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The Proposal por Himiko Hirisashi

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Notas del capitulo:

¡Y se vino el cap largo! 

Puse una mini parte del capítulo anterior para que se entienda de qué va la cosa. Siempre les agradezco miles el que se pasen leyendome y si logran entenderme este cap xD en reviews pidanme algo que quieran que pase en el fic nee? :3

 

Besos y nos leemos al final!

-Sólo pensaba en que hoy no fumaste en todo el día, ¿te estás quitando el vicio?- respondió Hiroki entre las sombras…

Y Akihiko no contestó; pasaron los segundos, minutos y Hiroki no quiso alargar la espera teniendo por sentado que Akihiko no contestaría, se limitó a cerrar los ojos comprendiendo que simplemente hay temas de los que Usami nunca le quiso hablar.

Por su parte, el escritor no solo no había respondido aquella pregunta; sino que ésta había retumbado en su mente dejándolo meditabundo.  En muchos años ése día era el primero en que no fumaba, su respiración se entrecortó y sus violáceos ojos se opacaron mientras dejaba de ver al techo para darse la vuelta, él tampoco lo había notado.

‘No puedo evitarlo’ se respondió a sí mismo; porque no había podido evitar fumar desde el día en que puso uno en sus labios, el día en que aquel hombre de ojos azules le cerró la puerta en la cara dejándolo sólo afuera del apartamento de Hiroki.

 

 “Tengo trabajo mañana, será mejor que te vayas”.

Aún seguía acostado a la par de Hiroki, con la venda puesta, cuando escuchó aquellas frías palabras del moreno.  Pero sus pensamientos no daban para notar el tono que Hiroki había utilizado.  Hizo caso a las palabras de Hiroki;  se quitó la venda de los ojos y sin voltearlo a ver se vistió y se fue a casa. 

De eso hacía una semana tal vez; o al menos eso creía, pero justo como ese día, ahora tenía la vista ida, podía decirse que ni parpadeaba, su corazón seguía palpitando de la misma acelerada forma que cuando había terminado de tener sexo con Hiroki; y aún no había logrado sacar al moreno de sus pensamientos.

A penas llegó a casa ese día de la semana pasada, la intranquilidad se apoderó de él.  Algo estaba mal, pensó que aquellos sentimientos de su infancia se habían desvanecido con el tiempo, y sin embargo de un momento a otro, los volvía a vivir.  No pudo dormir, ni ese día, ni los siguientes; sino que inmediatamente sintió la necesidad de escribir sus novelas; se sentó frente a la computadora y de allí hasta este preciso día, no se había levantado y si lo había hecho, sinceramente, Akihiko no lo recordaba.

Párrafos cambiados de lugar más veces de las que podía imaginar, redactó más de tres inicios distintos y  el desarrollo de las escenas principales de su novela cambió el doble que el número de libros que había escrito.  Pero el personaje principal no cambiaba y cuando dejó de escribir para ponerse a leer su obra a medio empezar; lo vio.  A Hiroki.

Ansioso.

Ésa era la palabra que lo describía perfectamente; y cuando encontró la susodicha palabra en su vasto vocabulario, dejó de ceñir su frente cambiando su expresión a una casi imperceptible sonrisa irónica: siendo uno de los mejores escritores de novelas en Japón, había tardado aproximadamente ocho minutos en tratar de describir cómo se sentía, los mismos ocho minutos que tardó en subir a su auto para dirigirse a la casa de Hiroki, siendo el único lugar que pensó estaría Hiroki después de haberlo llamado por teléfono y preguntado  en la universidad por él.  No pudo localizarlo telefónicamente por lo que no dudó en salir inmediatamente de su casa dejando la computadora encendida y probablemente usando la misma ropa de la última vez que lo había visto. 

No sabía cómo describirlo; comenzó siendo una sensación confusa al haber leído su propia novela, sus manos sudorosas y ligeramente frías, un corazón que palpitaba demasiado rápido para su gusto, una respiración levemente agitada y consciente que intentaba obviar en vano, incluso frío en los dientes. 

Intentaba controlarlo, pero era inútil cuando sentía esas sensaciones a flor de piel erizándole, calándole hasta los huesos; y conforme se iba acercando al apartamento de Hiroki aquellas emociones iban en un aumento considerable, tanto así que incluso mantener las manos firmes en el volante le pesaba y sin quererlo se encontraba nuevamente consciente de su respiración; trataba de olvidarse de ésta y seguir respirando normalmente pero lo sentía, cada inhalación lenta y profunda, cada exhalación pausada, cada latido, podía jurar que incluso sentía ese palpitar en sus manos. Y esa ligera preocupación que tenía  aumentó al percatarse de esa ola de sensaciones que acababa de descubrir; pero de aquella situación incómoda lo peor era saber que no le desagradaba en lo absoluto.

¿Había algo malo con él? se preguntó, si mal no recordaba, era la misma reacción cuando de niño intentaba desenmarañar el atisbo de sentimientos que tenía desde los diez años; sentimientos  que habían comenzado con abrir los ojos y despertar en su jardín encontrándose con unos ojos achocolatados frente a él.

Condujo en silencio mientras rememoraba el gran error que había cometido desde que lo conoció:  Silencio. 

Haber optado por éste desde ese entonces no había sido la mejor solución, pero era eso o perderlo. “Soy tu amigo, puedes decirme lo que sea” ¿sabía Hiroki qué significaban esas palabras que dijo?  En ese entonces tenía doce años, pero estaba seguro que lo que tenía con el moreno no era amistad, ¿cómo poder llamar amigo a alguien a quien necesitas ver las veinticuatro horas del día, solo porque sí? 

Pero Hiroki lo había dejado claro, ni siquiera podía tocar su mano porque él inmediatamente se alejaba, no podía verlo porque en cuanto Hiroki lo notaba, fruncía el ceño y desviaba la mirada; y aquellas pequeñas muestras de cariño que leyó en las novelas y que alguna vez intentó, sólo lograban ser molestia de su mejor amigo. 

Akihiko pisó el freno inmediatamente; el semáforo había marcado rojo.  Muy pocas veces un pensamiento lo descontrolaba pero ese recuerdo seguía en su cabeza. Ese ligero resentimiento desde pequeño por el cual  no pudo hacer nada, porque después de ser rechazado indirectamente tantas veces, dejó de intentarlo, si ese sentimiento indescriptible que siempre guardó ni siquiera él era capaz de entenderlo, dudaba mucho que Hiroki lo comprendiera y por eso calló, limitándose a corresponder la amistad que Hiroki le había ofrecido e imitando al castaño en mantener su distancia. 

Uno, dos días; pero para un niño eso era una eternidad.  Uno, dos años, cinco años y la resignación ganó; podría decirse que  desde que había hecho política una frase de uno de los tantos libros que leía: “Permanecer al lado de quien tu amas, es uno de los privilegios de ser amigo”.  Tal vez, sólo tal vez, aquella frase describía ese sentimiento por Hiroki que no lograba comprender del todo.

Respiró profundo, bajó del auto a medio estacionar y comenzó a subir las gradas hacia el apartamento de Hiroki, ese palpitar desenfrenado que ya no lo dejaba ni pensar, le molestaba y a la vez le intrigaba, lo sentía incluso en el estómago y la consciencia de su respirar y los bellos de sus brazos erizarse de apoco no le daban lugar a dudas que lo que estaba a punto de hacer cambiaría algo en él. Suspiró con sorna, de verdad nunca había experimentado ese sentimiento, ni cuando conoció a Takahiro.

No, definitivamente un clavo no saca a otro; por mucho que uno intente creer que sí.  Aunque cuando lo conoció no había podido evitar sorprenderse, era la primera persona que le sonreía abiertamente a un completo extraño como lo era él; y también era la segunda persona en haber leído una de sus novelas, con la pequeña diferencia que el perfeccionismo de Hiroki hacía que cambiara un par de cosas en sus novelas a diferencia de Takahiro que lo felicitaba con apenas leer unas cuantas líneas. 

Desconfió de él al principio, definitivamente no podía ser real una persona que sonriera y fuera positiva todo el tiempo; pero aquellas falencias de su mejor amigo eran llenadas por el chico ruidoso de lentes que jamás le bajó la mirada ni le refutó el contacto físico, llenó incluso el tiempo que ya no pasaba con Hiroki. Y para los años de rechazo por parte de todos, incluyendo a su familia, la amabilidad de Takahiro venía a caerle como anillo al dedo;  aunque no tuvieran absolutamente nada en común, pero no importaba, mientras no lo rechazará indirectamente no importaba.

Intentó creerse un tiempo que Takahiro era su nueva manía, hasta sus propios libros se lo decían pues adrede había dejado de escribir personajes parecidos a Hiroki y en sus novelas eróticas había cambiado el apellido Kamijou por Takahashi. Incluso dejó de ver al moreno por un tiempo enfocándose en sus libros.  Y por un momento sintió que sí estaba enamorado; tanto así que hacía un par de semanas había sido San Valentín, y con ello había tenido la oportunidad perfecta para confesarle sus sentimientos a Takahiro; ese apego hacia quien jamás lo había rechazado.

Pero a penas y lo vio, éste le confesó estar enamorado de otra persona.

Y contuvo el aliento por un par de segundos, en que reaccionaba ante lo que había escuchado, su ceño se frunció y un sabor amargo en la boca lo invadió causándole hacer una mueca de disgusto que no pudo evitar esconder y que para su desgracia el distraído de Takahiro lo pasó por alto y obvió aquella expresión pues su concentración estaba enfocada en pedirle ayuda para darle un regalo de San Valentín a aquella persona que tenía en mente. 

Ahora sí estaba sólo.  Lejos de las dos únicas personas a quien les hablaba, las únicas dos que conformaban su Mundo y de las cuáles se había enamorado y sabía que había cometido un error fatal: haber callado, y no tenía la más mínima voluntad de querer cambiar eso porque tal vez así fue toda la vida.  Era el personaje secundario de todas las personas que rodeaban su existencia, incluyendo a sus padres y a ellos dos.  

Por ello aquel día, había arrastrado los pies hacia aquel pútrido lugar, como si fuera de esos estudiantes universitarios por debajo del promedio que lo hacían por diversión. Dicen que los bares reciben a hombres resueltos en lágrimas que buscan como compañera al alcohol pero Akihiko no dejaría ver aquella situación de ninguna manera, o al menos no derramaría lágrima alguna, pero ¿cómo lograrlo? Sí cada vez que respiraba sus ojos se humedecían.

Ridículo.  Estar en el peor día de su vida, en donde quería que el Mundo se desvaneciera y que nadie recordara siquiera que existía y es encontrado en el lugar menos deseado, por la persona menos deseada.  Frunció el ceño… Hiroki estaba frente a él viendo cómo sus ojos violeta vidriosos trataban de desviarle la mirada.

Tropezó justo en el último escalón y cayó arrodillado frente al pasillo que daba al pequeño apartamento de Hiroki.  Se regañó a sí mismo por andar perdido en sus pensamientos.  Calculando, tal vez sí había sido un poco más de una semana que Hiroki lo había salvado de ese bar, ese día en que perdió su virginidad y recuperó aquel sentimiento hacia el pequeño niño de ojos achocolatados.

Y volvía insistente aquel cúmulo indescriptible de sentimientos mientras se levantaba del suelo y dirigía sus pasos hacia el apartamento de Hiroki.   Trató de desviar sus pensamientos para obviar su corazón sobresaltado y ese frio en la nuca que lo empezaba a poner nervioso de una forma que no entendía; “Que forma más ridícula de perder la virginidad” se dijo recordando que Hiroki le propuso fingir ser Takahiro, pero esa persona no se apareció en sus pensamientos ni por asomo mientras lo hacían, si aún teniendo los ojos cerrados Akihiko reconocía hasta el peso liviano de Hiroki; lo sabía, estaba siendo egoísta al fingir que pensaba en Takahiro, pero en el instante en que entró en Hiroki supo que no era con Takahiro con quien quería hacer el amor.  Incluso se había delatado a sí mismo jadeando el nombre de Hiroki a medias, y tratando de corregir aquel error se había forzado a decir el nombre de la persona se suponía, estaba pensando.

Y ahora, estaba parado frente al apartamento de Hiroki, y ni siquiera le había pasado por la mente qué le diría al verlo pues sería la primera vez que se veían después de esa noche.  En ese momento tomo consciencia de sí; incluso de que traía sus lentes puestos, los cuales solo usaba cuando escribía.

Toco la puerta.  Era el único lugar que faltaba después de haberlo llamado por teléfono y buscado en la universidad.

Se abrió la puerta y una delgada figura morena sorprendida le miró.  Y Akihiko apretó sus dientes conteniendo el aliento.

-A-Akihiko-

-Así que estás vivo- habló entre serio y aliviado, por un segundo había dudado de que Hiroki se encontrase en casa, no lo había visto en más de una semana pero ello no significa que tenía que desaparecer.

-¿Por qué dices eso?-  le respondió fríamente Hiroki; una frialdad que a Akihiko le pareció extraña

-No respondes a mis llamadas, ni siquiera te puedo encontrar en la Universidad- se excusó Akihiko intentando como siempre imitar las expresiones de Hiroki, como lo había hecho desde niños. –Pensé que estarías muerto en algún lado- respondió en su mismo tono de voz aunque para alguien tan perceptible como Hiroki sabía que aquello era un reclamo por parte del peligris.

-Qué pena que no lo estoy- se cruzó de brazos y Akihiko frunció el ceño, Hiroki era cortante y Usami lo sabía perfectamente pero hoy, simplemente actuaba diferente.  –Estoy preparando dos tesis y no tengo tiempo para divertirme con un gran escritor sobrevaluado-

Hiroki se negaba a verlo, y mientras se recostaba en la puerta cruzando los brazos Akihiko tragó saliva, tenía un mal presentimiento pero rápidamente borró ese pensamiento

-No seas ridículo- alzó su mano y toco las finas hebras cobrizo de Hiroki, sintiéndolas suaves a través de las yemas de sus dedos; aquel sentimiento culpable y egoísta resurgía de apoco, porque cuando Hiroki le vendó los ojos, Akihiko utilizó sus manos para sentir a Hiroki, incluyendo ese largo y fino cabello que tanto le gustaba acariciar.

-A pesar de todo estaba muy preocupado- Akihiko intentó que con aquella acción de acariciarle el cabello Hiroki lo volteara a ver para así aclarar sus sentimientos que había tardado tanto en acallar en su adolescencia y que habían vuelto a surgir hacía una semana, siendo aún más confusos.

-¿Estas comiendo bien? No te ves muy bien- continuó hablando Usami pues lo sentía, algo no estaba bien con Hiroki, solo bastaba verlo para saber que no era el mismo, y aquel presentimiento solo aumento cuando no escuchó respuesta de su parte.

-¿Hiroki?- Seguía sin responder, iba a quitar su mano de su cabello para pasarlo a través de su mejilla, le hacía falta tocar esa piel, sentir ese calor que emanaba y obligarlo a voltearlo a ver, mirarlo un par de segundos a los ojos y saber que no estaba loco al creer que Hiroki lo odiaba porque, hasta ese momento, su actitud daba a entender aquello.  Sin embargo, antes de poder siquiera bajar la mano para tocarlo,  escuchó una voz masculina detrás de Hiroki.

-Disculpe…- y al segundo en que Hiroki iba a voltear a ver a Akihiko, una mano tapó sus ojos y Akihiko, en vez de encontrarse con la mirada achocolatada de Hiroki, unas frías orbes azules lo miraban furioso.

-…Pero yo me quedaré con Hiro-san-

-¿Eh?- fue lo único que pudo decir antes que aquel sujeto extraño le volviera a dedicar otra mirada fría y le cerrara la puerta en la cara.

Tardó unos segundos en reaccionar.

Sus pies no se movían del lugar, aunque quisiera;  y ni siquiera estaba seguro qué hacer si sus piernas reaccionaban, dar un paso para abrir aquella puerta y corroborar lo que había visto o volver sus pasos y fingir no haber pasado aquella vergonzosa situación.

Optó por caminar silentemente al percatarse de lo estúpido que se miraba frente a la puerta cerrada.  Caminó, caminó, caminó y siguió caminando sin ápice de sentimiento en su rostro.  No delataba su estado de ánimo; nadie lo notaría, a menos que alguien se hubiera percatado que Akihiko pasó frente a su carro sin darse cuenta dirigiéndose en dirección al tren subterráneo.

Sí, Akihiko no pensaba; el célebre y erudito novelista no pensaba en ese momento; pero si tenía una sola frase en su mente, impregnada como el tacto del cabello de Hiroki aún palpitante en sus fríos dedos.

“Tiene pareja” su ceño se frunció delatando por fin el primer sentimiento en aparecer después de haberse quedado completamente en blanco. ¿Debería molestarle? Hiroki y él ya no eran tan unidos como antes pero era imposible que no le hubiera mencionado algo como eso, claro, no estaba en la obligación de hacerlo, nunca estuvo en la obligación de nada, pero se supone que Hiroki debía estar allí siempre; al menos él sí le contaba todo, le pasaba sus novelas, sabía la situación de su familia,  le hablaba de Takahiro, lo había encontrado incluso en un bar al que jamás había ido, y Hiroki no pudo contarle siquiera algo tan importante de su vida.  Se supone que…

Calló sus pensamientos a la mitad de la calle.

¿Qué sabía él de Hiroki?, cerró los ojos un segundo intentando recordar si Hiroki le había hablado siquiera algo de su vida cayendo en la cuenta que no podía traer a colación ningún recuerdo de él, o al menos ninguno en que no estuviera implicado Akihiko.  Todo ese tiempo Hiroki había sido un frasco vacío en el cual depositar sus penas.

Siguió caminando a la estación de trenes, completamente ajeno a que había llegado a la casa de Hiroki en carro, completamente ajeno de la gente que pasaba a su alrededor y completamente ajeno de la estación de tren en la que por milagro había ido a parar. Se sentó en la primera banca que encontró, sin ánimos de querer subir todavía a un tren, ya sin estar consciente de su respiración, sin sudar frío, sin la piel de gallina, pero su corazón seguía palpitando igual de fuerte; volteó su rostro hacia abajo.  Respiró profundo, estaba consciente que era su culpa.  Se había alejado para que aquellos sentimientos de pequeña obsesión hacia su mejor amigo, fueran desapareciendo pero conforme aquello sucedía no cayó en la cuenta que de aquella manera se había alejado de Hiroki; y ahora, que volvía a ser el niño de doce años enamorado, resultaba que el propio Hiroki seguía siendo el mismo niño de doce años, con la hermosa mirada achocolatada y el ceño fruncido que siempre lo había rechazado pero a la vez había sido el único allí para él.

“Tu amabilidad me lastima”.

Lo dijo en un susurro, recordando a Hiroki que hizo el amor con él por mera compasión, por lástima pero más que todo por aquella frase que siempre le había dolido: por ser su amigo. Aun teniendo pareja lo había hecho, y ni siquiera podía catalogar aquello como una burla por parte del moreno pues aquel pequeño niño de cabello marrón, a pesar de que lo intentó, Akihiko jamás dejó de considerarlo su mejor amigo. 

-Hiroki-

-Toma- un señor que se había sentado a la par suya le ofreció un pañuelo, poco común para alguien que estaba vestido informalmente.  Akihiko volteó a ver ante aquel hombre que aparentemente le doblaba la edad. No lo entendía hasta que el hombre volvió a hablar

-No pongas esa cara llorosa quieres, ninguna mujer que conozco vale la pena- Akihiko parpadeó y sintió como otras cuantas lágrimas volvían a resbalar de sus ojos. Le desvió la mirada al señor tomando inmediatamente el pañuelo y secándose extrañado del llanto que había pasado desapercibido.  ¿De verdad le dolía ver a Hiroki con alguien más? Exhaló y sus ojos se volvieron a humedecer, no entendía lo que le pasaba pero igual no podía contenerse; y eso le molestaba demasiado, todos los sentimientos que Hiroki le provocaba siempre eran confusos a tal punto de verse en ese estado que cualquiera menos Akihiko lo catalogaría de depresión. 

-Ya te dije, no llores por esa mu…

-es hombre- interrumpió Akihiko con la garganta hecha un nudo.  Llamar a Hiroki de una manera tan escueta incluso lo hacía sentir mal, Hiroki no era cualquier hombre, era su… todo.

-Ah… En ese caso, toma-  Akihiko lo volteó a ver e inmediatamente frunció el ceño.  Aquel hombre le estaba ofreciendo un cigarro.

-No fumo- respondió ante el ofrecimiento

-Vale, uno no te matará, además ya tienes edad para fumar ¿no?, 21 o 22-

-veintiuno-

-Ves; esto no es droga pero ayuda demasiado, supongo que más si… no es por una mujer por la que sufres- sonrió escuetamente el tipo mientras Akihiko le desvió resignado la mirada, sus ojos cristalino aún no le permitían ver bien y su mente no estaba para entrar en consciencia si lo que hacía era bueno o malo; solo sabía que tenía una mirada azul en la mente que le enfermaba.  Sin ver al señor a la par suya tomó de sus manos el cigarro;

-¿Fuego?- y mientras Akihiko lo colocaba débilmente en sus labios,  aquel hombre inmediatamente lo tomaba de la barbilla para atraerlo hacia sí.

-Inhala- aquella mirada verde se clavó en las orbes opacas de Usami mientras prendía el cigarro.

Una, dos horas; y no sabía si efecto de todo el humo negro le había aliviado o contarle toda su vida al desconocido enfrente suya le había hecho relajar hasta la mirada que ahora estaba completamente roja y cansada.  Extendió su mano y el señor le enseñó la cajetilla vacía.  Sinceramente no importaba, el dolor en la cabeza por falta de oxígeno le indicaba que ya debía de parar y aunque estaba seguro que no sabía fumar ya que solo inhalaba el humo y rápidamente lo expulsaba, al menos sí estaba seguro que ese olor mentolado lo sentía aún en la nariz.

De pronto escuchó el sonido del teléfono que provenía probablemente de la chaqueta del señor a la par suya.

-Lo llaman- contestó mientras soltaba el humo. Sin embargo, aquel hombre que acababa de conocer no le devolvió la mirada y en cambio alguien gritó su nombre,

-Akihiko- volvió a repetir alguien y Usami reconoció esa particular voz; tiró inmediatamente el cigarro que cargaba en la boca y se paró buscando entre la multitud a Hiroki. –Akihiko contesta- agudizó la vista y buscó al moreno entre toda la gente pero el dueño de aquella voz no la encontraba, cerró los ojos se sentía ansioso porque Hiroki había ido por él a buscarlo, se enfocó en su voz pero ahora lo único que escuchaba era el teléfono sonar y cuando abrió los ojos, se encontró con el techo del cuarto.

Seis de la mañana y Akihiko frunció el ceño, con este era el segundo día que un maldito teléfono lo despertaba de su profundo sueño.  No podía creer que había vuelto a soñar el primer día en que fumó.

Frunció el ceño automáticamente y se tapó con las sábanas, “que estupidez” pensó para sí al recordar que en su sueño Hiroki lo había ido a buscar a la estación, supuso que si así hubiera sido, el no sería el fumador empedernido que era ahora, bufó mientras ignoraba el insistente teléfono, hasta que una pequeña vocecita que conocía bien, lo obligó a abrir los ojos de nuevo.

Notas finales:

O.o si están leyendo justamente esto, las admiro! lograron leerlo todo :D domo!!!! 

Veamos creo que aclararé: 

1.Fue San Valentin y Akihiko se le iba a confesar a Takahiro pero no lo logró.

2. Ese mismo día lo hizo con Hiroki (lo que vemos en el anime de Junjou)

3. Ni en el animé ni en manga dice cuanto tiempo paso hasta que se volvieorn a ver (que también lo vimos en el animé) así que puse que fue una semana y lo que leyeron fue lo que le pasó a Usami en esa semana hasta llegar a la casa de Hiro.

4.  Nowaki le quita a Hiroki y la historia continua, distorcionandola Akihiko cuando escucha la voz de Hiroki (que ya no fue lo que pasó sino fue parte de su sueño)

Uff!! creo que eso es todo, pooooor faaaaa díganme si entendieron lo mismo en la lectura que en la viñeta! este iba a ser un one-shot pero lo introduje aquí y realmente lo leí tantas pero tantas veces que yo me entiendo pero no sé si me di a entender

u.u lo siento! hasta las notas de autor fueron largas! O.o les prometo que todo lo demás será más entendible xD pero necesitaba plasmar el pasado de Akihiko que (me enorgullezco de ello) xD casa con Nakamura pues en ningún momento la contradije :D  moriré de felicidad!! 

Si piensan que la contradije, o hay Ooc o no me entendí o cualquier otra cosa rara que haya puesto les agradeceré me comenten porque hago este fic con mucho cariño para ustedes :3 y para este hermoso y no tan crack xD

Ahora sí me despido! y gomen de nuevo por lo largo :s


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