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Algo contigo por Lady Cadiie

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Notas del capitulo:

¡Aloha~!

Bien, tal y como lo prometí, vengo a hacer entrega del segundo capítulo de éste fic que al parecer si les agradó. Me da mucho gusto saber eso. Por cierto, para aclarar, éste fic es un AoKise, peeeero van a existir más parejitas (entre ellas, mi inevitable KagaKuro que amo totalmente) como secudarias que irán apareciendo en el transcurso de la historia.

Menos charla y nos leemos abajo~

Advertencias: Palabras altisonantes. Mención ligera de temas sexuales.

Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi-sensei y yo sólo los uso para que recreen escenas que se encuentran en algún punto de mi mente.

Capítulo II

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La suave brisa nocturna acariciaba los pómulos rojizos del rubio. Esperaba pacientemente recargado en una barda a su amigo, ya pasaban más de veinte minutos de la hora acordada y Kuroko no era de dejar plantado a nadie, de hecho, se caracterizaba por tener una obsesiva puntualidad con todos. Debido a un impulso irracional, decidió llamarle por teléfono; tecleando con la yema de sus dedos sin cesar llegó hasta el contacto 'Kurokocchi' y presionó el botón de llamar.

Una suave melodía clásica resonó cerca de él y brincó hacia su lado izquierdo instintivamente. Al voltear, observó a su cita sosteniendo su celular azul sin intenciones de contestar, es más, podría haber jurado ver una risilla traviesa que se atravesó por la impávida cara de su amigo.

—Kurokocchi al fin llegas — una leve sonrisa se colgó en la cara de Kise y guardó su aparato telefónico en el bolsillo delantero de sus pantalones —, creí que te habías olvidado de que habíamos quedado.

—¿De qué hablas Kise-kun? — Una aura negra se dejaba ver en la silueta del menor dando a entender su evidente molestia —, llevo aquí cinco minutos observándote morder tus uñas… a tus jefes no les gustará que malgastes esos miles de yenes que se van en tu manicura.

—¿C-cinco minutos dices? — Ryota se encontraba un poco confundido. Sabía que su amigo carecía de presencia, pero ya se había acostumbrado a detectarlo; al parecer, todo lo ocurrido ese día en la tarde lo tenían distraído.

—¿Qué sucedió Kise-kun? — Kuroko estaba levemente preocupado por tu amigo, después de todo, no quería que tuviera otra recaída. — ¿Hay algo que te tiene preocupado?

—No, bueno — el blondo bajó su mirada y ésta quedó cubierta por sus mechones rubios —… sí — susurró levemente un poco avergonzado.

—¿Te parece si entramos por un café y me cuentas? — Sin duda, la diminuta sonrisa del celeste era muy tranquilizadora para él en esos momentos.

Pasaron hasta tomar asiento en uno de los últimos asientos disponibles, cerca de una pared en un rincón donde nadie podía verlos más que la señorita que los recibió y los llevó hasta ahí. Tetsuya pidió un café americano con leche y azúcar y Kise ordenó un cappuccino de vainilla francesa, les llevaron su orden junto con unas galletas de cortesía –ventaja de ser cliente frecuente en un establecimiento- y comenzaron a comer con lentitud.

Kuroko estaba tranquilo, o eso aparentaba… por dentro, le preocupaba la actitud de Kise; tenía ya mucho tiempo sin actuar de esa manera tan apagada, muy diferente a su acostumbrada vivacidad actual. Aun así, decidió que el rubio fuese el primero en hablar sobre lo que le acontecía. Escuchó el menear de la cuchara larga por el vaso grande de vidrio creando un tintineo un tanto exasperante. Tendría paciencia, la tendría…

—Hoy… hoy vi a alguien, Kurokocchi — Ryota rompió el silencio con un susurró sin siquiera ver al menor a los ojos, seguía concentrado en el menear del líquido que viajaba formando una espiral, no pudo evitar tener el pensamiento que en ese momento estaba su mente de esa manera — es… alguien de mi pasado.

—¿Él? — Fue la pregunta instintiva del celeste. Lo único que faltaba era que él volviera a la vida de Ryota después de todo.

—¿Qué? No, él no se volvería a acercar a mí nunca — respondió de golpe, aunque podría decirse que tembló de miedo con la simple idea de volver a ver esos ojos —. Es un amigo de la secundaria, fue como mi modelo a seguir sabes, me gustó mucho volverlo a ver.

—Y entonces ¿Cuál es el conflicto? — No quería decirlo en voz alta, pero el menor se percató de como las comisuras de los labios del otro se levantaron un poco y su nariz se ponía levemente roja. Él no entendía si el otro se había sentido bien ¿por qué esa actitud tan melancólica?

—Ni yo mismo lo sé.

Se rindió el blondo ante aquella interrogante ¿Por qué estaba así si se suponía que estaba feliz de verlo nuevamente? Después de seis años de no tener noticias de él, un día como cualquier otro se lo encuentra y en una situación que no se lo imaginó ¿Podría decir que esa chica era el destino? Sin embargo, aún su cuerpo vibraba en una sintonía hasta ahora nueva para él. Sus manos sudaban, sus piernas bailaban al son de una melodía inexistente, su pecho brincaba excitado y sus labios oscilaban nerviosos…

Ah, ese beso

:-: Flash back:-:

Kise intentaba por todos los medios alejar aquel extraño sentir que comenzaba a embriagar su cuerpo, tomó sus dos manos entrelazándolas para calmar el movimiento que tenían ellas y sacudía su cabeza de un lado a otro para desvanecer el bochorno en el que estaba atrapado.

Ladeó su mirar hacia su acompañante y vio como lo observaba con una mirada demasiado intensa. El escrutinio al que era sometido lo puso realmente ansioso y frunció el ceño, aunque estuviera acostumbrado a las miradas quisquillosas de la gente realmente le incomodaba cuando lo veían de esa manera en su propia cara.

¿S-sucede algo Aominecchi? — Inquirió dubitativo ante la aún mirada azul eléctrico que lo miraban ahora repasando todo su cuerpo.

Me molestas — respondió sin dudar el moreno, aunque no lo miraba a los ojos, más bien, sus iris se clavaron en los suaves labios que recién acababa de besar y tenía ese color rojo característico por las ligeras succiones a los cuales fueron sometidos.

¡¿Qué significa eso?! — Claramente el rubio estaba más que indignado ante esa declaración sincera.

Significa eso rubio tonto, me molestas — Aomine ésta vez se acercó al cuerpo del otro rápidamente. Lo apresó a éste colocando sus manos contra un pilar que estaba a escasos centímetros del set y ahora sus ojos se clavaron directamente con los orbes amarillos que Kise poseía —. Debería de darte un castigo.

P-pero yo no hice nada fuera de… — Ryota fue interrumpido ante el pequeño mordisco que le propinaron los filosos dientes de Daiki a su labio inferior. No sintió dolor alguno ya que toda sensación fue sustituida por la sorpresa de la acción

— Amargo… — fue la respuesta del moreno. Paseó su lengua por sus perfectos dientes blancos y sostuvo una sonrisa arrogante en su cara mientras veía al modelo.

Los destellos azules que arrojaba la mirada de Aomine dejó sin palabras al blondo, su rostro nuevamente se tornaba rojizo ante la bizarra situación que vivía y simplemente atinó a zafarse de su encierro y correr lejos de ahí…

:-: Fin Flash Back:-:

—Kise-kun… Kise-kun…

Y un golpe en el inicio de la cabeza del modelo resonó como eco.

—Ite~, Kurokocchi ¿Y eso por qué fue?

—Llevas más de diez minutos mirando al techo con la boca abierta — contestó el celeste con una vena en su sien resaltada —. Es de mala educación ignorar a otros, Kise-kun.

—Mo~, lo siento — el rubio se sobaba su cabeza con frenesí para hacerla mejorar mientras repetía como un mantra internamente 'Sana, sana colita de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana'.

—Kise-kun, no pienso presionarte ni nada… pero no creo que pueda entenderte bien si no me ayudas diciéndome que es lo que te sucede — dijo Tetsuya con voz dulce — ¿Podrías contarme al menos que fue lo que ocurrió?

La suavidad de las palabras con las que el menor le habló hizo reaccionar a Ryota. Podría no entender lo que le estaba ocurriendo, pero eso no quitaba con que lo compartiera con su amigo y él bien haría buen uso de su habilidad de observación y análisis para ayudarle. Estuvo a punto de hablar, cuando un conocido ring-tone resonó interrumpiendo su apenas audible carraspera para prepararse a decir algo. Sacó de su bolsillo su celular y revisó la pantalla, en ella, tenía un número no registrado. Por órdenes de su manager, no debía de responder a esas llamadas, pero sin pensarlo dos veces, deslizó el botón verde para contestarlo. Se excusó con Kuroko y él sólo se limitó a sorber su café ya un poco frio.

—¿Hola? — se aventuró a preguntar para ver si reconocía la voz del otro lado de la línea.

Yo — el timbre de voz de escuchaba con algo de eco, pero se limitó a callarse para que la otra persona continuara — Acabas de verme hoy ¿y ya se te olvidó quién soy?

—¿Aominecchi? — Tembló ligeramente y tomó una de las manos del celeste para apretarla ligeramente — ¿Cómo conseguiste mi número?

Amenacé a la chica que me llevo al set — Kise recordó que tuvo que dar un número de referencia para que le hablaran cuando saliera el álbum del proyecto —. Bueno, en realidad le dije que estábamos a mano si me daba tu número de celular…

—¿Y qué se te ofrece Aominecchi? — El rubio aún recordaba aquella ruda caricia en sus labios y se sonrojo.

Tsk, no lo sé — la respuesta se escuchó sincera. Del otro lado de la línea, se escuchó un gran suspiro que le causó una risa traviesa, el moreno se enfadaba mucho cuando tenía que pensar más de lo debido, o al menos así lo recordaba en la escuela. — ¿Conoces el nuevo restaurant familiar que está cerca del distrito de Shibuya?

—¿He? A-ah sí, creo que lo puedo ubicar…

Bien, el sábado te veo ahí a las cinco ¡No te atrevas a faltar! Soy capaz de rastrearte y darte una paliza.

—¡Eh! ¿Qué rayos…?

Y Kise escuchó el sonido de finalización de la llamada. Sus oídos retumbaban por las últimas palabras del moreno ¿Eso era una cita? ¡Pero una cita obligatoria! No sabía por qué, pero Ryota estaba muy nervioso desde la tarde, donde tuvo a Daiki frente a frente después de tanto tiempo.

—¿Y bien? — El celeste comprendía que la persona con la que Kise acababa de hablar tenía que ver directamente con la actitud del modelo. Terminó su café y se secó sus labios con la servilleta desechable que venía con su vaso.

—Kurokocchi — la voz monocorde que usaba Ryota le puso los pelos de punta, quiso decir algo pero simplemente sintió como el cuerpo del mayor se dejó venir sobre él en un acto dramático — ¡Sálvame!

El blondo le explicó sin mucha palabrería que lo acompañara ese sábado a la cita que tenía con Aomine. Tetsuya se quedó meditando si era lo correcto; Kise tenía que ver a su ex amigo y por lo visto el otro estaba muy interesado en hablar con su amigo. Sabía que iría a hacer mal tercio*, sin embargo, por solidaridad, terminó cediendo ante las plegarías de su acompañante.

—Gracias Kurokocchi, contigo me sentiré más cómodo — susurró suavemente Ryota con una sonrisa relajada. Por primera vez en toda la noche, tomaba unos sorbos de su pedido. Miró con detenimiento a su amigo y vio como éste, como siempre a la misma hora, observaba su teléfono. — ¿Nada nuevo?

—No — contestó con voz deprimente el menor. Cerró con un poco de fuerza su teléfono y comió una galleta para alejar ese sabor amargo que comenzaba a formarse en su boca.

—Kurokocchi… ¿Por qué no lo dejas ir? — Dijo muy seriamente Kise. No le gustaba que a su buen amigo bajito se le fueran los mejores años de su vida pensando en un amor lejano. — Ya van tres años desde que perdiste contacto con él. Es evidente que no está interesado en seguir contigo.

—Ogiwara-kun no es de esas personas, Kise-kun — contestó el celeste por primera vez dudando de sus palabras —. Si él no quisiera ya nada conmigo me lo diría de frente.

—¡¿Entonces por qué no te ha llamado?! — El rubio estaba harto del mismo monólogo de su compañero de preparatoria. — ¡¿Por qué no un mensaje o correo?! Existen muchos medios de comunicación actualmente…

—Lo sé — respondió ante los gritos del otro. Él sabía de sobra que ya tres años constaba de mucho tiempo que el otro aunque sea hubiese tenido un segundo para haber mandado un correo diciendo un 'hola' o algo; incluso consideraba la posibilidad de que el otro ya estuviera muerto —, por eso, Kise-kun, me prometí que el viernes sería el último día que esperaría… el viernes, hasta ese momento, lo dejaré ir — había tomado una decisión seria esta vez, tomando en cuenta todo lo que implicaba esa elección y estaba seguro de dar el siguiente paso —… mañana voy al jardín de niños temprano, será mejor ir pidiendo la cuenta.

Un silencio un tanto incómodo los envolvió y el rubio se removió en su asiento intentando alejar esa mala bruma que los rodeaba. Tetsuya se reía ante como su compañero se removía como gusano en una tierra y recordó vagamente que el otro detestaba esos animales. Se ahorró comentarios y fue feliz ante el intento de su amigo por cambiarle el estado de ánimo.

—Kise-kun.

—Huh…

—Gracias.

Ryota se calmó bebiéndose todo el café restante de un sorbo. Apoyaría a su amigo sin importar sin importar nada ya que fue él quien lo ayudó cuando más lo necesitaba, y si el otro ahora necesitaba unos cuantos días más, lo esperaría. Salieron del lugar despidiéndose con un abrazo y con la promesa de verse el sábado en el departamento del modelo.

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::°::°::°::°::°::

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Cuando el moreno colgó la llamada se golpeó la cara ¿Qué mierda estaba intentando hacer con todo eso? Él quería dejar el pasado atrás por salud mental, aún si eso implicara no hablarle a la persona que muchas veces le dijo que lo admiraba más que nada en el mundo, que siempre lo retaba un uno por uno, que a pesar de su mala leche siempre estaba con él intentando alcanzarlo...

¿Entonces por qué simplemente no podía quitar la imagen de Kise en su cabeza? La cara sonrojada y sus labios hinchados se quedaron en su mente repitiéndose como una película descompuesta. Maldita impulsividad que era parte de su naturaleza, siempre le traía problemas y esta no era una excepción ¿Qué intentaba? ¿Explicar su desaparición después de ese juego? El otro no le estaba pidiendo ninguna ¿Pero por qué tenía esa mirada dolida? No lo quería aceptar –y jamás lo haría en voz alta-, pero el rubio siempre tuvo cierto control sobre lo que hacía o lo que dejaba de hacer.

"Mo~ ¡No es justo! Aominecchi una vez más, por favor…"

"¡Ja! Kise, admite la derrota. Nunca podrás ganarme, es inútil…"

Pero aun así, siempre que el modelo le pedía sólo una vez más y le decía que en realidad sería la última, él acababa accediendo a sus peticiones. Le gustaba pasar tiempo con él ahora que lo recordaba mejor.

Y siempre con una amplia sonrisa en su rostro.

No le servía de nada llorar sobre la leche derramada, sólo sabía que ya no le gustaba tanto la idea de encontrarse a solas con él, así que abrió su celular y nuevamente tecleó un mensaje de texto y o envió al destinatario. Haciendo cálculos, tenía el tiempo suficiente para pasar por unas hamburguesas al Maji Burger y llegar a la hora acordada.

Pasada media hora, entró a un parque y suspiró fuertemente. Escuchó atentamente como un balón rebotaba cerca de ahí y sabía bien que la otra persona había llegado.

—¿No puedes esperar a que yo llegue Bakagami?

—¿Ha? Tú eres el que se tarda Ahomine — Vociferó con una sonrisa un pelirrojo de casi la misma estatura que él — ¿Qué haces retándome a un uno por uno a ésta hora? Mañana tengo servicio temprano en la estación de bomberos…

—Bien, te tengo una apuesta — Dijo el moreno tentando la sensibilidad a los retos de su amigo presente —, si yo gano éste juego, tú me haces un favor, el que yo te pida. Y si tú ganas, te llevarás esa bolsa repleta de tus hamburguesas favoritas.

—Tú sabes que aún sin apuestas nunca rechazaría un uno por uno contigo, bastardo.

Y de esa manera empezaron su juego. Ambos tenían sus razones para resultar victoriosos, pero la recompensa de vencer a un rival formidable como el que tenían frente a ellos era la máxima recompensa para salir triunfantes. Sin embargo, en el desempate de canastas, Aomine utilizó su máximo para elevarse y tirar desde un ángulo y una forma no permitido por las leyes de la física.

El vencedor, Aomine Daiki.

—¡Maldición! — Gritó frustrado Kagami, ya tenía asegurada esa dotación de hamburguesas gratis para cenar y las dejó ir por no ver el siguiente movimiento de su igual.

—Perdiste Bakagami — tener una victoria uno por uno con el pelirrojo lo ponía de buenas, ya que sabía que los único que podían vencerle era él mismo y su amigo y vecino.

—Ya lo sé, mejor dime ¿qué es lo que quieres?

—Quiero que me acompañes a una cita el sábado.

Taiga se le quedó mirando como si tuviese monos en la cara. Abrió sus ojos a más no poder y habló con voz seria — aún si fuera gay, no serias mi tipo Aomine.

—¡No es contigo la cita imbécil! — Vociferó el chico pantera mientras remetía un buen golpe en la espalda al otro —, simplemente te estoy diciendo que me acompañes a ver a alguien.

—¡Por ahí hubieras empezado idiota! — Kagami regresó el golpe con otro en las costillas que dobló levemente a su amigo. Espero otro golpe de regreso, pero en ligar de eso vio como Daiki se alejaba y regresaba con la bolsa de papel del Maji Burger y se la lanzaba quedándose él con dos simplemente — Thank you.

—No hables en inglés tonto… es desesperante.

El pelirrojo no dijo nada y se limitó a comer mientras meditaba un poco los hechos. Si de cualquier manera iba a comerse casi todo lo que el otro compro, cuando supuestamente era su recompensa si lo vencía, y él lo había retado simplemente para pedir eso a cambio en lugar de pedir lo que sea…

—Aomine ¿Por qué simplemente no me pediste que te acompañara como un favor?

—No digas que es un favor, te gané una apuesta y eso era lo que exigía como pago — dijo dando una mordida grande a su hamburguesa sin mirar al otro… fuese muy su amigo y todo, pero él debía de saber –como lo parecidos que son- que pedir favores no está dentro de su personalidad.

—¿Qué eres, un tsundere?

Y una nueva guerra de golpeas y hamburguesas voladoras se desató en ese parque por la noche.

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El celeste abría su casa lentamente, entro a ella y cerró con seguro. No había sido broma eso de dejar ir a Ogirawa el viernes y tampoco era por presión… simplemente, ese día se cumplían cuatro años desde que su novio ¿o ex novio? Se había ido a trabajar a Corea y no tenía noticias de él.

Eran jóvenes e ingenuos. Creían que el amor que se tenían podía superar fácilmente la distancia que existiría entre ellos. Y claro que lo hacía, el primer año fue literalmente miel sobre hojuelas ya que podrían decirse palabras de amor por teléfono y en algunas ocasiones llegaron a tener sesiones de sexo por ese medio. También existían los mensajitos diarios de 'Buenos días' o 'Buenas noches' '¿Ya comiste?' 'Si hace frío lleva un suéter' eran maneras de decirse lo mucho que les importaba la otra persona.

Pero después de algún tiempo dejaron de existir. Había algunas veces que no sabía nada de él en diez días y él le mandaba correos diarios, otras que sólo le mandaba un 'Lo siento, no puedo atenderte ahorita' y conforme pasó el tiempo fueron más distantes… hasta que, pasados del año que había dejado de verlo, dejaron de llegar noticias de él. Ogiwara era huérfano, así que no tenía parientes a los cuales pudiera preguntar por él.

Se aferró a la esperanzadora idea de que él pronto vendría con él a explicarle un porque ese distanciamiento cuando prometieron tantas cosas… pero el amor no come sólo de ilusiones, también los actos alimentan esa llama.

Por eso, esperaría hasta el viernes, porque aún mantenía una leve esperanza, una chispa de fe que él pudiera aparecer… si el viernes no tenía siquiera una noticia de él, lo dejaría ir.

Y esta vez, continuaría con su vida.

—Pero aún te espero, Ogiwara-kun… vuelve, por favor — se tiró a su cama con su fiel perro Nigou a un lado de él. De sus ojos, salían lágrimas de amargura. Aún le quería, mucho. Aún dentro de él, era alguien muy especial que ocupaba casi todo su corazón.

—¡Waf! — Ladró animadamente el singular perro del chico tratando de animar a su amo. No conocía mucho de problemas de humanos, pero no le gustaba sentir a la persona que lo recogió cuando era un cachorro triste. Un alma tan bondadosa como él no debería de serlo.

—Lo siento Nigou — el chico fantasma –como muchos lo apodaban- sabía lo que intentaba hacer su perro, pero no tenía fuerza para mirar más por ese día —, mañana iremos a correr cuando llegue del trabajo ¿está bien? — Lo tomó entre sus brazos –ya que la mascota no era tan pequeña- y lo abrazo haciéndole mimos para tratar de tranquilizarlo.

No tomó la delicadeza de cambiarse y se aferró a adentrarse a las sábanas. Apretó fuertemente un peluche de un oso con un singular abanico que el otro le dio cuando partió, dejando claramente que él siempre ocuparía un lugar junto y en la cama de Tetsuya.

De esos amores que siempre llevarás dentro de ti.

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::°::°::°::°::°::

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—Taiga ¿alguna vez te has enamorado?

La pregunta que le realizó su hermano y de departamento -temporal- Himuro Tatsuya, lo sacó de del partido de basquetbol que estaba viendo por televisión. Había regresado de estar con Aomine, se dio una ducha caliente para relajar sus músculos excitados y se relajó en el sillón de la sala, secaba con tranquilidad sus hebras rojizas y negras con una pequeña toalla de mano. O al menos eso estaba haciendo cuando la pregunta salvaje del chico que recién terminaba de bañarse y salía hasta posarse cerca de él como vino al mundo lo atacó.

—¡Tatsuya, ponte algo por favor! — reclamó al instante el pelirrojo sintiéndose sumamente abochornado. Le lanzó el pedazo de tela que traía entre las manos y se volteó rojo hacia otro lado.

—¿Por qué te comportas así Taiga? Parece que viviste toda tu vida en Japón y no llevas más de dos años aquí… — contestó mosqueado el pelinegro. Él llevaba más tiempo en el país nipon y aún no lograba acostumbrarse.

—No vives en Estados Unidos Himuro, compórtate como la gente de aquí…

—Se me olvidaba que después de todo, tú eres un romántico de corazón — Fue a su cuarto y tomó una pijama que tenía sobre su cama, se la puso y volvió a salir para sentarse con el más alto en el sofá —. Ya dime ¿Lo has hecho?

—No lo sé…

Siendo sinceros ¿Qué era el amor? Siempre se lo había preguntado. No es algo que te enseñen en libros de texto o lo aprendas en la televisión. Su mundo siempre giro en torno al basquetbol; en la preparatoria, solía recibir algunas cartas de amor, pero siempre las rechazaba por cordialidad.

Sin embargo, recordaba algo que sucedió recién llegó a su país natal…

:-:Flash Back:-:

Taiga era nuevo en esa estación de bomberos, y ya era un clásico para cualquier nuevo que le tocaba la novatada*. Ésta consistía en ir en el primer mes a las emergencias más pequeñas que llegaran. Él ya estaba recibido en Estados Unidos, y había entrado en acción en grandes emergencias, pero como le había llegado ahí hace una semana, en puestos, no era mejor que un novato aprendiendo a enrollar la manguera.

La emergencia de ese día lo sacó de quicio. Era bien conocido que ellos prestan su servicio a quien lo necesite ¡pero eso ya era cliché! Una señora habló para solicitar una escalera y cuerpo técnico para salvar a su gato de un árbol. La rama donde se encontraba estaba a unos tres o cuatro metros de altura y para ella o su hijo –de unos seis años- era difícil subir por él, por eso acudieron al personal capacitado. Kagami llegó al lugar de los hechos y observó como ya un gran tumulto de gente rodeaba la escena esperando a que llegara el salvador de aquel indefenso animal.

No llevaba casco y dejó colgar hacia atrás la parte de arriba de su overol. Una playera blanca cubría su bronceada piel y su bien formado cuerpo. Había entrenado mucho para tenerlo como esta, incluso llegó a tomar algunas clases con el cuerpo policial para aprender unas técnicas de defensa, pero a pesar de su cara y su ceño siempre fruncido, en el fondo de avergonzaba tener todas esas miradas libidinosas sobre él.

Colocó la escalera y la aseguró. Se subió peldaño por peldaño para acabar pronto e irse de ahí y llegó hasta el gato –que por cierto, tenía obesidad-, al tomarlo, el gato de asustó y lo araño fuertemente en el brazo, a lo que ocurrió que perdiera su centro de equilibrio y cayó hacia el pasto que se encontraba cerca. Afortunadamente, había crecido un poco y sirvió como colchón para no caer en seco.

Mi gatito…— escuchó unas pisadas cerca de él y como una pequeña criatura tomaba entre sus manitas al gato gordo que tenía entre sus brazos.

Había sido buena idea tomar el entrenamiento con los policías.

¿Estás bien? — una voz seria y directa le preguntó en su cara aún sin levantarse. Abrió los ojos para toparse con un par de turquesas mirándolo fijamente.

Huh… — respondió el pelirrojo moviendo la cabeza afirmativamente. Trató de incorporarse sólo, pero fue ayudado por aquel individuo más bajo que él y evidentemente más débil.

Que bien, bueno tengo que irme — dijo el chico mientras se alejaba de él. No sin antes voltear a verlo nuevamente y dirigirle una tenue sonrisa que se plasmó en su rostro.

A Kagami le latió frenéticamente el corazón con aquel gesto tan simple.

A Kagami lo ascendieron de puesto a jefe ya que el que estaba renunció dejando claramente que la actitud de servicio del chico no tenía precio y por ello merecía el reconocimiento y puesto.

:-:Flash Back:-:

—Quizá alguna vez, aunque no sé si sea estar enamorado… — susurró esta vez más decidido. Tomó un trago a su cerveza y observó que su compañero ya no le prestaba atención a él, sino a su celular y se enfadó un poco ¿no tenía interés en saberlo? — ¿Tú lo has sentido?

—Puede ser… — dijo pensativo. Dejó de mirar la pantalla de su aparato y volteó sus ojos al techo. Recordó vagamente lo que hizo la noche pasada y quiso dar su punto de vista — ¿Si me masturbo pensando en él y me corro…?

—Iuk no vuelvas a decir eso, cerdo — lo calló de un tajo pegándole con un cojín en la boca para que Himuro cerrará la boca.

El pelinegro simplemente sonrió traviesamente. Se fue a una carpeta que tenía cerca de cien imágenes y la abrió. Amplió una de las fotos y repasó el contorno de ese semblante tan soñoliento que le gustaba ver, el cabello morado se encontraba atado en una coleta mientras entregaba una manzana acaramelada. No pudo despegar sus ojos de esas enormes manos que se mostraban en la fotografía y una descarga corrió por su cuerpo al imaginarse como esas mismas acariciaban su espalda. Se le levantó y corrió a su recámara a masturbarse un poco para bajar su estado de excitación.

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"Contradecirse en cada acto: la tarea infinita del corazón humano"

Delmore Schwartz

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Aclaraciones:

Mal tercio: En mi país, cuando una persona va a una cita de dos personas y él solo es el espectador. Es el Chaperon o como le conozcan.

*Novatada: Es lo que comúnmente hacen en mi país cuando una persona es nueva en algún sitio. Ya sea que pague una comida, vaya por los chescos en fin... muchas formas de hacer una novatada.

Notas finales:

Bien, éste capítulo no dice nada mucho sobre la relación antigua de Aomine y Kise pero ¡Al menos saldrán a una pseudo cita en el próximo capítulo! y ¡Apareció Tatsuya! Ahahaha a mi me encanta, aunque recién me enteré que tiene novia en las novelas ligeras T.T

Muchas gracias a Kina Ni Juu, indy y Zhena Hik por sus reviews.

Y también muuuuuchas gracias a las personitas que agregaron a favoritos al fic, a su servidora y por los follows. Ustedes hacen que éste relato crezca con todo lo bonito que me dicen y me ponen más feliz que una lombriz.

Les mando unas mordidas acá bien sensuales donde quieran. De todo corazón, gracias:3

Nos seguimos leyendo.

Lady Cadiie.


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