Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Amor Después por clumsykitty

[Reviews - 35]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Este capítulo es muy oscuro y turbio =NCS

&&&&&&&&&&


EL AMOR DESPUES.


Capítulo 4. Rompecabezas


Había sido una tarea titánica enviar a un muy preocupado Mokuba a dormir pero con ayuda de Marik, Seto por fin lo había convencido. Con suavidad y tratando de no hacer ruido abrió la puerta del dormitorio que Ishizu les había preparado. Creía encontrar a un dormido Atemu pero la cama estaba vacía con los almohadones intactos y las velas encendidas en el piso. Pero antes de que dijera o hiciera algo un par de brazos lo tomaron por detrás y una lengua recorría su cuello lasciva.

-¿Atemu? ¿Qué…
-Shh… es nuestra noche de bodas ¿no? –respondió, pegándose por completo al cuerpo del otro- Vamos a disfrutarla…

Seto se mordió un labio para no gemir cuando una de las manos de Atemu se dirigió hacia su entrepierna mientras la otra recorría de manera erótica su pecho tratando de excitarlo. La boca del Faraón tampoco estaba quieta pues recorría con ansia su cuello y mordía juguetona su lóbulo. Un cosquilleo comenzó a recorrer su cuerpo pero su mente no cedía a aquél escarceo cada vez más demandante. Su cerebro trataba de asimilar lo ocurrido en las últimas horas como si todos sus recuerdos fueran piezas sueltas esparcidas arbitrariamente. Pero por más esfuerzos que hiciera no recordaba algo que sentía importante.

-Ummm… ya no te esfuerces tanto, Mi Tesoro –ronroneó Atemu girando al ojiazul para verle de frente- …he sanado tus heridas y por eso sientes un vacío pero no es nada importante –continuó volviendo a su tarea de seducirlo-, deja todo eso a un lado y déjame llevarte al mundo del placer.

Seto trató de replicar pero un beso furioso y apasionado lo calló. Una lengua invadía su paladar mientras un par de manos trataban de quitar la ropa que llevaba puesta. Cerró los ojos en un intento de dejarse ir y disfrutar de las caricias del Faraón pero su mente le seguía repiqueteando ese vacío.

-¡No! Espera Atemu, –interrumpió el ojiazul, soltándose del abrazo- mi cabeza todavía me da vueltas y preferiría descansar. Ha sido mucho tiempo el que estuve fuera de mí…
-Ese es un pretexto mediocre, Seto –replicó molesto Atemu- Te he dicho que no es nada importante y debes creerme.

Una vez más trató de tocar al ojiazul pero de nuevo fue rechazado. Seto se echó hacia atrás levantando sus manos en un gesto de negociación.

-No me estoy negando, sólo quiero esta noche para descansar, Mi Faraón –aclaró Seto, tratando de no decepcionarlo- Tienes toda la vida por delante para hacer esto.

Atemu le miraba con dureza sin moverse pero de pronto su postura se relajó. Kaiba suspiró profundamente cerrando los ojos, sin darse cuenta que la furia invadió aquellos ojos violetas. Unas manos lo alzaron en vilo por la cintura haciéndolo gritar de sorpresa –y miedo- al ver el cambio de actitud por parte del Faraón.

-Si tú no quieres disfrutarlo, Yo sí lo haré… -gruñó arrojando a Seto a la cama.

El ojiazul no tuvo tiempo de recobrarse pues Atemu rasgó sus ropas al tiempo que mordía y besaba con rabia sus labios. Por instinto trató de patear al Faraón, solo para recibir una fuerte bofetada que enrojeció de inmediato la mejilla de Seto.

-No lo eches a perder, Mi Tesoro, yo soy el único que sabe lo que tú realmente quieres…

Kaiba no creía lo que estaba ocurriendo, minutos antes Atemu le había jurado amor incondicional y ahora estaba a punto de violarlo. Cerró los ojos enterrando su cabeza en la almohada en actitud sumisa para apaciguar la ira del Faraón mientras éste se desvestía con impaciencia, sólo para detenerse a contemplar el cuerpo desnudo de su regio esposo. Era un cuerpo de piel delicada y contornos perfectos. Sonriendo maliciosamente separó a la fuerza las piernas de Seto que abrió los ojos con horror. Un presentimiento le decía que iba a dolerle y mucho. Atemu había hecho a un lado la ternura y la paciencia.

-Por favor… no… -suplicó.

El Faraón se abalanzó sobre su boca para callar el grito de dolor que escapó de su garganta cuando aquel miembro entró de lleno y sin preparación alguna en su cuerpo virgen. Gruesas lágrimas cayeron a la almohada mientras Atemu tomaba sus muñecas y las apretaba con fuerza para comenzar a embestirlo salvajemente.

Giró su cabeza para esconder su llanto mientras el Faraón se movía dentro de él ignorando el dolor que latigaba su cuerpo con cada embestida. Podía sentir un hilillo tibio escurrir de entre sus muslos. Era su sangre. Y eso pareció excitar más a Atemu que se movió aún más brutal, mordiendo su cuello hasta que el orgasmo le alcanzó. Arqueando su espalda, el Faraón sonrió para sí al sentir como reclamaba a Seto para sí con su esencia inundándolo. Mientras el ojiazul se mordía los labios de humillación al sentir como ese fluido se mezclaba con su sangre.

/Esto no debía ser así… yo no tenía que sentirme así/

Finalmente el dolor fue insoportable y se dejó llevar hacia la inconsciencia. Atemu se dio cuenta del cuerpo desmayado de su esposo y retirándose jaló una sábana para cubrirse ambos, abrazando con delicadeza a Kaiba mientras limpiaba con esmero el rastro de lágrimas que aún quedaban en su rostro.

El sol comenzó a salir en el horizonte anunciando el nuevo día. Atemu lo miraba meditativamente. Todo volvía a la normalidad. Ra podía ver ahora que ellos eran un matrimonio consumado y que podían recibir sus bendiciones.

-Así como Osiris vuelve cada día de la muerte –murmuraba a Seto, cepillando sus cabellos- Así nosotros hemos vuelto a la vida, Mi Tesoro. Este nuevo sol nos ilumina con un futuro nuevo. Ya nadie lastimará tu corazón. Volverás a amar como lo hiciste antes –decía dejando un beso ligero en su frente- Nos amaremos y seremos el uno para el otro como es el cielo para la tierra. Estoy aquí para protegerte y cuidarte, Mi Tesoro.

Con un bostezo recargó su cabeza en el hombro del ojiazul esbozando una sonrisa cayendo profundamente dormido.




Debía ser un sueño.

El parque estaba vacío y era una tarde soleada, pero podía escuchar el sonido de los árboles mecerse al viento y el canto de los pájaros. Era una tarde cálida y radiante. Más bien todo parecía resplandecer como si un aura de luz envolviera todo.

Era un sueño.

Sabía que tenía que estar ahí, aunque no comprendía el por qué.

Era importante.

Giraba alrededor buscando. Buscando.

Esperando.

El reloj del parque marcó cinco campanadas. Eran las cinco de la tarde. Una súbita emoción llenó su corazón, solo comparable a cuando tenía un duelo. Solo que esta vez era otra cosa más importante que un Duelo de Monstruos.

¿Qué era?

Seto sabía que era algo muy importante pero no podía recordar qué.

Algo faltaba…

Una luz brillante cegó su vista, provenía de su mano izquierda. Era un anillo…




Unos ojos azules se abrieron de golpe pero parpadearon al ser tocados por los rayos del sol que se reflejaban en su anillo de bodas. Levantó su mano para acercarlo a su rostro. El anillo era hermoso, los jeroglíficos tallados estaban hechos con exquisito cuidado. Al igual que con aquella carta egipcia Seto sabía lo que decía.

Mi Tesoro.

El sol era cálido y el aire tibio pero húmedo, se oía a lo lejos el rumor de una corriente de río. Sin duda era una maravillosa mañana en Egipto.

Seto frunció el ceño tratando de recordar que había soñado justo antes de despertar pero no lo consiguió. Refunfuñando trató de mover sus piernas para sentir una terrible punzada que le trajo de vuelta al mundo real, recordándole la noche de bodas que un ausente Faraón le había regalado. Armándose de valor retiró la sábana que le cubría para descubrir la sangre y semen ya secos entre sus piernas y las manchas de éstos en la cama. Apretando los labios hizo un esfuerzo por sentarse inclinado sobre su cadera para no ejercer más presión entre sus glúteos.

/¿Qué había soñado?... no lo recuerdo/

Suspiró fastidiado. Es no importaba, ya que un sueño no regía su vida. Ahora tenía que lidia con un problema real y doloroso.

Y sin embargo…

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).