El cielo más grande.
2.- Lo que parece puede ser cierto.
Mi boca se abrió por si sola y como si fuera una especie de mandril pestañeé y repetí confundido.
- ¿Hombre? – el noveno asintió con una sonrisa enorme y unos ojos sorprendidos.
- ¿No se nota? – mira a su nieto de arriba abajo lo cual provoca que yo también lo haga.
Aprieta las piernas con una inocencia que me irrita, se sonroja como una verdadera mujer y evita las miradas fijas en él. Es que simplemente no puede haber un hombre que se parezca tanto a una mujer, no debe existir. Me enojo irracionalmente y me avergüenzo internamente por haberme confundido en algo como esto.
Quiero lanzar cosas por todos lados y gritarle al anciano por atreverse a burlarse de mi hombría, quiero humillar al travesti frente a mí y dejarle bien claro que yo no soy uno de ellos; un maldito homosexual.
Pero mi reacción es más rara aún, estoy parado sin moverme, sin ver algo, sin escuchar algo. Después de todo, que clase de hombre puedo ser si me sentí un poco atraído por otro.
- Parece que estás sorprendido – me dice el noveno sonriente.
- No… - digo con la voz rasposa – no solo lo parece.
- Es natural que no te hayas dado cuenta – dice indulgente – los donceles tienen casi la misma esencia que las mujeres, solo que ellos pueden atraer a más hombres que las propias mujeres.
- ¿Por qué…? – mi voz suena rara, el shock no me deja hablar correctamente
- Los donceles son especies casi extintas, hay personas que incluso los venden en el mercado negro por cantidades estrafalarias – mira a su nieto y le alza la mano para tomarla con calidez – solo protejo a mis seres queridos.
Por primera vez veo al nono con una cara de tranquilidad, su sonrisa es cálida, totalmente diferente a cunado me sonríe ya que casi siempre lo hace con burla o sarcasmo.
Me acomodo al respaldo de mi sofá y cierro los ojos tratando de que el sentimiento que no puedo describir y que está dentro de mí salga o por lo menos se haga consistente.
- ¿Por qué quieres que me case con tu nieto?
- Porque sé que estaría con alguien que lo protegería y con alguien a quien admiro – abro los ojos impresionado, por primera vez el nono me ha alagado.
- Tú sabes la clase de persona que soy ¿Por qué me quieres entregar a tu nieto? – abre la boca y el susodicho lo detiene tomándolo del hombro. Me mira doblando las cejas con angustia.
- Yo le pedí conocerte – dice tímido – mi abuelito confía mucho en ti y yo quería conocer a la persona de la que esta tan orgulloso. – mira al suelo sumiso. De nuevo ese sentimiento de querer encerrarlo y torturarlo aparece en mí.
- ¿Quieres conocerme? – alza su mirada extrañado – soy un mujeriego que juega con mujeres, soy una persona que sobrepondría los negocios a la familia y soy un hombre que mataría a quien estorbara en mi camino. – de repente se ve asustado.
- Mi abuelito siempre dijo que tenías un aura fuerte – dice sonrojado lo cual me enoja pero no lo demuestro.
- ¿Piensas que la tengo? – asiente tímido
- Me pones nervioso – se encoje de hombros con la mirada brillosa y yo lo miro entrecerrando los ojos; este niño en verdad quiere ser torturado de bajo mía.
Miro al noveno y el me mira con extrema seguridad. Tal vez piensa que de verdad me casaré con su nieto pero debo presidir de ello.
- Me honra saber que soy su primera opción, pero no puedo casarme con un hombre – el niño se ve desanimado y el anciano me mira serio.
- Prefieres salir con ese montón de mujeres a tener contigo a un ser extremadamente raro – lo miro serio, sé que no va a dejarme en paz hasta que diga que sí.
- Desearía ser el hombre ideal para satisfacer sus perspectivas, pero recuerde que no soy ese hombre
- Si trabajas duro, lo podrás ser – el niño habla en voz alta y luego se tapa la boca
Lo miro fijamente, no es solo el noveno el que quiere que me case con su nieto.
En una cafetería de la ciudad.
- Entonces significa que gané – el estúpido frente a mi sonríe victorioso.
- ¿Crees que esto ya acabó? – me mira con una sonrisa de lado llena de orgullo.
- Lal comienza a sospechar – dice mientras se recarga en su mano.
- ¿Entonces quieres acabar cuanto antes para que ella deje de sospechar? –
- La tengo con un pie para afuera – dice sonriente – si mis padres se enteran que la he dejado vendrán a molestarme con nuevas mujeres igual de aburridas que ella.
- No me interesa, esto se acabara hasta la próxima semana – le confirmo mientras tomo un poco de café.
- Estas jugando con fuego Reborn, el Nono podría quemarte – dice entrecerrando los ojos con una sonrisa.
- Eso solo sucederá si lo descubre - sonreímos al mismo tiempo.
Unas mujeres se acercan a nosotros y nos saludan. La conversación es liviana y luego terminamos por separarnos para que cada uno fuera con una a hoteles de su elección. La mujer con la que camino agarrándola de la cintura tendrá aproximadamente veinte años, a pesar de ser joven parece una total experta en esto.
Camino con ella hasta el hotel más cercano. Juega con mis patillas y de vez en cuando me da una serie de besos por el cuello. Entramos a la habitación y comenzamos con lo nuestro.
Un par de besos y luego la acción, la desvisto y juego con su cuerpo, me monta como una experta y después se despide como la cualquiera que es.
Salgo del hotel un poco mareado, el alcohol que bebimos en ese hotel de mierda debió haber estado adulterado.
Comienzo a sentirme cada vez peor, trato de caminar con mayor rapidez para llegar a mi coche por lo menos, pero de pronto todo se vuelve oscuro.
Las patadas en mi estómago no duelen, las de mi cara me molestan pero me siento tan dormido que no las siento. Abro los ojos desubicado y distingo a la mujer con la que he jugado hace unos minutos. Se ríe, veo que saca el dinero y mi celular del saco y noto que tiene mi reloj de oro en la muñeca.
Una nueva historia por contar, me pregunto si el bastardo de Colonello le está pasando lo mismo. Me duermo.
En un lugar desconocido.
Despierto abruptamente y rápidamente me pongo en guardia. El lugar en el que estoy me parece familiar pero no saco conclusiones repentinas.
Me levanto de la cama en la que estoy, la habitación es predominantemente de colores cálidos y un poco rosados.
Camino por el pasillo y me encamino a salir de ahí, pero me encuentro con alguien en mi camino.
- ¡Oh! ¡Ya te… levantaste! – sonríe pero baja la mirada.
- ¿Qué haces aquí? – le pregunto molesto.
- Es el departamento que mi abuelo me compró – me dice tímido.
- ¿Qué hago aquí? – me mira triste y se acerca a mí para acariciar mi mejilla, yo enseguida quito su mano. Me mira triste y luego sonríe amargamente.
- Te he encontrado en la calle desmayado – me dice preocupado – sangrabas, me asusté mucho.
- ¿Me trajiste aquí tu solo? – asiente y luego niega.
- El taxista me ayudo a traerte hasta aquí – dijo en voz baja - no estaba muy seguro de lo que hacer, así que solo curé tus heridas.
Me siento cansado por lo que me siento en el sofá de su sala.
- ¿Te sientes mal? – me pregunta preocupado.
- ¿Llamaste al noveno? – niega con un aire de tristeza.
- ¿Lo que te paso fue por una mujer verdad? – Espera mi respuesta pero no se la concedo y continua hablando – no creí que fuera pertinente avisarle de esto después de lo que prometiste esa vez, probablemente te hubiera matado.
Lo miro serio y él se sonroja y luego evita mi mirada.
¿Por qué le interesa si me mata o no? De igual, de todas maneras…
- Me has salvado
- ¿Eh?
- El noveno o el que hubiera muerto en plena calle, me has salvado – dudo un poco pero luego esa palabra sale de mis labios en voz baja - gracias – abre los ojos y de inmediato niega nervioso, luego baja la mirada con una sonrisa que trata de disimular pero lo hace fallidamente.
- Me alegra que te encuentres bien – confiesa con una cara de tomate sin levantar su mirada.
El estómago me duele y al parecer tengo una herida en la cabeza así que no me muevo para violarlo, en vez de eso me acomodo en el sillón.
- ¿Cómo te llamas? – se nota emocionado.
- Tsunayoshi Sawada – responde feliz
- Al parecer estás muy cómodo en tu faceta actual – sonríe
- Es lo que he hecho desde que nací, vestirme como el otro género – me dice un poco tímido pero feliz.
Me cuenta varias de sus experiencias en ese rol que sabe hacer a la perfección y siempre termina con una sonrisa en su cara, comienzo a comprenderlo. Su vida siempre difícil y llena de extraños sucesos comienza a tener sentido.
Camina hasta la cocina y me trae bocadillos y te. Como a su lado, parece muy feliz.
- Dime… - me mira atento y feliz - ¿Por qué parece que te gusto?
Escupe su bebida y me mira rojo como un tomate. Lo cual me parece gracioso.
CONTINUARA…