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{Edge Of Seduction II} Domination por HaePark

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! Aqui puntualmente como les prometí con un capítulo tampoco corregido.(?)

Se lo dedico a Yasmin y a July por sus rw's.<3

Por cierto, July me dijo una verdad, el Metax que violó a Skyress aparece descrito en la temporada anterior como un lince, y ahora como un leopardo, weá, realmente me da igual, ¿qué animal prefieren? (?)

Y sí, July, en el próximo capítulo es cuando se ponen los ukes en huelga. (?)

Lean este, espero que les guste.<3

Zayn

Yo soy Zayn. Exnovio de Niel, mejor amigo de Ethan y el único que se encuentra en la inopia con respeto a los Karat en este momento.

Asisto a la clase de Yack y Laos, a los que detesto. Detesto a toda su familia, en realidad, comenzando por Darkxai y finalizando por el enano con aspecto de prepotente.

Sobre mí no hay mucho que contar. Únicamente que mi madre es forense en el Hospital de Landway y que es quien, hace apenas treinta y seis horas, me trajo una carta de mi exnovio secuestrado en el que finalizaba oficialmente con nuestra relación. 

Y me anunciaba que su muerte probablemente se hallara pronta.

No he sabido nada más de él. La preocupación me reconcome si bien sé, en alguna fracción de mi pensamiento que persevera conectada con él, que está bien y a salvo. De momento.

Además, toda tristeza, todo reconcome, todo pensamiento, todo, toca en algún momento a su fin. Incluso el amor.

Supongo.

 

 

Oigo un chirrido a mi lado, procedente de una silla de patas metálicas al ser arrastrada por el suelo.

—¿Es que no sabes levantarla? —le espeto a nadie en particular, a quien sea el causante de ese molesto ruido.

Entreabro los ojos. Una fila de blanquísimos dientes aparece al entreabrirse unos labios finos y rosados en un amago de sonrisa.

—Perdona—contesta una voz dotada de un fuerte acento europeo.

Alzo la cabeza y bostezo. Estiro los brazos y contraigo los omoplatos, muevo la cabeza hacia los lados. El tendón derecho me cruje y en el rostro se me forma una mueca de dolor.

—¿Por qué siempre das la impresión de estar tan cansado? —pregunta Kei, el nuevo compañero de mi clase, mientras mete sus libros en la cajonera del asiento que está a mi lado.

—No lo sé—me encojo de hombros.

La verdad es que dormir es difícil. Antes más que ahora. Antes…cuando Niel desapareció, solo podía pensar en los hermanos Karat. Sabía que ellos se lo habían llevado. Siempre han tenido una fijación extraña con Niel y desde el principio parecieron compinchados en esperpénticos planes referentes a él. Siempre me he temido de que algo le hicieran y ahora algo le han hecho. Lo han secuestrado.

En mis pensares, suelo recordar el rapto de las Sabinas en la película Siete Novias Para Siete Hermanos. Película antigua con un fenómeno curioso como elemento principal de la trama. En la película, los seis hermanos menores de un cowboy llamado Adán se aproximan a la ciudad más cercana y secuestran a las seis chicas de las que están enamorados. Durante la primavera, los padres acuden a rescatar a las chicas pero ellas ya no querían irse con ellos. Querían estar con sus secuestradores.

¿Es acaso un pensamiento descabellado considerar la opción de que Niel estuviera, en realidad, enamorado de Darkxai? Darkxai, su compañero de clase, Darkxai, quien ejerce, sin lugar a ninguna clase de duda, un misterioso atractivo sobre mi ex pareja.

Si él y sus hermanos lo secuestraron, es sencillo pensar que Niel me ha dejado por carta porque prefiere estar con él. Sí, sí, sé lo que da lugar a pensar, “Este tío está más preocupado por el hecho de que su novio lo haya dejado que por el secuestro en cuestión”. Pero yo he pensado mucho, le he dado muchas vueltas. Y sigo sin encontrar un motivo real por el cual Niel me dejara en su carta. ¿Quién escribe una última carta a su pareja dejándola así? No es exactamente una despedida.

Así reza el mensaje, el cual recuerdo palabra por palabra de tantas veces que lo he leído y le he dado vueltas:

 

 Querido Zayn:

Me ha costado mucho escribirte esta corta misiva. Siento como si, pusiera lo que pusiera, no fuera lo correcto.

Primero de todo, supongo que te alegrarás de saber que estoy bien. Voy a serte sincero. Lo que he experimentado estos días no había soñado con experimentarlo jamás. Podría calificarlo de pesadilla, si bien más es una realidad que estoy obligado a aceptar.

Puedes aceptar algo o puedes enfrentarte a ello con tu vida. Arrojarte contra el peligro es una manera de luchar contra él. No suele ser la más conveniente, pero a veces es el único medio de escape que puedes afrontar. El cielo azul de hoy se presenta más brillante que el de ayer, con diferencia.

Ayer estuve sano y salvo. Hoy por la noche, ignoro siquiera si estaré. Espero que entiendas que lo más probable es que jamás vuelva a verte.

Ethan, por su parte, está bien, aunque también dudo que alguna vez puedas volver a tenerle a tu lado.

No quiero que pienses más en mí, no quiero que sientas que te une a mí una especie de ligazón. Ahora ya todo lo que tuvimos es mero recuerdo. Y si mi vida se conmuta en recuerdo próximamente, quiero que sepas que tú eres lo más brillante y luminoso de ella.

Estaré bien.

Pero, incluso si mi vida no acaba, lo nuestro sí ha terminado.

Adiós, Zayn.

Te quiere,

              >> Niel McHoran

A mí estas breves palabras me han supuesto bastantes quebraderos de cabeza. Si un ángel de la guarda se me apareciera de repente y me concediera tres deseos, el primero sería volver a ver a Niel, aunque solo fuera un momento. El segundo, matar a todos los hermanos Karat, uno por uno. Y, el tercero, que la muerte de Yack y Darkxai fuera especialmente…duradera.

El que sienta una animadversión especial hacia Yack se debe a que una vez, cuando me enfrenté directamente a él y a Laos por la desaparición de Niel, me rompió la nariz y me humilló frente al resto de la clase.

—¿Zayn, estás ahí?

La voz de Kei me saca súbitamente de mis dolorosos recuerdos. Me paso la mano por la nariz instintivamente. Ya la tengo del todo bien, y si no fuera por la marca roja y probablemente imperecedera que marca mi piel en el sitio exacto en el que Yack me la abrió, apenas se notaría que me he partido el tabique nasal recientemente.

Yack pagará por esto. Laos pagará por esto. Darkxai pagará por esto más aún.

Pero dicen que la venganza se sirve fría…yo prefiero emplear otro término.

La venganza se sirve madura, como una fruta especialmente ácida.

—Sí, perdona—me vuelvo hacia el exótico Kei y le sonrío.

La profesora hace su entrada en el aula. El tumulto de voces y jaleo a primera hora en el aula se corta de inmediato. Rezongando, los alumnos que estaban jugando de pie a pasarse una bola de papel se sientan.

—Sacad los libros de matemáticas. Vamos a continuar con las funciones que comenzamos a ver ayer.

La estadística nos mantiene ocupados hasta la hora del recreo, momento en el que recojo mis libros y los meto aceleradamente en la mochila. Kei saca de su cajonera un bocadillo cubierto por papel de plata y se queda mirándome como si lo que hiciera fuera algo inusitado.

—¿Qué te sucede? —inquiero, entre molesto por su mirada y descolocado.

—¿Puedo irme en el recreo contigo? Es que no conozco a nadie de aquí y tú pareces el más agradable —explica.

Lejos de sentirme orgulloso, reconfortado, o simplemente alegrarme por su observación, me encojo de hombros.

—Voy a hacer pellas. Pero si quieres, bajo contigo.

Por el rabillo del ojo veo de pronto a Yack y a Laos Karat, que están apoyados en el umbral de la puerta, cada uno en un lado, como custodiándolo. Cuchichean entre ellos pero, en ocasiones, echan furtivas miradas a Kei.

Increíble sensación de dejà vu. A Niel lo observaban de la misma manera, como un depredador acecharía a su presa antes de saltar sobre ella. Y luego compartían opiniones entre ellos de la manera más inquietante que se pueda imaginar.

Y ahora a Kei. Simplemente no pienso consentirlo. ¿A él también planean llevárselo?

 —¿Qué es eso? —pregunta Kei, rascándose la mejilla. Como está de espaldas a los hermanos raritos, no se ha percatado de su vigilancia.

—¿El qué? —me centro en él.

—Eso…”hacer pellas”.

Frunzo el ceño. ¿Qué clase de niño no sabe lo que es hacer pellas? Luego se me ocurre que probablemente en su país (sea el que sea, puesto que cuando le pregunté me contestó una zona geográfica, no un estado concreto) lo denominen de otra manera. Bastante bien habla el inglés para ser un extranjero.

—Significa que coges y te saltas una serie de clases. Te escapas del colegio y te vas a matar el tiempo por ahí, en tu casa, en la calle.

—¿Por qué vas a hacer eso? Dudo que esté permitido.

No puedo evitar esbozar una sonrisa apenas insinuada por las comisuras de mis labios. Definitivamente, Kei tiene que ser un buen chico (buen hijo, buen estudiante, etc) para responder de esa manera a la afirmación “voy a hacer pellas”.  Su inocencia me arranca un destello de…algo similar a la ternura. Aunque nada demasiado relevante.

—No lo está—afirmo. Me echo la mochila al hombro y echo a andar hacia la puerta. Él me sigue dando mordisquitos a su bocadillo, aún envuelto.

—¿Puedo escaparme contigo? —pregunta cuando estamos a un metro escaso de la puerta—así podrías explicarme lo que hemos dado hoy de matemáticas, por favor, por favor. No he entendido nada.

—Kei—me interrumpe Laos antes de que yo pueda dar una respuesta—¿Podemos hablar un momento contigo?

Mis peores temores se ven confirmados. Con Niel también buscaban tener ese tipo de trato, a solas, en privado…y varios de ellos.

—No, no podéis—niego colocándome casi por instinto delante de Kei, quien se ha detenido y razona su respuesta.

Cuando me oye alza la cabeza, sorprendido por lo dura y firme que suena mi voz. No pienso cometer más errores. Con nadie. No me detendré hasta que Shun, Darkxai, Laos, Yack, el enano engreído y el otro, pues me consta que son seis, se hallen en trena. Es lo que se merecen todos por ser unos putos secuestradores.

Lo malo es que soy el único que posee esa certeza y además no dispongo de pruebas para demostrarlo. Pero buscaré.

—Le hablo a Kei, no a ti—replica Yack con una sonrisa burlona.

Kei me mira, como pidiéndome permiso. Al ver que yo no digo nada, se gira hacia Laos.

—Bueno, vale…

—Yo iré con vosotros. Y más vale que sea escueto—replico tajante.

Laos asiente y la sonrisa de Yack se acentúa más. Salimos los cuatro del aula, ya vacía puesto que éramos los últimos, y bajamos al patio de recreo. Como siempre, se halla repleto de niños y niñas de las más diversas edades (solo disponemos en Greenlake de un edificio educativo, que hace las veces de educación secundaria, bachillerato e incluso preparatoria) jugando a diferentes juegos y pegando gritos. Los alumnos mayores solemos atrincherarnos en la zona más próxima a la cafetería, donde hay una especie de merendero separado del resto del patio por un muro de hiedra. Allí se puede leer, estudiar, escuchar música o hablar con los compañeros en una tranquilidad relativa.

Nos sentamos en una mesa vacía, apartados del resto de la gente. Kei y yo a un lado de la mesa, Laos y Yack al otro. El segundo cruza los brazos sobre la mesa, mientras el otro permanece tenso. Noto como Kei se arrima nerviosamente contra mí. Al parecer, no hay que pasar mucho tiempo con ellos para que te den mala espina los Karat.

—Bueno, ¿De qué queréis hablar? —comienzo yo.

—Solo queríamos conocer un poco a Kei—dice Laos.

—Ah.

—Cierra la boca, tío—me espeta Yack, a quien se ve muy divertido.

Laos le echa una mirada de advertencia a su hermano. Un segundo después, noto como una ola de calma me invade. Así, súbitamente. Mi ira comienza a apaciguarse, como una llama que se fuera extinguiendo lentamente.  Primero, rabia. Luego, tranquilidad. Finalmente, incomprensión.

Laos y Yack permanecen unos momentos en silencio. Luego, el primero pregunta:

—¿Te gusta Greenlake, Kei?

Kei asiente inmediatamente, como si pensara que es la respuesta que ellos esperan oír.

—Es…un…pueblo muy bonito…

De repente, mira hacia el muro de plantas que tiene al lado e inspira una larga bocanada de aire.

—¿Por qué crees que tus padres eligieron Greenlake y no Landway? —prosigue Laos sin inmutarse por la extraña acción del chico.

—No vivo con mis padres…mi…hermana…vive en Landway. Pero prefería que yo asistiera a la escuela de Greenlake.

—¿Tu hermana? —salta Laos de manera muy sospechosa.

Los tres le miramos con incredulidad.

—Quiero decir…—se apresura a corregirse—¿Cómo es que no vives con tus padres? ¿Tu hermana cuida de ti?

Él asiente.

—Mi hermana es un par de años mayor que yo y encontró trabajo en Landway...pero afirmó que la educación de los pueblos era de mejor calidad que la de las ciudades e insistió en que yo asistiera a este instituto.

—¿Dónde vivíais antes?

—Este de Europa.

—¿País en concreto?

Enarca las cejas, sin entender a qué se refiere.

—Este de Europa.

Laos y Yack se miran, perplejos.

—Vale—dice el primero—¿Y cuanto planeáis quedaros aquí?

Kei cierra los ojos. Hace el gesto de cubrirse la boca con las manos, como si fuera a toser, y antes de hacerlo, se gira hacia las plantas y respira de nuevo bien hondo.

—No lo sé. Mi hermana se encarga de todo eso.

Momento de silencio. Las conversaciones con estos tres tipos son extrañas. Laos y Yack miran directamente al frente, luego entre ellos y finalmente sus pupilas vuelven a adquirir brillo. Nueva oleada de calma, angustiosa en lo incomprensible.

—¿Sólo estáis tu hermana y tú?

Afirma con la cabeza un par de veces. No dice nada más, mantiene los labios firmemente apretados.

Laos y Yack se levantan a la vez.

—Encantados de conocerte, Kei—finaliza Yack, tendiéndole una mano que Kei se queda mirando confuso, sin saber si chocársela, estrechársela o qué. Yack la aparta.

—Llámanos para cualquier problema—le dice Laos.

Hacen el ademán de marcharse, pero de pronto Yack parece reparar en algo. Apoya la rodilla sobre el banco de la mesa y se inclina hacia Kei. Le quita algo que tenía sobre el hombro.

—Estabas manchado de esto—se lo muestra. Su tono es casi acusador. Cosa incomprensible, pero yo ya he perdido el deseo de comprenderles.  Mi vida se ha vuelto demasiado extraña.

Kei y yo miramos la palma de la mano de Yack con curiosidad. Está llena de pelos de algún felino, anaranjados y negros.

Decido no hacer ningún comentario al respecto.

 

 

—¿Repudiaste a tu familia y te viniste aquí con tu hermana?

Miro a Kei interrogante. Su brillante pelo reluce bajo el sol de media mañana de Greenlake y sus pómulos huesudos se doran. Hemos escapado del instituto empleando una antigua táctica (Esperar a que el conserje se fuera a tomar su café de las once y treinta y cinco, nunca falla, y aprovechar para salir por la puerta de la conserjería) y ahora vamos dando un paseo a su casa.

Me lo ha sugerido, afirma que quiere presentarme a su hermana.

—Bueno…no exactamente. Mi hermana los repudió antes que yo y huyó de casa. Pero antes de huir me prometió que en cuanto lograra establecerse en un sitio seguro, me llevaría con ella.

—¿Tus padres te dejaron escaparte con ella?

Kei esboza una sonrisa tímida. Todos sus blancos dientes relucen con una intensidad similar a la del sol. Toda su piel brilla. Es un espectáculo extraño…y precioso. Como observar a alguien intemporal, una piel perfecta, dura y exenta de impurezas.

Me pregunto si todos en “Europa del Este” poseerán ese rasgo en su fisonomía.

—La verdad es que me escapé. Mis padres…bueno, tienen ideas algo diferentes a mi hermana y yo.

—¿Ideas? ¿Qué tipo de ideas?

—Ideas…sobre la vida, la muerte, el destino del mundo y la humanidad…—ve por el rabillo del ojo que no le sigo y enarca una ceja—¿Tú nunca piensas en eso?

—No—le digo.

—Bueno, supongo que tú no tienes por qué hacerlo.

Con esa extraña respuesta llegamos a la estación de autobuses. Según Kei, la casa de su hermana está únicamente a un par de manzanas de la primera parada de Landway.

—Tenemos tres horas. Hemos de estar de vuelta antes de que cierre el colegio. Ya sabes, para aparentar que hemos ido a todas las clases, y tal.

Kei me escucha como si le estuviera revelando una gran lección de la vida, con los ojos bien abiertos y con completa atención.

—Sí, sí. No te preocupes. Mi hermana vive cerca y no nos entretendrá mucho. En realidad, odia tener invitados.

—Genial—respondo risueño—espero no molestarla.

—Me dijo que hiciera amigos.

Subimos al autobús. En el autobús estamos solo nosotros dos y una pareja de ancianos, que nos miran con desaprobación en cuanto subimos. Supongo que se huelen que hacemos novillos. Kei y yo nos sentamos en los asientos del fondo del autobús.

Como soy incapaz de hallar conversación en los viajes, me quedo callado. Y Kei, con la cabeza apoyada sobre la ventanilla, no hace intentos de hablar. Diez minutos de silencio completo. Pero no se trata de un silencio incómodo, sino uno deseado por parte de los dos. Me relajo. La presencia de ese chico tiene un efecto calmante sobre mi ser.

A propósito, ¿Qué era esa extraña sensación que sentía cuando hablaba con Laos y Yack un rato antes? Podría parecer que es fruto de mi imaginación, pero yo…la había sentido. Cuando te das un golpe, sientes dolor; el dolor es real. Y ahí había sentido calma, tranquilidad, como si me mecieran frescas manos invisibles y el mundo se hubiera tornado como un cielo de nubes visto desde arriba. Eso me había impedido entrometerme en la conversación.

Me encantaría echarle la culpa a Yack, pero, ¿Cómo puede una persona infundirle esa sensación a otra sin ni siquiera tocarla? Además, era algo palpable. Existente. Estaba ahí. No era ni siquiera abstracto. Lo sentía, no sabía con qué sentido, pero lo había notado.

Llegamos a la parada de Landway con un buen margen de tiempo. Ir de día a Landway es impresionante, sentir el ritmo trepidante de la vida en una ciudad multitudinaria, repleta de negocios, de proyectos, de cosas importantes. Ir por la noche es todavía más increíble, pero he de añadir que es altamente peligroso.

Un mes antes de que los cuatro Karat menores irrumpieran en nuestro instituto, hubo una oleada de asesinatos en Landway. Prácticamente moría uno cada noche, todos víctimas del extraño asesino en serie, todos mostrando terribles heridas por todo el cuerpo. Después de la llegada de los hermanos aún había muerto alguno más, pero ni con mucho la cifra alcanzada al principio.

Aun así, mi madre seguía mostrando reticencias a que fuera a Landway solo, fuera de día o de noche.

Kei me guía calle abajo y va mirando todos los escaparates a su paso. Una librería, un salón de té, una floristería. Tiene los labios entreabiertos y suelta mudas exclamaciones de sorpresa a cada cosa que ve.

¿Qué es Europa del Este, tierra baldía?

Abajo hay un edificio de apartamentos para gente de clase media. No hay portero automático, ni siquiera portero humano, por lo que pulsamos al telefonillo del piso 7ºB y esperamos.

A los pocos segundos, se oye una voz femenina:

—¿Sí?

—Soy yo, Kei.

—¿No tendrías que estar en el instituto?

—He hecho pellas.

—¿Qué es eso?

—También he hecho un amigo. Él te lo explicará.

Pongo los ojos en blanco y niego con la cabeza. Suena un pitido procedente de los telefonillos para indicarnos que su hermana ha abierto la puerta.

Entramos en el interior del portal. No me fío mucho del ascensor, cuya puerta está llena de ininteligibles grafitis, pero tratándose de un séptimo piso prefiero arriesgarme a lo que sea. Pasamos al interior, pulsamos y esperamos.

—No me gustan estos chismes—me dice Kei, quien está apoyado sobre la pared frente a mí—me hacen sentir incómodo.

Lo contemplo de arriba abajo. Es un chico muy raro. De increíble belleza, como una flor exótica. De verdad, mirándolo imparcialmente, es un chico físicamente perfecto. Incluso su postura, su manera de moverse, su forma de mover los labios al hablar, cómo pestañea, como se desenvuelve en el entorno. Todo en él es perfecto, idílico. ¿Cómo puede una persona adquirir tal grado de idoneidad? Fijo mis ojos en su expresión. Inescrutable, intemporal.

Y siento enormes deseos de introducirme en su pensamiento y leerme toda su historia, de principio a fin. De fundirme con su esencia.

—Zayn—susurra, sacándome de mis curiosas ensoñaciones—me estás mirando muy raro. ¿Me pasa algo?

Sacudo la cabeza y opto por no responder. Es tan raro como un asqueroso Karat. Raro en el mismo sentido…solo que él no es asqueroso.

La hermana de Kei es exactamente tan hermosa como él. Algo más mayor, de unos veintitrés o veinticuatro años, y dotada de una belleza casi felina. Sus ojos son rasgados y su cabello rubio platino, su piel parece tallada en mármol y también viste completamente de negro. Es como la versión femenina de su hermano.

—Encantada—ella, al contrario que su hermano, no posee ningún deje de acento.

—Lo mismo digo. Me llamo Zayn—le ofrezco la mano, no muy seguro de si va a estrechármela. Recuerdo como Yack se quedó con la mano en vilo, aguardando a que Kei hiciera lo propio y titubeo entre apartarla o no. Ella se me queda mirando la palma de la mano, como albergando la misma duda que yo, pero finalmente me la estrecha formalmente.

—Yo Annelly. Bienvenido a la casa de los Metax, Zayn. Es un placer tenerte por aquí.

Notas finales:

¿Les gustó? *-*

Sé que es un capítulo un tanto aburridito, como los otros dos de esta segunda temporada (??) pero las cosas evolucionan muy lentamente y capítulos pilar como estos son necesarios.

En el próximo habrá lemon ewe...y será, espero, más entretenido que estos tres caps de la temporada, que espero que tampoco estén tan mal, ¿no? ¿No? ¿NO? (???)

No les digo más. (?)

Bueno, sí.

Los amo.<3

PD: Si alguien es capaz de decirme de donde le suena el nombre de Annelly...le doy premio (?) *tiene la impresión de que July lo sabrá*

Te quiero July, joder 7-7(?)


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