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El cuento del príncipe heredero por Andromeda Capricornio

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Notas del fanfic:

Bueno, esto era para ser un one shot pero me salio un poco bastante largo asi que, voy a tner que dividirlo porque amor yaoi no deja que se suban las 47 paginas (eso no es un one shot DX) en fin, espero que les guste esta historia 

“Hace mucho tiempo en un reino muy lejano llamado Albenria vivían un Rey y una Reina, vivieron juntos y felices hasta que su felicidad se vio aumentada al año con la llegada de sus dos hijos gemelos, ambos con un cabello muy particular rubio, negro y rojizo, el mayor de ellos tenía los ojos de color rubí y el menor de ojos amatista, sin embargo ambos bebés poseían un don especial, como era natural al ser varones al crecer podrían formar una familia con alguna dama si ellos así lo elegían, sin embargo en aquel reino no era mal visto si se prefería tener de pareja a alguien del mismo género y aquellos pequeños príncipes habían nacido con la habilidad de poder engendrar un pequeño con otro varón gracias a un gen especial que solo unos pocos habían desarrollado en algunas familias y siendo su madre de la ramificación de este tipo de personas se les consideraba a los pequeños príncipes como unos regalos muy especiales.

La familia real vivió feliz por mucho tiempo, sin embargo cuando los príncipes gemelos tenían 7 años una tragedia callo sobre su familia, el rey y la reina tuvieron que viajar a otro reino por asuntos de comercio por una semana, todo su viaje fue satisfactorio sin embargo al regreso una gran tormenta azoto la frontera por la cual ellos viajaban haciendo que un rio creciese fuera de sus cauces arrastrando con su corriente todo a su paso incluyendo el carruaje donde viajaban los reyes, cuando la noticia llego al reino una gran tristeza se sintió entre los habitantes ya que los reyes habían sido siempre nobles personas con gran bondad por ayudar a su pueblo, un mes entero se vivió de luto sin embargo había formalismos que atender como el hecho de quien gobernaría el reino ahora, el príncipe heredero era aún muy pequeño para asumir una responsabilidad tan grande, por ello los ministros de la corte decidieron nombrar como gobernador provisional al Gran Príncipe, el hermano menor del fallecido rey, su nombre era Aknadin, el Gran Príncipe Aknadin nunca se casó ni tuvo hijos por lo que podría tomar el mando del reino solo hasta que el Príncipe Heredero cumpliese 16 años que sería el momento para coronarlo Rey, sin embargo el Gran Príncipe, quien siempre había envidiado a su hermano por su trono comenzó a hacer con el reino lo que su vanidad y voluntad le dictaba, dejando a los príncipes gemelos de lado sin prestarles atención realmente, solo los presionaba para que aprendiesen todo lo que sus tutores, personas bastante duras llamadas expresamente por el Gran Príncipe, les enseñasen.

Es aquí donde toma inicio realmente nuestra historia ya que debido a las presiones y los malos tratos que se les daba a los pequeños príncipes, uno de ellos, el mayor harto de todo aquello un día sin realmente meditarlo corrió lejos del palacio, vestido con la ropa más descuidada que tenía, llegando hasta donde sus piernas pudieran guiarlo fue así que su carrera lo condujo hasta un lugar apartado que nunca había visto fuera de la ciudad que se veía más rural, se sentó debajo de un árbol tomando aire a grandes bocanadas tratando de recuperar la respiración, sintiendo con ello que el peso bajo sus hombros iba desapareciendo un poco, desde la muerte de sus padres se había determinado a ser fuerte y velar por el bienestar de su pueblo y su hermano con todo lo que estuviese en sus manos hasta que pudiese tener verdadero control en su vida, sin embargo aún era pequeño, le faltaban 7 años para llegar al trono y tal parecía que todo pintaba para peor, sus ojos rubís miraron hacia el cielo viendo las nubes moverse en aquella infinidad azul haciéndolo relajarse al punto de perder su mente en aquella visión sin embargo un ruido lo saco de su ensueño, una especie de ruido seco y por momentos pausado, su alteza era curioso por naturaleza lo cual hizo que siguiese ese ruido alrededor de una casa viendo en el pórtico de ella a un niño un poco más grande que él sentado en el piso con un puñal en una mano y un trozo de madera en la otra, movido por sus ganas de conocimiento camino hasta él observándolo detenidamente, el pequeño castaño sin saber que era observado por unos curiosos rubís siguió tallando la madera hasta que se dio cuenta que alguien más estaba allí se enderezo un poco y se volteo a mirar a quien lo observaba

-Hola – fue lo único que él castaño atino a decir con un rostro amable para aquel niño que no se había inmutado al verse sorprendido

-Hola… ¿Qué haces con eso? ¿No es peligroso que juegues con cuchillos? – pregunto el pequeño príncipe acercándose un poco más a aquel chiquillo

-Para algunos puede ser pero siempre soy cuidadoso, lo manejo muy bien desde que tengo ocho años así que ahora no corro demasiado peligro – le hablo con gentileza mirando al niño que se le había acercado, era más pequeño que él se le notaba tan solo en su forma de hablar y de mirar –estoy haciendo un tallado

-¿Un tallado? ¿Vas a hacer una figura con ese trozo de madera?

-Esa es la idea, sí… si me sale bien será la tercera pieza que lograría hacer por mí mismo

-Lo dices con mucha seriedad… es importante para ti ¿verdad?

-Lo es, mi familia hace juguetes de madera para muchas personas, debo lograr hacer una pieza grande antes de que cumpla 12 años para probarle a mi familia que soy un digno sucesor del negocio y así ellos confíen en que hare un buen trabajo cuando sea yo quien tenga que dirigirlo – al escuchar esas palabras el pequeño príncipe se sentó al lado de aquel castaño, que ahora que lo notaba, tenía los ojos de un azul muy intenso, como el collar de zafiro que su madre solía usar en ocasiones especiales como año nuevo o el cumpleaños de su padre.

-También yo debo de probarle a mi familia que seré un buen sucesor llegado el tiempo – dijo con voz tenue el ojirubi mirando con atención el tallado del castaño.

-¿De verdad? Parece que los únicos que se toman el tiempo para preparar a sus sucesores son las personas comunes – dijo con una seriedad demasiado intensa el castaño mirando su tallado

-¿Por qué lo dices?

-Porque los que deberían hacerlo, como la realeza no se toma el tiempo para eso, ¿Qué más prueba de ello quieres más que el mismo Gran Príncipe que nos gobierna ahora? Desde que él tomo el control, el pueblo no ha sido más que miseria y perdida para muchos… por eso odio a todos los que son de la realeza, porque nadie se pone a ayudar al pueblo, más bien nos quitan lo poco que tenemos…

-No hables así… aun… aún hay una esperanza…

-¿De qué esperanza hablas? – pregunto el ojiazul dirigiéndole la mirada con interés

-B-bueno… el Príncipe Heredero… cuando él llegue al trono seguramente las cosas cambiaran y será tan buen rey como lo fue su padre – el pequeño tricolor jugueteaba con sus manos sintiendo como su voz se ahogaba, quería hacerse amigo de aquel chico pero no quería decirle que él era alguien de la realeza por lo apenas dicho por el castaño.

-Claro… el príncipe heredero… el tal Atem… si yo fuese él hubiera quitado del trono de inmediato al bueno para nada del fulano del tío y hubiese tomado mi lugar como rey – dijo con determinación el castaño

-No es tan fácil… - replico el tricolor poniéndose un poco rojo

-¿No? ¿Tu como lo sabes?

-B-bueno… yo… yo… yo vivo cerca del palacio y creo que las cosas allí no son tan fáciles, hay reglas… normas que deben ser cumplidas y que no sería tan fácil eludir

-Como sea… si cuando llegue el momento en que el príncipe Atem suba al trono él no hace nada por el pueblo entonces yo mismo armare una trifulca para acabar con ese gobierno y poner a un líder más justo – la determinación del castaño maravillo y atemorizo un poco al joven heredero, lo único que pudo hacer ante esas palabras fue sonreír perturbadamente, sin embargo en el fondo de sí mismo estaba de acuerdo con sus palabras –por cierto, no nos hemos presentado, soy Seto Kaiba – le extendió la mano al tricolor quien la tomo un poco temeroso, no podía decirle su nombre, era obvio que el castaño nunca había visto a la familia real aun cuando hubiesen sido vistos ante el pueblo varias veces y por ahora prefería que no supiese quien era, así que pensó en algún nombre que decirle para encubrirse  que no fuese tanta coincidencia que “su nombre” fuese el mismo que el del heredero

-Yami… mi nombre es Yami- dijo el ojirubi con una sonrisa

-Yami… es un gusto conocerte – el ojiazul sonrió un poco sin preguntar nada más.

Ambos niños pasaron un rato juntos, platicando de todo y nada en realidad, como de porque el cielo es azul, porque las flores huelen bien y porque los mosquitos aparecían en el verano sin que nadie los hubiese invitado, pudieron haber seguido hablando de no haber sido por la madre de Seto, quien salió a la puerta de la casa con un pequeño de 7 años tomándola de la mano, llamándolo a comer, fue cuando el pequeño príncipe encubierto se dio cuenta de que había dejado solo a su hermano en el palacio, por lo que se despidió rápidamente haciendo memoria de cómo había llegado hasta allí desde el palacio, llego a su hogar con la puesta del Sol pisándole los talones, como era de esperarse su tío le dio un castigo ejemplar mandándolo a su habitación sin cenar y sin poder lavarse si quiera mismo castigo que había recibido su hermano menor por haber dejado que su hermano se escapase, advirtiendo a los trabajadores del palacio que si alguien les daba algo de comer deberían buscar trabajo en algún otro lugar. Los niños se fueron a su habitación pensando que el castigo pudo haber sido peor que mandarlos a la cama sin cena o sin baño, como que los hubiese dejado dormir en una celda o sin dormir toda la noche en una celda estudiando, los cuartos de ambos príncipes estaban juntos e interconectados por una puerta que se confundía con la pared que nadie más que ellos conocían, así que cuando el Gran Príncipe había pensado que los había dejado encerrados a cada uno por separado el pequeño príncipe aprovecho para ir hacia la habitación de su hermano mayor.

-Lo siento Yugi… no era mi intención que tuvieses que pagar por esto tú también – el rostro arrepentido de Atem era sincero, Yugi solo le sonrió abrazándolo

-Descuida… no importa, en el desayuno nos desquitaremos – el pequeño tricolor se acomodó mejor en su hermano descansando su cabeza sobre el pecho de este – ¿al menos valió la pena tu escapada? –curioso al igual que su hermano, el pequeño príncipe indago haciéndole saber de antemano al ojirubi que debía darle respuestas si o sí.

-Conocí a alguien

-¿Hablaste con un extraño?

-No… bueno era un extraño al principio pero después ya no, es un niño un poco más grande que nosotros, su nombre es Seto

-¿Y es agradable?

-Mucho, habla de una manera muy impresionante… quiero volver a hablar con él

-Bueno… si vas a irte a hablar con él, al menos espero que podamos tener una coartada mejor y planeada para evitar los castigos – el ojiamatista miro a Atem con una sonrisa, dándole a entender a su hermano que lo apoyaría en aquella aventura, ya que después, sabía que Atem le devolvería el favor cuando pudiese.

Así paso mucho tiempo, en el que los gemelos lograron sobre llevar la tiranía de su tío y a escondidas de él regalaban un poco de justicia a su pueblo ayudándolos entre las sombras, al mismo tiempo la amistad de “Yami” y Seto fue creciendo sin embargo, las responsabilidades de ambos habían crecido con forme ellos crecían, cuando Seto cumplió los 12 comenzó a conocer más del negocio familiar y debido a su asombrosa capacidad de análisis y razonamiento fue ayudando a su padre a hacer crecer el negocio, volviéndolo cada vez más diferente, convirtiendo la amabilidad y calidez que tenía en una arrogancia y frialdad latentes que solo no mostraba con su hermano, un niño cuatro años menor a él, pelinegro y de ojos grises llamado Mokuba, para cuando Seto hubo cumplido 15 años “Yami” había alcanzado los 13 y a pesar  de que él seguía siendo noble y gentil, las exigencias y responsabilidades que llevaba a cuestas lo habían hecho ser un chico de carácter determinado e indoblegable oyente a la voz de la justicia. A pesar de que Yami era una personalidad falsa que había creado solo para hablar con Seto, era la única forma en la que se sentía libre y el mismo, curiosamente, después de su hermano el castaño se había convertido en  su mejor amigo y viceversa, pero Yami no dejaba de sentir el cambio que había ido trasformando al ojiazul en ese tiempo, aunque no era como que le molestara, eso le daba un aire más sólido del que de por si tenía por naturaleza, pasaban todo el tiempo que podían juntos haciendo eso feliz a Yami ya que era la forma en la que se sentía realmente bien, hasta que un día analizando bien sus pensamientos y sus sentimientos se dio cuenta de algo, estando afuera solo deseaba ver al castaño, si estuviese lejos del palacio sin el castaño a su alrededor no se sentiría así por lo que fue que lo entendió en ese momento… estaba enamorado del joven ojiazul.

Una tarde mientras el príncipe en cubierto con su personalidad de Yami jugaba con el pequeño hermano de Seto cuando ambos lo esperaban a que regresara de la fábrica de juguetes se dio cuenta de que estaba bastante ansioso, solo pensaba en verlo y hablar con él, Yami había entablado también una buena amistad con Mokuba ya que le recordaba mucho a su propio hermano aunque Yugi solo fuese 15 minutos menor a él. Cuando ambos vieron a Seto llegar Mokuba corrió hacia su hermano lanzándose a sus brazos y el castaño lo recibió acariciando su cabeza sonriéndole, el ojiazul alzo su mirada dirigiéndosela a Yami y le mantuvo la sonrisa, el tricolor sentía como su corazón comenzaba a latirle apresuradamente y le sonrio de vuelta, ese era su mas preciado secreto, el que solo le había contado a su hermano quien, a pesar de no conocer al joven Kaiba, con tan solo escuchar la forma en la que Yami lo describia lo hacia pensar que era alguien que le hacia bien a su hermano. A partir de allí el principe heredero, sin proponérselo si quiera, soñaba dspierto muchas veces con poder estar realmente libre al lado del castaño, sin embargo aquellos sueños fueron destruyéndose poco a poco como un castillo de arena que se va desgastando con él agua, y su corriente marina era el mismo castaño ojiazul.

-Ya tienes  14… aun no… ¿nada con nadie? – pregunto el mayor mirando con curiosidad al tricolor mientras estaban sentados en el campo debajo de un árbol

Yami se puso rojo y sobresaltado enfoco su mirada hacia el suelo – No… - dijo con la voz ahogada sintiendo una contracción en el pecho - ¿tu ya? – pregunto casi con miedo sintiéndose aún más contrariado al ver la sonrisa sórdida del castaño.

-Ya

-¿C-con quién?

-Con un tonto noblecito, esta tan ilusionado conmigo pero a mí solo me sirve para jugar con él –dijo casi con orgullo el mayor mirando hacia el cielo

-¿Con un noble? ¿E-él también fue el que te dio tu primer beso? – El ojirubi se sujetaba las manos entrelazándolas sintiendo como iba perdiendo el calor en su cuerpo y empezaba a temblar, mantenía su mirada agachada sin atreverse a mirarlo

-No, esa fue una chica hace tiempo, ¿recuerdas que te conté de ella?

-A sí… ya me acorde – cuando había sucedido aquello de la chica a Atem no le importo demasiado ya que aún no sentía nada más que amistad por Seto, pero ahora las cosas eran muy diferentes -¿Pero un noble? Estas llevando muy lejos tu odio contra la realeza y la nobleza ¿no?

-Que importa, él me lo permitió yo no hice nada – dijo restándole importancia al asunto, fue allí que Atem se dio cuenta, solo podría estar al lado de Seto mientras se escondiera detrás de su identidad de Yami, pero eso se acabaría de una forma u otra ya que algún día, sabía, que Seto sabría la verdad de quien era, con tristeza el príncipe lo miro detenidamente, él ya no era el niño que había conocido hacia años tallando torpemente un trozo de madera, él era ahora un joven empresario que había ganado mucho apoyando la fábrica de su padre, ahora vestía diferente, ricos ropajes de calidad, la pequeña casa en la que vivía su familia fue dejada por una casa mucho más grande con un gran jardín trasero, habían hecho crecer su fortuna y cada vez crecía mas y más debido a que el negocio de juguetes ya no solo se dedicaba a ello, también incursionaron en otros sectores pudiendo expandir sus negocios, dándoles trabajos a varias personas e incluso con los injustos impuestos que el Gran Principe los hacia pagar ganaban tanto que podían pagarlos con toda facilidad, lo que daba como resultado que, definitivamente, Seto Kaiba ahora fuera un lordsito, que aunque sin título era casi tan rico como la misma familia real, más a pesar de ello, sabía que cuando Seto se enterara jamás lo perdonaría.

-¿Qué te pasa? Te quedaste muy callado de pronto – le dijo el ojiazul sacándolo de sus pensamientos mirándolo mientras él pestañeaba quitándose la confusión.

-Nada… no me sucede nada, debo irme, tengo que llegar antes de la puesta de Sol – se levantó de la grama sacudiéndose el pantalón dirigiéndose hacia una cerca donde tenía amarrado a su caballo, el castaño lo siguió algo inquieto por su actitud de pronto tan pensativa.

-Yami… - el ojirubi volteo a verlo, parecía como que quería decirle algo pero no podía, se le quedo mirando por unos instantes y después, sin más, el tricolor lo tomo del rostro besándolo, aunque solo había juntado sus labios a los de él, un beso demasiado inocente pero que hizo al menor sonrojarse como un tomate

- Al menos ya di mi primer beso, es un paso menos que dar – y sin esperar a que el ojiazul le dijera algo monto su negro corcel ordenándole galopar con toda su velocidad, no quiso voltear a verlo, no sabía que sentir, no sabía que pensar, aun cuando Seto le correspondiera, terminaría odiándolo por ser lo que era, el príncipe sucesor del trono. 

Notas finales:

continua


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