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Spiteful Fate por carina_mew12

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Extra 2. Amantes Clandestinos

Cuando Luffy llegó a casa esa mañana llevaba el gesto ligeramente fruncido pues había pasado toda la noche fuera por culpa de su superior. Según él estaba prohibido comer durante los entrenamientos, durante las clases teóricas y hasta en las duchas, ¿en dónde se suponía que comería entonces? Ese hombre seguramente quería matarlo de hambre o algo así porque estaba seguro que eso no formaba parte de su entrenamiento. Aunque debía admitir que sus clases tortuosas en la academia de policía lo volvieron lo suficientemente perspicaz como para notar que alguien había entrado a su departamento.

Quizá no lo notó en la puerta pero la ventana estaba abierta tan ligeramente que era difícil percatarse si no tenías un ojo bien entrenado. Todavía no podía portar armas así que tomó un paraguas para defenderse y comenzó a caminar sigilosamente por el departamento, atento a cualquier señal que diera el intruso. Y de pronto lo escuchó, el inconfundible rechinido de la puerta del refrigerador, ¡Se estaba robando su comida! En menos de un minuto ya estaba ahí, y al ver una silueta moviéndose en la cocina, empuñó el paraguas como si fuera una espada

- creo que necesitas mejorar tus armas pequeño oficial- se burló el intruso

- ¡¡Torao!!- al reconocerle dejó caer el paraguas y se arrojó a él, rodeándole con sus piernas y brazos como si fuese una especie de marsupial- ¡Torao, volviste! ¡Shishishi!- restregaba su mejilla contra la del mayor, importándole poco las cosquillas que su barba le provocaban- ¿Cómo estuvo tu viaje? ¿El pelirrojo y tú ya son amigos de nuevo?

- todavía no- tan sólo le bastaba recordar el golpe que Kid le dio apenas lo tuvo enfrente, por suerte había logrado bajar la hinchazón y desaparecer el moratón antes de volver a Arlong Park- sigue enfadado conmigo, aunque sólo es cuestión de tiempo para que podamos hacer las paces- cuando lo golpeó lo supo; fácilmente le pudo haber roto la mandíbula con un puñetazo pero se había contenido, eso dejaba en claro que tenía una oportunidad. En fin, ya había tenido suficiente de viajes, oficiales y de Kid por esa semana, ahora sólo deseaba estar con su amado Luffy- ¿Y tú? ¿Cómo ha estado la academia?

- ¡Me castigaron!- dijo orgulloso y hasta contento- ¡Tuve que correr en el campo de entrenamiento toda la noche!

- eso ya dejó de sorprenderme- hasta él conocía la reputación del sombrero de paja en la academia, le sorprendía que no la hubiese incendiado aun- anoche hizo bastante frío, tal vez te haga falta algo de calor- el médico sonrió travieso y devoró los labios del menor apenas estuvo a la distancia perfecta.

Luffy había crecido en más de un sentido; ya era un adulto en cuanto a edad e inclusive tenía unos cuantos centímetros más de altura, pero lo que encantaba a Law era ese instinto travieso del cual podía adjudicarse su desarrollo. Ahora el chico temblaba entre sus brazos por excitación mientras sus bocas chocaban y se mordían los labios el uno al otro. Pronto las manos del cirujano pasaron a recorrer el delgado pero musculoso cuerpo del chico al mismo tiempo que le llevaba a la orilla de la mesa donde lo sentó; era la altura ideal para quedar de frente y entre sus piernas.

- no Torao, tengo sueño y no he desayunado- se quejó el sonrojado Luffy entre el beso a pesar de que no soltaba ni apartaba al mayor

- qué coincidencia, yo también estoy hambriento- sus manos subieron por el torso del pelinegro, levantando esa molesta camisa que llevaba como uniforme, y el que el otro jadeara por el contacto de sus pieles no hacía otra cosa que animarle más- déjame probarte un poco, Luffy- con su lengua recorrió toda la extensión de su mejilla hasta sus labios para iniciar otro húmedo beso, sin embargo, justo cuando su lengua intentaba colarse de nuevo en la cavidad oral del menor, el timbre del departamento sonó- [[tan sólo ignóralo]]- pensó el médico sin dejar de besar a su pareja, pero supo que Luffy ya se había distraído con su entrometido visitante cuando notó que abría sus ojos entre el beso y miraba hacia la puerta

- ¡¡Luffy!!- llamó alguien a gritos desde afuera- ¡¡Luffy, soy yo!!

- ¡¡Ace!!- listo, lo había perdido. Al escuchar la voz de su hermano mayor, Luffy prácticamente aventó al moreno y corrió a la entrada para abrir la puerta- ¡Ace, sí eres tú!- se arrojó a los brazos del pecoso, quien le atrapó con facilidad en el aire y lo estrechó con la misma intensidad

- ¿y quién más podría ser?- hace tanto que no veía a su hermano menor que ese abrazo le vino de maravilla, más aun cuando vio el ceño fruncido del médico que estaba a espaldas de su hermanito- me alegra ver que estás bien

- ¡tío Luffy!- el pequeño Sabo, quien hasta ahora había estado detrás del pecoso, trató de abrazar a ambos hermanos mientras sonreía- ¿no vas a saludarme?

- ¡oh, Sabo también vino!- Luffy soltó a su hermano para levantar al pequeño rubio entre sus brazos, restregando su rostro contra el de él- has crecido mucho, shishishi, pronto serás más alto que yo

- parece que encontró algo de tiempo para visitar a la familia, comandante- dijo Law en tono burlón mientras se recargaba en el marco de la puerta- ¿a qué se debe tan inesperada visita?-ni siquiera intentó disimular lo que estaban haciendo pues no se acomodó la ropa, mucho menos la de Luffy

- bueno, sé que es repentino pero tengo un favor que pedirles- se escucharon algunos pasos por el pasillo a lo que todos se asomaron hacia afuera, viendo cómo Smoker se acercaba tirando de una maleta azul con ruedas- Smoker y yo estaremos fuera el fin de semana y no se me ocurrieron mejores personas para cuidar de mi pequeño Sabo que ustedes- mentira. Había muchísimas personas capaces de cuidar al rubio, lo único que quería era fastidiar a Law unos cuantos días, y al juzgar por el gesto de mini infarto que tenía el médico, lo había logrado

- espera Portgas- el médico trató de objetar; se consideraba apto para prácticamente cualquier cosa, pero cuando se trataba de niños prefería mantenerse al margen- no puedes sólo venir y dejarnos a ese enano sin aviso alguno, teníamos…

- ¡shishishi, por supuesto que cuidaremos de él! ¡nos divertiremos mucho, ¿cierto Sabo?- tanto Luffy como Sabo desbordaban alegría por la nueva noticia; sería divertido tener al pequeño en casa- ¡podemos jugar a muchas cosas y también comeremos de todo! ¡Torao hace deliciosos desayunos!

- entonces no se diga más- el pecoso tomó la maleta y la empujó dentro del departamento- aquí está su ropa, juguetes y algunos libros. Vigilen que termine su tarea y no lo dejen ver televisión hasta muy tarde. Sabo se va a la cama a las diez en punto y puede dormir solo en una habitación, aunque como olvidé su lámpara de noche seguramente querrá dormir con ustedes- ver el pálido y asustado rostro de Law no tenía precio, guardaría esa imagen para reírse en momentos de crisis- vendremos a recogerte el domingo por la noche, sé un buen niño, ¿de acuerdo?- besó la frente del pequeño Sabo y por último también la de su hermanito- ¡nos vemos!- se despidió el pecoso con una sonrisa triunfante y se marchó junto con el peligris

- [[ese maldito pecoso…]]- Law no cerró la puerta sino hasta que los otros dos subieron al elevador. Sabía de antemano que puños de fuego hizo todo eso a propósito para fastidiarle; la única forma que tenía para vengarse de él en esos momentos era demostrarle que podía cuidar de ese chiquillo y a la vez intimar con Luffy.

***************************

Esa misma noche…

Trafalgar Law nunca se había sentido tan derrotado en toda su vida. Creyó que si llevaba a Sabo a todos los sitios que le pedía lograría no sólo simpatizarle, también lo dejaría lo suficientemente agotado como para que no los molestara durante el resto del día pero se equivocó. Ya eran casi las once de la noche y Sabo y Luffy seguían corriendo y gritando por todo el departamento, desordenando cada habitación en la que estaban y tirando migas de comida por todas partes; era como tener a dos hiperactivos niños a su cuidado. Y eso era demasiado para el cirujano de a muerte.

- suficiente- el moreno habló firme poniéndose entre el camino de esos dos para detenerlos- Sabo, ya es demasiado tarde para que estés despierto, ve a la cama ahora mismo- le ordenó tendiéndole la pijama que llevaba en la mano

- sólo si me lees un cuento primero- el rubio sonrió, dejando a la vista que se le había caído un diente de leche- si lo haces me iré a dormir

- bien- suspiró y comenzó a buscar en la maleta del menor los libros que había traído- Sabo dormirá en tu habitación- le explicaba a Luffy una vez que el niño fue a hacer lo que le pedía- tú y yo nos quedaremos en la mía. Ve a acostarte y espérame, voy en quince minutos

- ¡Sí! ¡Una noche con Torao!- Luffy levantó los brazos en señal de victoria y corrió a la habitación del médico para alistarse para dormir y probablemente para algo más

Tras tomar un libro al azar, Law fue a buscar al niño, quien acababa de salir del baño ya vestido con pijama y sus dientes cepillados. El moreno le llevó a la habitación donde se quedaría y le ayudó a meterse en la cama antes de comenzar a leerle el cuento de un niño que cambió la vaca de su familia por unas supuestas habichuelas mágicas. Pensó que con quince minutos el niño caería dormido, pero eso le costó en más de una hora y dos libros completos. Cuando el rubio finalmente se durmió, dejó la lámpara del buró encendida y fue a su habitación.

Cuando el moreno entró suspiró con desgana pues Luffy se había quedado dormido, aparentemente mientras se quitaba la ropa. Sus pantalones estaban a medio poner y tenía el trasero en alto, sin mencionar que no se había quitado los zapatos. Aunque ver su redondo trasero casi ofreciéndosele le dio una perversa idea; Law cerró la puerta y avanzó en silencio hasta donde estaba el menor. Se desvistió hasta quedar en interiores e hizo lo mismo con Luffy; cuando estaba dormido el menor era tan fácil de manejar como un simple muñeco de trapo. Apenas los dos estuvieron sobre la cama, Law comenzó a besar los carnosos labios del chico de forma lenta para no despertarle.

Y mientras sus labios se deleitaban con el dulce aliento del menor, una de sus manos ya estaba sobre su propia entrepierna; no creyó que un beso lo excitara tanto. Los policías que lo seguían a todas partes no eran un problema pues los habían escuchado tantas veces tener sexo que ya no interferían en sus asuntos y simplemente se dedicaban a vigilar que no saliera de la ciudad sin autorización; pero ahora que Luffy estaba en la academia de policía los momentos en que intimaban eran escasos y debía admitir que lo extrañaba. Aunque en ese momento la parte que lo extrañaba más ya estaba tan grande y dura que parecía que iba a romper sus bóxers en cualquier momento; su mano se introdujo entre la delgada tela y continuó masturbándose mientras sus labios bajaban al pecho del menor. Su lengua remarcaba lentamente sus aureolas y con los dientes tiraba de sus pezones, logrando que Luffy comenzara a gemir bajito

- tío Luffy- la puerta se abrió repentinamente, haciendo sudar frío al moreno. Por suerte para él, Sabo estaba demasiado ocupado tallándose los ojos como para ver lo que estaba haciendo, dándole tiempo suficiente para guardar su miembro- tío Luffy la lámpara se averió y el cuarto está muy oscuro, ¿Puedo dormir con ustedes?

- ¿Sabo?- era increíble que no fueran las caricias del moreno lo que despertara a Luffy sino la suplicante voz del pequeño rubio- claro que puedes dormir con nosotros, ¿cierto Torao?

- antes vayamos a la cocina- respondió el moreno- un vaso de leche tibia te ayudará a dormir-se levantó rápidamente de la cama y cargó al niño bajo el brazo para ir a la cocina. Cuando llegaron lo sentó sobre la barra y se cruzó de brazos, mirándolo serio

- espero que no pienses sobornarme con un vaso de leche- el chiquillo, lejos de intimidarse por el médico, tan sólo se rio- si quieres estar a solas con mi tío Luffy para hacer cosas pervertidas, tendrás que ofrecerme algo más

- veo que eres un niño muy listo- eso era un punto a su favor pues a Law no le gustaba andarse con rodeos- dime cuál es tu precio

- me gusta mucho leer pero los libros que papá Ace me consigue son muy infantiles, ¡yo prefiero los libros de detectives!- hablaba emocionado el pequeño rubio- mis padres dicen que esos no son libros para niños y ya leí todos los libros de detectives que hay en la biblioteca de mi escuela. Si quieres que los deje en paz cuando venga de visita, compra muchos libros de detectives y misterio; si son lo suficientemente interesantes ni siquiera escucharé lo que estén haciendo

- así que libros- Law soltó un suspiro de resignación, no era una tarea difícil después de todo- de acuerdo enano, tenemos un trato. Mañana mismo te llevaré a la librería a buscarle algunos; puedes dejar los libros aquí en el departamento y leerlos cuando estés de visita, así tus padres no lo notarán- sirvió un vaso de leche, lo calentó en el microondas y se lo dio al niño- ahora a la cama, y ni una palabra de esto- esperaba que así el rubio regresara a su habitación pero no lo hizo; por lo que Law terminó durmiendo esa noche entre patadas y ronquidos de los dos menores.

*****************************

Al día siguiente…

Ya pasaba del mediodía del sábado cuando Law regresó con dos bolsas repletas de libros; se aseguró de comprar los más largos y complejos para mantener a esa pequeña molestia entretenida lo que restaba del día. Su plan era dejar a Sabo con Penguin y Shachi mientras él tenía sexo con Luffy en todas las posiciones posibles; pero supo que su plan se había ido al traste cuando, al pasar frente a la puerta de sus subordinados (que vivían en el departamento contiguo), escuchó gemidos y gritos de placer… joder, qué envidia le daba. El moreno sacó su teléfono, escribió algo y enseguida regresó a su departamento.

- ¡¿Trajiste los libros?!- al escuchar la puerta, Sabo corrió a donde el moreno y se asomó en una de las bolsas que cargaba- ¡Woah! ¡Son muchos y todos se ven tan interesantes!

- lo son. Ahora ve a leer a alguna parte- le entregó las bolsas al niño y éste como pudo las cargó y las llevó hasta la sala para ordenar los libros y ver cuál leería primero- ¿En dónde está Luffy?- el niño no respondió, sólo señaló a la cocina sin mirar siquiera. Law entró con rapidez a la cocina, encontrando al menor de los D. comiendo una caja de cereal como si no hubiese comido una nunca. El moreno no tenía tiempo para esperar a que terminara así que tomó a Luffy por la muñeca y lo para llevarlo con él-vamos a buscar algo de comer, volvemos en un rato. No le habrás la puerta a nadie, ¿Entendido?- le indicó al rubio antes de salir del departamento, y sólo por si acaso, cerrar con llave

- ¡¿Podemos comprar pizza?!- Luffy parecía bastante entusiasmado; cualquier idea que involucrara comida le encantaba. Y aunque era ingenuo, Luffy supo que algo andaba mal con su almuerzo cuando en vez de bajar, el mayor presionó los botones del elevador para que éste subiera- Torao, estamos yendo hacia arriba, allá no hay pizza- hizo morritos pues ahora que tenía instalada la idea de la pizza en su mente ya no podría olvidar su hambre tan fácilmente

- vamos por algo más sabroso que eso- al llegar al último piso bajaron del elevador y Law procedió a golpear una de las primeras puertas que estaban ahí. La persona que le abrió lo conocía bien, por lo que sólo le dedicó una mirada enfadada- muévete, tengo prisa- empujó al hombre hacia afuera del cuarto y se encerró con Luffy en ésta, pues no quería ser interrumpido

- ¿ah? ¡¿usted de nuevo?!- el pobre conserje del edificio estaba harto de ese hombre y de que usara su almacén de suministros como hotel barato. Golpeó la puerta a puños cerrados, y al ver que no le abrirían, gruñó con furia- ¡me las pagará!- se retiró iracundo, tendría que poner una queja al dueño para que desalojaran a esos dos

- Torao, no podemos- el menor de los D. había tardado un poco en comprender lo que el moreno quería, pero en cuanto intentó desnudarle todo quedó más que claro- tenemos que cuidar a Sabo y…

- a veces me gustaría saber cómo lo haces- jadeó el moreno sobre el oído del menor mientras lo apresaba entre una pared y su propio cuerpo- hace semanas que no te toco y estoy demasiado ansioso, mis manos no dejan de temblar… y a ti parece no importarte. Dime cómo lo haces Monkey D. Luffy- sus manos sujetaron las caderas contrarias, obligándole a pegar su pelvis con la de él y asegurarse de que sintiera lo duro que estaba ya- ¿acaso te masturbas?

- yo no hago eso, sería vergonzoso- el color se le fue a las mejillas y apartó la mirada del mayor

- mentiroso- le dio una larga lamida a la mejilla del pelinegro, siempre tenía el sabor de algo que hubiera estado comiendo y esta vez pudo detectar unas notas dulces y crocantes, seguramente por el cereal- enséñame cómo lo haces Luffy, mastúrbate para mí- la mirada aterrada del chico no le provocó sino gracia- no debe ser tan difícil, ¿o sí? Estoy aquí, no tienes que imaginar nada- le incitó a la vez que iba bajando el cierre de su pantalón, notando cómo su entrepierna temblaba- hazlo por mí Luffy- insistió murmurando sobre los labios del chico

- pe… ¡pero será la única vez!- con su rostro acalorado, Luffy terminó de abrirse los pantalones y los bajó con su ropa interior lo suficiente para poder liberar su hombría. Ciertamente el que Law le estuviese mirando era una gran diferencia; ni siquiera se había tocado aún y ya tenía acelerado el pulso; tal vez masturbarse frente a él no sería tan difícil.

Con una mano Luffy sujetó la base de su falo y con la otra comenzó a recorrer lo que aún quedaba expuesto; con cada frote podía ver cómo su miembro pulsaba y crecía hasta el punto que no pudo extenderse más. Law había dicho que lo hiciera como siempre, así que, como lo había hecho en otras ocasiones, una de sus manos soltó su miembro únicamente para mojar un par de dedos con su saliva, y ya húmedos, los frotó contra su glande, haciéndose gemir él mismo. Al escuchar un suspiro por parte del mayor levantó la vista; no sólo la mirada del médico estaba atenta a todos sus movimientos, también podía notarse un leve rubor en sus mejillas pese a su color de piel. ¿De verdad estaba disfrutando mirándole? Sólo se le ocurrió una forma de averiguarlo. Luffy se levantó en las puntas de sus pies para alcanzar el cuello del mayor y lo lamió antes de succionar su manzana de adán.

- mhh- al médico se le escapó un jadeo cuando esa boquita traviesa presionó sobre su cuello; jamás creyó que un chico con ese rostro inocente tuviera tales ideas perversas. Law sonrió para sus adentros antes de tomar al menor por el cuello y obligarle a levantar más su rostro, dejando sus labios al alcance perfecto.

Penetró su boca con facilidad y enseguida su ágil lengua la recorrió milímetro a milímetro sin desatender sus labios, los cuales lamía y chupaba a su gusto, dejándoles rojos y ligeramente hinchados. Por los jadeos que provenían de la garganta de Luffy, Law supo que su joven amante estaba a nada de terminar; dejó de jugar con sus labios y regresó su vista hacia abajo, comprobando que la mano del menor ya estaba empapada y su pene no dejaba de gotear. No pudo evitar relamerse los labios, todo ese niño se le antojaba, más aun contando las largas semanas de abstinencia por culpa de la academia de policía a la que Luffy tanto insistía en asistir.

Pero ya era suficiente, esta vez no se contendría ni dejaría que alguien más se interpusiese entre ellos dos. Soltó el cuello del menor y le dio la vuelta hasta dejar su rostro con la pared. Bajó más sus ropas para permitirle abrir sus piernas y levantar su trasero, dejando expuesta su entrada, la cual parecía contraerse sólo para él. Se abrió los pantalones, y con todo el salvajismo que poseía, Law sujetó su miembro y le profanó de una embestida, haciendo chocar el rostro de Luffy contra la puerta y obligándole a levantarse de nuevo en puntas, luchando por no caer. El grito de placer que soltó el chico del sombrero de paja no tuvo precio; sus oídos eran afortunados de poder escuchar semejante muestra de lujuria.

- To… Torao…- la garganta ya le ardía y eso que acababan de comenzar. El pequeño Luffy suspiró profundo y trató de acostumbrarse a la repentina invasión- Torao… estás más grande…

- eres tú el que está más apretado- sin dar tregua al menor, Law sujetó firme sus muslos para dar inicio al vaivén tan brusco al que tenía a Luffy acostumbrado; sus cuerpos chocaban con fuerza en cada entrada y quedaban más pegajosos con cada salida, acompasando el sonido de sus cuerpos con el de sus jadeos.

- Luffy… presiona la uretra… ah… contenlo lo más posible…- al darse cuenta de que el menor no le había entendido del todo, recargó su frente con el hombro del otro y bajó una mano hasta la entrepierna contraria para presionar con fuerza el orificio del glande con su pulgar mientras el resto de su mano seguía estimulándole- hagámoslo juntos

- ¡ahh! ¡Torao, no puedo!- tenía apoyado el rostro sobre el antebrazo para evitar golpearse cada vez que el moreno arremetía contra él; Law lo conocía lo suficiente como para hacerle jadear a su antojo y golpear ese punto tan sensible en su interior que le provocaba un escalofrío. Y el moreno no había dejado de golpear esa zona, por lo que sentía el orgasmo cerca, aunque la mano del mayor le impedía llegar al clímax- ahh… por favor… quiero correrme…

- mocoso egoísta- comenzó a moverse más rápido dentro de su pareja conforme sentía el final cerca. Cuando supo que había alcanzado su límite, Law soltó el pene del menor y le sujetó por las nalgas, apretándolas y separándolas para darle las últimas embestidas. Pronto un chorro de semen caliente llenó completamente a Luffy, quien sólo atinó a gritar mientras se corría sobre la pared. Esperó unos momentos para perder rigidez y salir del chico, dejándole caer con lentitud en el suelo del almacén

- ahh… Torao…- Luffy aún estaba perdido en el placer del clímax, pero eso no le impedía moverse del todo. Tras unos segundos de descanso, el menor de los D. se despegó de la pared sólo para atrapar el miembro mojado y semi flácido de su amante entre sus manos para volver a ponerlo a tono- una vez más…

- …- el médico tragó lento, ¿quién podría resistirse ante semejante petición? Al menos él no podía. Se sacó la camisa que llevaba puesta para dejar expuesto su torso y luego buscó su teléfono entre los bolsillos de su pantalón- ¿cuánto tarda en llegar una pizza?

*****************************

En otra parte del edificio…

A esa hora  la mayoría de los inquilinos del edificio seguían fuera por su trabajo o escuela, por lo que Shachi y Penguin dieron rienda suelta a sus instintos. Entre besos y jadeos ambos terminaron desnudos sobre la cama, frotándose el uno al otro para que esa deliciosa sensación quedara grabada en sus pieles. Los mordiscos quedaban marcados y el sudor les hacía resbalar con más facilidad; todo alrededor comenzaba a llenarse de su aroma.

Shachi estaba más que listo para ese momento, pero no todo ocurrió como lo imaginó miles de veces. Por alguna razón él había terminado debajo y ahora el pelinegro empujaba contra su ano tratando de entrar. ¿De dónde había sacado Penguin el coraje para ser el activo? Simplemente no tenía sentido, debía ser una mala broma del destino

- ¡e-espera Penguin! ¡Aghh!- el pelinaranja se arqueó al sentir cómo el pene del otro se abría paso en su interior- ¡Penguin, joder!- sus paredes se contraían tratando de expulsar al intruso, pero lo único que lograba era provocar al contrario

- Sha… Shachi…- la voz del pelinegro se escuchaba tan dulce pero en realidad parecía querer partir en dos a su amado pues embestía con todas sus fuerzas hasta hacer que la naranja cabellera del otro golpeara una y otra vez contra la cabecera de la cama. Le costaba mucho mantener sus manos quietas, por lo que terminó tirando de los pezones del otro hasta dejar su pecho rojo; nunca hubiera imaginado que la piel de Shachi era tan sensible

- ah… mghh…- aunque eso no estaba saliendo como lo planeó, no le impedía disfrutarlo. Ese Penguin tan rudo a la hora del sexo le gustaba más de lo que debería; antes de darse cuenta ya estaba jadeando su nombre, dejando la saliva caer hasta su cuello- ¡Penguin, así! ¡ahh!- sus manos estrujaban la almohada bajo su cabeza tratando de controlar todas esas sensaciones que el pelinegro le provocaba.

Penguin se inclinó lo suficiente para alcanzar los labios contrarios, masajeando el miembro del pelinaranja entre sus cuerpos gracias al intenso vaivén. Sintió las manos de Shachi rodear su cuello al igual que sus piernas en sus caderas; estaban tan pegados el uno al otro que era difícil saber en dónde terminaba uno y empezaba el otro. Tras minutos intensos entre jadeos y embestidas, ambos llegaron al orgasmo; el pelinegro dejándose ir dentro de su amante y Shachi segundos después, salpicándolos a los dos con su semen.

Mientras se recuperaban se miraron el uno a otro, contemplando los ojos que sólo el contrario había tenido el privilegio de ver. Cuando finalmente sus cuerpos lograron tranquilizarse, Penguin salió con cuidado de su amante y se tumbó a su lado para abrazarle y besar su hombro.

- ¿ah?- al ver que la pantalla de su celular parpadeaba, Shachi estiró un brazo para alcanzarlo y verlo. Todo el calor de su cuerpo bajó de pronto al ver el mensaje que su jefe le había enviado

“Mañana ustedes cuidarán a Sabo”


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