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COMPARTIR por serenataurus6

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Notas del fanfic:

motivo el evento del  SSY Birthday de Scorpio, Evento Pastel de Manzana del Templo Shargaz.

Milo el deseo de muchos...

Notas del capitulo:

aqui nuestro querido bichito Milo deseaba un pedacito de tarta y se antoja de otra cosa... y se divierte mas que ir de compras.

intervencion de Aioria,Camus,Shura,Afrodita.

espero que le guste al todo que se toma un tiempo para leer. gracias de antemano

COMPARTIR PM- TA

 

Milo estaba recostado con expresión malhumorada en su cama para ser exacto se encontraba en una de las lujosas habitaciones de la mansión Kido, donde muy amablemente su Diosa invito a sus estimados saint dorados a pasar una temporada con ella para que se alejaran un tiempo de las actividades cotidianas del santuario.

El Escorpión celeste ya estaba fastidiado de ver televisión y dormir quería hacer algo divertido.

— ¡Estoy aburrido!—chillo el saint de ojos azules parándose bruscamente de su cama. No solamente estaba aburrido también tenia hambre y sus tripas lo obligaron a salir para buscar comida.

El guapo saint era un desastre cuando se trataba de su alimentación pero era muy afortunado en contar con buenos amigos que cubrieran esa necesidad básica.

Su primer movimiento fue buscar a Camus para que este muy amablemente le hiciera algo de comida pero encontró la habitación vacía. Luego pensó en Afrodita pero este tampoco estaba en su habitación, rápidamente corrió escaleras abajo para buscarlos pero la mansión estaba en total silencio.

— ¿Dónde estas Camus?—indagaba Milo decaído finalmente llego a la amplia cocina. Y se topo con su compañero Aldebaran de Tauro que estaba muy distraído con la computadora, su olfato percibió un delicioso y dulce aroma.

— ¿Dónde están los demás? —pregunto el rubio a su compañero pero este lo ignoro.

— ¡Aldebaran! —rechino le hastiaba que lo ignoraran.

— ¿Por qué gritas? —pregunto con un dejo de pesadez a su intranquilo compañero.

—te hice una pregunta…—protestaba— ¿Dónde están los demás?

—salieron de compras, creo… no hice mucho caso—indicaba el de Tauro dirigiéndose al horno para sacar una deliciosa tarta.

El de Escorpión pensaba que sus amigos eran unos malditos traidores por no haberlo invitado pero deshizo sus insultos cuando observo la apetitosa tarta elaborada con una masa recubierta de manzanas podía saborear el crujiente postre con su intensa mirada.

 Aldebaran sonrió al ver la anhelante expresión de su compañero por comer la tarta que el había hecho. Le gustaba esa mirada, ese cabello largo, salvaje y que decir de ese cuerpo…que había tenido la dicha de tocarlo, de besarlo, de chuparlo y muchas otras cosas más. Sino se calmaba era capaz de tomarlo ahí mismo en la cocina opto por comer un trozo necesitaba azúcar para ver si se olvidaba de esos malos pensamientos. Sentía que su bóxer apretaba más de lo normal.

— ¿tu solo vas comerte esa tarta? —le pregunto Milo humedeciendo sus labios.

—si para eso me la hice. Miraba hacia otro lado incomodo. Aldebaran deseaba que el saint se retirara con prontitud no quería tenerlo tan cerca hacia que su imaginación volara muy lejos…

Milo gruño por lo bajo tenia hambre y sabia que Aldebaran no era fácil de persuadir para que compartiera con el esa sabrosa tarta. Intentaría seducirlo con sus encantos y quizás lograría algo más que una simple rodaja dulce.

—Al no seas odioso conmigo—dijo tiernamente—tu eres un hombre amable, encantador—agrego sonriendo— y tienes una rica boquita. —esta ultima frase la dijo con un tono de voz muy bajito y ronco.

Trago grueso. Hasta sintió un orgasmo mental al vislumbrar una imagen muy realista de Milo mientras el poseía ese delicioso cuerpo.

Sus palpitaciones estaban altísimas.

Odiaba los encantos de Milo y el ahí inmovilizado dejándose llevar por los mismo.

— ¿quieres ta-arta? —pregunto Aldebaran con dificultad por el comentario y el chico estaba muy pegado a su cuerpo.

Milo estaba consiente de lo que provocaba en ese hombre y no podía negarlo que también le gustaba. Podía compartir su tiempo y divertirse razono ligeramente.

—No quiero solo la tarta—suspiro el seductor Milo meneando su cabellera.

Sus ojos azules estaban sobre el rostro del brasileño que estaba inmóvil.

Aldebaran no aguanto más y se  aproximo al heleno para acariciarlo en el cuello y a su vez besaba su mentón.

—Mi cuerpo quiere algo mas— dijo esbozando una sonrisa hechizante, mordiendo sus labios de forma provocativa. Tenía hambre pero su cuerpo era muy antojadizo y ahora le estaba pidiendo otro tipo de “alimento”.

—Yo puedo… darte-e lo que nec-eesitas —dijo el de mirada parda temblando de la excitación.

— ¿y que necesito yo? —exigió saber pasando su dedo índice por los labios deseosos del brasileño.

—Quieres placer— El moreno pico un trozo de pastel y con suavidad deslizo su mano hacia la boca del Escorpión que lo recibía encantado, veía como esa boca masticaba ese pedazo de azúcar con arrebato. Envidiaba ese trozo de masa dulcequería que esa misma boca lo devorara. Y sintió como los dientes de este mordía sus dedos.

 Hizo un extraño movimiento con su cabeza.

—Delicioso…—murmuraba Milo con una voz condenadamente sensual.

—Milo.

Aldebaran estaba mareado necesitaba tomar a ese chico y complacerlo quitarle la ropa, besar esa dulce piel y hundirse en el.

El de Tauro no podía seguir paralizado le estaba haciéndole el amor al Escorpión con su cabeza.

 —Al, estoy aquí contigo ven y tócame. —pidió Milo tomando el rostro del otro con rudeza.

Aldebaran despertó de su ensoñación y acariciaba el dorado cabello con devoción mientras absorbía el atrayente olor de su compañero  y escurría su mano hacia la entrepierna del joven que gimió suavemente.

—Eres mío solo mío Milo—decía estrechando con seguridad el atlético cuerpo del heleno.

—Si, si—expresaba el de ojos azules buscando los labios de su amigo.

El de mirada oscura presionaba con intensidad los labios de Milo que pasaba sus manos por el cuello del otro.

Milo quitaba con brusquedad la franela y sus expertas manos recorrieron  sin timidez la musculosa espalda, y se besaban con profundidad.

— ¿vamos a mi habitación? —propone Aldebaran agitado.

—quiero hacerlo aquí en la cocina. —sentencio.

—Alguien puede venir—dijo sin dejar de acariciar la entrepierna de Milo.

—No me importa, tengo derecho al sexo libre—dijo apretando la mano de su amigo para que hiciera mas presión en su sexo. —además no estamos haciendo nada ilegal.

—Milo vamos a mi habitación—insistió el de Tauro con dolor estaba muy excitado.

—Hazme tuyo —dijo con voz necesitada. —no pienses tanto.

Aldebaran prefirió  rendirse y colocar a Milo encima del mesón para despojarlo de su camisa y pantalón velozmente, los labios de este fueron directo a la pronunciada erección, lamia con suavidad la punta para luego dale pequeños mordiscos que hacían gritar sonoramente al chico de Escorpión,  hundía sus manos en el cabello negro demandando que continuara mientras se arqueaba. El fuerte hombre comenzó a besar los muslos y con su virtuosa mano estrujaba ese pedazo de carne enrojecida por sus cordiales atenciones. Su boca viajaba para darle una merecida atención al tonificado pecho y abdomen del bullicioso saint que suplicaba que el de mirada oscura fuera mas abajo pero este ignoraba la petición y se entretenía con sus pezones que ya estaban duros.

— Por favor…—mascullaba ásperamente—llévame al clímax con tu boca.

—eres muy impaciente bebe—rio entre dientes.

Muy obediente de nuevo los labios de Tauro tomaron el sexo con una velocidad pasmosa haciendo sufrir a Milo que buscaba que lo tomara con fuerza, finalmente el fuerte hombre dejo de bromear al ver la ansiedad del otro y sus templados labios saboreaban el turgente sexo y tomándolo donde se lo permitiera su boca, lo saboreaba como si de un dulce se tratara, Milo posicionaba sus piernas alrededor del cuello de Aldebaran y presionaba con sus manos, ese hombre lo estaba tratando muy bien.

  —Al…Alde—gritaba ruidosamente— ¡me gusta así! El bello chico sentía agudos espasmo que advertía el final, su néctar abandono su cuerpo, Aldebaran se alejo muy hábilmente para no ahogarse estaba gozoso de complacer a Milo en lo que demandara probo su esencia con deleite.

—Eres más dulce que mi tarta—suspiro Aldebaran tomando de nuevo ese salvaje cabello y aspirando ese agradable olor que le hacia perder la razón.

—Soy exquisito—sonrió con suficiencia.

— ¿quieres continuar? —inquirió Aldebaran con voz temblante. Esperando que Milo se relajara.

Milo presto atención a esos ojos negros abrasadores por tenerlo a su merced, se estremecía levemente al vislumbrar tener otro orgasmo.

—Ven…cariño—dijo con voz seca y acostándose en el suelo y descaradamente separaba sus piernas ofreciéndole una esplendida y erótica vista de su sexy cuerpo al de mirada oscura que sintió muy vivaz su entrepierna.

Y sin esperar mucho se desnudo por completo y se empino sobre el embriagador cuerpo y comenzó a besar con esmero cada pezón, el cuello, los hombros y compartían lascivo besos, Milo era un amante impaciente y combativo sus manos recorrían con intensidad todo el amplio cuerpo del moreno que gemía abiertamente sintiéndose como un animalito indefenso ante una fiera como Milo proporcionándole intensas caricias y al mismo tiempo no dejaba de frotarse contra su sexo.

— Quiero sentirte dentro de mí…—susurro Milo sus manos delineaba los fuertes rasgos del moreno que cerraba sus ojos regocijándose de las tierna caricias y de los pequeños besos que se regalaban. El saint del octavo templo podía ser igualmente un compañero gentil y fiero a la vez solo había que dejarse llevar.

—Milo…—la voz de Aldebaran emergió de manera sofocada. —me gustas

El de cabellos negros llevo su sexo a la entrada que lo esperaba vehemente con ímpetu y prontitud, el de salvaje cabellera elevó su pelvis buscando facilitar la penetración, los dos ahogaron sus gemidos con sensuales besos, Aldebaran se movía con lentitud quería que Milo disfrutara de cada embestida.

Milo le seducía, la fuerza y los escrúpulos de ese hombre, pero anhelaba que fuera tomado con rudeza quería sentirse dominado le excitaba sobremanera ser el “débil.” Y mordió con fuerza una de sus tetillas.

—¡Milo!—bramo Aldebaran  quería llevar las cosas con relativa moderación, pero en la forma que ese chico se sacudía y lo mordió no tolero mas y se dejo sucumbir por sus bajas pasiones y movió sus caderas de manera segura y soberbia y se apropiaba de esa cabellera con rusticidad y lamía ese cuello y sus brazos hasta teñirlo de rojo mientras no dejaba de estrujar esa masculina entrada que lo succionaba como un tifón, el de cabellera rubia se movía de un lado a otro con frenesí viviendo los arrebatos pasionales de su querido “amigo” .

Ese encuentro que estaba sosteniendo sin lugar a duda dejaría marcas muy visibles.

—¡¡Ald-Alde…!—exclamo cuando sintió que su amante le dio en su punto exacto de placer no podía cavilar con naturalidad su goce se había vivificado a un grado que no debía ser permitido. Los movimientos sobre el suelo eran enardecidos, no se permitía estar sin moverse ni de explorarse, sus miradas se encontraron para luego compartir besos apasionados.

Pero para mala suerte de ambos su encuentro estaba por concluir, Milo sentía unos profundos estremecimientos recorrer su cuerpo quería prorrogar su orgasmo lo estaba gozando pero no dejaba de moverse con furor y Aldebaran no facilitaba las cosas cada embestida le imprimía mayor brío y velocidad. Milo no paraba de gritar cosas incomprensibles lo único que logro entender era su nombre hasta que finalmente el guapo chico llego a la culminación y segundos después se le unía su compañero que jadeaba de forma ahogada. 

—Me encanto—murmuro Milo con rostro feliz besando con suavidad Aldebaran por un largo rato.

Luego de su imprevisto encuentro se vistieron con cierta dificultad aun podía sentir las menguas de sus arrebatos sexuales.

Generalmente sus encuentros eran planificados compartían su tiempo y sus cuerpos por llevar una amistad especial desde la niñez.

—Quiero tarta Al—dijo Milo terminándose de vestir  haciendo un puchero y mirando de forma cariñosa a su amigo.

Aldebaran suspiro y se dispuso a dale un buen trozo de su pastel y le preparo un jugo para que el chico se alimentara.

Debían recuperar fuerza luego de un encuentro intenso y maravilloso.

Mientras charlaban cosas sin importancia relativa llegaron sus amigos con numerosas bolsas.

— ¡son unas ratas! —le reclamo Milo cuando vio llegar a Camus, Aioria, Shura y Afrodita. —malditos traidores.

 —fuiste tu el que se quedo durmiendo hasta tarde bicho dormilón—dijo Aioria tomando sin permiso una rebanada de pastel.

—Se ve delicioso—emitió Afrodita tomando una rebanada. —Y sabe delicioso-afirmo comiendo otro trozo.

Shura tomaba agua como si tuviera días sin hacerlo.

— ¿Qué hiciste Milo? —le pregunto Camus agotado de su salida por la ciudad mientras se recostaba en uno de los sillones.

—tuve sexo con Alde—dijo con naturalidad el de Escorpión. Como si comentara sobre el clima.

El moreno se ahogo con su bebida hasta boto casi la mitad de la misma en su pantalón.

Ocho pares de ojos miraban al de Tauro con humor.

Shura escupió el agua no podía comprender que Aldebaran sucumbiera antes los encantos del seductor Escorpión. Había que tener mucha fuerza de voluntad para no hacerlo y aparte creía que Aldebaran era un hombre “inocente” pero ya entendía que no era así solo que era discreto.

—Milo…—mascullo Aldebaran con vergüenza.

—Entonces no puedes quejarte—dijo Afrodita sin evitar soltar una sonora carcajada.

—Para nada—dijo Milo muy satisfecho. —fue mejor que ir de compras.

—me lo imagine esas marcas que tienen son la prueba de un encuentro salvaje—dijo Shura señalando los moretones que tenia ambos en sus brazos y cuellos.

Aioria, Camus y Afrodita miraban al detalle las visibles marcas.

—Vaya amigo—reía con fuerza Aioria. Mirando pícaramente al moreno que estaba avergonzado —con razón no quisiste ir con nosotros.

— ¿Ese servicio es exclusivo para Milo, Alde?—expreso Camus con una mirada especial hacia el de mirada parda.

—No tan rápido Camus—refunfuño Milo—Alde no puede prestar sus servicios de amigo a todos. —dijo sonriendo con frescura. —Además nosotros somos muy buenos amigos—enfatizo.

—Que lastima—dijo Camus con una mueca para luego sonreír. —cualquier cosa puede pasar. Dejando una sutil invitación a algo mas…

—Milo cállate—declamo el de Tauro sonrojado se movía incomodo en su silla no apartaba su vista del ordenador. No le agradaba la atención sobre el.

— Mañana no voy a salir de esta casa—dijo Afrodita mordiendo su labio inferior con erotismo. —yo puedo hacerte compañía mi buen amigo Al.

El rostro de Aldebaran estaba sonrojado hasta más no poder.  Era suficiente tener que tolerar los arrebatos de Milo para que su férrea voluntad no tambaleara constantemente como para aguantar los impulsos “pasionales” del resto de sus compañeros. Tenia que salir de la cocina con presteza, no quería seguir oyendo mas bromas. Milo requería un par de clases de sensatez. Ese muchacho era muy abierto en su sexualidad y el muy reservado.

—Seremos más hogareño entonces—dijo Aioria sin parar de reír.

—me voy a cambiar de pantalón—dijo sin mas el de cabello negro.

—Aldebaran regresa—hablo Shura tratando de no reírse como los demás. —Milo esta loco.

—Te voy ayudar—dijo Milo con intención de ir detrás del moreno que estaba totalmente apenado.

—Eres un demente Milo—dijo Shura riendo finalmente.

—Milo…—le reprendió Camus—tu nunca aprenderás ser discreto ¿verdad?

—No—negó enérgicamente—y me gusta dejar claro mis gustos y ocupaciones—dijo regalándole una hermosa sonrisa a los presentes.

— ¡por lo menos se discreto estamos en la casa!—le grito Camus para que este escuchara.

—tratare—grito a lo lejos.

Milo entro a la habitación sin esperar un ¡adelante! de su compañero.

—Aldebaran—llamo con cautela. El cuarto estaba en total oscuridad.

Y sintió como era arrinconado por dos colosales brazos y era besado con fogosidad.

—eres un chico muy imprudente. —reprochaba el de cabello negro tocando con suavidad el cuerpo de Milo. —no me gusta las atenciones sobre mi.

—solo les hice saber que yo me divertí mas. —se excuso.

El de Tauro lo beso con gentileza no quería alagar mas la conversación.

— ¿me esperabas? —inquiría sonriente.

— Si—asintió para que una de sus manos tomara suavemente el cabello rizado y lo apartara  para besar su cuello con cuidado.

Comenzaron con besos suaves solo fue cuestión de minutos para que renaciera la pasión y se entregaran nuevamente olvidándose de los presentes.

—ya ha pasado mas de una hora y ninguno baja—noto Aioria.

—Deben estar eligiendo el pantalón—dijo Camus apartando su vista del periódico para mirar al de Leo con complicidad.

—que labor tan dura…—concluyo Aioria riendo tenia que buscar un compañero que estuviera dispuesto a compartir su tiempo en la mansión.

—Al…—farfullaba Milo desplomándose encima de su compañero, quien lo abrazo con ternura y lo acomodo entre sus brazos para contemplarlo con admiración y afecto.

 —eres un peligro a mi integridad mental—rio suavemente arropando con fineza el exhausto cuerpo del rubio que dormía como un infante.

 FIN

Notas finales:

gracias por leer saludos...


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