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Doce Veces Después de Hades por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

Tal vez, ese titulo, se lo merecía otro. Eso pensó Shura.

La magnánima estatua era el atractivo de su Templo, era lo que representaba su Constelación, su Armadura, su lugar entre los doce: El Santo más fiel a la Diosa Athena.

 

Después de recibir uno de los más duros entrenamientos, pisaba Grecia por primera vez, más precisamente, El Santuario. Sin mirar a nada ni a nadie, dirigió sus metálicos pasos hasta la Sala del Patriarca, donde permaneció unos momentos, seguramente reportándose como nuevo Santo Dorado, después de eso, volvió tras sus pasos y se permitió recorrer el que de ese momento en adelante sería su hogar, la decima casa, Capricornio.

No pudo contener la emoción de saberse, en cierta forma, como un destacado entre sus compañeros, pero sabía que era una responsabilidad enorme, misma que llevaría hasta la muerte, él sería el Santo más FIEL a Athena. Lo juró ante la imagen de piedra.

 

 —Es hermosa ¿No? Siempre la admiro cuando cruzo por aquí—escuchó. No le interesó responder, ni mirar a quien se lo había dicho—eres Shura ¿No es así? Me habían dicho que hoy arribaría el Santo de Capricornio, Saga no estaba tan emocionado como yo, es un honor conocer al Santo más fiel…

 

 —¿Qué quieres en éste lugar Santo de Sagitario? ¿Acaso permiso para pasar? No es necesario que busques adulación, sólo sigue—dijo sin mirarlo y con la seriedad de un hombre.

 

 —No, sólo buscaba conocerte, en poco tiempo todos los Santos Dorados estaremos reunidos, y creo importante que nos conozcamos, somos como hermanos…

 

 —¿Hermanos?—Shura volteó a verlo, y descubrió la mirada más sincera y pura que alguna vez pudo conocer.

 

 —Si, hermanos, todos estamos unidos por un lazo, no de sangre, pero si de lealtad, estamos aquí por el mismo objetivo, protegemos los mismos ideales, eso nos hace hermanos, nos ata en lazos que no se romperán aun si pereciéramos.

 

Shura se quedó un momento absorto con las palabras de Aioros, mientras contemplaba obnubilado la sonrisa del joven arquero. Le habían gustado sus palabras, incluso por muy almibarado que parezca, se sintió querido, aun sin conocerlo, se sintió querido, aceptado. Shura se sintió por primera vez, parte de una familia.

 

 —Entonces, tú y yo… ¿Seremos hermanos?—Nunca se sintió tan pequeño como en aquella ocasión.

 

Aioros ensanchó la sonrisa, y dejó que el español se deslumbrara con ella. Le pasó un brazo por encima de los hombros y dirigió su vista hacia la estatua de Athena y su guerrero.

 

 —Así es Shura, seremos amigos, compañeros de armas, y sobre todo hermanos, protegeremos a Athena juntos, y le seremos fiel ante todo, te lo prometo.

 

Instantes después el castaño se retiró del Templo, pero Shura sentía su presencia por demás fuerte, como si resonara en su interior. Algo de ese hombre le hacía sentir una persona mejor, algo extraordinario, cómo si estar a su lado le daba la fuerza necesaria para combatir el día a día, sin saber si el alba sería la primera, o si el ocaso sería el último.

Aioros tenía una convicción y lealtad tan grande, que Shura se sintió miserable al ostentar tal titulo, el más fiel debería ser Aioros, no él.

 

Shura dejó que la bondad del griego lo abrazara, dejó que su amor le inundara el duro corazón que poseía, Aioros dejó, sin proponérselo, que Shura deseara morir el día de su “traición”.

 

 —No… no puede ser…—Shura se encontraba de pie junto al Patriarca, la noticia lo había hecho incorporarse de su reverencia.

 

 —¡Así es Shura! Aioros intentó asesinar a Athena, que tan sólo es una bebé ¡Aioros debe morir por su traición! Te ordeno que lo ejecutes —Le dijo Saga, ya no siendo él.

 

 —Aioros… él no…

 

«... protegeremos a Athena juntos, y le seremos fiel ante todo, te lo prometo…»

 

 —¿Intentas dudar de mi palabra y desobedecerme Shura? ¿Quieres ser también ejecutado?—Las palabras eran lanzadas con ácido.

 

El poseso Saga, disfrutaba casi orgásmicamente el dolor que sentía ese Santo que osó ser tan cercano a Aioros…

 

 —No, iré enseguida, ese sucio traidor debe pagar—Sus puños se crisparon y la rabia corroyó sus venas.

 

Salió hecho una furia del Recinto Principal, dispuesto a darle muerte a ese traicionero, porque no sólo había cometido un acto imperdonable, sino que también había incumplido en sus palabras, en sus promesas, no eran hermanos, no eran amigos… Mucho menos y ya nunca, serían algo más… Aunque aquello bien sabía que jamás sucedería.

 

Mientras recorría los alrededores del Santuario, internamente deseaba no encontrárselo, temía flaquear en el último segundo. Pero cuando en lo alto del risco lo vio huir, su corazón dejó de latir.

 

 —¿Intentas huir Aioros?

 

 —¡Shura! ¡Qué bueno que eres tú! Athena… ella—El aire le faltaba al castaño que ya comenzaba a desfallecer.

 

 —¿Qué bueno?—Shura saltó de donde estaba y se ubicó enfrente del ateniense—¿A qué consideras bueno Aioros? ¿A que sea yo quien te mate?—Le miraba con odio y dolor.

 

 —¡Shura debes escucharme!

 

 —¡No! ¡Calla! Ya no te escucharé jamás traidor, eres un ser repugnante, siento tanta pena por ti, y siento asco hacia mí…por haberte querido…—Internamente Shura comenzaba a desmoronarse, y eso trasmitía su voz quebradiza.

 

 —No entiendes…

 

 —¿Qué no entiendo? Qué engañaste a todos, qué traicionaste nuestros principios… nuestra promesa… ¿Qué no entiendo Aioros? Acaso será qué, el hombre a quien amo sea un asqueroso traidor ¡¿Eso no entiendo?!—Shura, por primera vez en su vida, lloró.

 

 —Shura…—Aioros inclinó su cabeza, incapaz de mirarlo.

 

 —Tienes suerte de que Saga no este aquí para verte—le escupió con todo el odio que sentía. Esas palabras hicieron que Aioros comenzara a llorar—pensé que tal vez, ya que Saga desapareció, nosotros…

 

 —No… Saga no desapareció, de mi corazón, no desapareció…

 

Permanecieron en silencio, sosteniéndose la mirada, Aioros sabía de los sentimientos de su amigo, pero no podía hacer nada, su alma y corazón pertenecía a quien en esos momentos deseaba su muerte…

 

 —Ya no tiene caso, porque aquí morirás, debes agradecerme, te enviaré junto a tu amor.

 

Aioros, supo que no podía hacer entrar en razón al español, por lo que acomodó al bebé en un lugar seguro y se dispuso a protegerlo, internamente sabía que ese sería su final.

 

**

 

¿Cómo olvidar tantos años de dolor y soledad? Porque así se sentía, solo, nadie conocía el dolor que sesgaba su corazón. Los demás no lo comprendían, no del todo, tal vez Camus quien era de entre tantos niños, el que más aparentaba ser un adulto, pero era tan sólo eso, apariencia, porque sólo fingía, ante Camus, ante Ares, ante todos… Fingía hasta con la Athena que decoraba su Templo.

 

¿Cómo olvidar cuando conoció la verdad? Se merecía el peor castigo. Su muerte no alcanzaría, no para perdonar el pecado que cometió ante el hombre que extrañó por tantos años.

 

Pero tal vez esas doce horas, le alcanzarían para poder redimirse ante Athena…

 

**

 

Shura juró ante su Diosa volverla a proteger con su vida, pero decidió que el titulo que por siempre se le adjudicaba a los de su signo, está vez, le perteneciera a otro.

 

 —Eres un ser noble Shura, es un honor contar contigo—le dijo la Diosa. Shura sólo asintió aliviado de que todo ya hubiera quedado en el pasado.

 

Todo excepto su perdón.

 

 —¿Te escaparás de mí por el resto que nos quede de vida?—La voz le hizo sobresaltar.

 

 —Tal vez no sea tanto tiempo…—dijo con cinismo.

 

 —Eres mi amigo, no quiero que estemos alejados…

 

 —Lo dices como si nada hubiera sucedido…

 

 —Pero lo que sucedió ya quedó atrás—Aioros puso una mano sobre el hombro de Shura—sólo cumplías ordenes, no lo sabías…

 

 —Debí escucharte… Y en vez de eso, escuché a Saga—sonrió de lado.

 

 —Shura…

 

 —¿Me perdonas?—giró para encontrarse frente a frente con Aioros.

 

 —Te perdono, no quiero perder tu amistad…—el arquero desvió su vista algo incomodo por aquello, no sabía si su amigo todavía albergaba esos sentimientos tan fuertes para con él.

 

 —¿Saga está bien?

 

 —Lo está, aunque todavía algo conmocionado.

 

 —No es fácil tenerte de vuelta… Fueron muchos años.

 

 —Así es, pero aquí estoy, recuperando algo del tiempo perdido entre los dos… Y quiero hacer lo mismo contigo… Shura ¿Tú…?

 

 —Yo quiero que seas feliz, te lo mereces, de todos, fuiste tú quien no mereció morir. Ahora ya estas aquí, junto a Saga, y junto a mí…

 

 —Y junto a ti—le dijo al tiempo que le pasaba un brazo por los hombros y lo abrazaba, mientras contemplaban la estatua, mismo lugar donde se conocieran.

 

Si todavía lo amaba o no, eso se lo guardaría para él. Aioros se merecía toda la felicidad del mundo, y si estaba en sus manos contribuir a dicha felicidad, Shura lo haría con gusto.

Notas finales:

Unas aclaraciones. Como me base en el anime para este capitulo, no di una edad de Shura, ya que supuestamente cuando sucedío lo de Aioros, él contaba con diez nada más. Pero en el anime se vio otra cosa, un Shura más adulto. y de ahi el capitulo.

Sin más, espero que lo hayan disfrutado, ya tan solo quedan dos Santos (Entre ellos mi amado Camus)

Gracias por leer :)


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