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Sucesos de la vida por shiroii kiba

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Notas del capitulo:

Bien aquí esta el segundo capitulo, disfruten :D 

5 AÑOS DESPUÉS

En aquella pequeña habitación, 2 hombres, uno rubio de aproximadamente 38 años y un peli-rojo de la misma edad, ambos hombres de buen físico, y un niño de 8 años con cabello negro azabache, se encontraban en dicha habitación.

El pequeño  estaba esposado con las manos en su espalda, las cuales estaban siendo fuertemente separadas por sus brazos con una tabla de madera, que a su vez, estaba encadenada a una argolla en el techo de una habitación.

Tenía una bola de plástico roja en su boca a modo de mordaza, anexada a una correa que la mantenía sujeta a su boca, además de una venda de color negro cubriendo sus ojos.

Sus piernas estaban encadenadas tensamente y separadas lo suficiente para que los hombres le estaban haciendo.

Tenía en su espalda numerosas marcas rojizas y una que otra ampolla de sangre, ambas cosas resultado de latigazos y golpes recibidos por parte de esos hombres.

El pequeño estaba llorando casi inconscientemente, pues en ese momento apenas se encontraba despierto; el peli-rojo lo estaba penetrando mientras que el otro introducía al mismo tiempo un dildo por el mismo conducto.

-ahora si entiendo el por qué lo haz conservado a este pequeño por tanto tiempo…- dijo el peli-rojo, siguiendo con lo que hacía.

-y decías que era una pérdida de tiempo....- respondió finalizando con una sonrisa sarcástica el rubio.

El pequeño querría gritar, pero esa esfera  de plástico se lo impedía, aunque de cualquier manera, ya estaba acostumbrado, era tratado así desde hace más de 4 años, y aunque le dolía, no podía hacer nada; lo peor era que sus hombros, sus rodillas, sus tobillos, sus muñecas, su cuello y codos le dolían todo el tiempo, como resultado de estar en esa posición durante mucho tiempo.

_ _ _ _ _ _ _

-¿listo Steve?- preguntó un hombre entrando a un despacho algo desordenado, su aspecto no era  tan alto solo con un  1.75 de altura con el cabello corto y con una barba estilo de candado.

-no tienes por qué preguntarlo, llevo siguiendo la pista de ese sujeto desgraciado durante meses, así que te lo aseguro que esta misma noche estará tras las rejas…- respondió un hombre de cabello claro y ojos azules, era más alto que él otro sujeto. Con  un aspecto de no haber dormido en días, ya que su ropa estaba muy desarreglada y tenía barba de no afeitarse una o dos semanas, sus ojos se veían cansados y su despacho estaba lleno de papeles y vasos de café vacíos excepto una que tenía en su mano.

-amigo… te ves destrozado, no creo que sea buena idea que vayas al operativo…

-¡¿bromeas?! Ese maldito desgraciado me ha evadido por un largo tiempo, ahora que por fin lo tengo no lo dejaré ir…

-al menos hubieras descansado un poco.

-de haberlo hecho, había escapado.

-bueno… pero ten cuidado y prepárate para el momento.

-no te preocupes- hizo una sonrisa desganada.

El hombre más alto salió de la habitación.

El detective que al parecer se llamaba Steve, suspiró fuertemente y masajeó su cuello por el estrés, le habían encomendado la investigación y liderar el operativo del ataque y captura. Había sido bastante trabajo que apenas había dormido en un par de semanas, y aunque había sido muy tedioso y aburrido, realmente querría capturar a ese tipo.

Tomó los papeles que había sobre su escritorio, lo puso en el archivero y comenzó a recoger los vasos de café vacíos mientras le daba sorbos al que tenía en su mano, querría tener todo limpio antes de comenzar el operativo.

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Pequeñas lágrimas caían suavemente por las mejillas del pequeño, era las pocas lágrimas que aquella venda negra había dejado escapar, y al mismo tiempo eran el único desahogo que tenía.

Los hombres se reían divertidos al ver las reacciones del cuerpo del niño, aunque a diferencia de a cuando habían comenzado, el niño ya casi no se movía, se estaba quedando inconsciente y su respiración era muy leve.

-ya casi no reacciona…- dijo el peli-rojo saliendo del pequeño.

-bueno, creo que ya llevamos mucho tiempo con él, digo, te has corrido  5 veces y el de seguro está cansado.

-¿entonces, nos detenemos?- en cuanto dijo eso el peli-rojo, se comenzaron a escuchar sirenas de patrullas de policía.

-¡¡SEÑOR THOR ODINSON, ESTA BAJO ARRESTO, SALGA CON LAS MANOS EN ALTO Y NO OPONGA RESISTENCIA O ENTRAREMOS!!- dijo un hombre con alta-vos  desde afuera.

-joder...Thor…. creo que te encontraron- dijo el peli-rojo.

-¡maldición!

-¡tenemos que largarnos rápido!- dijo el peli-rojo jalando el brazo de su compañero.  

-¡dame un segundo!- el tipo se acercó al niño.

-¡¿qué haces?!

-¡lo libero para poder llevarlo!!

-¡¡olvídalo, solo será una carga!!

El hombre que al parecer se llamaba Thor, lo meditó un momento y terminaron retirándose escapando desde una puerta trasera muy oculta.

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-¡maldición! ¡el desgraciado no sale!- dijo Steve muy estresado.

-Steve relájate- le dijo el compañero que había estado en su oficina hace un rato.

-¡nada de relajarme!, entraré a hacer reconocimiento.

-espera, no puedes ir tu solo.

-mira, solo déjame ir, si escuchas balas, entren, mientras que no, esperen a que de la señal.

El hombre con el bigote estilo candado se lo pensó un momento, pero después asintió, sabía que su amigo era un necio y que no iba a cambiar de opinión.

El detective Steve entró lentamente a la construcción; era una especie de bodega grande con una puerta común y corriente, cerca del puerto de Nueva York, de manera que fuera poco sospechoso, pero después de meses de investigación, el detective Steve había dado con el escondite.

El detective tiró la puerta con una puerta y cargada su arma, apuntó al interior preparado para que alguien hiciera algo, pero al no ver movimiento, entró lentamente tratando de no bajar la guardia, pero al entrar por completo, se dio cuenta que más que una bodega, que era lo que parecía por fuera, era más bien una casa lujosa con varias habitaciones, a excepción de una puerta vieja de metal en el fondo del pasillo, la cual, llamó la atención del detective, haciendo que se acercara a la misma lentamente , tratándose de no arriesgarse a una trampa, y cuando por fin llego a esta, vio que estaba abierta y entró.

-joder…- pensó en voz alta.

Su rostro denotó terror al ver aquel pequeño cuerpo encadenado de esa manera, un niño pelinegro, completamente desnudo encadenado tensamente al techo desde sus muñecas y tobillos dolorosamente acomodado con una larga tabla separando sus brazos, prácticamente ahogado con una esfera de plástico en su boca, amarada con una correa por detrás de su cabeza, sus ojos estaban cubiertos por una oscura venda de la cual se veían rastros de lágrimas en las mejillas del chico; estaba ligeramente suspendido en el aire, y de su ano, donde tenía un exagerado dildo, también goteaba rastros de semen y sangre que al parecer, ya habían formado un pequeño charco y su pequeño torso lleno de heridas sangrantes.

El hombre suspiró con un denote de terror, notando además la habitación, con una lámpara de luz blanca que titilaba de vez en cuando, como si tuviera alguna falla en algún cable, la argolla del metal que estaba en la pared cerca de un colchón y otra el techo de la habitación, de donde estaba encadenado el inmóvil niño, y por supuesto, el colchón sucio en el piso del cuarto sobre el cual estaba una especie de látigo con el que seguramente lastimaron al pequeño.           


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