Himchan dejó las cosas que había comprado sobre el amplio mesón de la cocina. Depositó a Junhong sobre su silla alta de bebés, mientras Daehyun y Jongup dejaba las bolsas que él traía.
“Nuestro Jonguppie es muy fuerte”, comentó Daehyun, sonriéndole al niño a su lado, “cargó dos bolsas él solito”.
Jongup dio un salto emocionado por el reconocimiento que le daba su hermano.
“Algún día podré cargar cinco bolsas, hyung”, respondió con emoción.
“Hasta entonces, ambos vayan a lavarse las manos”, les dijo Himchan a los dos menores. Jongup asintió y corrió hacia el baño, seguido de Daehyun.
Junhong balanceaba sus pies en el aire.
“Hamdre”, soltó el menor de la casa, ante lo que Himchan le sonrió suavemente.
“¿Quieres papilla para bebé, amor?”, le preguntó, ante lo que Junhong asintió con ojos grandes y mejillas rosadas propias de un niño en crecimiento.
El adulto buscó entre las bolsas de papel hasta dar con el alimento del pequeño. Cuando lo hizo, tomó un pequeño bowl de plástico y vertió un poco, para luego buscar la cuchara favorita (una que tenía forma de conejo) de su hijo y se lo puso en frente.
“¿Crees que puedas comer solo, bebé? Papi tiene que buscar los ingredientes”, le dijo. Junhong no supo cómo responder, pero tomó la cuchara y comenzó a moverse para comer. Himchan lo vigiló un momento, verificando que estuviera comiendo bien, luego se volteó a guardar algunos abarrotes que había comprado, dejando afuera la harina, los polvos para hornear, los huevos y la leche.
Himchan suspiró al ver los utensilios ya en la mesa. El plan era hacer un pastel para Yongguk en celebración de que hace un par de días había sido promovido en la Compañía, ahora pudiendo producir más que solo revisar el equipo y escribir letras de vez en cuando; ahora podía componer además de que la paga sería mayor. Como habían pasado unos días ya, iba a ser una gran sorpresa para el mayor.
Había sido la idea de Daehyun, pero ahora Himchan no estaba muy seguro de que fueran a lograrlo a tiempo y que fuera posible comerlo luego.
Jongup volvió a la cocina y subió a uno de los pasos que habían conseguido para los pequeños. Pronto Jongup estaba a su lado, mirando los ingredientes.
“Papi”, musitó el chico, “creo que los pasteles no se hacen mirando los ingredientes”.
Himchan suspiró.
“Lo sé”, respondió, mirando alrededor de la cocina, “¿dónde está tu hermano?”, inquirió luego. Contaba con la ayuda de Daehyun para que el pastel resultara bien.
Jongup pensó un segundo.
“Creo que está hablando con alguien por teléfono”, contestó.
El adulto se volteó hacia Junhong, notando que este seguía comiendo pero tenía comida por toda su boca. Caminó hacia allá y buscó una servilleta para limpiarlo.
“Papi, ¿traigo la receta?”, preguntó Jongup.
“Si, cariño, gracias”, soltó, pero su hijo ya había partido corriendo hacia la habitación a buscar la receta que Daehyun había impreso ayer.
Justo cuando Himchan terminó de limpiar a Junhong, Daehyun apareció por la cocina, revisando los ingredientes en la mesa.
“¿Y la receta?”, inquirió.
“¡Aquí está!”, gritó Jongup desde la entrada de la cocina, agitando el papel y entregándosela a su hermano mayor.
Himchan se unió a ellos.
“Gracias, Jonguppie”, le dijo Daehyun, volviéndose a la mesa para poder leer lo que decía el papel. Jongup había acomodado su pequeño banquito para quedar casi a la altura del hombro de su hermano, mientras Himchan observaba la receta por el otro lado. “De acuerdo, necesitamos un bowl”, leyó el muchacho, acercando tal objeto hacia sí, “hay que mezclar la harina con los huevos”, musitó.
Himchan buscó la jarrita para medir la harina y así lo hizo, mientras Daehyun le enseñaba a Jongup como romper correctamente un huevo. Luego de que la harina estaba vertida, Daehyun le demostró cómo se hacía y la expresión asombrada de Jongup sacó risas de los dos mayores.
Una vez que la mezcla estuvo completamente lista, la vertieron dentro de un contenedor y luego al horno.
Jongup decidió que vigilaría el pastel por los quince minutos de cocción, así que acomodó su banco frente al horno ante el horror de Himchan, quien rápidamente le pidió que si quería vigilar, que lo hiciese de una distancia más prudente, cosa que el menor acató de inmediato.
Daehyun volvió a su habitación y Himchan llevó a Junhong a su habitación para cambiarle el pañal y dejarlo más o menos presentable para cuando Yongguk llegara a casa.
Jongup gritó cuando el timbre del cronómetro comenzó a sonar y corrió hasta el adulto, abrazándose de sus piernas.
“Me asustó”, musitó el pequeño, sacándole una ligera risa a Himchan, quien con Junhong en un brazo, se puso de cuclillas para darle un pequeño beso en la frente a su hijo de en medio y llevarlo de la mano hasta la cocina para ver cómo había quedado el biscocho.
Había resultado mejor de lo que Himchan hubiera esperado. Lo sacó del horno pidiéndole a Jongup que no se acercara porque podía quemarse, y lo dejó sobre la mesa. Tomó un palito y lo clavó sobre una parte menos notoria, para sonreír cuando salía con la misma facilidad luego, denotando que estaba listo.
“Perfecto, ahora hay que esperar a que se enfríe”, anunció el mayor.
Jongup saltó en su lugar en felicidad y llegó hasta la mesa donde estaba Junhong sentado en su silla de bebés, quien al verlo acercándose comenzó a balancear sus pequeños pies en el aire.
“Junhonggie casi está listo”, le dijo Jongup al bebé, quien seguía moviéndose con energía, abría la boca para balbucear un par de cosas, botando su chupete sobre la mesita que lo retenía en su lugar.
“Hyun”, soltaba el pequeño, ante lo que Jongup frunció el ceño, subiéndose a una silla para estar a su altura.
“No, Junhonggie, Jongup”, le corrigió, tomando ambas manitos ante las suyas y moverlas por cada silaba, sin que el menor le comprendiera pero sonriera emocionado porque su hermano jugara con él.
Himchan sonrió ante la escena, luego de haber sacado el biscocho del envase y dejarlo enfriar.
“Preparemos las cosas para decorar”, soltó Himchan, buscando entre las bolsas del supermercado.
Luego de haber tenido que bañar a Jongup por quedar cubierto de crema, le cambió de ropa a su conjunto favorito de pantalones de jean y una camiseta con gorrito, y secó su cabello con una toalla mientras Daehyun ponía la mesa vigilando a Junhong que seguía sentado a la mesa.
Cuando la puerta se abrió, Jongup gritó en pánico porque Yongguk estaba en casa y sabía que había algo que tenía que recordar. Salió corriendo hacia el adulto, con Himchan tras él.
Himchan vio a Jongup chocar contra las piernas de Yongguk y abrazarlo fuertemente.
“Papá, ¡felicidades por tu promoción!”, gritó, emocionado, “¡te hicimos un pastel!”, exclamó luego.
Tanto Himchan como Daehyun se golpearon en la frente simultáneamente. Ahí quedó la sorpresa del momento.
Yongguk cargó a Jongup y le dio pequeños besos en su rostro, provocando que el pequeño riera energéticamente mientras caminaba hasta la cocina. Al llegar hacia Daehyun le dio unas palmadas en la espalda, dirigiendo su rostro hacia Himchan, que cruzaba los brazos y miraba con enojo a su hijo del medio.
“Jongup, era una sorpresa”, le regañó.
El pequeño, al recordar que era un sorpresa, puso una expresión de sorpresa y tristeza mezcladas, sin saber qué decir, por lo que escondió su rostro en el cuello del padre que lo cargaba, abrazándolo.
Himchan suspiró. Yongguk rió suavemente.
“No seas duro con él”, le pidió con voz tierna, “Jongup solo no sabe mentir aún”, explicó.
Himchan negó con la cabeza suavemente, pero Yongguk le ignoró, acercándose un poco a su novio y sonreírle.
“¿De veras me hicieron un pastel?”, preguntó.
Jongup, viendo la oportunidad de escapar, se removió en los brazos del mayor y este lo dejó en el suelo antes de volver a concentrarse en Himchan.
“Sí, pero era una sorpresa”, reclamó, haciendo un pequeño puchero.
Yongguk se inclinó para besar tal puchero, sonriéndole después.
“Gracias”, respondió.
A su lado, Junhong comenzó a pedir atención.
“Papá, papá, papá, pa, papá”, decía, haciendo que Yongguk se volteara ligeramente hacia él y lo cargara en brazos, elevándole en el aire con alegría, poniéndole la mejor voz de bebé que tenía y comenzaba a hablarle.
Himchan vio a Jongup al lado de Daehyun, quien le decía que no importaba lo que había hecho.
Y Yongguk concordaba con él. Después de todo aunque la sorpresa se hubiera arruinado de esa manera, el detalle era lo que valía y el mero hecho de que su familia hubieran horneado un pastel para él le hacía sentir su pecho ligero.
No podía esperar a probarlo.