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El Amor Después por clumsykitty

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EL AMOR DESPUES.


…Am I that unimportant?
Am I so insignifant?

Isn’t something missing?
Isn’t someone missing me?
.................... Missing, Evanescence.


Capítulo 25.Torniquete.


Nueva York, U. S. A.


Atemu hojeaba sin mucho interés la revista que ya comenzaba a ser divulgada por la prensa mundial. Se detuvo en el retrato de Seto y Mokuba, observándola un largo tiempo antes de que sus ojos bajaran al pie de foto.

“Mokuba y Seto Kaiba.
Estudio personal del CEO en su residencia privada.
Ciudad Domino.”
W.

De nuevo volvió a la fotografía, entrecerrando sus ojos. Con gesto de desprecio, la arrojó al suelo y tomó un periódico. Los titulares hablaban de su exhibición y el lanzamiento de Prometeo. Abrió las hojas. Un pequeño articulo de escándalos públicos rumoraba sobre un “amante secreto” de Kaiba. El Faraón bufó divertido y también arrojó el periódico al suelo.

El ojiazul salió del baño, enfundado en un traje de corte oriental color blanco. Al ver la revista en el suelo, se detuvo un momento pero luego se dirigió hacia el guardarropa sin mirar a Atemu.

-Todo el mundo habla de ti, Mi Tesoro.
Con una nueva pausa, Seto se detuvo.
-¿Debería importarme? –preguntó desapareciendo entre las puertas del clóset, buscando su abrigo.
-No, pero es muy bueno que tangas esta publicidad –el tricolor se levantó de la cama para unírsele y tomar su propio abrigo- Somos una de las parejas más exitosas en este momento, todo marcha muy bien. ¿No te lo prometí así?
-Sí, mi Faraón –contestó el castaño bajando su cabeza.
Atemu levantó su mentón con el índice.
-Y la mejor bendición llegará con nuestro hijo –murmuró dándole un beso, bajando después a su cuello.
-Mi Faraón –llamó Kaiba tenso- Nos retrasaremos…
-Me encanta tu aroma –dijo el tricolor, pasando su nariz por su cabello.
-Mi Faraón…

…ste se detuvo para tomar el abrigo de Seto y colocárselo con esmero antes de ponerse el suyo.

-¿Todo está listo? –preguntó el Faraón, saliendo de la recámara.
-Así es.
-Perfecto, pero quiero ver a Mokuba primero. Me preocupa.
-El médico dijo que no era grave. Solo necesita tomar su medicamento. Para mañana estará bien.
-¿Mejorará más rápido si le compramos uno de eso videojuegos? –inquirió Atemu cruzando el pasillo para abrir la puerta de la recámara del chico.
-Preferiría que no lo consintieras tanto, Mi Faraón.
-Sólo un poco, Mi Tesoro.

Mokuba se encontraba recostado en uno de los mullidos sillones, abrazando un almohadón entre sus piernas y leyendo una historieta que bajó al ver entrar a la pareja. Aunque estaba un poco pálido, se veía tranquilo.

-Moki, ¿cómo te sientes? –preguntó Seto arrodillándose frente a él, tocando su frente.
-Bien, hermano. Un poquito cansado, supongo. ¿Por qué no puedo ir con ustedes?
-Es mejor que descanses, Mokuba; mañana tendremos un día agitado –contestó el tricolor.
-Oh.
-No tardaremos, Moki. Pórtate bien, ¿de acuerdo?
-Sip.

El adolescente le dio un apretón en la mano a Kaiba antes de soltarlo. La puerta se cerró de nuevo, dejándolo solo. Abrazó contra él su almohadón. Su hermano mayor seguía con la mirada muerta y había perdido peso desde que llegaron. Incluso él había enfermado de gripe. No dudaba que todo fuera culpa de la presión del Faraón sobre ellos. Era imposible estar sin su sombra acechándolos. Y cuando no estaban juntos como ahora, siempre ideaba la forma de tener a uno de ellos con él, a modo de rehén. Mokuba no podía ni pensar en hacer algo porque Seto sufriría las consecuencias de sus actos y de igual manera su hermano no podía rebelarse ni desobedecer a Atemu si acaso quería verlo vivo al día siguiente; y el Faraón ya había probado de lo que era capaz si le desafiaban.

Dejándose caer en su costado, Mokuba se encogió, escondiendo su rostro en el almohadón. Sus hombros temblaron.

Se escuchó un sollozo.

-Si yo no te hubiera llamado, estarías con Joey, hermano –gimió con dolor- si yo no te hubiera llevado a Egipto, Joey te habría rescatado… todo esto es mi culpa… es mi culpa…

&&&&&&&&&&


-Herr Kaiba! Herr Kaiba!
-¡Kaiba-sama! ¡Onegai!
-Mr. Kaiba! One question! Please!
-¡Monsieur Kaiba! ¡Monsieur!


La prensa se arremolinaba tras la banda, tratando de llamar la atención del ojiazul que caminaba de la mano con Atemu hacia la entrada del lobby, donde los esperaban patrocinadores del Museo de Ciudad Domino en una recepción privada pero también ejecutivos y empresarios ansiosos de un contrato exclusivo con Kaiba Corp., a propósito de su nueva creación, Prometeo. La avalancha de luces no cesaba a cada paso que daban. Una reportera se escabulló de entre los micrófonos para acercarse lo suficiente de modo que pudieran escucharle.

-¿Es cierto que Joey Wheeler es su amante, Señor Kaiba?

Seto se paró en seco con el corazón latiéndole a mil por hora; maldiciendo en todos los idiomas que sabía a la mujer por su pregunta mal intencionada. Estaba seguro de haber callado todos los rumores de su relación con Joey mientras estuvieron juntos, pero la suerte parecía darle la espalda. Lo menos que deseaba era despertar la furia de Atemu antes de regresar el hotel. La mano que se entrelazaba con la suya se soltó para tomar su cintura con firmeza.

-Señorita, me parece que hay un gran malentendido –la voz del Faraón, aunque cortés, no dejaba de sonar imponente- Joey Wheeler es un viejo amigo mío que estuvo colaborando para la Corporación Kaiba y cuyo trabajo ya conocen. Pero esa relación ya acabó –sentenció con una sonrisa- Ahora si nos disculpa…

Si la reportera u otra persona preguntaron algo más, el castaño ya no la escuchó. El brazo a su alrededor lo alejó de los periodistas hacia las puertas de cristal que les abrieron. Pasando por el corredor del lobby hacia el Hall, Kaiba miró expectante al tricolor.

-Tranquilo, Mi Tesoro. No estoy disgustado. Tú eres sólo mío, ¿cierto?
-Sí, Mi Faraón.
-Entonces –le rodeó con ambos brazos, deteniéndose a mitad del corredor- Hazme sentir orgulloso.

Seto cerró sus ojos, respirando profundamente. Levantó sus manos para tomar el rostro de Atemu y besarlo. Inmediatamente una lengua invadió su boca; el ojiazul tuvo que hacer un esfuerzo titánico para controlar la náusea que le provocó. Los brazos en sus costados le acercaron más al tricolor. El sonido hueco de las cámaras tomándoles fotos se dejaba escuchar a través de los cristales. El sonido de unos tacones se acercó a ellos del otro lado con unos aplausos discretos.

-There were never be couple more lovely than you two –rió una de las promotoras del Museo- You missed each other, right? It’s unbelieveable that the press dogs still taking you photos all day. I hope that this kind of situation don’t bother you, Seto. Here, we love it.

El castaño se separó de Atemu con una sonrisa fingida.

-They can do what they want.

La promotora meneó la cabeza y enlazó un brazo con el Faraón.

-Come on. A crowd’s waiting for you.

Entraron al Hall. Después de saludar a varias personas, Atemu y Seto se separaron, siguiendo la regla de etiqueta, para establecer conversación con los interesados en ellos. El ojiazul esperó a que el Faraón se encontrara demasiado ocupado para verle y buscó una de las puertas que llevaban a un jardín interior. Se recargó en un pilar, abrazándose. Quería llorar pero se contenía. No más lágrimas. Tenía que mantenerse firme hasta que Mokuba se fuera a Ontario, lejos y a salvo de ellos.

O su cuerpo se rindiera. No le pasaba desapercibido que estaba perdiendo peso y que el insomnio era ya una constante. Lo que le debilitada cada día.

-Little less conversation and more action, don’t you think?

Con un respingo, Seto se irguió para buscar la voz que le hablaba. Una mujer de unos sesenta años se acercó a él. Vestía un traje holgado y oscuro, su cabello recogido era platinado y tenía ojos grises. Una de sus manos se apoyaba e su cadera mientras que la otra sostenía su cigarrillo. Al castaño le pareció conocida pero no la ubicaba en su memoria. Se giró para ver si alguien más estaba con ellos. La puerta seguía cerrada. Al parecer, la mujer se encontraba ahí antes que él.

-Inge Foucault –se presentó- Me parece que ya conoces a mi sobrina… Sonya. Su padre y yo somos hermanos, pero ella resultó ser como su madre, una ilusa. Te debe haber contado del inútil de su esposo, Matt, un duelista. Bueno, no la culpo. No todos pueden llevar el peso que cargamos nosotros. Ser los extraordinarios tiene su precio ¿No estás de acuerdo?
El ojiazul la barrió con la mirada.
-Oh, lindo niño. Eres in ingenuo. ¿Te has creído lo que Sonya te dijo? El dinero y el amor nunca estarán juntos. La felicidad de cuentos de hadas no existe. Déjale esos pensamientos al mozo que te abrió la puerta. Tú como todos lo demás que formamos la élite, sabemos de antemano que esos sentimientos tan triviales son un obstáculo para el éxito.
-Me parece que no la conozco lo suficiente para que se dirija a mí de esa manera.
-Te he visto allá afuera –la mujer dio una bocanada de humo- Casi te desmayas. No debes darles importancia a esos reporteros. Cuando ya estén acostumbrados, se les olvidará como se llaman tus amantes… o bien, los puedes hacer olvidar.
-Yo no…
-Por favor, estás complicándote la vida. Ese rubio no te haría feliz. Es un fotógrafo y ellos tienen la muy ganada fama de ser unos rompecorazones. ¿Quieres pruebas? Otro de mis sobrinos, Marcus, fue su amante al mismo tiempo que Mai Valentine, la hoy esposa de Duke Devlin, amigo del tal Joey. No me digas que eso no es basura. Pero eso no le fue suficiente, después sedujo al novio de Marcus, Pavel Korbenko y le sacó el dinero para largarse a África. ¿Sabes quien es Pavel, cierto?

El castaño abrió de par en par sus ojos. Estaba escuchando algo desagradable y doloroso del pasado de Joey. Korbenko era un conocido corredor de bolsa e incluso manejaba algunas acciones extranjeras de la Corporación Kaiba. Tal vez en un momento diferente ese comentario no le hubiera importado, pero ahora era devastador. Sus ojos se rozaron pero apretó su mandíbula para controlarse.

-No le prestes atención. Tómalo como la aventura que fue. Tú decidiste seguir en este juego y así son las reglas. Somos las ligas mayores. Te felicito por tu elección por Atemu. Habrías perdido tu fortuna en ese fotógrafo antes de que él te hubiera cambiado por otra mina de oro…
-¡No es verdad! –Seto se maldijo al instante por su reacción.
-¿Tan buen amante era? Eso es difícil de olvidar, lo reconozco. Pero no imposible. ¿Qué más quieres? Tienes el dinero, el poder y la fama para hacer lo que te plazca. No te fijes si tienes que pasar sobre los demás. Para eso nacieron.
-No quiero escucharla más, si me permite…
-No pierdas la cabeza, muchacho. Atemu te perdonó tu falta de discreción. No desperdicies esta oportunidad. Serás el hazmerreír de todo el mundo si buscas al Wheeler ése. …l ya obtuvo de ti lo que quería. Ahora es famoso y por partida doble. Tiene la exclusiva de tu compañía y la anécdota de haberte llevado a la cama.
-¡Eso es mentira! ¡Deje de hablar de él como si lo conociera!
-Hablemos de ti, entonces. Eres igual a tu padrastro, Gozaburo, ¿no? Supo como entrenarte para estar entre nosotros y ser un líder avorazado. Por lo tanto, no necesito decirte lo que tienes que hacer. Tu muy guapo compañero te va apoyar, te lo aseguro. Ustedes dos son muy buenos en esto…
-No… –la voz del ojiazul el falló.
-Eres uno de nosotros y como tal, eres la fuente de deseos que el vulgo quiere tener. Sueñan en ser como tú, como Atemu o como yo. De eso viven y mueren, trabajando para nosotros, lo sabes de antemano. Pues bien, ve al lado de tu esposo, sonríe a la prensa y regresa a casa satisfecho de cumplir con tu labor –dio una fumada a su cigarrillo- Quimera, no lo olvides.
Kaiba se recargó del pilar, temblando.
/Yo no soy así… no quiero ser así… se lo prometí a Mokuba, la tierra donde nadie sería diferente… no esto…/
-Shh, my swettie –Inge lo abrazó- Siempre cuesta hacerlo la primera vez, pero lo conseguirás. Recuerda. Quimera. Eres el Dragón de Kaiba Corp. Dragón, hijo mío. Imbatible, feroz, etéreo. No existen lágrimas en tu rostro. Eres la figura mítica que todos siguen. Lejos de los mortales y su mundo. Tú no perteneces a ellos. Vuelas solo y majestuoso en los cielos de la fantasía. La pena y el dolor no tienen cabida en tu caparazón. No pierdas tu misticismo. Eso es lo que eres y así serás siempre. Como nosotros.

Kaiba lloró abiertamente. Su cabeza le dolía, igual que su corazón. El no quería se ese tipo de persona. Mucho menos como Gozaburo. Y sin embargo, al estar al lado de Atemu, lo hacía. Se separó con brusquedad de la mujer y se borró las lágrimas con furia.

-Leave me alone.
-Okay. Just remember, my dear. Chimera. Chimera you are.

Inge se marchó y el castaño respiró hondo varias veces, en un esfuerzo para calmarse. Nadie comprendía lo que le pasaba. Estaba solo de nuevo.

“Quimera”

-¡NO! ¡Yo no quiero ser así! –exclamó desconsolado- ¡No quiero!

Volvió al Hall, pero se hallaba desesperado. Quería volver con su hermano, el único y lo único que quedaba de bueno en su vida.

Ahora que ya había perdido a Joey.

“…él ya obtuvo de ti lo que quería…”

Un nuevo llanto quiso brotar de su pecho.

/Joey no es así… el no es… como yo…/

Las voces saludándole y felicitándole comenzaron a aturdirle. Las lágrimas que estaba reprimiendo saldrían de un momento a otro. Tenía que huir de ahí antes de desplomarse. Cruzó la sala hacia la salida. Un brazo atrapó su cintura y lo giró con algo de violencia. Era Atemu.

-¿Qué sucede? –lo voz molesta del Faraón resopló en su oído.
Seto tragó saliva.
-Tengo que irme…
-Aún no es tiempo –dijo entre dientes el tricolor, apretando más al ojiazul para que no los escucharan.
-Por favor…
-¿Por qué?
-… yo… sólo quiero marcharme… por favor…
Cerrando sus ojos, el castaño pegó su mejilla a la de Atemu, aferrándose a las solapas de su traje oscuro.
-Te lo suplico, Mi Faraón. Haré lo que quieras, pero necesito irme ya.
-Es tu obligación hacer lo que YO quiera, Mi Tesoro –replicó el tricolor, tomando una de sus muñecas.
Los ojos violetas del Faraón recorrieron el Hall, su enojo aumentó más al notar el temblor en el cuerpo de Kaiba.
-Te he hecho una simple pregunta –siseó.
-… por favor… -habló Seto con voz quebrada- … por favor…

Atemu se percató de un fotógrafo de la prensa invitada, que les tomaba un par de fotos. Apretó la muñeca que tenía prisionera como castigo. El ojiazul escondió su rostro en su cuello para hogar un gemido de dolor. El Faraón posó sus labios en la mejilla pálida de Kaiba, soltando un poco su muñeca.

Varios ‘ooh’ y ‘aah’ se escucharon en el salón.

-¿No se ven tiernos? ¡Míralos! ¡Que linda pareja!
-Ahora veo porque son tan exitosos. Con ese cariño…
-Están hechos el uno para el otro…
-¡Qué envidia!

Seto estaba temblando, tratando de ahogar un sollozo.

-… por favor…
-Vámonos.

Se encaminaron hacia las puertas donde aún quedaban algunos reporteros que no dudaron en acosarlos de nuevo. A una de las señas del Faraón, uno de su escolta llamó la limusina a la cual subieron sin prestar atención a la prensa. Seto se abrazó al Faraón

/Yo no soy como Gozaburo… ¡NO! ¡NO! ¡NO!/

Llegaron al hotel y subieron a su piso. Cuando las puertas del elevador se abrieron en sus habitaciones, el castaño se dejó caer, liberando su llanto. Todos estos años luchando por demostrarse que era mejor persona que su padrastro y terminaba siendo peor que él. Al menos Gozaburo era sincero con sus intenciones. El, en cambio, fingía todo el tiempo por miedo al Faraón. Vendido para salvar a Mokuba. Encarcelado a una vida de tormento para seguir con vida.

“Quimera”

/ ¡Esto no, por favor! ¡AUXILIO!/

Lloraba sin control. No se enteró cuando Atemu lo levantó en brazos y lo llevó a la cama, desnudándole. Sólo hasta que su cuerpo se estremeció por el dolor de la violación, a sus sollozos se le unieron gritos angustiantes.

/ ¡QUE PARE ESTO POR FAVOR! /

Se hizo ovillo cuando el Faraón terminó y se levantó de la cama. El ojiazul escondió su rostro entre sus brazos. Todo era cierto. Era una quimera. Una careta que escondía lo vació que estaba. Joey fue un momento único como una visión fugaz del mundo para el ciego antes de volver a al oscuridad, dejándole saber que él no era parte de lo bueno que vale la pena vivir.

“Quimera”

Un chasquido en el aire hizo que levantara su rostro. Sus ojos se llenaron de horror al ver el fuete que Atemu blandía en mano.

El mismo que le recibió al llegar a Nueva York.

-Alcanzar la perfección muchas veces requiere de romper y volver a unir, Mi Tesoro. Aún no puedes enfocarte en tus deberes porque el recuerdo de Joey te perturba. Eso es imperdonable en ti, cariño mío. Tendremos que empezar de nuevo…
-… no… -gimió Seto, retrocediendo hasta la cabecera, temblando ahora de miedo.
-Y esta vez me aseguraré de que recuerdes tu lección.

El aire silbó por el fuerte impulso que tomó el fuete que aterrizó en el castaño, abriendo las aún recientes cicatrices en su piel. Pequeñas gotas de sangre mancharon la almohada y las sábanas.

-¡NOO! ¡YA NO MAS! ¡POR FAVOR YA NO MÁS!


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Ciudad Domino.

Era un ave. Un halcón.

Planeaba frente a una playa sobre el mar abierto. Había algo aterrador en la manera en que volaba solitario y en las olas que se sacudían, furiosas pero agonizantes. El halcón voló hacia el cielo dorado que se volvió oscuro y frío. La Muerte. La calma absoluta y el olvido infinito. Ese cielo caía inexorablemente sobre el halcón que graznaba herido en la inmensidad de las aguas turbias.

Todo conocimiento, todo sentimiento, memoria y vivencias se colapsaban en un solo sentido de dolor como una concha que se encierra ante el caos a su alrededor. El halcón volando hacia lo insoldable del vacío.

Yugi abrió sus ojos, asustado. Era de madrugada. Su pecho hiperventilaba. Un par de lágrimas brotaron silenciosas, resbalando lentamente por sus mejillas.

La frustración era demasiada. Algo malo iba a ocurrir y no era capaz de averiguarlo. Se sentía perdido.

/ ¿Cómo puedo ser una luz cuando mi cabeza está llena de confusión?/


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Océano Índico, fronteras marítimas con Japón.

Ryou despertó de pronto. Un frío le había perturbado. Sus ojos se abrieron de asombro al ver su mano reposando solitaria en el otro lado de la cama.

-¡Bakura!

Las vendas y gasas que aún usaba el Ladrón de Tumbas estaban en el suelo, rotas y algunas quemadas; señalando una trayectoria hacia la puerta, la cual seguía cerrada. Su vista regresó a la cama y se topó con la bandita que ataba el largo cabello blanco de Bakura. Ryou la tomó nervioso. …l se la había obsequiado el día en que regresó del Inframundo por él y para él. Era su promesa de una vida siempre unidos.

Pequeñas lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas, mientras negaba con la cabeza.

-¡BAKURA! –se levantó como un rayo hacia la puerta.

No había nadie en el pasillo. Ryou subió corriendo a los balcones. El barco estaba tranquilo, la noche era fría y las olas del mar se mantenían serenas al paso del barco entre ellas. Tomó un nuevo ascenso a la proa. Nada. Todo esta desierto y no se veía rastro del Ladrón de Tumbas. Se acercó hasta la barandilla para mirar las aguas. Su vista no encontró alguna huella de que Bakura hubiera caído al mar.

//Mi niño//
-¡Bakura! ¿Dónde estás?
//Lamento que tenga que ser así//
-No, Bakura –lloró Ryou con la bandita entre sus dedos- ¿Dónde estás? Dime.
//Gracias Ryou. Por todo//
-… no… vuelve…
//Siempre estaré contigo//
-Bakura… Bakura… olvida esto, regresa, por favor. No tienes que salvar al mundo. Quédate conmigo…
//No salvo al mundo. Te salvo a ti//
-… pero… no… no lo hagas…
//Tengo que proteger lo que más me importa… mi vida no vale sino la tuya//
-… vuelve… por favor… no me dejes…
//Yo he vivido entre las sombras, mi niño y ese mundo no es para ti. Si dejo con vida al Faraón, te llevará a la oscuridad. Jamás me perdonaría eso. Prefiero que los demonios devoren mi alma por la eternidad que saberte en peligro//
-… por favor… déjale esto a Joey…
//Ya no es Joey… o Kaiba… son todos. Tú, mi niño. Tú//
-…no… no… no…
//Me has domesticado, mi dulce niño. Y por eso he ganado la luz de Ra que brilla cada mañana. Así mi amor te despertará cada día. Nuestras almas están unidas y volverán a encontrarse. Adiós//
-¡BAKURA! ¡BAKURA! –Ryou dejó de percibir al Ladrón de Tumbas- ¡NOOO! ¡NOOOOO!

El albino se dejó caer, apretando la bandita contra su pecho. Bakura se había ido.

Ishizu llegó a él, consternada. Le había escuchado cuando salió al pasillo, llamando al Ladrón de Tumbas y lo había buscado también, despertando a Odión y Marik, para ayudarle. Al ver al chico llorar tan desconsolado se arrodilló a su lado y lo abrazó.

Poco después llegó Odión.

-Ese tonto se ha esfumado. ¿A dónde diablos se fue? Tendremos que esperar a que amanezca, pero me parece que no hay un bote o salvavidas faltante. ¿Qué sucede? –preguntó preocupado, acercándose a la egipcia.

Ishizu, que mantenía los ojos cerrados, le miró, liberando también sus lágrimas. Odión comprendió.

-Por Ra, Bakura. Tienes aún heridas graves –murmuró.

Marik los alcanzó corriendo.

-¡Se llevó los artículos, Ishizu! –habló jadeando- Regresé a su camarote. Lo que no comprendo son las quemaduras en las vendas… -hizo una pausa al ver el estado de Ryou- ¡Oh, no!

El llanto del albino aumentó. Ishizu miró al cielo, meciéndose con el chico.

-Poderoso Ra que gobiernas los cielos, perdónanos, hemos fallado ante tus ojos. Nuestra mente mortal no supo entender tus mandatos, gran señor. No vimos la oscuridad que gobernaba a tu hijo. ¡Osiris, rey del Inframundo! Si es tu voluntad que nosotros hemos de morir, que así sea. ¡Reina Nut! Te suplico que salves a los inocentes, no dejes su sangre correr, ¡sálvalos, Madre Divina!

La egipcia arrulló a Ryou hasta que cayó exhausto de dolor. Peinando sus cabellos y secando sus lágrimas, se dirigió a Odión.

-Por favor, llévalo a su cama. No hay consuelo para su alma. Tendremos que cuidarle al menos hasta que esté con sus amigos.

Odión tomó al albino en brazos y se retiró hacia los camarotes.

-Bakura está sufriendo una transformación que afectaba su cordura –comenzó a decir Ishizu a Marik- y antes de que cayera en el mismo hoyo que el Faraón se ha marchado…
-¿Irá a perseguirlo? –preguntó Marik.
-Dispuesto a matarlo a costa de su propia vida, puedo jurarlo. Los Dioses le han dado el poder necesario para lograrlo. Espero y rezo porque así sea. Una vez que el Faraón haya arrebatado una vida, ya no parará hasta haber saciado su ira –dijo la egipcia mirando el mar- en su arrebato liberará el Reino de las Sombras en este mundo.
-Habías dicho que Bakura habló de la muerte de alguien. Tal vez de Joey y Kaiba –Marik se sentó al lado de su hermana- Si el Faraón ve muerto a Seto, se cegará y culpará a todos los demás por su error. Todos seremos traidores entonces.
-El Ladrón de Tumbas es nuestra única esperanza. El aún tiene un fuerte motivo para aferrase a la luz de la vida… ¿qué sucede, Marik?

El Egipto estaba con la mirada perdida. Cuando Ishizu lo llamó, se levantó y se recargó en la barandilla, cruzándose de brazos.

-Recuerdo cuando mi maldad se apoderó de mí. El Faraón era otro y se preocupación por mí era tal que no quería por ningún motivo quitarme la vida aunque yo se lo pedí. Sin embargo, lo que me hizo despertar fueron ustedes. Estabas ahí, hermana, rogando por mí y suplicándome no perder las esperanzas; y Odión con su voz llamándome. Su cariño me trajo de vuelta, realmente.
-Hay una luz de amor para el Faraón, ¿eso estás diciendo?
-Yo… bueno, no estoy seguro.
-¿Puedes asegurarte en cuanto lleguemos a Ciudad Domino?
-Necesito ver al Faraón, en él veré mi respuesta.
-Eso será muy peligroso, pero estaremos pendientes. El enfrentamiento con Bakura puede liberar la furia del Faraón por completo, pero de existir la esperanza que mencionas, todos se salvarán.
-En cuanto llegue el Faraón, tendremos que detenerle –intervino Odión, regresando con ellos.
-Difícilmente Odión –dijo Marik- Tiene planeado llegar solo horas antes de la fiesta en el Museo para no darle tiempo a los Kaiba de nada más que cambiarse y preparar de nuevo su maleta para tomar el vuelo hacia Egipto en cuanto él acabe con lo que tenga que hacer ahí.
-Ese será nuestro momento –sentenció Ishizu- Será mejor prevenir a Yugi y sus amigos. Solo los Ishtar se presentarán ante el Faraón. Es nuestra responsabilidad. Si Joey desea estar con nosotros, así será. Los demás tendrán que permanecer alejados por su seguridad.

Los tres volvieron a sus camarotes. Marik miró la imagen que mostrara a Bakura tiempo atrás.

-Yo quisiera ser el que te salvara Faraón –susurró- Pero, ¿tu corazón se fijaría en mí?


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San Francisco, U. S. A.


-Yo no voy a involucrarme…
-Por favor, Duke, sólo escúchalo.
-El ha sido un buen amigo, pero no puedo verme envuelto en cosas que ya tienen otras consecuencias diferentes a un simple pleito romántico, Mai.
-Yo te lo pido, escúchalo.
-Como me molesta que seas así con él.
-¿Tú no harías lo mismo por mí?
-Eso se llama chantaje.
-Prometimos ayudarle en las buenas y en las malas.

Duke le hizo una seña a Mai para que abriera la puerta de su despacho y dejara entrar a Joey.

-Gracias, Duke.
-Aún no me agradezcas nada Joey. Mai ya me contó tus planes. No estoy de acuerdo.
-No quiero que lo estés. Solo te pido que uses tus influencias para meterme en la recepción del Museo.
-Si Atemu se entera…
-No tiene por qué. Solo necesito un pase de prensa, yo me encargaré de colarme entre su escolta de guardaespaldas. El jamás me verá, te lo aseguro.
-¿Por qué no ahora?
-Porque la valla de gorilas que ha puesto alrededor de ellos tienen la orden clara de no dejarme acercar ni un centímetro. Pero no podrá controlar el acceso al Museo.
-He visto a Kaiba en televisión y tengo que admitir que algo raro le pasa. Pero ayudarte a robártelo en las barbas de Atemu es algo muy diferente. ¿Cómo vas a lograrlo?
-No lo sé.
-¡Oh, cielos!
-No, Duke –intervino Mai, detrás de él y apoyándose en sus hombros- Es mejor así, la improvisación es la firma de Joey. Sé que la oportunidad se le presentará.
-¿Y como sabré que no estrellarás mi avioneta? No quieres decirnos nada más…

Joey se acercó al escritorio de Duke y se arrodilló frente a él.

-Te pido perdón a ti y a Mai por lo que les hice y lo malagradecido que fui todo este tiempo…
-Joey… -musitó la rubia.
-Una vez más necesito de su fe ciega en mí. Si consigo llevarme a Seto y a Mokuba lejos de Atemu no te volveré a pedir nada más.

Duke buscó la mano de Mai en su hombro para sujetarla.

-De acuerdo, Joey. Mi avioneta estará en donde dispones y lista para llevarte a donde quiera que tengas pensado ir.
-Gracias Duke. Gracias Mai. Son mis padrinos mágicos.
-Y que lo digas, guapo.

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