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Doce Veces Después de Hades por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

Géminis siempre jugó a ser Dios.


Saga

Hubo un tiempo en que los gemelos se llevaron bien, ese tiempo donde compartían aventuras y travesuras, entrenamientos y descansos. Hasta compartían sueños. Saga era el elegido para portar la Armadura Dorada de Géminis, el destino y las estrellas así lo habían querido, resignado, Kanon optó por apoyar a su hermano. Pero nadie les diría que en verdad, la situación era otra, ellos ya no podían estar juntos, y la existencia del menor se convertiría en tan sólo un mito, una sombra de la cual nadie debía saber, no tenía que ser nombrado, mucho menos mostrarse públicamente en el Santuario. Kanon enloqueció de odio, dejando que ese odio corroyera sus venas, hasta podrir su corazón, envenenando en el camino el alma de su hermano. Si él caía, Saga lo haría también…

Pero aunque son dos en uno, ambos tienen historias por contar…

 

**

 

Saga portó por primera vez su Armadura a la edad de catorce años, unos meses después de que su mejor amigo, Aioros, se convirtiera en Santo Dorado de Sagitario. Eran los dos únicos Dorados que vivían en el Santuario por aquella época, los demás aún estaban en etapa de entrenamiento, por lo que la responsabilidad de misiones y mantener el orden en aquel confín del mundo, recaía en ellos dos. A Saga mucho no le importaba, siempre y cuando Aioros estuviera con él…

Su hermano había desaparecido hacía un tiempo. Podía sentir su cosmos pero lejos y bastante perturbado, por lo que prefirió dejarlo solo, seguramente estaría molesto por el destino que – injusto a su ver – le había tocado. Esa situación lo dejaba decaído y triste, en verdad lo extrañaba, a fin de cuentas y a pesar de que tenían caracteres diferentes, era su hermano, y con quien vivió muchas penas, pero también muchas alegrías. Aioros era el único que se daba cuenta de la tristeza lejana en su verde mirada, y aunque no sabía el porqué, le demostraba con su presencia, que ahí estaba, junto a él.

Compañeros de armas, mejores amigos, pasaban la mayor parte de los días juntos, entrenando, en misiones, ayudando en todo lo que el Patriarca les pidiera. Saga también ayudaba a Aioros en el entrenamiento de su pequeño hermano, el inquieto Aioria. Habían forjado un sentimiento indestructible, un sentimiento mutuo.

El primer beso más que ansiado, fue necesario, y luego de ello, todo fue aconteciendo a una vorágine irreversible.

La primera pesadilla la tuvo dos semanas antes de que todo estallara, trató de no darle importancia, y convencerse de que fue un hecho aislado, pero cuando la voz en su cabeza comenzó a cobrar fuerza, el miedo encendió una alarma en todo su cuerpo.

Durante el día se encontraba retraído, y en las noches no dormía, temiendo que aquella voz apareciera, y siguiera convenciéndolo de algo que para él, era inaceptable. La noche antes no lo soportó más…

Aioros comenzaba a darse cuenta de que algo perturbador sucedía con su amigo y gran amor, por lo que esa misma noche, decidió quedarse con él.

Noche que significaría la despedida, aunque ninguno de los dos lo supiera aún. Porque aquella noche para ambos fue la demostración del mutuo amor que se profesaban, ambos jóvenes viajaron por la marea del placer, sus cuerpos se unieron para entregarse a la dicha de pertenecerse, dedicándose dulces palabras, y promesas de unión perpetua… Promesa que fue truncada.

El día siguiente pasó como una ráfaga, pero Saga lo recordaba con enfermiza exactitud: Su hermano se había presentado después de varios meses de ausencia, la alegría le duro poco al escucharlo decir semejantes injurias ¿Asesinar al Patriarca? ¿A Athena?... Aioros elegido nuevo Patriarca… Poder… Maldad… No quiso escuchar más, por su propia salud mental. Encerró a Kanon en Cabo Sunion.

Él y Aioros fueron llamados a la sala del Patriarca, su corazón bombeaba con ferocidad, no quería oírlo… No quería…

Y lo oyó… Shion nombró a su mejor amigo y más profundo amor, su sucesor… No hubo vuelta atrás, el resquebrajamiento fue total. Aioros quiso decirle algo una vez solos, pero no pudo, Saga portaba la sonrisa más retorcida que alguna vez hubiera visto. Le heló la sangre y las palabras no salieron. Géminis tampoco escucharía, y no porque no quisiera, sino porque sencillamente, ya no era Saga.

Un vestigio de razón lo embargó cuando se encontró con el puño ensangrentado y a Shion muerto a sus pies.

¿Qué había hecho?

Pero Saga ya no era Saga, su parte irracional doblegó su voluntad.

Luego vendría Athena, la daga, Aioros… Y trece años de tormentos. Que creyó terminados una vez recibido el perdón de Athena, pero un año después volvería, otra vez como traidor a los ojos de sus compañeros. Su inminente final y la luz de la nueva vida, lo dejaron sin fuerzas, sobre todo sabiéndolo a Aioros vivo.

 

**

 

—¿Estás seguro de ésto Aioros? —Athena, tanto como todos los allí presentes, tenían rostros de incredulidad. Saga estaba de piedra.

 

Con la decisión de Shion de no revivir, era necesario nombrar a su sucesor, y el honor recayó sobre el que de por sí, siempre lo había sido, el arquero. Aioros caminó firmemente hasta ubicarse enfrente de Athena, hincó su rodilla y dijo lo que nadie esperaba.

 

—Es un honor recibir tan honrado titulo, pero me temo debo rechazarlo—hizo una pausa ante el asombro de todos—Creo que he estado demasiado tiempo ausente, y no me siento a gusto con el papel de dirigir a quienes si llevan tiempo en el Santuario, quiero nombrar a quien merece el cargo, si me lo permite Athena.

 

—Adelante Aioros.

 

—Creo que Saga debe tomar el lugar del honorable Shion—Los presentes casi se caen de espaldas, lo que derivó a la anterior pregunta de la Diosa.

 

Y es que Sagitario estaba convencido de que Saga siempre había sido el indicado para suceder el Papado. Más allá de lo que había sucedido entre ellos, él siempre entendió que Saga no actuó por voluntad propia, ni siquiera cuando lo descubrió aquella noche… Aioros siempre había confiado en Saga…

 

—¿Estás seguro de ésto Aioros?

 

—Completamente, no debemos juzgar el pasado, todos aquí cometimos errores, y gracias a su divina voluntad estamos aquí de nueva cuenta, para redimirnos, por lo que creo, nadie sería más adecuado para dirigir al Santuario que Saga de Géminis.

 

—¿Saga, que opinas? —Athena le habló.

 

Mas Saga no estaba allí, sus ojos estaban fijos en el arquero, sus esmeraldas buscaban la verdad trasfondo en los azules de su compañero y antiguo amante, Aioros le sonrió.

 

—Si los demás están de acuerdo, será un honor—terminó por decir el Géminis.

 

Nadie dio la contraria, la decisión era irrefutable, y Saga cumpliría con su segundo mandato, esta vez con altruismo.

 

—Aioros…—Lo nombró entrando en el Templo de Centauro, el de cabellos castaños apareció frente a él— ¿Por qué?

 

—Porque hace más de trece años, nos hicimos una promesa, y quiero cumplirla, si aún estas dispuesto—Los azules centellaron, los verdes se iluminaron…

 

**

 

Hoy dos años después, a sus treinta y un años, Saga repasa su vida, a veces se siente un completo abusador, pero sus compañeros, su hermano, su Diosa y sobre todo el hombre que yace dormido a su lado, le dicen lo contrario. Y no le quedó opción que disfrutar de su realidad, de limpiar asperezas con su gemelo, llevando su relación a como era en un principio. Dos años de excelente mandato, y dos años de despertarse cada día al lado de la persona que más ama en este mundo. Dos años con Aioros, tan sólo dos de los muchos que vendrían.

Notas finales:

Gracias por leer.

Sigue Kanon.


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