Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El amor no mide el tiempo por Fchibi

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que todavía haya gente que se alegre porque decidí terminar este fic aunque me cueste mil años. Gracias por su paciencia.

Si eres nuevo lector, muchas gracias por interesarte en esta loca historia.

Espero que el capítulo sea de su agrado, decidí hacerlo un poco más largo de lo normal para compensar toda la demora.

Sin más que decir. ¡A disfrutar!

El retorno a clases había sido tranquilo, a algunos estudiantes les había costado más trabajo retomar el ajetreado ritmo de la escuela que a otros, pero después de la primera semana ya todos actuaban con absoluta normalidad. Todos excepto Dylan Price. Si bien Draco y Harry esperaban que el chico ojiazul se comportara de forma extraña y nerviosa al volver a la escuela, también asumían que todo iría retornando a la normalidad con el paso de los días. Cosa que no había sucedido.


La situación comenzaba a inquietar tanto a Draco como a Harry, quienes habían compartido sus temores con Ron y Hermione, muy a pesar del Slytherin.


-Chicos, yo entiendo que estén preocupados por Dylan, pero él debe tener sus razones para actuar de esa forma. – Les intentó explicar Hermione por segunda vez con tono conciliador.


-Entiendo que tenga miedo y esté inquieto por volver a encontrarse con Umbrigde. Asumimos que lo que pasó durante las vacaciones fue terrible para él… -


-Pero no se ha acercado a nosotros y mucho menos ha mencionado el asunto. – Exclamó Harry, notoriamente preocupado.


-Yo creo que están exagerando… - Comento el pelirrojo antes de guardar silencio por culpa de las miradas que le lanzaron los dos implicados en el asunto.


-Ron tiene algo de razón. Sé que están preocupados, han pasado demasiadas cosas y aún hay muchas dudas al respecto… - La chica se interrumpió al ver como Dylan entraba por el agujero de la sala común, ya era tarde por lo que todos asumieron que el chico se encontraría durmiendo en su habitación.


- ¡Oh! Hola chicos. – Los saludó con tono amable el ojiazul, sorprendido por encontrarlos a esas horas. – No quiero ser descortés, pero ¿por qué la reunión a estas horas de la noche? –


Todos se miraron entre sí, no sabían si decirle la verdad al chico azabache o inventarle una excusa. Draco Malfoy los miró con cierto hastío, los Gryffindor siempre eran tan leales y eso lo sacaba de quicio muchas veces.


- Solo estábamos organizando tu fiesta de cumpleaños sorpresa, pero como vez, no somos muy buenos organizando cosas. – Se excusó rápidamente el rubio Slytherin mientras se acercaba a Dylan y lo abrazaba. La verdad es que no lo había visto en todo el día y lo echaba de menos.


-Pero faltan dos semanas para mi cumpleaños todavía, ¿no se estarán adelantando demasiado? Además, no creo que quiera celebrarlo. – Comentó un poco sorprendido el ojiazul mientras correspondía el abrazo. - ¿Seguro que no me ocultas nada, Draco? –


-No creo que te oculte algo más de lo que tú nos ocultas a nosotros, cariño. – Le susurró el rubio al oído antes de regalarle una de sus clásicas sonrisas triunfadoras y despedirse de los demás chicos que observaban todo con curiosidad.


Harry se levantó de su asiento y caminó hacia donde se encontraba Dylan, lo tomó de la mano suavemente y le sonrió con dulzura. El chico salió de su sorpresa al sentir el tacto del ojiverde, no podía ignorar las palabras que Draco le había dicho y eso le provocó un nudo en su corazón.


- ¿Todo bien? Te has escondido todo el día. – Le consultó y reprochó Harry con tono suave, pues no quería que Ron y Hermione escucharan su intercambio verbal.


- ¿Eh? Sí, todo bien… Solo me quedé más rato en la biblioteca adelantando el trabajo de Pociones. – Le respondió con dulzura el chico antes de besarle en la mejilla.


-Pero si faltan dos semanas para la entrega de ese trabajo, no quiero que te sobrepases con el estudio. –


- Lo sé, pero sabes que me preocupo de mis notas y tú debieses hacer lo mismo con las tuyas, especialmente con Pociones. – Y dicho esto, Dylan le sacó la lengua en una mueca infantil, se separó de Harry y caminó hacia las escaleras que lo llevarían a los dormitorios, dejando al ojiverde con las palabras en la boca.


Los días pasaron con cierta normalidad y tranquilidad, al parecer la Suprema Inquisidora de Hogwarts había decidido tomar una pausa en su labor de imponer nuevos reglamentos y esto permitía que los estudiantes sintieran cierta paz y tranquilidad en sus labores cotidianas. Los estudiantes de quinto año notaban la presión en relación a sus notas y los exámenes que deberían rendir en un mes y medio, los profesores no les habían dado tregua con los trabajos y lamentablemente Ron y Harry no habían escuchado los consejos de Hermione ni de Dylan, por lo que ese fin de semana se la pasaron entre la biblioteca y la sala común de Gryffindor.


Era la hora del almuerzo, al ser sábado los estudiantes podían pasear libremente por el castillo y con mayor libertad reunirse en los jardines a jugar con la nieve, pues Dolores Umbrigde no estaba en el castillo durante ese fin de semana.  Dylan volvía a actuar como ese chico tranquilo y sereno, dulce y tierno que había cautivado a Harry y a Draco respectivamente y eso, había tranquilizado en gran parte a los chicos a pesar de que todavía no les hubiera contado los motivos por los que llegó tan maltratado en navidad.


Draco y Harry se encontraban en la sala de los menesteres, habían organizado una pequeña cita a la hora de almuerzo pues con todos los trabajos y responsabilidades no habían tenido mucho tiempo para estar juntos, y debían reconocer que extrañaban poder estar a solas con su chico de ojos azules.


- ¿Crees que Dylan venga? – Le preguntó Harry con cierto nerviosismo mientras miraba con asombro todo lo que había preparado el Slytherin para esa cita.


La sala de los menesteres se había convertido en un pequeño salón con diversos cojines en el suelo, una mesa en el centro llena de bocadillos de todo tipo y diversos refrescos y varias velas iluminaban el lugar. Toda esa decoración entregaba un ambiente de absoluta intimidad e incluso cierto romanticismo, lo cual puso a Harry un poco nervioso. Todavía no estaba acostumbrado a esa cercanía con el rubio Slytherin, aunque su relación había cambiado totalmente y ahora le agradaba su compañía, no sabía cómo acercarse a él y dejar atrás tantos años de insultos y odio injustificado.


- Claro que vendrá, le pregunté en la mañana si quería almorzar con nosotros. No sé por qué te pones tan nervioso, Potter. No voy a atacarte por la espalda y envenenar tu comida, pensé que ya habíamos dejado atrás nuestros tiempos de odio. – Le dijo Draco mientras encendía las últimas velas y un suave olor a lavanda inundaba el salón.


-Claro que lo hemos dejado atrás, es solo que… ¿No te parece extraño todo esto? Me parece un poco difícil acostumbrarme a que seamos… - Harry dejó la frase inconclusa, no supo cómo terminarla, ¿eran novios, amigos o solo dos chicos que compartían un mismo amor? ¿Por qué todo era tan complejo para él? Incluso en el amor debía tener dolores de cabeza.


-Mira, Potter esto tampoco es fácil para mí ni para Dylan. Es realmente un dolor de cabeza toda esta situación. – El tono de Draco era conciliador, algo bastante extraño viniendo del príncipe de las serpientes, pero sabía que era necesario en esos momentos. – Pero ahora los tres entendemos el origen y la naturaleza de nuestros sentimientos, ambos estamos enamorados de Dylan y él nos ama a los dos, por igual.


- Pero, ¿y nosotros? ¿Qué somos? –


-Pues la verdad tampoco lo sé… No quiero obligarte a nada, Potter y sé que en las vacaciones dije que todos estábamos en una relación, pero si eso te incomoda quizás podamos ser solo amigos. –


Las palabras del rubio fueron completamente sinceras y Harry pudo darse cuenta de eso al mirarlo a los ojos, esos ojos grises que hace varias semanas habían dejado de transmitirle odio. Harry sonrió con cierta timidez al tiempo en que aprovechaba de sentarse al lado del Slytherin, le tomó de la mano y entrelazó sus dedos.


-Mira, Malf… Digo, Draco lo primero es dejar de llamarnos por nuestros apellidos y llamarnos por nuestros nombres. Ese es el primer paso para que intentemos ser amigos y luego veremos qué es lo que sentimos entre nosotros. –


- Es un buen plan, Potter… Primero intentemos ser amigos y buenas parejas para Dylan, él es nuestra prioridad ahora. Luego veremos cómo se dan las cosas entre nosotros. – Le respondió Draco antes de regalarle una sonrisa sincera, la primera que Harry recibía de su parte.


El ruido proveniente de la puerta los alertó y en cosa de segundos separaron sus manos, todavía un poco incrédulos ante la cercanía que habían tenido. Fue bastante difícil para ellos el comprender que compartían el alma de Glen y el amor de la misma persona, pero parecía ser un poco más complicado el entender qué es lo que pasaba entre ellos, por lo que comenzar con la amistad parecía ser la mejor opción para todos ellos.


Dylan entró al salón, sorprendido ante la bella ambientación del lugar. Sabía que Draco se había encargado de ello, lo conocía demasiado bien para saber que esos detalles sutiles y elegantes eran una herencia de los Malfoy que nunca desaparecería. El ojiazul observó todo con curiosidad y una vez que terminó de inspeccionar todo el salón por fin de dignó a mirar a esos chicos que lo esperaban.


Se había tardado un poco más a propósito, sabía perfectamente que Draco y Harry organizaron esa cita para poder conversar con él y saber las razones que ha tenido para actuar de forma tan extraña y distante con ellos. La verdad era bastante complicada, habían cambiado demasiadas cosas en su vida el último tiempo y no sabía cómo iba a explicar todo lo ocurrido, pero ya no podía seguir escapando de la verdad ni mucho menos continuar huyendo de esos dos chicos que en ese momento se ponían de pie para recibirlo.


Draco fue el primero en acercarse, como siempre, lo rodeó entre sus brazos y lo besó en los labios suavemente. Dylan se relajó inmediatamente, fue como si lo único que necesitara para estar bien fuera estar junto a esos dos chicos que le robaban el corazón. Luego del beso de Draco, Dylan le besó en la mejilla y caminó hasta posicionarse al lado de Harry, donde se dejó besar por el ojiverde. Sí, definitivamente no podía negar que estaba muy enamorado de Draco, así como de Harry.


La comida transcurrió entre risas y mimos, los bocadillos estaban deliciosos y no quedó ninguna sobra. Después de comer, Dylan supo que era el momento indicado para conversar con sus chicos. Se acomodó entre los cojines y tomó la mano de cada uno para llamar su atención y armarse de valor.


- Dylan, ¿qué sucede? – Le preguntó Harry, preocupado pues se había dado cuenta de que el chico estaba muy pensativo desde que había llegado a comer.


- Pues… creo que ha llegado el momento de contarles la verdad de todo lo que ha pasado el último tiempo. Me quiero disculpar por actuar tan raro o distante con ustedes, sé que no se lo merecen, pero… Han pasado demasiadas cosas y ni yo sé por dónde debo comenzar. – Dylan, guardó silencio unos segundos, tiempo que aprovechó para respirar profundo y armarse de valor ante la atenta mira de Draco y Harry, quienes prefirieron no decir palabra alguna para no interrumpir o intimidar a su chico. -La verdad es que… Mi familia viajó a Londres para navidad, mis padres y mis abuelos, tíos y primos… Todos nos reunimos en la casa de mi tía Dolores. Suelen hacer esas reuniones uno o dos veces al año… Mi familia, bueno, ustedes ya lo notaron, ¿no? No es como la familia de Ron… Ellos solo se reúnen cuando tienen que hacerlo, por algún motivo en particular o cuando mi abuelo lo ordena. En esta oportunidad, mi abuelo quería saber cómo me estaba yendo en el colegio ahora que estoy solo y al cuidado de mi tía y obviamente, quería comparar mis habilidades con la de mis primos. –


-Dylan… No me digas que…- Draco no pudo seguir hablando, supo en aquel momento que lo que había vivido Dylan fue horrible, más horrible que el peor castigo que su padre le pudiese dar.


-Es una tradición en mi familia, cada año mis primos se enfrentan entre sí utilizando sus habilidades mágicas para medir quién es el más fuerte y quién merece llevar el linaje sangre pura de la familia. Esta navidad tuve el honor de ser incluido en la tradición y al negarme a pelear contra mis primos, tuve el placer de recibir un castigo por parte de cada miembro de mi familia y bueno… Ustedes vieron cómo me dejaron… -Dylan sonrió tristemente, sus ojos reflejaban todo el dolor que sentía al recordar aquello.


-Pero, ¿eso no es ilegal? Digo, tus primos deben ser menores de edad igual que tú y el utilizar magia fuera de la escuela está estrictamente prohibido…-


-Lo es, Harry y siempre lo ha sido, pero mi familia al igual que muchas otras familias sangre pura, realizan ciertos fraudes para poder engañar al Ministerio de Magia y hacerles creer que cumplen con todas las normativas. Una de esas licencias que se toma mi familia, es el permitir que los menores de edad utilicen magia fuera de la escuela. ¿Por qué crees que me va tan bien en Pociones o Transformaciones? Porque desde niño mi madre me ha enseñado u obligado a preparar pociones y a realizar magia. No es algo que hubiese querido… Simplemente fui obligado, no tuve opción… -


Tanto Harry como Draco guardaron silencio, no sabían qué decir y era difícil de entender y comprender todo lo que había vivido Dylan, por todo lo que había pasado. El ojiazul los observó y sonrió débilmente, esas eran las expresiones que no quería ver en ellos: pena, tristeza, incredulidad y lástima. Se levantó y caminó hacia una pequeña ventana, necesitaba un poco de aire fresco.


-Y bueno… Después del castigo recibido por mi familia, mi abuelo me llevó a su despacho donde me dijo, entre otras cosas, que no tenía derecho a volver a casa hasta que fuera lo suficientemente hombre para enfrentar y derrotar a mis primos. Así que tomé mis pocas cosas y me fui, sinceramente no sé cómo pude caminar ni aparecerme frente a la casa del profesor Snape. Solo lo hice y de ahí no logro recordar nada, supongo que perdí el conocimiento. –


-Dylan, yo…-


-No. No quiero que me vean así ni que sientan lástima por mí. No les conté todo esto para que ahora les dé pena… Yo… prefiero estar solo. Nos vemos más tarde. – Y dicho eso, el ojiazul salió corriendo de la habitación.


Ni Draco ni Harry hicieron el intento de ir tras él, sabían que necesitaba estar solo y que ellos mismos necesitaban un tiempo para procesar todo lo ocurrido. La verdad escapaba de su imaginación y era demasiado difícil comprender cómo unos padres podrían hacerle eso a su hijo. Harry sabía que por mucho que sus tíos detestaran su existencia, jamás llegarían al punto de casi matarlo y Draco, por su parte, sabía que por lo menos su madre siempre cuidaría de él.


-Mierda…- Draco fue el primero en reaccionar al despeinar su cabello y mostrar su frustración. – Lo hemos jodido, Potter. –


-Lo sé, es solo que… Es demasiado, no pude evitar sentir pena por él… -


 


Dylan sabía que no había sido lo mejor el salir huyendo de la sala de los menesteres, pero no lo había podido soportar. Esas miradas, llenas de lástima y pena que Harry y Draco le dedicaron, habían provocado un gran dolor en su corazón. Él estaba dispuesto a soportar la frialdad de su familia, el maltrato e incluso el ser desheredado porque estaba seguro de lo que estaba haciendo y confiaba plenamente en sus convicciones. Por esta razón, no podía soportar que los chicos a los que amaba sintieran lástima por él. Sabía que lo que había vivido era bastante fuerte para un chico que recién cumpliría quince años, pero su vida había sido dura desde el momento en que nació. De hecho, no fue raro para él que su familia reaccionara de esa forma y que sus primos y tíos no dudaran en hacerle daño.


Su familia siempre había sido dura con él porque desde pequeño había demostrado que era diferente a ellos, que no compartía sus ideologías sobre la sangre pura de los magos y que, además, era homosexual, siendo considerado una aberración por parte de sus padres. Eso era lo que más le dolía a Dylan, no quería admitirlo, pero el hecho de que sus padres lo hubiesen rechazado y alejado al enviarlo junto a su tía Umbrigde, era lo que más le había herido. Pero ahora ya no había ninguna duda, sus padres se habían deshecho de todos los lazos que los unían e incluso esa mañana le había llegado una carta oficial donde le informaban que estaba desheredado y expulsado del árbol familiar de los Price.


Dylan detuvo su caminar cuando notó que había llegado frente a la oficina del profesor Snape, ni siquiera tenía pensado el hablar con el profesor, pero su instinto le había obligado a ir a ese lugar. Quería esconderse y sabía que nadie lo buscaría si se encontraba junto a Snape. Llamó a la puerta y esperó que el hombre de negros cabellos le abriera y le dejara pasar. Severus Snape no era un profesor que acostumbraba a hablar con sus alumnos sobre sus asuntos personales ni mucho menos el dejarlos entrar a su despacho, servirles una taza de té y regalarles una sonrisa reconfortante. No, él era un profesor bastante frío que se caracterizaba por asustar a sus alumnos, aunque se podría decir que había una, o, mejor dicho, dos, excepciones a esa regla: Draco Malfoy y Dylan Price.


Y era el joven Dylan Price quien ahora se encontraba en su oficina, sentado frente a su escritorio y bebiendo un sorbo del té de hierbas que le había preparado. Sabía que el chico estaba teniendo problemas para dormir debido al dolor que todavía sentía por sus heridas y por ese motivo quiso ofrecerle algo que le relajara. Lo había visto bastante tenso durante las últimas semanas y a pesar de que su alumno seguía rindiendo de forma excelente en lo académico, sabía que las cosas no iban bien y debía reconocer que estaba preocupado. Por ese motivo agradeció internamente que el menor viniera a su despacho, pues si había decidido ir hasta allí era porque necesita de un consejo o simplemente ser escuchado, cosas que Snape podía hacer perfectamente.


Dylan observó detenidamente a su profesor mientras éste ordenaba un poco uno de sus estantes y luego tomaba asiento frente a él. Se miraron a los ojos durante unos segundos hasta que fue el profesor el que levantó una ceja como diciendo “¿qué es lo que esperas para comenzar a hablar?”. Dylan suspiró y sacó un papel de su bolsillo, era la carta oficial que recibió durante la mañana y la acercó a su profesor para que la leyera. Severus no dudó en tomar ese papel entre sus manos y leerlo, no pudo controlar sus emociones ante la sorpresa de lo que se informaba en ese trozo de papel. Esa carta marcaba la ruina para cualquier mago, pues básicamente Dylan Price estaba siendo abandonado a su suerte con tan solo quince años, sin una familia que lo cuide, sin dinero que lo mantenga y ni siquiera una tutora o tutor legal que pudiera velar por su bienestar. Su familia lo había tirado a la calle como a un perro callejero.


- Profesor, no quiero su lástima. Sé perfectamente lo que significa esa carta. Yo… Solo quería pedirle ayuda, supongo que debiese haber acudido con la profesora McGonagall porque es la jefa de Gryffindor, pero es un tema delicado y no quiero que mis compañeros de casa se enteren. – La voz de Dylan mostraba una aparente tranquilidad, el chico había tenido tiempo para procesar la información y estaba decidido a no llorar más por unos padres que nunca lo quisieron.


- ¿De verdad entiendes que ahora estás solo tanto en lo económico como en lo personal? Básicamente tus padres te han abandonado a tu suerte. –


Las palabras del profesor Snape calaron hondo en el chico ojiazul, la verdad dolía por mucho que él quisiera que no le afectara. Sus padres lo habían abandonado y dejado a su suerte sin importarles el cómo viviría a partir de ese momento.


-Lo sé… La verdad es que nunca fueron unos padres muy amorosos como los señores Weasley, pero le voy a admitir que no esperaba que llegaran a este punto. Profesor, ¿qué debería hacer? No tiene sentido que llore y me lamente por lo que ha pasado o que intente hablar con mis padres, ellos no van a cambiar de opinión y yo tampoco. Usted sabe muchas cosas de mi familia y yo no puedo seguir el camino que ellos desean. Simplemente me han castigado y mostrado su desprecio por no seguir sus ideales. – La explicación de Dylan fue sencilla, Snape estaba sorprendido ante la madurez de ese chico y solo pudo mostrar una media sonrisa.


-Está bien, comprendo tu punto y me sorprende que tengas las cosas tan claras. ¿En qué puedo ayudarte entonces? –


-Pues… Siendo sincero solo vine aquí porque quería alejarme de Draco y Harry. Sabía que si le explicaba todo a usted no me juzgaría ni me tendría lástima. – El chico sonrió tímidamente al decir aquello, no sabía muy bien la razón, pero estaba seguro de que podía confiar en el profesor Snape. – Y ahora analizando mi situación, supongo que el colegio debe ser informado… No creo poder pagar la mensualidad de los próximos años y quisiera continuar mis estudios en este lugar. –


-Yo me encargaré de hablar con el profesor Dumbledore y te informaré en cuanto tenga alguna respuesta. –


-Gracias, profesor y no solo por lo de ahora, si no por todo. No sé que hubiese hecho si usted no me hubiera ayudado en navidad. – Dylan se levantó y salió del despacho de su profesor sintiéndose más tranquilo.


-Price. – Lo llamó Snape antes de que se alejara de la puerta de su oficina. -No es que me quiera inmiscuir en sus asuntos personales, pero considero oportuno que les informe a sus amigos de su situación. Si ellos sienten lástima por usted, no es simplemente eso sino por el contrario, se preocupan por usted y demasiado. Recuerde que estuvieron pendientes de su estado durante los sucesos de navidad. – Y dicho eso, el profesor Snape cerró la puerta de su despacho y dio por terminada la reunión.


Dylan caminó por los pasillos de las mazmorras con una sonrisa en su rostro. Siempre se sentía mejor después de que hablaba con el profesor Snape porque sabía que le escuchaba y que, además, sería bastante objetivo al momento de expresarle su opinión. Y no lo había defraudado en esta ocasión. Regresó a la sala común de Gryffindor, sintiéndose más animado y comprendiendo mejor las cosas, sabía que su situación y todo lo que había pasado en navidad no era normal y que por ese motivo sus amigos sentirían cierta lástima o pena por él. Pero estaba decidido a no tolerar que esos sentimientos se mantuvieran por mucho tiempo.

Notas finales:

De verdad espero que hayan disfrutado la lectura, solo les pido paciencia porque estoy decidida a terminar esta historia.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).