Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Marioneta De Cristal por Satan666

[Reviews - 112]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original. Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer.   

Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  

También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.   

https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/  

Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo III. (Red K)

POV Adrián


No soy una persona que se deje llevar por sus impulsos; y creo que eso quedo más que claro. Así que cuando se acercó, por instinto mi cuerpo retrocedió varios pasos, para que la distancia entre nosotros siguiera teniendo sus límites y fuera más evidente el hecho de que no quería tener contacto con él; sin embargo, mi instinto de supervivencia estaba luchando con una ansiedad provocada por la misma razón, que me llevo a querer saber todas sus razones.

Es el mismo hombre peligroso del que mi amigo me advirtió solo un poco antes, y aunque intente cortar el contacto visual entre los dos, no pude hacerlo. Así como tampoco pude irme corriendo o alejarme por completo. Una parte de mí (al parecer la poco prudente) quería saber que pasaría a continuación. Y así estuve, completamente sumergido en mi mundo de ideas y pensamientos poco razonables, hasta que su voz me saco de la ensoñación y por primera vez me fije bien en su apariencia física.

Tiene piel blanca y bastante clara; rasgos fuertes, una nariz recta y una mandíbula firme; cabello negro, corto y espeso; cejas negras no muy gruesas o delgadas; ojos grises tan claros que bien podrías jurar que son de color blanco; además de un cuerpo bien trabajado lleno de una impresionante cantidad de tatuajes y perforaciones. En ese instante deje de escuchar la música, deje de ver humo y a las personas, solo quedamos nosotros. Todo lo demás pasó a segundo plano.

— ¿Tienes miedo? — Me preguntó.

— No. — Le dije sin dudarlo un solo instante. Porque es la verdad, no le tengo miedo; al menos no en estos momentos.

— ¿De verdad? — Sonrió como si mi respuesta le hubiera resultado divertida, y supuse que ese era el caso.

— De verdad. — Pase saliva.

— ¿Puedo saber tu nombre? Chico que no me tiene miedo.

— Se supone que no debo decirle nunca mi nombre a los desconocidos.

— Entonces ¿Vas a hacerme pensar toda la noche en cómo te llamas? No podré dormir por tu culpa.

— Lamento ser la causa de que no puedas dormir esta noche.

— Chico cruel. — Susurró, pero sin deja la nota divertida en su voz.

— Tengo que irme, me están esperando. — Y aunque eso es cierto, no podría importarme menos. Pero necesito una excusa para poder apartarme, para no seguir su juego, para que mi ansiedad no se haga mucho más fuerte.

— No te vayas.

— ¿Por qué?

— Puedes quedarte un rato conmigo, chico que no me tiene miedo. Soy un hombre entretenido.

— Ni que estuviera loco, gracias.

— No me hagas suplicarte.

— No es buena idea, mis amigos me deben estar buscando como locos ahora mismo y si me ven contigo entonces... — Me calle de inmediato, porque supe que de alguna forma revele que ya sabía quién era él.

— Tus niñeros no van a extrañarte por un par de minutos.

— No estoy seguro.

— Vamos. — Y sin permiso tomo mi mano para llevarme con él.

Al principio se me paso por la cabeza reclamar o discutirle, pero luego mi lado prudente me dijo que era mejor ser obediente y cerrar la boca, porque estaba con una persona peligrosa. Y admito que una parte de mí estaba realmente curiosa por lo que pasaría, lo que me diría o que tan grande era el límite que debía poner entre nosotros.

Nos acercamos a la misma parte donde había estado con sus amigos minutos antes, me soltó la mano y me miro con una intensidad que me hizo estremecer desde la cabeza hasta los pies. Apreté los labios y me limite a mirarlo esperando saber qué es lo que quería, si me haría daño o si solo quería fastidiarme. Entonces me percate de que ya nadie estaba gritando y todo estaba como antes, como si no hubiera pasado absolutamente nada.

Tampoco me paso desapercibido el hecho de que unas cuantas miradas curiosas estaban sobre nosotros, como si estuviéramos haciendo algo realmente peligroso o de lo que tuvieran que cuidarse. No hice ningún esfuerzo por apartarme de su lado, solo lo mire y seguí hasta que llegamos a unas pequeñas mesas que estaban al fondo. Me hizo tomar asiento.

— Quédate aquí un momento. — Lo hice a pesar de mis dudas y solo me le quede mirando.

— ¿Fumas? — Me preguntó mientras sacaba un cigarro de su bolsillo para ponerlo en sus labios, yo negué con la cabeza.

— No me gustan los vicios.

— Ya estaba esperando ese tipo de respuesta. — Hizo que alguien se lo encendiera y cuando lo inhalo de inmediato se desprendió un olor similar a la menta y la hierbabuena. Me gusto.

— ¿Por qué preguntaste algo que te resultaba predecible y lógico?

— Primero, porque no dejes juzgar a las personas por su apariencia, eso es ley de vida en este lugar. Segundo, porque estoy analizando tus reacciones, hasta ahora sé que cuando escuchas mi voz te tensas y arrugas un poco la nariz. Dijiste que no me tienes miedo, pero es evidente que te sientes un poco nervioso conmigo.

— ¿En mi posición tú no estarías nervioso? Y es cierto que no te tengo miedo. — Le dije de nuevo, pero esta vez dudo un poco de mis propias palabras. Sé que debería estar realmente muy asustado, pero más bien me siento curioso.

— ¿De dónde vienes? Es la primera vez que veo por aquí, y por como luces, podría jurar que ese es un territorio desconocido para ti. Disculpa, no es por como luces, es por tus reacciones y comportamiento tan recto y lleno de buenos modales.

— Es la primera vez que vengo a este lugar, tiene razón en eso, y solo vine por complacer a mis amigos. — ¿Por qué le estoy dando explicaciones?

— Dime una cosa, chico que no me tiene miedo ¿Venir aquí se va a convertir en algo frecuente para ti? — Dejo escapar el humo del cigarro y arrugue la frente cuando sentí que todo el olor me quedaba impregnado en la nariz.

— Dudo mucho volver a este lugar, no me parece inteligente de mi parte, y tampoco tengo una razón para hacerlo, la idea era complacerlos una sola vez. — Lo mire y pareció pensar en lo que le dije un momento. Me sorprende que no me cuesta nada hablar con él; mi boca solo escupe palabras sin dudarlo, como si no hubiera ningún tipo de problema al decirle todo eso a un extraño.

— Entonces, parece que solo hay que conseguir una razón para que regreses ¿No es así?

— ¿Por qué quieres que regrese a este lugar? — Le pregunté.

— Porque hace unos minutos cuando te vi, pude sentí que...

— ¿Qué? — Le volví a preguntar, más interesado.

— Voy a decir algo que puede sonar como una completa locura, chico que no me tiene miedo. Mantén la mente abierta.

— Te prometo que haré todo lo posible por creer todas tus locuras. — Sonrió y suspiro profundamente.

— Hace un rato, cuando estabas lejos mi ojos se encontraron con los tuyos pude sentir algo, que no sé bien como describir, porque es la primera vez. Fue como si de repente me hubiera olvidado de como respirar ¿Sabes? Entonces mis instintos se pusieron en alerta, al principio evalué quién eras y si debía cuidarme de ti, pero no es el caso, así que en conclusión me llamaste la atención en una dramática primera impresión. — Lo mire un poco desconcertado.

— Entiendo parte de lo que dices y intento seguirte la corriente, pero déjame ver si capto sus palabras de una forma más simple y humana ¿Tuviste un enamoramiento a primera vista? — Apreté los labios por temor a estarme equivocando, pero él me miro como si hubiera dado en el punto exacto de lo que estaba tratando explicarme.

— Tienes razón, suena como lo más sensato. Pensé que solo pasaba en las películas y en los malditos libros románticos.

No pude evitar sonreír por su confusión y mi entusiasmo de haber dado en blanco. Porque las dudas siguen estando y la vocecita que me dice que me aleje sigue estando, pero no hay duda de que también pude sentir algo cuando nos vimos. En mis relaciones anteriores me tomo un tiempo saber que esos chicos me gustaban y que podía intentar tener algo con ellos. Pero este no es el mismo caso, es una atracción física y mental que va más allá de un poco juicio razonable.

Aunque suena como una completa locura.

— Algo de ti logro cautivarme y quiero entenderme, pero no sé cómo lidiar con esto, estoy confundido.

— Creo que estás loco. — Le dije y sus ojos se volvieron a encontrar con los míos causándome un estremecimiento como la primera vez.

— Te recuerdo que prometiste entender todo lo que dijera.

— Es cierto, pero me cuesta estar de acuerdo con algo que suena como una mentira, y antes de que refutes, te voy a explicar porque. Soy un sujeto común que no tiene nada fascinante ¿Por qué una persona cómo tú...?

— También me gustaría buscarle una razón a todo en la vida, pero hay cosas que simplemente no tienen posible explicación ¿Puedes vivir con eso y mis confusiones?

— Si puedo, pero no tiene sentido.

— ¿Qué no tiene sentido? — Me preguntó.

— Que yo sintiera exactamente lo mismo; eres un extraño ¿Por qué me siento interesado en lo que dices o lo que haces? — Sonrió bastante complacido.

— Este tipo de cosas hacen que la vida sea mucho más interesante. — Aplasto lo que le quedaba del cigarro contra la mesa.

— Todo esto es muy extraño. — Susurré.

— No quería confundirte, solo actué por impulso cuando me acerque y cuando te traje. Pero así es como yo hago las cosas, y aunque estés asustado o no entiendas nada de esto, quería decírtelo aunque suene confuso y poco creíble. Soy un hombre peligroso, ahora que te dije todo, lo único que puedo advertirte es que no es bueno que te quedes cerca de mí.

— Sé que eres peligroso. — Le dije confundido.

— ¿Qué tanto sabes?

— Eres un Red K.

— ¿Sabes mi nombre?

— S.

— Parece que estas mejor informado sobre mí que yo de ti, pero viste, ya no somos extraños y pasamos el límite de los desconocidos.

— Eso parece...

— Aunque sabes que soy un Red K ¿No me tienes miedo?

— Siento algo bastante fuerte cuando te veo, pero no es miedo. — Sus ojos brillaron.

— Eres muy valiente.

— Esa no es una buena palabra para describirme, yo diría que soy poco racional.

No quedamos callados un momento, y supuse que como yo estaba buscando respuesta a toda la situación tan extraña. No creo que ninguno de los dos encuentre una respuesta el día de hoy ¿Si me gustaría verlo de nuevo? probablemente. A pesar de que no me gusta este lugar y mi mundo está en otra parte, no puedo solo ignorar que paso algo con este hombre. Y aunque no soy un experto leyendo a las personas, puedo notar su confusión, que tampoco está satisfecho como lo que tiene hoy y que bajo la guardia ante un chico cualquiera, algo que nunca habría podido imaginar.

Sé que la situación es de poco creer y me siento muy confundido, pero estoy en una batalla interna sobre creer que estoy soñando y desear que sea real. Porque aunque mis sentimientos son confusos, esto que nunca antes había sentido, es genial y absurdo. No quiero que se detenga.

— De verdad me gustaría volver a verte. — Me dijo, y lo mire como si hubiera dicho una completa estupidez.

— Entonces vendré de nuevo. — Dije sin pensar.

— Eso no es razonable.

— La próxima vez pasaré más tiempo contigo, yo también quiero saber que paso esta noche. Ahora tengo que regresar, porque mis amigos deben estar como locos buscándome.

— Parece que a mí también me están buscando. — Mire en la dirección que se había perdido su mirada. Sus amigos (Los Red K) se estaban acercando a nosotros.

— Debes irte. — Le dije y asintió.

— Tengo trabajo que hacer, chico que no me tiene miedo. — Se puso de pie y lo imite.

— Está bien.

— Espera un momento. — Me dijo cuando estaba a punto de irme.

Tomo mi mano y nos aparto de la vista de todos antes de presionar sus labios contra los míos, yo me congele. Fue un simple contacto, que me hizo entender que todo lo que había sentido si era real, mi estómago se contrajo de tal forme que tuve que poner una mano sobre mi abdomen en un vano intento de contenerlo. También me invadió una ridícula nostalgia y preocupación porque eso era y no era correcto.

Solo fue unos segundos, pero bastaron para volverme loco, incluso marearme. Lo mire cuando se separo, pero sus palabras fueron como un balde de agua fría que me volvieron a poner los pies sobre la tierra.

— Mejor no regreses, es no es tu mundo. No regreses aquí de nuevo. — Pude sentir su aliento cuando lo dijo y a pesar de sus rudas palabras, su rostro no parecía estar de acuerdo con lo que me dijo.

— Espera un momento.

— Adiós chico que no me tiene miedo. — Y tan rápido como había aparecido se fue.

Yo me quede completamente helado, sin entender lo que había pasado. Para comenzar era la primera vez que me dejaba besar por un completo extraño y no hice nada para rechazarlo. Luego estaba el tema de que me dijo que quería verme y luego pidió que no regresara. Pase saliva y lleve la mano a mi cabello para sacudirlo desesperado.

Es un sueño, solo eso.

Pero no desperté y por el contrario. La voz de Jacobo me volvió a traer de regreso a la realidad, al principio estaba mucho más preocupado por lo que había pasado con el chico de los Red K, pero al ver la cara de mi amigo, no pude evitar sentirme culpable; era evidente el hecho de que me habían estado buscando como locos.

— Adrián, te juro que entre George y tú van a hacer que me muera de un infarto.

— Perdóname Jacobo, te me perdiste de vista.

— ¿Qué estabas haciendo? Pensé que me seguías y cuando me gire no estabas detrás de mí. Pensé que te había pasado algo malo, estaba sintiendo malestar.

— De verdad lo lamento mucho, me distraje porque...

— ¿Estuviste con alguien todo este rato? — Jacobo siempre ha sido muy perspicaz.

— Me encontré con un conocido y ambos nos sorprendimos tanto de vernos aquí que nos quedamos hablando por un rato. Pero él se acaba de ir.

— ¿Alguien que yo conozca?

— No lo conoces, vive en la zona azul. Regresemos con George. — Él sabe que no conozco muchas personas y pareció pensárselo durante un momento, pero no me dijo nada. Por otro lado, me sorprende decir mentiras de forma tan natural.

— Entiendo... ahora regresemos. — Comenzamos a caminar.

— Venir a este lugar no fue tan terrible como lo imagine al principio. Olvide todo lo que paso con James y definitivamente quiero volver,

Me miro sin creer lo que le estaba diciendo, por un lado pareció sentirme complacido de todas mis palabras, pero por el otro, estaba seguro de que se preguntaba porque había cambiado de opinión.

Es bastante simple, me rehusó a solo ignorar todo lo que paso esta noche. Me gustaría verlo de nuevo, porque algo paso entre nosotros, y aunque ninguno puede entenderlo, con el tiempo lo haremos. Me aferro a la idea de que ya no somos unos completos extraños, como él dijo.

Lo que me retiene es que los Halcones y los Red K parecen ser grandes enemigos; no puedo decir nada de lo que paso, al menos hasta que pueda volverlo a ver y aclare mi cabeza, mis sentimientos y la estabilidad que tenía antes de que apareciera.

Sé que fui cobarde cuando baje por mi ventana esa noche para irme con George a La Cueva, pero cuando regrese a mi habitación, subí sin problema con la ayuda de los chicos. Después de despedirme me quite la ropa para dejarme caer sobre la cama y en medio del movimiento pude sentir de nuevo ese olor a menta con hierbabuena que me hizo sonreír complacido.

Dormí profundamente esa noche.

...

Me despertó el sonido de la puerta, alguien la estaba tocando de forma insistente, poniéndome de mal humor tan pronto me vi forzado a abrir los ojos. Me acosté en la madrugada y el cansancio se hace presente en mi cuerpo y mis ojos, que se sienten pesados. Con toda la flojera del mundo me levante, y arrastrando los pies por el piso camine hasta la puerta para abrirla. Olvide que le deje el seguro puesto cuando regrese de la casa de James.

No pude evitar poner mala cara cuando encontré a mi madre con esa expresión firme que yo tanto había odiado desde niño. Me dijo que se estaba haciendo realmente tarde para mis clases y que no podía estar durmiendo hasta esa hora. Simplemente me provoco un dolor de cabeza tan fuerte que maldije por el resto de la mañana, por el hecho de que tuviera que regresar justo ahora de sus viajes.

— Tu tutor esta abajo, no puedes dejarlo esperando; es una falta de respeto de tu parte.

— Enseguida bajo.

Entré al armario para vestirme, luego me cepille los dientes y lave mi rostro. Baje a la sala entre bostezos y una enorme pereza que no abandono mi cuerpo, por más que hiciera el esfuerzo de comportarme como se supone debería hacerlo, según los adultos de esta casa.

No pude evita sonreír cuando recordé todo lo que paso la noche anterior, incluso el ambiente de La Cueva, y mi cuerpo se estremeció satisfecho. Sujete mi cabello con una liga para recogerlo y que se viera mucho más presentable. Cuando entre a la sala principal, me estaba esperando mi tutor, el mismo que tengo desde hace años, y que se asegura de darme la mejor educación posible. Uno de los delirios extraños de mis padres era creer que los colegios eran malos, porque su educación mediocre y ambiente poco satisfactorio para el desarrollo personal de un joven.

Así que desde que tengo uso de razón me educaron en casa.

Mi madre le entrego una taza de café a Axel (mi tutor) con una sonrisa hipócrita, que nunca ha dejado de fastidiarme; y Arcadio me puso un vaso de jugo a mí. Hice lo posible por simular buen ánimo, porque no quería que ninguno se diera cuenta de que mi rostro estaba destruido por el cansancio.

— Buenos días, Adrián.

— Buenos días. — Bien, tengo unas cuantas cosas que decir de este sujeto.

Es desagradable.

— ¿No pusiste el despertador? — Preguntó con una sonrisa.

— No lo escuche, mis disculpas. — Tome el libro de mala gana. Mi madre se fue después de evaluar que todo estuviera en orden.

Me di cuenta de que se acercó a la entrada y tomo varias maletas que estaban en la entrada. No me extrañaba el hecho de que se fuera de inmediato, porque eso era lo usual. Llegue al punto de que me da completamente lo mismo. Y disfruto el hecho de que no estén conmigo.

— ¿Se va de nuevo señora? — Le preguntó Arcadio.

— Si, con mi esposo tenemos algunas reuniones por la cadena hotelera que va a fundarse este año en Asia, estaremos de regreso en un tiempo. Cuida de mi hijo, y ya sabes que quiero que se cumpla la instrucción que te di.

— Por supuesto, señora. Tenga un buen viaje. — La ayudo con las maletas, y yo me pregunte de que se trataban las benditas instrucciones que le dio.

— Tenga un buen viaje señora, cuidaremos de Adrián. — Le dijo Axel y lo mire como si se hubiera vuelto loco.

No me gusta quedarme solo con este hombre, porque siempre me mira de forma extraña, me hace sentir incomodo. Además tiene comportamientos inusuales que normalmente no tendría un profesor. No sé a qué otra cosa se dedica, nunca se lo he preguntado, pero siempre pensé que lo mejor era mantener mi distancia de él

— ¿Con que quieres empezar hoy Adrián? Estadística, historia, política...

— La verdad es que me da completamente igual, no estoy de ánimos para pensar o razonare el día de hoy. — Solo sonrió y tomo el libro de estadística para abrirlo sobre la mesa.

— ¿Qué es ese olor? — Preguntó y me congele. No me bañe, por lo que mi cabello y mi cuerpo deben seguir oliendo a cigarro.

— ¿Qué olor?

— Huele a cigarro.

— Debe ser tu imaginación. — Me miro con sospecha.

— Adrián ¿Estás seguro de que no eres...?

— Yo no fumo. Mi amigo se fumo anoche un cigarro en mi cuarto, es por eso. — Lo más seguro es que se lo diga a mi madre, pero no tengo otra opción ahora mismo.

— De acuerdo, imagino que es un secreto. No te preocupes, está a salvo. — De alguna forma parece disfrutar la situación de tener el control sobre mí.

— Supongo que gracias por eso. — Dije entre dientes.

— No hay problema, ahora vamos con estadística avanzada.

...

Paso casi un mes sin novedades, lo que me tuvo ansioso y sin mucho que hacer en casa, salvo por las horribles clases con Axel. No pude dejar de pensar en la noche que pase en La Cueva, o en él. Los chicos no se aparecieron durante ese tiempo y aunque supuse que estaban bastante ocupados, me hicieron falta por el hecho general de verlos, y para sugerirles que me llevaran de nuevo con ellos a la zona roja.

No pensé más en James, de alguna forma comenzó a parecerme lejano todo lo relacionado con él y la vida común de la zona azul. Aunque solíamos llevarnos bastante bien y era una distracción para mí poder verme con él y salir juntos. Pero todo lo que envolvían mis pensamientos era lo que había visto en la zona roja, lo que había sentido por S, sus palabras y sus acciones. Al principio pensé que solo lo tomaría como una experiencia vivida, que lo olvidaría; pero simplemente no pude hacerlo.

Me deje caer en la cama después de otro agotador día de clases y cerré los ojos para descansar mi mente, pero volvieron a aparecer todas las imágenes y me senté sobre la cama.

— ¿Cuándo me vas a dejar tranquilo? — Susurré.

— Hola, Adrián. — Mi cuerpo tembló por la nueva voz presente en la habitación y pase saliva nervioso.

— Hola, George ¿Dónde te habías metido?

— Lo sentimos mucho, Adrián. — Me volví a asustar cuando escuche una segunda voz, pero solo era Jacobo entrando por la ventana.

— Nos mandaron a hacer unos trabajos por aquí y por allá, no pudimos desocuparnos hasta ahora, sabes que debemos seguir órdenes.

— Puedo entender que estén ocupados, pero podrían darme señales de vida de vez en cuando, estaba preocupado, — Me deje caer otra vez sobre la cama.

— Por eso lo sentimos, no esperábamos que nos tomara tanto tiempo. — Dijo Jacobo.

— ¿No estuvieron matando personas cierto?

— No estábamos haciendo ese tipo de trabajo, no te preocupes.

— ¿Y tú que cuentas? ¿Qué tal la vida de los ricos? — Preguntó George, antes de sentarse sobre la cama. Saco un cigarro y se lo puso en los labios antes de encenderlo ¿Por qué un hecho tan simple se veía tan distinto en dos personas?

— Completamente aburrida, necesito hacer algo interesante para variar. Axel me está volviendo loco con las ocupaciones.

— ¿Te esta fastidiando de nuevo?

— Siempre me mira de forma muy extraña, no me gusta.

— Te dije que podíamos ocuparnos de él.

— Me preocupa de que manera podrían "ocuparse" de él.

— George, déjalo en paz. Sabes que Adrián desaprueba la violencia y tú forma de ocuparte de todo es esa.

— Ustedes deberían aprovechar las energías que tengo y dejarme encargar de todos sus problemas.

— Eres muy amable George, pero prefiero dejar las cosas así, no quiero que terminen presos por mi culpa.

— ¡Eso no es posible!

— En fin... nosotros nos vamos La Cueva justo ahora. — Dijo Jacobo, cortando la hiperactividad de George. Me senté en la cama de inmediato.

— ¿Ah, sí? ¿Van a hacer algo importante?

— Vamos a pasar el rato, los chicos nos están esperando allá, pero queríamos pasar a verte.

— ¿Puedo ir con ustedes? Estoy aburrido y quiero escapar de este lugar.

— Pensé que lo habías odiado. — Me dijo George.

— La zona roja en general no me gusta, pero yo no dije que lo hubiera odiado.

— Cuando salimos del lugar alguien te agarro en culo y dijiste que nunca volvieras.

— ¡Bueno pero piensa en mi posición! — Me queje.

— No debiste golpear a ese hombre George, estaba tan borracho que no podía sostenerse, no sabía lo que hacía. — Lo regano Jacobo.

— Lo siento, no pude evitarlo.

— Si vas a venir con nosotros cámbiate ahora, porque Darío nos está esperando abajo.

— ¿Abajo aquí en mi casa? — Pregunte y el asintió.

— Estábamos trabajando con él. — Dijo George.

— ¿Y por qué no lo hicieron subir? Son de lo peor. — Me levante de la cama.

— Dijo que no subía para ningún lado por una ventana. — Me explico Jacobo encogiéndose de hombros.

— Pero está haciendo mucho frío; estoy listo en 5 minutos.

Entré al armario y tome una camisa azul de manga corta, y un pantalón negro, los converse y un suéter holgado. Después entre al baño para lavarme la cara y los dientes; también me sujete el cabello. Me puse solo un poco de perfume y tome mi billetera y las llaves para ponerlas en mi bolsillo. Me tomo 5 minutos.

Cuando salí los chicos estaban hablando sobre trabajo, me miraron durante un momento. George frunció el ceño y Jacobo sonrió. Por lo que pude entender decían algo de un paquete que no había llegado del todo intacto al destinario y se podían meter en problemas con su jefe por eso. Si es que la persona del encargo hacia el reclamo.

— No va a pasar desapercibido. — Dijo George.

— Déjalo tranquilo, está perfecto. Además nosotros vamos a cuidarlo.

— ¿Es demasiado? — Le pregunté y negó.

— No es eso, es que tú llamas bastante la atención.

— Yo no pienso eso. — Le dije.

— Vámonos, se está haciendo tarde. — Dijo George.

— Bajen ustedes primero y me ayudan. — Me regrese al armario y tome una chaqueta. Regrese y ellos ya habían bajado.

Suspire antes de imitar la misma acción de la otra vez, me deje caer y George me sostuvo antes de posicionarme en el piso. Apreté los ojos con fuerza, pero todo acabo bastante rápido. Y no fue mucho peor.

— ¿Todo en orden? — Me preguntó Jacobo.

— Sí, todo está perfecto.

— ¿Entonces vas a irte con Darío y yo con Adrián? — Le preguntó George a Jacobo.

— De acuerdo, no me molesta. — Jacobo me miro para ver si yo estaba de acuerdo, solo le sonreí. Luego me acerque a Darío que estaba junto a las motos para saludarlo.

— Hola Darío. — Le pase la chaqueta.

— Hola cariño, gracias. — Tenía los labios ligeramente azules.

— Si ya estamos listos, es hora de irnos. — Aviso George y me entrego el casco. Esta vez si me lo pude poner y me subí a la moto.

— Ten cuidado, George. — Le dijo Jacobo. Supuse que la advertencia era por su forma de manejar. Y ellos se fueron primero que nosotros.

Sigo odiando este tipo de adrenalina, pero es tolerable. Supongo que el hecho de ir con ellos me da más seguridad, porque sé que no pasara nada malo. Pero tan pronto arrancamos, yo deje perder mi mente para distraerme del recorrido. Una vez más vinieron las imágenes de aquella noche y me pregunte si esta sería igual o mucho mejor. Estaba a la expectativa de lo que podía suceder durante la noche.

No es que el viaje fuera mucho menos horrible, pero al menos esta vez sí pude disfrutar del viento y el movimiento. George dejaba a todos los carros atrás con facilidad, así que pude entender lo que les gusta tanto de estar sobre una moto. Y ahora sé que en la zona es mucho más fácil movilizarse de esta forma, porque muchas de las calles son estrechas. El cuerpo de George se tenso un poco y me pregunte si estaba pasando algo malo, por lo que no pude evitar preguntarle.

— ¿Está todo bien? — Hable un poco más alto para que fuera capaz de escucharme.

— Todo está bien, solo me estaba preguntando ¿Por qué quisiste venir con nosotros? No me mal entiendas, a mi me gusta mucho el hecho de que pases tiempo con nosotros, pero siempre has odiado la zona roja y todo lo referente, me costó mucho hacerte ir. Jacobo me dijo que probablemente vendrías de nuevo, así que me estaba preguntando si había alguna razón detrás de esa decisión. — Suspire, ya me estaba esperando este tipo de preguntas.

— Supongo que solo estoy cansado de decir que no. Me gustaría cambiar un poco mi vida, siempre lo dices, que no me quede sin hacer nada. Tome la decisión de hacer algo.

— Es peligroso.

— Ya lo sé, George.

— ¿Entonces no existe ninguna otra razón?

— ¿Y qué más podría ser?

— No lo sé, yo pienso cuidarte siempre, pero si te llegara a pasar algo malo...

— Todo estará bien, no es como si planeara irme a trabajar con ustedes o algo así, solo es una forma de pasar más tiempo juntos. – Y también buscarlo a él.

—De acuerdo, si estas tan seguro, entonces hay que hacer esto.

— Gracias George.

— Pero cuando algo no esté en orden debes decírmelo, eso es lo único que te pido.

— Te lo prometo.

Llegamos a la zona roja y subimos por el mismo camino hasta La Cueva, las calles son confusas, pero recuerdo los detalles. Es el mismo ambiente, los mismos olores y todas las personas. Cuando llegamos, vi el mismo pasillo con luces fluorescentes y mi cuerpo se estremeció nervioso, como la primera vez, pero mucho más emocionado. Pasamos hasta el local y escuche la música, vi el humo y sentí lo mismo que antes, solo difería que esta vez estaba esperando encontrar todo eso y que siguiera de la misma forma. El lugar estaba repleto, las personas bailaban, tomaban y se movían por todos lados.

Aunque quería salir corriendo para buscarlo, me limite a seguir a los chicos por el local, subimos al segundo piso y nos acercamos a una de las mesas, tal como la primera vez. Los Halcones estaban en mitad de un juego de cartas, pero nos saludaron a todos, incluso a mí, como si estuvieran realmente felices de verme. No tuve más opción que prestarle atención al juego de cartas y sumirme en sus conversaciones. Pero estaba recorriendo el primer piso con la mirada, para intentar ubicarlos.

Luego caí en cuenta de que los Halcones sabrían si los Red K estaban en La Cueva, como la última vez. Pero ninguno de ellos parecía si quiera un poco alterado. Así que suspire resignado y me uní a la siguiente ronda del juego; pensé que si no podía verlo, al menos intentaría pasar bien la noche. Aunque este tipo de ambiente no se lleva bien conmigo, con el pasar de las horas me pude sentir más cómodo. También me gustaba pasar más tiempo con los chicos.

A pesar de eso llegue a pasar de vez en cuando la mirada por el primer piso, esperando verlo. Pero no apareció y los chicos se dieron cuenta de que estaba concentrado en algo más.

— Adrián ¿Está todo bien? — Me preguntó Jacobo.

— Estoy bien, no te preocupes.

— Si necesitas algo, dímelo.

— Lo haré. — Le sonreí para que sintiera tranquilo.

— Chicos, tengan cuidado, ya llegaron los Red K. — Dijo una voz ajena al nuestro grupo en la mesa, era la de un hombre joven que parecía conocerlos bien.

— Gracias por avisarnos Javier. — Le dijo Bruno.

— Yo pensé que no vendrían hoy, diablos. Parece que se ponen de acuerdo para hacernos pasar mal la noche. — Dijo Camilo con su extraño acento, Todos se preocuparon, mientras que yo estaba sonriendo internamente, tanto que apreté los labios para no expresarlo.

— Si nos quedamos aquí, no va a pasar nada. Ellos se encargan de todos sus negocios abajo. — Dijo Jacobo.

— Si, es verdad. — Bruno le dio la razón.

Los chicos decidieron seguir pasando la noche como hasta ese momento, ya que no había ninguna razón por la que preocuparse. Pero mi corazón comenzó a latir de manera poco saludable, tan solo al imaginar que él estaba cerca, nuevamente podría verlo, y eso me produjo ansiedad. Porque no esperaba que realmente pudiera hacerlo.

Así que comencé a imaginar planes bajar a buscarlo, sin que los chicos pudieran impedírmelo. Pero todo hilo de pensamiento se vio interrumpido cuando un sonido bastante fuerte hizo eco por todo el lugar. Los oídos comenzaron a dolerme, y mis sentidos se nublaron por un momento; a pesar del molesto zumbido, pude escuchar los gritos que se hicieron por todo el local, después de escuchar el disparo.

Todos comenzaron a correr sin control, tanto en este piso, como en el de abajo, todo se convirtió en un caos. Los chicos se levantaron y decidieron que lo mejor era irnos, así que bajamos las escaleras, pero en el primer piso los empujones eran tales que nos obligaron a separarnos. Yo lo vi como una oportunidad, pero aunque intente moverme por mi cuenta, no pude hacerlo. Me estaban arrastrando y me costó poder ubicarme en medio del desastre. Me tire al piso y tan pronto lo hice se escucho otro disparo, mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza, y me tape los oídos. Pude ver que muchos estaban asustados, otros para nada, pero se dejaban llevar sin problema por el flujo de la situación. Incluso pude ver que algunos estaban lo suficientemente borrachos como para no entender lo que estaba pasando.

Una mujer se cayó justo a mi lado y a pesar de la confusión y el aturdimiento, intente ayudarla. Tome su brazo y acerque a mí como pude, ella no dejaba de temblar. Me imagine que como yo no está acostumbrada a este tipo de situaciones, me dio pena dejarla sola.

— ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? — Le pregunté.

— Estoy bien, gracias por ayudarme.

— No hay problema, pero ten cuidado, vamos a intentar salir de aquí. — Asintió, así que tome su mano y ella se aferro con fuerza. Me levante y comencé a abrirme paso entre las personas de forma un poco brusca. Llegamos hasta la entrada, al mismo punto en el que había estado con S casi un mes antes.

— ¿Puedes esperar un momento? No me siento bien.

— ¿Qué sucede? — La mire preocupado. Además ella estaba toda golpeada, imagine que habían sido las personas cuando la empujaron.

— Solo necesito sentarme un momento... estoy mareada. — Busque una silla y la hice sentarse como pude.

— ¿Mucho mejor?

— Si, muchas gracias. — Me sonrió levemente.

— ¿Quién pudo haber disparado así? — Pregunté.

— Creo que fueron los Red K. — La mire interesado.

— ¿Los Red K?

— Si, aunque no alcancé a ver muy bien. — Su voz es dulce.

— Supongo que esto siempre es así.

— No todo el tiempo, a veces pasan días sin que ocurra algo como esto.

— Pareces estar muy acostumbrada.

— Vengo mucho para este lugar.

— Pero no eres de aquí. —Dije seguro.

— Y tú tampoco. — Sonreí levemente antes de asentir.

— No, vivo en la zona azul.

— Yo también. — Dijo ligeramente sorprendida.

— Puede que incluso vivamos cerca. — Le dije, ella asintió.

— Me llamo Alice.

— Soy Adrián.

— Es un placer conocerte Adrián.

— Puedo decir lo mismo Alice ¿Te sientes mucho mejor?

— Si, gracias por ayudarme. Es una coincidencia ver a alguien de la zona azul aquí, es muy poco frecuente.

— Supongo que sí, estoy con mis amigos, ellos si viven aquí.

— Tengo que irme, pero puedes darme tu número de teléfono. —Saco un labial de su bolsillo.

— Está bien. — Se lo dije y ella lo anoto en su brazo. Me pareció divertida.

— Te voy a llamar en cualquier momento.

— Y yo estaré esperando esa llamada.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — Esa voz.

— Tú. — Me gire bruscamente y me encontré de nuevo con esos ojos grises que no dejan de aparecer en mi mente. La razón por la que regrese a este lugar.

— No deberías estar aquí, te dije que no vinieras de nuevo ¿No viste lo que acaba de pasar?

— No tengo porque hacerte caso, estoy seguro de que no eres mi padre. — Le dije y puso mala cara.

— Muy bien chico que no me tiene miedo, puede que tengas razón, pero comenzaré a considerar que no eres una persona muy inteligente, como dijiste.

Nos quedamos mirándonos mal sin decir absolutamente nada. Y recordé la presencia de Alice. La mire y ella estaba completamente ausente, temblando ¿Se puso de ese modo por S o por algo más?

— Alice ¿Estás bien? — Pero ella no salió de su trance.

— Ven conmigo. — Me dijo S. Tomo mi mano y me arrastro con él, solo me deje llevar.

No hizo falta abrirnos paso entre las personas, porque estas solo se quitaban como si alguien se los estuviera ordenando, me quede fascinado por la influencia de los Red K en este lugar. Cuando nos apartamos lo suficiente de los demás me soltó la mano, me miro a los ojos y saco un cigarro para ponerlo entre sus labios de mal humor. Luego lo quito y dejo escapar un suspiro muy profundo, uno que no supe interpretar.

¿Me va a regañar?

La verdad es que no puedo decirle que vine para verlo, eso es extraño, sonaría como un maldito acosador.

— ¿Por qué regresaste? — Preguntó.

— Para pasar un tiempo con mis amigos.

— ¿Y dónde estás esos dichosos amigos? No deberían dejarte solo.

— Con lo que acaba de pasar, nos alejamos. Deben estarme buscando.

— Dime la verdad ¿Por qué regresaste? — Suspiré y apreté los labios.

— Para verte.

— ¿Para verme? — Esto es vergonzoso.

— Si.

— Entonces está bien. — Lo mire sin entender nada.

— ¿Por qué esta bien?

— Si hubieras venido aquí por tus amigos como dijiste; o por alguna otra razón. Lo más probable es que me hubiera molestado contigo, pero si tu razón de estar aquí en estos momentos soy yo, entonces está bien. — Lo mire con interés.

— ¿Puedo saber por qué? — Le pregunté, puso el cigarro en sus labios de nuevo.

— Porque quería verte. — Creo que decir eso es tan difícil para él, como lo fue para mí.

— Pero antes me dijiste que no viniera de nuevo, pensé que ya no querías verme.

— Porque sabía que si te veía de nuevo, no te dejaría ir, y eso es un problema, chico que no me tiene miedo. Porque ahora no pienso dejarte ir, te jodiste la vida.

— No lo hagas. — Le dije.

— No entiendo que fue lo que me hiciste, yo no soy así. — Creo que se siente confundido.

— Mira, sé que todo esto es completamente absurdo, pero no puedo evitar sentirme bien ahora mismo, porque si me hubieras visto todos estos días, pensarías que soy un completo loco. — Me calle tan pronto me di cuenta de lo que dije, porque fue como una confesión. Pero él solo estiro ligeramente la comisura de sus labios, complacido.

— Eres valiente, por estar interesado en un demonio.

— O bastante estúpido.

Nos quedamos en silencio y me tome el tiempo de ver otra vez todo su rostro, sus facciones y detallar los tatuajes y las perforaciones que tiene a pesar de la oscuridad de La Cueva. Desde su cuello, pasando por sus hombros, sus brazos y parre de su pecho hay tantos que es imposible contarlos o distinguirlos bien. También las perforaciones que tiene en las orejas, las cejas y los labios. En su cuello note una cadena roja que destacaba porque toda su ropa era negra.

Mire sus ojos y me deje llevar por la intensidad que transmitían. Estaba tan concentrado que apenas me di cuenta de que ahora estábamos en otra parte de La Cueva, que yo no conocía. No fui consciente de quien nos pudo haber visto o de que estaba pasando, solo estaba atrapado en mi mundo. Si fuera racional y prudente, no me quedaría a solas con un extraño conocido en un lugar que no conozco. Si este hombre me asesina, nadie seria testigo de ello y sería realmente lamentable.

Pero mi cuerpo no tiene intenciones de apartarse y mi mente ya no es tan sensata como lo es cuando estoy en mi casa, en mi propio mundo dentro de la zona azul. Sonrió y me pregunte que estaba pensando.

— ¿Fuiste tú el que disparo hace un rato? — Le pregunté.

— Fue uno de mis amigos.

— ¿Por qué?

— Porque tenía un problema con alguien y digamos que en este lugar no existe la diplomacia, no se solucionan los problemas hablando.

— Estoy confundido, la única razón de venir aquí hoy fue para verte, pero no entiendo porque tengo la necesidad de ver a un extraño. — Le dije y él me escucho, pero no respondió.

— Se me olvido el encendedor. — Susurró, yo suspire.

— Al fin te encuentro S ¿Dónde te habías metido? — Dijo una voz que me hizo estremecer del susto. Pude ver la misma cadena roja alrededor de su cuello, por lo que supe enseguida que el chico que se nos acerco se trataba de un Red K.

— Fue tu culpa que nos separemos, por hacer tanto escándalo ¿Lo mataste?

— No, pero probablemente no pueda mover su brazo en varias semanas. — Así que este chico fue el que disparo y causo todo el desastre.

— No cambiaras nunca, acaba bien con el trabajo. Dame fuego.

— ¿Quién es tu amigo? — Preguntó fijándose por primera vez en mí, y prendiendo el cigarro de S con un encendedor.

— Es una persona interesante que tuve el placer de conocer hace poco tiempo. — No pude evitar sonreír levemente.

— No lo había visto por aquí.

— No es de por aquí ¿Cierto chico que no me tiene miedo?

— No vengo mucho por esta zona. — Le dije al amigo,

— Bueno, es un placer conocerte. — Me sentí aliviado de que no fuera ten denso como S; y por el contrario, parecía tener una personalidad más dada con los demás.

— Digo lo mismo. — Le dije.

— Ya vienen los chicos. — Advirtió en chico y no pude evitar sentirme bastante ansioso.

— Chico que no me tiene miedo, espérame unos dos minutos por aquí ¿De acuerdo? — Me dijo S.

— ¿Vas a dejarme solo? — Le pregunté.

— ¿Ahora si tienes miedo? — Sonrió.

— No.

— Entonces espérame, solo serán dos minutos, ellos no te van a hacer absolutamente nada, lo prometo.

— De acuerdo

Los Red K llegaron a nosotros después de que S se fue y pase saliva. No tengo miedo, pero admito que me siento nervioso porque no sé como son estas personas, tampoco sé que decirles. El hecho de que este aquí solo con ellos solo afirma que perdí por completo mi juicio. Tal vez no me importa morir en manos de unos asesinos en la zona roja, o quiero ver que tan lejos llega esto para poner a prueba mis límites y conocer cosas nuevas. Lo que sea, debo haber perdido completamente la razón y la cabeza.

El chico que disparo antes me miro y cualquier cosa que estuviera pensando se la guardo para sí mismo, lo que agradecí. No estoy seguro de que debo responder si me comienza a hacer preguntas sobre mi procedencia o mi visita esta noche a su zona, la que los convirtió a todos en asesinos.

— Me llamo Oliver. — Dijo presentándose de nuevo.

— Soy Adrián. — Le dije y tome la mano que me ofreció para estrecharla.

— ¿Tienes miedo?

— No tengo miedo, solo estoy nervioso. — Admití, porque es más que evidente que mi cuerpo no deja de temblar.

— Todo esta bien. — Dijo divertido.

— Es diferente de lo que había imaginado. — Susurré.

— ¿Qué cosa?

— Este lugar, todas las personas y específicamente ustedes.

— No somos buenas personas, pero somos una familia. Si eres amigo de un Red K eso te hace intocable para el resto, no podríamos hacerte nada aunque tuviéramos la intención de...

— ¿Es como una especie de regla?

— Una ley no escrita. Sabemos con quién debemos perder el control y con quién no debemos hacerlo, S no es muy amable cuando se molesta.

— No puedo imaginármelo molesto.

— Créeme, es algo que es mejor evitar conocer.

—  Oliver, tremendo escándalo el que causaste de nuevo. — Le dijo un chico de voz ronca.

— Lo siento, pero ya saben que no puedo controlar mis impulsos. — Oliver se escogió de hombros.

— ¿Y este chico?

— Es un amigo, S me lo acaba de presentar, se llama Adrián.

— Hola, soy Ronald. — Me dijo el mismo chico de voz ronca. Era bastante alto y de brazos grandes, muy impresionantes. Pero cuando sonrió se vio tan amable que no pude evitar hacerlo también.

— Este es Paúl, el que está por allá es Rafael y este es Sergio. — Me los fue señalando Oliver.

—  ¿Son todos los Red K? — Pregunté sorprendido.

— No, solo un pequeño grupo se acerca a La Cueva. Los demás están trabajando, somos un grupo tan grande que no podrías imaginarlo. — Lo mire interesado.

— ¿Y cómo conociste a S? — Me preguntó Sergio.

— Digamos que no tengo mucho tiempo conociéndolo, pero cuando nos encontramos nos involucramos de inmediato. — No es una mentira. Es la manera más fácil de resumir la situación que ni nosotros mismos podemos entender.

Los Red K resultaron ser mucho más divertidos y amables de lo que yo imagine, por todo lo que me habían dicho sobre ellos. Esperaba encontrar personas hostiles y groseras, pero ese no fue el caso. Sé que solo me muestran el lado bueno, el humano que tenemos todos y que es posible mostrar con limitaciones. Pero no es fácil contener las cosas malas de una persona.

Hablaron conmigo, me hicieron preguntas y viceversa; ninguna que fuera difícil de responder. Me hicieron sentir lo mismo que cuando vi a S por primera vez, interés y fascinación. Incluso me ofrecieron un trago y tuve que negarme de la forma más amable posible, durante ese rato que estuvieron conmigo, pero me di cuenta de los grandes poderes de persuasión de Oliver que me hizo probar una bebida azul bastante dulce que me quemo la garganta, pero no fue tan grave como para emborracharme.

— Lo lamento, me tarde más un poco más de dos minutos. — Dijo S.

— Esta bien, ellos me distrajeron. — Le dije.

— Tratamos muy bien, a nuestro Adrián. — Dijo Oliver, sentí un cosquilleo en el estomagó cuando dijo "nuestro." Luego caí en cuenta de que S estaba escuchando mi nombre por primera vez.

— Adrián. — Repitió para sí mismo.

— Sigo sin tenerte miedo. — Le recordé, él sonrió.

— Es cierto, chico que no tiene miedo.

— Creo que ya se hizo demasiado tarde, tengo que buscar a los chicos.

— No queda prácticamente nadie afuera, lo más probable es que se fueran en medio del alboroto. — Negué.

— Ellos nunca me dejarían aquí por mi cuenta, créeme.

— Permíteme tener el honor de llevarte. — Susurró bastante cerca. Pude sentir ese aroma suyo, menta con hierbabuena

— No puedo irme y dejarlos aquí muertos de preocupación por mí.

— Por favor. — ¿Quién se puede resistir a eso?

— De acuerdo.

— Buen chico.

— ¿Ya te vas? — Me preguntó Oliver, asentí.

— Los veo en otro momento.

— Espero verte pronto Adrián.

— Yo también. – Le sonreí.

Me aparte del grupo, salimos del local y caminamos sin decirnos nada, llegamos a su moto y sin esfuerzo me acomode detrás de su cuerpo. El regreso a mi casa fue silencioso, pero placentero, porque durante todo el recorrido pude hundir el rostro en su espalda embriagándome con su aroma.

Puedo volverme adicto a esto, es uno de los mejores momentos de toda mi vida, yo tampoco pienso dejarlo ir.

Notas finales:

Les agradezco por leer, espero que disfruten esta historia. Preguntas, dudas y sugerencias en los comentarios


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).