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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo LV. (Campo de entrenamiento)

POV S

 

 — ¿Todo está bien? ¿Te sientes cómodo? —Le pregunté.

—Estoy bien, no estoy asustado. —No hizo falta poner en duda sus palabras, sé bien que es cierto.

—Te juro que a veces me pregunto si todo está bien contigo. —Negué con la cabeza y él me miro sin entender mis palabras.

— ¿Eso qué quiere decir?

—En otro momento te explicó, es hora de trabajar.

Tome su mano con fuerza y después de hacer los trámites pertinentes, es decir, unas cuantas palabras de mi parte para que nos dejaran pasar sin tanto problema, entramos al piso central, que daba vista a todos los pisos superiores e inferiores de esa cárcel. A pesar de que no estaba asustado, no quise dejarlo ver mucho, por lo que camine sin detenerme hasta el final y gire en un pasillo en el que estaban dos ascensores. Presione el botón y esperamos un minuto antes de que uno de ellos abriera sus puertas.

Lo hice pasar y presione el piso de nuestro destino, el segundo. Le indique que me siguiera por otro pasillo y me detuve en frente de la última celda, en la que estaba la persona que buscaba. El guardia de seguridad de ese piso mantuvo la mirada sobre nosotros en todo momento.

Y los presos no paraban de decir y gritar cosas a las que estaba más que acostumbrado. Pero me preocupaba que Adrián no se sintiera cómodo con la situación y el momento. Sin embargo, no dejo de estar bastante tranquilo.

—Hey, párate, tenemos que hablar. —Le dije.

Su compañero de celda nos fulmino con la mirada y gruño por lo bajo, gire los ojos y golpee la celda con la mano con bastante fuerza.

—Despierta, necesito hablar contigo ahora.

Realmente me importaba muy poco perturbar la tranquilidad de las otras personas, era un ambiente que conocía bastante bien. El ser humano siempre intenta permanecer imponente en un terreno peligroso, para poder sobrevivir. Todos lo hemos hecho en algún momento.

Pude ver como se despertaba de mala gana y me miro como si fuera la última persona que quisiera ver en ese momento. Supuse que para él en esos momentos era similar a la muerte esperándolo para darle malas noticias. Se levanto y camino hasta la reja para aferrarse con las manos a los barrotes de metal.

— ¿Qué estás haciendo aquí S? —Preguntó y fui capaz de notar que le dedico una mirada a Adrián.

—Trabajando, también es un placer verte. —Sonreí disfrutando su fastidio.

— ¿Paso algo en la casa?

—En la casa como tal, no mucho. Pero en el territorio de la zona roja han pasado muchas cosas desde que te fuiste, te pondré al corriente por si hay algo que no sepas, y si has escuchado algo de lo que te diga, necesito que me pongas al tanto. Esto es un nido de chismes.

—Creo que tengo una idea de por dónde va el asunto. Y por cierto ¿No me vas a presentar? —Señalo a Adrián.

—Lo siento, tengo muy malos modales. Este es Adrián, mi novio.

—Así que es cierto lo que me habían dicho. Hola Adrián, me llamo Richard y también soy un Red K.

—Es un placer. —Adrián estrecho su mano y de inmediato supe que era momento de comenzar a hablar.

—Muy bien, puedes interrumpirme si recuerdas algo importante.

—Sí señor.

No tarde mucho en explicarle todo, censurando de momento lo que me pareció conveniente, por el lugar dónde estábamos. Él me escucho en silencio y se limito a asentir cada vez que escuchaba algo que le resultaba conocido, la información que suele regarse entre los reclusos viaja de boca en boca hasta que llega al último ser vivo de las prisiones.

— ¿Ya sabias algo de lo que te dije?

—Algunas cosas, que escuche aquí y otras que me contó Daniel de forma bastante superficial, la última vez que vino con Oliver.

— ¿Y has escuchado algo que me sirva para trabajar ahora?

—Sí, escuché algunas cosas. —Miro a su alrededor y se relamió los labios antes de bajar la voz.

—Solo dímelo. Todos se terminaran enterando cuando explote en la zona roja, de todos modos.

—De acuerdo. Solo voy a repetir lo que escuche de otros. —Asentí.

—La cabeza detrás de todo lo que está pasando en la zona roja no está dentro del territorio, pero tiene influencias en el mismo. Tal parece que tiene el poder suficiente de mover los hilos a su antojo, como en un espectáculo de marionetas. Esta persona o grupo tiene un determinado propósito con todo lo que viene haciendo desde hace tiempo, pero hasta el momento nadie ha sido capaz de llegar a tal influencia. Todos los que han actuado en su nombre desconocen quienes son. Y si, me preguntas pienso que los triángulos tienen un vínculo por conveniencia, para subir su posición dentro de la zona roja y por supuesto, tomar el control de todo, como lo vienen teniendo los Red K hasta el momento.

— Ya entiendo. —Susurré y asentí lentamente. Mire a Adrián y estaba con el ceño fruncido, completamente perdido en sus pensamientos. Le puse una mano sobre la cabeza y me miro.

—S, solo estoy repitiendo lo que dicen de boca en boca, sabes mucho mejor que yo que no podemos confiar en estas personas, ya estuviste en mi posición. 

—Lo tengo bastante claro, pero nada de lo que dijiste es descabellado, nosotros ya habíamos concluido algo así, solo estamos confirmando teorías y sospechas hasta armar bien el rompe cabezas. Si no vamos un paso adelante del enemigo, puede que perdamos esta batalla. —Richard se mostro ansioso, tanto como lo estaba Adrián, así que me aclare la garganta para llamar la atención de ambos.

—Escuchen bien, nada es seguro todavía, ni siquiera yo mismo tengo idea de quién puede estar al mando de los movimientos en la zona roja, pero lo descubriremos y todo estará bien. Nosotros debemos seguir trabajando ¿Estarás bien el tiempo que te falta cumplir aquí?

—Estoy bien, intento mantener un perfil bajo para sobrevivir.

—Buen chico, espero que sigas haciendo eso. Recuerda que estas en una jaula llena de leones, ansiosos por demostrar quien tiene el rugido más fuerte.

—Estaré pronto con ustedes trabajando de nuevo.

—Nos vemos pronto. Si necesitas algo llámanos, y creo que no debo decirte lo que debes seguir haciendo.

—Cuando tenga algo más informare de nuevo, si no me matan aquí. —Susurró.

Sonreí de lado y asentí antes de tomar la mano de Adrián y salir de ese lugar lo más rápido posible. Llame el ascensor y lo hice entrar primero, después de que se cerraron las puertas lo mire.

—Lo lamento, no sabía que te ibas a sentir incomodo.

—No estoy incomodo.

—Tu expresión decía todo lo contrario, entonces pensé que la conversación fue demasiado para ti ¿En que estabas pensando?

—Estaba recordando algunas cosas que dijeron los chicos cuando estábamos trabajando, solo comenzaron a tener más sentido con todo lo que dijo Richard. Sé que todavía no tenemos absolutamente nada y toda posible respuesta sigue bastante lejana, pero me siento como si hubiéramos conseguido algo.

Las puertas del ascensor de abrieron y caminamos a la calle para subirnos a la moto.

—Puedo entender bien ese sentimiento. No importa lo que pase, tenemos que llegar a la razón de todo esto.

—No creo que pueda vivir tranquilo si no lo hacemos.

—Cúbrenos la espalda, tomare la carretera de nuevo.

—Muy bien, creo que mejor me voy preparando mentalmente de nuevo. —Sonreí por su dramática forma de decirlo. 

 

POV Adrián

 

—Sigo sin entender porque nosotros debemos encargarnos de esto, es trabajo del jefe. Bruno va a escucharme cuando volvamos. —Gruño Darío, lo mire divertido.

—No creo que nos tardemos mucho, solo debemos buscar a los Halcones que se van a integrar a nosotros por un tiempo.

—Lo sé, pero no dejo de preguntarme porque de repente tomo la decisión de buscar este apoyo. Nosotros podemos encargarnos de todo.

—No creo que podamos con todo lo que se nos viene encima. —Susurré. 

— ¿Qué dijiste?

—Nada, deja de quejarte y vamos. —Tome su mano y caminamos al enorme campo de entrenamiento que estaba frente a nosotros.

—Olvida lo que dije, estar aquí no es del todo malo.

Sé que lo dijo por el aspecto de los chicos que podíamos ver cerca de nosotros, además la mayoría de ellos estaban sin camisa o con camiseta. Gire los ojos con una sonrisa y lo hice seguirme mucho más rápido, para que no pudiera distraerse. 

Estábamos en un área remota de la zona roja, que hasta el momento no sabía que existía. Era un campo de entrenamiento enorme, que estaba ocupando un gran número de personas, que estaban haciendo ejercicio o practicando su puntería con botellas de vidrio.

Bajamos por un muro de tierra y llegamos al terreno del campo en un momento. Teníamos una lista con los nombres de las personas que estábamos buscando y por supuesto, sus fotos. Mire la carpeta y levante la cabeza para ubicar a cualquiera de los dueños de los rostros que estaban en ese papel.

—Ya vi a uno, hablare con él. —Dijo Darío.

—Por favor se amable, tu cara asusta un poco.

— ¡No es cierto!

Apreté los labios conteniendo una risa mientras lo veía alejarse hasta que llama la atención de uno de los chicos que estaba haciendo ejercicio. Yo mire la carpeta para ubicar a cualquier otro de los chicos. Y pude ver a uno, que estaba en el lado donde estaban practicando su puntería.

Suspiré para relajarme y me acerque a él con cuidado, preparado para cualquier tipo de reacción que pudiera tener. No me hizo falta acercarme para darme cuenta de que tenía un cuerpo bastante grande y bien trabajado, también era mucho más alto que yo. 

—Disculpa ¿Denis? —Mire la hoja para verificar su nombre, el chico bajo el arma y me miro de pies a cabeza.

— ¿Si? —Su voz también era mucho más ronca que la mía y me sorprendió en un primer instante.

—Mi nombre es Adrián, soy un Halcón. Pues, Bruno me encargo venir a buscarlos para que puedan hablar con nosotros, ya que algunos de ustedes fueron seleccionados previamente para trabajar con nosotros.

— ¡Oh!

—Si… ¿Puedes venir conmigo?

— ¿Puedes esperar que intente un último disparo?

—Por supuesto. —Di un paso para atrás.

Levanto el arma y apunto hacia una botella de vidrio que no estaba mucho más lejos de dónde nosotros estábamos antes de bajar al campo. Disparo y el tiro pasó bastante cerca, pero no le dio.

—Maldición. —Dijo Denis y después de exhalar un suspiró lleno de frustración camino hasta mí.

—Buen trabajo. —Le dije.

—Lo lamento, debes pensar que soy bastante malo.

—Claro que no, es solo cuestión de práctica y necesidad. —Me miro extrañado por mis palabras.

— ¿Y eso que quiere decir?

—Que si sientes que van a matarte todo el tiempo, te obligas a aprender a matar primero que ellos.

— ¿Tienes alguna sugerencia?

—Bueno… préstame el arma.

Me la entrego y yo a cambio le di la carpeta con todos los perfiles. Lo mire y le indique que se acercara, después de que lo hizo levante el arma.

—Eres mucho más alto que yo, pero toma la idea. El arma debe estar a esta altura y posición, mantén los ojos bien abiertos y el objetivo dentro de foco. Cuando vayas a disparar tienes que tener en mente que lo único que debes mirar es el objetivo, si te distraes puedes fallar el tiro. Es solo cuestión de tener claro lo que buscas, inmovilizar al enemigo o asesinarlo.

Dispare y se reventó la botella, pude ver con los pedazos de vidrio salían volando por todos lados.

—Diablos, eres bastante bueno.

—Gracias. —Le regrese el arma.

—Haré lo mejor posible en este tiempo ayudando a los Halcones.

—Estoy seguro de que vas a mejorar. Entrenaremos. —Sonrió como un niño pequeño.

— ¿Entonces cómo procedemos?

—Reúnete con nosotros allá en unos minutos. —Asintió.

Le entregue el arma y recupere la carpeta, la revise y continúe con la búsqueda hasta que dimos con todos los chicos. Los esperamos y una vez se acercaron a nosotros, comencé a ponerme nervioso, solo porque me dio la impresión de que ellos nos estaban mirando como una figura de autoridad. Deje que Darío se encargara del resto.

—Si están aquí con nosotros es porque ya pasaron por una breve preselección con el actual jefe de los Halcones, Bruno. Nosotros simplemente estamos encargados de darles algunas instrucciones, tenemos trabajo todos los días y debe cumplirse si o si, no hay excusas para la mediocridad.

—Darío no le digas eso. —Le dije entre dientes y dándole un codazo.

—Adrián, solo se me da bien decir la verdad. —Susurró con algo de desinterés.

—En fin, a partir de este momento van a entrenar unos días con nosotros y otros Halcones que están capacitados para ello. Pero si tienen algo que decir pueden hacerlo, estaremos con ustedes tanto como nos lo permita el tiempo en el que no estemos trabajando. —Dije rápidamente.

—Yo tengo una pregunta. —Dijo un chico moreno y pequeño, por un momento pensé que se trataba de un niño.

— ¿Si?

— ¿Cuándo comenzaríamos con estos entrenamientos?

—Mañana por la tarde. Tan pronto como se instalen con nosotros, estaremos en la casa para recibirlos. Él es Darío y yo soy Adrián.  —Todos asintieron.

—Muy bien caballeros, nos vemos mañana. —Dijo Darío, y tuve que apretar los labios para evitar reírme por su descaro.

—Nos vemos chicos.

Tome la mano de Darío para sacarlo de ese lugar y caminamos de regreso a la camioneta que no estaba mucho más lejos de donde habíamos estado observando poco antes de acercarnos. Después de prenderla encendí el aire acondicionado y la radio, antes de ponerme el cinturón de seguridad.

—No me dejaste ser feliz Adrián, eso no es de buenos amigos. —Se cruzo de brazos.

—No podemos quedarnos todo el día mirando chicos sin camisa, tenemos que trabajar. Bruno nos matara.

— ¿A quién diablos le importa el idiota de Bruno? —Suspiró y desvió la mirada hacía la ventana.

— ¿Paso algo con Bruno? —Pregunté con cuidado.

Arranque para salir de ese lugar y regresar a la casa. Darío me miro y supuse que estaba considerando decirme o no lo que estaba sucediendo con él.

—No exactamente, pero últimamente me siento extraño cuando estoy con él. Supongo que tiene mucho trabajo y esta estresado, eso es comprensible y lógico. Pero por otro lado, siento que tira señales confusas para todos lados.

— ¿Qué tipo de señales? —Pregunté sin dejar de mirar el camino.

—Bueno, déjame buscar la mejor forma de explicártelo. Estos días incluso me cuesta entenderme a mí mismo. Si M regresara del trabajo después de varios días y estuviera cortante contigo sin ningún motivo, pero luego regresara a ser el mismo de siempre…

—Tal vez si se deba al estrés, porque aunque no lo creas, M si suele ser bastante cambiante conmigo. Hay cosas que no me dice y tampoco puedo obligarlo a hacerlo si no quiere. Aunque su trato conmigo no cambia mucho. —Lo mire.

—Yo intento entenderlo Adrián, pero a veces solo quiero salir de ese ambiente pesado, me hace daño, ya no quiero sentir eso.

—Todo estará bien, intenta hablar con él. Es mejor si tiene unos tragos encima, los borrachos no mienten.

—Temo que terminemos peleando, pero lo intentare cuanto antes.

—Por cierto… no es que sea mi problema ni nada, pero ¿Te gusta Bruno?

Cuando me desperté el día siguiente M ya estaba de nuevo a mi lado, durmiendo plácidamente. Me sentí completamente aliviado. No tuve prisa por levantarme, simplemente me limite a mirarlo un rato, porque son muy pocas veces las que puedo contar haberlo visto profundamente dormido. Supuse que el cansancio pudo mucho más que los instintos de supervivencia.

—No sé que hacer contigo. —Susurré.

Se removió suavemente y comencé a acariciar su cabello. Trague saliva y me senté para estirar los brazos sobre mi cabeza, limpie mis ojos con los dedos y tome el teléfono para mirar la hora. No pasaban de las 9 A.M, pero sabía que tenía que levantarme porque estaría teniendo deberes diferentes por unos cuantos días.

Cuando Bruno se me acercó para decirme lo de los nuevos miembros y que estaría a cargo de ellos con los chicos, lo mire como si se hubiera vuelto loco. Pero después me di cuenta de que no estaba mintiendo, y supuse que como no tendríamos reuniones por unos días, no era ningún problema encargarme de ellos.

Me levante con cuidado de no despertar a M, y camine fuera de la habitación en silencio. Darío ya no estaba sobre su cama, así que baje a la cocina para ver si daba con él, pero no estaba dentro. Me serví café y lo bebí completamente sumido en mis pensamientos.

— ¿En qué tanto piensas? Te vas a quemar la lengua. —Me dijo George entrando a la cocina. Baje el vaso de café y lo mire.

—Solo estoy distraído. Un poco nervioso.

— ¿Por lo de los nuevos miembros? No te preocupes, lo haremos bien. Esas personas ya saben sobrevivir en este territorio, lo único que necesitamos es que se complementen con nosotros para que sean un apoyo y no un estorbo en el trabajo.

—Aunque algunos eran bastante jóvenes. Me preocupa que sean novatos.

—Bruno los selecciono, no creo que tomara una decisión así, lo conoces y sabes lo difícil que es cuando se trata de trabajo y hacer las cosas bien.

—De todos modos ¿Por qué lo de los nuevos miembros fue tan repentino? Estamos lidiando con muchos problemas y tratando con las reuniones.

—Yo también me preguntó lo mismo. —Se sirvió un vaso de café y le dio un trago.

—Supongo que ya nos enteramos, y por cierto ¿Sabes dónde está Darío?

—Me parece que lo vi entrando a la oficina de Bruno.

—Oh.

— ¿Por qué? —Me miro arqueando la ceja.

—Nada. —Termine de beberme el líquido y deje el vaso sobre la mesa.

Después de salir de la cocina, subí para darme un baño rápido y vestirme. Tome mis armas y me sujete el cabello, observando a M que seguía profundamente dormido, incluso con todo el ruido que estaba haciendo.

— ¿Qué estuviste haciendo estos días? —Susurré.  

—Adrián, vamos. Ya están a punto de llegar, recuerda no ser del todo blanco con ellos.

—Darío, tampoco podemos ser estrictos con ellos. No sabemos que son capaces de hacernos.

—Por favor, como si eso fuera posible. Y a tu esposo lo ves más tarde. —Me tomo del brazo y me llevo con él hacia abajo.

—Dios mío, qué vergüenza. — Susurré.

No paso mucho tiempo cuando todos comenzaron a llegar, y después de que se instalaron los llevamos a nuestro propio campo de entrenamiento para empezar con las prácticas. Primero pareció una buena idea conocerlos, así que cada uno se tomo el tiempo para hablar con ellos.

—Adrián ¿Puedes tomarte un rato para practicar conmigo? —Me preguntó Denis. Mire a los chicos y asintieron, así que hice lo mismo y le indique que me siguiera.

— ¿Por qué quieres practicar conmigo?

—Para ser sincero, ya sabía quién eras antes de ayer. Y escuché que eres bastante bueno con tu puntería, que no sueles fallar nunca. Me gustaría aprender de alguien así de bueno.

—Gracias por el cumplido, pero para ser sincero no tengo muchos consejos o trucos que pueda darte. Lo que hago me sale por puro instinto, supongo que mi cuerpo reacciona cuando tiene esto en la mano. —Le mostré el arma y apunte los objetivos.

—Está bien, puedo aprender solo observando. Realmente no soy tan malo.

—Nunca pensé que lo fueras. Toma tu arma.

Al principio me costo que agarrara el ritmo de la misma forma que yo, pero al cabo de una hora o un poco más, pude ver cierta mejora en sus disparos y su trabajo. Estaba tan feliz que terminó siendo contagioso para mí también.

—Te dije que podías hacerlo bien. Si haces esto todos los días, no tienes que preocuparte de nada.

—Muchas gracias.

— ¡Hey, Adrián! —Susurró Darío y con un gesto de la mano me indico que me acercara.

—Discúlpame Denis, ya regreso.

Camine hasta él y me paso un brazo alrededor del cuello para susurrar el mi oído.

—Tu esposo esta allá observando desde hace rato.

Lleve la mirada a la dirección que me estaba apuntando y si, pude ver a M cruzado de brazos observando todo lo que estábamos haciendo, con una expresión que a cualquiera podría haberle dado miedo.

—Voy a verlo.

—Por supuesto. Yo me encargo del chico apuesto. —Gire los ojos y camine hasta la entrada del lugar.

— ¿Todo está bien? —Le pregunté cuando llegue a su lado, no relajo su expresión, pero me miro.

—Si ¿Cómo estás? —Toco mi barbilla y sonrió con los labios.

—Entrenando a los chicos nuevos, para que coordinen con todos nosotros.

—Así puedo verlo.

— ¿Te molesta?

—Claro que no. —Puso las manos sobre mis hombros y me acercó a su pecho para abrazarme. Suspiré relajado, sintiendo el mismo perfume, el mismo cigarro, siempre lo mismo.

— ¿Y qué es lo que sucede? Porque te conozco, tu expresión no deja ver mucha felicidad que digamos.

—Solo estaba pensando en algunas cosas, no te preocupes mucho por eso. Hablaremos más tarde, sigue con los entrenamientos.

— ¿Seguro?

—Completamente. Yo tengo que salir con Bruno para repartir unos encargos, estaré de regreso al final de la tarde, te traeré algo de comer.

—Te lo agradecería mucho. —Le dije.

—Por cierto, no bajes la guardia. Nada es más peligroso que una persona ansiosa por aprender cosas nuevas, que está descubriendo sus talentos y habilidades. Recuerda que finalmente el estudiante siempre supera al maestro.

— ¿Lo dices por Denis?

—Por todos los chicos que se te acerquen y te sonrían así. Hasta más tarde.

Apreté los labios confundido por sus palabras y por un momento tuve la intención de seguirlo para que me explicara claramente el doble sentido de todo lo que dijo. Y sin embargo, alguien llego a mi lado para reclamar atención.

—Adrián ¿Todo está bien?—Me preguntó Denis.

—Todo está bien ¿Por qué no me esperaste abajo? — Lo mire.

—Lo lamento, es que yo… pensé que algo estaba mal.

— ¿Qué quieres decir?

—No es nada, no es importante. —Sonrió.

—De acuerdo… entonces, retomemos en el entrenamiento. Te voy a poner objetivos mucho más difíciles y un castigo por cada tiro que falles. Tendrás que hacer diez abdominales por cada tiro malo, los acumularemos.

—Entendido.  

Mire de reojo hacia atrás y suspiré antes de bajar de nuevo.

Después de que terminamos el entrenamiento con los chicos cada uno fue a darse un baño y después baje a la sala para sentarme en el sofá junto a la entrada. Con el paso de cada minuto comencé a sentirme impaciente, pero no paso mucho tiempo cuando se abrió la puerta y Bruno entro seguido de M.

—Estaré en la oficina llenando este papeleo. —Dijo Bruno.    

—Sí señor. —Le dijo M y puso sobre mis piernas una bolsa con los recipientes de la comida.

— ¿Podemos hablar ahora?

—Primero come, por favor. —Asentí.

Saque la comida y comencé a ingerirla mientras él se fumaba un cigarro en completo silencio, pero observándome.  

— ¿Tengo algo malo?

—Nada.

— ¿Y por qué me miras así?

—Porque no te vi durante unos días. Tenía ganas de hacerlo.

— ¿Fue un trabajo difícil? —Le di un trago a la lata de coca-cola que estaba en la bolsa.

—No mucho, pero estoy cansado.

—Puedes subir y seguir durmiendo.

—No es necesario. Todavía tengo cosas que hacer, pero quería pasar un rato contigo.

— ¿No vas a dormir conmigo esta noche? —Deje de comer y lo mire.

—Sí, lo haré. Pero si no he llegado puedes dormirte primero.

—De acuerdo. —Susurré.

Pude sentir mi teléfono vibrar y lo saque de mi bolsillo para ver quién me estaba escribiendo. Me sorprendí cuando vi al dueño del mensaje.

Soy Daniel ¿Quieres trabajar conmigo mañana en la noche?

Baje el cubierto para responderle de inmediato.

Por supuesto, después de que terminé el trabajo aquí.

Mire a M y antes de que pudiera preguntarme algo le entregue el teléfono para que él mismo pudiera leer los mensajes mientras yo seguía comiendo.

— ¿Crees que pase algo con los Red K?

—No estoy seguro. Todo estaba bien cuando me vine ayer.

—Tengo un favor que pedirte. —Lo mire preocupado.

— ¿Qué sucede?

—Cuando salgas de aquí, verifica dos veces si alguien te está siguiendo. Y si en algún momento llegas a confirmar que alguien te está siguiendo, lo matas.

— ¿Así de simple?

—Sin importar de quien se trate.

— ¿Qué estás pensando M?

—Es solo un presentimiento.

Llego un nuevo mensaje y me mostro la pantalla del teléfono para que pudiera verlo.

Más tarde te contare los detalles. No le digas esto a nadie por favor, tampoco a S. Te explicaré todo en persona.


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