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Otra historia más. por Gurimen

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Notas del capitulo:

Prefiero no poner comentarios para no hacer spilers. Espero que os guste ^^

-¡Que quiero salir contigo!- Escupí esas palabras casi gritando, sin pensarlas. Salieron de mi estomago ya que en mi cabeza no había nada. Todo se había centrado en esa parte de mi cuerpo y aquel cúmulo de sensaciones y sentimientos extraños que ardían y revolvían mis entrañas. Creí que las mariposas no dolían. Y allí,revoloteando duramente, casi cortándome por dentro, se quedaron para no irse.

 

Por supuesto dijo que si. Me abrazó y dolió. Dolió por dentro y por fuera de lo fuerte que me estrecho.

 

En verdad le gustaba....

 

La mire, tal vez algo enternecido. Quería estarlo. Y acaricié su cabeza viendo como me miraba con los ojos húmedos en lágrimas. Supongo que por la emoción. Estuvo unos largos minutos de esa manera y de repente se separo aunque sus brazos bajaron y rodearon mi cintura.

 

-¿Te apetece quedar esta tarde?- Me pregunto realmente sonriente y colorada.

 

-Um... ¿y por qué querría salir con una chica como una tabla de planchar?- Dije algo cansado, mirándola de reojo.

 

Enseguida inflo sus mofletes y me empujo.

 

Reí sin mas.

 

-Pues claro que podemos tener una cita.-

 

Le revolví de nuevo el pelo aunque ella se aparto.

 

-No creo que llamarme eso me anime mucho a querer tener citas contigo...- Siguió con el puchero y se cruzo de brazos.

 

Reí mas fuerte. Como me gustaba hacerla enfadar. Tal vez eso era lo que mas me gustaba de ella.

 

Después de aquello cada uno fue a sus respectivas casas. Habíamos quedado a las 5 y media de a tarde en el parque. Sucrette tenía deberes y no podía ni quería hacer nada hasta tenerlos hechos. Yo...practique un poco con la guitarra hasta el momento.

 

Suspire de alivio al sentir las primeras notas de esa canción de Winged Skull que ya me sabíia de memoria. La música hacía que aquellas malditas mariposas de afiladas alas se apaciguaran y dejaran de rebanarame el estomago. Suspire pesadamente. Tal vez me estaba enfermando.

 

Había sido agradable volver a tener una chica entre mis brazos pero la sensación no era la que quería obtener ni la que recordaba. Y eso me jodía porque realmente deseaba poder obtenerla y hacerlo todo más fácil pero parecía que no podía ser así.

 

Sin dejar de tocar miré el reloj. Faltaba menos de media hora para la cita. Suspiré sintiendo que no tenía ganas de salir de casa pero ya estaba dicho y no estaba bien dejar plantadas a las novias...¿verdad?

 A paso de tortuga me prepare y me puse en marcha, llegando, al final mas de 10 minutos tarde.

 

Sucrette ya había llegado y estaba sentada en uno de los bancos, esperando. Iba bastante mas arreglada para ser ella. En verdad estaba guapa.

 

-Buenas...-

 

Al verme se levanto y me saludo sonriendo dulcemente, acercándose a mi, tal vez esperando algo que nunca iba a llegar. Y sin mas empezamos a caminar. El pisar de nuestros pies encima de las piedras del camino eran lo único que se escuchaba. No sabía que decir y parecía ser que ella tampoco. Definitivamente era algo incómodo. Miraba a nuestro alrededor, intentando distraerme, fijándome que al fondo de nuestro camino parecía que había un borracho. Era patético ver a gente que a esas horas tan tempranas ya estaba mas mamada que una maldita bota. Tome mas fuerte la mano de Sucrette. Miraba curioso aquel hombre, estaba gritando e iba de un lugar a otro.

 

-Aquel hombre...¿no es el tío de Nathaniel?- Preguntó de la nada.

 

Ahora que lo decía....

 

-Es extraño...- Murmuré mientras nos íbamos acercando.

 

Por cada paso que daba entendía con más claridad lo que estaba gritando. Estaba llamando a Nathaniel. Mis pasos cada vez eran más rápidos hasta el momento en que empecé a tirar de Sucrette hasta el lado de aquel hombre.

 

Al vernos enseguida se acerco. Estaba pálido.

 

-¿Habéis visto a Nathaniel?- Preguntó realmente acosado por la angustia.

 

-No..¿Qué a pasado?- Siguió ya con preocupación la chica.

 

-Veréis...- El hombre se froto el rostro, justo casi como lo hacía siempre Nathaniel cuando alguien, o yo lo sacaban de quicio o se ponía nervioso.- Esta mañana me ha llamado mi nuera contándome que el padre de Nathaniel se las había arreglado para poder salir de la cárcel y ahora... esta suelto.- Hizo un pequeño silencio. No me lo podía creer.- Y al decírselo a Nathaniel a estallado totalmente aterrado y a salido corriendo de casa- No se donde ha ido...-Las manos le temblaban.- Nunca lo había visto de esa manera...Dios santo..- Se volvió a tapar el rostro y se froto los ojos.

 

-¿Pe..pero su padre es peligroso para él?- Salto enseguida la chica.

 

-Es su hijo, ya le ha hecho bastante como para volver a cometer el mismo error...-

 

-Le ayudaremos a buscarlo, no se preocupe señor.- Dijo mientras tomaba sus manos. Parecía que esas palabras habían convencido a Sucrette aunque a mi no me dejaban nada tranquilo. Una persona que pega, siempre lo volverá a hacer.

 

Miraba Sucrette consolar a aquel hombre. Siempre sabía como hacer sentir mejor a la gente. Sonreí ladinamente, sin apartar mis ojos de aquella escena.

 

Aunque igualmente por muy buena que fuera, ¿por qué no eran dulces sus alas cuando revoloteaban por mi estomago? Dolía...

 

Juan, así es como se llamaba el hombre, acepto nuestra ayuda y enseguida nos separamos. O así creimos que seria más fácil de buscar al rubio.

 

-Seguro que quieres ir solo?-

 

Me miro de una forma algo rara.

 

-Si, así abarcaremos mas  terreno en menos tiempo.-

 

-Ya..pero...- Dijo en un murmuro. El cual no entendí.

 

-Cualquier cosa me llamas.- Ignore ese puchero a la vez que caminaba, despidiéndome con la mano. Solo quería encontrarlo. Necesitaba saber que estaba bien. Estaba jodidamente cabreado, frustrado y muy angustiado y..¡Odiaba aquello! Por cada paso que daba me cabreaba mas. Cuando lo viera le iba a dar la paliza de su vida. ¿Qué coño tenía en la cabeza para reaccionar de esa forma tan infantil y tan impropia de él? ¡No podía ir por el mundo causada problemas a la gente! Caminaba rápidamente, apretando los puños y sudando frío.

 

-Maldita sea... ¿dónde estas?- Murmure para mi mismo. Empezando  pensar en los lugares donde se podría haber escondido.

 

Por supuesto que ya lo habíamos llamado un montón de veces pero parecía que había parado el móvil o no tenia batería porque siempre saltaba el buzón de voz anunciando que estaba fuera de servicio.

 

Su tío había dicho que nunca antes lo había visto de esa forma, aquella en la que parecía que el miedo y el sufrimiento lo envolvían y le hacían perder la cordura convirtiéndolo en una masa de desesperación.

Yo también la había visto aquella parte oculta y tal vez verdadera. Y esa forma tan animal la había visto en los callejones, entre la basura, cual gato o perro abandonados. Trague duro. Pensando en lo mucho que me dolía que así fuera.  Me mordí el labio, sintiendo aun como dolieron aquellos puñetazos de la pelea que tuvimos. Aunque ese dolor no haría que los que le daría hoy fueran menos fuertes. Se lo merecía.

 

Y entonces fue cuando tuve una corazonada y empecé a correr. A correr como nunca antes lo había hecho, no podía hacerlo de otra manera.

 

Justamente esa semana los basureros habían hecho una pequeña vaga para reclamar un mayor trato y pago en su oficio y todos los cubos de basura estaban llenos hasta reventar y con una peste más jodida de lo normal. Tosí levemente y me lleve la mano en la boca.

 

-Malditos políticos y su maldita incompetencia.- Murmure mientras me acercaba hacia aquel oscuro y pestilente callejon. -Como  no estés aquí dentro me te vas a enterar maldito delegado...-

 

Incluso los ojos me picaban, Tanto que me empezaron a lagrimear.

Y entre parpadeo y parpadeo le vi. Escondido entre dos cubos de apestosos residuos, hecho un pequeño ovillo.. Sin percatarme de mucho olvide el malestar y en dos zancadas estaba delante de él, levantandolo de la camisa con uno de mis brazos.

 

-Maldito de...-

 

-¡No me pegues por favor!- Gritó tapándose la cara, tal vez ni siquiera sabía que era yo.

 

Empezó a temblar y a respirar entrecortadamente. Lo deje ir al instante, haciendo que cayese de culo al suelo. Enseguida se volvió a hacer un pequeño ovillo, tapándose el estomago con su propio cuerpo.

 

-Nathaniel...- Susurre sintiendo como mis ojos se humedecían de nuevo.

 

Me puse en cuclillas mirándole. No sabia que hacer.

 

-Joder... ¿por qué eres tan malditamente complicado?-

 

Me frote los ojos y suspire. Entonces fue cuando se destenso y me miró.

 

-Castiel...Cas...tiel...- Me miro con los ojos rojos de tanto llorar. Por un momento sentí como iba a inclinarse hacia mi pero se paró, bajando su mirada hacia el suelo.

 

Chasquee con la lengua y nuevamente lo agarre de su ropa y lo apreté contra mi pecho.

 

-Idiota..¿por qué no puedes sacar tu carácter cuando realmente conviene?-

 

Lo estreche con fuerza, transmitiéndole mi calor y todo lo bueno que le pudiese dar. No tardo mucho en corresponderme.

 

-Castiel...mi padre ha salido de la cárcel.. si me encuentra...si me encuentra...¡tengo mucho miedo!- Gritó tirando fuertemente de mi ropa.

 

Deslice mi mano y acaricie su nuca, undiendo mis dedos en su cuerpo cabelludo. Estaba todo sudado y algo frío.

 

-No va a pasarte nada. Tu tío dice que no te va a hacer nada, si lo han dejado ir sera por algo...¿no?-

 

-No..él es de una manera con los de fuera y con nosotros de otra...Odia a los chivatos y yo..yo me chive.. me chive de él...-

 

Cada  vez le costaba mas respirar y su mirada parecía irse.

 

-Tranquilízate.. Tenemos que salir de aquí dentro.. esto apesta....-

 

Intente triar de él pero dejó caer su cuerpo al suelo.

 

-¡No! No puedo salir de aquí, aquí estaré seguro..con la basura...- Dijo, cada vez más sudado y pálido.

 

-¡Basta! Te vas a desmayar si sigues hiperventilando así y mas en este puto vertedero!-

 

-Me da igual... no pienso salir...-

 

Apreté mi mandíbula arrugando mi entrecejo y mirándolo con cabreo.

 

-¿Con qué estas tenemos no? Le agarre por las axilas y como si fuera un saco de patatas empece a tirar de él.

 

-¡No! ¡Déjame Castiel!-

 

-¿Y si lo hago que harás? Te quedaras aquí para que los basureros te metan dentro del camión? ¡NO me jodas Nathaniel!-

 

Tire con fuerza de sus brazos, dejando de lado sus pataleos y suplicas hasta sacarlo de ese callejon.

Lo senté a la fuerza en un banco que había un poco mas allá. Pero se levanto enseguida, casi cayendo por el mareo que tenía por inhalar anteriormente toda esa peste.

 

-¡Quieto!-

 

Me abalance sobre él y ambos caímos al suelo. Allí le gire y me senté en su vientre. Tomé instantáneamente sus muñeca e intentando inmovilizarlo. Podía sentir la tensión en sus músculos y como su vientre subía y bajaba rápidamente. Le miraba directamente a los ojos aunque él mantenía su mirada perdida en el cielo, de vez en cuando hacía fuerza con los brazos para intentar soltarse, pero era inútil, pues tal y como estaba casi era imposible el movimiento. Siguió pro un rato hasta que se cansó y se relajo terminando por quedar como un cuerpo sudado y tembloroso.

 

-Castiel...¿Qué pasaría si muriera...?-

 

Sus ojos dorados buscaron los míos haciendo que me tensara, incluso más que por esa extraña pregunta.

 

-¡¿Pero qué mierdas me preguntas?! Tu no te vas a morir.-

 

-Solo contéstame. ¿Crees que a alguien le importaría?- Dijo a al vez que se le escapaban dos lágrimas totalmente cristalinas.

 

Me quede en blanco mientras le miraba. Enseguida sentí como el calor me subía y el corazón se me aceleraba.

 

-¿Realmente hace falta que te conteste a esto?-

 

Aumente la presión en sus muñecas por unos segundos antes de aflojarla otra vez.

 

-No es una pregunta tan difícil para no contestármela.-

 

Chasquee mi lengua una vez mas y suspire.

 

-Claro que importaría...Mas de lo que crees...- Desvié la mirada volviendo a apretarlo.- Algunas personas...se pondrían muy tristes...Así que cállate de una vez y deja de causar problemas.- Le volví a mirar aunque al girar nuestras narices casi se rozaron. Se había estirado hacia mi.

 

-¿Tu...podrías ser una de ellas?-

 

Me quede estático, mirando sus ojos. Los tenía tan cerca que podía ver las marcas de sus irises, podía olerlo e incluso notar su aliento contra mi boca.

Y todo eso...me...me iba a hacer estallar la cabeza. Me estaba quemando por dentro y por fuera. Se me escapo un suspiro y me separe soltando una risa nerviosa.

 

-Pues claro... el instituto sería muy aburrido sin un delegado al cual molestar. También deje ir sus muñecas, quedando sentado en sus piernas. Enseguida se incorporo y empezó a masajearlas. Su mirada era baja, estaba abatido.

 

-Ya veo.- Dijo soltando una extraje y baja carcajada.- Siempre seré el delegado molesto...- Pude ver como tragaba duro, como si le costase.

 

¿Por qué me hacia sentir mal ver esa expresión en su rostro?

 

Apreté los puños, sintiendo luego cabreado.

 

-¿Y ahora que coño te pasa?- Suspire, cansándome, la cabeza me empezaba a doler. Todo era jodidamente complicado cuando se trataba de él. Me cansaba tanto física y mentalmente. Era una sensación horrible.

 

-Nada... absolutamente nada...Sal de encima..- Me ordeno, su voz era sombría y pesada. Estaba claro que me estaba mintiendo.

 

-No, no estas bien y si es así seguirás siendo una molestia , así que ya puedes estar cantando delegado.-

 

Lo tomé de los hombros para que me mirara, alzándole la cabeza de un zarandeo. Al hacer eso me miro con ira, frustración y lágrimas.

 

-Parece que no te enteras de nada o tu memoria es a corto plazo. Realmente no creo que quieras saber lo que me pasa.- Casi rugió.

 

-Claro que quiero saberlo, ¡joder!-

 

-Ya veremos si es así....-

 

Después de esas palabras fue él el que tomó mi rostro y ayudándose de mi cuerpo se empujo hacia mi juntando su boca con la mía. Inició un furioso beso el cual me dejo totalmente en blanco. Nunca antes había experimentado una sensación igual. Era fuerte, intenso y jodidamente caliente. ¿Y para que negarlo? El maldito delegado era bueno...

Intente separarme pero su agarre era fuerte. Mordió y succiono mis labios haciéndome estremecer de una forma nunca antes sentida. Mi cuerpo enseguida le entró un hormigueo realmente peligroso. Me aparte de él de un empujón. No sabia como reponerme. Había quedado envuelto en una especie de embrujo, todo estaba borroso y pulsante. 

 

Simplemente le miraba. No sabia con que rosto pero le miraba.

 

-¿Se te había olvidado?- Dijo en una especie de jadeo ahogado.

 

Creí que el que se había olvidado de esto era él. Había pasado completamente del tema hasta el momento.

 

Nathaniel al ver que no le contestaba simplemente volvió a mostrar ese rostro el cual me hacía hervir la sangre. ¡Joder, me dolía verlo así!

 

¡No sabía que contestarle..! De verdad que no lo sabía.. tenía miedo de ser dañado...

 

Se levantó y deshizo el camino hacia aquel callejón pero paso de largo.

 

-¿A..a dónde vas?-

 

-No lo se, pero lejos de ti...- Dijo sin ni siquiera girarse.

 

-¡No puedes hacer eso!-

 

Ya no obtuve respuesta. Me levante queriendo ir tras de él.

 

-No seas niño y vuelve con tu tío, esta realmente preocupado.

 

La verdad es que ya se estaba oscureciendo y no era seguro ir por las calles.

 

El rubio paró.

 

-Tienes razón. -Dijo a la vez que se giraba.- ¿Por qué huir? Si igualmente lo que más deseo...nunca lo podre tener. Ademas estoy cansado de vivir con miedo, escondiéndome de todo y de todos. Dando una imagen que realmente no es la mía. Estoy muy cansado....-Seguía mientras deshacía sus pasos y quedaba a mi lado. -Volveré con mi tío. -

 

Sus ojos estaban aguados y rojos. Suspiró, como si se tragara el miedo.

 

-Al fin y al cabo el dolor se va cuando ya estas muy mancillado así que....-

 

Le miraba sin querer comprender. Apreté los puños con fuerza.

 

-¡No te hagas tanto la victima! No sabes ni si tu padre te esta buscando.-

 

-Mi padre nunca olvida... y menos una acción tan.. vulgar y desobediente. -Sonrió tristemente. -Y ahora...

 

-¡Nathaniel!- Gritó alguien haciéndolo tensar al instante, a pesar de que la voz fuese femenina. Se trataba de Sucrette. Sus mejillas estaban rojas y parecía estar algo agotada.

 

- Castiel, que bien que le hayas encontrado.- Sonrió y se acerco a mi aunque miró al rubio.

 

-Tu tío está por ir a la comisaria, vayamos corriendo con él. Se quitará un buen peso de encima...- Dijo mientras tomaba su mano. Nathaniel incapaz de comportarse rudamente con ella le siguió los pasos.

 

Después de un empalagoso y emotivo rencuentro nos despedimos. Sucrette y yo nos fuimos para otra dirección.

 

-Nunca pensé.. que nuestra primera cita.. fuera así..-Suspiro.- Al menos todo ha terminado bien.-

 

¿Había acabado bien? No podía contestarle a esa oración pues no sabía si realmente era así.

 

-¿Castiel?-

 

-¿Hm?-

 

-¿Estás bien?-

 

-Si, solo estoy un poco cansado...-

 

-Si...yo también...

 

La acompañe hasta su casa y allí nos paramos.

 

-Bueno...hasta mañana.- Dijo algo tímida, esperando algo. Se notaba. Sabía lo que quería, no era tonto y esta, obviamente no era mi primera cita. 

 

Pero aun podía sentir los suaves labios de Nathaniel encima de los míos...

 

No.  No lo soportaba. Así que tome de la cintura y acaricie su mentón para luego besar sus labios, de forma suave, queriendo sentir como eran. También eran suaves, muy suaves pero no iguales.

 

-Hasta mañana.- Dije mirándole con una media sonrisa mientras me separaba, pero algo me sorprendió. 

 

Estaba llorando.

 

-Solo que... estoy muy feliz, Castiel. -Dijo sonriendo,al notar que me la miraba sin entender.

 

Fue retrocediendo y abrió la puerta que daba la entra del piso dónde vivía.

 

Después de eso entró y me dejo a oscuras en ese frío portal.

 

Suspiré y lentamente regresé a mi piso para terminar aquel extraño día de una vez por todas. ¿Qué haría? Estaba totalmente confundido y a pesar de que Sucrette cada vez me parecía más adorable, solo de pensar en Nathaniel... Esa sensación en el estómago, esa preocupación y cabreo emergían y me volvían loco. No era propio de mi insistir tanto con una persona.. ¡y menos con ese rubio lame culos...!

 

¡Maldito delegado...!

 

Al día siguiente Nathaniel tampoco vino a clase. Unos dijeron que lo habían visto entrar y otros, que se habían enterado de lo del día anterior, que se había fugado cual gallina, cualquier cosa era buena si se podían burlar de ella, patéticos.

 

¿Qué debía hacer? ¿Qué debía pensar? Dí una patada a mi mochila, estaba harto, asqueado y jodidamente preocupado. Sabía hasta que punto podía llegar.

 

-¿Qué te pasa?-

 

Sentí una mano en mi hombro, me gire y era Sucrette.

 

-Nada....- Murmuré.

 

-Mentiroso, estas preocupado.- Siguió mientras  se ponía en frente de mi. - Y sé porqué.- Me miró intensamente a los ojos y por primera vez desde que la conocía su mirada me intimido de una forma que casi me hizo estremecer, pero no iba a ceder. Nadie ni nada me harían ceder.

 

-No se de que coño me estas hablando...- Solté sin poder mirarla.

 

-Castiel....cuando terminen las clases necesitamos hablar...- Dijo en un suspiro y seguidamente volvió a su pupitre, pues el profesor Farrés entró.

 

No pude evitar extrañarme con lo que había dicho. Aquello nunca era bueno. Cada vez me sentía mas nervioso. ¡Joder! ¡Estaba por mandarlo todo a la mierda!

 

 

Despues de clases Sucrette me estaba esperando a la salida del instituto.

 

-¿Vamos?- Pregunté.

 

-Sí, si quieres podemos ir al parque de aquí al lado, suele estar tranquilo.

 

-Como quieras.-

 

Casi sin decir nada mas fuimos hasta allí y nos sentamos en uno de los bancos. Como había dicho, no había nadie. Todo estaba muy silencioso, demasiado.

 

-¿De qué querías hablar?- Termine rompiendo el hielo, me ponía de los nervios.

 

Mis ansias de saber que era lo que quería la pusieron nerviosa. Empezó a retorcerse la parte baja de su camiseta, seguramente sin darse cuenta.

 

-No estaba segura si quería hablar de esto. Creí que tal vez... solo tal vez podría hacer que te enamoraras verdaderamente de mi y tus ojos, solo estuvieran puestos en mi pero creo que eso sera imposible...- Sonrió tristemente aunque no me miró Sus labios temblaban un poco.

 

Arquee mis cejas, sorprendido. No me lo esperaba.

 

-¿Por qué dices eso? No tiene sentido. ¿A caso no estoy saliendo contigo?-

 

-Castiel, ya basta.- Casi gritó. Y Entonces si que me miro, dejando caer sus primeras lágrimas. -Ayer os vi. A ti y a Nathaniel...-

 

Me quede sin palabras.

 

-¿Desde cuándo?.

 

-Lo suficiente para entender que le quieres...¿Y sabes que es lo que más me duele? ¡Que te estas mintiendo a ti mismo! Ya basta Castiel.-

 

Se limpio las lágrimas que ya llenaban sus ojos. Yo estaba estático. Parecía de piedra aunque sus palabras no paraba de chocar contra mi cuerpo y se hundían en él, dolían. La verdad dolía.

 

-Yo...lo siento...- Solo llegue a decir.

 

Ella sin mas me sonrio,, aunque sus ojos lloraban.

 

-Tu amistad y la de Nathaniel son mucho mas importantes para mi que...otras cosas así que, no pasa nada.-

 

Bajé mi rostro y por primera vez en mucho tiempo sentí ganas de llorar de verdad.

 

-¿Sabes? Estoy muy cansado... estos días... han dio una puta mierda...no se que hacer...-

 

Intenté aguantarme con todas mis fuerzas pero llegue a mi tope. Empece a llorar en frente de Sucrette. Ella simplemente se acerco a mi y me abrazó.

 

-Tranquilo... encontraremos una solución. Ya sabes que yo encuentro cualquier cosa.- Intento bromear mientras acariciaba mi cabello.

 

-Lo sé, eres una entrometida...- Sonreí levemente y me aparte intentando limpiarme la cara. Estaba algo avergonzando. -Gracias..-- Murmure.-

 

-¿Qué?-

 

-....- Suspire.- Gracias Sucrette.- Había sido muy comprensiva y tolerante ante mi putada y se lo agradecía.-

 

-Y bueno.. ahora que estas mas tranquilo.. ¿me lo contaras?-

 

-¿Contarte el qué?-

 

-Lo que sientes exactamente por Nathaniel y que es lo que el siente por ti, por supuesto.-

 

Abrí los ojos como platos y note como mis mejillas se ponían calientes.

 

Como me hubiera gustado gritarle que entre nosotros dos no podía haber nada ni en un millón de años pero supongo que aquella excusa ya no servia para nada.

 

-...No me apetece hablar de eso...-

 

.Pero si no me lo cuentas no os podre ayudar.-

 

-¿No entiende lo que te dice la gente?-

 

-Pero Castiel...-

 

-¡Ni peros ni mierdas! No quiero hablar del tema, joder!

 

-Yo solo quiero ayudar..-

 

-¡Y si no quiero que me ayudes? ¿Y si no quiero nada con ese delegado toca cojones?-

 

Me levante de golpe. Quería irme. Me entraban mas ganas de llorar.

Entonces también se levanto y gritó mas que yo.

 

-Castiel...¡pareces estúpido! Esta claro que si quieres estar con él. ¡No entiendo porque te cuenta tanto sincerarte contigo mismo!-

 

-La estúpida seres tu. ¡Una relación así siempre trae problemas y lo último que quiero en mi vida son eso.. problemas!

 

Se quedo callada mirandome.

 

-Prefiero una vida llena de problemas a una vida infeliz....-

 

Cogió su mochila y se la puso.

 

-Piensa en eso Castiel, nos vemos mañana....-

 

 

Y sin decir nada mas se fue. Me quedé como un espantapájaros en ese parque.

 

Continuará

 
Notas finales:

¿Seguis pensando mal de Sucrette? Ya me contareis...

Muchas gracias por leer y los comentarios.

 

¡Hasta el siguiente cap!


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