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Pursuit Of Happiness. por PCD19

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Notas del capitulo:

Tardé un poco en subir este capítulo. Sin embargo lo escribí rápido, estaba inspirado y aún lo estoy, así que trataré de tener rápido el tercer capítulo. Serán varios, no sabría decir cuántos.

 

Cabe resaltar que el capítulo abre la puerta a la trama del fic, ya verán qué tiene que ver la parte final del capítulo y espero les guste.

Si bien no sé muy bien cómo poner Sterek, es decir, no se me da bien, pero tampoco quiero algo muy meloso y todo eso. Tengo muchas ideas en mente y espero saber plasmarlas.

 

He subido este fic también en otra plataforma de fic (quizá todos ya sepan cual.) así que no hay que preocuparse,  pensando que es alguien plagiando, aunque allí es un lío, por lo menos para mí que soy algo lento para esas cosas, el subir fics y capítulos.


En el pasado capítulo quizá hubieron errores, y es que odio leer lo que escribo, así que prefiero subirlo y luego, aburrido, leerlo. Así que perdonen por ello. Y espero este capítulo les guste y les haga feliz ver a Stiles y Derek frente a frente por fin acá.

Ah, y ¿vieron el capítulo final de la cuarta temporada? ¡Esas miradas Sterek! Y Derek "evolucionando.2 (LAMENTO EL SPAM.)


Gracias y pronto volveré con el tercer capítulo.

 

Canción del título: Little Lion Man by Mumford & Sons.

 Stiles a las tres y treinta se subía a su jeep y arrancó sin pensarlo a la dirección del piso de Derek Hale, la cual había terminado en su móvil por Jennifer. La tarde estaba algo calurosa, el sol brillaba en lo alto con un fulgor salvaje que hacía arder las mejillas, la frente y la nuca del chico. Pero él no sudaba ni se molestaba por los rayos del sol que se colaban por el parabrisas, todo lo contrario, aquello sólo le incitaba a ir más rápido.

   Él se había sorprendido las horas antes de dirigirse al piso buscando algo que ponerse que no le hiciera ver mal, no usaría camisas a cuadros ni nada de eso. Quería variar un poco y terminó tomando un pantalón de mezclilla beige, unas botas bastante chulas negras y una camiseta también negra que se ajustaba a su delgado pero marcado cuerpo. Stiles lucía como si fuera a una cita casual y pensar de tal forma le ponía de los nervios un poco. Es que era estúpido incluso decir que hacía tal cosa para dar una buena impresión, pues Derek ya lo conocía.

   Pero Stiles tenía que ser sincero, desde la noche en el bar no dejaba de pensar en Derek Hale, no era de una forma obsesiva ni tampoco interesante, sólo haciéndose preguntas tan simples como qué habría hecho todos los últimos años, cómo estaba y por qué quería meter a alguien en el piso que vivía con su novia.

    Pronto comenzó a notar las edificaciones de la zona industrial de Beacon Hills cerca y se mosqueó, preguntándose si estaba bien tener un par de compañeros de piso. Él en la universidad había tenido un compañero de cuarto, no fue Scott como habría querido pero Boyd había sido un gran chico, aunque siempre le quiso llevar a fiestas y algunas veces Stiles se negaba y es que él era de carne y hueso y las veces que pasaba más de tres días sin verse mucho con Malia sentía que se iba a subir por las paredes, e ir a una fiesta con alcohol y chicas sexys le tentaba de tal manera que un par de veces terminó con algunas chicas sobre él, y Stiles tan intrépido y hablador lograba sacárselas de encima hablando de más o mostrándose lo suficientemente nervioso como para matar lo interesante que tenía.

   Cuando más se acercaba, Stiles más se cuestionaba su decisión, aunque en realidad no había decidido nada. Siempre pensaba las cosas muchas veces, aunque la gran mayoría del tiempo no lo hacía, pero eso era cuestión de su TDAH. Suspiró, apretando repetidas veces el volante y cuando se detuvo fuera del estacionamiento del edificio bastante… metálico, tomó aire y decidiendo que debía dejar de pensar, se bajó de su jeep.

   Stiles comenzó a caminar por el piso de cemento enmoquetado, sintiendo el mismo como tierra bajo sus botas. El lugar era bastante tranquilo, o eso le pareció, con un par de coches por aquí y por allá. Era bastante industrial, y es que no encontraba otra palabra, más parecía un lugar de esos donde se guardaban cosas de grandes fábricas que un edificio residencial. Pero no se hizo líos, pues el sitio tenía un yo no sé qué que le resultó interesante.

   Cuando estuvo en el vestíbulo descubrió que las cosas no eran tan rústicas como por fuera, incluso se atrevió a decir que el lugar con las paredes pintadas en un color platino y con unos sofás de cuero y patas de acero lucía bastante atractivo. Sin dudarlo, Stiles llamó el elevador y su corazón golpeó duro su pecho en cuanto se subió y las puertas se cerraron ante sus ojos.

   En el momento que las pesadas puertas se abrieron él se fijó en ese rellano más escueto y de sólo dos pisos. Se encaminó al de la puerta corrediza metálica y mordiéndose el labio empuñó su mano, mirándola un par de segundos antes de recordarse que no debía pensar nada, sólo llamar a la puerta y aguardar.

   El sonido metálico fue como un aullido en la noche de Luna Llena, aunque en California no había lobos. Pero todo estaba tan tranquilo y silencioso que el sonido le sorprendió lo suficiente, pero luego escuchó pasos y sólo miró la puerta, hasta que esta, con un chirriante pero firme sonido, se abrió hacía un lado.

   No es que Stiles fuera menudo, pero se sintió bajo cuando apareció el pelinegro. Y lo primero que el chico notó fue ese par de gruesas cejas alzarse, escrutándole con la mirada, con ese par de ojos de un verde grisáceo y los dientes apretados, por lo que el rostro parecía más firme y duro. Derek Hale estaba ante él, vistiendo blue jeans, una camiseta azul oscuro y con el cabello mojado y barba de varios días.

   En ese momento, por esa mirada y la forma que cuadró los hombros, Stiles supo que Derek no le reconocía. Sin comprender por qué, su abdomen bajo se contrajo y suspiró casi sin poder evitarlo.

                ─Derek Hale…─murmuró y se secó la garganta. ─ Vengo por…

                ─Lo del piso, ya Jennifer me dijo. ─Una media sonrisa se formó en los labios de Derek, y Stiles pensó que si a todos los posibles compañeros de piso miraría así, no iba a conseguir uno tan fácil. ¡Parecía un maldito gruñón!

   Pero pronto, sin decir nada, Derek se hizo a un lado haciendo un gesto con la cabeza al delgado muchacho para que entrara. Stiles sonrió un poco y sintió la calidez del departamento, aunque al ver las altas columnas de metal y la madera por aquí y por allá supo que aquel debía ser un lugar algo frío por las noches.

   Derek en tanto caminó hacía el salón y Stiles no necesitó de ser su mejor amigo o su hermano para saber que era un hombre de pocas palabras, de esos a los que era más fácil sacarles un golpe que una palabra.

   El piso era realmente grande como Jennifer lo había expuesto, con un ventanal como pared que dejaba ver un poco de la zona y los rayos del sol se colaban por los cristales, aunque sin llegar a ser tan directos como para hacer un hervidero el lugar. Stiles se fijó en que la decoración era bastante escasa, pero lo que había tenía un deje masculino, lo suficientemente rústico y armonioso. Allí no vivía ninguna mujer.

                ─ Son tres habitaciones. ─Dijo Derek. ─ Aquí está la cocina, comedor y salón, aunque comedor y salón están juntos. ─señaló una mesa de roble de seis puestos que, en lugar de sillas, tenía altas bancas. ─ Las habitaciones están arriba.

   Stiles frunció el ceño y luego asintió, a la vez que el pelinegro echaba a caminar hacía unas escaleras en caracol en una esquina. Más que un piso era casi un penthouse, aunque el lujo que caracterizaba esta clase de viviendas era escaso o prácticamente nulo allí. Pero él tampoco se quejaba, la casa en la que había crecido era una reliquia que gracias a Noshiko, esposa del Sheriff Stilinski, parecía más del siglo XXI ahora.

   El más joven siguió a Derek por las escaleras, encontrándose con un pasillo angosto y al lado izquierdo tres puertas.

                ─La habitación que rento es la segunda con baño. ─Derek señaló la de la mitad. ─ La primera es la mía que también tiene baño y la tercera es la que usan mis hermanas cuando vienen a Beacon Hill o cualquier invitado no deseado… ─una risa fría escapó de los labios del hombre que luego se volvió hacía Stiles, mirándole con severidad.

                ─Invitados no deseados…─notando la mirada de Hale, decidió reír. ─ Buen chiste.

                ─Abajo hay otro baño. ─Agregó Derek volviéndose hacía las escaleras, pasando muy cerca de Stiles que se descubrió conteniendo el aliento y tosiendo al sentirse ahogado. ─ No estés enfermo, no quiero gripe porcina o algo así.

   Derek bajó sin decir más y Stilinski quiso patearle el trasero. No estaba enfermo y mucho menos de algo como eso.

                ─Soy enfermero. ─Soltó Stiles, rascándose la nuca.

                ─Lo sé. ─Derek se frenó y Stiles se quedó pasmado, de una manera u otra, pues quería decir que el pelinegro sabía de él, tal vez aún le recordaba. ─ En fin. Si aceptas, seremos tú, yo y las cucarachas del departamento de en frente.

   A Stiles eso le resultó algo… tierno, casi agradable. Aunque, sin comprender o definir el por qué, quiso que ese “tú, yo” fuera un “tú y yo.” Pero enseguida sacudió la cabeza, turbándose al pensar en aquellas cosas que le erizaron la piel. Además, Derek tenía a Jennifer. Aunque…

                ─Pero… ¿Y Jennifer? Dijo que era tu novia. ─ Y Stiles sonó un poco más preocupado de lo que quiso.

                ─Mhm. ─Derek se volvió, cruzando los brazos sobre el pecho, las bíceps hinchándose y los labios frunciéndose un segundo. ─ Es… complicado. Además, como sea, dijiste novia… Y no veo por qué los novios deben vivir juntos. Eso es cosa de los que se comprometen o concubinos y todo ese lío. Lío del que paso. Me resulta cosa de inseguros, quizá el tío que viva con la chica es un niñato que necesita de una mujer que le haga todo… O la chica una loca celosa.

                ─Yo vivía con mi novia. ─ Stiles se sonrojó, se sintió idiota y tuvo bastantes ganas de echarle un discurso a Derek de por qué había vivido con Malia. Sin embargo, Derek parpadeó varias veces seguidas y le regaló una sonrisa, una que le pareció sincera y, aunque no se disculpó, Stiles vio el arrepentimiento en su mirada, un atisbo apenas, pero peor era nada. ─ Y era yo quién cocinaba… ─cerró la boca de golpe. ─ En fin… Entonces Jennifer no vive aquí.

                ─No. ─Derek dejó caer los brazos y dio una palmada como por arco reflejo, agradeciendo por sacar el tema debido de nuevo. ─ Pero a veces viene y se queda… No obstante, si llegas a venirte a vivir aquí podrás decidir quién viene y quién se va. No es algo que me guste, el piso es mío, pero, venga, estás pagando una renta y es como si medio piso te perteneciera, así que es decisión tuya, así como también mía. Se trata de armonía… ─gruñó. ─ En realidad es idea de Laura, mi hermana. Si por mi fuera te diría que te metas en tu puta habitación y no me jodas la vida.

   Fue tan duro y al final le miró casi con inocencia que Stiles pensó que se topaba con un bipolar en fase maniaca. Esa forma de expresarse y esa sonrisa fue como una patada, y él, que hablaba tanto y era tan activo, se sintió un pequeño cordero a punto de ser cortado en pedazos. ¿Y si Derek se pasaba por el culo luego esa “idea” de Laura?

                ─Bueno… ─Stiles rió un poco, ahora él era quién necesitaba volver al tema. ─ Por mí no hay problema, aunque quizá me escuches a mitad de la noche o en la madrugada… es decir… ─tragó saliva al descubrir el significado que podía guardar sus palabras. ─ Sufro de insomnio y me pongo a leer, o ayudo a mi padre con casos de la comisaria que le robo cuando voy a casa. En realidad le saco copia a sus expedientes y trato de investigar por mi cuenta. ─Se encogió de hombros. ─ O sino juego a la play, y raras veces se me da por limpiar o bailar… Aunque eso pasa cuando no me he tomado mi dosis de Adderall…

                ─ ¿Te drogas? ─Derek parecía sorprendido.

                ─No… Oh Dios Derek ¡No! ─Stiles rió con fuerza, sin mostrarse menos nervioso. ─ Sufro de hiperactividad y déficit de atención desde niño y digamos que mi caso es especial y no he sabido manejarlo del todo… Aunque francamente no sé si se tiene cura, supongo que es cuestión de la crianza, si un chico es hiperactivo y le dejan hacer todo, sea bueno o malo, no va a mejorar. O si sufre de TDAH como yo y no es diagnosticado tampoco cambiará… Así que supongo que no tiene cura, e igual no es como si fuera un psicópata. ─Miró a Derek, quién lucía divertido, con las pobladas cejas enarcadas y la boca entreabierta. ─ Lo siento… Hablo mucho. ─Tragó saliva. ─ Adderall es mi medicina.

                ─Comprendo.

   Derek se dirigió al sofá y se sentó en un acto descuidado. Stiles, sin saber qué hacer, se acercó al amplio ventanal, moviendo las manos a su espalda, ansioso y con necesidad de ir por aquí y por allá, incluso deseando revisar el frigorífico, aunque no sabía para qué. Luego de un minuto en silencio se sentó al borde del ventanal, mirando sus rodillas y de cuando en cuando a Derek que había tomado su teléfono móvil y tecleaba algo.

   Aquello era extraño. Una vez Stiles había leído que los chicos con autismo tendían a, repentinamente, meterse en su mundo. Podían estar hablando normal y de pronto quedarse callados y moverse a una esquina, con la mirada perdida y la mayor parte del tiempo desconectados de la realidad. Y ver a Derek callado de pronto e ignorándolo prácticamente le recordó aquello. Aunque el joven Hale no parecía un autista y no estaba desconectado de la realidad, tenía su teléfono inteligente en mano. Pero pronto lo dejó y se quedó en silencio un minuto, haciendo que Stiles se impacientara. No es que el silencio fuera del todo incómodo, pero él era la clase de chico que lo detestaba, que se ponía de los nervios y terminaba buscando la forma de entretenerse sin pensarlo. Pero con Derek allí y su particular personalidad temía a hacer o decir algo que le hiciera terminar fuera de su departamento a las patadas.

                ─ ¿Y bien? ─Para tranquilidad de Stiles, fue Derek quién habló.

                ─ ¿Qué…? ─Stiles se incorporó, con las manos de largos dedos moviéndose a los lados de sus jeans.

                ─Pensé que ya irías a por tus cosas. ─Derek volvió a tomar su teléfono móvil.

   A Stiles eso le tomó por sorpresa. Sonaba a una orden, era casi como si Hale fuera esa clase de hombres controladores que no se iba por las ramas y las cosas se hacían a su manera o se hacían a su manera y nada más. Así que eso le dejó algo descolocado, porque Stiles odiaba hacer lo que le decían ¡Había ido una vez a México cuando su padre le dijo repetidas veces que no! Aunque esa no había sido tampoco la primera vez. Sin embargo, Stiles asintió y se encaminó a la puerta, con Derek a sus espaldas y el pensamiento de que estaba enloqueciendo al aceptar por decisión más de Hale que suya propia.

                ─No dije que aceptara. ─Soltó el más joven cuando la puerta estuvo abierta y él se paraba en el umbral.

                ─Vale. ─Derek sonrió con desgana y tomó la puerta para cerrar.

                ─Hey… ─Stiles casi se arroja sobre la puerta, mirando con dureza a Derek. ─ Tampoco me negué. Sólo… Gracias. ─Suspiró. ─ Procuraré traer mis cosas pronto… Entre hoy y mañana y procuraré no molestar tampoco.

   Derek se sonrió, fue una sonrisa de conformidad, estaba satisfecho. Y Stiles notó algo más: Cada sonrisa de ese hombre era diferente, dependiendo de su humor. Se preguntó cuántas sonrisas más tendría que conocer, incluso miradas y expresiones faciales.

                ─Está bien, está bien. ─Derek extendió una mano.

   Stiles no dudó en tomar esa mano amplia y masculina y apretarla, el roce fue cálido y el apretón de Derek firme de tal modo que le hizo sentirse un debilucho. Y aún con las manos tomadas, se miraron unos largos segundos y Stiles se preguntó si Scott se sentía así cuando tenía un ataque de asma, porque sin darse de cuenta respiraba de manera desigual.

   Pero las manos pronto se soltaron y Derek dio un paso atrás, tomando la puerta y desviando la mirada.

                ─En fin, me marcho. ─Stiles miró a Derek y se volvió en busca del elevador, casi tropezando con sus pies. ─ Lo siento… lo siento… ¡Nos vemos!

   Y ninguno dijo nada, pero Stiles escuchó una risa de parte del pelinegro cuando pulsó el botón del elevador. Cuando estuvo en la planta baja, se detuvo en la entrada. ¿Había aceptado sin siquiera saber cuánto debía pagar? ¿Había aceptado sin firmar el contrato de arrendamiento? ¿Desde cuándo era tan descuidado? ¡Ni siquiera se preguntó dónde estaría Jennifer! Sólo había estado pendiente de Derek, de él y sus palabras, sus sonrisas y miradas y la forma despectiva con que le contempló la mayor parte del tiempo. Pendiente de su cabello desordenado negro y su barba, incluso de sus ojos.

                ─Oh Dios Stiles. ─Stiles se puso rojo como un tomate cuando sintió que algo en su interior se despertaba y parecía revolverse inquieto, haciéndole sentir una calidez nada amistosa, en realidad distaba de ello. ─ Debo estar de broma. ─se dijo, tratando de controlar sus impulsos que parecían los de un adolescente.

   Antes de seguir desvariando, se fue a su jeep y llamó a Scott, preguntándole si podría ayudarle a llevar las cosas, quizá podía ir Isaac también. Stiles se preguntó si estaba mal colocar algunas de las cosas de su anterior salón en el del loft de Derek. Decidió que luego lo hablarían, quizá si todo se viera más equipado el piso luciría mejor.

 

   Dos días habían pasado desde la llegada de Stiles al piso de Derek Hale. Y desde la primera mañana se notó la presencia del hiperactivo chico que decidió levantarse a las seis menos un cuarto a limpiar los restos de las pizzas que Scott y él se habían comido junto con Derek, así como guardar bajo el colchón de su cama las cajas de sus cosas y echar en un pequeño bote los tornillos que había olvidado de qué eran o para qué servían.

   El piso se vio más equipado con los muebles algo hogareños de Stiles y su Samsung Smart TV de su pasado salón bien puesto en una de las dos columnas de madera donde se tuvo que usar taladro para poder instalar la base y luego la televisión. Derek ayudó bastante, por ejemplo: sacando su televisor que parecía una caja del salón y llevándolo a su habitación, porque aunque Scott y Derek bromearon con echarlo a la basura, no lo hizo.

   Las cosas de Stiles, en realidad, no todas eran de él y lo que eran la licuadora, refrigerador y comedor, entre otras cosas, pertenecían a Malia, a quien Stiles dejó un mensaje de voz diciéndole que podía pasarlas a buscar al piso antes de una semana, pues la última renta pagada se vencería en ese tiempo y pronto iría el casero a buscar el dinero o hacer desalojar a los inquilinos. Quizá Malia se sorprendió por ello, porque Stiles daba el paso de alejarse más aún, cortando la vía que les unía y separándolos para siempre. Y es que él la había esperado un mes y ella no hizo nada, así que pasó página, aunque eso no le hacía sentir bien, para nada.

   Pero Stiles procuró no pensar en esas cosas, y estuvo muy tranquilo, distraído con la mudanza y concentrado por su medicación que se tomó al pie de la letra. La primera riña de Stiles y Derek se vio la tarde del primer día, cuando el más joven descubrió que Derek no tenía horno de microondas.

                ─Joder, estamos en el siglo XXI. ─bramó Stiles. ─ ¡Un horno de microondas es necesario!

                ─Lo que quiero comer, lo como caliente y sino frío. ─Derek bufó.

                ─ ¿Y si estaba en el refrigerador antes? ─Stiles enarcó las cejas.

                ─Pues sigue siendo comida…─ el pelinegro mostró una cara de desagrado, pero no por la comida fría, sino por el hecho de que Stiles le jodiera por algo como eso. ─ Además, no es algo que te iba a decir cuando viniste a ver el piso… Y no es mi culpa que tú hayas dejado que tu novia comprara el microondas y no te lo hayas traído por eso.

   Golpe bajo y ambos lo supieron, sobre todo cuando Stiles asintió y se sentó a comer frío el estofado que Melissa McCall le llevó al trabajo. Pero, como era de esperarse, Derek no se disculpó y Stiles decidió dejar el tema. No era su amigo ni nada por el estilo, no le podía reclamar ni mucho menos mostrarse afectado, porque en realidad el tema de Malia no le afectaba, lo que le llegó a sentir mal fue la forma casi cruel que Derek la dijo, porque Derek no lo dijo sin querer, lo dijo con la intención de herir.

   Pero fuera como fuera, el día terminó sin que ninguno de los dos se hablara más y con Stiles de un lado a otro, hablando por el manos libres con Jackson ¡Sí! Con Jackson, quién le llamó desde Londres, y para sorpresa de Stiles hablaron dos horas y el chico preguntó si era un alien que el Doctor había traído en su TARDIS en lugar de Jackson. Pero él sólo rió y le dijo que era bueno hablar con alguien, y que ya había estado hablando con Scott y que Isaac lo maldijo por no dejarle dormir.

   Ya con el segundo día Stiles decidió que compraría otra cama y le regalaría esa a quién la necesitara, pues su cama era demasiado grande, era una de dos puestos, y él odiaba dormir en una cama tan grande solo, daba vueltas y no se hallaba, lo que aumentaba su insomnio.

   Mientras se tomaba una taza de café antes de irse a su vieja casa para buscar su vieja cama, porque era mejor un malo conocido que un bueno por conocer, notó que al lado de la cafetera había un microondas que brillaba por el color plateado y lo nuevo que estaba. Los ojos le brillaron al chico, porque después de buscar su cama él iba a comprar uno, pero aquello demostraba que Derek estaba interesado en no buscar pleitos y que podría calentar sus cosas. Sin embargo, decidió no hacerlo, no quería usarlo, ¿y si Derek lo había comprado para sacarlo en cara o algo así? Era mejor evitar los problemas, así que decidió que no lo usaría, pero tampoco compraría uno para él, sería estúpido tener dos hornos de microondas.

 

   Cuando llevaba su vieja cama desarmada en la amplia camioneta Dodge de su padre, que había comprado con ayuda de la nueva señora Stilinski, Stiles pasó por una tienda de aparatos electrónicos y frenó en seco. Si Derek había comprado algo que faltaba, él también podía hacerlo ¿no? Pero debía recordar que faltaba y pensó en dos cosas: un aire acondicionado o un ordenador. Stiles tenía una laptop, pero le gustaba tener una portátil y un computador de escritorio, así que ¿qué más daba? Era su dinero después de todo.

   El ordenador, para suerte de Stiles, tenía descuento si lo compraba con impresora y mesa, además pagó con la tarjeta de crédito, por lo que no se preocupó y antes de empezar su turno en el hospital, fue a dejar todo en el piso.

   Al llegar Derek estaba en el sofá, viendo la televisión. Estaba, porque en cuanto Stiles abría, él apagó la televisión y dejó el mando al otro lado del sofá. Pero que orgulloso era, con que no quería que el castaño le viera usando sus cosas, aunque a Stiles eso le daba igual, mientras no se las arruinaran todo estaba bien.

   Era obvio que entre ambos la relación era tensa, que casi no se llevaban bien y menos después del incidente del microondas, por ello Stiles decidió subir la cama él solo, sin importarle tener que hacer tres viajes de la planta baja al piso del departamento y luego a la habitación, lo que se le hizo más difícil, pues las escaleras en caracol eran complicadas.

   Cuando se fijó eran las diez de la mañana y su turno comenzaba a la una, así que no queriendo molestar a Derek, comenzó a instalar el ordenador de escritorio, cerca al sofá, pegado a una columna de metal donde estaba más cerca la WiFi y un enchufe.

                ─ ¿Qué haces? ─Derek se colocó tras de Stiles.

   Stilinski, que ya tenía cerca de una hora como técnico de computación, colocó los ojos en blanco.

                ─Estoy creando un portal a Narnia. ─Soltó, mirando como Derek enarcaba las cejas, en un acto de desaprobación. ─ Instalo una computadora, Derek, creo que es un poco obvio.

                ─Tienes una portátil.

                ─Sí, ¿qué tiene de malo? ─él se encogió de hombros, colocándose de rodillas tras el CPU para conectar los cables del teclado, mouse y monitor. ─ Tú compraste el horno de mi…

                ─No he comprado nada. ─Derek se devolvió al sofá.

   Stiles se levantó del suelo y enarcó las cejas, con la frente sudada y los ojos moviéndose de un lado a otro. ¿Por qué decía Derek eso? Ambos vivían allí, sólo ellos dos, uno de ellos debió comprarlo y no fue Stiles.

                ─Pero… ¿Qué dices? ─el castaño se acercó al sofá.

                ─Lo que escuchaste. ─Derek tomó el libro que había estado leyendo. ─ Quizá cuando le contaste a tu hermanastra lo del horno de microondas ella decidió comprarte uno, o tu padre, qué sé yo, Stiles. Yo no necesito de un puñetero aparato de esos o de ninguno.

   Auch. Eso fue lo que Stiles pensó al escuchar a Derek, y se sintió estúpido. Por eso su padre le había dicho que si le había gustado el regalo de bienvenida al piso de Derek que le había comprado Noshiko. Él creía que se refería a algo más que aún no había llegado por el correo, no al maldito aparato. ¿Por qué Derek no le había dicho nada? Y ¿por qué tenía que comportarse así? Eran compañeros de piso, no eran amigos, pero por lo menos tenían que llevarse bien sino ¿para qué hacer tal cosa? ¿Por qué necesitaba el dinero de la renta? Era algo bastante bajo, de un modo u otro, y más para Derek.

                ─Ah. ─Stiles asintió y vio sus manos temblar y las colocó a sus espaldas. ─ Claro… Y vale. ─Tragó saliva, pero quería devolver el golpe, no quería tampoco sentirse ofendido, aunque no estaba bien mostrarse igual de bajo que los demás. ─ Sea como sea, ¿qué sabes tú si hablaba con mi hermanastra? No quiero que andes escuchando con quién hablo o no, no es tu puñetero problema y me vale si no necesitas ningún electrodoméstico. Ahora vivo aquí y tengo derecho de traer lo que quiera. Kira me lo regaló por mí, no por ti.

   Derek dejó de mirar el libro y dejó puesta su dura mirada en la de Stiles, sólo asintió y volvió a su lectura, sin mostrarse afectado, ni siquiera ofendido. Y Stiles se sintió estúpido, un payaso estúpido y sin gracia.

   Se devolvió al ordenador de escritorio y lo terminó de instarla, sin tomarse la molestia de encenderlo. Quizá nunca lo hiciera de todos modos.

 

   Antes de la una de la tarde Stiles salió del departamento, sin comer y con sólo su medicamento en la tripa. No tenía hambre y se volvía a sentir solo. No era  malo estar solo, pero sí sentirse solo. Stiles siempre se había sentido solo desde la muerte de Claudia y con su padre siempre en el trabajo, tan sólo Scott de amigo y sin ninguna relación hasta el último año de instituto con Malia. Y después de seis años conviviendo con alguien, de nuevo estaba solo, porque tener a Derek cerca no era estar acompañado, en realidad era estar con un dolor de cabeza y ¡sólo tenían dos días conviviendo juntos! Era una mierda, realmente lo era y él esperaba algo diferente, no algo como en New Girl, gracioso y lleno de vida, pero tampoco algo tan… lamentable.

   Al llegar al hospital de Beacon Hills enseguida se incorporó en su área, preparándose para el recorrido, ver a los pacientes y comenzar su turno como debía ser.

                ─ ¿Cómo te va en tu nuevo hogar? ─dijo Erica, colocándose al lado de Stiles mientras caminaban hacía las habitaciones de hospitalización.

                ─Bien. ─Mintió, metiendo sus bolígrafos en un bolsillo y colocándose la identificación.

   Tres pacientes más tarde, Stiles escuchó unos fuertes gritos más allá del pasillo de hospitalización, al ser el más cercano a la puerta supo que una emergencia había llegado a Urgencias y la mayoría de enfermeros y enfermeras del turno de la tarde estaban en el recorrido, así que él y Erica, los más cercanos a la puerta, salieron enseguida, siguiendo al médico de guardia.

                ─Paciente primigesta de diecisiete años de edad. ─decía el paramédico que agarraba una mano de una delgada muchacha de cabellos marrones que se revolvía en la camilla, con una tripa abultada debajo de esa vieja camiseta de AC/DC. ─ Rompió fuentes hace media hora… antecedentes de drogadicción y alérgica a la penicilina…

                ─Lo importante. ─gruñó Erica, colocándose al otro lado de la camilla. ─ ¿Cuántos meses tiene?

                ─Siete y medio.

                ─Joder. ─gritó al muchacha. ─Me está matando… sacadlo rápido… ─decía, y miró a Stiles a los ojos. Este enseguida miró al médico que ordenó que la llevara a sala de parto y la prepararan para la extracción del feto.

   Fue en ese momento que todos notaron como los pantalones cortos grises se humedecían de un líquido rojo. Era sangre.

                ─Doctor… Es muy riesgoso extraerlo por parto. ─Dijo Stiles.

                ─Llevadla al quirófano, cesárea de emergencia. ─Demandó el moreno hombre.

                ─Lo quiero dar a luz normal… ─la muchacha pareció desesperarse sobre el dolor. ─ ¿Qué pasa…? ─y llevó la mano a su entrepierna, sus dedos se mancharon de sangre y gritó más fuerte al verla. ─ ¡Mi bebé! Deben salvarlo.

   Todos se miraron. Tenía siete meses y medio y era drogadicta, además de joven. Las posibilidades de que ese bebé naciera eran pocas, y además ella podía morir en el proceso. Así que todo estaba siendo muy complicado.

   Erica se colocó al lado de la chica y le susurró algo, mientras la metían en la sala de pre-operatorio.

                ─Deben salvarlo. ─dijo entre sollozos y miró a Stiles a los ojos. ─ Por favor… si alguien muere hoy, que sea yo.

                ─Nadie tendrá que morir hoy. ─murmuró Stiles, mientras se acercaba a ella y luego le ayudaba a quitarse la camiseta, descubriendo algunos hematomas en la piel de la muchacha.

                ─Que él viva…─la joven se agarró de un brazo de Stiles y lo volvió a mirar con esos grandes ojos marrones. ─ Él merece vivir… Por favor.

   Stiles en sus casi dos años de servicio jamás se sintió de tal manera, como si todo el peso de un paciente cayera sobre sus hombros y se preguntó dónde estaría  la familia de la paciente. La forma en que ella le miraba le conmovió y quiso ser el médico para salvar rápidamente al bebé y a la madre también.

                ─Haré todo lo que esté en mis manos…─dijo muy bajo, viendo el rostro ahora pálido de la mujer que comenzaba a caer en sopor.

   Pero no estaba seguro, él no era el encargado de aquello, era la mano derecha del médico, más no el médico. Pero Stiles, así como el médico y todos, sabían que se hiciera lo que se hiciera, no iba a sobrevivir alguno de los dos, o quizá los dos padecerían.

 

   La hora de muerte de Caitlin McLean fue a las tres treinta de la tarde y la hora de nacimiento del pequeño Liam a las tres veinte. Caitlin se había desangrado durante la cesárea y el recién nacido estaba en graves condiciones, era prematuro y se sospechaba alguna afección de las vías respiratorias, incluso del corazón.

   Para Stiles fue un gran golpe no haber podido hacer prácticamente nada por ayudar a Caitlin, pero él era lo suficientemente realista como para saber de antemano lo que ocurriría. Fue el primero en tener al bebé, practicándole de inmediato los primeros auxilios al neonato. Y el pequeño Liam, para ser prematuro y de una madre como Caitlin, lucía bien, sólo su manera de respirar era extraña y su llanto demasiado bajo y ahogado.

                ─Lleven al bebé de inmediato al retén. ─ordenó el doctor.

   Lo había dicho antes de que Caitlin muriera. Y a pesar de la pérdida de sangre y la anestesia, ella se volvió justo cuando Stiles salía con Liam en la cuna, mirando los ojos castaños de él, moviendo los labios en un “sálvalo” antes de que el monitor lanzara el maldito sonido que dejaba claro el paro cardíaco.

                ─Debe llamarse Liam. ─decía Erica mientras llegaban al retén. ─Ella lo dijo un par de veces mientras la terminábamos de preparar para la cesárea…

                ─Liam… ─Susurró Stiles.

Notas finales:

Primigesta: Cuando una mujer está embarazada por vez primera se le da este nombre.

Romper fuentes: Por la vagina sale el líquido amniótico en el que está el bebé, esto sucede porque se rompen las membranas del saco. En el caso de Caitlin fue una ruptura prematura de membranas.

Antecedentes: Antes de entrar cualquier paciente a urgencias se preguntan por antecedentes de cualquier tipo, y si es una embarazada se tienen en cuenta los suyos sobre adicciones, así como familiares de enfermedades hereditaras y alergias.

Dodge: Marca de coches, en el caso del Sheriff es una Dodge Ram, una camioneta.

Si se preguntan: No sé en qué precio estará una renta en US, así que por ello no coloqué un monto. Derek no hizo firmar contrato de arrendamiento a Stiles porque es mucho lío y él desea pasar de tanto papeleo y todo eso. Stiles pagó dos meses de renta por adelantado, como suele hacerse, o los dos últimos meses, en todo caso, más la renta que Derek estableció.


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