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Doce Veces Después de Hades por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

...Seré por ti, el Santo que siempre deseaste para mí...

 —¡Concéntrate! Vamos, ya debes poder controlar el veneno. Asimílalo Aphrodite ¡No dejes que te venza! Eres un Santo ¡Eres fuerte! ¡Serás el mejor Santo de Piscis que haya existido!... tienes que ser el mejor…

 

La voz de su instructora llegaba como un eco lejano…

 

Era como sentir el ácido corroer cada molécula de su cuerpo, el dolor era insoportable, se encontraba de rodillas junto a un torbellino armado por tres tipos de rosas: rojas, negras y blancas.

Asqueado, debido a que también se hallaba en medio de un charco de su propio vomito, producto mismo del veneno…

Un último grito fue lo que escuchó antes de desvanecerse.

 

Lejos de la zona urbanizada en Sisimiut, al sudoeste de la inhóspita Groenlandia, se encontraba un jardín lleno de rosas, oculto a la población, debido a qué, muy rara vez crecía vegetación que no fuera silvestre, por lo que una plantación de la bella flor sería muy poco común en la gran isla nororiental. Ese era uno de los motivos, el otro y principal, era que, aquellas rosas no eran ordinarias. Estaban formadas y alimentadas por cosmos, y por sangre envenenada, la misma sangre de quien las cultivaba.

La cabaña también se encontraba alejada.

 

Abrió sus ojos pesadamente, había vuelto a fallar…

 

 —Mamá…

 

 —Descansa, hoy casi pierdes la vida, pero ya estás listo, en unos meses ganarás tu Armadura y saldremos de este sitio, la última Casa del Zodíaco espera a su guardián…

 

El joven de cabellos y mirada celeste, vio por donde salía la mujer. Apretó sus puños, no deseaba decepcionarla, ella era todo lo que tenía en la vida, y deseaba con todo afán poder demostrarle que era la persona que ella creía, que podía llegar a ser ese Santo único entre los antiguos moradores de Piscis, aquellos que murieron en soledad por no poder asimilar del todo el veneno.

 

Se decía que el ritual mataba a quienes no eran dignos. Por años soportó el escozor y el dolor que la circulación del veneno en su sangre le producía, llegando el día en que pudo asimilarlo como propio. Aphrodite había superado el Lazos Rojos hacía tres meses, pero su instructora quería que fuera más allá, que controlara ese veneno a su antojo, para no depender del aislamiento, el estigma de su signo.

 

 —¿Por qué lloras?—Le preguntó el niño que no sobrepasaba los ocho años.

 

 —Te has convertido en un guerrero admirable, de una fortaleza bellísima… Estoy orgullosa de ti Aphrodite, lo lograste.

 

 —Mamá ¿Puedo tocarte?—la mujer asintió, y se dejó abrazar por el Santo.

 

Ella después de algunos meses más moriría, increíblemente había sobrevivido para poder llevar el entrenamiento de su pupilo, un escalón por encima de todos los demás. Pero no quería que lo supiera, ese niño había sido todo su orgullo, y lo conocía como nadie, por lo que si llegaba a mencionar que el intercambio de sangre venenosa acabaría con su vida, Aphrodite jamás hubiera consentido hacerlo.

 

 —Quiero pedirte disculpas—habló después de que su corazón pudiera calmarse.

 

 —¿Por qué dices eso madre?

 

 —Porque pudiste tener una vida de un príncipe, pero las estrellas decidieron otro destino para ti… Escúchame hijo—el joven observó a la mujer asombrado, pocas veces lo llamaba así—yo no soy tu madre, tú no eres de éstas tierras, naciste en Suecia, y allí tienes unos padres que seguramente te buscan desesperadamente, porque yo… yo te robé de los brazos de tu madre… Y que Dios me perdone, porque Athena lo quiso así…

 

El pequeño peli celeste se acercó sereno, no afectado en lo más mínimo por la noticia. Acarició el rostro, limpiando las lágrimas de la mujer.

 

 —Seré por ti, el Santo que siempre deseaste para mí… No te defraudaré… mamá…

 

**

 

La familia de Sir Noak Bergström, Duque de Gävleborg estaba de fiesta, su esposa Roselle había dado a luz a un saludable niño, heredero de su titulo y vastas tierras.

El castillo recibió a las distinguidas figuras de monarquías y principados escandinavos, para conocer al niño más hermoso jamás visto.

 

Guardias, ejércitos y la misma policía, y nadie pudo notar cuando el bebé fue arrebatado de su cuna, en la habitación del castillo donde descansaba.

 

Rut Bergdtröm, heredero a Duque, desapareció dos días después de su nacimiento, y nunca más se supo de él…

 

**

 

Grecia era tal y como se lo había imaginado, calurosamente insoportable. Acostumbrado a las bajas temperaturas de Groenlandia, esa tierra mitológica no era nada agradable de padecer.

Suspiró, el lugar era bello, sus habitantes la mayoría amables, el Patriarca lo había recibido con gran alegría, pero él se sentía perdido todavía.

Dos meses exactos eran los que pasaron desde que abandonara la gran isla, dos meses de ser Aphrodite de Piscis, y como buen Santo de Oro, supo exactamente que aquella mujer que lo crio y entrenó con esmero y dedicación había dejado de existir.

Se refugió en las rosas, compañeras eternas de su vida.

 

«—Mi único anhelo fue verte convertido en un Santo sin igual, que no lleve en sus hombros la maldición de nuestro signo. Quiero que sepas lo que es tocar a otra persona, lo que es amar… No mereces vivir en el aislamiento absoluto… Quiero que ames hijo, quiero que sientas, que conozcas lo que es un abrazo, un beso, una caricia… Lucha por el bien, lucha por Athena… y lucha por sobre todas las cosas por el amor…»

 

Siendo un niño todavía, no entendía del todo aquellas últimas palabras que su madre le recitó, no lo entendió, hasta que lo conoció.

 

A Aphrodite no le dolió que le dijera afeminado, no le dolió que lo tratara con desprecio, aquello podía tolerarlo, pero no le permitió que defenestrara a sus rosas. Ellas eran todo cuanto él era, y era el legado de la maravillosa mujer que fue su madre durante su niñez. No se lo permitiría.

 

Lo detestó, lo odió con todas sus fuerzas.

 

Y lo amó, con mucha más vehemencia…

 

Abrasado por lo desconocido, por el trato, el tacto, el ardor de su piel a su contacto, se dejó arrastrar a una enfermiza correlación, entre su corazón y el escueto amor que reciba.

 

«—Un día también entenderás que aunque el veneno ya no mate, su exudación puede producir cierta… adicción…»

 

Esas palabras cobraron vida cuando se entregó al Santo de Cáncer por primera vez. Viendo como el italiano que odiaba y amaba con ahínco, bebía de él, comía de él como bestia poseída.

Oyéndole decirle «eres mi droga favorita»… Eso era para Ángelo Delligatti, una droga.

 

¿Por qué entonces lo seguía? ¿Por qué se dejaba consumir en sus brazos?

 

Porque nadie más sabía que en el italiano había un alma lastimada, un hombre temeroso, que sólo buscaba ser entendido, y que sólo Aphrodite sacaba a luz. Sólo en sus brazos Mascara de Muerte era realmente él.

Por esa razón lloraba con la autodestrucción que se infligía el cangrejo, por eso se asqueaba de su vida y se maldecía de su veneno, deseando a veces que el maldito se ahogara en su sangre…

 

Una condena era la soledad... Una condena fue amar.

 

**

 

Cuando la Rosa Blanca salió de su mano, enviada para fundirse con las demás técnicas de sus compañeros en un destello dorado que envolvía a la flecha de Sagitario, sintió que toda su redención estaba hecha. Pensó en ella, pensó en la sonrisa de su madre, y en el hecho de que por fin se había convertido en el Santo que siempre soñó para él…

También sintió su mano, esa áspera y conocida mano que lo acarició siempre con amor, porque eso no podía negarlo nunca, Mascara de Muerte de Cáncer siempre lo acarició con amor.

Con él conoció lo que era un beso, un abrazo, una simple caricia que transmitía todos sus sentimientos…

Apretó con fuerza la mano italiana, correspondiendo la muda declaración.

Se irían juntos, donde sea, Aphrodite lo seguiría, como toda su vida…

 

**

 

 —¿Has pensado alguna vez regresar a Suecia?

 

 —Si… Pero no sé que me encontraría allá, tal vez tenga hermanos, tal vez ya no me recuerden…

 

 —Sir Rut Bergström, Duque de Gävleborg… Suena bien…

 

 —Mejor suena Aphrodite, Santo de Piscis o… Aphrodite de Delligatti—le sonrió.

 

Ángelo lo abrazó, en el lecho que compartían hacía ya un año, agradecido de que ese bello hombre nunca perdiera las esperanzas para con él.

 

 —Sea cual sea tu decisión, te apoyaré.

 

 —Lo sé—el sueco besaba el hombro de su esposo con amor.

 

 —Rut es un nombre raro… Suena de mujer.

 

 —Aphrodite también y mi madre me llamó así, y mi nombre sueco significa hermoso

 

 —No podría describirte mejor… Eres el ser más hermoso del mundo, por dentro y por fuera.

 

Ángelo lo besó, y el peli celeste enredó sus brazos en el cuello de su hombre. Él no era un Duque, era un Santo, y eso significaba mucho más.

 

Mascara de Muerte una vez le dijo que él era su droga… Eso era cierto, tan cierto como que el italiano era su antídoto para poder contrarrestar la soledad.

Notas finales:

Uffff!!! Terminé (Lloro de emoción) T_T 

Este fic si fue un reto para mí. Estoy muy satisfecha del resultado, de todas sus historias y de como entrlazé cada una. Me siento contenta del resultado.

Más contenta por los comentarios y las visitas, me hicieron seguir adelante, gracias!!!

Igual no lo doy por terminado... Quiero darle un epilogo, con la Diosa Athena... ¿Les parece?

Sin más que decir, mil gracias por leer, será hasta la proxima :D


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