Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Delirio. por Seiken

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen y por lo tanto no gano dinero haciendo esto, solo la satisfacción de recibir sus comentarios, quejas o sugerencias…

Avisos:

Esta historia es una continuación de Pesadilla, está dedicada a SEENAE como regalo de cumpleaños y es Slash, Yaoi, etc.

Resumen: Vasara ha logrado capturar a Zenki, el orgulloso guerrero que comenzara a comprender la magnitud de su obsesión por él, sin embargo, qué más da su necedad cuando es lo único que le queda y por fin lo tiene justo donde siempre lo ha deseado. Contiene: Vasara/Zenki.

Delirio.

— No sé a qué te refieres con eso, pero no dejare que lo hagas.

Respondió Zenki furioso, atacándolo, saltando en su dirección con las nuevas armas que Ozuno le había otorgado, esperando poder vengarse por lo que le había hecho en ese bosque, fue su culpa que Ozuno lo atrapara, eso lo recordaba perfectamente.

— ¡Me vengare por lo que me has hecho!

Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki

Zenki destetaba el agua, pero las grandes cantidades de esta cuando estaba en aquella forma realmente le erizaban la piel, no le gustaba nadar ni la idea de ahogarse, por lo cual por un momento pensó en regresar por donde había llegado, darle la vuelta a ese lago con algunas cuantas rocas en su superficie, en donde había una especialmente grande.

Aunque no recordaba haber cruzado por ese sitio, ni que hubiera agua, ni esa roca con una grotesca apariencia que le hacía pensar en una babosa o algo viscoso.

El demonio de fuego se estremeció, todas las criaturas viscosas siempre le habían dado demasiado asco, de poder evitarlo nunca se les acercaba ni las tocaba, le parecían horrendas.

Pero debía dejar de pensar en eso, saltando de roca en roca, percibiendo de pronto el aroma de una de las semillas, el dulce aroma que hasta ese momento quiso ignorar creyendo que no debía perder tiempo valioso.

Deteniéndose en la de mayor tamaño, la que parecía una babosa, que de pronto se elevo rugiendo de una inmensa boca en el cuerpo principal y otra más pequeña repleta de dientes afilados en lo que poco antes había sido un humano.

Lanzándolo en ese lago de apariencia extraña, el que no era nada más que las secreciones de aquella bestia, provocando que su rostro perdiera toda clase de color sintiendo nauseas instantáneamente.

La criatura de pronto se le acerco, relamiéndose los labios, mirándolo como si fuera un apetitoso bocadillo, provocando que comenzara a preocuparse, temiendo por su vida sin su ama para liberar su sello.

Recordando que su brazalete se había quedado solo en ese templo, a menos que Vasara lo tomara como un trofeo, uno de muchos que consiguió ese horrendo día.

Zenki logro esquivar a la criatura, al menos aun seguía siendo rápido, pero la babosa con un cuerpo humano en su boca lo siguió, atravesando las rocas y los arboles, provocando un estruendoso crujido.

Parecía que además de huir de Vasara tenía que esquivar a esa criatura, que no lo dejaba solo, de cuya boca salieron disparados tres tentáculos morados de los que escurrían más de esa molesta baba.

Intentando atraparlo con ellos, los que apenas logra esquivar en esta ocasión, escuchando que la criatura le ordenaba detenerse, entregarse para que pudiera devorarlo, una idea absurda, pero que parecía sería su destino.

Al menos Vasara no se llevaría la victoria esta vez, sería derrotado por una babosa gigante, esa idea le pareció divertida, pero debía concentrarse, buscar a Chiaki, algo le decía que no estaba muerta, que no se dejara destruir.

Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki

Los sellos de Vasara y sus restricciones no eran las mismas que usaban con él o no había logrado conseguir mucha más energía en esos pocos años, un poder que nunca usaba en su presencia ni en la de Ozuno.

Zenki trato de utilizar el Ludra pero no logro hacerlo, su propia arma de pronto se había vuelto peligrosa para él, dejándolo en desventaja, aun así no correría como un cobarde, no le daría ese placer a su enemigo.

Vasara se había alimentado del miasma directo de la fuente y estaba ansioso de reclamar su premio, escuchando los jadeos de Zenki, el que comenzaba a ceder terreno con forme se alejaban de su amo, destruyendo parte de ese bosque.

Zenki de pronto se dio cuenta que no estaba en condiciones de derrotarle y trato de irse, dándole la espalda, corriendo en busca de un punto que no estuviera repleto de aquel liquido que lo lastimaba al ser un demonio de fuego.

No lo suficiente, pero al menos lo incomodaba para darle ventaja en esa pelea, de pronto, utilizando toda su fuerza Vasara lo empujo contra una pared de roca, en ese momento estaban en unas montañas, podían ver a lo lejos el templo donde convalecía Ozuno.

Esta vez casi logra matarlo, sólo esperaba que ese anciano comprendiera que lo mejor era ya no levantarse de nuevo, dejarle su premio solo para él, cuya expresión de terror era sublime cuando lo sostuvo de sus dos cuernos dorados con una sonrisa que todos los demás, menos él llamarían sádica.

Zenki trato de soltarse, revolcándose, tratando de evitar que lo tocara, sin poder creer que era lo que Vasara deseaba hacerle en ese momento, con qué sentido lo acecho para atacarlo sin descanso, sintiendo que su mirada lo quemaba, que su deseo iba más allá de querer humillarlo, todo ese tiempo inmóvil, siendo sujetado por los cuernos dorados que adornaban su cabeza.

Algo que le parecía hermoso a Vasara, pero que tenía que ser destruido para poder poseer a su presa, a las serpientes se le quitaban los colmillos, a los felinos las garras, a los jabalís los colmillos, a Zenki serían los cuernos.

Vasara tiro de sus cuernos con fuerza provocando que un alarido de dolor pudiera escucharse, eran demasiado sensibles, conectados a su mismo ser, debilitándolo con ese movimiento.

Zenki redoblo sus intentos por soltarse y al ver que estaba tratando de arrancarle sus cuernos, una de las peores humillaciones que un demonio puede sufrir, así como un acto en extremo doloso estuvo a punto de suplicarle porque se detuviera.

Vasara con aquella expresión aterradora utilizo toda su fuerza en ese movimiento, escuchando como empezaban a tronar los hermosos cuernos, aumentando el dolor de su sirviente, quien finalizo gritando cuando al fin cedieron ante su poder.

Zenki no pudo moverse cuando Vasara utilizando su descomunal energía comenzó a tirar de sus cuernos, los que repentinamente cedieron bajo la presión, quebrándose provocándole un dolor como ningún otro.

Paralizándolo momentáneamente, sintiendo que pequeños trozos de sus cuernos caían sobre su propio cuerpo, convirtiéndose en polvo, cenizas doraras de su antigua fuerza, debilitándolo inmediatamente.

Cayendo de rodillas llevando una mano a su cabeza, tratando de palpar con infinito temor lo que había quedado de sus cuernos, los que simplemente desaparecieron, no quedaban ni siquiera muñones, solo sangre escurriendo sobre su rostro, cegándolo por instantes.

Vasara aun tenía sus cuernos en sus manos, Zenki los veía con sorpresa, aturdido y demasiado débil para moverse, no podía haber sido derrotado de aquella forma, preguntándose qué pasaría con su energía, con su poder ahora que parte de ella se la habían arrancado dolorosamente, notando que aquella mirada seguía presente, esa pesadilla no había terminado.

— Son hermosos pero inútiles.

Zenki trato de alcanzar uno de sus cuernos con una mano temblorosa, el cual Vasara desmorono una vez que se convirtió en piedra, notando como aquellos pedazos que se deshacían en el viento antes fueron su mayor orgullo.

Vasara sin piedad alguna destruyo el segundo, aventándolo como si no fuera nada más que un objeto inservible, acercándose a él, tomándolo del cabello para susurrarle algo en el oído, recibiendo un estremecimiento del demonio casi inconsciente.

— Me pregunto…

Zenki apenas respiraba, aferrándose a los restos de sus cuernos, sintiendo como Vasara trataba de obligarle a someterse, sintiendo que su lengua húmeda recorría su mejilla, limpiando algunos de los restos de sus cuernos.

— ¿Qué más puedo arrebatarte?

Los ojos de Vasara brillaban con algo que no se atrevía a comprender, llenándolo de terror, de incomprensión, se preguntaba que ocurriría ahora, porque Vasara le había hecho algo como eso y que más se suponía que deseaba arrebatarle en ese momento.

Ya le había quitado su libertad, su bosque y ahora sus cuernos, que mas deseaba de él.

Vasara al ver su confusión la utilizo en su contra, azotando su cabeza contra el suelo, ahora que ya era mucho más fuerte que su presa, la que de pronto perdió el conocimiento, yaciendo inmóvil a sus pies.

— Se me ocurre algo Zenki.

Sus garras comenzaron a tirar de su peto, escuchando con deleite como poco a poco este comenzaba a desprenderse de su cuerpo demoniaco, sus túnicas eran armaduras creadas por su energía, que formaban parte de su esencia pero no de su cuerpo, por lo cual podían ser removidas con mucha facilidad.

— ¡Vasara!

Gritaron a sus espaldas, ese era Goki, quien veía al guerrero inconsciente en el suelo y a él postrado sobre su cuerpo, con una expresión que no podía descifrar.

— Por última vez Goki, déjanos a solas.

Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki

— ¡Vasara!

Era el mismo grito que escucho en esa ocasión, pero esta vez había sido pronunciado por Zenki, no por ese infeliz que interrumpió su momento de gloria, aparentemente Ozuno se negaba a morir, al contrario de aquella criatura que trataba de robarle a su hermoso sirviente.

Vasara al ver como un humano poseído por una de las semillas trataba de alcanzar a Zenki actuó deprisa, saltando en su dirección, aterrizando a sus espaldas, arrancando al humano del cuerpo de la criatura, cortándolo a la mitad en esta ocasión, desperdiciando delicioso miasma en un acto que esperaba mostrarle a su sirviente quien tenía el control.

Zenki al verlo inmediatamente retrocedió presa de pánico, su miedo le parecía agradable, mucho más la idea de que era él quien lo provocaba, a pesar de tener esa débil forma le complacía verlo tan asustado.

El demonio aun estaba vivo, retorciéndose en el suelo tratando de llegar a él, Zenki no podía quitar sus ojos de sus movimientos, podía notar el desagrado, la vergüenza y por qué no, la admiración manando de aquella pequeña figura.

Vasara no desperdiciaría una oportunidad como esa y recupero el valioso miasma de aquel humano, notando que Zenki por fin podía moverse, primero cayendo de espaldas, para después darle la espalda, alejándose corriendo, tratando de alcanzar suficiente distancia entre ambos.

El demonio de luz al verle correr sonrió, abandonando un cadáver que antiguamente fue humano, siguiendo a su presa, percibiendo su miedo y su asco, escuchándolo jadear, observando como en un inútil intento por huir saltaba de rama en rama.

Un acto inútil que solamente gastaría energía de manera innecesaria, haciendo que se sintiera poderoso como nunca antes, capturándolo en un instante, sintiendo como se retorcía en sus brazos, tratando de liberarse, mordiéndolo, pateándolo, gritando, pero todo era inútil.

— No quieres antagonizar conmigo.

Zenki apenas podía creer lo que escuchaba, claro que lo deseaba, quería liberarse, hacerle pagar por todo lo que le había hecho, pero en especial quería que lo soltara y que nunca en su vida volviera a tocarlo.

— ¡Tú no sabes que es lo que quiero!

Vasara lo cargaba como si fuera un simple bulto, sin escucharle, sin importarle lo que estaba diciéndole, sus insultos, sus intentos por liberarse, haciéndolo sentir pequeño como nunca antes.

— Te lo estoy advirtiendo Zenki, tú no quieres hacerme enojar.

Zenki volvió a morderlo, encajando sus dientes en su brazo, pero Vasara lo ignoro, parecía que esta vez lo mantendría en aquella apariencia por más tiempo, al menos así no querría tocarlo.

O esa fue su idea, ya que de pronto cargándolo del pecho lo sostuvo enfrente de su rostro, sonriendo, mirándolo de pies a cabeza, recordando que esta criatura era el poderoso guerrero, quien inmediatamente se petrifico.

— No importa a donde te escondas, que tan rápido corras, yo te encontrare y te regresare conmigo.

Zenki dejo de retorcerse, cerrando los ojos, permitiendo que lo llevara a donde quisiera, temiendo que ocurriría cuando Vasara realmente se enojara, sí se suponía que toda esa pesadilla, su enemigo tenía sus sentimientos bajo control.

— Prefiero estar muerto…

Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki

Vasara al ver que Goki no se marcharía deposito a Zenki de nuevo en el suelo, si su rival quería enfrentarse con él que lo hiciera, esa presa era suya y ya no la compartiría con nadie.

— ¡Zenki no será tuyo!

Para Goki aquellas palabras no tenían sentido e inmediatamente dando un paso en dirección de Zenki, tratando de revisar sus heridas, preguntándose que se suponía que había ocurrido en ese lugar.

— ¿Qué le has hecho?

Preguntaron a sus espaldas, esta vez Ozuno, el que fue transportado en la espalda de Goki, descubriendo con horror que sus suposiciones eran ciertas cuando vio que Vasara había desaparecido junto a Zenki.

— ¿Tu qué crees?

Ya no usaría el nombre de amo, ese humano ya no lo era, sin embargo, Ozuno aun tenía pleno control sobre su energía, por lo cual, espero que le dieran un castigo.

— ¿Tu le quitaste sus cuernos?

Pregunto Goki sorprendido, horrorizado al ver que ya no existían y como Zenki comenzaba a despertar, el demonio de fuego era tan necio como perseverante era su amo Ozuno.

— ¿Por qué hiciste algo como eso?

Vasara no se marcho, ni se movió de su presa, tampoco quiso responder aquella pregunta seguro de que Goki comprendía la razón de sus acciones, que él hubiera hecho lo mismo.

— Esto ha sido demasiado Vasara, has llegado muy lejos esta vez.

Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki
Habían pasado otros dos días de viaje, en los cuales Vasara le había conseguido alimento que no fueran las semillas, el que desprecio al principio aunque se estuviera muriendo de hambre.

Le gustaba la comida, el sentimiento que le dejaba cuando estaba saciado, era igual que con las semillas, pero no aceptaría nada que Vasara quisiera otorgarle, mucho menos un enorme Jabalí que se veía bastante apetitoso en el fuego.

— Recuerdo que en el pasado comías jabalí, lo disfrutabas mucho.

Zenki estaba sentado al otro lado de las llamas, tan alejado como pudiera de su captor, quien había devorado el solo un venado, haciéndole recordar aquella ocasión que lo comparo con uno.

— ¡Nunca disfrutare nada contigo y tampoco aceptare nada que quieras darme!

Respondió cruzando los brazos delante de su pecho, sin dejar de mirarle con esos enormes ojos, que comenzaba a encontrar un poco lindos, casi como los de una mascota.

— ¡Además, no entiendo porque me estás haciendo esto!

Vasara arqueo una ceja sorprendido, era bastante obvio lo que deseaba con él y de él, ya se lo había mostrado con anterioridad.

— ¡Quieres humillarme! ¡Destruirme!

Al ver que se levantaba de su asiento Zenki retrocedió varios pasos, pegándose contra la pared de otro de los templos, aferrándose a lo primero que sus pequeñas manos alcanzaron, mirándolo con miedo y aprensión.

— ¿No sabes porque razón hago esto?

Le pregunto sentándose a su derecha, rozando su mejilla con un dedo que le parecía monstruoso y que le hizo temblar repentinamente, tragando un poco de saliva, tratando de pensar en algo que no fuera Vasara o su cercanía

— ¡No lo sé y tampoco quiero saberlo!

Aquella respuesta recibió una risa de Vasara, quien se alejo de Zenki, el que para ese momento abrazaba sus rodillas, mirando en otra dirección, asustado de que le hiciera daño con aquella apariencia ridícula.

— ¡Ve en lo que te han convertido los humanos, no eres más que una mascota!

Zenki se alejo de nuevo, negando aquello con un movimiento de su cabeza, furioso consigo mismo y con Vasara, no quería escuchar las mentiras que eran pronunciadas por él, creía que de pronto comenzaría a creerlas.

— ¡No era su mascota!

La sonrisa que Vasara le dedico le hacía ver lo que pensaba de aquella respuesta, disfrutaba de lo que estaba haciéndole, que dudara de su relación con sus amigos humanos, con Ozuno y con Chiaki, ella no lo veía como una mascota ni como un sirviente, para ella era su amigo.

— Yo era su amigo…

Susurro entonces recordando el brazalete manchado de sangre, ocultando su rostro en sus rodillas, escuchando como Vasara salía de aquel sitio en busca de no sabía qué, pero que creía encontrarlo en ese templo.

— Sólo mira en lo que te ha convertido tu amor por los humanos, Zenki.

Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki

Goki había escuchado que varios templos habían sido destruidos por dos demonios invencibles, uno de armadura negra y el otro rojo carmesí, los que buscaban algo en las cámaras ocultas de los templos.

Estaba seguro que se trataba de Vasara, ese demonio quería destruir todos los templos o buscaba una forma de alimentarse de todos los humanos, lo que fuera no era bueno.

Sin embargo, no sabía que clase de criatura lo estaba acompañando, pero la descripción de su armadura le hacía pensar en lo peor, tal vez, después de todo Chiaki no pudo defenderse porque su propio guardián fue quien la traiciono.

Aunque eso era imposible, Vasara quería muerto a Zenki después de negarse a servirle cuando había sido liberado y su amigo era demasiado orgulloso para someterse a la voluntad de cualquier demonio.

Aun así Goki no dejaba de pensar en que si eso era cierto, entonces, al primero que mataría sería a Zenki, el que se suponía debía cuidar de su ama, pero no lo hizo.

Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki- Zenki-Zenki

Había pasado varios meses de ese cautiverio, las palabras que Vasara pronunciara el primer día que trato de escapar aun seguían perturbándolo, haciendo que se preguntara si eso era cierto, ella siempre lo molestaba, sin ninguna clase de respeto, no le dejaba comer ni lo escuchaba nunca, a veces creía que se sentía superior.

En ese momento ambos estaban sentados junto al fuego, la luna brillaba sobre sus cabezas, haciendo que se preguntara porque no había tratado de marcharse en otras ocasiones, algunas noches podría alejarse lo suficiente antes de que lo encontraran, tal vez estaba cansándose de aquella cacería, desde su inicio parecía que él nunca triunfaría.

Como hacerlo si dependía de Vasara para mantener su tamaño normal, aquel que poseía antes de que Ozuno lo condenara a su esclavitud, el que tenía las únicas ocasiones en que su ama era amable con él, así como los otros humanos.

De nuevo habían capturado un jabalí, del cual estaba comiéndose una pierna con lentitud, notando que Vasara le observaba fijamente, creía que de nuevo volvería a tomar su cuerpo, una acción a la cual comenzaba a acostumbrarse.

Vasara seguía alimentándolo de semillas, buscaban algo en los templos que destruían, pero no sabía bien que era eso, sin embargo, ya no le importaba cuando ese demonio había encontrado una forma de mantenerlo en lo que llamaba su apariencia favorita, una que nunca dejaba de tocar cada vez que podía, haciéndolo añorar su forma pequeña, aquella del sellado.

Cada ocasión recordándole que los humanos eran los culpables de sus penas, que Ozuno fue quien lo capturo, el que lo sello y Chiaki siempre lo maltrataba, que nadie parecía respetarlo, que lo trataban como un mero sirviente.

Que él en cambio le daría toda la energía que pudiera proporcionarle, lo alimentaba y protegía, que admiraba su espíritu, que era suyo ya que le dio caza, derrotándolo, aquellas habían sido sus palabras.

Con forme avanzaba el tiempo le era cada vez más difícil no escucharlo, haciendo que se preguntara si en realidad los humanos eran sus amigos o solo le veían como una herramienta, después de todo, de estar con vida acaso no estarían buscándolo.

— Me gusta cómo te ves bajo la luz de la luna.

Zenki deposito el hueso en el suelo, alejándose del demonio de armadura negra, el que muchas veces trato de destruirlo, que aun ahora seguía intentándolo, destruyendo su espíritu, poseyéndolo entonces como ni siquiera Ozuno ni Chiaki lo habían logrado.
— Pareces una ilusión, una que solamente yo puedo poseer.

Zenki retrocedió varios pasos al notar que Vasara caminaba en su dirección, acorralándolo contra uno de los arboles, aspirando el aroma de su cabello, acariciando su cadera con posesividad.

— Sólo mírate, tan orgulloso…

Vasara cada vez destruía su armadura, parecía que eso era parte de su placer antes de poseerlo, Zenki después de varias semanas de tratar de impedirlo, de enfrentarse con su enemigo con todo lo que podía, de no rendirse, sintiendo sus violentos reclamos como pago a su insubordinación comenzó a permitir que tomara su cuerpo, una noche estaba demasiado cansado para seguir resistiéndosele.

Creía que Vasara le haría mucho más daño aun, pero esa ocasión fue mucho más amable, casi como si se tratase de otra criatura y tuvo suficiente con una sola ocasión, haciéndolo sentir confundido.

Se odiaba por eso pero así la lujuria de Vasara no era tan desagradable, sus caricias eran mucho menos violentas y en ocasiones, terminaba pronto, no como el primer día en que parecía haber perdido la razón, que estaba completamente enloquecido.

— Y pensar que Ozuno quería controlarte, tenerte para él solo, obligándote a obedecerlo transformándote en una mascota, algo indigno de un demonio tan poderoso como tú.

Zenki cerró los ojos, sintiendo que su armadura cedía como cada una de esas ocasiones, ni siquiera trato de evitarlo, se preguntaba qué sentido tenía, solo sería derrotado y obligado a devorar semillas de aquella desagradable manera.

— El me ordeno que te quitara los cuernos, así serías un demonio sumiso que podría controlar con facilidad.

Zenki abrió los ojos entonces, sin poder creer lo que Vasara le decía, quien al ver sus ojos posados en los suyos, sonrió besando su cuello, esta vez con delicadeza, lamiendo su hermosa piel.

— Te capture pensando que te entregaría a mí, pero se arrepintió, quise hacerlo cambiar de opinión, pero sabes cómo son los humanos, que tan avariciosos pueden ser.

Eso no era cierto, Ozuno era un hombre sabio, su única meta era destruir al mal que estaba desolando su mundo, nada de lo que decía Vasara tenía sentido, era imposible que fuera verdad.

— Goki le ayudo a Ozuno, él siempre ha honrado a esos humanos porque no fue ridiculizado como tú, sus sellos no lo dejan indefenso.

Zenki trato de apartarse, siendo sostenido por Vasara, quien recorrió su tocado con la punta de sus dedos, notando que su sirviente comenzaba a creer sus palabras, a escucharlas con un dolor inmenso que le haría adorarle.

— Yo trate de ayudarte, pero ya era demasiado tarde, siempre me rechazabas, aun ahora, cuando una adolecente malcriada te usaba como su mascota, te negaste a mí, les ayudaste a encerrarme.

Vasara parecía decepcionado, como si aquellas acciones fueran las de un traidor o un ciego, percatándose de su indecisión, disfrutándola como nunca, seguro que pronto le creería, solo le faltaba un ligero empujón.

— ¿Por qué crees que él te controla?

Goki era un guerrero honorable, nunca lo traicionaría de aquella forma, eso era imposible, aun así, una gran parte de su ser comenzaba a creer esas mentiras, las que eran mucho más fáciles de aceptar cuando parecía que nadie lo buscaba, ninguno de sus aliados, ni siquiera el demonio de armadura azul.

— Tú me atacaste…

Pronuncio Zenki, sosteniéndolo de su armadura, tratando de que se alejara de su cuerpo, de su persona al menos unos instantes, Vasara dejo que lo hiciera, estaba seguro que si se negaba su sirviente volvería a desconfiar de sus palabras, todas ellas mentiras.

— Somos señores demonios, llevo mil años esperándote, Zenki, deseándote en esa roca en la cual me encerraron porque no estaba dispuesto a obedecer, a convertirme en una mascota, como lo hiciste tú.

Zenki estaba a punto de repetir que no era una mascota, pero el ya no lo creía del todo, logrando una sonrisa de Vasara, quien se soltó con mucha facilidad de su iracundo sirviente.

— ¡No podemos ser nada más que violentos!

Zenki esta vez logro esquivarlo, tratando de mantener cierta distancia entre ellos, parecía que su sirviente no quería que lo tocaran esa noche, ese era un problema, porque él y su propio cuerpo lo deseaban.

— ¿Dónde están tus humanos ahora que los necesitas?

Pregunto Vasara, acorralándolo de nuevo, besando su cuello recibiendo un gemido de Zenki, quien se sostuvo de sus brazos cuando lo recostó en el suelo con bastante facilidad.

— Yo te busque apenas fui liberado, ellos no se interesan por ti, solo eres una mascota, un ente que no les sirve de nada sin tu sacerdotisa, por eso te han dejado bajo mi control.

Aquello le hizo reaccionar, aun recordaba la sangre de Chiaki, el cómo insinuó que la mato, ella era una buena muchacha, se preocupaba por él, aunque fuera muy molesta, lo trataba como a un igual y la abuela, ella siempre era respetuosa, lo alimentaba, ellas no eran como lo decía Vasara, debía aferrarse a esa idea, de lo contrario creía que ya no tendría fuerza para seguir resistiéndose al que se decía era su amo.

— ¡Te matare por eso!

Respondió Zenki atacándolo, cortando su rostro con sus garras, logrando ver algo colgando del cuello de Vasara que las otras noches no estaba allí, ese era el brazalete de su amiga, de su sacerdotisa, el que seguía manchado de sangre, el que era utilizado como un trofeo.

— ¡Nunca te perdonare!

Vasara enfureció al ver que Zenki seguía negándosele, atacándolo con fuerza, notando que esta vez trataba de llegar a su preciado brazalete, la prueba de que aun no le pertenecía del todo.

Había tratado de realizar los conjuros, obligado humanos con ese fin, pero no lograba que esa inmunda pieza de oro cambiara de la forma en que lo necesitaba, así que se canso de buscar una forma pacífica de obligarle a obedecer, lo mejor era domarlo a la antigua, con fuerza y miedo.

— No me importa Zenki, de todas formas ya eres mío.

La mano de Vasara se poso en su entrepierna por encima de la ropa escuchando un sonoro gemido, sintiendo como Zenki trataba de alejarlo, como cada noche todo su esfuerzo por detenerlo era inútil.

Su armadura era desgarrada sin mucho esfuerzo, sintiendo como Vasara lo volteaba sujetándolo del cabello, en esta ocasión lo tomaría por la espalda, clavándosele casi inmediatamente, sonriendo al escuchar su grito de dolor.

Le enseñaría lo que ocurría cuando trataba de antagonizar con él, por negársele como lo hacía, Zenki no estaba en ninguna condición para retarlo, creía que lo había dejado claro, que le había hecho comprender a quien le servía durante esos largos meses, pero seguía firme en su necedad, odiándolo por liberarlo de esa humana inferior.

— ¡Mío!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).