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Tomorrow por AkiraHilar

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Notas del capitulo:

¡Gracias por leer! ¡He aquí el penultimo capítulo!

Definitivamente la medicina había concordado a través de los años, que la presencia activa de los seres queridos en medio de las intervenciones difíciles o complejas, aumentaban el porcentaje de recepción y recuperación en el paciente. La medicina más humanista había ampliado las esperanzas de vida de pacientes con enfermedades que podrían ser terminal, como el cáncer. Y los hechos estaban a la vista.

 

Estar en el centro de atención para el tratamiento con el trasplante, había mejorado en mucho la salud de Albafica, sin abandonar sus cuidados. Se sentía mucho mejor estando en compañía de otras personas que tal como él, también luchaban contra el mismo mal acompañados de sus seres queridos. Una joven mujer que recibía el apoyo de su madre en la clínica, mientras su esposo e hijos la visitan todos los días, un adolescente que tenía el cuidado de su madre y recibía a su padre cada vez que llegaba de un nuevo vuelo.

El menor decía que quería ser piloto y Albafica había escuchado incontablemente su experiencia en un avión de su padre, cuando pudo subir con él. No quedaba nada del cabello rojo en su cabeza, pero el niño hablaba del futuro como si fuera allí mismo, el mañana. Y eso le daba más fuerzas para continuar y seguir persiguiendo ese sueño, como él.

Asmita a su lado al dormir y a su lado al despertar se había convertido también en la medicina que necesitaba para tomar con mejor humor los medicamentos y hacer caso a la estricta dieta que incluso Asmita se obligó a seguir. Él mismo la preparaba y era mucho mejor para Albafica reconocer la sazón de su novio aún si tenía que evitar la sal. Comía mejor así, y dormía mucho mejor si lo sentía a su lado. Todo era más fácil al sentirse acompañado.

Tras la última dosis de quimioterapia, comenzaba el conteo regresivo para la transfusión. Los días negativos iniciaban en espera del momento para la intervención. Durante esos días, en la mañana y en la tarde Albafica se pesaba y le hacían un examen de sangre para evaluar el conteo y verificar su evolución después de que la última quimio atacara a las células cancerosas. Cuando trasplantara las células madre de su padre, estas mismas se encargarían de combatir el mal y extirparlo, llevando a Albafica a la total recuperación. A la remisión final del mal en su sangre.

En la visita anterior, Defteros había llevado manga yaoi para disfrutar y entretenerse en un lugar que le parecía aburrido y Kardia había llevado buena música para compartir desde su memoria portátil. En la televisión además tenían la oportunidad de ver películas y compartir un rato mientras llegaba la hora de dormir. Albafica levantó la cabeza en busca de Asmita y su boca mientras este se concentraba en buscar un buen canal para entretenerse.

Debido a la situación, estaba prohibido el contacto sexual entre ambos y aquello Asmita lo estaba siguiendo muy bien, al pie de la letra. Evitaba entonces cualquier roce que pudiera ser provocativo o que creara la necesidad de llevar las cosas a más. Aunque Albafica sabía que era por prescripción médica, extrañaba esos roces y muchas veces se hallaba en la enorme encrucijada entre tentarlo o dejarlo ser. Tampoco quería sentir que a Asmita se le estaba haciendo muy fácil evitarlo al tenerlo en esas condiciones donde el cáncer le había quitado parte de su atractivo.

Al levantar sus ojos, suspiró hondo y se pegó contra su barbilla. Respirar el aroma natural de Asmita le era reconfortante, mientras disfrutaba de su compañía y el calor de su presencia. Su novio le respondió apretando un poco más su abrazo y dirigiéndole una mirada suave antes de volver su atención al televisor.

—No tengo ganas de ver televisión. —Le dijo al tomar su mano y quitarla del control remoto. Asmita volvió a mirarlo, atento, antes de hacer lo que él quería.

—¿Y que tienes ganas de hacer? —Albafica sonrió y enredó uno de sus dedos en un mechón dorado detrás de su oreja—. Corazón…

—Lo sé, lo sé, sé que no podemos. —Asmita le enarcó una ceja y llevó su mano para besarla—. ¿Tampoco podemos leer el manga?

—Me excitaré y sufriré porque te tengo al lado y no puedo tocarte.

—Podría ayudarte con eso…

—No. No puedes. Mejor acuéstate aquí conmigo.

Era fácil tener el cuerpo de Albafica cerca del suyo.  Pesaba mucho menos que antes y era más delgado, sus brazos encontraba fácil acomodo en su ahora cintura menuda, pero por lo también trataba de ser lo menos agresivo posible. Sentía que de apretar más, dejaría marcas, y que de ser así habría más moretones que Albafica vería al mirarse en el espejo. Intentaban de todos los modos no lastimarlo más de lo que la enfermedad lo había hecho en él.

Y sin embargo, notaba la ansiedad de su novio por un contacto más íntimo que los besos en su mano o en su mejilla. Más que el solo hecho de abrazarlo. Asmita pegaba su cabeza sobre la de él, sintiendo el poco cabello en su barbilla, mientras acariciaba su espalda y dibujaba figuras en la piel expuesta. Prefirió llevar su atención a ese momento en que compartieron por primera vez la cama, juntos, siendo dos adolescentes demasiados inexpertos y enamorados.

El recuerdo los envolvió en un dulce sopor que se fue combinando con las caricias en su espalda y las que Albafica luego inició sobre su estómago. Los dedos pasaban de manera tenue, en el silencio de la habitación y en la ausencia de otro agente distractor que lo alejara del sonido de sus corazones sincronizados y sus respirares apaciguados mientras se sentían.

Fue como revivir ese momento, justo cuando al ser aún más niños que adultos, exploraron de nuevo su cuerpo para reconocerse mejor. Las primeras sonrisas nerviosas y el brillo latente de la excitación que se negaba a ceder, que negaba a morir a sus emociones disparadas por la nueva experiencia. Los besos, largos y cortos, alternándose mientras el chasqueo de sus lengua y el de sus labios sorbiéndose era tan fuerte que sentían retumbar su habitación. Las manos curiosas y los erizamientos de los poros en cada punto donde tocaban. Los roces de sus extremidades y la manera en que el aire escapaba en nuevos sonidos, al que llamaron gemidos después.

Era tan fuerte la sensación de revivir el momento, que las caricias pesen a ser tenues revitalizaron sus nervios, haciéndoles sentir esa sensación indescriptible de confort e intimidad. Asmita había encontrado en la respiración de Albafica esa manera tan sencilla de hacerle ver el hormigueo bajo su piel y la necesidad de un mayor contacto.

Así que el abrazo que vino fue la única forma de poder controlar todo eso, de mantenerlo en el fondo, de someter el momento antes de provocar que la atracción ya explicita se volviera en algo incontrolable y tuvieran que hacerla salir. El suspiró pegado en la mejilla de Albafica fue suficiente para hacerle ver cuánto se estaba conteniendo y por un momento, los ojos de su novio se vieron empapados al comprender allí tantas cosas. Cuánto deseo acumulado y cuanta determinación de hacerse más fuerte que él, por él.

—Cuándo salgas de aquí…—Le escuchó decir con la voz ronca—. Cuando salgamos de aquí, Alba.

—No te dejaré dormir. —Secó la lágrima que brotó y rodó por su mejilla. Se sentía tan fuerte aquel sentimiento que incluso pudo más que la excitación que había empezado a gestarse. Asmita sonrió… incluso rio un poco antes de dejarle un beso sobre su cabeza.

—No querré dormir por muchos días…

Cada vez que el día se acercaba, la ansiedad se hizo más latente y la necesidad de que todo estuviera en orden para que el trasplante fuera un éxito se volvió casi una obsesión para Asmita. La alimentación, la higiene, incluso la manera en que se vestía y como tomaba sus medicamentos eran cuidados religiosamente por él y anotados en su agenda. Su padre y sus amigos visitándolos, veían en el día 0 como el día crucial en que por fin vencería la enfermedad. Para Asmita, la cercanía del día cero solo lo llenaba de ansias e inseguridad, que trataba de matizar de la mejor manera.

Si todo salía bien, después del día cero vendría los 28 días positivos donde, bajo la estricta vigilancia médica, verían cuál había sido el resultado de la operación. Si efectivamente, tal como esperaban, la enfermedad remitiría totalmente, podrían declarar a Albafica libre del cáncer. Y Asmita tenía todos esos días marcados en su agenda, observando el punto en blanco, como si en vez de convertirse en una programación de tareas a hace, se hubiera convertido en una bitácora de cosas por pasar. En un diario, de algún modo, para ir anotando todo y como evolucionaba esa etapa de sus vidas, aún si no lo hubiera pensado con ese objetivo.

El día -1, un día antes del día de la operación, Kardia había tenido la idea de tomar una fotografía. Hasta el momento y desde que Albafica había sido internado, no había sido tomada ninguna . Asmita no consideraba querer una, no de ese momento que esperaba dejar pronto en el pasado. Y la incomodidad de Albafica ante la posibilidad era otra de las razones por la cual había decidido no querer ninguna.

—Yo creo que sería buena una fotografía. ¡Si estás majo Alba! ¡Mírate!

—Gracias por el cumplido, Kardia… —dijo con tono avergonzado, bajando la mirada. Seraphina, que ese día había ido a verlos, estaba sentada a su lado, tomando su mano mientras le acariciaba tenuemente con una familiaridad y delicadez propia de ella.

—Pues si me gustaría una foto, todos juntos. No hemos estado así todos juntos desde hace mucho, ¿no creen?

Defteros no pudo opinar, atorado con una chupeta en su lengua, miraba de un lado a otro esperando que ellos decidieran si la foto o no. Era de esperarse que Kagaho fuera el siguiente en oponerse.

—No quiero fotos. No me gustan.

—Yo digo que es una foto memorable. —Insistió Kardia mientras empujaba a un Asmita renuente aún a sentarse en la banca donde estaba Albafica. Defteros entonces se paró de la hierba y se acomodó para quedar tras la banca, acomodándose tras Albafica y Seraphina.

—Si ustedes quieren… —Concedió al final, al notar que al menos Seraphina y Defteros quería, así que no veía porque negarles la posibilidad de una fotografía, aunque no era su mejor momento.

Asmita entonces decidió quitarle la cámara a Kardia.

—Bien, ponte tú allá y llévate a Kagaho entonces.

—¿Pero tú?

—Alguien tiene que tomar la foto ¿no?

A regañadientes, Kagaho se acomodó al lado de Albafica y Kardia no tardó en ocupar el lado al lado de Defteros. Seraphina, fina como era, le tomó más fuerte la mano y vestida tan elegantemente como ella lo hacía, se vio como la figura más brillante en la cámara.

Cuando Asmita tomó la fotografía y vio el resultado en la pantalla, hubo algo que notó. La suave sonrisa de Albafica, agradecida por la compañía e iluminando con facilidad la atmosfera que rodeaba la estampa. Kardia se acercó a él, dispuesto a ver y supo que había sido buena idea. Incluso se sonrió victorioso, casi como si pudiera decirle un te lo dije a Asmita, en silencio.

—¿Ves…?  Ahora ve tú por la tuya. Luego podremos ver el antes y el después.

Asmita sonrió ante esa idea y le devolvió la cámara a Kardia. Se acercó hasta su novio, tomando el lugar en su banca mientras los otros les daba espacio para tomar la fotografía.

Se tomaron esa, con Asmita abrazándolo por sobre el hombro y Albafica descansando su cabeza sobre el de su novio. Sus manos tomadas con fuerza, entrelazando dedos como una sola unidad. Ese día, tomaron varias más, hasta que luego llamaron a una enfermera para que se las tomaran a todos juntos. El día cero estaba cerca, pero de alguna manera el inmortalizar el momento lo hizo sentir llevadero.

Por eso, esa noche durmieron tras ver todas las fotografías que tenían guardada en su memoria, desde que eran unos jóvenes estudiantes en Gaia, hasta los últimos momentos que habían vivido. Rieron recordando, se sonrieron con las memorias esas experiencias vividas y comprendieron entonces aquello que Kardia había querido hacerles ver a través de la cámara.

Todo es pasajero… siempre hay mañanas.

Notas finales:

¡Gracias por sus bellos comentarios que me animan a escribir!


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