guardias del muelle. —Se inclino dentro de la expedition para buscar algo que puso en su bolsillo, imagine que era su arma.

— ¿No es peligroso que hable con los guardias del muelle? —Me preguntó Adrián después de acercarse.

—Creo que arreglaron todo para tener documentos legales de la compra que realizaremos. Somos muy jóvenes y es inevitable que vengan a nosotros con preguntas y sospechas, así que los chicos prefieren hacer el primer movimiento acercándose a lo que es el principal inconveniente para salir de este lugar, los guardias.

—Ya veo, supongo que es razonable. —Puse la mano sobre su hombro ya que seguía temblando de frío y me sonrío.

—Oye, Adrián… —En ese momento apareció Masato con dos vasos de café que extendió sin decir absolutamente nada y cuando ambos los tomamos, se fue.

—Siempre tan expresivo ¡Gracias! —Dije antes de darle un sorbo.

— ¿Querías decirme algo? —Preguntó Adrián.

—No, no era nada importante.

 

No sé porque me pongo tan nervioso cuando tengo que hablar con él de mis dudas, somos amigos y sé que me respondería de inmediato. Pero ahora mismo tengo sentimientos encontrados sobre saber cuáles podrían ser sus posibles respuestas. Es patético.

 

—Chicos, no quiero que se alteren, pero alguien nos está mirando desde que llegamos. —Dijo Jacobo susurrando cerca de nosotros.

— ¿Un guardia? —Preguntó Adrián.

—No lo creo, no parece ser un guardia, puede que suene estúpido lo que les voy a decir, pero nos mira como si supiera lo que hacemos aquí.

— ¿Estás seguro Jacobo? —Le pregunté.

—Es solo un presentimiento, a simple vista solo parece un hombre común parado en ese lugar, pero...

—Voy a buscar su posición, de esa forma puedo dispararle si llega a hacer algo que consideremos sospechoso. —Dijo Adrián.

— ¿No es mejor que me dejes disparar a mí? No quiero que te estreses. —Le dije.

—Normalmente accedería, pero creo que es mejor que dispare él, de alguna forma su puntería es espeluznantemente perfecta; y tú no sabes cómo detenerte cuando disparas. —Me dijo Jacobo.

—Bueno, no te lo discuto. —Dije entre dientes.

 

Adrián levanto la cabeza y busco con la mirada hasta que dio con la figura oscura que estaba junto al faro del muelle, no parecía más que un hombre observando el terreno, pero en un momento sonrió y se me pusieron todos los bellos de punta, me recordó a un espectro; entonces fue cuando me di cuenta de que Adrián estaba apretando el arma y ya no temblaba de frío.

 

—Adrián… ¿Qué? —Todo ocurrió en un instante, disparo al mismo tiempo que la bocina del camión sonó y el fato alumbro el barco que venía llegando al muelle, nadie se percato del cuerpo que cayó en el agua más que nosotros tres, como testigos, porque las olas de la playa eran demasiado fuertes y se lo llevaron de inmediato.

—Llego Bruno. —Dijo Jacobo en un susurro, como no queriendo alterar las emociones de Adrián, sostuve su mano con la mía y la apretó.

—Lamento llegar tarde, se exploto un caucho con un clavo cuando entramos al pueblo y tuvimos que cambiarlo. —Dijo Bruno.

—No te preocupes, no tenemos mucho tiempo aquí. —Le dijo George.

— ¿Dónde está M?

—Aquí jefe, me estaba encargando del papeleo de nuestras empresa. —Levanto varias hojas y se las entrego a Bruno.

—Parece que llegamos justo a tiempo con la carga, prepárense para cargar y vigilar según los grupos establecidos anoche. —Dijo Bruno y miro de reojo a Adrián antes de irse, pero no le dijo nada, porque lo ignoro o no se dio cuenta de lo que pasaba. Como sea fue una suerte.

—Voy a trabajar con Bruno y los chicos de Antonio ¿Estarás bien? —Le preguntó M a Adrián en un susurro.

—Sí, voy a estar con Darío y Masato. —Él asintió y luego me miro antes de irse.

—Creo que los hombres de nuestro grupo tienen la mala costumbre de decir las cosas en silencio. —Dije entre dientes.

—Vamos a nuestra posición.

—Espera un momento Adrián ¿Estás bien? —Lo mire preocupado.

—Sí, hablemos más tarde.

—De acuerdo.

 

No le solté la mano en ningún momento y él tampoco lo hizo, aunque no dijera nada, sabía que necesitaba ser contenido por un rato, así que quise cuidarlo. Mantuvimos nuestras posiciones y observamos a los chicos que estaban a la altura del barco moviendo bolsas de jabón en paquetes con grandes cantidades. Los chicos de Antonio estaban trabajando bien con George, Jacobo y Camilo. Por otra parte M estaba trabajando con Bruno y con el mismo Antonio.

Adrian, Masato y yo estábamos encargados de vigilar y eliminar a cualquier persona fuera del cuadro que fuera un problema.

 

— ¿Dónde está el hombre del faro? Bruno dijo que le diéramos algo de dinero, se supone que estaba al tanto de este cargamento y facilitó su llegada. —Preguntó y explico Masato, lo mire y pude sentir que Adrián se puso tenso, apreté más fuerte su mano.

—No lo hemos visto. —Le dije.

Realmente odio a este chico japonés, nunca dice nada cuando tiene que hacerlo y justo en este momento, tira una bala con la lengua. Aunque sé que no es con una mala intensión, me preocupa la estabilidad mental de Adrián el resto del viaje, y sobre todo, los posibles enfrentamientos con Bruno. Puede que lo mejor sea decirle a M y a George, aunque no sé si de esa forma encienda una bomba interna en el grupo antes de nuestro retorno.

 

—Darío, ya estoy bien. —Me dijo. Lo mire y suspire.

— ¿De verdad? —Le pregunté con desconfianza.

—Admito que me siento inquieto y culpable, pero es que me pareció ver a ese hombre y mis manos actuaron por si solas… fue como…

—Espera ¿Qué hombre? ¿El mismo de que nos hablaste? —Asintió.

—Sé que probablemente pienses que me estoy volviendo loco, que no tiene sentido, pero es que era su mirada. —Se llevo las manos a la cabeza y se desordeno el cabello.

—Basta, ya no hagas eso, no pienso que estés loco ni mucho menos, vivir dónde vivimos y hacer lo que hacemos es muy agotador, no te juzgo. Te confundiste, eso es todo, porque aunque siempre te creo ¿Qué podría estar haciendo ese hombre aquí? Estamos en otro estado.

—Exacto ¿Qué estaba haciendo aquí? —Susurro para sí mismo, suspire.

—Sea cuál sea el caso, estoy de tu lado.

—Gracias, Darío ¿Estabas pensando en decírselo a M?

—Si…

—Tranquilo, se lo voy a decir más tarde.

— ¡Chicos ya terminamos! —Se acercó y nos dijo Camilo.

— ¿Ya bajaron todo? Ahora tenemos que subirlo al camión, vamos.

—Darío, tengo una pregunta ¿Qué haremos si nos detiene un guardia en el camino?

—Bruno sabe negociar con ellos, pero creo que hay bolsas de jabón real en el encargo, se mezclaran con las nuestras.

—Detesto a Bruno, pero admito que como jefe hace un buen trabajo.

 

Subir todo en el camión fue más difícil que bajarlo del barco, porque cada paquete estaba ubicado de cierta forma determinada dentro del camión para que se mezclara con los otros. Acabamos a las 2 A.M. para ese momento me estaba muriendo de hambre. No tuvimos ningún otro inconveniente en el muelle y estábamos listos para irnos cuando se acercó un hombre mayor a nosotros.

 

—Buenas noches, soy llamo Raúl, el hombre del faro. —M le dio la mano y se saludaron, Adrián y yo intercambiamos una mirada.

—Te estuvimos buscando toda la noche. —Le dijo M.

—Diablos chico, es que estuve buscando a una persona que estaba por aquí, me pregunto algo de un barco y unos chicos que llegarían a este muelle hoy, pensé que se refería a ustedes, ya que nadie más vino a buscar un cargamento tan grande durante la noche, pero desapareció por completo.

— ¿Qué clase de hombre? —Preguntó M interesado, y todos les pusimos atención.

—No era mucho más alto que tú, tal vez un metro ochenta y dos, sus ojos eran azules y su piel blanca, no era un hombre viejo, parecía ser bastaste joven.

— ¿Tenía tatuajes o perforaciones extrañas?

—No pude ver nada de eso, estaba muy oscuro, pero si me di cuenta de que estaba vistiendo un traje muy caro, negro y tenía anillos en casi todos los dedos, probablemente de oro.

—Gracias, esos son datos suficientes. —M busco debajo de la alfombra una cantidad de efectivo que le entrego al hombre.

—A sus servicios. —Hizo una pequeña reverencia.

—Por favor trabaje con nosotros nuevamente, y si llega a ver a ese hombre por aquí llámeme. —M le entrego una tarjeta.

—Será todo un placer, que tengan un buen viaje caballeros. —Sonrió y fue entonces que me di cuenta de que le faltaban varios dientes, y no pude evitar estremecerme.

—Vayan subiendo, voy a informar a Bruno, y no sé preocupen, tengo la orden de detenernos a comer antes de salir de este pueblo.


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