Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Ave Fénix por Tavita

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Muchas gracias por las visitas. Acá les dejo el segundo capítulo. A ver si les gusta!

 

saludos

La casa grande de la residencia había sido remodelada los últimos años para hacerla más espaciosa y funcional; más allá del jardín japonés, se construyó la piscina que, en plena época de invierno, estaba cubierta por una gran carpa para poder usarla en invierno, esto porque tanto a Asami como a Shinju les gustaba nadar para complementar sus ejercicios de Kung Fu y otras artes marciales. Al lado de la piscina habían construido un Dojo de entrenamiento y una casa para huéspedes en donde Tao pasaba el tiempo cuando no estaba en la biblioteca de la residencia familiar. En el salón de la piscina, separada de la casa de huéspedes donde se quedaba Tao, había un salón de baile finamente arreglado y que, en verano, hacía un juego maravilloso con el color turquesa de la piscina y que en ocasiones especiales se usaba para eventos de importancia tal como lo hacían ahora, la llegada de Shinju de su gira de estudios.

 

Como era de esperar, Akihito y Asami los estaban esperando en aquel lugar. Con el candelabro encendido y con los arreglos simples del invierno coronado con un maravilloso árbol navideño de tonos dorados y blancos, le habían preparado una cena de bienvenida sorpresa. Takaba, al verla, no pudo aguantar el recibirla con un gran abrazo demostrando con alegría su cariño y cuánto la había echado de menos. A su lado, Asami la esperaba con tranquilidad. Apenas la muchacha se soltara del abrazo de Takaba, se dirigió a su padre biológico y se inclinó con ceremonia a lo cual el hombre sonrió y respondió con la misma distinción.

 

-ha sido un mes larguísimo!- exclamó el fotógrafo haciendo que todos se sentaran. Miró a Tao invitándolo a quedarse dado que estaban en un lugar que, estrictamente, era de su uso personal- supongo que no te molesta que hayamos utilizado este espacio

 

-no hay problema, Takaba-san- contestó, lo que menos quería era molestar a quienes le entregaban tantas atenciones- es solo que estaba esperando a alguien…

 

-puede acompañarnos, si así lo prefieres-habló Akihito

 

-¿Invitado a alguien?- Shinju lo miró con el ceño fruncido e interrogante, Asami no vio aquel gesto, pero Akihito notó el gran parecido que tenía con el gesto de Asami cuando no le gustaba algo que él le decía, un gesto posesivo y relacionado con los celos.

 

No fue necesario el contestar la pregunta, por el pasillo de llegada entraba Yumma Himura, una Idol de renombre que era la  sensación en la ciudad dada la época navideña. De ojos grandes y negros, cabello liso hasta la cintura de color púrpura brillante en sus puntas y facciones finas, llegaba con un provocativo escote, un abrigo sobre unos jeans de marca y botas taco aguja más arriba de la rodilla.  Al lado de Tao, ahora con un cuerpo corpulento y alto, se veía como una muñequita Barbie que podría quebrarse en cualquier momento, sin embargo, y muy a su pesar, Shinju tuvo que reconocer que era hermosa.

 

-no sabía que teníamos esta invitación familiar…- le comentó a la mujer que sonrió con amabilidad- ellos son Takaba-san y Asami-san- los presentó, Tao, mientras la mujer se inclinaba dejando ver su pronunciado escote. Mientras Takaba sonreía algo nervioso, Shinju mostró su enojo.

 

-si quieres, puedes acompañarnos en la mesa- comentó Takaba. La mujer, con gestos bien cuidados y sabiendo que se enfrentaba a dos magnates del mundo de los negocios y la entretención se mostró encantada de hacerlo

 

-¡No sabía que me presentarían en esta ocasión!- comentó en un tono de voz dulce y algo falseado, Shinju abrió sus ojos, de color caramelo con pequeñas pintas verdes que brillaban con intensidad y miró a su padre con desaprobación quien, al notar el gesto de su hija, negó con la cabeza. Takaba, notando la comunicación entre Shinju y Asami, le agradeció por lo bajo al hombre al intentar mantener tranquila a la muchacha. Sin embargo, Asami prefirió mantenerse callado

 - me hubiese arreglado para tal ocasión…

-¿Y cuál sería la ocasión?- preguntó Shinju sin hacerle caso a Asami. Tao levantó la mirada negando con la cabeza, aunque entretenido y Akihito ofreció más comida para evitar el nerviosismo que tenía.

 

-bueno… Tao- Xiao es tan dulce… totalmente cute- habló en tono chillón. Shinju recordó que era parte de la moda en Tokio hablar entre el inglés y el japonés- y por supuesto los ve a ustedes como su familia…

 

-por supuesto- asintió Akihito, intentando dejar pasar el comentario de su hija. Sin embargo, Shinju no se dejaría amedrentar

 

-Ya veo, Tao siempre habla muy bien de nosotros… es muy agradecido- contestó con tono amable y asintiendo. Por un momento Akihito pensó que el peligro había pasado, pero el brillo malicioso de los ojos de la muchacha, le  indicaron que no era así- ¿Y para qué ocasión estarías vestida ahora? ¿Alguna fiesta de club?...

 

-…creo- interrumpió, Asami, antes de que la invitada entendiera a dónde quería ir la muchacha- que debiéramos comenzar a comer. Mañana tenemos un día muy ajetreado y el viaje debió dejar exhausta a Shinju, ¿No es así?

 

La muchacha miró a Asami con su mismo gesto de desaprobación, inquieta y enojada por lo que estaba pasando con la llegada de esa mujer. Yumma sonrió coquetamente a Tao y a Asami y comenzó a comer.

 

El resto de la conversación se dio entre los planes de la mujer, su vida como Idol, los éxitos que había tenido y todos los proyectos que “esperaban por ella” en la escena musical de Japón. Mientras comían y conversaban, las miradas de Shinju hacia ella y los intercambios que tenían Asami y Akihito, demostraban que, en realidad, era profundamente aburrida su parloteo. Shinju, mirando a sus padres, decidió que era mejor irse a la cama, si bien había sido un viaje extenuante de casi un mes, sabía perfectamente bien que eso no la remitía a no cumplir con el estricto calendario que Asami le exigía, más teniendo en cuenta que en una semana tendría su cumpleaños y luego vendrían los festejos navideños.

 

-Creo que me iré a la cama- dijo, mientras terminaba su té verde y bombones de arroz- mañana tengo un día agotador…

 

-…¡Ay!... te comprendo completamente, la farándula nunca descansa… jijiji- sonrió, Yumma, algo envalentonada por el vino- pero tienes esa imagen de estrella, si me permite decírselo- dijo mirando a Asami.

 

Como padre ya había escuchado algunos comentarios como aquellos. Sin embargo, no sabía si tomarlo a bien o a mal, en el negocio en el cual Asami se había desenvuelto, tener un lindo rostro no significaba más que llamar la atención, algo que Shinju, además, no quería evitar.

 

-prefiero que se dedique a sus estudios…- Aquella conversación la habían tenido con Akihito hacía algún tiempo. Para Takaba, la muchacha era una especie de musa inspiradora, sin embargo Asami, de naturaleza más estricta y dura, esperaba que la muchacha se dedicara al 100% a sus estudios. Todo había decantado, finalmente, en el estricto horario de formación que le habían preparado, que contenía desde clases de artes, pintura, poesía, artes marciales, natación, modelaje, cocina, ciencias, finanzas y matemáticas… una verdadera odisea pensando que el colegio en el cual estaba, era uno de los más estrictos en Japón. Para la muchacha aquello no era trabajo, principalmente porque sabía que, cumpliendo con todas estas estrictas especificaciones, podía hacer lo que quisiera, no era de mal criada ni de niña problemas (como muchas veces intentaron demostrar en los tabloides al compararla con otros muchachos de familias acaudaladas) sino porque se había ganado la confianza de sus padres.

 

-oh!... la escuela, si me permite recomendarles, creo que un talento como el de Shinju-chan –habló y aquella cercanía molestó a todos en la mesa, algo que la Idol no pareció dar por enterado-, debiera ser cultivado. Y no hay nada mejor para eso que una escuela de talentos!, está en la edad perfecta para poder asistir…

 

-…no creo que sea una opción- contestó, Asami, sin hacer caso a las miradas de Akihito- pero prefiero que vaya a una escuela normal, aprenda todo lo que tenga que aprender en la vida y luego decida qué hacer. No dudo que Shinju lo piensa así también.

 

La muchacha muchas veces había peleado con él por esto mismo. No es que tuviera claro qué sería de ella en la vida, pero sí le molestaba esa posesividad que tenía con ella que, mezclada con la sobreprotección de Akihito, hacía de su vida algo difícil de sobrellevar. Sin embargo, sólo por la presencia de esa mujer, prefirió estar totalmente de acuerdo con su padre.

 

- esta conversación se ha hecho pesada para mi. Que tengan una buena noche- dijo, mirando a Tao con significancia, claro que el muchacho lo tomó como uno de sus tantos berrinches.

 

Cuando Shinju se fue, pronto Yumma se decidió a marcharse sin tener por parte de Tao ninguna otra consideración más que el haberle presentado a su familia. Sin embargo, consideró que sería un excelente regalo para la muchacha darle un show en plena fiesta de cumpleaños. Asami esperó poder declinar el ofrecimiento, sin embargo, Akihito prefirió no decirle nada para no pasar por mal educados.

 

-Dios, qué pesada se ha hecho la velada!- comentó Takaba luego de despedir a la Idol con la cabeza aun dándole vueltas- me impresiona que te consigas esas chicas, Tao- le comentó con tono juguetón que imitaba el tono que utilizaba para retar a Shinju- ahora entiendo por qué Fei Long te envió a Tokio.

 

El muchacho sonrió algo complicado. Lo cierto era que Akihito no sabía la razón de por qué estaba en Tokio, sin embargo la mención a aquella última noche en Hong Kong lo hizo sonrojar.

 

-no fue mi intensión molestarlos- dijo mientras hacía una reverencia

 

-no es molestia- comentó Asami, mirando de reojo a Akihito quien, algo bebido, sonreía somnolientamente- Tao me comentaba cómo iba el nuevo fondo de inversión en la Bolsa. Al parecer nos está yendo bien ¿No es así?- decidió que era mejor cambiar el tema, para Asami, Tao guardaba un terrible secreto que tenía relación con Fei Long y prefería no molestarlo, sabía perfectamente el efecto narcótico que tenía el dragón de Baishe para quienes se enamoraban de él.

 

-así es- contestó el joven, agradecido por aquel salvavida que Asami le había entregado- varias familias han invertido ya. Supongo que de acá a un par de años será el fondo de inversión más rentable dentro de la bolsa japonesa.

 

-buen trabajo- dijo, Asami mientras bebía de su bourbon

 

Akihito asintió mirando al magnate, ahora mucho más maduro, y suspiró con fuerza. A Tao aquellas conversaciones y cenas le parecían de lo más naturales. Con la maravilla de la vida familiar se habían constituido en el ideal para su propia vida, sobre todo por las miradas que a veces notaba entre Asami y Akihito, miradas que demostraban confianza, complicidad y total entrega.

 

-Necesitamos revisar algunas cosas antes de que Shinju pueda terminar de decidir el resto de la fiesta- comentó el fotógrafo, al azar- llegaron las respuestas de las embajadas y los invitados políticos… se han demorado demasiado

 

-Creo que a Shinju no le gustará ver esas invitaciones- contestó Tao, haciendo que sus ojos negros relucieran en medio de su piel morena en una bella sonrisa- estará más interesada en el listado de sus amigos o quien será su escolta…

 

Asami levantó la mirada de su vaso ya vacío con cara de no buenos amigos. Decidió que sería mejor servirse algo más. En la última semana Akihito se había obsesionado con la idea de que Shinju había escogido como escolta a uno de los muchachos de los cursos superiores de la preparatoria para que fuese su acompañante, el hijo menor de una de las familias políticamente poderosas dentro de Japón pero que sólo hacía problemas. Entre medio, Asami le había dicho que confiaba en el buen criterio de su hija, que no era necesario imaginar cosas que, sencillamente, no podían ser.

 

Tao entendió perfectamente aquel gesto. Con los años que llevaba viviendo con ellos, sabía lo que se esperaba de él en cuanto a la muchacha se refería y ahora sólo necesitaba el escuchar qué era lo que Akihito le pediría.

 

-uno de sus amigos quiere ser el escolta de su fiesta- le comentó luego de usar el mismo tono de siempre, el que daba por hecho que la muchacha era el tema- pero es un muchacho mayor y que no nos parece que sea buena influencia para ella…

 

Asami prefirió quedarse al margen de aquella decisión. Conocía al muchacho, que era problemático, un donjuán y no le agradaba absolutamente nada. Sin embargo, y a diferencia de Akihito, consideraba que la muchacha sabía defenderse y elegir a sus acompañantes, sabía –estaba seguro- que había peligros mucho peores que un muchacho con deseos de desvirginar a su hija.

 

-¿Quieren que la convenza de algo?- preguntó, levantando las cejas, con duda. Si algo tenía claro era que a Shinju no era fácil de convencer

 

-me gustaría que hablaras con ella… - comentó Akihito intentando que Asami lo ayudara- sabemos que lo está pensando aun, pero si tuviera otra alternativa…

 

-conversaré con ella- asintió Tao. Si algo podía hacer para disminuir la preocupación que tenía Akihito ahora, era mejor hacerlo sin pensar. Por agradecimiento y porque, en realidad le preocupaba la muchacha- pero se ha hecho tarde y mañana comienzo mi día temprano

 

-¿Te esperamos en la práctica?- comentó Asami mientras sonreía al ver la cara de poco convencimiento que ponía Akihito, considerando que no se le había escuchado lo suficiente con respecto a ese tema.

 

Tao levantó su mano derecha para ponerla en su pecho en forma de promesa y sonrió para despedirse, finalmente, con una venia.

 

Cuando ambos quedaron solos, Asami le tomó el muslo al tiempo que miraba cómo los colores le subían a las mejillas. Akihito siempre reaccionaba de la misma forma a su toque.

 

-…tenemos que trabajar, Asami- le advirtió, indicando el montón de papeles con las respuestas de las delegaciones internacionales que había traído en donde aparecía, en primer lugar, el símbolo de la delegación de Singapur-… está la fiesta

 

-la verdad…- dijo, mientras lo atraía a sí mismo, como un imán- prefiero aprovecharme de que has bebido esta noche- y le dio de beber del resto de bourbon que le quedaba en la copa para luego besarlo con premura mientras lo acercaba al calor de su cuerpo.

 

 

 

Camino a su habitación, su celular sonó con el ruido típico del llamado de la línea personal, cuando pudo ver la pantalla, se dio cuenta del código de llamada que le indicaba que entraba desde Hong Kong. Como siempre sucedía, su corazón se aceleró con el mismo nerviosismo que lo hiciera desde el primer día que llegara a Tokio. Contestó intentando que su voz no sonara tan nerviosa, algo que supo, no logró

 

-Laoban- saludó, con anhelo

 

-Tao- se escuchó al otro lado. Como siempre, se podía oír a Mikhail hablar al fondo dando órdenes a otras personas que hablaban más despacio- esperaba que estuvieras desocupado

 

-Lo estoy- aseguró doblando a sus habitaciones. - ¿Cómo está todo por esos lados?-dijo mientras se desabrochaba la camisa y desataba su larga trenza.

 

-algo desordenado- contestó Fei Long mientras los ruidos iban en aumento- a Mikhail se la ha ocurrido celebrar la navidad. Ha estado adornando todo desde la semana pasada.- comentó con tono no muy convencido

 

Tao sonrió al imaginar la residencia Liu, que nunca había cambiado su rutina a pesar de que las festividades navideñas habían permeado en varios sectores de China, ahora completamente adornada con una “navidad rusa”. Repentinamente le dolió el corazón al imaginar la escena sin él.

 

-Me gustaría verlo- dijo, sin pensar, dejando traslucir sus deseos.

 

-te gustaría- asintió, Fei Long, sin demostrar algún tipo de sentimiento. Tao tomó aquellas palabras como parte del castigo que su maestro le había impuesto. Lamentó, como lo hacía todos los días, el haberse dejado llevar aquella noche que lo había relegado al exilio. Si pudiera decirle cuánto lo sentía, cuánto lo extrañaba y que no quería seguir lejos de él puesto que ya había aprendido la lección, seguramente no tendría esos problemas

 

-..hey!, Tao- escuchó la voz del ruso que se acercaba al celular- dile a Takaba que te mande de regreso- dijo, ahora con el teléfono en speaker- acá te necesitamos

 

-me imagino que hay mucho trabajo- comentó, alegre- acá no es distinto

 

-lo sabemos- contestó con un acento ruso muy pronunciado- estaremos allá en un par de días, así que no te preocupes, estaremos ahí para ayudar.

 

Aquella noticia lo sobresaltó. Entró a la habitación y se sentó en su sillón de felpa color amaranto que hacía juego en medio de un amplio sector que daba a los jardines. La carpa de la piscina se veía a lo lejos, por el momento, los primeros copos de nieves del invierno se acumulaban al otro lado del ventanal brillando con cautela en la negrura de la noche mostrando su reflejo y, a lo lejos, su cama ordenada y el espacio de escritorio y trabajo.

 

-¿vendrán para la fiesta?- preguntó, sorprendentemente feliz. Hacía desde mucho tiempo desde la última vez que los viera. Cuando terminara la frase, por la puerta que daba al pasillo que conectaba con la casa residencial, Shinju apareció con su pijama de algodón de short corto y camisola larga y pantuflas tipo botitas hasta las canillas.

 

-“los invité yo”- le dijo sólo con el movimiento de su boca al notar que Tao la miraba por el reflejo de la ventana. Tao le sonrió y asintió al tiempo que Mikhail le decía el regalo que le estaban preparando a la muchacha. Que no quería que Asami estuviera molestándolo, a lo que Tao le respondió que no se preocupara, que todo iba de maravilla y que sus problemas no tenían que ver con Asami. Siempre que se daban esos llamados telefónicos, podía sentir por el tono de Mikhail que él mismo no entendía el por qué se había alejado de Hong Kong, dentro de la cosmovisión del ruso, Tao era parte permanente de su clan familiar. Sin embargo, no ahondó ante ello al notar la resistencia de muchacho a hablar sobre el tema.

 

Shinju se le acercó para sentarse a su lado mientras su cabello, largo y ondulado, se movía sinuoso al ritmo de su caminar. Cuando Tao cortara, ella lo miraba con sus ojos verdes, expectantes.

 

-sabía que te gustaría verlos, Tao-Xiao- le dijo mientras lo miraba con ese brillo de admiración. Tao la abrazó por los hombros haciendo que ella se refugiara en su cuello.

 

-muchas gracias- le dijo acercando su frente a la de ella- no sabes cómo los extraños

 

-Se te nota en los ojos, Oniisan- le dijo siguiendo con el dedo índice la forma de sus cejas. Desde muy pequeña que ella era capaz de leer en los sentimientos de Tao, no porque tuviese un gran don para eso, sino porque, como alguna vez le había dicho Asami-san, era un libro abierto para quien lo conociera.

 

-son mi familia, Shinju-chan- le dijo sonriéndole con tristeza- ¿no te sentirías igual?

 

-sabes a lo que me refiero- le dijo, con un tono algo severo pero lleno de afecto- ¿Aun extrañas a Laoban-Sama? - en los juegos infantiles, la muchacha veía a Fei Long como un ser mitológico. Bello, frío y etéreo, se imaginaba a los dioses de las historias infantiles personificados por él por lo cual siempre lo llamó con tal nivel de respeto- ¿Aun no olvidas lo que pasó?

 

Tao negó soltándola y luego mirando al suelo con su Smartphone en la mano. Lo extrañaba todos los días; cada noche se imaginaba aquel encuentro perfecto. Repitiéndose, a la mañana siguiente, que el destierro era un castigo que debía vivir con carácter y silencio para que Fei Long se diera cuenta que estaba arrepentido de su atrevimiento. Sin embargo no alcanzaba a convencerse cuando nuevamente volvía la noche con su necesidad despierta e inalterada, y el círculo vicioso volvía a comenzar. La muchacha conocía aquellas conversaciones y cavilaciones del muchacho y decidió sentarse en sus piernas como lo hacía desde que éste llegara a la casa, a modo de consuelo.

 

-todo pasará- le dijo acurrucándose en su pecho mientras inspiraba el aroma a café tostado que emanaba el cuerpo de Tao- el tiempo cura todo…

 

-… lo dices porque lo has escuchado, no porque lo hayas vivido.- Le dijo, con una sonrisa triste y le tomó la nariz. Shinju sonrió, graciosamente, y se apegó más al cuerpo del joven.

 

-tienes que ser fuerte para mantener la decisión de dejarlo ir, - le advirtió, de forma seria con el tono de una sabiduría que pocos entendían de dónde venía-… además ¡no puedes creer realmente que una mujer como esa Yumma puede hacerte olvidar a Fei Long, Tao!- le habló, regañándolo.

 

-entonces, por eso has venido- le comentó mientras se echaba para atrás en el sofá llevándose con él a Shinju.- ¿No me ibas a dejar pasar alguna chica sin dar tu opinión?

 

-no es una “chica”- comentó la muchacha, apoyándose en su pecho semidesnudo- …aunque es bonita

 

-lo es- asintió y luego sonrió con malicia al ver el brillo triste de los ojos de Shinju ante la mención-  pero no tanto como tú…

 

-… mentiroso…- le dijo con un hilo de voz y se sonrojó ante la mención del muchacho.

 

Tao le acarició la mejilla con delicadeza, a la espera de que la imagen de Fei Long, recientemente despertada, se desvaneciera con la imagen de Shinju que lo observaba con sus ojos abiertos con un anhelo que no alcanzó a definir. Se quedaron un rato así, respirando al mismo tiempo de manera que sus corazones bombearon al unísono.  Por alguna razón, la presencia de la muchacha lo tranquilizaba, era una presencia constante en la cual podía confiar y a la cual se confiaba a contarle aquellos sentimientos que, si lo recordaba bien, ni a él mismo se permitía confesarse.

 

-tus padres están preocupados- le dijo en tono de secreto, cambiando totalmente el tema. Shinju levantó la vista para mirarlo con curiosidad

 

-siempre lo hacen- contestó jugueteando con la camisa abierta del muchacho, parecía que aquel lugar, sobre su pecho moviéndose al vaivén de la respiración de Tao era su espacio en el mundo- eso no es novedad.

 

-es por tu fiesta de cumpleaños- le comentó jugueteando con su cabello- dicen que aun no decides quién te acompañará en la fiesta…

 

-…es porque aun no le pregunto a quien quiero que me acompañe- le dijo, antes de que él terminara- eso es todo.- contestó, algo fastidiada. Desde que comenzara el año escolar que estaba extraña, muchas veces se daban esos momentos, la miraba a los ojos y parecía que, decidida a algo, luego se retractaba, con un eterno monólogo que nunca salía al exterior con palabras sino más bien con su cuerpo.

 

-¿Eso es todo?- le preguntó, notablemente alegre por aquella escena. Recordaba cuán raro había sido para él la primera invitación que había hecho en la escuela para un baile- ¿Aun no se lo pides? ¿Por qué?

 

-no quiero que me diga que no- le dijo mirando al suelo- me daría mucha pena

 

-Tus padres dicen que invitarás a un muchacho mayor, hijo de no sé quién importante…

 

-él es un idiota, por supuesto que no lo invitaría- le dijo, horrorizada. Tao sonrió al notar cuán bien podría conocer a su hija, Asami-  a veces no sé si saben verdaderamente quién soy si creen que iría con alguien como él…

 

-se preocupan por ti. Deberías saberlo- le dijo mientras le tomaba el mentón para que lo mirara directamente a los ojos- si te sirve mi consejo, deberías decirle a aquel muchacho que quieres que sea tu escolta, nadie se podría negar a tus peticiones, Shin-chan- le comentó risueño

 

sin embargo la muchacha le devolvió una mirada algo compungida nuevamente con esa duda pegajosa que la hacía evitar las decisiones. Miró hacia la ventana, viendo cómo la nieve caía y negó para sí en esos diálogos internos que, últimamente, tan frecuentemente había visto tener a la muchacha.

 

-¿No quieres decirme con quién quieres ir?- le dijo y la mirada de ojos verdes de Shinju lo miró en un segundo eterno, manteniendo la respiración- vamos… puedes decírmelo, ¿Cuándo ha habido secretos entre nosotros?- le preguntó con los labios rozando su nariz

 

-nunca- le contestó la muchacha sonrojada. Respiró hondo y se sentó derecha, sin despegar sus manos del abdomen trabajado de Tao- quiero saber si tú me acompañarías en la fiesta…

 

-¿De verdad te asusta el que te diga que no?- Tao sonrió enternecido por aquella duda que veía en los ojos de la muchacha. ¿Podría negarle algo? Y sabía perfectamente cuál era la respuesta. Se enderezó y se inclinó para quedar al mismo nivel de los ojos de la muchacha y le dijo un rotundo “sí”. Shinju sonrió y lo abrazó al tiempo que apegaba su mejilla a la de él.

 

-lamento el haber dudado de ti, Oniisan- le dijo al tiempo que se alejaba un poco- pero como apareciste con… ella- dijo, haciendo notar que hablaba de Yumma- creí que no querrías acompañarme…

 

-será un honor estar a tu lado- le dijo acariciándole el cabello que le caía en cascadas. Cuando sus manos llegaron a la punta con la sensación suave de aquel toque eléctrico, su mente, nuevamente, volvió a la imagen de Fei Long

 

-Creo que me iré a dormir- le dijo al tiempo que se soltaba, algo incómoda. Shinju reconocía esa mirada y aquel gesto. Sabía que, aun cuando había momentos como aquel, en donde Tao la miraba con un brillo de cariño, la mente del joven siempre volvía a Fei Long y la necesidad, parecida a la del drogadicto, de volver a tenerlo entre sus brazos. No podía competir con esa imagen, ella misma siempre lo consideró un hombre perfecto y su Tao, porque hace un buen tiempo que lo consideraba como suyo, estaba enredado en sus encantos. Se levantó del sillón aun con su cabeza dando vueltas por la cercanía con el muchacho y lo miró con cariño, su cabello, largo y ondulado, se movió grácil ante sus movimientos y, mirando hacia atrás con coquetería, se despidió.

 

 

Durante los dos días de la espera por la llegada de los visitantes desde Hong Kong, la situación dentro de la casa de los Ryuichi-Takaba se volvía más compleja; no sólo tenían el ajetreo que significaba el inicio de los nuevos fondos de inversión por parte de los holding financieros sino que también la presentación del nuevo trabajo artístico que Takaba había producido para reunir fondos para la UNICEF utilizando la imagen de Shinju. La muchacha, además de estar viendo todos los últimos detalles de la fiesta debía estar a cargo de la recepción de algunos regalos y la respuesta de las invitaciones enviadas para poder reorganizar las mesas de la recepción que habían preparado en nombre de las empresas Yuumura y el Holding petrolero en el cual eran socios con Liu Investment y Arbatov Inc. Akihito se había dado cuenta que no había revisado las delegaciones diplomáticas que habían respondido y que, luego de algunos comentarios de Asami, no había podido encontrar el reemplazante del entrenador de Kung fu para Shinju luego de que éste se enterara de que el hombre había tenido problemas de drogas en la participación de torneos internacionales. “prefiero que no haya nada que pueda inclinar a la muchacha a cualquiera de esas tendencias” le había dicho en el mismo tono que hablaba cuando algo, sencillamente, no le parecía bien en la crianza de Shinju, esto, finalmente, había decantado en otra pelea con ella por su seguridad puesto que luego de tanto tiempo, debían buscar a otra persona que la entrenara.

 

Era así como, al mismo tiempo que Fei Long y Mikhail llegaban de visita –que, por insistencia de Akihito, se quedarían en la residencia familiar, en el sector que usaba Tao- había llegado la entrenadora desde Singapur de Muai Tai, mientras no encontraran un maestro de Kung Fu que le diera seguridad a Asami. De alto nivel en su destreza, la mujer resultó ser fuerte y ágil, de carácter simpático pero estricta y considerada con la muchacha, de cabello rubio y ojos claros, daba la impresión de tener una disciplina única. En otras palabras, había pasado la prueba de confianza sin problemas y los informes de Kirishima sobre su pasado eran prácticamente incuestionables.

 

Cuando llegaron, en el Dojo estaba la muchacha entrenando con la nueva empleada de la residencia. Al parecer, la mujer sabía perfectamente lo que estaba enseñando mientras Shinju, con aquella capacidad que tenía de aprender cualquier cosa que le enseñaran, miraba concentrada los movimientos que repetía con gran precisión. Fei Long sonrió al verla vestida deportivamente –siempre la había visto arreglada para salidas en público- Mikhail venía detrás de él, con su chaqueta de cuero y polera blanca, sonrió al ver los movimientos y se acercó al chino quien, al sentir el hombro del ruso apoyado en el propio, no pudo evitar sonreír.

 

-es increíble cómo pasa el tiempo- le comentó al demostrar cómo había crecido la muchacha. Con un cuerpo curvilíneo y fuerte, la agilidad de Shinju se demostraba sin problemas. Se volteó moviendo con gracia sus manos y levantando, intercaladamente, sus rodillas simulando golpes en el aire- si no fuera porque me traes loco, la miraría con deseo…

 

-el sólo mirarla significaría un insulto a Asami- le comentó, con enigmática sonrisa. Shinju se volteó para saludarlos con una gran sonrisa

 

-lo tendré en mente cuando vea a Asami nuevamente- le comentó, acercándose al oído. Se escucharon algunos gritos por los ejercicios y, desde la puerta de atrás, notaron unos pasos acercándose. Al voltearse, el corazón de Fei Long se aceleró y sus mejillas se sonrojaron puesto que, el que entraba en ese preciso momento era Tao vestido con traje de sastre de corte italiano de seda color negro, se sacó los lentes de sol, sonriendo con alegría, y se acercó para saludarlos con toda la energía que tenía. Se inclinó ante Fei Long mostrando cómo había crecido, el poder que manejaba en ese momento al mismo tiempo que toda la humildad que tenía que mostrar ante él.

 

-¡Cómo has cambiado!- fue lo que dijo su maestro al verlo. Tao tenía miedo y nerviosismo por el encuentro que se venía con Fei Long, no logró notar el cambio que estaba viviendo en la mente de Fei Long la imagen que tenías de él cuando se fuera de Hong Kong y la sorpresa de verlo mucho más dueño de sí mismo de cuando lo envió lejos de la residencia Liu.- pareces todo un hombre de negocios.

 

-lo soy- le recordó, alegre- ¿Han tenido buen viaje?

 

En respuesta, Mikhail se le acercó para abrazarlo con alegría, la verdad era que lo echaba sinceramente de menos y verlo ahora, ya todo un hombre, le demostraba cómo había pasado el tiempo haciéndolo sentir, inevitablemente, mucho más viejo.

 

-no creerás que un saludo de venia será suficiente para mi alma eslava- le dijo, besándolo en ambas mejillas. – hemos estado buscando a Takaba, pero nos dijeron que aun no llegaba

 

-está terminando algunas cosas para el lanzamiento de su libro- le dijo Tao, sin quitarle la mirada a Fei Long quien, a su vez, no podía dejar de sentir que algo había cambiado para siempre en su pecho- hoy en la noche es la actividad… de todas maneras, se pueden acomodar mientras llegan, hoy la casa estará llena de actividades y al menos por el momento, yo estoy a cargo de su instalación- cuando terminara la frase, por la puerta del Dojo aparecía Shinju con su peto negro y pantalones deportivos seguida de la nueva entrenadora. Mikhail, intrigado por aquella aparición, sonrió al ver a la muchacha que, en comparación con un año atrás, estaba más alta, más bella y con curvas más pronunciadas sin contar que el sudor le hacía brillar la piel.

-lamento tener que recibirlos así- comentó al tiempo que se inclinaba haciendo que se viera un poco de su busto- ahora mismo me voy a cambiar para acompañarlos al almuerzo

 

-te esperamos en el salón de la piscina- le dijo Tao quien, según pudo notar Mikhail, la miraba con un brillo especial. Inevitablemente miró a Fei Long quien pudo ver en la sonrisa de Mikhail un secreto que no quiso dar por cumplido. Shinju asintió y siguió su camino seguida de Marla quien, al igual que la muchacha, saludó con una inclinación formal. Antes de salir del Dojo, Shinju pudo escuchar las palabras de Mikhail sobre lo parecida que era a su madre.

 

-¿Son amigos de sus padres?- preguntó la mujer, notablemente interesada por los dos personajes que habían llegado a la residencia

 

-y los padres de Tao- comentó, aun pensando en aquellas palabras. Si uno de los temas que se hablaba demasiado era sobre su seguridad, otro de los cuales nunca sabía nada era sobre su madre. Sabía que se parecía mucho a ella, Takaba se lo repetía constantemente, pero nunca con la expresión que había usado Mikhail y de forma tan abierta- vienen de Hong Kong

 

-supongo que es por su cumpleaños- le dijo sonriendo. La muchacha sonrió y asintió con cuidado, si algo tenía en claro y que siempre le dijera Asami, es que por muy de confianza que fuesen los empleados, era necesario siempre mantener la información de la familia en secreto. La premisa de él era no confiar en nadie

 

-nos vemos mañana, Marla- le dijo, sin responder. La mujer se inclinó en forma de saludo y la muchacha siguió a su nana quien le tenía todo preparado para el resto del día que ya comenzaba con varias actividades.

 

 

Akihito terminaba de vestirse, sobre la chaquetilla se ponía la chaqueta del terno sin terminar de amarrar su humita. Asami, ya vestido, lo miraba desde la puerta del closet observando cómo había cambiado en los últimos años. Joven y talentoso, había tenido el impulso necesario para llegar a la cima de su carrera y había sido inteligente en invertir en varios proyectos artísticos que eran reconocidos internacionalmente. A pesar de todo, seguía teniendo ese espíritu libre y la capacidad de darle tranquilidad, un rayo de luz propia que lo había salvado de la oscuridad, no había otra manera de describirlo si, además, se ponía a pensar qué sería de él sin el muchacho; como respuesta sólo podía ver una vida completamente solitaria, vacía y llena de nada.

-¿Quieres que te ayude con la corbata?- le preguntó en tono seductor. Akihito lo miró por el espejo y negó con la cabeza haciendo que el cabello ceniciento se moviera

 

-siempre tienes malas intenciones cuando quieres ayudarme a vestir- le comentó, algo receloso- y estamos atrasados…- le dijo mientras volteaba la tela sin poder lograr el moño.

 

Asami se acercó tomándolo del hombro y, sonriendo, le tomó el corbatín para hacer con destreza el moño que Akihito no pudo lograr. Luego lo besó en los labios mientras sus manos le recorrían los brazos hasta la cintura.

 

-no llegaremos atrasados…pero, no esperes que tenga paciencia toda la noche, eso sí- le comentó. Luego se alejó para mirarlo con ese brillo de deseo recién despertado. Akihito se sonrojó al notar cómo él mismo se excitaba ¿llegaría el día en el cual no deseara a Asami?... se imaginaba que, de ser así, sería cuando la vejez le dijera al cuerpo que no era posible seguir amando.

 

En esos pensamientos estaba cuando Asami se volteó y le entregó una caja de terciopelo color burdeo oscuro. Alguna vez Akihito había visto una caja parecida, de la casa de los Yuumura y que, sin lugar a dudas, contenía joyas

 

-imaginé que querrías entregárselo hoy- le dijo pasándole aquella joya. El fotógrafo la tomó y se dio cuenta de lo que era. La “otra Peregrina”, una Perla en forma de gota poco más grande que su pulgar pendía de una larga gargantilla de oro con una pequeña incrustación de metal y piedras preciosas desde donde pendía el colgante- la mandé a limpiar… en caso de dudas- le dijo recordándole que, la última vez que Akihito la había tenido en sus manos fue precisamente tres meses después del nacimiento de Shinju, en aquella fecha donde muriera Leah. Recordó el porqué lo celebraban una semana antes de navidad y no en la fecha en que había nacido y asintió con algo de pesar.

 

-había olvidado que se lo entregaría cuando cumpliera 16- le comentó tomando la perla que brillaba de forma perezosa, con un dorado suave y delicado bajo la luz- no puedo creer que pasara tan rápido el tiempo…

 

-por eso te la he traído… no quería que lo olvidaras- le dijo, sabiendo cuán importante era para el fotógrafo cumplir con lo que le había encomendado Leah en su testamento.

 

Luego de los años de convivencia, si bien había algo de celos por mantener la presencia de la heredera Isuki en aquella niña, se dio cuenta que, en realidad, no podía celar al fotógrafo por un fantasma. Salvado de sus propias penumbras, teniéndolo seguro a él y a la muchacha, no podía menos que agradecer que el destino le haya entregado aquel final feliz; un lujo teniendo en cuenta que la vida que había elegido bien podía no resultar de esa manera.

Su miedo, más que el perder a Akihito por las razones que fuera, ahora estaban centrados en que la muchacha no se desarrollara con las habilidades necesarias para sobrevivir en el mundo, consideraba que se parecía demasiado a Leah, aquella mujer que fue capaz de entregar su vida por aquella devoción que le mostraba… él había sido egoísta –muchas veces se lo reprochó,  hasta que se dio cuenta que no habría hecho nada distinto de lo que ya había hecho, así era la vida- y a cambio lo mínimo que podía hacer era entregar un buen futuro a la que era su hija, la niña de los ojos de Akihito y centrarse en aquella vida calmada y pacífica que lograron, después de muchas caídas, construir.

 

Ambos salieron de su habitación hasta el salón donde los esperaba Shinju vestida de gala. El vestido de gaza color verde olivo con un peinado voluminoso que le hacía caer el cabello en cascada. Akihito se incomodó y Asami se dio cuenta por qué; era la viva imagen de Leah.

 

-Fei Long-sama y Mikhail-san nos están esperando- les comentó, sonriéndoles con dulzura. Akihito se acercó y le acarició el cabello con delicadeza al tiempo que le acercaba la caja que anteriormente Asami le entregara.

 

En la puerta de la sala, Fei Long y Mikhail los esperaban escoltados por Tao quienes, como testigos de aquellos, vieron cómo de aquella pequeña caja aparecía la perla que alguna vez fue la clave de una larga historia.

 

-esta Perla fue de tu madre- le dijo mientras sacaba el colgante que brillaba ante sus ojos color verde. Con curiosidad la muchacha lo tomó para sentir su toque suave en sus delicadas manos, lentamente se lo colocó al cuello- siempre dije que te la entregaría cuando cumplieras 16 años

 

-muchas gracias, Papá- le dijo abrazándolo. Impresionada por la maravillosa joya que ahora pendía de su cuello. Todos se alegraron al ver la escena y decidieron que era momento de ir a la celebración.

 

En medio del salón de exhibición se encontraba una gran foto de la muchacha vestida con una burka musulmana y llevando agua en una de las aldeas que habían visitado para hacerla. La idea era presentar diversas estadísticas sobre el trabajo infantil acompañadas de fotos tanto reales como con la imagen del rostro juvenil más reconocido en el Asia Pacífico.

 

Apenas comenzara la recepción, en donde los invitados pasaban por el largo pasillo del Hotel que comenzaba en una de las riveras del río que cruzaba Tokio hasta el otro extremo donde la Galería mostraba grandes ventanales hacia la bahía que recibía los copos de nieve cayendo con pereza.

 

En la puerta de entrada de la galería dentro del hotel se les daba la bienvenida se les daba a algunos conocidos artistas nacionales y delegaciones de embajadas que eran recibidos con una copia del libro que se exponía en la galería de artes. Uno de los últimos autos se detuvo antes de que tanto Asami y Akihito se retiraran a dar inicio a la cena, del auto con símbolo diplomático bajó un hombre corpulento, moreno y de rostro impávido, parecía ocupar todo el pasillo de entrada al caminar y al fijar su vista en Asami sonrió con un brillo de reconocimiento que no se le escapó a Akihito. Sin embargo, el hombre a quien estaba destinada esa sonrisa se volteaba dispuesto a entrar a la recepción dando inicio a la cena que los esperabas. Akihito miró a Asami asintiendo a algo que parecía decirle y le devolvió la mirada al invitado intrigado por aquel gesto que le viera antes de entrar al edificio.

 

Akihito y Asami ingresaron al salón con la Galería para dar inicio a la cena. Cuando se sentaron en la mesa central que compartían con Fei Long, Mikhail, Shinju y Tao se olvidaron de aquella escena, principalmente porque Akihito no quiso decirla nada sobre aquella aparición. La velada pasó tranquila, entre conversaciones y preguntas sobre una vida normal en la cual todos se habían adaptado perfectamente.

 

-Espero que esta vez salga todo a la perfección- dijo mientras rememoraba que, en aquel mismo salón había sido la presentación de su primer libro, ceremonia que había terminado con un aviso de bomba y con los invitados siendo rescatados por parte de fuerzas especiales japonesas.

 

-saldrá perfectamente- le dijo al oído, Asami. Sabía que, parte del show que su pareja había preparado constaba del inicio del baile con Shinju quien, animada, hablaba y reía con Tao al tiempo que este observaba, de vez en cuando, a su maestro con ese dejo de completa rendición- después de todo, lo hemos ensayado- le aseguró mientras tomaba su mano bajo el mantel de la mesa.

 

La vida privada de Asami y Akihito había sido siempre un tema para los tabloides japoneses. La relación que tenían y la presencia de la heredera de una de las fortunas más cuantiosas de Japón eran comidilla de todas las semanas, sin embargo, con gran esfuerzo habían mantenido a raya aquella insistencia de la prensa, en gran medida, por la estrategia que el mismo Akihito había manejado con aquellas apariciones en familia en eventos de caridad y utilizando la presencia mediática de su hija para causas de toda índole.

 

-ya es hora- le dijo al oído cuando se encendieran las luces, la muchacha miró a su padre y asintió feliz de ser parte central de aquel show. Dejó la conversación con Tao en espera para salir a bailar con su padre. Asami asintió y se paró sin mediar palabras y le ofreció la mano a la muchacha para salir a bailar en medio del salón donde, repentinamente, los flashes de las cámaras les dieron la bienvenida.

 

-Todo ha estado espléndido- dijo Mikhail a Takaba mientras tomaba otro corta de vodka. Fei Long miró a su pareja intentando sacar sus pensamientos de Tao quien, deslumbrado por la presencia de la muchacha, no dejaba de mirarla aun ahora que se deslizaba con gracia en mitad del salón. Algo que el mismo Mikhail no había dejado de notar.

 

-menos mal- comentó, realmente agradecido de que todo saliera a la perfección y mirando cómo padre e hija volteaban de forma grácil y mostrando total alegría- aun queda una semana muy complicada… en fin… aun falta solucionar el problema sobre el acompañante de Shinju en su fiesta…

 

-¿Aun no tiene escolta?- preguntó el ruso, sonriendo con alegría- no puedo creer que se le haga difícil conseguir a alguien…

 

-¿A qué te refieres?- preguntó, Akihito, con ese sentimiento de padre cuidador que a veces lo invadía

 

-por favor… mírala- dijo, sonriendo como si lo que dijera era demasiado obvio- podría conseguir a cualquiera…

 

-no quiero que vaya con “cualquiera”- le dijo, algo molesto y con miles de pensamientos de lo que eso significaba para él o para ella.

 

-no irá con cualquiera- contestó Tao mientras se servía más champaña.- irá conmigo- dijo mientras seguía el vals de Shinju y Asami.  Mikhail sonrió al dar por hecho que, aquellas miradas y encuentros que tenían entre Tao y Shinju se cristalizaban en un sentimiento compartido, se fijó en sus pensamientos hacia el futuro y se complació al verlos juntos en una perfecta pareja. No se dio cuenta de la reacción de Fei Long quien, al escuchar la noticia, vio el mismo nivel de compromiso que entendiera Mikhail y, en vez de un futuro brillante de Tao con la muchacha, se vio a sí mismo alejado de su protegido.

 

-¡Eso es un alivio!- dijo Akihito, con gran alegría- me sacas un peso de encima… de otra manera hubiese ido con ese muchacho…

 

-creo que acá, Asami-san ha tenido la razón, Akihito-san- le dijo, sonriendo de forma sincera, con sus ojos brillantes resaltados por el alcohol- nunca quiso ir con él… yo no hice más que contestar afirmativamente a su pregunta…

 

-para mí, eso basta- contestó, Takaba, con determinación-

 

Mientras conversaban, el baile siguió y ahora, Yui, la antigua guardaespaldas de Leah, se había unido al baile para bailar con Asami al tiempo que Shinju se acercaba a la mesa para pedirle un baile a su otro padre. Luego de un par de pasos, de conversaciones, más risas y champaña, Yui sacaba a Tao y Shinju volvía por Fei Long quien, algo molesto por la noticia de Tao, decidió cederle la solicitud a Mikhail quien la aceptó sin problemas.

 

-hoy estás deslumbrante- le dijo dando giros con ella en brazos. Notó lo ligera que era, lo agradable que era tenerla en brazos y, mientras dichos pensamientos flotaban en su mente se repitió que era porque la conocía desde pequeña

 

-es por las festividades- le dijo, sonriendo- Arbatov-sama- le dijo, con confidencialidad- cuando llegó, le escuché decir algo que me llamó la atención…

 

-¿Qué habrá sido?- dijo, notando cómo Asami, al otro lado de la pista, lo miraba con desconfianza, algo que lo hizo bastante gracia

 

-que me parecía a mi madre- dijo, sabiendo que las solicitud que vendría después de esas palabras serían complicadas de cumplir. Principalmente por todo lo que significaba aquel tema en la residencia familiar. Mikhail dejó de sonreír y se puso serio, incluso la alegría del vodka había quedado relegado para tener completo control de sí mismo- eres el único que lo dijo…

-… no quería molestarte, pequeña- le dijo, dando otra vuelta con ella mientras miraba a Fei Long

 

-sólo quería saber si no era mucha molestia para ti el que te pueda preguntar sobre ella- le dijo, de forma seria.

 

En ese momento por la espalda de la muchacha se acercaba Tao para pedirle a Mikhail que cambiaran de pareja. Yui, quien estaba vestida con un elegante vestido negro, sonrió al ruso al ver la sonrisa de la muchacha al ver a Tao quien, con mucha elegancia pedía que bailara con él. Antes de marcharse, sin embargo, Shinju se volteó para mirar la respuesta del ruso quien no fue capaz de decirle que no.

 

Asami se acercó a la mesa para sentarse al lado de Akihito. Fei Long, casi sin notar que estaba ahí, se quedó mirando cómo Tao sacaba a bailar a Shinju al tiempo que Mikhail miraba a la muchacha con una expresión extraña.

 

-te ves pensativo- le dijo Asami al notar la expresión del chino. Fei Long se volteó para asentir sin mediar palabras- debo admitir que ha sido una excelente velada.

 

-gracias- dijo Akihito, dándose por aludido- todo ha salido a la perfección… y Shinju le ha pedido a Tao que sea su escolta… ¡ya no tenemos problemas!- comentó, alegre

 

-vaya- comentó el mayor sabiendo a qué se debía la mirada de Fei Long- me ha sorprendido que se lo pidiera a él…

 

-Mikhail ha dicho que podía elegir a cualquiera… que es imposible que le dijeran que no- dijo Akihito, con orgullo

 

-¿ah sí?- comentó, risueño por el estado de ebriedad de Akihito. Si algo no había cambiado era la poca capacidad que tenía Akihito de soportar el alcohol- ¿Tú lo crees?- le preguntó, coqueteándole

 

-Yo lo creo- comentó Fei Long, sin saber bien el por qué estaba molesto-… digo, es cosa de ver a la muchacha.

 

Asami entrecerró los ojos sabiendo a lo que se refería el chino. Si bien recordaba, Fei Long también era conocido por aquel encanto cautivador, parecía irónico que ahora, el muchacho que era su protegido y que, sospechaba, había sido enviado a Tokio por un enamoramiento, ahora estaba en disputa entre Fei Long y su hija.

 

-Tao no lo hace mal tampoco- decidió responder a las palabras del dragón- ha crecido fuerte y llamativo… no es raro que Shinju lo admire.

 

-así es- asintió Akihito, bebiendo nuevamente de la champaña que había mandado a pedir. Asami se estaba acercando para robarle un beso cuando la imagen de un hombre alto y robusto le desvió la mirada

 

-…Akira…- dijo en voz baja. Akihito frunció el ceño y miró donde los ojos de Asami se habían detenido. Entonces reconoció al hombre que había llegado justo antes de que se retiraran de la entrada

 

-Ryuichi- alcanzó a escuchar del hombre que llegaba caminando confiadamente. Venía vestido con un elegante traje de seda color plomo con una corbata azul. De piel aceituna y ojos negros parecía que mantenía un gesto cruel- imaginé que te encontraría acá… un gusto volver a verte- habló con una voz potente y fría. La sola sensación de escucharla le dio la impresión a Akihito de que estaba afilando un cuchillo.

 

-Akatsu- asintió sin expresión. Luego de la primera impresión Asami volvía a mostrar compostura- no sabía que estabas invitado…

 

-trabajo en la embajada de Singapur- dijo sin darle importancia- llegó la invitación y me atreví a acompañar al embajador, tenía curiosidad... Excelente muestra, si me permite decírselo- dijo, mirando a Akihito como sopesando la situación

 

-hace mucho tiempo que no sabía de ti- le contestó Asami. Al otro lado de la mesa, luego del baile, aparecía Mikhail y Yui quienes miraban extrañados por la situación

 

-los años no pasan en vano- dijo, mirándolo de arriba abajo. Parecía que los diez años de diferencia entre los hombres hacían que Asami mostrara una parte vulnerable ante aquel hombre. Algo que, sin quererlo, molestó a Akihito.

 

-espero que disfrutes la velada- cortó la conversación, Asami

 

-eso haré… estaremos en contacto. Akihito-san- dijo, despidiéndose- un gusto en haberlos visto.

 

-No puedo decir lo mismo- comentó Asami en voz baja y resentimiento. Akihito lo miró con apremio, sin querer preguntarle bien qué era lo que significaba aquella presencia. Finalmente, decidió guardar silencio.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).