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{Edge Of Seduction II} Domination por HaePark

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Notas del capitulo:

Ni un mísero review. 

En fin, les dije que les traía el capítulo o ayer o hoy y al final me demoré un poco.

Ni lo he corregido pues quería subirlo ya. Espero que no tenga muchos errores.

Narrado por Shun, el mayor de mis Karat.<3

Espero que este les guste.<33

Shun

Soy Shun, el mayor de los únicos seis hermanos Karat vivos y el líder de ese último clan. Tengo doscientos ochenta mil años, veintiocho a simple vista, y mi don o habilidad se conoce como la infiltración exterior. Soy capaz de vadear los pensamientos, los recuerdos, las ilusiones, todo lo que conforma la mente de alguien, mas soy totalmente incapaz de modificar nada.

Mi misión es cuidar y proteger a mis seis hermanos menores, en especial a Skyress, a quien saco una vida. Skyress, el menor de todos mis hermanos, es también mi favorito. O lo era antes de cometer el mayor error de nuestras larguísimas vidas; acostarnos juntos.

Antes de que me taches de maricón pedófilo e incestuoso, déjame explicarte que es Skyress el que se me insinúa una y otra vez y el que me suplicó que me acostara con él. Skyress es un chico muy extraño.  Fue brutalmente violado por una cuadrilla de Metax durante la guerra cuando atravesaba los doce años humanos (añádele cuatro ceros para saber su edad Karat) y desde entonces se reveló como un niño infantil, traumatizado, incapaz de dormir o de hacer vida si no se hallaba pegado a mis tobillos.

Y yo lo amo, lo amo como un hermano mayor ama a su hermano pequeño, y cuidé de él, cuido y cuidaré todo lo que haga falta. Pero esta tarea es un tanto difícil cuando el hermano en cuestión procura por todos los medios obviar el vínculo fraternal para que te acuestes con él. Es un niño sexualmente precoz y he de añadir que su apetito sexual es incluso preocupante.

Los Karat, al menos en teoría, no nos hallamos dotados de apetito sexual, no conocemos esa índole de sentimientos y sensaciones humanas.

Me acosté con él para que olvidara su deseo, para que perdiera interés en mí. Y creo que fracasé.

Una semana antes de lo sucedido con el Metax y la noche posterior a lo nuestro, nos despertamos en la amplia cama de matrimonio del hotel en el que nos encontramos. Skyress está desnudo a mi lado, en apariencia aún dormido. Se encuentra recostado en posición fetal, con la cara hundida en la almohada.

Me quedo unos momentos contemplando su matita de pelo oscuro al contraste con la blanca funda, sus largas y bien torneadas piernas deslizarse por el colchón al ritmo de su respiración, sus delgados brazos, su sedosa espalda…

Recuerdo, y el recuerdo me hiela la sangre en las venas. Me obligo de inmediato a apartar la mirada del cuerpo de mi hermano. Parezco un pedófilo. Soy un pedófilo. Lo recuerdo como un niño pequeño desplegándose en toda su inocencia, como un diminuto ángel gimiendo entre mis brazos. El corazón me palpita con más fuerza y el bienestar me recorre la piel. Aniquilo esos sentimientos pensando en que debería tenerme asco a mí mismo.

Los rastros de mi semen, ya reseco, manchan la cara interna de sus muslos. El suyo mancha el colchón. Las evidencias de que sí, me he acostado con mi hermano pequeño, son evidentes.

Me digo que no merezco ser el líder de los Karat, ni merezco seguir vivo siquiera.

No soy mejor que los Metax que lo violaron, a fin de cuentas.

Nunca más, me prometo firmemente a mí mismo.

 

 

Skyress no hace más intentos de acercarse a mí o tocarme en toda la semana. Tampoco me habla. Solo escucha música y mira al infinito como si viera cosas que otros no ven, o como si lo encontrara interesante. Todo el santo día.

Yo extraño los momentos en los que solo éramos y solo habíamos sido hermanos, buenos confidentes. Echo de menos su risa, sus anécdotas, esa sonrisa feliz que por algún motivo solo exhibía cuando estaba conmigo. Le echo de menos, mas sé que las cosas jamás volverán ya a ser como antes y no insisto. Me digo que es mejor que no me hable a que se me restriegue entre las piernas y haga renacer en mí el deseo de poseerle de nuevo.

El SMS de Laos es lo único que consigue quitarme el problema con mi hermano pequeño de la cabeza.

Un Metax. Un maldito Metax, aparentemente en solitario, entra en una clase (coincidiendo justamente en la que están Yack y Laos, los únicos Karat que en el momento actual se encuentran en Greenlake), se sienta en su asiento y aparenta ser un humano más. Exactamente igual que nosotros.

Es una situación sin precedentes y en principio, sin lógica. Pero debe haber algo más.

Skyress acoge con su usual indiferencia la noticia de que debemos volver a Greenlake. Se limita a encogerse de hombros y a meter las escasas pertenencias que tiene consigo en mi mochila, como le indico que haga.

El SMS ha llegado a las doce y media de la noche, lo que me indica sin lugar a dudas que Yack y Laos se han pasado por lo menos siete horas y media titubeando entre si decírmelo o no. ¿Cómo no van a ponerme al corriente de algo tan importante como esto? Definitivamente, los problemas van incrementando y la confianza de mis hermanos en mí, decayendo.

Si supieran…

Reenvío inmediatamente el SMS a Kairin, quien me llama unos minutos después.

—¿Shun? Soy Kairin.

—Pensé que estabas ya dormido.

Oigo ruido detrás de mí. Estoy sentado en la terraza de la habitación del hotel que comparto con Skyress y de pronto las persianas se descorren. Me giro y me encuentro cara a cara con la faz de mi hermano pequeño. Sus ojos de color esmeralda se encuentran fijos en mí y en ellos se dibuja curiosidad.

—¿Qué sucede? —susurra.

—Nada. Te lo explico luego. Vete a dormir—me pongo el dedo índice sobre los labios y con la otra mano le hago un ademán instándole a que se vaya.

—¿Te molesto, Shun? —inquiere Kairin al otro lado de la línea telefónica.

Skyress no añade nada más, lo cual me sorprende pues por regla general adora quejarse. Se da media vuelta y se dirige a la habitación de la suite.

—Para nada. Supongo que me llamas por el SMS de Laos.

—Exacto. Espero instrucciones.

Me llevo el índice derecho a la sien y la masajeo, pensativo. Instrucciones. Ser líder de un clan milenario en peligro de extinción no es fácil, desde luego. Volver a Greenlake supone llevar de nuevo a los prisioneros al sitio de donde los sacamos. No volver a Greenlake implica dejar a dos de mis hermanos solos. Sacar a Yack y a Laos de ese sitio es inútil, pues al igual que ellos se han percatado de la presencia del Metax, es de suponer que el Metax también les ha identificado sin problemas como Karat.

Además, podría seguirles y descubrirnos a los seis. Y un enfrentamiento directo en Landway reduciría aún más nuestras posibilidades de salir victoriosos que si este tuviera lugar en Greenlake. Además, mis hermanos afirman que solo hay un Metax, cosa que personalmente pongo en duda, pero ellos son quienes lo han visto. Un Metax solo contra seis Karat es resultado cantado a nuestro favor, aunque solo sea por la ventaja numérica.

—En cuanto mañana se ponga el Sol, agarra a tu troupe y llévatelos de vuelta a Greenlake.

—¿Volvemos?

—Volvemos.

Se despide y cuelga el teléfono. Yo hago lo propio. Me incorporo y me asomo por la barandilla de la terraza apoyando los codos sobre esta.

La ciudad de Landway brilla con mil luces. Pienso en que las ciudades grandes, las concentraciones humanas son similares a las concentraciones Karat, cuando las había. Se encuentran más vivos de noche. Todo surge de la noche. La luz no brilla de día tanto como de noche. Ese es un principio que nos ha tocado a todos los Karat desde hace miles de millones de años.

Suspiro hondo. Joder, las cosas se han ido complicando demasiado. Sobre mis hombros noto el peso de la fría losa de la autoridad. Soy el líder del último clan Karat de la historia de todo el mundo. No puedo soportar la idea de la desaparición de nuestra raza, la raza guardiana y asesina de humanos. La raza correcta.

De momento, voy conduciendo a la familia lo mejor que puedo, aunque dada la coyuntura actual, no puede decirse que lo haya hecho con demasiado acierto.

Decido preocuparme de todo esto ya mañana. Es tarde y sé que no me vendría mal dormir un par de horas antes de que el Sol salga y haya de volver a Greenlake. Vuelvo al interior de la suite y me encamino hacia el dormitorio.

El interior del dormitorio está a oscuras y el pequeño bulto que indica la presencia de Skyress sobresale por encima del colchón de la cama. Me desvisto en silencio para no despertarle con el ruido.

Sin embargo, cuando me coloco una camiseta vieja, repleta de agujeros, a modo de pijama, oigo un quedo sollozo reverberar en las paredes de la habitación.

—¿Skyress? —susurro, sobresaltado.

Movimiento de mantas. La cabeza de Skyress sale de debajo de éstas y me mira directamente.

—¿Shun? No…no te había oído entrar…lo siento.

Cubro la distancia hasta la cama y me tumbo sobre esta con cuidado. Me echo las sábanas por encima y me giro hacia Skyress, quien se haya tendido a mi lado.

—Descansa, Skyress. Mañana hemos de ir a Greenlake.

—¿Por qué? —pregunta a media voz.

—Ha surgido un nuevo problema.

—¿Vamos a morir?

Dicho por su vocecita suena horrible.

—No, por supuesto que no. Ahora cierra los ojos y descansa.

Se coloca boca abajo, cubriéndose con la almohada.

—N-no…no puedo…

Suspiro profundamente.

—¿Por qué no puedes?

Oigo como solloza de nuevo y casi veo en la oscuridad como pequeños torrentes de lágrimas brillantes se deslizan por sus pómulos.

—Shun…cada vez que cierro los ojos me acuerdo de ti—confiesa, su voz suena ahogada por el llanto—Duele…y no quiero cerrar más los ojos por eso.

Oh, no. Vuelta a empezar. Un agradable cosquilleo se esparce desde mi pecho hasta mi abdomen y me reconforta en todo mi ser. Inmediatamente, troca en asco hacia mi mismo. ¿Mi hermano pequeño está llorando y mi corazón se acelera porque diga que piensa en mi? ¿Qué clase de…persona soy?

—Intenta pensar en otra cosa—le sugiero con tono monocorde.

—No hay otra cosa.

—Joder, Skyress—rezongo con molestia.

—Lo siento—se disculpa inmediatamente. Se encoge bajo las sábanas; noto sus rodillas desnudas rozar mis caderas cubiertas por el bóxer. El contacto suelta una chispita en forma de cosquilleo que fluye de un cuerpo a otro, aunque ninguno de los dos nos damos por enterados—perdóname por molestarte. Supongo que tienes que descansar para mañana estar fuerte y hacer el líder y todas esas cosas. Buenas noches.

Conozco lo suficiente a mi hermano como para saber que si ahora le respondo, esto acabará en pelea, y la pelea acabará en felación/masturbación hacia mi persona, cosa que pretendo evitar por todos los medios. Por lo que me callo, me giro para el lado opuesto, el de la pared, y ahí permanezco inmóvil.

Los minutos van pasando y después, las horas.

 

 

El viaje a Greenlake transcurre en silencio. La reunión con mis hermanos concluye en más rapidez que la que yo había imaginado, pero se toca todo lo necesario en ella y llegamos a un plan con el que yo, personalmente y como líder, estoy conforme.

Realizamos el nuevo plan de habitaciones y quedan las parejas resueltas de la mejor manera posible; Kairin, responsable y totalmente exento de sed (al menos en el plano práctico, en el teórico padece de la sed como todos nosotros, solo que en doscientos setenta mil años aún no la ha sentido hacia nadie), con el insolente Ethan, Darkxai con su presa, Niel. Lo ideal sería que Laos, buen estratega y de amplios conocimientos y yo, líder del clan, compartiéramos habitación, pero, a instancias de Yack, vuelvo a estar emparejado con Skyress.

Otra vez.

Además, quedamos encargados él y yo de ir a adquirir los muebles para la habitación de Darkxai y Niel, ahora instalada en el garaje.

Yack y Laos suben a su habitación para prepararse, hoy irán al instituto para interrogar al Metax, como se ha discutido en la reunión. Darkxai irá con ellos por si acaso.

—Si necesitáis ayuda, llamadme al móvil—les digo desde el umbral de la puerta—lo tendré encendido todo el día.

—Entendido, mamá, gracias—replica Yack con sorna mientras mete distraídamente sus libros en la mochila.

Pongo los ojos en blanco y me doy media vuelta para volver abajo con los otros.

En la cocina están Skyress y los humanos. Mi hermano se ha sentado bien lejos de ellos y los mira de soslayo con repugnancia. Bien conocido es ya por todos que Skyress siente un asco y un odio hacia los humanos por alguna causa mayor que el de nosotros cinco.

—Bueno, ¿Nos vamos? —le digo.

Skyress asiente y se incorpora.

Mientras salimos de la cocina nos topamos con Kairin, que entra. Súbitamente, Skyress comienza a toser.

—¡Tío…—jadea—…como hueles!

—¿Yo? —Kairin alza una ceja, descolocado. Se mira a sí mismo y se husmea. Acto seguido alza la mirada hacia mí, dejándome claro que no sabe a qué se refiere Skyress.

Me acerco yo a él y le huelo el cuello. Ahí está, inconfundible. Olor a humano. Tal vez un poco más intenso de lo usual, ya que, realmente, todos apestamos a humano. Consecuencia de estar conviviendo casi a tiempo completo con ellos.

—Hueles mucho, —Skyress hace hincapié en la palabra—mucho a humano.

Ante mi sorpresa, la tez de Kairin adquiere un inusual color rojizo. Y por el rabillo del ojo veo como Ethan y Niel comparten una significativa mirada. Manifiesto es que aquí ha sucedido algo.

—¿Qué ha pasado, Kairin?

Kairin sacude la cabeza, azorado, sin querer hablar de ello.

—¿Todos los Karat sois tan hipócritas? ¿Todos afirmáis detestar visceralmente a los humanos, pero luego os acostáis con ellos y les aseguráis quererlos? ¿Todos formáis parte de ese extraño y enfermizo juego, o es solo él?

—¿KAIRIN? —me vuelvo hacia él e instintivamente le enseño los colmillos.

Él, en vez de replicarme, se echa hacia atrás y elude el contacto visual.

Skyress profiere una sardónica risa.

—¿Andas follándote humanas, Kairin? —sacude la cabeza, despectivamente—Bueno, a mí no me toques hasta que te hayas duchado bien a fondo.

De repente, Ethan se levanta de la silla de la cocina, atraviesa la estancia, pasa pegado al marco de la puerta (ya que Skyress y yo estamos ocupando el umbral) y sube escaleras arriba, destilando mal humor y cabreo en cada paso.

Cierro los ojos para concentrarme. Mi poder es la infiltración exterior, como ya dije antes. Puedo ver, pero no cambiar. Skyress puede cambiar, pero no ver. Él es el poseedor de la infiltración interior, habilidad conjunta de la mía.

Ahora proyecto velozmente mi habilidad contra la mente de Ethan, que se aleja escaleras arriba.

Joder, joder, joder. Niel la ha cagado. ¿A él qué coño le importa si Kairin se tira a veinte, a ochenta o a doscientos? A mí, desde luego, me la suda.

La voz de Ethan reverbera en mi mente, como si yo estuviera recordando un momento que jamás tuvo lugar en el que Ethan me susurraba esas palabras al oído. Vienen acompañadas de una sucesión de imágenes nítidas y a todo color, como él las debe estar recordando en su mente.

Imágenes de Kairin encima de Jessica, sobre el sofá de la casa de ella. Imágenes de Kairin gimiendo. Imágenes de Niel mirándolo en la oscuridad. De repente todo se emborrona por lo que innegablemente es una película de lágrimas en los ojos de Ethan.

Después, corto la infiltración y me vuelvo hacia donde, momentos antes, estaba Kairin.

Ya no está. Y Skyress me espera desde la puerta de la casa.

 

 

—Te recuerdo que tú también te liaste con una humana—dice Skyress, quien lleva la última media hora de excursión al centro comercial en completo silencio, sumido en sus pensamientos.

Ya hemos visto cuatro camas y ocho cómodas. Hemos adquirido dos cómodas iguales, con un modesto espejo y un par de cajones. Los humanos, por regla general, tienen más enseres particulares que los Karat así que hemos comprado un armario para Niel. Todo esto nos lo traerán a domicilio antes del martes de la semana que viene.

—¿Cómo dices? ¿Cuándo me he liado yo con una asquerosa humana?

Reflexiono para mis adentros y solo encuentro un vacío. Además, me conozco y sé que no lo haría. No se encuentra dentro de mi naturaleza darme el lote con humanas.

—En la discoteca, la noche que nos…

Entonces recuerdo. La noche que nos acostamos, previamente, fuimos a una discoteca ya que Skyress necesitaba alimentarse. Allí, él consiguió a un humano de quien alimentarse y yo…

Solo recuerdo que estaba caliente. Muy caliente. Skyress me la había chupado en el coche apenas media hora antes y la sensación seguía impresa en cada centímetro de mi piel. Necesitaba desfogarme de lo tentador que era tener el cuerpo de mi pequeño hermano a mi disposición, sumiso mío de esa manera. Después de esos pensamientos, recuerdo unos labios femeninos por mi cuello y unas manos en mi entrepierna, frotándome.

No era ni con mucho tan delicioso como lo que Skyress era capaz de provocarme con su tacto inexperto y excitado. Ni por aproximación.

—Oh—suspiro—olvídalo.

La verdad es que imaginarme a mi compañera de trabajo, Jessica (Jessica es enfermera en el hospital en el que yo ejerzo de médico de cabecera) acostándose con mi hermano me provoca repulsión.

—Solo me preocupa que Kairin vaya a desvelarle alguno de nuestros secretos por error—me justifico.

—Mentira—sisea Skyress—Sabes tan bien como cualquiera de nosotros que Kairin jamás nos traicionaría, ¡Jamás! Lo único es que te fastidia que él tenga una opinión contraria a la tuya en un aspecto cualquiera. ¡Lo único que te importa es tu status de líder, y si sientes que Kairin lo desafía, conviertes la opinión de Kairin en algo deleznable! Él también tiene derecho a vivir su propia vida, al igual que cualquiera de nosotros.

Skyress alzándome la voz, Skyress discutiéndome de esa manera…eso…hacía mucho, mucho que no lo veía.

—Skyress, defensor de humanos…—susurro con malicia, sabiendo que eso lo sentará mal.

Me sorprendo de lo infantilmente que estoy actuando. Decididamente, si hay alguien que pueda hacerme comportarme así, ese es Skyress.

Skyress baja la cabeza. Se detiene en mitad del pasillo de camas. A ambos lados, camas de matrimonio, camas individuales, camas de diferentes tamaños, colores y cubiertas, como una metáfora de lo tranquilo que puede llegar a ser el mundo.  Y en medio de ese paisaje paradisíaco, la desolada figura de mi Skyress.

—No sabes lo solo que me haces sentir—susurra como si hablara consigo mismo, aunque yo también puedo oírlo. Me coloco frente a él y él agacha más la cabeza.

Por suerte, no hay humanos en este pasillo del establecimiento. Oigo sus voces un par de áreas más allá.

—Skyress…—susurro, sin saber qué decir realmente. Mi hermano me hace sentir la mayoría del tiempo muy incómodo.

—Siempre es lo mismo…yo soy el culpable…yo soy el malo…yo soy el niño enamorado de ti con el que tienes que ir cargando.

<<Enamorado de ti…>> se me para el corazón unos segundos (metáfora ya que nuestro corazón no bombea) En resumen, me siento morir lentamente.

—Eso se acabó…Kairin…Ethan…yo no necesito hacer uso de mis poderes para comprender el dolor de ambos, Shun —alza la mirada hacia mí. En ella brilla un deje acusador—Ellos no son libres ya. Tú también te mereces ser libre. Y yo también. No volveré a presionarte para que te acuestes conmigo, porque sé que no lo harás. Harás lo que quieras, de todas formas. Y yo quiero que lo hagas sin sentirte culpable.

—Eso me alegra—me oigo decir—te lo agradezco.

Su mirada se torna gélida.

—Yo haré lo mismo, por supuesto. Desde ahora no me mires, no me hables, si me ves llorar, no me abraces, no me consueles—echa a andar de nuevo por el pasillo, deteniéndose en ocasiones a mirar los precios de las camas—Ya lo has hecho durante miles de años y comprendo que estés cansado de toda esa mierda. Pues hoy es tu día de suerte, se acabó. Ahora tu y yo somos aire.

Lo noto alejarse. Sigue a la misma distancia de mi, al menos físicamente, pero lo noto alejarse.

<<Ahora>> me digo <<Dile lo que sientes por él, lo que lo quieres, lo que lo deseas y lo enfermo que te sientes>>

Pero mis labios permanecen firmemente cerrados a esas palabras.

—Si es lo que tú quieres…

—Es lo que va a ser—replica con agresividad.

—De acuerdo.

 

 

Volvemos a casa tras hacer el pedido de dos camas, dos cómodas y un armario. Conduzco por la jamás transitada carretera de Greenlake. El día es brillante, pese a tener nubes, tras ellas se advierte el sol cargado de luz. Mi estado de humor luce menos, y aún menos, el de Skyress.

Algo ha muerto en mi interior y ahí lo siento, marchito. Como si de repente la luz que me iluminara se hubiera retirado y la aridez de mi persona hubiera salido a flote, para sustituir lo que antaño fuera un hermoso vergel (o por lo menos un huerto de mayor alegría). Me recuerdo que he de respirar para vivir y lo hago en exceso para evitar las lágrimas. ¿Cuándo me he vuelto tan asquerosamente sensible?

De repente, Skyress se echa hacia delante y coge algo del salpicadero. Lo miro de soslayo, es mi móvil.

—Te han mandado un mensaje—dice con tono monocorde y mirando por la ventanilla de su lado.

Será Laos, me digo. La idea me genera ansiedad. Necesito saber cómo están mis hermanos y cuanta información le han conseguido sacar al Metax.

—Léelo—le digo.

En vez de leérmelo, me deja el móvil en el regazo.

Sé que está prohibido por el código de circulación de los humanos utilizar el móvil mientras se conduce, pero los reflejos que tenemos los Karat superan a los humanos en un centenar de veces, como mínimo. No me supone ningún peligro desbloquear la pantalla con una mano y acceder al mensaje mientras con la otra utilizo el volante.

Y el mensaje es sumamente inquietante.

Shun, hemos interrogado al Metax.

Hemos sacado estas conclusiones:

-No está solo, pero tampoco hay una manada de ellos en Greenlake. Como mínimo hay otro más, como máximo una cuadrilla.

-No presenta intenciones de atacarnos. Además, ha obviado completamente el hecho de que seamos Karat. Como si no se hubiera dado cuenta de ello, aunque a estas alturas es evidente.

-Ha respondido a todas nuestras preguntas sin oponerse. No presenta una actitud beligerante, a menos que sea un plan, como tú sin duda te empeñarás en demostrar y más después de leer el próximo apartado.

-Hemos averiguado el animal en el que conmuta. Es un leopardo.

Un sudor frío se extiende por mi cuerpo y comienzo a marearme. Respiro agitadamente y mis nudillos se crispan en torno al volante. No, no, joder. Me niego a aceptarlo.

Skyress fue violado por cuatro Metax. Kairin y yo matamos a tres. Solo sobrevivió uno, que juró vengarse de nosotros en cuanto tuviera oportunidad.

Un leopardo.

Personalmente, no creo en las coincidencias.

Notas finales:

¿Les gustó? *-*

El próximo lo narrará Zayn y al próximo no, al siguiente probablemente haya el primer lemon. Si la memoria no me falla, el primer lemon de la temporada anterior fue también en el capítulo cuatro.

Además, el lemon les dará una sorpresita. Y el capítulo de Zayn, probablemente alguna también.

No sé cuando lo subiré pero eso, denme de margen un día o dos.

Sepan que los amo, aunque no me dejen rw's.<3


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