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El rencor contra el amor por Alexis Shindou von Bielefeld

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por continuar leyendo y por sus comentarios; Abi, Ana-xa, Fiaba, Solcita Orellana un fuerte abrazo. 

A las que lo han seguido desde el principio, por supuesto. Gracias, llegamos a los 16 caps xD… y continuamos. 

Kunay dlz, maravillosa historia “El único al que amo” revisa la contestación de tu review… porfis te he pedido una cosita.

LEGA chan si estás leyendo esto espero la conti de tu historia *,*  

Fantas kun, no estaba molesta estaba triste.- Perdóname por favor si parecí ruda. :( … me deprimí de nuevo.

el capitulo esta largo pero quería dar fin al día antes de las semifinales de una vez y eran demasiadas situaciones, ya no las quería dejar con curiosidad además se me desesperan mucho.  Aun escucho los gritos de Estheyaoista ¡!jaja

 

Capitulo 13

Diferentes formas de amar.

Cecilie sentía la suave brisa marina que acariciaba su rostro y alborotaba sus rizados cabellos. Faltaba día y medio para llegar por fin a su destino. Ella no había dejado de sentir esa ansiedad que la mantenía con el alma en un hilo. Vaya ironía, usualmente navegaba en esa embarcación para buscar un nuevo amor alrededor del mundo y ahora la usaba para reencontrarse con un amor del pasado. Un amor que se había esfumado quedando solo el recuerdo de los buenos momentos.

Giró la cabeza solo para observar a su hijo cerca de la proa. Conrad también tenía un semblante serio y preocupado cuando comúnmente se mantenía tranquilo y contento, en esos momentos se preguntó si había sido buena idea aceptar que la acompañara en el viaje, sobretodo porque él era la viva imagen de Dan Heller, el hombre más odiado por su primogénito y su ex marido. Aquel hombre que siempre iba un paso adelante, y que les enseñó a valorar la vida humana que siendo corta se puede inmortalizar en los corazones de quienes le conocieron, que les enseñó la diferencia entre tiempo y vida, estar en este mundo por mucho tiempo no significa que vivas, son felices los que hacen el bien a los demás y que hacen momentos memorables a lado de los que aman; que son desdichados aquellos que pasan largo tiempo sin hacer nada de provecho. Eso es algo que los Mazoku tal vez nunca entenderían. La vida humana es tan corta que debes aprender a valorar y sacar provecho de cada segundo de ella.

—Ojala hubieras comprendido en su momento, Will —susurró la bella ex reina, levantando su vista al cielo.

********************************************************************

Montaña, Distrito Aigner.

Yuuri y Kristal no habían cruzado palabras desde que se pusieron uno frente al otro, pero estando en esa posición fue obvio para ella que él había aceptado la proposición del espíritu.

Totalmente decidida, entrecruzó los brazos alrededor de su cuello acercándose lentamente a su rostro. Besaría a aquel chico que era tierno y amoroso, ese que era guapo y fuerte, ese que era todo cuanto ella quería. Sintió como su cara se calentaba a medida se iban acercando esos labios a los suyos y entonces lo sintió, un leve empujón que la separó de golpe.

—Perdóname, Kristal, no puedo hacerlo —dijo Yuuri sin inmutarse, dedicándole gentil sonrisa. No podía hacerle eso a su prometido. Si exigía fidelidad, si había declarado que Wolfram le pertenecía la noche anterior, entonces su persona le pertenecía solamente a él también.

Kristal sentía el pulso acelerado. Se percató que había cerrado el puño con fuerza e intentó calmarse.

—No se preocupe, su majestad —respondió, moviendo su mano para restarle importancia al asunto, para que no se diera cuenta cuanto le había afectado su rechazo —Pero... 

Ambos dirigieron su mirada a la diosa que ahora estaba de brazos cruzados y con el ceño fruncido.

Yuuri se plantó frente a la diosa sin inmutarse y habló con firmeza:

—No le ofrezco un beso de amor porque la persona que yo amo no se encuentra en estos momentos aquí. Y yo no puedo besar a nadie que no sea él, porque me he prometido a mi mismo nunca fallarle.

Una vez más y de una manera tan directa, Kristal von Aigner entendió que no tenía absolutamente ninguna oportunidad con el rey. Pero eso era algo que sabía desde el principio. Bajó su rostro para esconder sus ojos que ya amenazaban con hacer brotar unas cuantas lágrimas.

La diosa Aimeth pestañeó un par de veces, impresionada. Vaya muchacho, tenía bien fijos sus intereses.

—Poderosa Aimeth, le suplico, acepte ser mi aliada en la batalla para recuperar al amor de mi vida —dijo Yuuri y esperó. Las cartas estaban echadas sobre la mesa, ahora solo le quedaba esperar el resultado.

Ella pareció reconsiderarlo colocándose la mano en su mentón.

—Entonces lo haremos de otra manera. Vuele por los aires, láncese al vacío y en esos momentos, si siento que usted tiene un corazón puro, yo misma lo salvaré —propuso ensanchando su pequeña y suspicaz sonrisa al observar la reacción inquieta del joven.

Lo que el espíritu le había pedido era demasiado, entendía que tenía que ofrecer un tributo para hacer el pacto, pero no confiaba en ella todavía, ¿qué tal si lo único que quería era llevarlo al otro mundo por desobedecer sus designios?

—Si tanto desea recuperar a su amado y si lo ama con un corazón puro y sincero no tendrá ningún miedo ¿no es así? —comentó Aimeth, insinuante.

Yuuri suspiró.

«Me compensaras por esto, amor» pensó en sus adentros. No haría el pacto por medio del beso, se lanzaría desde la cima de una montaña.

—Está bien, lo haré —contestó firmemente.

El espíritu no quiso demostrar que su respuesta la tomó por sorpresa y se limitó a observar como el muchacho se acercaba a la orilla de la cima, preparándose para lanzarse al abismo.

—¡Espere! —gritó Aimeth de repente, levantando una mano para llamar su atención.

Yuuri se dio la vuelta, intrigado por la interrupción. No quería pensar que era porque quería añadir una condición más. La vio acercarse a él para luego tomarle de la mano hasta llevarlo a un lugar seguro.

La diosa dio uno de esos prolongados suspiros de alivio.

—Yo ya sabía que tus sentimientos son sinceros. Estabas dispuesto a hacer lo que sea con tal de demostrar tu palabra, me has conmovido todavía más —Lo miró con ternura—. Oh, elegido, nos espera un largo camino por recorrer, te he estado esperando por mucho tiempo, tú que eres quien guarda el alma de Suzanna Julia von Wincott, tú que construirás un futuro diferente para este mundo, podrás usar mi elemento según creas conveniente e invocar mi presencia al campo de batalla. —Al termino de estas palabras, se arrodilló frente a Yuuri.

Kristal se quedó enmudecida, no tenía ni idea de que el elegido fuese tan importante como para que una diosa se arrodillara frente a él.

—¡¿Entonces porque me hizo suplicar tanto?! ¡Un poco mas y casi me lanzo de la montaña! —gritó Yuuri totalmente encolerizado.

—Me gusta jugar de vez en cuando con los pobres inocentes como tu —respondió la diosa, riendo divertida. Ambos jóvenes pusieron los ojos en blanco y cayeron al suelo—. Pero me deberá mostrar un beso apasionado con su amado. Me lo debe —agregó animada para luego dirigirse a su usuaria—. Mi querida Kristal, confío en ti para que puedas entrenar a Su Majestad.

—Si, si. Por supuesto —repuso la aludida ya recuperada.

La diosa concluyó el pacto tomando ambas manos del pelinegro, de repente un aura de energía los rodeaba, el viento azotó fuerte y la neblina se internó dentro del cuerpo del Maou.

Todo volvió a la calma en segundos. Kristal sin perder más tiempo, se plantó frente a aquel que yacía confundido.

—Bueno, ahora debemos comenzar a entrenar para que pueda dominar las técnicas básicas del Majutsu de aire.

—Sí, muchas gracias Kristal —dijo Yuuri, enfocándose a ella. No tenían tiempo que perder.

—Deme las gracias cuando controle el aire a la perfección, la diosa Aimeth me encargó esto como un gran favor y estoy dispuesta a cumplirle —dijo adquiriendo una actitud seria—. Para comenzar, siéntese en forma de loto —indicó.

Aquello intrigó a Yuuri, había pensado que comenzarían con ataques y técnicas de aire de una vez, pero por las indicaciones supuso que antes harían alguna especie de meditación.

—¿Eh?, Yo creí que...

—Saber respirar es lo primero que debe aprender. El aire asociado a nuestro cuerpo es de vital importancia—lo interrumpió, comprendiendo sus dudas—. Guarde la calma, y verá que ya no malgastará su Maryoku en una sola técnica.

Yuuri acató su orden sin protestar más y se sentó sobre las rocas, ella también se sentó frente a él y comenzó con la explicación:

—La persona que utiliza el aire es capaz de leer la mente de su contrincante, esa es por la parte emocional del cerebro en cambio puede mover las cosas a su antojo, controlar la velocidad de su cuerpo y volar utilizando la parte sensitiva...Pero todo depende del nivel de concentración que tenga...

Yuuri entendía un poco mejor ahora, debían ir paso a paso. Cuando adquirió el elemento tierra pudo aprender rápidamente porque había observado desde hace mucho tiempo la manera en que Gwendal hacia Majutsu, pero esta era la primera vez que tenía contacto con una persona que controlaba el aire.

—Cierre los ojos. Ahora inhale y exhale profundamente —ambos así lo hicieron—. Despeje su mente, en estos momentos no existe Willbert von Bielefeld, no existe Lukas von Zweig, no existe Friedrich von Moscovitch, solamente está usted —Kristal abrió sus ojos por unos momentos y pudo ver como un aura de energía plateada rodeaba el cuerpo del Maou «Es increíble» —pensó, y continuó.

***********************************************************

En el castillo Imperial

Gwendal y Willbert no habían hablado nada mas, cada uno se alejó por su cuenta, pensativos y apesadumbrados.

Willbert caminó de regreso al patio de armas donde seguía entrenando su hijastro en compañía de los soldados, a lo lejos les dio un asentimiento para que continuaran de esa manera y él se quedó recostado sobre un pilar, todavía pensativo, se podría decir que hasta melancólico. La mitad de su rostro estaba ensombrecido gracias al flequillo de cabello que cubría su frente y había cerrado los puños con fuerza sin darse cuenta siquiera. El pesar y el enojo rivalizaron por la supremacía en su corazón. Pesar, por haber recordado la humillación vivida hace años, venirse a enterar de cómo fue la muerte de ese desgraciado y enterarse de que su estimado muchacho había sido testigo de su muerte; enojo, por enterarse de que ese hombre siguió en contacto con Cecilie después de su divorcio.

Sus instintos siempre habían sido correctos sobre Dan Heller, era un sinvergüenza buscador de honor entre los humanos y Cecilie una mujer que no media las consecuencias de sus propios actos.

Luego cayó en cuenta de algo que lo desconcertó. Si eso era cosa del pasado, si ellos ya se habían divorciado ¿por qué entonces le había afectado tanto enterarse de la relación que tuvieron esos dos después? Cecilie era una persona libre prácticamente como para volver a iniciar una relación con ese hombre. Aquel último pensamiento le hizo sobresaltar y tragar grueso, trató de negar una y otra vez lo que era casi obvio, estaba celoso.

—Cariño.

Escuchó una voz llamándolo desde atrás «¡Cheri» Pensó de inmediato y rápidamente se dio la vuelta.

Aquella persona frunció el ceño, preguntándose a que se debía que Willbert estuviera temblando levemente con la frente bañada en sudor.

—¿Qué te atormenta, mi amado Willbert? —se atrevió a preguntar amablemente acercándose más a él.

—Anette —logró articular Willbert, recobrando la compostura—. Querida, ¿que te trae por aquí?

La mujer de ojos lila lo observó minuciosamente, extrañada. Su esposo había evadido su pregunta olímpicamente.

—¿Qué tiene de malo el que quiera compartir tiempo con mi esposo? —respondió melosa, rodeando uno de sus brazos con los suyos, sintiendo su cuerpo demasiado tenso e inquieto. Willbert no emitió palabra alguna, se limitó al observar el entrenamiento de su hijastro, a ella no le quedó más remedio que hacer lo mismo—. Nuestro Lukas es realmente admirable, no hay duda que será el ganador. Cuando él tome el trono, nosotros podremos viajar alrededor del mundo sin preocupaciones ¿no te parece?

Aquel comentario sólo obtuvo un suspiro y un asentimiento por respuesta.

—¡Willbert! ¿me estás escuchando? —exclamó Anette con enojo por ser ignorada.

El rubio rodó los ojos con cansancio, ahí tenia a esa mujer rogando por atención como siempre, como si no supiera que estaba demasiado ocupado como para pensar en estúpidos viajes de placer.

—Escúchame Anette, no tengo tiempo para pensar esas cosas por ahora. Si quieres viajar hazlo tu sola, yo tengo otros asuntos importantes que atender, por ejemplo, mi niño se me está saliendo de control y tu hijo me necesita durante su entrenamiento, es mi responsabilidad. —Se deshizo del agarre del brazo para después darle un beso en la frente. Sin más, caminó para de acercarse a Lukas y a los soldados, dando por finalizada esa especie de conversación.

Ella le observó partir, quedándose un poco más en ese lugar, cruzó los brazos y se recostó sobre el pilar ladeando un poco la cabeza; sintió rabia, se recriminó por sentirla si ya se había acostumbrado a su silencio, su trato distante y por supuesto a su mirada fría. Lo que tenía que hacer era seguir paciente y no dejarlo ir nunca.

Su mente se llenó de recuerdos con la última palabra que él dijo, responsabilidad. Su relación entera se basaba en esa palabra. Porque para Willbert lo único que los unía era una noche de copas y un acto carnal.

Suspiró y clavó su vista al cielo, curiosamente y como una señal, un par de mariposas volaban cerca y se quedó ensimismada viéndolas, una de ellas danzaba para la otra, llegó una tercera y la que danzaba se quedó sola pues la otra se había ido con la que había llegado.

Entrecerró sus ojos pensando que la mariposa que se había quedado sola y ella no eran tan diferentes, ambas trataban la manera de llamar la atención de su amado y sin embargo llegaba una tercera y reclamaba lo que siempre le había pertenecido.

—Una vez se reencuentren, mí matrimonio se irá al carajo —soltó pera ella misma, se dio la media vuelta para alejarse del lugar.

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En la montaña del distrito Aigner.

Al mediodía tomaron un merecido receso, lo que Yuuri agradeció enormemente porque sentía el cuerpo frio y entumecido pues se la había pasado dos horas sentado en la misma postura sobre las rocas. Kristal se había preparado con unos emparedados, lo que agradeció mucho más porque su estómago ya comenzaba a hacer esos característicos sonidos que indican que tienes hambre. Ambos habían compartido un agradable almuerzo en compañía mutua.

Después de esperar un tiempo, comenzaron con el entrenamiento de ataque y velocidad. Kristal era una buena maestra, lo tenía que aceptar, aunque la mayor parte del tiempo parecía una niña ingenua y caprichosa, cuando se trataba de dar instrucciones era alguien muy estricta y concentrada.

Al atardecer Kristal pudo notar el rápido avance del Maou. Algunas personas tardaban días en aprender lo que él había aprendido en horas, sin duda era el mejor alumno que había tenido en su vida.

—¡Eso es heika! visualice y sienta la intensidad de los vientos del norte, sur, este y oeste, imagine que tiene toda la libertad de controlarlos a su antojo, extienda las manos y lance el ataque.

Yuuri concentró parte de su poder, no todo, como le había explicado la muchacha, una energía de viento mezclado con rayo se formó en la palma de su mano la que de inmediato lanzó a un árbol botándolo de un solo golpe.

—¡Increíble! —exclamó ella, impresionada, acercándose al rey con alegría. Una vez cerca lo atrapó entre sus brazos en un fuerte abrazo. Ambos se alejaron de inmediato con un tono rosa en sus mejillas—. Ya está oscureciendo, se-será mejor que regresemos —balbuceó, nerviosa.

—Tiene razón, Kristal —respondió Yuuri, llevándose una mano detrás de la cabeza—. Espero ver a mi Wolf esta noche, por lo menos un par de minutos. Sé que debe estar preocupado acerca de si hice el pacto con el espíritu del aire —comentó inocentemente.

Siendo Yuuri Shibuya, un completo distraído, no se había dado cuenta siquiera de que Kristal sentía atracción hacia él.

Ella soltó un resoplido, se obligó a desviar su atención hacia el horizonte nebuloso y grisáceo, al paisaje de cuya vista nunca se cansaba.

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Castillo Imperial.

Después de leer y enterarse de cómo harían el pacto ese par de traidores, Wolfam había estado fuera de sí por un tiempo. En su habitación ya no quedaba jarrón o cuadro que no estuviera destruido. Había protestado y gritado hasta que se había quedado abruptamente afónico. Waltorana había tenido que acudir a su habitación cuando Hilda le avisó de su estado destructivo para tratar de calmarlo.

Habían terminado por salir del castillo y sentarse en la orilla de unas fuentes de agua que se encontraban cerca de la entrada, lo que les permitía ver a quienes ingresaban.

Observaron el sol ocultarse, el cielo tornarse violeta y luego oscuro, las estrellas y la luna aparecer iluminando con su luz, se habían saltado la cena, de hecho esa noche no hubo reunión familiar alrededor de la mesa, todos estaban en sus asuntos.

Wolfram llevaba varias horas sentado en la misma postura; de piernas y brazos cruzados mirando directamente al camino de entrada. Oh si, quería ver a ese par de traidores asomarse al castillo, la cuestión era que estaban tardando mucho.

—¡Ya es muy tarde! —espetó el príncipe, exhalando un resoplido de exasperación. Cansado de estar sentado, se levantó y comenzó a pasearse de un lado a otro.

Waltorana se limitó a verle, rodando sus ojos de lado a lado. Que suerte que Willbert y ese tal Lukas seguían entrenando y no se habían dado cuenta que Wolfram estaba esperando a Yuuri en ese lugar. Por cierto, tenía que encontrar la manera de quitarle a su sobrino esa espada que colgaba de su cintura. Se había negado a salir sin ella y no quería ni imaginarse cuáles eran sus intenciones al estar armado.

—Está haciendo frío, iré a traerte un abrigo —Tras decir esto, Waltorana se regaño a si mismo pues se estaba comportando como una niñera consentidora y no como un tío responsable. Pero no le tomó importancia, Wolfram es y seria siempre su querido y tierno sobrino, aunque sus manos se mancharan con la sangre de su infiel prometido y esa chica llorona. Sacudió la cabeza pensando que estaba exagerando. Rogó en su corazón que así fuera.

Cuando su tío entró al castillo y se quedó a solas, Wolfram optó por sentarse de nuevo. Una docena de pensamientos colisionaron en su mente: Yuuri y Kristal dándose un beso apasionado. Después ambos montaban un mismo corcel, Yuuri al frente y esa mujer detrás, rodeándolo de la cintura con los brazos y cabalgaban al horizonte. Como un cuento de princesas de esos que solía leerle a Greta cuando era una niña.

—¡Porque tardan tanto! ¡Y si escaparon para vivir juntos y felices para siempre! ¡No, no, no Wolfram! ¡Tienes que confiar en él! —Hablaba en voz alta, jalándose unos mechones de cabello. De repente, alguien colocó un abrigo en su espalda—. Gracias tío, que rápido... —Giró su cabeza y se detuvo. La persona que miró no era a quien esperaba, por lo que prefirió guardar silencio.

******************************

Cuando Yuuri y Kristal bajaron de la montaña se dieron cuenta que uno de los caballos, específicamente el de Yuuri, había escapado pues no lo sujetó correctamente a la rama del árbol.

«Para colmo ahora le debo un caballo a mi suegro» —pensó con ironía.

Yuuri tomó las riendas del caballo y Kristal lo rodeó con sus brazos, él perfectamente pudo sentir esos redondos senos en su espalda pues ella se había aferrado fuertemente al abrazo.

Kristal rió en sus adentros. No había logrado un beso pero por lo menos se iría todo el camino de regreso abrazándolo con fuerza. 

******************************

Waltorana regresaba por sus pasos bajando por las escaleras hasta el lugar donde había dejado a su sobrino, con el abrigo en mano. En el camino se encontró con una persona indeseable, Bastian von Moscovicht, ese hombre no le había hecho nada en realidad, era solo que no le simpatizaba desde que lo conoció hace años, era como si en vidas pasadas hubiesen sido enemigos y ahora los sentimientos de desdén siguieran en su mente y el otro compartía sus mismos pensamientos.

Se limitaron a observarse en silencio, alargando sus ojos hasta hacerlos parecer líneas horizontales así como su boca. El ambiente se tornó hostil. No dijeron absolutamente nada. Solo una leve inclinación según el protocolo y cada uno siguieron su camino.

***********************

—No tiene que ser tan malagradecido, Wolfram —dijo Friedrich, cuando éste le tiró el abrigo en la cara—. Mi intención no es otra más que usted se sienta cómodo, además el frio nos afecta a los Mazoku cuyo elemento principal es el fuego.

—No quiero deberle ningún favor —Wolfram cruzó sus brazos y fijó su vista al frente.

Friedrich era una persona que no aceptaba una negativa y Wolfram no sabía el grado de seducción que naturalmente brotaba de cada poro de su piel. Era su mirar, sus gestos y su actitud lo que engalanaba a cuanto hombre o mujer lo conociera.

Wolfram lo miró de reojo y soltó un gruñido.

—¡¿Qué hace aquí?!, preferiría no tener que soportar su compañía —dijo ya sin ningún grado de cortesía. Estaba molesto, y el debilucho no hacia acto de presencia.

—Lo que le dije en el jardín aquella vez, todo es verdad, usted no se da cuenta de lo que causa en mí, porque está enfocado en ese mestizo...

—Yuuri Shibuya, honorable y excelentísimo rey de Shin Makoku —soltó Wolfram al instante para hacer énfasis en la importante persona que era su prometido. No era solo un Mestizo.

—Hablando de él, ¿sabe donde esta? Yo lo vi partir desde muy temprano con la seductora dama de hielo, a lo mejor iban a continuar con lo que iniciaron durante su pelea —comentó Friedrich con doble sentido.

Recordar a Kristal sentada sobre las caderas de Yuuri hizo que de repente le doliera el estomago, «¡Mierda! ¡Aparece ya debilucho, infiel y coqueto Yuuri!»

—Wolfram, acépteme y prometo dedicar cada uno de mis días a hacerlo feliz —susurró Friedrich, tomándole el mentó para que lo mirase a los ojos. Wolfram dio un sobresalto saliendo de sus pensamientos—. Le seré fiel todos los días de mi vida.

Aquellos ojos color rubí lo miraban brillantes y expectativos, y una perfecta sonrisa de galán curvó sus labios. Friedrich era un hombre atractivo, no lo podía negar. La labia melosa seguramente se debía a que era hijo de una escritora, sin siquiera notarlo Wolfram rió graciosamente.

Friedrich tomó eso como un triunfo y sonrió.

—¿Sobrino?...

Los dos giraron sus rostros en dirección a Waltorana, que se acercaba. Wolfram se alejó de Friedrich no sin antes dedicarle una sonrisa juguetona, luego se aproximó a Waltorana, quien de inmediato se encargó de ponerle el abrigo.

—Gracias, tío —se limitó a decir Wolfram. Waltorana seguía preguntándose la razón por la que encontró a su sobrino en esa pose y actitud con ese muchacho.

Friedrich suspiró derrotado, ni modo ya no podría estar a solas con su hermoso Wolfram.

—Me retiro, buenas noches —dijo a modo de despedida, caminando unos cuantos metros.

—¡Friedrich san! —Llamó Wolfram bruscamente, el aludido se detuvo—. Mi prometido les dejara callados a todos ustedes mañana en la competencia, le advierto para que considere retirarse —Su entonación había sido suave e irónica.

—¿No se cansa de pedirme lo mismo? —preguntó Friedrich contrariado, dándose la vuelta.

—¿Y usted no se cansa de mentir? Usted y yo no somos ni siquiera amigos ¿recuerda?, sus palabras bonitas no surgen ningún efecto en mi —aclaró Wolfram, alargando su sonrisa.

Friedrich regresó por sus pasos, poniéndose al frente de ese caprichoso príncipe, Waltorana estaba dispuesto a armar un escándalo y llamar a los guardias si ese muchacho se atrevía a propasarse con su sobrino.

—Y yo le dije que lucharé con más garra para ganar esta competencia —exclamó Friedrich, irritado ante la actitud arrogante del príncipe—. Mañana le demostraré que tan fuerte soy, para que se empiece a hacer una idea de quien se convertirá en su esposo —Y diciendo esto volvió a emprender su camino.

La impresión que estas palabras tuvieron en Wolfram solo pudo ser sosegada por la mano que su tío Waltorana puso sobre su hombro en muestra de apoyo. Reaccionó de inmediato y alejó deliberadamente todo pensamiento negativo.

—Tío —exclamó Wolfram ya recuperado—. Quiero que vigile que mi padre y a Lukas von Zweig no anden cerca de aquí. Si mi padre pregunta por mí dígale que estoy en el jardín tomando aire... meditando ¡Qué sé yo! invéntense algo por favor...

—No sobrino, regresa a tu habitación para evitar problemas —contestó Waltorana firmemente. Su sobrino lo miró con el ceño fruncido y un tierno puchero y le pudo decir adiós a su intento de llevarle la contraria—. Esta bien Wolfram, pero prométeme que solo esperarás una hora más.

Wolfram de inmediato lo atrapó en fuerte abrazo.

—¡Te quiero, tío! —susurró para sorpresa del mayor. Ese hombre que abrazaba en esos momentos se había ganado su lugar en su corazón. Desde siempre, y ahora más que nunca le agradecía todo lo que había hecho por él.

Waltorana regreso dentro del castillo no sin antes darle un beso prolongado en la frente a su sobrino, sintiendo el corazón cálido y confortable.

Wolfram suspiró hondamente y enfocó su vista al gran portón de la entrada, el tacón de una de sus botas golpeaba al piso una y otra vez, estaba impaciente, no podía evitarlo. ¡Por todos los cielos! Amaba hasta la locura a ese debilucho y ahora no sabía si le había pasado algo malo, aunque seguía enojado con el muy infiel.

Los minutos pasaban y comenzaba a contemplar la idea de salir en su búsqueda, fue ahí cuando visualizo a alguien aproximándose y se quedó paralizado por un momento. Parpadeó frotando la mano sobre sus ojos para asegurarse de que no se tratara de una vil y malintencionada ilusión, desgraciadamente no fue así, de hecho pudo verlos con más claridad: Yuuri y Kristal cabalgando en el mismo caballo, ella le rodeaba la cintura con los brazos, justo como su visión, maldijo tener dones de profeta en esos instantes.

********

Al llegar al establo, en el cual no había ninguna otra persona debido a la hora, Yuuri bajó del caballo y ofreció sus brazos para ayudarle a Kristal a desmontar. Al momento de hacerlo el caballo dio un paso adelante haciendo que la chica cayera siendo atrapada entre los fuertes brazos del rey, acortando la distancia entre sus rostros.

Kristal abrió bien sus parpados observando los ojos color azabache del atractivo rey, estaban tan cerca sus labios que creyó era un cruel castigo el estar así con alguien que no le correspondía por todo lo que había hecho en pasado.

Yuuri, por su parte, observaba los grandes y expresivos ojos color turquesa de la chica, que brillaban intensamente, eran bonitos sin duda, pero no tan bonitos como las esmeraldas de su prometido. Intentó pedirle a la chica que lo soltara amablemente.

—Kristal, creo que ya me tiene que soltar —antes de darse cuenta sus palabras habían sido capturadas entre los labios de Kristal.

No pudo evitarlo, no quiso tal vez, su mente le decía aléjate su cuerpo le contradecía diciendo hazlo y ahí la tenían, tratando de internarse en esa cavidad que no cedía, no le respondía ni con el más mínimo movimiento. Se aseguró a si misma que con ese beso daría punto final a esa testaruda ilusión.

Yuuri la separó bruscamente y antes de que pudiera emitir palabra alguna se dio cuenta de la presencia de alguien más.

—¡Wolf! —tartamudeó, incapaz de decir otra cosa más racional.

Al mirarlo a la cara, vio que Wolfram tenía lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos. Su precioso rostro estaba contraído de dolor.

—¿Te gusto tanto? —Wolfram apretó su mandíbula y guardó silencio por un par de minutos, una verdadera olla a presión a punto de estallar—. Te pregunté algo, Yuuri Shibuya ¡¿Te gustó tanto su beso?! —le gritó al no recibir una respuesta inmediata, no hacía falta escucharlo dos veces para darse cuenta de lo furioso que estaba.

Kristal dio un paso adelante.

—¡No! ¡Espere! ¡No es lo que parece! —dijo con el corazón latiéndole aceleradamente, sintiéndose la peor persona en el mundo.

Wolfram la fulminó con la mirada.

—¡A ti no te pregunte mujer! —dijo indignado, y entonces frunció el ceño viendo directamente a su prometido—. Te iba a perdonar que le dieras un beso con tal de hacer el estúpido pacto, pero ahora resulta que te gusto tanto, que no te bastó con uno.

—¡No! Ni siquiera hice el pacto de esa manera, ¡tienes que creerme! —Se defendió Yuuri firmemente acercándose a él, aun con el riesgo de ser quemado—. ¡Por favor, confía en mí!

Esmeraldas cruzaron con azabache, Wolfram lo miró intensa y dolidamente, Yuuri sintió una opresión en el pecho al verlo así.

—Yuuri, yo los vi besándose aquí, a solas, y pasaron juntos todo el día —reprochó, haciendo un gran esfuerzo por no llorar, no porque fuese un llorón, era su orgullo el que había sido mancillado, era su amado el que le había arrebatado por esa mujerzuela pechos gigantes.

—¡Pero fui yo la culpable! —dijo Kristal, tratando de interceder—. Fui yo la que lo besé de sorpresa, él es inocente.

La ira explotó en su pecho y arrinconó lo poco que le quedaba de racionalismo, Wolfram desenvainó la espada y la colocó directo en el cuello de ella.

—¡Nunca tuve confianza en ti!... yo lo sabía, por la forma en que mirabas a mi prometido...

—¡Wolf! Por favor, baja esa espada —rogó Yuuri, haciendo un ademán con las manos—. Estas gritando, alguien podría escucharte...

—¡No! ¡Estoy cansado de que todo mundo nos quiera separar! —Wolfram sacudió la cabeza, apartando un mechón de cabello que le caía sobre el ojo y alzó la barbilla desafiante—. ¡No le tengo miedo! ¡¿Quiere un duelo por mi prometido?!, ¡adelante! —ordenó impetuoso, mirando con odio y resentimiento a esa mujer.

—Kristal ya te explicó cómo sucedieron las cosas, baja la espada. —continuaba diciendo Yuuri. Kristal no se había movido ni un milímetro pero de su rostro ya se derramaban unas gotas de sudor.

—Lo que faltaba, ahora la defiendes —dijo Wolfram con sarcasmo.

—No, no la defiendo, pero esto es ridículo —Yuuri se arrepintió al instante de haber soltado esas palabras. Wolfram bajó la bendita espada, pero en cambio apretó fuertemente la empuñadora.

—Por supuesto —siseó con voz apagada—. Mis sentimientos te parecen ridículos.

—No... no, Wolf ¡no es eso! —Inútilmente, Yuuri intentó remendar lo que había dicho, o al menos lo que había entendido su testarudo demonio de fuego—. Mi amor, por favor, ¡déjame explicarte! ¡Wolf!

Sin decir nada más, Wolfram se dio la vuelta y salió corriendo de ahí. Yuuri no perdió el tiempo y salió detrás de él, tenía que explicarle varias cosas a su celoso y posesivo prometido.

—Perdónenme... —Fue lo único que pudo decir ella después de suspirar hondamente.

*************************

Kristal regresó al edificio donde estaba hospedada, con gruesas lágrimas surcando sus mejillas y un dolor en el pecho. No pudiendo llegar a su habitación se deslizó en la pared del corredor y ahí se mantuvo sentada abrazando sus piernas, llorando amargamente. «Kristal, todo lo haces mal, nunca aprendes ¡todo lo destruyes!» —se reprendió mentalmente.

Una persona iba pasando, había ido a la enfermería a pedir unas pastillas para dormir, no quería molestar a su abuelo, el anciano tenía que descansar, le había prometido llevarlo al coliseo si lo miraba mas recuperado en la mañana. Se fijó en la chica que estaba acurrucada en el corredor y la reconoció al instante, su compañera de clases en la academia de elementos mixtos por seis meses.

—¿Kristal chan?

Ella levantó su rostro, suspirando amargamente.

—Rai-kun —apenas susurró.

Él la miró de arriba abajo.

—Te ves terrible... —fue su escueto comentario mientras acortaba mas la distancia—. Disculpa, no me puedo sentar a tu lado, ni rodearte con mi brazo —bromeó, tratando de mejorar su ánimo. Ella solo medio sonrió, era obvio que no podía; estaba enyesado—. ¿Qué paso esta vez? —preguntó, curioso. La conocía bien, su ex compañera era una llorona, caprichosa, egoísta y testaruda, seguramente se había metido en algún problemas con alguna esposa de algún noble que pretendía conquistar.

Kristal apretó sus ojos.

—Soy una tonta, ¡Tonta! ¡Tonta! —explotó con voz infantil—. Arruiné una relación que yo misma me propuse cuidar, ¡soy una bruta! —Se agarró ella misma los cabellos.

—¿A qué relación te refieres? —preguntó Raimond, levantando una ceja—. ¡Y deja de hacer eso! ¡Que te despeinas y te ves fea!

Para Raimond von Luttenberger, amante de las cosas bellas del mundo, lo más importante es una buena apariencia, por algo mantenía sus vestiduras impecables y su cabello pulcramente peinado.

—A la relación del rey Yuuri y el príncipe Wolfram —contestó Kristal.

—El hermoso príncipe Wolfram y el amable rey Yuuri —meditó Raimond, frunciendo el ceño—. ¿Qué hiciste?

—Yo... yo besé a Yuuri heika —murmuró Kristal en voz baja.

—¿Qué dijiste? No te entendí —preguntó Raimond, pues no la había escuchado bien.

—Yo bese a Yuuri Heika —siguió hablando suave.

—¿Qué? ¡Repítelo no te escuché!

—¡Que besé a Yuuri! —gritó Kristal a todo pulmón. Detrás de ellos una persona tenía una nueva arruga en el rostro y un leve tic en el ojo—. Lord von Voltaire —balbuceó nerviosa.

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Yuuri logró alcanzar a Wolfram en el jardín, que por suerte estaba despejado, tal parecía que todos los guardias habían sido participes de los entrenamientos de Friedrich y Lukas, si no estaban en la enfermería estaban tomando un merecido descanso.

Lo había atrapado entre sus brazos en cuanto lo alcanzó. Estaban debajo de un gran árbol y no lo había soltado hasta que completó todas las explicaciones habidas y por haber de cómo fue su día de entrenamiento y de cuanto lo había extrañado. Claro que había recibido varios puñetazos y arañazos en la cara y uno que otro roce con las flamas de fuego, pero no estaba dispuesto a dejarlo ir sin recibir su perdón, aunque no había hecho nada malo, al menos no por su parte.

—No lo sé Yuuri, me cuesta trabajo creer que no hicieron el pacto dando el tributo del beso, aparte se nota que a esa tal Kristal le gustas —murmuró Wolfram, celoso.

—Podríamos olvidar ese detalle, cree en mí. Yo te amo a ti —suplicó Yuuri. Su amado Wolfram yacía enfurruñado atrapado entre sus brazos extendidos y el tronco del árbol.

Wolfram miró fijamente sus ojos tratando de encontrar una mínima muestra de mentira en su mirada más no la encontró.

—Escúchame bien Yuu-...

Sin permitirle terminar, Yuuri le atrapó la cara entre las manos y le dio un apasionado beso. Tras separarle los labios con decisión, le deslizó la lengua en la boca, suavizando sus quejas poco a poco.

Wolfram juró que esa boca tenía una especie de droga, porque lo único que pudo hacer después de eso fue aferrarse aún mas a su abrazo y buscar con desesperación profundizar ese contacto con los labios. Sus lenguas se enredaron, adaptándose a la velocidad del otro. Wolfram dejó escapar un sensual gemido, doblegándose dócilmente a aquel que amaba.

El mundo dejó de existir más allá de eso, benditas hormonas, bendita pasión incontenible, sus cuerpos respondían a los estímulos como era de esperarse de dos jóvenes enamorados.

Yuuri besaba con hambre incontenible aquellos labios. Ese era un beso apasionado porque era con su amado Wolfram. Si la diosa Aimeth estuviera presente quedaría encantada con la demostración, pensó complacido y orgulloso.

Yuuri deslizó una mano a la pierna de su prometido, levantándola a la altura de su cintura mientras el mismo Wolfram levantaba la otra quedando con las piernas alrededor de sus caderas apoyándose entre el tronco del árbol y su cuerpo.

Después, comenzó a desabotonar el abrigo y la chaqueta del rubio haciendo maniobras y un gran esfuerzo por no dejarlo caer. Entonces, algo la mente del Wolfram advirtió: —«Están en el jardín»

—Detente... —musitó. Ojalá esas palabras hubiesen sonado más convincentes, pero la fricción entre sus intimidades sobre la tela de sus pantalones ya les comenzaba a crear problemita en la entrepierna que solo podía ser solventado acabando con lo que habían empezado—. Uhmm... mi amor, por favor aquí no... espera... ahh

—¡Alteza!

Se escuchó una prepotente voz militar, y ambos jóvenes se separaron al instante, la excitación se les fue de golpe. Un soldado de la confianza del rey Willbert estaba de pie frente ellos.

—Su padre nos solicito que lo buscáramos, tenemos ordenes estrictas de llevarlo a su presencia —prosiguió a anunciar directamente, sus ceño fruncido daba entender las gravedad de la situación.

Sin duda alguna, ese militar le contaría todo lo que había visto al rey Willbert, no saldrían librados de esta. Lo peor era que el hombre solo quería llevarse a Wolfram. Yuuri no permitiría de ninguna manera que su prometido se enfrentara solo a su suegro. Lo enfrentarían los dos juntos, que de una vez aceptara que se amaban con locura, aunque después les tocara salir huyendo de las flamas del infierno.

—Yo también iré —anunció decidido Yuuri, poniéndose delante de su prometido.

—Mis órdenes se limitan a llevar solamente a su alteza Wolfram a la presencia de mi rey —contradijo de manera ruda el militar.

Yuuri intentó protestar, pero Wolfram le tomó el rostro con ambas manos y se inclinó hacia él.

—Estaré bien, confía en mí, mi amor —le dijo al oído frente a la atónica mirada del soldado.

—¡Pero...!

—Por favor, confía en mí —repitió Wolfram en un suave susurró, mirándolo directamente a los ojos—. No me pasara nada malo, yo veré la forma de librarnos de esta

—Alteza, acate las ordenes de su padre —interrumpió el militar, incomodo

Obedeciendo la indicación del soldado que en realidad era un capitán de las tropas Reales, Wolfram caminó firmemente al castillo.

No tan convencido, a Yuuri no le quedó más remedio que regresar a su habitación.

Cruzó el jardín e ingreso al edificio, subió las escaleras y encontró a Kristal, Raimond y Gwendal platicando en el corredor. Por la cara de su cuñado supo que ya se había enterado de todo lo que pasó. Gwendal se acercó y se plantó frente a él con los brazos cruzados, lo observó por un par de minutos y pudo notar como tenia leves arañazos en el rostro y uno que otro golpecito en el rostro.

—¿Estará bien para la pelea de mañana? —preguntó Gwendal. Había hecho esa pregunta porque sabía de sobra que si ese par de mocosos estaban distanciados por una pelea, el mocoso rey no iba a estar concentrado al cien por ciento añana.

—Creo que si... —contestó con calma Yuuri, pero luego su semblante se tornó serio—. Pero necesito que vayas al castillo y que te asegures de que Wolf está bien —El general levantó una ceja, pidiéndole que le explicara mejor—. Estábamos en medio de nuestra reconciliación —Por su total sonrojo era evidente que estaban en una situación comprometedora. Gwendal se hizo una idea—. Y llegó un guardia de las tropas reales... y nos vio.

Gwendal se golpeó levemente la cara. Ese guardia seguramente le iba a informar en qué situación encontró a ese par; una verdadera bomba estaba a punto de estallar. Acatando de inmediato su orden, salió del edificio.

Raimond se despidió con una leve inclinación, por lo menos ahora sabia que el hermoso príncipe y el amable rey se habían contentado. Era el turno de Kristal para disculparse como se lo había aconsejado su amigo.

—Lamento mucho lo que paso —dijo apenada, una vez habían quedado a solas—. En verdad espero no haber causado una desgracia...

Yuuri la observó, pero en su mirada no había odio ni resentimiento sino pena.

—Escúchame Kristal...

—¡Lo sé! —Lo interrumpió ella bruscamente con voz temblorosa y es que en esos momentos había comenzado a llorar—. Yo lo sé, ustedes tienen un amor tan bonito que sentí una envidia enorme hacia el príncipe y al mismo tiempo deseaba ser usted para que alguien me amara con la misma intensidad con la que lo ama el príncipe —explicaba entre sollozos—. Es que, estoy harta de esta maldita soledad...

Yuuri no pudo hacer nada más que abrazarla fraternalmente, acariciándole la espalda en señal de apoyo y dejando que llorara todo lo que tenía que llorar

—No está sola Kristal san, ya verá que usted también encontrará a su persona predestinada —susurró suavemente.

Al otro extremo de la esquina, Raimond se había quedado escuchando atentamente toda la conversación, con la cabeza agachada y una amarga sonrisa.

********************

—Yo sé que tiene órdenes estrictas de vigilarme, de no permitir siquiera que me acerque a ese joven con el que me encontró, pero entiéndame por favor, él es mi prometido desde hace años —persuadía Wolfram al soldado, mientras le seguía el paso—. Por favor, no le informe en qué situación nos encontró, si mi padre se llega a enterar de que he desobedecido sus ordenes... —Tragó dificultosamente antes de seguir—. No quiero ni imaginar lo que haría, tal vez descalifique a mi prometido de la competencia por traición a su palabra... —El guardia hizo caso omiso a sus suplicas y continuó caminando. Sintiéndose acorralado, Wolfram se adelantó unos pasos y tomó el brazo del hombre desesperadamente—. Nuestro destino está en sus manos, yo sé que usted hará lo que dicta su corazón...

El capitán dio un respiro hondo, ya estaban cerca de la sala principal. Ahí se encontraban Lord von Bielefeld, lord von Moscovitch, lady Anette al lado de su hijo Lord von Zweig y su majestad Willbert a quien servía desde hace veinte años, esperando por noticias del paradero del enamoradizo príncipe.

—Te hemos estado buscando hijo —dijo Willbert, acercándose a ellos una vez habían ingresado a la sala—. Buen trabajo, Capitán Goethe, ¿dónde encontraste a mi joya perdida?

Waltorana se adelantó.

—Ya les expliqué que querías tomar un poco de aire en el jardín...

—Sí, pero quiero que me lo diga el capitán, directamente —interrumpió bruscamente Willbert a su hermano.

El evidente nerviosismo de Wolfram hizo que Waltorana tragara grueso y sentirse cohibido, empezó a prepararse mentalmente para la guerra.

—Su Alteza estaba... —comenzó el soldado con voz dudosa, volteó a ver a un lado y se encontró con los bonitos ojos color verde esmeraldas del joven príncipe, agrandados y brillantes como un gatito bajo la lluvia—. Efectivamente, estaba solo en el jardín tomando aire, proseguí a avisarle que usted preguntaba por su paradero y finalmente los escolté hasta aquí, Su Majestad —reportó firmemente sin titubear, maldiciendose en sus adentros por ser tan débil a las suplicas de un doncel tan hermoso como el príncipe Wolfram.

Tanto tío y sobrino sintieron como si el alma se les devolviera al cuerpo.

—Gracias, Capitán Goethe, puede retirarse —dijo Willbert.

El capitán llevó una mano a su frente en una despedida militar y se retiró.

—Mañana nos espera un gran día, lo mejor será que descansemos —concluyó Willbert. Todos se retiraron a sus respectivas habitaciones dando las buenas noches con educación.

Bastian, que era el último en salir, paseó su vista de abajo hacia arriba en dirección a Wolfram.

—Alteza, es una noche fría, le aconsejaría que se abrochara la chaqueta —comentó suspicaz antes de retirarse.

Wolfram se sonrojó levemente. Una vez estuvo a solas, decidió quedarse un rato más en la sala y se dejó ir en uno de los sillones. Se llevó el dedo pulgar a la boca comenzando a mordérselo en señal de nerviosismo y tensión; esta vez habían sido librados por el amable y comprensivo capitán, se lo agradecería toda la vida, pero esto se les estaba saliendo de control, ya no podían seguir exponiéndose de esa manera. Si su padre se enteraba de lo que estaban haciendo y de lo que habían hecho durante las noches anteriores de seguro buscaría la manera asesinar a Yuuri con sus propias manos. No estaban en territorio de Nuevo Makoku por lo que estaban en desventaja para intentar protegerlo. Hasta ahora su padre se había mantenido tranquilo, pero era incluso más fuerte que Lukas, Friedrich, Bastian y cualquier otro cuando estaba enojado.

De pronto, una persona detrás de él comenzó a acariciarle el rostro, inmediatamente golpeó aquella mano haciendo que la alejara.

—Si te comportas así, lo único que haces es gustarme mas, Wolfram —dijo Lukas con malicia, sentándose en uno de los sillones al lado de él.

Wolfram hizo el ademán de levantarse, pero Lukas le tomó del brazo bruscamente.

—Tengo algo que proponerte —continuó.

Wolfram lo miró con odio, apartándole el brazo de inmediato.

—Tú me interesas, y tarde o temprano serás mi esposo, pero no quiero que el fantasma de otro hombre esté presente en nuestras noches.

Wolfram apretó sus puños, conteniéndose las ganas de partirle la cara.

—Tu padre me ha ordenado matar a ese mestizo mañana en la competencia, si eres tan inteligente como bello, sabrás que el resultado es más que obvio —Lukas sonrió de lado mientras veía a su príncipe de fuego estrechar sus ojos pensativo—. Desobedeceré las ordenes de tu padre y lo dejaré vivo, solo para darte el gusto de no verlo morir, pero a cambio quiero pasar esta noche contigo...

Wolfram se echó a reír a carcajadas.

—Creo que tanto entrenamiento le está afectando la cabeza, Lord von Zweig —respondió adoptando una actitud seria y hostil—. Yo nunca haría una cosa así. No tengo porque estar escuchando esta clase de estupideces. —Se levantó de su asiento pero la fuerte mano de Lukas lo sujetó con fuerza del brazo jalándolo de nuevo al sillón.

—¿No harías algo así? —repitió Lukas indignado, enarcando una ceja—. Pero la noche de la fiesta de presentación si la pasaste con ese infeliz, no lo niegues porque harás que lo grite en voz alta —insistió con furia—. Me pregunto ¿Qué pasaría si le cuento todo a Willbert en estos momentos?

Wolfram levantó la barbilla y mantuvo una mirada firme.

—Absolutamente nada, sería su palabra contra la mía. Además, usted no tiene pruebas —El silencio de su hermanastro confirmó sus sospechas y adquirió más confianza. Sonrió de lado y añadió—: Y sabe algo, Lord von Zweig, Su Majestad Yuuri no solo me tomó la noche de presentación; anoche hicimos el amor hasta el amanecer —murmuró con esa sensualidad innata que lo caracterizaba. Lukas rechinó los dientes y lo miró con un aire sombrío. Wolfram disfruto verlo de esa manera, quería molestarlo como una venganza personal—. Mi cuerpo le pertenece a él desde hace mucho tiempo —Gozó en sus adentros observando la expresión en el rostro de ese idiota, iba a agregar algo más pero su hermano llegó a la sala. 

—Wolfram.

—¡Hermano! —Wolfram esta vez se levantó del sillón para salir al encuentro de Gwendal, quien rápidamente le tomó el brazo y lo arrastró lejos de la sala principal, dejando a Lukas ardiendo entre el coraje y la ira.

Cuando llegaron al comedor, Wolfram comenzó a pasearse nerviosamente de un lado a otro, analizando lo que había hecho hacía un par de minutos ¡¿En qué carajos estaba pensando cuando dijo todo eso a Lukas?! Fue algo, un impulso ciego de dejarle bien en claro a ese degenerado a quién pertenecía, pero nunca imagino llegar a ese rango de descaró.

Gwendal optó por sentarse en una silla mientras esperaba que su hermanito soltara por si mismo toda la verdad, mientras lo veía jalarse unos cuantos mechones rubios con ambas manos en una actitud infantil y desesperada.

Toda esta situación estaba volviendo loco al demonio de fuego, porque no supo porque después de reflexionar comenzó a reír a carcajadas ante la atónica mirada de su hermano mayor.

—¡Gwendal, hubieras visto la cara que puso ese idiota de Lukas! —decía entre risas, debía aceptar que fue divertido ver como su hermanastro se iba casi de bruces.

Gwendal perdió la paciencia y se levantó de la silla. Era obvio que se habían salvado de la guerra, estaba cansado y mañana serian por fin las batallas de la semifinal. Antes de salir del comedor, escuchó a su hermano menor llamarlo ya recuperado del ataque de risa y se dio la media vuelta.

—Hermano, dile a Yuuri que... —Wolfram se detuvo, pensando dos veces la posibilidad de mandarle un mensaje de amor por medio de su hermano mayor, no imaginaba a Gwendal de celestino con esa cara de pocos amigos que ya era parte de su ser. Además dudaba que aceptara decirle esas cosa cursis. Optó por tomar papel y pluma y escribirle una nota—. Por favor, entrégale esto. —Terminó de decir, sonrojado.

Gwendal emitió un gruñido «Mocosos enamorados» pensó al instante. Inhaló y exhaló un suspiro fugaz y miró con ternura a su hermano menor. Le gustaban las cosas tiernas y Wolfram era lo más tierno que tenía en su vida. Por eso lo mimaba tanto y Conrad también.

Por eso, tanto Gwendal como Conrad estaban de acuerdo en entregar a Wolfram solamente a una persona de la cual estaban seguros que lo cuidaría con igual o más amor que el que ellos le profesaban. Lo había demostrado una y otra vez, y respondía al nombre de Yuuri Shibuya.

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—Mañana morirás, Yuuri Shibuya, juro que te acabaré. Y a ti Wolfram, verás lo que te espera cuando seamos declarados esposos. Haré con tu cuerpo lo que se me venga en gana —sentenció Lukas fuera de sí, bebiendo una copa de vino en aquella sala en la que se había quedado solo.

 

Notas finales:

¿Quién se resiste a los ojitos de gatito bajo la lluvia?

Wolfram!!  O.o ¿qué he hecho de ti mi hermoso y ya no tan inocente niño?!!

Ya ven que nada malo paso. Kunay dlz guarda el ataúd para después!!! Lo necesitaremos ya verás.

Pirncesa Isis2, lo iba a matar, pero como era inocente estaba perdonado.  Aunque antes la tuvo difícil, eso sí.

En el próximo capítulo

Las semifinales

-¡Bienvenidos  al campeonato de elementos por la corona de Antiguo Makoku, las semifinales! – Gritó el anfitrión haciendo que el público se animara mas – ¡Este día tendremos dos emocionantes  batallas! aunque debería decir solo una – murmuró a lo bajo, haciendo referencia a la  batalla de Moscovitch y Foster pues dudaba que Shibuya pudiera ser rival para Zweig. – ¡Una vez más aquí los tenemos! – señaló el hombre a los participantes colocados en una línea.

Un presagio…  

Wolfram frunció el ceño y sintió una opresión en el pecho, un dragón similar se había estado manifestado en sus pesadillas, solo que aquel tenía cuatro cuernos y éste solo tres

La batalla de Lukas contra Yuuri

-Te aseguró a que no aguantas ni cinco minutos en combate Shibuya -  le retó Lukas, mirándolo con desdén  de arriba hacia abajo.

-Y yo te reto a que te venceré en tres minutos.- le contestó con voz amenazadora y marcando especialmente las últimas dos palabras a la vez que lo miraba fijamente sin pestañear.

El plácido rostro de Lukas esbozo una sonrisa – No me hagas reír…- luego se dirigió a su tío – Quiero que tomes el tiempo que me tomará acabar con este tipo – ordenó.

Martin solo pudo asentir con la cabeza, manteniendo el rostro serio y analítico.

El último capítulo de la primera parte de: El rencor contra el amor.


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