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Amor en el tiempo por Misaki Heartfilia

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Notas del capitulo:

Misa: holi, disculpen la tardanza, como estamos a final de semestre ando en otra n.nU

Este capi contiene muchas cosas nuevas jeje si me quieren matar, háganlo al final

¡A leer se ha dicho!

 Capítulo 2: Compartiendo

 

Hiroshi abrió lentamente los ojos, volteó a ver la hora en su pequeño reloj despertador con forma de gato y se dio cuenta que había pasado una hora desde que se había dormido. Se sentó al borde de la cama y dejó el marco con la foto en el velador al lado de su cama. Supuso que todavía no llegaba nadie ya que si su obaa-chan hubiera llegado, ya lo habría tirado de la cama y le hubiera dicho que se dejara de flojear e hiciera algo de provecho. Maldita vida la que llevaba, se dijo a sí mismo. Aun así, decidió levantarse e ir al piso de abajo a ver si había algo de comer, ya que él apenas y sabía cómo tostar pan y freír un huevo. Llegó al piso de abajo y ciertamente, no había nadie, por lo que se fue directamente al refrigerador viendo para su mala suerte, que éste se encontraba prácticamente vacío.

—Maldición, lo único que hay es un poco de jugo —murmuró cogiendo la caja de jugo que ahí había, se sentó a la mesa de la cocina y se dispuso a beber.

 

 

Kushina se dirigía en un taxi a la casa. Iba con cara de pocos amigos, tanto así, que hasta el chofer quería llevarla lo antes posible a su destino ya que temía ser víctima de la furia de aquella mujer, pero y el porqué del enojo, fácil, resulta que en el supermercado, se encontró con su amiga Kurenai quien también es sensei en el Konoha High School, siendo la profesora de física de Hiroshi y resulta que, cuando le preguntó acerca de cómo le estaba yendo a su nieto, Kurenai le dijo “pero si Hiroshi reprobó el último examen, es más, hasta yo le dije que debía de hablar con ustedes ya que he notado que al parecer no le pone mucho empeño en mis clases, más bien, diría que ni le interesa, es por eso que lo he regañado ya varias veces”, maldito mocoso, pero ya la escucharía cuando llegara.

—Déjeme aquí, señor —le dijo al chofer quien detuvo el auto y se bajó a ayudarle a Kushina con las bolsas—. Gracias —le dijo y le pagó a lo que el chofer se va de inmediato.

Kushina se dirigió de inmediato a la puerta, la abrió, entró junto con las bolsas y gritó:

— ¡Hiroshi, ven aquí-dattebane! —a lo que este se sobresaltó de inmediato en la silla en la que estaba muy asustado, ya que cuando su obaa-chan le gritaba de esa forma, era porque estaba enojada pero, aun así, con todo el valor del mundo, tuvo que dirigirse hasta la entrada para ver qué quería.

—Hola obaa-chan, ¿fuiste de compras?

—Creíste que no lo sabría ¿eh?

— ¿De qué hablas? —preguntó de manera nerviosa mirando hacia el lado, rehuyendo la mirada intimidadora de Kushina.

—Hablo acerca del examen de física. Me encontré a Kurenai en el supermercado y me dijo que reprobaste y de que te había pedido que hablaras con nosotros, pero no, el niñito prefirió quedarse callado y seguir tan normal, ¿tú sabes cuánto cuesta que estudies en esa escuela?

—Mucho.

—Y entonces, así agradeces.

—Yo… lo siento es que… me cuesta mucho todo lo relacionado con números.

—Me importa un comino, si te cuesta tanto como dices le pondrías más empeño y te dejarías de perder el tiempo como lo haces. Maldición, verdaderamente no sirves para nada —a Hiroshi le dolieron mucho las últimas palabras ya que sabía lo que su existencia significaba para Kushina, un estorbo y nada más—. Y como me mentiste —continuó— no irás a esa discoteca mañana.

— ¡¿Qué?! Pero si es mi cumpleaños y tú ya me habías prometido que si podía ir.

—Ja, ¿y con esas notas piensas que te mereces un premio? por favor, no me hagas reír, es más, debería castigarte peor y negarte la celebración que te tenemos para mañana, pero como Naru ya preparó todo te la pasaré, pero aun así, hablaré con Naru para que te dé otro castigo.

—Y como si a él le importara —murmuró por lo bajo.

— ¿Qué dijiste?

—Nada.

—Ahora vete a tu cuarto, ah, y nada de guitarra, no hasta que saques una buena calificación en física.

— ¿Qué? Pero…

—Nada de peros, a tu cuarto he dicho.

Hiroshi, resignado, se fue a su cuarto muy deprimido. Sabía que tenía que haberle dicho a su obaa-chan lo de su mala nota, pero como ésta casi nunca le escuchaba prefirió no perder el tiempo tratando de hacer imposibles. Se recostó nuevamente en su cama, y ahí se dio cuenta que aún llevaba el uniforme puesto por lo que decidió ir a darse una ducha y cambiarse.

 

 

Naruto recién venía llegando a la casa. Por suerte y pudo encontrar el regalo que quería darle a Hiroshi. Al entrar, se dirigió a la cocina en donde vio a Kushina preparar la cena.

—Hola oka-san.

—Uff y hasta que por fin llegas.

— ¿Por qué?, ¿pasó algo?

—Sí.

—Bien y ahora ¿Qué hizo el mocoso? —preguntó de mala gana tomando asiento en una de las sillas de la mesa de la cocina.

—Pasa, que tu hijo nos ocultó que reprobó un examen y quien sabe cuántos otros puede estar reprobando, tienes que ponerle un alto. —dijo sin despegar la vista de la sopa que preparaba.

—Yo ya me rendí hace tiempo con él.

—Él dice que le cuestan las materias con números, a ti se te dan muy bien, podrías ayudarle.

—Oka-san, yo no tengo tiempo para hacer eso, solo tiene que dedicarle más tiempo y ya y sino, que busque en internet que para eso tiene.

—Supongo que tienes razón, pero para que aprenda le prohibí ir a esa discoteca a la que planeaba ir mañana en la noche y también la guitarra.

— ¿Iba a salir mañana? —preguntó incrédulo Naruto.

—Sí, bueno, él me pidió permiso a mí y yo se lo había dado, pero ahora ya no.

—Tienes razón, pero es mejor que le dejes ir, no quiero que mañana ande molestando con sus lamentos en la noche.

—No sé ¿estás seguro? —le voltea a ver.

—Sí, déjalo, solo procura ponerle un límite de llegada.

—Si tú lo dices —entonces Kushina volvió a lo suyo.

 

 

La mañana del viernes hacia su aparición con un bello sol resplandeciendo. Hiroshi se estaba acomodando la cinta de su uniforme. Al final, su obaa-chan había cumplido con su palabra y le había quitado la guitarra. Aun así, extrañamente le había dicho que lo de la salida aún seguía en pie y que se lo agradeciera a su oto-chan. Y claro que lo había hecho, al menos no defraudaría a sus amigos que habían planeado esa salida con tanto esmero.

— ¡Hiroshi, apúrate a desayunar que se te hará tarde! —Le gritó Kushina desde abajo a lo que el joven doncel se apresuró y bajó las escaleras— Milagro que estás listo temprano, ten —le dio una pequeña bolsita de color dorado cerrada con un pequeño moño color rojo—. Feliz cumpleaños —le dijo con una sonrisa que impresionó mucho a Hiroshi ya que su obaa-chan, rara vez le sonreía.

—Gracias —la recibe y la abre viendo que eran unos bombones de chocolate.

—Estoy muerto —apareció de repente Naruto y todos le voltearon a ver—, pero bueno, no tanto como hace 15 años —rio un poco recordando el día del parto.

—Buenos días, Naru.

—Buenos días oka-san.

—Buenos días oto-chan —le saludó Hiroshi.

—Buenos días y feliz cumpleaños —le dijo con una sonrisa nostálgica.

—Gracias oto-chan —bajó la vista ante la incomodidad que sentía y de repente sintió que alguien le abrazaba notando que era Naruto.

—Es increíble cómo pasa el tiempo. Ni siquiera… yo me lo puedo creer, pero aun así no me arrepiento de nada —Hiroshi no entendía muy bien acerca de lo que le estaba hablando Naruto, ya que en esos momentos lo único que ocupaba su mente era el hecho de querer llorar y de querer aferrarse a su oto-chan puesto que era la primera vez que le abrazaba así, de forma tan cariñosa y protectora, pero él no quería mostrar su debilidad ya que había una pequeña parte que se negaba a hacerlo pero al menos… al menos le abrazaría y le correspondería el abrazo e iba a hacerlo cuando de repente se escuchó el sonido de un celular y Naruto le soltó yendo a contestar—, ¿sí? Ah, Yugito, no, no se me olvida, sé perfectamente lo que tengo que hacer…

Así siguió con su conversación y Hiroshi se quedó sintiendo una gran frustración. Si tan solo… si tan solo le hubiera correspondido antes el abrazo, si le hubiera correspondido a una de las pocas muestras de afecto que le daba Naruto, no se sentiría así. Siguió pensando hasta que la voz de Kushina lo sacó de sus pensamientos.

—Entonces será mejor que desayunemos y tú, procura llegar temprano hoy.

—Sí, obaa-chan —se fue a sentar a su lugar.

Se dispuso a comer las tostadas que Kushina sirvió y a los pocos minutos, Naruto se les unió, aunque no dijo nada más, ni tampoco nadie dijo nada en el tiempo que duró el desayuno. Finalmente, Hiroshi terminó de alistarse y se fue al Konoha High School y como siempre, sus amigos ya le esperaban en el salón de clases.

—Hola Hiroshi —le saludó Kiba—, ¿estás listo para esta noche?

— ¡Por supuesto! —contestó animadamente.

—Ese es el espíritu —le felicitó Lee.

—Ah, por cierto —agregó Kiba—, te daremos tu regalo al final de las clases.

—No debieron molestarse.

—Claro que sí. Eres nuestro amigo —ambos le sonrieron y Hiroshi también les sonrió. En eso, llegó el profesor de química, Asuma, por lo que los chicos debieron volver a sus asientos.

 

El día pasó sin inconvenientes y ahora Hiroshi iba caminando por las calles de Konoha muy feliz y todo gracias a sus amigos. Kiba le había regalado un CD de su grupo favorito, Akatsuki y Lee, le había regalado una polera que tenía estampada la imagen del mismo grupo. Y Hiroshi estaba feliz de haber podido encontrar tan buenos amigos. Tras andar unos 15 minutos a pie llegó a una calle, una esquina para precisar. Miró hacia todos los lados viendo que no venía ningún auto por lo que cruzó, pero cuando iba a mitad de la calle apenas y notó que de la nada, apareció un auto dispuesto a arroyarlo y no supo cómo, ni cuándo, pero alguien le jaló con brusquedad y prisa de un brazo y de repente se vio cayendo, pero encima de alguien y al otro lado de la calle. Volteó, y se encontró con el rostro de un hombre de cabellos azabaches y ojos negros, muy guapo a su juzgar quien tenía una pequeña mueca de dolor en su rostro debido a la caída y fue ahí cuando Hiroshi se dio cuenta de que aquel hombre había sido el que lo había tirado hasta el otro extremo de la calle y que ahora, lo tenía abrazado y apegado a su cuerpo.

—Yo… lo siento, juro que no vi venir el auto, ¿se lastimó? —preguntó con alarma y se quitó de encima para que así, éste pudiera incorporarse.

—No, estoy bien, no fue nada y no te preocupes, vi claramente como ese auto apareció de la nada y a un claro exceso de velocidad.

—Ah, ya veo. Muchas gracias por salvarme —dijo con un pequeño sonrojo.

—No es nada —el azabache miró con más claridad al joven, notando, de que éste era un doncel y que llevaba puesto el uniforme del Konoha High School, lugar al cual llegaría a dar clases por lo que supuso, no sería la última vez que lo viera.

—En verdad gracias.

—Solo, ten más cuidado —y comenzó a caminar, pero la voz del doncel detuvo sus pasos.

—Disculpe —se detuvo y lo volteó a ver—, ¿puedo saber cómo se llama mi salvador? —preguntó con un claro nerviosismo.

—Sasuke —dijo el otro.

—Yo… soy… Hiroshi —dijo con timidez. Era la primera vez que se sentía así de nervioso y vulnerable.

—Entonces, ten más cuidado Hiroshi —y Hiroshi sonrió al escuchar su nombre de parte de aquella persona, la cual volvió a sus pasos por lo que Hiroshi hizo lo mismo y siguió su camino llevando consigo una boba sonrisa. Si bien, había sido un episodio traumático no iba a echar a perder su cumpleaños y tampoco iba a perder el tiempo contándoselo a Kushina ya que esta lo único que haría, sería decirle lo despistado que era. Pero al menos, pudo sacar algo positivo ya que, gracias a ese incidente pudo conocer a ese hombre tan genial y amable por lo que feliz, se fue a su casa.

 

 

Sasuke siguió caminando. La verdad era que sí le había dolido la caída, pero no quería preocupar al doncel más de lo que ya estaba. Buscó entre su bolsillo y sacó su celular, marcó un numero de sus contactos y esperó hasta que…

¿Ototo? —se escuchó desde el otro lado.

—Sí, soy yo Itachi.

¿Qué?, ¿ya llegaste?

—Sí, es más, ahora tenía pensado buscar un hotel y después pasarlos a ver.

Ah, no, claro que no, tú te vas a quedar con nosotros.

—No, no quiero incomodarlos.

Para nada, Deidara estará feliz, al igual que Satachi, él te extraña mucho.

— ¿Y cómo está el pequeño?

No sé, míralo tú mismo.

— ¿Debo tomar eso como un chantaje?

Sí.

—Está bien, pero será solo hasta que consiga un lugar donde quedarme.

Bien, te esperamos —contesto alegre de haber logrado su cometido.

—Ok —cuelga el celular guardándolo en el bolsillo izquierdo de su pantalón y se dirige a su auto para irse directamente a la casa que compartía su hermano Itachi con su esposo Deidara y su pequeño hijo de siete años, Satachi.

 

Luego de conducir por varios minutos, finalmente llegó a la casa de su hermano, la verdad era que Itachi también era profesor, pero de educación física, y ambos entrarían como profesores el lunes al Konoha High School. Se bajó de su auto y fue hasta la entrada en donde tocó el timbre y luego de unos segundos, apareció un doncel de largo cabello rubio, atado un poco en la parte posterior y con un flequillo cayéndole por el lado izquierdo viéndosele solo uno de sus ojos azules.

—Ah, hola, Sasuke, bienvenido —le saludó con una sonrisa.

—Hola Deidara —el rubio se hace a un lado para darle el pase a Sasuke a lo que éste entra y Deidara cierra la puerta.

—Itachi ya me dijo que venias y déjame decirte que ya empecé a acomodar el cuarto de huéspedes y a todo esto ¿y tus cosas?

—Están en el auto y agradezco que me reciban por lo menos, hasta que encuentre un lugar.

—Tonterías, puedes quedarte todo lo que quieras —comentó muy decidido a que así fuera.

—No claro que no, no quiero abusar…

— ¡Tío Sasuke! —se escuchó una pequeña voz chillona y Sasuke volteó viendo a un pequeño azabache correr hasta él por lo que Sasuke lo coge y lo alza en el aire.

— ¿Cómo estas Satachi?

—Muy bien, to-san dice que te vas a quedar con nosotros, ¿es cierto?

—Así es.

— ¿No mientes?

—No.

— ¡Qué bien! —Celebró aun en brazos de Sasuke— vas a jugar conmigo, ¿verdad tío? —le preguntó con sus ojitos negros esperanzados y Sasuke iba a responder, pero Deidara se le adelantó.

—Satachi, cariño, tu tío Sasuke primero se tiene que instalar y ya después podrán jugar ¿verdad Sasuke? —éste asintió y bajó al pequeño.

—Me esperas, ¿cierto? —le preguntó a su sobrino.

—Claro.

—Qué bien, por cierto ¿Dónde está Itachi?

—Fue a comprar al súper unas cosas para celebrar.

— ¿Fue o tú lo mandaste?

—Un poco de ambas.

—Ya veo, bueno entonces iré por mis cosas.

—Te ayudo.

—Yo también —dijo el pequeño.

—No hace falta.

—No se diga más, Satachi y yo te ayudaremos —y el rubio junto con su hijo, salieron de la casa rumbo al auto de Sasuke a lo que este solo pensó: “definitivamente, Satachi es su hijo” y les siguió también.

 

 

Hiroshi venía llegando a su casa y en cuanto abrió la puerta…

— ¡Feliz cumpleaños! —dijeron Naruto y Kushina al unísono dejando muy sorprendido a Hiroshi quien se quedó parado como si estuviera congelado e incapaz de pronunciar alguna palabra.

— ¿Crees que lo asustamos? —preguntó Kushina a Naruto.

— ¿Tan mal estamos? —bromeó un poco mirándose el aspecto.

—Yo… —de repente habló Hiroshi y ambos adultos le voltearon a ver— Gracias.

—No sé qué es lo que estas agradeciendo —dijo Kushina—. Ahora, vete a quitar ese uniforme para que pasemos a comer

—Sí —y subió rápidamente las escaleras y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba listo con unos jeans, unas zapatillas blancas y la polera que le regaló Lee por lo que rápidamente bajó las escaleras en donde vio a Kushina y a Naruto esperándole.

—Entonces a comer se ha dicho —dijo Kushina quien se sentó junto a Naruto mientras que Hiroshi lo hizo al frente de ambos.

Como nunca había ocurrido antes, Hiroshi por primera vez se sintió cómodo con su obaa-chan y su oto-chan. Jamás pensó que Kushina tuviera un lado gracioso y que pudiera usar su “dattebane” de forma graciosa. Tampoco pensó que Naruto pudiera sonreír y ahora que se daba cuenta, rara vez le había visto sonreír lo que le pareció algo triste. Entre conversas y unos cuantos regaños por sus notas, cortesía de Kushina, por fin llegaron a la hora del pastel y de los regalos.

—Bien, primero abre los regalos —coge una bolsita y se la da—, toma, ojalá y te guste porque no pienso desperdiciar dinero en ti.

—Ya entendí —toma la bolsa y la abre viendo con mucha impresión, que era la chaqueta que hace un par de semanas atrás, le había comentado a Kushina que quería aunque, a decir verdad, lo que más le extrañó fue el hecho de que su obaa-chan le escuchara puesto que siempre le ignoraba—. Gracias obaa-chan, era justo lo que quería.

—Menos mal porque si no te hubiera obligado a que te gustara-dattebane —se cruzó de brazos, acción que le sacó a Hiroshi una pequeña sonrisa.

—Bueno, ya que oka-san terminó de quejarse, te daré mi regalo —le pasa una cajita que estaba envuelta en un papel de regalo color verde y Hiroshi lo recibe, lo abre y ve que es el celular de los últimos modelos que le había pedido.

—Esto… —no tenía palabras para decir lo que sentía así que solo se abalanzó a los brazos de Naruto, quien no supo qué hacer ante el repentino acto, pero al final, le correspondió con un brazo, mientras que con su otra mano le acarició los cabellos azabaches a su hijo… aquellos cabellos azabaches que tanto detestaba, pensó Naruto por unos instantes con un ligero coraje que olvidó cuando su hijo le dijo— Gracias.

—No es de nada —fue la seca respuesta de Naruto, quien le dejó de acariciar la cabeza y solo le abrazó sintiendo una extraña sensación. Él sabía que no era muy demostrativo con su hijo, y sabía que eso no estaba bien contando de que Hiroshi, solo lo tenía a él. Aun así, no podía evitarlo dado que cada vez que le veía, era como si viera al maldito de Sasuke y maldecía que Hiroshi tuviera mucho más parecido con Sasuke, que con él. Era como si el destino se hubiera empeñado en hacerle la vida miserable, como si fuera un castigo, castigo que él no entendía por qué debía recibir. Tal vez y era por haber sido tan tonto y haberse enamorado de alguien que no se lo merecía.

—Lo siento —dijo de repente Hiroshi y se separó de Naruto—, me dejé llevar.

— ¿Qué tal si partimos la torta? —Propuso Kushina para evitar momentos incomodos— Iré por el cuchillo —y se va a la cocina.

—Mejor sentémonos —dijo Naruto y se volvió a sentar en su lugar ante la mirada de Hiroshi quien esperó que su oto-chan le dijera algo al respecto del abrazo, pero no ocurrió nada. No había de que sorprenderse, era algo de suponer.

—Ya está —apareció Kushina con un enorme cuchillo—. Pártela, Hiroshi.

—Sí —cogió el cuchillo que Kushina le ofrecía y se dispuso a cortar la torta.

Más tarde cuando el reloj marcaba casi las 9 de la noche, Hiroshi se estaba dando los últimos arreglos y no es que él fuera un doncel vanidoso, solo que en las discotecas la gente trataba de mostrar siempre su mejor aspecto.

Cuando ya estuvo listo, bajó las escaleras y en donde se encontró con Kushina quien le dio una y mil indicaciones recordándole cada tantos que debía de estar antes de las 12 a lo que Hiroshi solo asentía con la cabeza una y otra vez. En uno de esos momentos, se oyó el claxon de un auto; era Kiba quien había quedado con su hermana Hana en llevarlos y recogerlos de la Rinnegan a los tres.

—Ya es hora, Hana-san y Kiba ya vinieron por mí.

—Ok, bueno, que te diviertas —le dijo Kushina.

—Claro, adiós oto-chan —se despidió y salió de la casa.

Naruto solo se quedó en silencio, no sabía por qué, pero sentía una extraña sensación en el pecho, una muy parecida a la que sintió con Minato. Solo esperaba que fuera su imaginación y que a Hiroshi no le pasara nada.

Continuará…

Notas finales:

Misa: apuesto a que quieren matarme, pero alguien me dio la idea jeje, aunque tranqui, procuraré no ser tan mala con Hiroshi

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Matta ne n.n


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