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El Ave Fénix por Tavita

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Notas del capitulo:

Me he demorado más de lo que pensaba con este capítulo

pero acá les dejo el producto final para que lo disfruten!

La velada había sido todo un éxito, tal como se le reconocía dentro del negocio de las artes, Takaba volvía a dar muestra de glamuor, ayuda humanitaria y éxito en una sola noche. Mientras saboreaba la sensación de triunfo mirando la bahía a lo lejos desde la ventana de la habitación que compartía con Asami, se dio cuenta que éste lo miraba desde la entrada del lujoso baño desabrochándose la camisa lentamente,  con aquella mirada brillante que le entregaba la sensación que, mientras se desnudaba, también lo estaba desnudando a él.

-Has estado magnífico- escuchó la voz aterciopelada de aquel príncipe oscuro que había cambiado tanto en los últimos años sólo para estar con él- digno del mejor artista gráfico de Japón- sonrió, con ironía citando lo que los periódicos publicaban sobre el trabajo de Akihito.

-no deberías reírte- le dijo, en broma- después de todo, muchos de esos periódicos son tuyos- le recordó, con reproche- … me imagino que no son capaces de hacer una crítica objetiva si tienen al “magnate más implacable del sudeste asiático” como jefe…- citó él, sabiendo que lo molestaría aquel tono de voz juguetón y provocador.

Asami se le acercó negando con la cabeza mientras le miraba los labios de manera tentadora. Nunca se cansaría de aquella insistencia del joven, de que lo desafiara, que no hiciera caso a sus palabras, que, en definitiva, nunca perdiera su esencia. Lo besó de manera posesiva, con el brillo de locura que aparecía en sus ojos cuando lo veía moverse por la habitación.

 

-sabes que no me gusta que me menosprecien, Akihito- le dijo mientras le tomaba el mentón para que levantara la vista

 

-y yo no me dejo menospreciar- contestó, como artimaña. Claro que quería sentir el cuerpo de Asami, sin importar que hubiese estado con él los últimos días y sus mañanas, siempre quería tenerlo cerca, moviéndose por dentro para crear el placer que lo hacía morir una y otra vez entre sus brazos.

 

Con seguridad, Asami lo apresó ante el vidrio que, con el frío comienzo de la nevada, estaba completamente congelado. Su piel se erizó con delicia al tiempo que el mayor lo desnudaba y él se dejaba apresar como un esclavo dócil y maleable. Se adaptó en aquella posición cuando las manos expertas de su amante lo recorrieron por completo y los labios de Asami le mordieron el cuello para hacerlo moverse, desesperado, por el dolor y la necesidad que, en contraste con el frío de la noche plasmado en el vidrio liso de la ventana, se iba transformando, lentamente, en calor y deseo.

 

Asami saboreó el cuerpo de Akihito con la necesidad del ebrio por el alcohol para poder olvidar, no quería que el muchacho, ahora todo un hombre, se diera cuenta cuánto lo había removido la presencia de Akira Akatsu en la fiesta. Siempre había tenido la sensación de inferioridad ante él, desde el momento que lo conociera y se presentara como su hermanastro. Decidió no pensar en eso, volvió a mirar a Akihito quien, deseoso por el descontrol que significaba tenerlo apegado a su cuerpo, lo invitaba a terminar aquella dulce tortura, le tomó el cabello, suave y claro para tirárselo con decisión, lo volteó ante el vidrio de la suit y lo instó a que mirara hacia la bahía, pétrea e insensible ante lo que sucedía dentro de la amplia habitación. Quería que le rogara, que le pidiera que lo cogiera con toda la furia que estaba resistiendo en ese momento y Akihito, su Akihito, hacía caso a cada uno de sus deseos

“cógeme”

escuchó al tiempo que volvía a tomarle una mano para llevarla detrás de la espalda y asegurar que estuviera inmovilizado

“cógeme”

repitió ante la sensación de completo abandono y Asami pudo ver su propio reflejo en el vidrio plasmado ante la oscuridad de la noche. Aquellos ojos brillantes de deseo le devolvían una imagen que, mucho tiempo atrás, se había prometido cambiar… y lo había hecho, por supuesto que lo había hecho. Entró certeramente en Akihito y comenzó a moverse con furia al tiempo que imaginaba aquellos momentos de tensión en su juventud, en la sonrisa helada y sicótica de Akatsu en medio de una tarde de primavera, la pérdida y la soledad y los años de vacío, un vacío que había sido llenado por Akihito, por su calor, por su insistencia

 

-Dios…- pensó, angustiado y con miedo a lo que estaba pensando en esos momentos- … qué haría sin ti…- se preguntó más a sí mismo que al fotógrafo.

 

Akihito gimió de placer como única respuesta. No sólo era deseo lo que ahora sentía por el hombre, era un amor que se construía por la necesidad de entrega que él demostraba y la necesidad de tomar todo lo que le entregaban por parte de Asami. Así es como se rindieron ambos ante el deseo, que siempre los asaltaba durante la noche, para dejar como prueba el sudor pegado al vidrio y los temblores de Akihito en el abrazo de Asami que se extendía hasta primeras horas de la mañana en medio de la amplia cama de la habitación.

 

En medio de la noche, antes de que despuntara el alba, Akihito se removió algo asustado por los ruidos de la llegada de su hija, sabía, por la seguridad que la acompañaba durante las 24 horas del día, que después de la fiesta de lanzamiento del libro había ido a la discoteca del hotel acompañada de Tao, seguramente habían bailado hasta que se terminara la música, como solía hacerlo la muchacha.

 

Pensó en aquella pareja, preocupado como se preocupan los padres por los hijos, y se dio cuenta de cuán cómodo estaba con la presencia del muchacho a pesar de la diferencia de edad, aun así, no estuvo seguro sobre las insinuaciones de Mikhail sobre la atracción que tenían entre ambos. ¿Sería un peligro para Shinju la presencia de Tao?... y la verdad es que no se pudo contestar.

 

Se removió algo molesto con eso y, al intentar mover su brazo derecho, notó cómo la cabeza de Asami le inmovilizaba el hombro. Se había quedado dormido en aquella posición que, cada vez que la veía, lo enternecía hasta la médula. El hombre, el gran magnate, estaba ahí, a su lado, acurrucado como un muchacho de pocos años buscando protección. No era que siempre durmiera así, salvo en contadas ocasiones cuando estaba preocupado o simplemente, los recuerdos del pasado que no quería contar lo acosaban y no lo dejaban dormir. La primera vez que había visto aquella reacción, totalmente inconsciente, fue cuando su hija estuvo en el hospital por la operación de apendicitis que le tuvieron que hacer a la edad de seis años, para tranquilizarlo, Akihito le había dicho que era mejor descansar en el hotel de la ciudad, cerca de la clínica, para no tener que volver a la casa familiar. Tal como sucedía ahora, Akihito se había despertado en mitad de la noche asustado por no poder moverse y ahí estaba Asami, acurrucado sobre su pecho, abrazándolo alrededor de su cintura de manera que poco o nada se podía mover.

 

Lentamente se giró y lo abrazó para reconfortarlo, un movimiento que en la inconciencia del sueño, Asami reconoció a la perfección y se apegó más a él, la vida juntos siempre había sido compleja, ahora más estable, pero nunca muy simple, tanto había sido así, que por más que intentara, el hombre no le contaba nada sobre su familia o su pasado, ante las preguntas, Asami sólo callaba, prendía uno de sus cigarros o simplemente se marchaba para luego, en la oscuridad del cuarto, volver a aquella posición indefensa que le solicitaba que lo amara sin condiciones, de la manera que ya lo hacía ahora.

 

Akihito negó con la cabeza, si bien necesitaba saber de él y su pasado, no quería arruinar la relación que tanto les había costado construir… si había gente que decía que las personas no cambiaban, Asami era la muestra clara de que no era así, él había cambiado por amor, por su amor y ahora no era la persona que había conocido, que lo había raptado en primera instancia para torturarlo y jugar con él como un fetiche. Como cabeza de aquella familia, él lo aceptaba tal cual era y lo defendería, de la manera que podía hacerlo, con aquel abrazo reconfortante. Mientras apagaba todos los pensamientos inconexos que comenzaban a despertarlo a esa hora de la madrugada, fue retornando a su sueño al tiempo que miraba, en su pecho, la cabeza con cabello desordenado de Asami abrazándolo para olvidar aquellos recuerdos que no quería decir.

 

 

En el ascensor Tao pudo verse en el espejo al tiempo que Shinju, con su vestido verde y la perla peregrina colgando de su cuello, tecleaba el penhouse donde se alojaban sus padres y los padres del hombre. Se volteó para mirarlo con interés y se apoyó al lado de los botones de la pared para sonreírle de forma lánguida.

-te ves guapo hoy- le comentó mientras levantaba su mano y tomaba la trenza de cabello negro que le colgaba en el hombro derecho- te has esmerado por Fei Long?- preguntó, sonriendo algo cansada. Tao negó sabiendo que la muchacha se las había arreglado para beber alcohol en medio de la fiesta a pesar de que se le había prohibido.

-no digas nada… Shin- le dijo, tomándole la mano. Cuando llegara, si bien Shinju tenía apenas 9 años cumplidos, rápidamente se había transformado en su confesora, una amiga inseparable y su paño de lágrimas. No le costó mucho entender lo que le pasaba, la razón por la que había sido enviado a Tokio y su pena. Tao sospechaba que era porque la propia muchacha tenía sentimientos encontrados con Fei Long- …acá te pueden escuchar…

-lo lamento- le dijo en voz baja y dio un paso hacia él-… me llama la atención, es todo…

-¿El qué?- preguntó el muchacho, sonriendo. Le hacía gracia ver a aquella muchacha comportarse así siendo que hacía poco que había dejado de ser niña

-el que seas tan guapo y no te des cuenta- le dijo, en el mismo tono de secreto con el que le había hablado anteriormente

-estás diciendo insensateces- le contestó tomándole el rostro. Un rostro perfilado, joven y bello. De piel blanca y mejillas sonrosadas coronado con dos ojos verdes y pintas amarillas que lo miraban con signos que ahora no reconocía. “está creciendo” se dijo con pesar, con la inevitabilidad que significaba aquella noticia, de verla apartada de él por las responsabilidades que significaba el crecer.

-sabes que no- le contestó, y bostezó en un gesto que se parecía mucho al que tenía a los cinco años, cuando fuera de visita a Hong Kong- … intento que te des cuenta de algo importante, Tao… - le dijo, antes de que las puertas del ascensor se abrieran para dar paso al largo pasillo que daba a los departamentos de hotel que habían solicitado; ambas puertas al final del pasillo mirándose como guardianas de la vida privada de las familias. Tao la tomó del hombro para guiarla hasta el extremo norte del pasillo que correspondía a la habitación de ella y sus padres

-sé que crees que es importante, pero debes irte a dormir, mañana me matarán si saben a la hora que te he traído

-deberías prestar más atención… podría serte útil…- dijo, con complicidad

-¿Para qué me podría ser útil?- preguntó el muchacho siguiéndole el juego

Shinju rió alegre por las palabras de Tao quien, acercando su pecho en la espalda de la muchacha para apoyarla, la empujaba a su puerta para dejarla sana y salva en la habitación.

-si quisieras olvidar a Fei Long… yo podría ayudarte- Ella miró hacia arriba a la espera de que el muchacho abriera la puerta mirándolo con sus ojos verdes fijos con una especie de pena que, últimamente, la invadía.

-No deberías preocuparte por mi, Shin- le dijo en el oído, como un secreto

la muchacha asintió sin darse a entender por completo ¿Era porque estaba de acuerdo con lo que le decía o porque sí se consideraba responsable del muchacho

-… ¿te puedo contar un secreto, Tao?- le preguntó, quieta y cómoda en su pecho.

-siempre- le contestó, besándole la frente.

-no soy una buena persona- le dijo en un hilo de voz acongojado-… intento serlo, y no puedo

-qué cosas dices- le dijo, ahora tomándole el mentón para obligarla a mirarlo. Shinju terminó volteándose para quedar frente a él-… claro que eres buena persona, sólo el intentar serlo lo demuestra.

-¿De verdad crees eso?- preguntó, apenada

-claro que sí- asintió, sonriéndole y la abrazó con aquel cariño que siempre le había tenido. Shinju se removió acomodándose en aquel pecho fuerte y bien formado. Tao notó cómo su nariz buscaba en su cuello, como reconociendo aquel aroma, haciendo que el sentimiento tibio del deseo se despertara, iba a mirarla a los ojos, y alcanzó a ver cómo la muchacha lo miraba con sus labios semiabiertos mientras se abrazaba más a él. Su mente se puso en blanco, olvidando quién era ni cuál era su deber, se concentró en aquellos labios perlados que lo tentaban haciendo que, como un imán, se acercara con lentitud al tiempo que el aliento de la muchacha, entremezclado con el aroma a rosas y alcohol, lo intoxicara.

No alcanzó a acercarse más, cuando al otro lado del pasillo, de la puerta de la suit que compartía con Mikhail y Fei Long, éste último se aparecía abriendo la puerta, haciendo que el hechizo que se había creado se borrara con un solo movimiento.

-estas no son horas de llegar- les dijo, mostrándose enojado y molesto. Tao respiró profundo y sostuvo la respiración, la imagen de su maestro enojado, además de con el torso desnudo vestido apenas con pantalones de seda negro y con el cabello largo desordenado, lo tomó por asalto.

Lentamente se separó de la muchacha dando gracias, en silencio, que nada más pasara. Se había dejado llevar por no sabía qué sentimiento.

Shinju miró dolida a Tao y luego desvió su mirada a Fei Long juntando todo el resentimiento que sentía para direccionarlo hacia el chino.

-ya vamos a dormir, Laoban- dijo el muchacho, soltando lentamente a la niña

-es mejor que entren ahora, están haciendo mucho ruido- comentó mientras detrás aparecía Mikhail vestido igual que Fei Long y sonriendo al ver cómo Shinju y Tao se separaban de su abrazo- ahora, Tao- ordenó.

-Sí, Sensei- contestó y se alejó de la muchacha para caminar hacia su puerta como si no obedeciera a sus propios deseos, sino a los deseos de quien lo criara. No alcanzó a escuchar los pasos de la muchacha quien, molesta por la actitud de Fei Long, lo había seguido llamándolo por su nombre unos cuántos pasos antes del punto donde lo estaban esperando.

-¡Tao!- lo llamó y el muchacho se detuvo. Shinju se le acercó y, en un rápido movimiento, se estiró para besarle la mejilla derecha mientras tomaba con sus manos frías el cuello fuerte de Tao- Que tengas buenas noches, Oniisan- le dijo mirándolo de frente, haciendo que su mirada de ojos verdes quedara grabada en sus ojos de aceituna.

Cuando se separara del muchacho, sin embargo, aprovechó de mirar a Fei Long con el desafío en sus ojos, intentando decirle que no le perdonaría aquella intromisión que le había derrumbado todo el ambiente que tanto tiempo le costó crear. Mikhail sonrió con placer asintiendo al muchacho que, confundido, caminaba nuevamente hacia la entrada de su departamento al tiempo que la muchacha, con una agilidad que no demostraba hacía diez minutos, corría hacia la entrada de su propia suit.

 

 

Tao cerraba la puerta detrás de sí. Fei Long cruzaba sus brazos en su pecho mirándolo con reprobación al tiempo que Mikhail se sentaba en uno de los sillones del recibidor de la suit dispuesto a escuchar aquello que el chino dijera

-¿Qué significa que llegues a estas horas con Shinju?- preguntó, indignado- ¿Siempre haces lo mismo acá en Tokio?

-Laoban- le alcanzó a decir el muchacho, con la garganta apretada. Lo que menos quería era que creyera que en Tokio no viviera con las reglas firmes con las cuales había sido criado- por supuesto que no. Sólo hoy Asami-san me había pedido que cuidara a Shinju…

-…no eres el guardaespaldas de la muchacha- contestó, tajante, su maestro.

Mikhail lo miró, algo preocupado por la forma en la cual había hablado de la muchacha, conocía los sentimientos de celos que a veces se apoderaban de Fei Long y aquel tono frío y punzante, se podía escuchar en sus palabras.

-lo sé- contestó Tao, ahora bajando sus anchos hombros en forma de disculpas.- pero considero que es una forma de agradecer la hospitalidad de Asami-san y Takaba-san ayudando con los cuidados de Shinju…

-…no quiero que…-alcanzó a decir Fei Long, luego de interrumpir lo que Tao decía cuando Mikhail le tomó el brazo izquierdo para detener aquella arremetida que estaba preparando el líder de Baishe. Sea lo que fuera que iba a decir, consideraba que Tao, con 25 años, tenía todo el derecho a decidir qué hacer con su vida

-…imagino- habló el ruso- que ellos lo entienden de esa manera- terminó de hablar para calmar la situación. No sabía bien qué era lo que molestaba a Fei Long, pero era obvio que algo lo había molestado en todo aquello- y está bien que muestres tu agradecimiento trabajando para disminuir los problemas y preocupaciones de Asami y Takaba- asintió, mirando a su pareja quien, enojado, esperaba a que el muchacho se fuera para arremeter contra Mikhail

-¿Por qué han llegado tan tarde?- preguntó, finalmente, Fei Long

-nos quedamos bailando hasta que cerraron la disco- contestó, Tao

-¿Y ha sido idea de Shinju?- preguntó, con rabia contenida.

-sí, maestro. Pero me he quedado por mi decisión, ella cuenta con guardaespaldas.

Fei Long vio en aquella respuesta el brillo que había temido que se produjera desde el momento en que lo enviara a Tokio para alejarlo de sí mismo. La independencia total que tanto había temido estaba ya erradicada en sus venas, en sus decisiones, incluso en aquellas palabras que si bien las entregaba empalagadas de humilde servicio, eran elegidas por él, no por otra persona. Ante aquel descubrimiento, que le provocó un dolor terrible, decidió que era mejor conversar al día siguiente. Tao, obediente como había sido formado, se fue a su cuarto para dejar a Mikhail y a Fei Long solos.

-debes entender que ya ha crecido- le dijo con tono tranquilizador. Desde que el muchacho se fuera que el chino se paseara por la sala mirándose en el reflejo de los grandes ventanales- estas cosas comenzarán a pasar más seguido…

-¿Estas cosas?- preguntó, sin entender bien qué era lo que Mikhail le quería decir. El ruso le sonrió coquetamente y se levantó del sillón donde se había instalado para acercársele de forma seductora

-el muchacho es joven y bastante bien parecido… no te pongas celosa, princesa, sabes que tú me robas el sueño- le dijo, al notar cómo le molestaba la sola mención de un hecho bastante objetivo- además es poderoso, estará rodeado de todas las mujeres y hombres que desee. Es parte de la vida dejarlo ir…

-…pero es Shinju- La verdad no era que tuviera alguna objeción con la muchacha, simplemente dijo lo primero que se le vino a la cabeza para disimular el malestar que sentía por ver que la atención de Tao, que siempre había sido de él, ahora podía recaer en otra persona- ¿Qué crees que pasará cuando Asami se entere?

-¿Nos interesa la opinión de Asami?- preguntó, extrañado, Mikhail- debo admitir que no me gustaría estar emparentado con él…- reflexionó por un momento- pero creo que la muchacha es encantadora, y bastante llamativa…

-Creo que esta discusión me agota… y es tarde- comentó, Fei Long, al darse cuenta de lo que estaban conversando y que no le gustaba el camino que estaba tomando dicha discusión.

Miró a Mikhail que le devolvió una sonrisa de medio lado y la culpabilidad lo embargó al notar que él no sospechaba de dónde venían los sentimientos que lo movían ante la presencia de Tao…. Era el cariño que le tenía al muchacho y la culpabilidad de haber aprovechado su posición para tenerlo para él durante una noche.

Y también el sentimiento de pérdida, porque había sido el ser que le pertenecía por completo. Tao se podía acostar con otros –como sabía que lo hacía- pero él lo había visto crecer, lo había educado, lo había formado para ser el hombre que era y, además, lo había probado para sí y lo había disfrutado.

 

 

Asami se levantó temprano para ordenar un poco sus pensamientos. Al dejar la habitación y pasar al despacho que compartía con la habitación contigua de Shinju, miró a Takaba quien dormía plácidamente. Se merecía el descanso luego de cómo había salido la recepción de la noche anterior, por lo cual prefirió no despertarlo, además, él mismo necesitaba un poco de tiempo para pensar.

Hacía mucho tiempo que tenía escondido en su memoria aquellos recuerdos que lo habían llevado a ser lo que fue. La aparición de Akatsu no era más que la reminiscencia de un pasado que debía dejar atrás para poder seguir con su vida, sin embargo su instinto, bien entrenado aunque poco usado el último tiempo, le decía que la presencia del hombre no era fortuita… después de todo, nada con él era fortuito.

Apartó los diarios del día buscando en la sección de “sociales” las fotos de la velada anterior, tomó su café traído especialmente por la gente de seguridad y decidió que era mejor echar un vistazo a aquel fantasma del pasado para saber en qué pasos estaba.

Marcó el número de Kirishima en su celular quien contestó apenas dejara de sonara el discado. Le dio instrucciones sobre cómo buscar información sobre aquel hombre para que preparara el informe que debía estar lo antes posible para su lectura.

-lo espero antes de la fiesta de cumpleaños- dijo sabiendo que al otro lado, Kirishima asentía con buena disposición.

-¿Tenemos algún tipo de problema?- escuchó la voz clara de Shinju quien se aparecía en el despacho vestida con su pijama de algodón y botas con chiporro para evitar el frío

-¿me estás vigilando, Musumesan?- preguntó, Asami. Verla así, con el pelo algo desordenado y la perla peregrina aun colgando de su cuello, le recordó a su madre aunque algo le decía que la muchacha se parecía mucho más a él de lo que él mismo quería admitir.

-no, Otosan- contestó la muchacha con el mismo tono formal con el cual le había hablado Asami- sólo me he despertado temprano…

-hablamos más rato, Kirishima- colgó la llamada para concentrarse en su hija -al parecer llegaron tarde… ¿Estabas sola en la fiesta?

-¡claro que no!- dijo, como si la estuvieran acusando de una falta grave-… he estado con Tao… me vino a dejar a la puerta - mencionó como si aquello le diera mejores créditos. El hombre asintió mirándola con curiosidad, luego se sentó y respiró hondo para darle permiso a que se acercara

-me vienes a pedir algo ¿No es así?- preguntó, sabiendo cómo actuaba la muchacha.

Shinju sonrió pícara y se le acercó con energía.

-quería saber si me puedo quedar acá hasta que sea la fiesta- comentó tranquilamente. En dos días más, en el club Sion, la muchacha celebraría los 16 años vividos con los dos hombres a quienes llamaba padres.

-¿Quieres quedarte en el hotel?- preguntó, confundido

-así es- asintió, con cara de inocencia- tengo que arreglar muchas cosas para que todo salga perfecto y la casa queda lejos de la ciudad. El club me queda más cerca desde acá por lo cual me gustaría quedarme en la ciudad en vez de volver a la casa…

-sabes que no puedes quedarte sola. Un contingente de seguridad se quedaría contigo- dijo, no muy convencido. La verdad es que tampoco le agradaba que se quedara sólo con esas personas

-… podría quedarse Tao para que me haga compañía…- deslizó, sutilmente, en medio del pensamiento de Asami

El hombre entrecerró sus ojos notando lo que su hija estaba haciendo. Una parte de sí mismo se preguntó si no era parte de la naturaleza femenina intentar siempre controlar todo y otra parte se alertó ante los deseos de la muchacha.

-¿Y él estaría de acuerdo?- le preguntó, intrigado por aquella solicitud.

-…podría preguntarle- insistió

-pregúntale primero- asintió para sentarse a leer el diario- luego conversamos.

Shinju sonrió para sí y se fue a su habitación.

 

 

 

Mikhail se había despertado temprano, primero por la necesidad de tomar agua provocada, sin lugar a dudas, por la cantidad de champaña que tomaron la noche anterior. Había decidido quedarse despierto, de pie ante la entrada del baño mirando el tranquilo dormir de Fei Long quien, en medio de la red de hebras negras que era su cabello, parecía un ser mitológico descansando en el fondo del mar. Pensaba en cómo habían pasado los años y la relación poco a poco se había ido cristalizando, ahora podía decir que nada podría romper la unión que tanto les había costado construir.

El chino se removió en su cama recibiendo los primeros rayos de un sol pálido que, vergonzosamente, salía a iluminar un día totalmente blanco luego de la primera nevada. Se veía a gusto en medio de la amplia cama mientras descansaba, unas vacaciones que se merecía por completo, por lo cual decidió dejarlo dormir.

Arbatov se colocó un chaleco y decidió salir para tomar su desayuno en medio de aquel tranquilo silencio.

 

En la sala de estar de la suit compartida encontró a Tao terminando sus ejercicios de Tai Chi de la mañana. Apenas se apareció en medio de la sala de estar, el muchacho le sonrió con aquella cordialidad que lo reconocía como alguien cercano y al mismo tiempo una lejanía culposa, como si le pidiera disculpas por algo que había hecho.

Aquello le dio en qué pensar, puesto que no sabía de nada que hubiese hecho Tao que considerara necesaria una disculpa. Lo primero que se le vino a la mente a Mikhail fue la escena de la noche cuando abrazaba a la hija de Asami con bastante confianza.

-no tienes que disculparte por nada- le dijo como respuesta a aquel gesto que se le había escapado al muchacho. Tao abrió los ojos y sus mejillas se colorearon, comprometido con aquellas palabras ¿Qué significaban?

-no…- la voz le salió rasposa y sintió la lengua pegajosa en su paladar- …no entiendo- logró articular. Cuando la imagen de la noche pasada con Fei Long antes de llegar a Tokio.

Mikhail lo miró seriamente, pero luego sonrió con complicidad.

-Shinju es una muchacha imposible de resistir… puedo entender eso- le dijo mientras se sentaba a la mesa que mostraba los grandes desayunos que tanto le gustaban.

Los hombros de Tao se relajaron al comprender a lo que se refería y lo acompañó a la mesa, era necesario relajarse y volver a centrarse en la conversación con Mikhail. Se acercó mientras tomaba el diario que habían traído muy temprano en la mañana y decidió acompañarlo a la mesa mientras leía las noticias de la mañana.

Abrió el periódico en las páginas sociales donde las fotografías del evento de la noche anterior se mostraban en primera plana. La foto principal era una de Asami y Akihito en conjunto con Shinju, la heredera de aquellas grandiosas herencias rodeadas de fotos con los invitados donde se podían contar a él mismo, el ruso y FeiLong como los mejores evaluados por la prensa amarilla tanto en su vestimenta como en su presentación ante el público selecto del lanzamiento del libro.

-supe que han salido a la perfección las transacciones en la bolsa- comentó Mikhail cuando el muchacho volteara la página en donde los ojos verdes de la muchacha le devolvían una sonrisa enigmática. Detrás de ella, en la misma mesa, se veía a Mikhail y Fei Long justo al lado de una foto donde él mismo salía hablando con Shinju, con la actitud relajada de no notar que los estaban observando mientras el gesto de ella le demostraba que le estaba poniendo toda la atención del mundo, con un interés inusual.

-las primeras inversiones han salido a la perfección- contestó Tao, dejando de lado las páginas sociales y centrándose en las páginas económicas. Si bien había dejado de lado el plan de estudiar en la escuela de negocios cambiándolos por la escuela de derecho, había utilizado dichos estudios para crear nuevos fondos de inversión con el respaldo de la herencia Isuki-Yuumura.

-supongo que puedo entregarte parte de mi dinero para que hagas más dinero, ¿No?

-claro que sí- asintió, Tao, sonriendo.

La presencia de Mikhail siempre había sido un bálsamo para el muchacho. Primero había significado fuente de gran dolor para su maestro, pero cuando se dio cuenta que, en realidad, lo hacía mucho más humano y mucho más feliz de lo que era antes de conocerlo, le gustó que el ruso estuviera cerca de él. Luego se había instalado en la residencia Liu a tal punto de que era contabilizado como parte fundamental de la vida familiar, él mismo lo integró a sus planes futuros cuando eligió secundaria y preparatoria y luego, Universidad, a cambio, el ruso lo había adoptado como su heredero, dejándolo al mismo nivel que los hijos de quienes eran sus hermanos.

-más allá de los negocios- comentó el ruso mientras seguía comiendo de su fruta- ¿todo está bien con Asami y Akihito?- le preguntó, con sus ojos brillantes por una sincera preocupación

-sí, Mikhail- asintió, nombrándolo con la cercanía que él mismo le había solicitado usar- acá no me falta nada…

-…no entiendo el porqué estás tanto tiempo lejos de Hong Kong- comentó más para sí que para el muchacho-… no dudo que Fei Long también se lo cuestione…. ¿No nos extrañas?- volvió a preguntar demostrando el sentimiento como si le faltara algo en su vida diaria

-siempre- contestó, Tao, con pesar en su voz. No fue necesario más palabras para darle a entender que era un sentimiento real, punzante y profundo, la cuestión que Mikhail no lograba entender era la razón por la cual Tao se había dispuesto a cumplir una sentencia que lo mantenía tanto tiempo lejos de quienes eran su familia.

El ruso iba a decir algo cuando el Smartphone del muchacho sonó anunciándole la llegada de un mensaje, se disculpó para sacar el pequeño aparato de su bolsillo y leer las palabras que Shinju le enviaba, sin quererlo, sonrió y luego, negando con la cabeza, guardó el aparato.

-¿Se puede saber quién es?- preguntó interesado, Mikhail

-es Shin- contestó, sin darle mucha importancia- me dice que Asami-san le dará permiso para quedarse en la ciudad para ver los temas de su fiesta si yo me quedo con ella…

-¿Y te quedarás?- escuchó la voz de Fei Long quien hablaba desde el portal que juntaba el amplio salón de comidas con el salón de estar

Mikhail se volteó para mirarlo mientras sonreía, con el hechizo del enamoramiento tapando aquel tono autoritario con el que le hablaba a Tao y que disfrazaba la rabia oscura que nacía de los celos

-veo que te has despertado- lo saludó el ruso sin dar tiempo a Tao de contestar. Fei Long llegaba con el cabello suelto vestido con un elegante cheom sang color marfil de tela que se veía abrigada para el día de invierno- no te esperamos para tomar desayuno- le dijo como disculpas.

Tao no alcanzó a contestar, al parecer se había quedado en blanco al ver cómo Fei Long se enteraba de aquella invitación. Decidió que era mejor no decir nada para luego conversar más calmadamente con su maestro sobre la invitación de la muchacha

-está bien- contestó el chino intentando calmarse. Algo había hecho que su pecho se hinchara de un sentimiento ardiente, algo violento, al imaginarse a su Tao con la muchacha. Al sentarse, el servicio de la habitación se presentó con una invitación para los tres de reunirse en el restaurante del hotel, en el pen house de la torre principal a la hora del brunch. La invitación venía firmada por Akihito, de manera que no se podían negar a ir.

Cuando terminara su té verde con la fruta que siempre se servía, luego de largos comentarios entre Mikhail y Tao sobre su vida en Tokio, Fei Long decidió que era momento de volver a traer el tema a colación

-creo que te estás involucrando demasiado con Shinju- le habló sin tapujos, luego se dio cuenta que tenía que cambiar la estrategia al ver el rostro interrogante de Mikhail- la hija de Asami es un centro de problemas… te aseguro que estar muy cerca de ella implicará tener problemas de más- dijo, sin más

-no me aproblema tener que involucrarme en sus problemas- contestó Tao, con el mismo sentimiento sincero con el cual siempre había hablado sobre la muchacha. Habían crecido juntos, él mismo la había visto transformarse en la joven que era ahora y por más que las palabras vinieran de aquel sueño delicioso que era Fei Long, no podía evitar defenderla- creo que es un honor que me tome como un ejemplo a seguir…

-…la tienes impactada, de eso no hay dudas…- sonrió, Mikhail al ver el gesto que ponía el muchacho al hablar de ella-

-lo que quiero decir- habló nuevamente el ex líder de Baishe, ahora uno de los prominentes políticos de la Isla de Hong Kong- es que el ser la hija de Asami te traerá problemas si no sabes poner límites. No quiero que la carrera brillante que has tenido hasta ahora se vea truncada por algo como esto…

-espero poder ponerlos, Laoban- contestó, Tao. Ahora molesto por el tono que estaba tomando la conversación- pero hasta ahora no ha sucedido nada terrible y espero que no suceda en el futuro…- iba a agregar algo más, sin embargo el sonido de mensaje entrante en el Smartphone lo salvó de aquella conversación que se estaba volviendo muy incómoda- es Shinju, nuevamente- dijo, haciendo notar que era importante y, al mismo tiempo, que no les escondía nada- debo contestar.

Tao se levantó de la mesa mostrando todo su porte. Fuerte, alto y de cuerpo trabajado, Fei Long fue consciente de que aquel hombre joven no tenía relación con el muchacho que dejó marcharse ocho años atrás, ni mucho menos con el niño que había trabajado en sus habitaciones y que le había robado el corazón haciendo relucir toda la ternura que, pensaba, había muerto en él.

Iba a decir algo antes de que el muchacho se marchara, sin embargo la mano de Mikhail lo detuvo. El ruso, mucho más familiarizado con el cambio de Tao, lo miraba con los ojos brillantes, dándole a entender, a su manera, que era una batalla que no iba a ganar.

-déjalo- le dijo de forma suave y comprensiva. Como siempre, dentro de sus ataques de rabia y excesivos sentimentalismos, él era el que le entregaba la cuota de racionalidad- necesita su espacio

-…Misha- le dijo, como advertencia. En respuesta aquellos ojos azules brillantes le devolvieron una sonrisa y se le acercó para besarlo en la boca, un gesto que se había vuelto parte del inicio de las mañanas que pasaban juntos-… puede ser peligroso- le dijo, finalmente, cuando se alejó mientras le tomaba el mentón

-ya ha crecido, Fei Long- le habló con todo el tacto del que era dueño- hay que dejarlo hacer su vida y correr sus propios peligros si él considera que valen la pena correrlos.

Y aquella verdad, dicha en las sabias y simples palabras de Mikhail derrumbaron algo al interior de sí mismo con el dolor de una herida delicada y bien delineada que sangraba lenta pero constantemente. A pesar de aquellos sentimientos que comenzaba a comprender que tenía hacia Tao, agradeció la presencia de Mikhail y aquellos ojos azules que parecían ser algo estable en su vida.

 

Asami terminaba de arreglarse para ir al Restaurante del Hotel. La hora del Brunch en la azotea de la primera torre siempre había sido un lugar de negocios, más teniendo en cuenta el evento que se había realizado la noche anterior. A su espalda, Akihito terminaba de revisar las fotos de los periódicos del día y paseaba, de una hoja a otra mirando con ojos expertos aquellas imágenes.

-no parecen muy buenas- dijo con tono crítico- podrías ser más cuidadoso con quiénes contratan para hacer estas noticias- le dijo mientras levantaba uno de los periódicos que eran del conglomerado comunicacional que había fundado Asami unos años atrás, cuando decidiera que era momento de limpiar su imagen. El mayor sonrió ante aquella actitud tan crítica de lo que era una de las partes importantes de la vida de Akihito

-lo tendré en cuenta- le dijo mientras se volteaba, ya listo para bajar- ¿Estás listo?

-así es- le dijo mientras se miraba. Iba vestido con unos jeans de diseñador, simples y oscuros y una camisa de algodón grueso color blanco. La chaqueta de cuero gastado le daban un look casual y cuidado al mismo tiempo, un contraste interesante teniendo en cuenta la imagen perfectamente cuidada del característico traje de tres piezas de Asami. Lo quedó mirando embobado, algo que le hizo gracia al mayor quien le robó un beso mientras caminaba hacia la salida de la habitación- …no deberías haberte arreglado tanto- le dijo, recriminándolo

-¿Por qué no?- le preguntó con tono juguetón

-… porque es fin de semana…- le contestó algo amurrado por aquella imagen tan irresistible de su pareja.

Caminaron a la puerta de salida para esperar a Shinju quien aun se estaba preparando para salir. Akihito miró el lugar mientras se estiraba con tranquilidad, había sido una noche estresante, pero estaba contento. Miró nuevamente a Asami y se dio cuenta, como siempre lo hacía, de cuánto lo quería. De todo el tiempo que llevaban juntos y cómo el hombre a su lado había cumplido todas sus expectativas y más.

-¿Tengo algo?- le preguntó Asami, con sus manos en los bolsillos del elegante pantalón de corte recto

-no- negó, sonriéndole- solo te admiraba…

-Ahh…- Asami contestó abriendo su boca, complacido- podrías esperar a la noche para ver cómo puedes admirarme- a aquella mención Akihito se sonrojó ¿Es que acaso el hombre, a pesar de los años que pasaban por él, no se cansaba? Iba a contestarle algo cuando apareció su hija. Shinju los miraba risueña ante aquella escena, no era primera vez que los pillaba en medio de intercambios de dulces palabras y aunque no decía nada, se sonreía sola, admirada del cariño que se profesaban entre ambos.- no has demorado nada, musume-san

-¿debería haberme demorado, Oto-san?- preguntó, insinuando que los había visto. Akihito más se sonrojó ante la mención, sin embargo abrió la puerta dispuesto a no hacer caso a ello.

Al mismo tiempo, al fondo del pasillo estaban esperándolos Mikhail, Fei Long y Tao quienes conversaban animadamente sobre la noche anterior, cómo se habían conocido con algunos de los miembros más importantes de la política y las artes que serían de gran utilidad para nuevos negocios e inversiones

-ustedes nunca paran de pensar en negocios- habló Akihito, saludándolos- pareciera que nunca descansan!

-es porque está en nuestra genética- le contestó Mikhail, sonriéndole mientras se acercaba a Fei Long con aire de coquetería. Asami miró a Tao casi al mismo tiempo que Shinju, y notó aquel dejo de tristeza que a veces lo asaltaba, respiró hondo al tiempo que decidía que no era necesario meterse en la vida del muchacho.

Tomaron el ascensor que conectaba con el pasillo que daba a la azotea de la torre adyacente a aquella donde estaba el restaurante, iban conversando animadamente, no sin mencionar cómo habían ido aumentando las inversiones, cómo mejoraban las marcas del fondo dentro de la Bolsa bursátil en Tokio y la instalación de nuevos negocios que Asami pensaba ya para largo plazo, se abrieron las puertas que dieron a un hermoso pasillo de vidrio que mostraba la ciudad completamente blanca, con la nieve cubriendo delicadamente algunos edificios y reflejando los rayos del sol de medio día.

Cruzaron aquel pasillo hasta llegar a la entrada privada del restaurante en donde algunos de los invitados de la noche anterior los esperaban. Parte de la tradición de aquellas reuniones organizadas por Akihito era que luego se encontraban en aquel lugar, lejos de la prensa en un ambiente mucho más distendido. Antes de entrar, Akihito se volteó para hablarle a Tao

-Shin me dijo que te quedarías con ella para ayudarle con su cumpleaños- le comentó mientras cruzaban el umbral. Asami miró la respuesta del muchacho y notó cómo los ojos de Fei Long, quien caminaba al lado de Mikhail, se tornaban oscuros

-así es- le contestó mientras pasaba antes que sus dos mentores- me lo ha pedido y no he podido decir que no…

-…además, no me puedo quedar sola en la ciudad- comentó la muchacha volteándose para mirar a Tao

-no sabía que la respuesta era positiva- mencionó Fei Long, sin poder controlar aquella voz controladora

-así es- asintió el muchacho sin hacer mayores menciones, sin embargo, las palabras de Fei Long no pasaron por alto para la muchacha quien, algo molesta por aquella posesión que mostraba hacia Tao, le pidió el brazo a éste último para que la acompañara al bouffet y ver qué era lo que había para comer.

Los cuatro hombres se sentaron en la mesa que tenían reservada, en medio de un gran salón que comenzaba a llenarse con algunos conocidos y otros huéspedes del hotel.

-no me gusta que Shinju dependa tanto de Tao- comentó Fei Long mientras se sentaban. Mikhail lo miró negando ante un comentario que sabía que le había costado mucho mantener en silencio

-Shinju se lo pidió, y dijo que sí- comentó Asami mientras pedía una mimosa para comenzar - no se le obligó a nada

-probablemente…- el tono de Fei Long insinuaba algo que no le gustó a Asami ni a Akihito, de la misma manera, a Mikhail no le gustó cómo sonaban aquellas palabras.

-¿Intentas decir algo?- esta vez el que preguntó fue Akihito quien siempre se ponía a la defensiva cuando se trataba de Shinju

-sólo que Shinju puede ser muy persistente…- dijo, finalmente, el chino parándose para ir a buscar comida a la mesa de buffet donde estaban la muchacha y Tao.

 

-Fei Long no parece feliz con mi invitación- le comentó a Tao mientras caminaban por la gran variedad de ensaladas, frutas tropicales y tradicionales, granos, cereales finamente cocinados y verduras salteadas con diversos aderezos

-no es eso- le contestó Tao mientras la seguía, observando con qué llenar su plato.

-estás preocupado- le comentó mientras se volteaba. A lo lejos se escucharon un par de sonidos de cámaras- se te nota

Tao miró en dirección a donde algunos periodistas se habían colado para sacar fotografías al lugar. No le llamaba la atención, parte de la prensa rosa ya hablaban de un romance entre él y la heredera de la mayor herencia japonesa, volvió su rostro a la muchacha quien esperaba pacientemente

-¿Alguna vez se te podrá engañar?- preguntó, risueño por aquella expresión-… no es nada, sólo que hacía mucho que no veía a mis padres…

-deberías estar feliz, entonces- le indicó mientras sacaba una variedad de hongos salteados con jengibre y una ensalada de porotos negros y mango, el tipo de comida extraña que tanto le gustaba-

-sabes que lo estoy… sólo que es, complicado- le dijo mientras él sacaba algo de las verduras que si bien no le gustaban a él del todo, eran las favoritas de Fei Long

-no lo es- le dijo, de forma severa y se dio cuenta que lo miraba con furia contenida en aquellos ojos verdes profundos. Al ver que Tao no le decía nada, respiró hondo y se le paró en frente para hablarle seriamente- debes dejarlo ir, Tao. Si no vas a pelear por él, es mejor asumir que debes marcharte.

-… no sé a qué te refieres…- le contestó molesto

-entonces piensa en lo que te estoy diciendo- le contestó la muchacha ahora desviando la mirada hacia la espalda-… porque ahora viene para acá- Al voltearse, Tao pudo ver que Fei Long se le acercaba con su elegante caminar mirándolo directamente a los ojos, el secreto que compartían lo impulsaba a salir arrancando, diciéndole a cada célula del cuerpo que era mejor correr porque estaba en peligro.

-buenos días, Laoban-Sama- le saludó la muchacha apenas estuviera lo suficientemente cerca

-buenos días- saludó en respuesta sin mostrar cambios en su rostros. Tao se quedó callado notando cómo se creaba un ambiente incómodo entre Fei Long y Shinju sin saber bien qué es lo que debía hacer- me gustaría conversar con Tao… si pudieses dejarnos

la muchacha miró a quien consideraba parte de su familia y luego a Fei Long, el hombre poderoso que había estado en las fantasías de su niñez pero que ahora ponía en peligro a Tao, aquella presencia en su vida en los últimos años.

-no- contestó, finalmente, sin bajar la mirada, sosteniéndole aquellos brillos ámbares que al escuchar la respuesta se nublaron de ira- aun no termino de sacar mi comida- dijo sonriendo tranquilamente, sin darse por aludida a la mirada asesina de Fei Long que le advertía sobre su conducta.

 

 

-está preocupado por Tao- comentó Mikhail mientras miraba cómo Fei Long caminaba con toda su elegancia al encuentro de los dos muchachos- no debes tomártelo tan a pecho, Akihito- le comentó mientras bebía jugo de naranja que le habían servido

-lo sé- contestó, aun más molesto- nosotros también nos preocupamos por él… no está acá solo

-…no me refiero a eso…

-por supuesto que no- contestó Akihito, aun molesto- sin embargo, en estos ocho años hemos sido casi una familia para él, lo tomamos en cuenta y es obvio que, por esa cercanía, Shinju sienta confianza en su presencia tal como la sentimos nosotros. Eso también debiera tenerlo en cuenta Fei Long antes de insinuar lo que sea que esté insinuando- dijo, finalmente, sin poder controlar su enojo. Él también se levantó para ir al bar, al otro extremo del mesón de las ensaladas.

Asami lo miró algo pensativo volviendo a su mimosa que mostraba cómo discurrían las pequeñas burbujas.

-los temperamentos están algo delicados- comentó Mikhail apoyándose en su asiento mientras seguía mirando la interacción de Fei Long con los muchachos. Se le veía relajado y confiado y Asami tuvo que ponerle atención a sus palabras

-debe ser la carga de trabajo- contestó sin mucho interés. El ruso lo miró, intrigado, y luego asintió

-estos años no han pasado en vano, Ryuichi- le dijo, con tono divertido- sé que piensas algo terrible por todo este asunto

Asami lo miró de reojo y se tiró hacia atrás, apoyando su espalda al respaldo del fino asiento para cruzar sus brazos en su pecho, de manera que el elegante traje se le apegaba en aquellos músculos que se mostraban formados y trabajados

-nunca hemos preguntado la razón de que Tao esté acá- le comentó, cuidadosamente, sin querer insinuar nada- me gustaría saber si sabes algo al respecto…

-no mucho- admitió el ruso sin mucho más que decir- sólo que un día Fei Long lo envió lejos de la residencia apenas terminara el colegio…

-¿y tampoco se lo has preguntado a Fei Long?- le devolvió la pregunta, insistiendo

-son asuntos del muchacho- contestó, finalmente. Algo en el tono de Asami lo molestaba, como si supiera lo sucedido y no quisiera contárselo- prefiero no meterme en eso…

-entonces fue decisión de Tao- asintió el japonés inclinándose para tomar la copa de mimosa. Mikhail asintió mirándolo a los ojos y se dio cuenta que, en realidad, no tenía la certeza de que fuese decisión de Tao el haberse alejado de la residencia Liu… siempre lo había asumido, pero nunca le había preguntado-si es así, supongo que no hay ningún problema. Yo por mi parte, estoy agradecido de contar con alguien más que nos ayude con la crianza de Shinju… si eso es problema para Fei Long, creo que podría seguir tu consejo…

-¿A qué te refieres?- repentinamente, Mikhail ya no se sentía tan alegre como cuando llegara

-que debiese respetar la decisión de Tao si ya la ha tomado- le contestó sin apartar su mirada.

Mikhail asintió terminando su jugo de naranja. Cuando miró al lugar donde estaba Fei Long, Shinju y Tao, se dio cuenta que este último traía dos platos de comida servidos a la mesa mientras el chino y la muchacha se quedaban conversando. La tensión de los hombros le indicó que no era una discusión que le gustara al líder de la tríada y no dejó de pensar que  la discusión que habían tenido en la mesa, ahora se la estaba haciendo saber a la muchacha

-vuelvo en un momento- le alcanzó a decir a Asami al tiempo que se levantaba de la mesa para ir a su encuentro.

 

 

-No me molesta conversar con mi maestro, Shin- alcanzó a decir Tao antes de que Fei Long dijera algo. La muchacha lo miró a los ojos con aquella seguridad que a él mismo le faltaba y luego se volteó al mesón de las ensaladas para seguir buscando algo que le gustara

-yo aun no saco mi comida- repitió sin tomar atención a la posición de Fei Long quien no se había movido, primero porque se intentaba controlar ante el atrevimiento de la muchacha y luego por la interrupción de Tao- pueden ir a conversar a otro lado… aunque te agradecería que llevaras este plato, Tao-san- le dijo entregándole un plato preparado con aquella comida que le gustaba al muchacho.

-no creo que sea necesario tales servicios, Musume…- habló Fei Long, arrastrando las palabras

-por supuesto que sí, “laoban”- le dijo en el mismo tono que él había utilizado- Tao ya ha preparado un plato especialmente para usted. Es por eso que yo le he preparado éste para él…

Fei Long se enderezó de manera que se viera todo su porte y la fuerza de su espalda en señal de advertencia, a este gesto, sin embargo, quien reaccionó fue Tao, acostumbrado a defender a la muchacha, tomó el plato que ésta le entregaba y se volteó para detener aquella señal de guerra que tantas veces le vio hacer a Fei Long

-iré a dejar los platos- anunció rápidamente- y luego volveré para que podamos conversar. ¿Está bien?

Fei Long lo miró, estudiando aquella expresión seria y obstinada que siempre había tenido el muchacho y asintió sabiendo que dicha propuesta no era más que la respuesta a la amenaza que había intentado hacer. En su pecho, su corazón aceleró su latir con el dolor punzante de algo perdido y que se veía en manos de otro como evidencia de que ya no le pertenecía. Shinju los miraba sin ningún signo en su rostro, complacida por aquella respuesta tan automática y sabiendo de lo que significaba para el chino. El mensaje fue claro; había vencido en aquel duelo para ganar la atención de Tao.

Apenas el muchacho se alejó, Fei Long se acercó a la muchacha sabiendo que parte de la rabia que ahora sentía tenía que ser descargada contra ella. Sin embargo, no alcanzó a hablar cuando Shinju ya marcaba su territorio

-no me asusta, “Dragón de Baishe”- le habló con un dejo de burla en la voz. La misma burla que en otra época le había escuchado a la voz de Asami al nombrarlo de esa manera

-no pretendo hacerlo…-respiró hondo para poder calmarse- sin embargo me gustaría hacerte una pregunta…

Shinju lo miró, desconfiada. A pesar de ello, asintió con la cabeza

-¿A qué estás jugando con Tao?- le habló en voz baja, con la postura de quien está diciendo un secreto más que alguien que necesita una respuesta.

La muchacha levantó su mentón como desafío y luego inclinó su cabeza, como sopesando aquellas palabras que iba a entregar y luego negó.

-podría preguntar lo mismo- le dijo, dejando el plato que estaba sirviendo para ella- ¿A qué está jugando con Tao?

Fei Long retrocedió un poco, molesto por aquellas palabras y Shinju sonrió. En aquellos gestos pudo ver el mismo brillo de control y decisión que Asami había mostrado en tantos encuentros de negocios, indicando que quien tenía el control era ella

-porque imagino que no es normal todo esto aun cuando Tao sea su hijo ¿No es así, Laoban?- insinuó con voz melosa

-como su padre, debo preocuparme…

-¿si?- la muchacha nuevamente se le acercó- ¿Y Mikhail sabe la razón por la cual está en Tokio?

Aquellas palabras lo estremecieron ¿Sería posible que Shinju supiera sobre él y Tao?. Se le acercó casi violentamente y le tomó el brazo izquierdo con fuerza para acercarla, no quería hacer un escándalo, pero no podía permitir que lo tratara de esa manera una niña por muy poderosa que fuera…

-Es mejor que controles tus palabras, Shinju- le advirtió mientras se acercaba, desde lejos, sabía, se veía como si le estuviera diciendo un secreto, aunque podía sentir en su  agarre la fuerza de su propia rabia- no quisiera tener que demostrarte mi interés en este asunto

la soltó y Shinju lo miró, adolorida.

-deja a Tao en paz- le dijo, sin reclamar por el dolor- él ya te ha olvidado

Aquellas palabras le dieron la información que lo había alterado. Shinju sabía sobre lo que había pasado y la presencia del muchacho en su vida.

-¿Quién te ha olvidado?- escuchó la voz de Mikhail que preguntaba con signo de interrogación a la actitud entre Shinju y Fei Long.

El chino se volteó, ahora sí alterado, para verificar que aquella voz era la que había escuchado.

-nadie- contestó y la muchacha se alejó, mostrando en su rostro un gesto de miedo hacia el chino. Fei Long arrugó su frente ¿Acaso era la misma muchacha que momento antes lo había desafiado? Sin embargo, ahora se mostraba afectada y profundamente amedrentada

-Shin…. ¿Estás bien?- preguntó el ruso con tono preocupado.

-…si…- contestó vacilando y con voz entrecortada- preferiría irme a la mesa…

-ve- le contestó el ruso y luego miró a Fei Long con severidad.

La muchacha se alejó caminando con todo su porte hacia la mesa donde Tao dejaba los platos que llevaba. Mikhail se le acercó al chino con cara de no muy buenos amigos.

-creo que te estás extralimitando- le dijo con el mismo tono tranquilo con el que hablaba

-no sé a lo que te refieres…

-si estás molesto por Tao y que lo hayan aceptado tan bien en la casa de Akihito, entonces no debiste haberlo enviado por tanto tiempo acá… se nota los celos que tienes por esto

-…no sabes lo que estás diciendo…- Fei Long hizo el amago de volver a la mesa, pero Mikhail lo detuvo

-de quién estaba hablando Shinju?- le preguntó y Fei Long se detuvo para mirarlo con pesar. Habían pasado ocho años en los cuales había guardado el secreto ¿Sería necesario el tener que decirle ahora?... repentinamente, la máscara que había usado cuando recién comenzaron la relación con Mikhail salió a flote y negó con la cabeza mientras se alejaba. En la medida que escapaba, pudo ver en el rostro del ruso cómo se iba delineando el dolor de aquella lejanía que comenzaba a haber entre los dos al comprender que nunca le diría lo que estaba pasando.

 

Shinju caminó cabizbaja, la verdad era que no tenía intenciones de que Mikhail se enterara del secreto que Fei Long guardaba con Tao, para ella era información relevante en la medida que le sirviera para tener ventaja en comparación con el chino, por el contrario, si el ruso llegaba a enterarse, entonces podría ser un muy mal escenario para Tao, algo que no quería tener que ver puesto que entendía a la perfección el daño que le podía causar.

Negó con la cabeza. Su intención nunca había sido dañar al muchacho, sino simplemente alejarlo de aquel recuerdo idealizado que tenía de su maestro. En su pecho, lleno de sentimientos encontrados, pudo notar cómo se le apretaba el corazón al tiempo que veía, sentado a lo lejos, al muchacho sólo en la mesa que compartían.

Se volteó para buscar a sus padres cuando chocó de frente con lo que parecía una muralla humana. Cuando una mano fuerte, como una garra la tomaba por el brazo, todo su sistema la puso en alerta y rápidamente buscó el rostro de quien la tomaba con tal fuerza.

Frente a ella estaba el hombre que había visto en el aeropuerto sonriéndole con burla con unos ojos negros y profundos. Se levantó rápidamente y se alejó intentando que no se viera muy violenta su reacción

-debe tener más cuidado, señorita Ryuichi- le habló empalagosamente, con un acento extraño, como si no hubiese usado el japonés en muchos años

-lamento haberlo importunado- le contestó sin quitarle la mirada de encima. Había algo peligroso en aquel hombre pero, a la vez, atrayente.

 

Asami se acercó a Takaba quien, aun molesto luego de la conversación con Fei Long, esperaba impaciente en el mesón del bar. Le tomó la cintura con aquel toque eléctrico y el fotógrafo respiró hondo, no era justo que, incluso cuando estaba enojado como ahora, el hombre fuese capaz de despertar todos sus instintos de placer como lo hacía.

-pensé que estarías esperándome en la mesa- le dijo al mayor mientras recibía su KirkRoyal.

Asami sonrió por lo bajo mientras terminaba su mimosa  y la dejaba en la barra. Lo miró, estudiándolo, mientras pedía otro igual

-me pareció que necesitabas que te viniera a buscar. Tao se ha quedado esperándonos- le dijo mientras se le acercaba- … ¿No crees que es muy temprano para comenzar a beber?- le preguntó, insinuantemente

-…oh!, vamos….- le dijo, molesto por el tono. Aun con todos los años que llevaban juntos, la baja tolerancia al alcohol seguía siendo un problema para Akihito- es sólo un trago- le dijo mientras bebía con cuidado, no podía negar que era un riesgo tomar algo incluso tan suave como un espumante.

-¿sigues molesto?- le preguntó, finalmente

-no entiendo qué es lo que le molesta a Fei Long.- le confesó, ahora más calmado- Shinju no es una mala muchacha… insinúa que podría meter a Tao en problemas, pero no veo cómo sería eso

-piensa que Fei Long tiene la misma preocupación por Tao de la que tú tienes con Shinju- le explicó tranquilamente. No era necesario poner a Takaba sobreaviso sobre las sospechas que tenía con Tao y su llegada a Tokio

-debería estar complacido…- insistió con ese dejo infantil que tenía Akihito cuando peleaban.

-ven, vamos a sentarnos- le dijo Asami mientras recibía su trago en el bar.

Caminaron por el amplio salón directo a la mesa donde Tao seguía esperando, con su rostro preocupado, los miró con algo de recelo, Asami pensó que no podía culparlo, aquella situación era, sin duda alguna, muy estresante para él

-¿Aun no vuelven de la comida?- preguntó Akihito al tiempo que se sentaba y miraba en dirección al bufet

-Mikhail ha ido a buscar a Laoban- le contestó manteniendo la calma

-¿Dónde está Shinju?- habló, Asami, preocupado.

Akihito reaccionó alteradamente, pero se tranquilizó en un momento cuando encontró a la muchacha caminando hacia la barra de jugos indicándole a Asami que se encontraba bien, sin embargo, el rostro de Asami se desdibujó al ver que en el trayecto que la muchacha tomaba, daba con el hombre que la noche anterior se había presentado como Akira Akatsu.

-iré a buscarla para que podamos comer- dijo parándose en menos de un segundo.

 

 

-al parecer es una cualidad suya el estar chocando con las personas, señorita Ryuichi- le habló empalagosamente.

-sólo en algunas ocasiones- contestó la muchacha con sus ojos grandes intentando mantenerse tranquila ¿Quién demonios era aquel hombre?

-como le dije anteriormente- contestó, sonriendo de medio lado en un gesto que se le hizo extrañamente familiar- debería tener más cuidado por donde anda.

La muchacha asintió mientras hacía una venia para, educadamente, retirarse lo antes posible de aquel lugar

-espera, por favor- le dijo, finalmente- ¿No te parece que, al menos, deberías invitarme a una copa para poder dejar pasar este mal momento?

-debo ir a la mesa, con mi familia

-tengo entendido que eres la anfitriona de todo esto… ¿Acaso no eres la modelo del libro de Takaba-san?

-sí, pero eso no quiere decir…

-yo soy el anfitrión, Akatsu- escuchó a sus espaldas.

Shinju se volteó para encontrarse con la mirada expectante de su padre biológico.

-un gusto volver a verte, Asami- lo saludó con una inclinación de cabeza- veo que tu hija no tiene idea de quién soy…

-hace tiempo que no sabía de ti- le contestó- Akihito te está esperando, Musume-san- le habló a la muchacha- es mejor que vayas a verlo ahora.

Shinju asintió y se despidió de ambos con una venia estilizada para dejarlos solos.

-no pareces alegre de verme- le habló el hombre mientras se acercaba lentamente a la barra de tragos, el lugar donde había interceptado a la muchacha

-no sabía que vendrías- le contestó escuetamente- y si estás acá, es porque quieres algo

Akatsu sonrió con aquella frialdad que siempre había tenido. Un ejemplo de efectivo control de aquella sicosis que liberaba de vez en cuando. Asami, mucho tiempo atrás, había visto cómo aquel hombre se transformaba para dar cacería a quien consideraba una presa

-sabías muy bien que tarde o temprano aparecería… me debes algo

Asami levantó la vista mirándolo con cuidado ¿Sería posible que luego de tantos años, aun recordara aquella promesa realizada en medio de la ignorancia de la juventud?

-¿Es por eso que estás acá?- preguntó con tono metálico y aquello hizo reír al delegado de la embajada de Singapur. Asami había demostrado estar alterado

-¿Por qué otra cosa estaría acá?- contestó volteándose para mirar a la mesa en donde Shinju se sentaba junto a Akihito quien conversaba con Tao distraídamente- tienes dos maravillosas ejemplares… sólo tienes que decidir a cuál de los dos me entregarás, tal como lo prometiste en su oportunidad

-¿y si no lo hago?- preguntó con tono duro

-sabes de lo que soy capaz, Ryuichi- le contestó sonriendo de forma cruel- no querrás tenerme de enemigo. Sólo elige y házmelo saber ¿Quieres?

Notas finales:

espero sus comentarios

saludos y felices fiestas para todos!


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