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FUYU NO KAZE por desire nemesis

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14-El comienzo de la caída

 

Era como a dos días de camino, informó el castaño y a mitad de la ruta el rubio dijo—Conozco un lugar aquí cerca donde podremos quedarnos por una noche—

 

¿Por qué no más?—preguntó el samurai.

 

¿Es necesario más?—preguntó a su vez el ninja y el otro samurai intercedió.

 

¡No, no es necesario!—

 

 

 

 

 

 

 

 

Era una cómoda posada de estilo familiar, al entrar una mujer saludó--¡Hikaru sama! ¡Que placer veros de nuevo por aquí!—

 

¿Hikaru sama?—preguntó el ojos azules entre dientes mientras la mujer se acercaba.

 

¡Callad y seguid el juego!—le indicó el rubio con una sonrisota.

 

¡Ameritze dono! ¡Que bueno volver a veros! ¿Estáis todos bien?—preguntó sonriendo a la madura dueña de la posada.

 

¡Si, gracias a Kami sama! Recuerdo que se fue tan repentinamente. ¿Todo estuvo bien?—preguntó la mujer.

 

¡Hai! Es que fui llamado con urgencia y no pude despedirme pero espero que todo quedara bien—dijo el otro tratando de aparentar preocupación.

 

¡Por supuesto Hikaru sama! El dinero que dejó cubrió ampliamente vuestra estadía—dijo la dueña.

 

¡Me alegro y es que debo pediros un favor! Mis amigos y yo estamos de paso y…--dijo el ojos mieles algo contrito.

 

La mujer que miró ceñuda a los otros por un momento respondió—Es un momento peligroso para dar cobijo a desconocidos—tenían las ropas algo desbaratadas, sucias y desgarradas—No es como hace años señor mío—

 

Lo entiendo pero yo les conozco hace mucho y puede confiar. Es más, Yukito es sacerdote—dijo sacando su carta de triunfo el ninja sabiendo que ninguna casa decente le negaría cobijo o dudaría de un monje.

 

¡Así la cosa cambia, Hikaru sama!—dijo la mujer con los ojos muy abiertos.

 

En cuanto al pago temo que nos han robado en el camino. Como dijo son tiempos peligrosos y querría saber si no puede tomar como pago…--dijo Jouno y entonces la comerciante salió a la luz. Una cosa era la amistad y otra muy distinta el negocio.

 

Me temo que no puedo hacer eso. Imagínese cuanto más cuesta todo… y son 4—adujo ella.

 

¡Podríamos ayudar para pagároslo!—exclamó Katsuya. Ella pareció pensarlo y después de un momento se decidió.

 

¡Bien! ¡Arreglaremos esto dentro!—dijo ella de pronto sonriente.

 

Seto estaba enfadado por el don de gentes que parecía tener el otro con la señora, sería que…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se sentaron a debatir, la señora se había ido a cuidar de las labores y les había hecho servir un  té.

 

Yo ayudaré—dijo el peligris.

 

¿Estáis seguro?—preguntó Jouno.

 

El otro asintió—Hay poco en que pueda ayudaros y esta es la oportunidad perfecta. Después de todo no he traído más que problemas—dijo contrito. Se sentía culpable y se notaba.

 

¡Está bien!—decidió el melado.

 

¿Por qué tiene que…?—preguntó Touya preocupado.

 

¡Dejadlo! Es bueno para su autoestima y no hay nada aquí que pueda dañarlo. Es solo un día, Kinomoto san—adujo el ninja y después de mirar la cara esperanzada del monje asintió de mala gana porque estaba inquieto de no tenerle en todo momento a su lado.

 

El ojigris corrió presuroso a avisar a la dueña de la decisión mientras Seto preguntaba al otro--¿Y por que vos no podéis…?—estaba molesto y solo deseaba sacar su malhumor con el otro que ni le miró y levantó dos dedos para que los viera.

 

Primero porque soy un supuesto señor que no puede rebajarse así y segundo porque estoy aún herido. ¡Bakka!—le contestó Katsuya molestándolo aún más.

 

¡Más bakka seréis…!—dijo el castaño.

 

¡Tranquilo que aquí solo sois un recogido!—dijo el rubio con infulas de señor feudal que terminaron de crispar al otro que se fue de la habitación para no matarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El segundo al mando del personal de la posada era un hombre llamado Matsuo, era alto y grande como un oso, con el mismo genio, hacía las veces de guardia de seguridad con los ebrios y estafadores. La dueña no lo despediría por nada en el mundo en los tiempos tan violentos que les tocaban vivir y este se aprovechaba de ese hecho haciendo lo que le venía en gana con el personal.

 

¿Huh? ¿Un empleado temporal?—preguntó a la señora Ameritze sorprendido pues no tenía idea de que se necesitara un temporal y luego ella explicó la situación y le presentó al nuevo empleado.

 

Sonrió después de volverse e indicar que le enseñaría al nuevo sus quehaceres. Yukito trabajó fregando pisos y ayudando en la cocina todo el día con un encantador ánimo porque después de un tiempo se encontraba libre de preocupaciones pues estaba haciendo labores sencillas, rodeado de gente amable.

 

Cuando Matsuo senpai le llamó para hablar fue preocupado por si había hecho algo mal.

 

Había algo más…

 

Matsuo tenía predilección por los jóvenes tímidos y bonitos.

 

Sentados frente a frente el joven se notaba nervioso y el gigantón sonrió. De pronto lo haló de un brazo y lo llevó hasta su falda donde lo retuvo con su espalda en el pecho de él mientras una manaza se inmiscuía en sus vestiduras agarrando sin ceremonia su miembro.

 

¡Matsuo senpai! ¿Qué hacéis? ¡Onegai, soltadme!—dijo el sorprendido muchacho, hay que decir que Yukito tenía veintidós años pero su apariencia lo colocaba más en la categoría de 18, además era profundamente tímido y respetuoso por eso toda esa agresión repentina le paralizaba.

 

Trató de zafarse pero antes de atacar su miembro el otro había encerrado sus dos muñecas con su mano. Mientras su miembro era frotado rudamente el joven no pudo evitar que este se irguiera.

 

¿Te gustan mis caricias, no es así?—dijo el grandote.

 

No era cierto, le daban asco. Después de probar las de Kinomoto y comparándolas estas eran una atrocidad pero no podía evitar que su cuerpo reaccionara como era natural e impensado

 

¡Pero que chico tan pervertido sois! Haremos muchas cosas divertidas—le dijo el enorme empleado.

 

Tatsuke…!—trató de decir el monje pero el otro rapidamente le empujó y colocando uno de sus brazos hacia atrás lo apretó dolorosamente contra la espalda del otro mientras su otra manaza le tapaba la boca y su pesado cuerpo se colocaba sobre él--¡Aquí nadie va a ayudaros chico! ¡Estáis solo!—le dijo Matsuo.

 

Con lágrimas de terror y humillación el peligris trató sin éxito de llamar a la única persona en la que pensaba en ese momento.

 

Mentalmente repetía “Touya, tatsukete! Tatsukete, Touya, onegai!” pero sabía que nadie vendría porque no tenían forma de saber las horribles cosas que le estaban pasando mientras el otro le aplastaba con su peso para apretar su brazo mientras su liberada mano le jalaba hacia abajo los pantalones. Infructuosamente el peligris trató de liberar su boca con su mano libre pero aunque arañaba la manaza que le servía de mordaza esta no reaccionaba.

 

¡Arañáis como una preciosa chiquita! ¿Sabéis?—preguntó en su oído con deleite el gigantón y por su tono supo que el otro también le había hecho eso a niñas indefensas. ¡Que horrible era todo!

 

A sus pedidos mudos una voz respondió pero no era la que él desearía escuchar.

 

En su terror pidió ayuda al único ser que podía llamar con el pensamiento y esta es la respuesta que obtuvo.

 

“¿Ayudaros yo? ¿Cuándo puedo veros pagar por todo el tiempo lo que los vuestros me han encerrado. Os odio monje y eso no va a cambiar. Siempre y cuando nuestras vidas no corran peligro no haré nada para protegeros. ¡Hacedlo por vos mismo! O tal vez es que os gusta tanto el ser tocado y  tenido que en verdad no deseáis hacerlo y me tiráis ese fardo para no haceros responsable”.

 

Entonces la cintura de Yukito fue alzada repentinamente y un erecto y gran miembro penetró muy dentro de sus ijares de un solo empujón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Onegai: por favor en japonés.

 

Tatsukete! :pedido de  auxilio.

Notas finales:

Espero les guste

^^

jane


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