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El fuego en mí por Daggett

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-interludio-

Él...

 

Diego no paraba de mirar el letrero de la extraña tienda. “la sonrisa del Diablo”. De inmediato supo que había llegado al lugar. Era la pista que le habían dado. Sin pensarlo más, el chico que tenía el cabello teñido de azul entraba al lugar, una extraña campanita anunciaba que alguien había entrado.

 

Detrás del mostrador principal había una cortina de color rojo, por ahí apareció un chico. Diego pudo ver el miedo en los ojos, aquel chico estaba sudando.

 

-he venido por Lyle…

 

-¿Lyle?- preguntaba con extrañeza el chico…

 

-¿eres tú quien lo secuestro, quien me ha hecho esas llamadas?

 

El chico negó  con la cabeza, cada vez entendía menos. Pero no tuvo tiempo de pensar más, los objetos de la tienda comenzaron a temblar y caerse.

 

-¡oh  no! eres como ella, como esa extraña pelirroja.

 

 

 

Los ojos de Diego estaban oscuros, anunciaban el infierno.

 

-por favor, yo solo atiendo aquí…- decía el asustado chico, lamentando el haber tomado las riendas de esa horrible tienda de brujería.

 

-voy a preguntarlo por última vez….- la voz de Diego estaba cargada de ira…-¿Dónde esta Lyle y mi amiga Nina?

 

-¡¡lo juro, no sé nada!!

 

 

-¿como te llamas?- preguntaba Diego, su voz ahora estaba cargada con falsa suavidad.

 

-Rex…mi abuelo me heredó esta tienda, yo no sé nada más…

 

-bien, Rex…solo quería saber el nombre de la persona que voy a matar.

 

 

Pronto, Rex sintió que se ahogaba. Dos visitas peligrosas en un día, ahora estaba apunto de morir. Diego no se tentaba el corazón para lo que estaba haciendo, haría lo que fuera por tener de nuevo a su chico. Alguien se lo había arrebatado y debía pagar.

Rex se llevaba las manos al cuello, casi sin poder hablar, sus ojos estaba desorbitados, casi blancos. El horrible acto fue interrumpido por una explosión en la puerta. Diego dejó libre a Rex y volteó para mirar…a través del humo, entraba un chico rubio, con el cabello muy corto, al estilo militar, pero el cabello lo tenía en forma de pequeños picos. Vestía ropas militares, inclusive botas militares. Lo extraño era, que no llevaba ninguna insignia que lo identificara con algún país o rango.

 

-¿quien rayos eres tú?-  preguntaba Diego, la paciencia se le estaba terminando.

 

El extraño chico solo sonrió, levantó su dedo índice, negó de forma graciosa con el. Luego, de forma rápida apuntó contra Rex, quien apenas estaba tratando de recuperarse. Diego volteó enseguida, Rex apenas tuvo tiempo de levantarse. Abrió la boca para preguntar algo, pero su cuerpo estalló de forma grotesca, salpicando de sangre a Diego.

 

Diego, que ahora estaba bañado en sangre, de nuevo miró al extraño chico…

 

-¡¡que puta le hiciste a ese pobre bastardo!!!

 

 

El rubio militar apuntaba contra Diego…-¡¡espera!!- gritó Diego, uso su telequinesia de escudo,  pero era tarde,  sintió una extraño ardor en el cuerpo y fue lanzado hacía un estante, cayendo sobre él todas las extrañas pociones y porquerías del lugar.

 

Diego ahora yacía en el suelo, tosiendo…estaba vivo de milagro. Había detenido la explosión, pero aún así lo había dañado.

El rubio se acercó a él, se sentó a horcajadas sobre Diego, pasó su dedo por la mejilla del chico.

 

-yo…- suplicaba, Diego…-yo…solo quiero saber donde esta… ¿donde esta Lyle?

 

 

El rubio volvió a negar con su dedo índice, de nuevo sonreía de forma malvada.

 

-¡ya basta!

 

Diego y el extraño chico escucharon esa voz desde la puerta destruida. Diego no podía reconocer si era de un hombre o una mujer, la voz sonaba tan extraña, sin duda no era humana la fuente de dicha voz.

 

-¡he dicho basta!- el rubio por fin hizo caso y se apartó de Diego, acercándose a la salida, donde provenía la extraña voz.

 

-bien hecho, ahora tenemos a Diego. Estoy contando con que Max tenga a Nina, luego de eso…tendremos a Max. El trío estará completo.

 

Diego, ahí acostado no distinguía a aquel ser, solo veía al chico militar haciendo una mueca de disgusto parado frente a la puerta.

 

-se lo que piensas…pero Diana no me parece una seria amenaza, Max deberá matarla fácilmente, ella solo es una loca. Afortunadamente no sabe que hay mejores cosas que matar a Max. Es una tonta.

 

Ahora el rubio sonreía. Diego  miró a los ojos de aquel chico, eran rojizos. Sin duda muy extraño, como si fueran una bomba de tiempo.

El extraño chico se acercó de nuevo a Diego, sin siquiera pensarlo, pateó la cabeza de Diego dejándole en un estado de semiinconsciencia.

 

 

-Lyle…donde estás…

 

 

 

Cuando Diego despertó, se encontraba dentro de un auto. El dolor de cabeza era insoportable. Abrió lentamente los ojos, esta vez observó mejor. No era un auto común, era una limosina. Frente a él se encontraba el chico que vestía de militar, este le sonrió y apunto con el dedo índice a un lado de él

 

Diego rápido volteó y se encontró con el chico que amaba…Lyle.

 

Diego tomó en sus brazos al chico, hacía tres meses que no lo veía, que no lo tenía. Esto debía ser un sueño. Lyle estaba despertando…-Diego…me…encontraste.

 

-¡¡ ¿que le hicieron?!!  Gritaba Diego fuera de si…

 

 

No recibió ninguna respuesta, miró por la ventana, pudo distinguir el desierto. Una solitaria carretera por el desierto. Abrazó de nuevo Lyle. Tenía que encontrar una forma de salir de esto. Habían sobrevivido hace tiempo a un ataque…aquella vez les ayudó su amiga Nina, quien también llevaba muchos tiempo perdida, incluso más que Lyle.

 

Diego besaba la frente de Lyle, este estaba recuperándose de lo que sea que le habían hecho.

 

La limosina siguió avanzando por el desértico camino. Pronto llegaron a unas instalaciones abandonadas del ejército. Ahora Diego se explicaba la extraña vestimenta de aquel chico.

 

 

El auto terminó la marcha, las puertas se abrieron solas. El rubio apuntaba con el dedo la salida, Diego y Lyle salieron tomados de la mano. El sol era abrazante e intenso en ese lugar.

 

Un gran portón frente a ellos se estaba abriendo, Diego y Lyle observaban con cuidado, había una sombra detrás de el.

Por fin terminó de abrirse, la extraña sombra se acercó a la luz…era un niño…¡¡un niño!!

 

El niño rió ante el asombro de Diego y Lyle…

 

-descuiden, esto es solo una forma-  decía aquel chico con su voz de niño dulce. –por ahora, llámenme Jonathan.

 

El extraño chico rubio se acercaba al niño, cuando estuvo frente a él se arrodilló. La cabeza baja en señal de sumisión. A Diego le pareció extraño, aquel chico parecía un demonio imparable, como para ahora inclinarse ante un simple niño.

 

-bien hecho- decía el niño mientras acariciaba la mejilla del chico vestido de militar. -solo esperemos la llegada de Nina y Max…y renaceré.

 

 

 

 

Diego y Lyle se miraron. ¿Nina iba a llegar? Diego esperaba con el alma que asi fuera, ella sería de gran ayuda para salir de ahí. Diego se sentía incapaz de pelear con esa bomba, ese chico tan extraño.

 

Diego apretó la mano de Lyle, mostrándole que sería fuerte por ambos. Pronto vendría Nina…pronto.

 

 

 

 

El verdadero enemigo esta llegando...nadie podrá detenerlo.

 

 

 

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Disculpen por esto, siempre quise hacer una historia larga, no lo podré hacer, pero al menos no quiero que estas ideas mueran conmigo. Esta pequeña historia pertenece al fic escape y al Fuego en mi. Mostrando la unión de las historias. Supongo que si han leído escape, ya saben quien es Diego y Lyle, y quien ha leído el fuego en mi, sabrá quien es el niño.

El próximo capitulo, continuaré con la continuidad de el fuego en mi (ustedes saben cuando)

Gracias por leer.


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