Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sois mi vida por CWC

[Reviews - 206]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaaa ^^

Antes de nada quiero disculparme por la tardanza, siento mucho haber estado tanto tiempo sin actualizar :3 lo siento mucho

También quiero agradecer por los reviews, que como siempre me animan muchísimo. Muchas gracias!!!!!

Aquí os dejo con el especial del SuLay, espero que os guste <3

Me temblaban las manos y las piernas, mi mente se había vuelto loca con el increíble placer que estaba sintiendo y de mi boca no hacían más que salir fuertes gemidos descontrolados. Su nombre acompañaba a mis potentes gritos cada vez con más ganas. Su mano derecha acariciaba frenéticamente mi miembro mientras que la izquierda se aferraba a mi cintura provocando que nuestros sudados cuerpos se rozaran. Me agarré como pude a su irresistible espalda, dejándole leves marcas rojas que recordarían, por un corto periodo de tiempo, nuestra fantástica tarde. Sentía que no aguantaría mucho más cada vez que Lay rozaba ese estupendo lugar con su miembro.

 

Salí de mi pervertido, y a la vez placentero, sueño gracias a la mano inquieta de Lay, que inconscientemente se había apoyado en mi barriga. Al despertar noté como mi miembro iba a explotar, e incluso era notable aún escondido bajo las sábanas. Aquel sueño había sido tan realista y gustoso que mi imaginación se había dejado llevar. Lo que más me llamó la atención fue el lugar en donde se estaba llevando a cabo la escena. No era ni más ni menos que la gigantesca terraza de la casa de uno de nuestros jefes. ''Estoy fatal, ni que fuera un adolescente con las hormonas alborotadas'' me quejé mentalmente con un poco de humor mañanero en tanto que me salía, con un minucioso cuidado, de la cama.

 

Me encerré en el cuarto de baño con la luz encendida, me senté tranquilamente y empecé a mover mi mano con emoción, buscando la manera de que mi miembro se tranquilizara. Aguanté mis insoportables ganas de gemir mordiéndome el labio inferior con fuerza.

 

-Cariño, ¿se puede saber qué haces disfrutando tú solo?- me preguntó apoyado en el marco de la puerta, con un tono de voz ligeramente autoritario que me ponía mucho.

 

-Lay … - mi cuerpo se detuvo sorprendido por su inesperada aparición.

 

-Mi vida, que sepas que me has alegrado la mañana- se acercó seductoramente dando lentos pasos hacia mi- bueno, en realidad me alegras todas las mañanas- confesó juntando sus labios con los míos, jugando con mi lengua y retomando la actividad en mi zona íntima con ligeros roces.

 

-¡Lay! Para, para- le pedí con la respiración entrecortada.

 

Nuestros cuerpos se separaron durante un escaso segundo, en el que Lay se incorporó acelerado rebuscando en los vacíos cajones de la mesita de noche el bote de lubricante que habíamos comprado nada más llegar al hotel.

 

No tardó mucho en encontrarlo, apenas un instante que me sirvió para apartarme los sudados pelos del flequillo de la cara. Una vez que volvió se acercó nuevamente a mi juntando desesperadamente nuestros labios. Escuché el claro sonido de aquel bote de plástico abriéndose. El sueño me había parecido tan real que, incluso mi mente seguía con la idea de que todavía estaba dentro de mi imaginación.

 

-Suho me estás volviendo loco- confesó junto a mi oído jadeando.

 

Noté una de sus manos recorriendo mi espalda, bajando lentamente a mi trasero, que fue acariciado con un claro deseo. Aunque nos seguíamos besando con intensidad y mis manos se habían situado una en su espalda y otra en su miembro, él había dejado de tocarme. No era la primera vez que nos daba por hacer algo así, por lo que supe de inmediato que estaba tramando.

 

Tal y como me esperaba sus manos volvieron a mi cuerpo, solo que esta vez sus dedos estaban cubiertos por aquella sustancia viscosa. Realizó un relajante masaje en mi trasero antes de adentrar uno de sus dedos en mi entrada, produciéndome una maravillosa sensación que vino acompañada de un entusiasmado gemido.

 

En tanto que Lay parecía divertirse jugando con su dedo en mi interior, yo intenté que aquel bote de lubricante llegara a mis manos. Lay no tardó nada en darse cuenta de mis intenciones, así que se deshizo del lubricante tirándolo, sin ningún cuidado, contra la bañera. Le regañé como pude por aquello, aunque no logré más que darle un sonoro golpe en el trasero.

 

Me preparó durante unos minutos más metiendo dos nuevos dedos. El segundo no hizo más que aumentar mi dosis de locura, y el tercero, que en un principio fue algo doloroso, no tardó en proporcionarme aún más ganas de que el miembro de Lay estuviera en mi entrada.

 

-¿Quieres hoy tú o yo?- me cuestionó con duda rozando su animado miembro con el mío.

 

-Tú- contesté deseando que ya estuviera dentro de mí. Aunque por dentro estuviera teniendo una pelea mental por haber jugado sucio, se suponía que eso se preguntaba antes de tener sus dedos en mi interior- yo … yo elijo el sitio- logré decir con dificultad.

 

-Como quieras mi amor- se tiró encima de mi besándome.

 

Como pude le dirigí hasta el armario, por el camino nos habíamos golpeado con algunos muebles y con la pared, pero eso solo habían sido pequeñas interrupciones no deseadas. Justo la tarde anterior me había pasado como media hora arreglando el armario de la habitación, metiendo cada una de nuestras cosas en nuestras maletas, con la intención de tenerlo completamente vacío y probar una de las muchas posiciones que se me habían ocurrido en el largo recorrido del avión.

 

-¿Aquí?- asentí notando su curioso tono de voz- cada día estás más aventurero- bromeó antes de empujarme dentro.

 

Con algo de esfuerzo conseguí apoyar su espalda en el lado izquierdo del armario. Cogí sus manos, que rápidamente agarré en la barra en donde se colocaban las perchas, y me agaché encontrándome con su feliz miembro frente a mi. Al principio opté por simplemente torturarle con mi lengua, pero al final preferí no ser tan malo y adentrar completamente su miembro en mi boca.

 

Después de eso Lay volvió a tener el control. Colocó mis manos donde antes habían estado las suyas, segundos antes de besar mi cuello y adentrase en mi interior. Mis piernas instintivamente se engancharon a su cintura, nos besamos intensamente y gemimos sin ningún tipo de control.

 

No duramos mucho así, habíamos tenido tantos roces, caricias y cariño que no tardamos en corrernos. Nos echamos momentáneamente sobre el interior del armario buscando la manera de relajar nuestras aceleradas respiraciones.

 

-Madre mía- dijo con un tono maravillado- ¿se puede saber qué te ha pasado esta mañana?- se interesó juntando nuestros cuerpos con un romántico abrazo.

 

-He tenido un sueño contigo- asintió conforme mordiendo levemente mi oreja.

 

Nos quedamos allí unos minutos, sentados en la parte de los cajones, abrazándonos con una incontrolable dulzura.

 

-A esto lo llamo yo una mañana productiva- comenté con alegría tendiéndole la mano para ayudarle a salir de aquel pequeño espacio.

 

-Pues sí. No sé si te has dado cuenta pero acabamos de salir del armario- me quedé mirándole con seriedad hasta que al final la risa pudo conmigo, había soltado el comentario más idiota de todo el viaje.

 

-Llevamos un montón de años juntos y todavía sigues sorprendiéndome- informé al dejar las carcajadas a un lado.

 

-Eso es bueno, supongo- me besó velozmente- voy a avisar para que nos traigan el desayuno a la habitación.

 

-Vale, voy a ir duchándome mientras. Por cierto, que no se te olvide decirles que nos traigan el traje que ayer dejamos para que lavaran- hizo un OK con los dedos.

 

Me di una ducha rápida de apenas diez minutos. Al salir el desayuno ya estaba preparado en la mesa de la terraza y los trajes estaban perfectamente colocados sobre las arrugadas sábanas.

 

-¿Ya has terminado Suho?- me preguntó al salir de la pequeña terraza- no tardes mucho en vestirte que se enfría el café.

 

-Entendido, no tardo.

 

 

 

-Deberíamos irnos ya si queremos aprovechar la mañana- le recordé a Lay una vez que nos acabamos los cafés.

 

-Sí, ya apenas nos queda tiempo. Llegamos el jueves y ya mañana nos tenemos que ir- suspiró haciendo un adorable aegyo- tres días son demasiado pocos para disfrutar de Hong Kong.

 

-Miralo por el lado positivo. Es un viaje corto pero nos lo ha pagado por completo la empresa, todos los gastos incluidos por unas momentáneas reuniones de menos de dos horas.

 

-Ya, pero jo … - me apoyé en su hombro notando como me acariciaba el pelo- me encanta estar aquí contigo, los dos solos.

 

-Y a mi- me besó en la frente- hemos tenido suerte de que nos cambiaran las dos habitaciones individuales por una doble con cama de matrimonio.

 

-Sí, no sería lo mismo si hubiéramos estado en cuartos distintos- me separé de él al notar como se incorporaba- tengo que ducharme.

 

-Claro. Prepara la ropa primero, que después ya sabes lo que pasa- me hizo caso, abriendo las maletas que ya estaban recogidas y sacando de ellas su ropa interior y su corbata.

 

-Hemos comprado todos los regalos para los chicos ¿verdad?- me cuestionó al ver algunos ya guardados en las maletas.

 

-Todos, lo único que nos falta es recoger el conjunto de ropa para Haeyoung, junto con el pequeño peluche del elefante.

 

-Pues entonces después vamos a recogerlos- asentí, volviendo a dejar las maletas preparadas para por la mañana- además, todavía nos falta nuestro regalo- sonreí ampliamente mandándole un beso desde donde me encontraba.

 

Mientras que Lay se duchaba, yo opté por relajarme echado ligeramente sobre la cama. Dejé que mi mente desconectara imaginando como sería el regalo que nos compraríamos como recuerdo. Desde el primer viaje que hicimos juntos, hace poco más de cuatro años, en el que nos recorrimos la capital de Japón en una semana. Fueron siete maravillosos días en los que hicimos turismo visitando numerosos monumentos, restaurantes famosos e innumerables tiendas de ropa. En la última tarde/noche que nos quedaba nos planteamos qué recuerdo nos podríamos comprar para no olvidar ese fantástico viaje. Tras descartar la idea de los típicos souvenirs decidimos darnos un paseo con la intención de que se nos ocurriera algo. Aunque las calles estaban repletas de gente no pudimos evitar pararnos frente aquel sex shop. Allí adquirimos nuestro primer juguete sexual, al que no tardaron en seguirle otros de diferentes partes del mundo.

 

-Ayer al final no encontramos la tienda- le informé nada más verle salir del cuarto de baño.

 

-Supongo que tendré que preguntar en recepción- se resignó sentándose a mi lado.

 

-No sé cómo puedes hacerlo, que vergüenza.

 

-Tampoco es tan difícil, solo tengo que usar mi perfecta forma de seducción.

 

-No sabes como me pones cuando hablas en chino, un día de estos te prometo que no me voy a poder controlar.

 

-Te imagino, me encantaría hacerlo en la recepción del hotel, encima de la mesa alta esa, con todo el mundo mirándonos- se mordió el labio dejándose llevar por su imaginación.

 

-Tranquilo, relajate- le besé en la mejilla- hoy no vamos a hacer eso.

 

-Joo …

 

Terminamos de arreglarnos, cada uno con su respectivo traje, con su camisa, con su corbata, con sus zapatos … Bajamos por el ascensor tras sacar la tarjeta que le daba luz a la habitación. Tal y como teníamos pensado Lay se acercó a la recepción de forma seductora, en tanto que yo me acomodaba momentáneamente en uno de los sillones libres de la entrada del hotel.

 

No hicieron falta más de tres minutos para que la mujer reaccionara y le explicara, con mucha paciencia, la dirección que teníamos que tomar.

 

-¿Lo tienes?- le cuestioné poniéndome, nada más salir del edificio, las nuevas gafas de sol.

 

-La tengo- afirmó con seguridad.

 

-Que no se te olvide- insistí sabiendo lo malo que era para recordar las cosas, tanto si eran importantes como si no.

 

-¿No confías en mi?- rápidamente negué con la cabeza.

 

-Lay, cariño, no es la primera vez que te quedas en blanco y tenemos que volver a preguntar.

 

-Eso son pequeños despistes- el brillante sol le daba en la cara dándole un toque irresistiblemente sexy.

 

-Claro, lo que tu digas- le cogí del brazo derecho siguiendo sus pasos.

 

Nos adentramos por un par de calles bastante céntricas, aunque estaban ligeramente escondidas, hasta dar con lo que estábamos buscando. Entramos en la tienda decididos. La dependienta nos saludó levantando ligeramente la vista de la pantalla de su ordenador. Recorrimos con la vista las estanterías de cristal que mostraban todos los productos disponibles, desde vibradores a esposas, látigos, e incluso jabones para el baño.

 

Después de mucho pensarlo decidimos elegir un vibrador de color rosa fluorescente. Se lo pedimos a la dependienta, que apenas tardó en traérnoslo en una caja negra con adornos en dorado, pagamos lo que costaba y salimos de allí románticamente cogidos de la mano.

 

Nos pasamos dos horas más en la calle, en las que compramos los regalos que nos faltaban y en las que también disfrutamos viendo tiendas de ropa y tomándonos otro café en una moderna cafetería.

 

Volvimos al hotel en taxi para comer antes de tener que ir a la reunión. Habíamos subido a la habitación con la intención de dejar las bolsas y bajar al restaurante, disfrutando de la mesa que teníamos reservada. Sin embargo, tras sentarnos unos segundos en las cómodas sillas de la terraza del cuarto, nos decantamos de inmediato por pedir lo que queríamos y que nos lo trajesen a donde nos encontrábamos. Lay fue el encargado de todo eso, informando, en un perfecto chino, los platos que nos apetecía probar.

 

 

 

-¿A qué hora es la reunión?- le pregunté al terminarme todo el contenido de mi plato.

 

-Hoy, como es la última, a las cinco- dijo con la boca llena.

 

-Zhang Yi Xing comportate, que no eres un niño pequeño- le regañé haciéndome el enfadado.

 

-Vale mami- respondió con una sonrisa al tragarse la comida.

 

-Así me gusta, que no vuelva a pasar- me levanté posando mis labios en su mejilla- voy a guardar las cosas que hemos comprado en la maleta.

 

-Ok, tenemos veinte minutos antes de que vengan a por nosotros.

 

-¿Veinte? Pensaba que nos quedaba un poco más- miré la hora en el móvil sintiendo una frustrante sensación de agobio, de falta de tiempo.

 

-No te preocupes cariño, tenemos tiempo para todo- soltó con su característica relajación dándole un sorbo a su copa de vino.

 

-No sé yo. Si la cosa sale bien seguro que tenemos que ir a celebrarlo.

 

-No pasa nada, mientras que no nos pase como a Kai el otro día- sonrió haciéndome recordar aquella llamada de Sehun y toda la noche en urgencias.

 

-Ahora tiene gracia pero esa noche casi nos da algo, o ¿es qué no te acuerdas de cómo estaba D.O?

 

-Ya, no dejaba de llorar, casi mata a Kai.

 

-Normal, a quién se le ocurre- suspiré notando como los brazos de Lay abrazaban mi cintura- a mi no me des esos sustos.

 

-Lo sé- me besó tiernamente.

 

Nos quedamos observándonos un buen rato, recorriendo cada centímetro de nuestro rostro con los dedos del otro. Nos quedamos así, abrazados dulcemente, juntando nuestros labios e investigando cada parte del delgado cuerpo del otro. Su mano viajó curiosa por mi abdomen, tras sacarme la camisa que se encontraba metida dentro del pantalón, mientras que mi mano se iba adentrando lentamente en su zona íntima.

 

Había conseguido quitarle el cinturón, bajarle los pantalones unos centímetros y, cuando por fin mi piel rozó la suave tela de sus bóxer, fuimos interrumpidos por el repetitivo sonido del teléfono de la habitación.

 

Lay salió corriendo, intentando cogerse los pantalones con la intención de no matarse en el trayecto, ocupándose de la llamada que al parecer procedía de la recepción avisándonos de que el coche ya había llegado y esperaba para recogernos. Aunque mis sentidos estaban clavados en la conversación, mi mente solo podía pensar en lo bien que lo estábamos pasando, en mi respiración acelerada y en cómo me ponía Lay con unas simples caricias.

 

-Tenemos que irnos- se echó los pelos del flequillo para atrás suspirando pesadamente.

 

-Que oportuno, podría haber venido un poco más tarde- me recoloqué la camisa dejándola lo más parecida posible a cómo estaba antes.

 

-De verdad, aunque con unos minutos más no sé yo si podría bajarme el calentón.

 

-Cierto, mirándolo así mejor no me quejo- le besé velozmente en los labios ayudándole a ponerse bien los pantalones.

 

Nos bajamos a la entrada del hotel algo acelerados y con prisa por culpa del ligero accidente que habíamos tenido con la tarjeta de la habitación, que mágicamente había desaparecido y no la encontrábamos por ningún lado.

 

Al asomarnos sutilmente por la gigantesca puerta de cristal de la entrada nuestras miradas se toparon con las del enfadado conductor, que de inmediato cambió su expresión por una falsa sonrisa. Intenté disculparme con él por nuestra tardanza, sin embargo, en cuanto recordé que mi nivel de chino apenas llegaba al de principiante, dejé que Lay se ocupara de la situación y me dejara embobado con su espectacular y seductor acento. Ambos nos sentamos en los asientos traseros organizando, con un leve caos, los papeles necesarios para la reunión.

 

Apenas tardamos unos minutos en llegar gracias a la momentánea situación despejada de la carretera. Nos adentramos en el edificio tras agradecer al conductor por su trabajo. En la entrada nos encontramos con tres grupos de un número considerable de personas divididos alrededor de la habitación. En uno de ellos, el que se situaba al lado izquierdo, se encontraban nuestros compañeros de la oficina. En aquel grupo apenas estábamos más de diez personas, no obstante, no todos teníamos que exponer nuestro trabajo esa tarde. Según el horario que nos había facilitado la jefa nada más salir del avión,nuestras exposiciones tenían una hora y un día programado. Mi trabajo fue el primero de todos, mientras que el de Lay había quedado el último.

 

Me quedé un rato hablando con los del trabajo en tanto que los tres que faltaban repasaban cada una de las líneas de su preparado discurso.

 

Pasados unos quince minutos la sala de reuniones se encontraba repleta de gente preparada para elegir o no nuestra empresa. Las exposiciones empezaron con fuerza y convicción, aunque para mi la primera fue sumamente aburrida al ser en chino, la segunda me pareció medio entretenida ya que fue en inglés y la última me encantó, no pude dejar de mirarle y escucharle atentamente.

 

El resto de la tarde pasó con nerviosismo, especialmente para nuestra jefa, ya que nada más terminar con nuestro trabajo los compradores decidieron reunirse a solas para tomar una decisión.

 

Afortunadamente, todo salió increíblemente bien, por lo que salimos a cenar con la intención de celebrarlo. Nos lo pasamos muy bien disfrutando de los caros platos que servía el restaurante, acompañados con numerosas botellas de un licor típico de la zona.

 

Aunque nos hubiera encantado aprovechar la última noche para hacerlo una y otra vez en cada rincón de nuestra habitación del hotel, desgraciadamente llegamos tan cansados y tan tarde que fue deshacernos del incómodo traje y caer rendidos en la cama. Lay me besó dulcemente tapándome con las gustosas sábanas, me deseó las buenas noches y, tumbado junto a mi, no tardó nada en quedarse dormido. Le abracé con mucho cuidado de no despertarle, notando al instante como mis ojos se iban cerrado lentamente.

 

 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Qué les ha parecido?

El SuLay XD ¿Qué pensáis que le pasó a Kai en la fiesta de la empresa?

Dejen un comentario con sus opiniones, por fiiiiiii :D

Espero que os haya gustado ^^

https://www.facebook.com/pages/Fanfic-CWC/1390195777889007?fref=photo

Muchas gracias por leer ^^

Os quierooooooooooooooooooooooo <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).